Notas de la Autora: Holis! Ya estoy aquí! Por fin con la segunda historia! Espero que este primer capítulo con el que abre sea de su agrado como lo es del mío :D

Y quiero aprovechar para agradecer a todos los que me comentaron en el último capítulo de Legado: AnaM1707, Wina2000302000, Abril Elena, Anairafuji y LizzySD, en verdad muchas gracias por tomarse un poco de su tiempo para ponerme sus comentarios u opiniones, eso siempre me motiva a seguir actualizando! En verdad muchas gracias! Y ya saben que los respondo en la parte destinada a ello!

Disclaimer: Ya saben que nada de este mundo me pertenece, todo es de la queridísima J.K. Rowling , yo solo lo manipulo para mi entretenimiento :D


Capítulo 1: Feliz Cumpleaños Harry

El hechizo pego contra el escudo que se cimbro ligeramente antes de desvanecerse, pero Harry estaba listo y se lanzó hacía un costado, saliendo del camino de aquel segundo hechizo que ya seguía al primero. Trato de levantarse pronto, pero trastabillo y volvió a caer al suelo.

- ¡Qué bueno que estamos practicando! – comentó Sirius, riendo divertido mientras miraba a su ahijado.

- ¡No te burles, Sirius! – masculló Harry, haciendo un ligero puchero mientras se ponía de pie – ¡No es tan fácil como lo haces ver! –

- ¡Pero claro que lo es! – le contradijo el ojigris sonriendo – Lo que pasa es que te hace falta práctica –

- No es para menos, apenas empezamos hace dos semanas – se defendió Harry, alzando la nariz orgulloso.

- Después se vuelve más sencillo, Cachorro – le prometió Sirius sin dejar de sonreír, acercándose a él para acariciar su cabello, sabiendo que su ahijado estaba cansado aunque no lo decía, y que aun así se esforzaba mucho para que las cosas le salieran bien a la primera o en unos pocos intentos. En eso era más parecido a Lily que a James – Tu cuerpo se acostumbrara a reaccionar, y habrá veces en que inclusive podrás hacerlo sin siquiera pensarlo – le explicó – Es lo que se conoce como memoria muscular, un reflejo condicionado que se aprende con la práctica –

- ¿Y en verdad crees que yo podré hacerlo como tú? – le preguntó Harry con una ligera mueca.

- ¡Claro que lo harás! – le aseguro Sirius – Tienes unos buenos reflejos, eso se nota en el Quidditch, y habilidad mental por la forma en que respondes los hechizos, además, te recuerdo que tus padres eran de los mejores duelistas que he conocido, así que lo llevas en la sangre. Sólo necesitas practicar mucho para que tu tiempo de respuesta sea menor de lo que es ahora –

- Pero inclusive ahora, tus tiempos de respuesta no son malos – se permitió comentar Remus, que iba entrando a la amplia sala de piedra donde Sirius y Harry estaban practicando – Sólo son aún muy lentos contra alguien experimentado en duelo como Sirius, pero eso es porque él tiene años entrenando, y además participo en una guerra. No es bueno que te compares aún con alguien como él, está claro que habrá una gran diferencia entre ambos. Quizás si te comparas con algunos de tus compañeros, tu tiempo de respuesta sea mejor –

- Si, supongo que tienes razón – convino Harry luego de meditarlo un poco, suspirando suavemente.

- ¿Y qué les parece si ahora se toman un descanso? – se permitió ofrecer Remus sonriéndoles – Llevan dos horas aquí abajo, sería bueno que tomaran alguna bebida, comieran un poco y descansaran. Luego podría continuar si así quieren. Además, hay una lechuza negra que está esperando por una respuesta allá arriba –

- ¡Debe ser Tenebris! – exclamó Harry animado.

- Honestamente. Qué clase de nombre decidió ponerle el pequeño Draco a su lechuza – comentó Sirius encogiéndose de hombros mientras negaba con la cabeza.

- ¿Entonces pararemos un poco el entrenamiento? – quiso saber Harry.

- Sí, claro. Remus tiene razón, debemos descansar un poco – le respondió Sirius asintiendo con la cabeza.

- ¿Y sobre lo que hablamos de invitarlos a ambos? – quiso saber el ojiverde.

Sirius hizo una ligera mueca ante la pregunta.

- Puedes, pero sólo a ellos dos, y no pueden acompañarlos sus padres, Harry – le respondió – Sabes que la casa cuenta con protecciones para tu seguridad, y dejar entrar a cualquiera, puede volverse peligroso en un futuro. La verdad no me preocupan tanto los padres de Hermione, son Muggles y no representarían un peligro real, pero pese a que no creo que el pequeño Draco te traicione, no puedo estar igual de seguro de sus padres, sobre todo de Lucius. Diles que si quieren, podemos ir por ellos al Caldero Chorreante, porque necesito darles el permiso de entrar a la casa. Una vez que se les da el permiso, las siguientes veces ya pueden llegar ellos por su propia cuenta, inclusive mediante Red Flu –

Ahora el que hizo una mueca fue Harry, pero asintió con la cabeza. Sabía que no podía molestarse, que esas precauciones las estaban tomando porque le querían y trataban de mantenerlo a salvo.

- Esta bien, entonces se los haré saber – convino.

- Entonces ve a recibir a esa lechuza – le instó Remus mientras le pasaba una toalla.

- Si, gracias – le respondió Harry tomando la toalla antes de salir de la estancia, yendo por el pasillo de piedra hacía las escaleras que conectaban con la casa.

Jamás imagino que la casa tuviera aquellas mazmorras de piedra, pero a la semana de haber regresado de Hogwarts, Sirius se las mostro. Las mazmorras eran amplias, 4 en total conectadas a un amplio pasillo que desembocaba a las escaleras que llevaban a la casa. La entrada estaba oculta mágicamente, camuflada como parte de la pared, y Sirius le conto que ahí era donde bajaban a entrenar para mantenerse en forma, y donde Remus pasaba sus noches de luna llena, más que nada por precaución, ya que en su mayoría, la Poción Matalobos le ayudaba a no volverse una bestia por completo. Ahora que él también necesitaba entrenar, bajaban a las mazmorras dos veces al día, y entrenaba con Sirius aproximadamente durante 3 horas diarias.

Sonrió cuando llegó a la sala y vio el enorme búho negro de Draco. Era un ave grande y majestuosa, como se podía esperar de algo que era propiedad de los Malfoy. Le quitó la carta, dándole un dulce antes de enfocar su atención en la carta.

Querido Harry:

¿Cómo estás? Debo confesar que estas vacaciones están siendo más interesantes de lo que hubiera esperado.

Mi padre y yo entrenamos varias horas al día. Dice que está orgulloso de que quiera aprender, y de que le pida su ayuda, así que se enfoca en enseñarme todo lo que sabe. Es un gran duelista, así que me cuesta mucho llevarle el ritmo, pero sé que bajo su tutela podré adquirir mucha experiencia.

Mi madre también me ha prestado algunos libros para estudiar la teoría de varios hechizos que quizás podrían servirme en el futuro, así que paso las tardes en mi cuarto leyendo.

¿Pudiste ver lo de venir a mi casa o yo ir a la tuya?, mi madre dice que serás bien recibido si gustas venir, que ella puede hablar con Sirius, pues parece que tu padrino no se lleva muy bien con mi padre, y que el sentimiento es mutuo, aunque mi madre no quiso profundizar en ello, catalogándolo como "Problemas de adultos, que los adultos deben resolver por su cuenta".

Estaré al pendiente de recibir tu carta. Puedes mandarla con Tenebris, le indique que se quedara a esperar.

Saludos y abrazos.

Draco

Harry sonrió, y se apresuró a buscar pergamino y tinta para comenzar a escribir su respuesta. Draco le había contado en cartas pasadas que había hablado con Narcisa sobre lo sucedido con el Profesor Quirrell, aunque omitiendo algunos detalles, pero que ambos habían decidido no contarle todavía a Lucius. Harry no podía evitar preguntarse si realmente Lucius Malfoy había sido obligado, o había apoyado libremente a Voldemort como Sirius aseguraba, pero sobre todo, cuál sería su postura cuando éste regresara.

Cuando termino de escribir la carta, la doblo y la ato a la pata de Tenebris.

- Listo chico, aquí esta – le dijo, acariciándole suavemente la cabecita – Llévala a Draco, por favor -

Tenebris ululó, y extendiendo sus alas, voló hacía la ventana para salir de ahí. Entonces, Harry se enfocó en escribir una nueva carta, esta vez para Hermione, y cuando termino, llamo a Hedwig, pidiéndole que la llevara a su amiga, esperando deseoso que no hubiera ningún problema, y sus dos amigos pudieran ir a visitarle.


Narcisa Apareció junto con su hijo en el lugar designado para ello.

- ¿Estas bien, Draco? – le preguntó mirándolo atenta, sabiendo que la Aparición Conjunta no generaba una sensación agradable en el "pasajero".

- Si… Sólo dame unos segundos y estaré bien, madre… – le pidió Draco con voz ligeramente ahogada, aspirando hondamente el aire varias veces para tratar de controlar esas desagradables ganas de volver el estómago, esperando reponerse lo más pronto posible, irguiéndose cuan alto era, porque no iba a dar un aspecto deplorable ante ojos ajenos, eso sería muy impropio de un Malfoy.

Narcisa sonrió suavemente. Su hijo estaba creciendo, y quizás dejaría de ser un niño mucho más pronto de lo que a ella le hubiera gustado. Sabía que no podía hacer nada para evitarlo, así que haría todo lo que estuviera en sus manos para apoyarlo, como decidió aquel día que Draco se acercó a hablar con ella cuando regreso de Hogwarts para las vacaciones.

***Flash Back***

Narcisa estaba leyendo en la sala cuando Draco entro.

- ¿Podemos hablar, madre? – le preguntó con voz formal y seria, por lo que Narcisa bajo el libro, viendo aquella seriedad en el rostro aún infantil.

Draco había estado actuando bastante reservado desde que regreso de Hogwarts tres días atrás, quedándose encerrado durante horas en la biblioteca, leyendo y mandando infinidad de cartas con Tenebris, y aunque se sentía bastante curiosa, espero a que fuera él mismo quien se acercara a contarle lo que sucedía. Parecía que el momento había llegado.

- Claro hijo, siéntate – le ofreció amable, señalando la cómoda butaca delante de ella. No creía que fuera coincidencia que su hijo eligiera ese día en particular para acercarse a hablar con ella. Justo ese día, Lucius había salido, avisando que volvería tarde - ¿De qué quieres hablar? –

- Madre… Hay algo que necesito hablar contigo como futuro Jefe de la Familia Malfoy – le respondió Draco, y Narcisa entendió por sus palabras, que pedía que no se le tratara como un niño en el tema que abordarían. Le miró curiosa, pero asintió con la cabeza.

- Esta bien – convino – Te escuchó, Draco –

Ahora fue Draco quien asintió con la cabeza, sabiendo al escuchar a su madre llamarle por su nombre, que le estaba tratando como pedía.

- El Señor Tenebroso va a regresar, madre – fue lo primero que le dijo. No tenía sentido darle vueltas o adornarlo, él era Slytherin y su madre también. Las cosas era mejor hablarlas de frente y de forma directa.

Narcisa parpadeo algunas veces, estudiando el rostro serio de su hijo, completamente descolocada ante esas palabras, porque no era una pregunta, era una afirmación, y Draco se mostraba seguro de sus palabras.

- ¿Por qué lo dices, Draco? – quiso saber.

- Hay cosas que no te conté sobre el año pasado en Hogwarts, porque no creí prudente hacerlo por medio de una carta – le explicó Draco – Y me gustaría contártelo ahora –

- Te escuchó – concedió Narcisa, curiosa y al mismo tiempo preocupada, pero sin mostrar ni una cosa ni la otra a su hijo.

Draco asintió con la cabeza de nuevo, y aspiro aire hondamente antes de hablar.

- ¿Recuerdas cuando nos castigaron? – le preguntó a su madre, pues la escuela había hecho llegar a los padre un aviso del castigo por mala conducta. Cuando su madre asintió con la cabeza, continuo – El castigo fue ir al Bosque Prohibido, porque algo estaba matando Unicornios y debíamos tratar de descubrir que era, pero resultó que lo que mataba Unicornios no era una bestia como pensaban, era un ser que nos quiso atacar a Harry y a mí, o más específicamente a Harry. Un Centauro nos ayudó ahuyentando a ese ser, y nos dijo que no debíamos estar en el Bosque, mucho menos Harry, porque aquel que mataba a los Unicornios, era quien en otro momento fue el Mago Oscuro más poderoso, que regresaría en algún momento, y sería más fuerte de lo que había sido. También dijo que marte estaba brillando sobre dos líderes de guerra. Uno era él, y el otro sería Harry –

Narcisa escuchaba, sintiendo que cada musculo de su cuerpo se tensaba ante lo que su hijo le contaba. Jamás se hubiera atrevido a imaginar que el Señor Tenebroso regresaría algún día, no era algo que deseara, y en lo más profundo de su ser sintió miedo, miedo por su esposo, miedo por su hijo, miedo por su familia.

- ¿Podría haber algún error en lo que dijo el Centauro? – preguntó, pese a que sabía que los Centauros eran criaturas místicas que podían ver el futuro en las estrellas, y que pocas veces se equivocaban.

- No creo que lo haya, sobre todo considerando los eventos sucedidos después. Un seguidor del Señor Tenebroso trato de matar a Harry dentro de Hogwarts, y a mí y a Granger nos puso bajo la Maldición Imperius para poder llevárselo, porque en ese momento estábamos acompañándolo – le explicó Draco, y pudo ver como los labios de su madre se apretaban ligeramente, la única muestra que quizás daría de la preocupación y el miedo que sentía.

- No sabía que algo como eso había pasado – comentó Narcisa, sin poder evitar el ligero matiz de preocupación que se coló en su voz, pese al control que trataba de mantener frente a su hijo.

- No quise decírselos por carta, no quería preocuparlos y estaba bien, así que le pedí al Profesor Dumbledore que no les contara nada de momento – le explicó Draco.

- ¿El Director sabía y estuvo de acuerdo con tu petición de no contarnos nada? – preguntó Narcisa alerta.

- Lo estuvo, madre – confirmó Draco asintiendo con la cabeza – Accedió porque le prometí que hablaría con ustedes de lo sucedido, una vez que regresara a casa, pero primero había cosas que necesitaba pensar y ordenar, antes de poder hablar con ustedes –

- ¿Y que fue eso? – quiso saber Narcisa.

- A Harry van a comenzar a entrenarlo, y yo entrenare junto con él – le hizo saber – Sirius Black va a entrenarlo durante las vacaciones, y quiero que mi padre me ayude a entrenar mientras este aquí. En Hogwarts, la Profesora McGonagall y el Profesor Snape nos entrenaran –

- ¿Por qué, Draco? – no pudo evitar preguntarle Narcisa – Tú no tienes necesidad de eso –

- Si la tengo, madre – refutó Draco con firme seriedad – Harry es mi amigo. Estaré a su lado, y si él necesita ayuda, lo ayudare sin dudarlo. Eso por ende me expone, así que lo mejor es estar preparado, de esa forma podré ayudarle como va a necesitar, y protegerme al mismo tiempo para no estar en peligro o ser una carga –

- Jamás pensé que hacerte amigo de Harry Potter pudiera resultaría así de peligroso – no pudo evitar comentar Narcisa, mirándole entonces si preocupada – De haberlo sabido, jamás habría incentivado esa amistad con él –

Draco le escuchó asombrado, pero luego le sonrió suavemente.

- Sé que estas preocupada por mí, madre, y es verdad que al ser el amigo de Harry Potter, eso puede convertirme en un objetivo temprano del Señor Tenebroso, pero si la guerra estalla, es algo que terminara pasando en algún momento – le aclaró Draco tranquilo – Soy un Malfoy, soy el futuro Jefe de una familia sangre pura con influencias y poder. Vendrá por mí como vino por mi padre, para usar nuestro poder y dinero como hizo antes. Y si no, quizás quiera vengarse de que mi padre delato a varios de sus Mortífagos y se libró de Azkaban, así que de una u otra forma, estaré en la mira del Señor Tenebroso –

- Eres un niño, Draco. No deberías estar pensando en esas cosas, sino en disfrutar tu vida, dejando que sean los adultos quienes se encarguen de resolver los problemas y lidien con las guerras – comentó Narcisa con acritud.

- Madre, las guerras no distinguen entre niños y adultos – le recordó suavemente, amable – Tú viviste una guerra, una guerra que involucro directamente a tu familia, y sabes mejor que nadie que las cosas no serán como dices. El Señor Tenebroso vendrá por nosotros, porque nuestra familia tiene poder. Debemos protegernos esta vez, estar preparados para que no nos pase lo que nos pasó antes. Si tomamos las medidas adecuadas, podemos tener incluso mayores probabilidades de sobrevivir con más honor y prestigio que la última guerra –

- Podrías morir – observó Narcisa.

- Lo sé, madre, y sé que todo lo que me estás diciendo, es porque me quieres proteger, porque te preocupas por mí, pero prefiero morir peleando por cosas en las que creo, que por las cosas en las que cree un engendro que no le dará honor ni gloria a mi familia ni a mí, que nos tratara como esclavos, y no dudara en matarnos cuando ya no le seamos útiles – le respondió Draco – Aun recuerdo todas esas historias que me contaste sobre la guerra, y lo que yo mismo he leído. Eso no es vida, y ahí no hay honor –

Narcisa observó detenidamente a su hijo. Desde que supo por su hijo que Harry comenzaba Hogwarts, no dejo de pensar en aquel niño, y conforme su hijo le contaba sobre él, supo que en el futuro podría llegar a convertirse en una gran figura política con bastante poder, por eso lo alentó a acercarse a él, esperando que su hijo pudiera beneficiarse de una amistad como esa, sabiendo por lo que su hijo le contaba, que una amistad así le serviría no sólo en cuanto a reputación. Confiaba que Harry podría enseñarle parte de lo que ella misma trataba de enseñarle, y ahora parecía que así había sido, aunque en un escenario mil veces más peligroso de lo que ella hubiera podido imaginar. Con la elegancia acostumbrada, se levantó de su asintiendo, y acercándose a su hijo, se hinco frente a él.

- Estas creciendo mucho, Draco, y justo como esperaba que lo hicieras – le hizo saber, alzando una mano para acariciar su pálida mejilla – Lo siento, es sólo que no me esperaba que fueras a verte involucrado en una guerra, pensé que eso había quedado en el pasado y que podrías crecer y disfrutar de tu vida, pero tus palabras son acertadas, y tu visión sobre el cómo debes proceder es la correcta –

- Gracias, madre – contestó Draco sonriéndole, antes de mirarle de nuevo serio – Quiero pedirle a mi padre que me entrene, pero no sé cómo pueda tomar la noticia del futuro regreso del Señor Tenebroso –

- Déjame hablar con él sobre eso – le pidió Narcisa – No creo conveniente que tú se lo digas, pero será algo que deberá saber en algún momento. Por ahora sólo pídele que te enseñe, dile que tienes ganas de aprender sobre duelos. Cuando llegue el momento, yo hablare con él –

- Esta bien, así lo hare, madre – convino Draco asintiendo con la cabeza.

Narcisa le sonrió, mirándolo orgullosa, y se alzó para besar su frente.

- Estas creciendo mucho, Draco – le comentó, mirándole intensamente durante unos segundos, antes de regresar a sentarse – Me gustaría que me mantuvieras al pendiente de todo lo que pase, y si en algún momento necesitas ayuda, házmelo saber, seguro podré encontrar una forma de ayudarte –

Draco le sonrió ante sus palabras.

- Gracias, madre –

***End Flash Back***

Después de aquella platica, Narcisa misma comenzó a moverse. No era una Slytherin por nada, y no se quedaría de brazos cruzados mientras su hijo se metía en la boca del lobo, sobre todo, porque aún no estaba segura de la postura que podría tomar Lucius cuando se enterara del regreso del Señor Tenebroso. También apoyo a su hijo con libros sobre hechizos que creía que podrían ayudarle, notando la cantidad de cartas que mandaba, y la cantidad de horas que pasaba en la biblioteca cuando no estaba entrenando con Lucius, quien no dejaba de comentar lo asombrado que estaba del esfuerzo que Draco le ponía a sus duelos.

- ¿Ya mejor? – le preguntó a su hijo, viendo como aspiraba el aire, irguiéndose cuan largo era, pues había crecido varios centímetros en ese último mes.

- Vamos – accedió Draco asintiendo con la cabeza, y aunque todavía tenía un ligero malestar, no iba a permitirse mostrar debilidad ante ojos ajenos.

Narcisa le escudriño con la mirada un poco, antes de sonreírle suavemente.

- Esta bien – convino, yendo junto con él a la heladería de Florean Fortescue, donde habían acordado reunirse con Harry y su primo, luego de negarse en redondo a reunirse con ellos en el Caldero Chorreante, al no parecerle un lugar adecuado para dicha reunión.

El día anterior había hablado con su esposo sobre el hecho de que Draco visitaría a Harry para su cumpleaños, y aunque Lucius estuvo muy tentado a ir, Narcisa consiguió jugar su carta con sutileza, logrando persuadirlo de lo contrario, recordándole que su primo estaría ahí, y que le gustara o no, era el tutor legal de Harry, así que no convenía que el niño se diera cuenta de las diferencias que existían entre ambos, ya que eso podría predisponerlo e influenciarlo para dejar de ser amigo de su hijo. Al final, aunque no muy convencido, Lucius accedió a quedarse por esa ocasión, sabiendo que no podría mantener su máscara durante mucho tiempo con Sirius Black ahí, y no quería bajo ningún concepto que su hijo terminara perdiendo esa maravillosa ventaja que le proporcionaba la amistad de Harry Potter.

- ¡Ahí están! – exclamó Draco animado en cuanto pudo diferenciar el alborotado cabello negro, señalándole a su madre la mesa donde Sirius y Harry estaban sentados comiendo una nieve.

- Puedes adelantarte, hijo – concedió Narcisa, viendo en su expresión, lo mucho que deseaba hacerlo, y Draco le sonrió agradecido antes de correr hasta donde el ojiverde estaba.

- ¡Harry! – le llamó animado, y al escuchar su nombre, el pelinegro alzo la mirada, sonriendo ampliamente al ver a su amigo.

- ¡Es Draco! – le aviso a Sirius, que también había alzado la vista al escuchar que llamaban a su ahijado.

Harry se levantó y se reunió a medio camino con el rubio, pero se detuvo con el ceño fruncido al percatarse de aquellos centímetros que ahora le separaban del otro, cuando el año pasado habían estado muy iguales en estatura.

Draco se percató exactamente de lo mismo, pero a diferencia de Harry, sonrió ampliamente, feliz y orgulloso de saberse algunos centímetros más alto.

- ¡No digas nada! – le advirtió Harry ceñudo, percatándose por su sonrisa y su mirada, que estaba a punto de hacer algún comentario al respecto cuando abrió la boca, y Draco no pudo evitar estallar en carcajadas.

- ¡Oh, vamos, no te enojes!, ¡Son sólo algunos centímetros! – comentó divertido - ¡Además, no es mi culpa ser mayor que tú! –

- ¡Sólo lo eres por un mes y unos días! – refuto Harry cruzándose de brazos.

- ¡Casi dos meses! – simplifico Draco orgulloso - ¡Y eso no quita el hecho de que soy mayor que tú! –

- ¡Un mes y veintiséis días no son dos meses! – protesto Harry haciendo un puchero.

- ¡Es suficiente como para que sea más alto que tú! – presumió Draco.

- Supongo que tendría que ver que tu padre es más alto de lo que era James – opino Sirius, que se había parado y acercado a donde ambos estaban ahora – Prima – saludo con un ligero asentimiento de cabeza a la mujer que también ya los había alcanzado.

- ¡Lo ves, seré más alto que tú por herencia! – dijo orgulloso Draco.

- ¡Sirius! – se quejó Harry mirándolo resentido, antes de mirar a la madre de su amigo – Buenos días, Narcisa – saludo lo más amable que pudo, mientras escuchaba a Sirius reírse divertido.

- Sirius – saludo Narcisa con un asentimiento de cabeza, antes de mirar a Harry – Feliz cumpleaños, Harry – y se acercó a abrazarle, algo que sorprendió un poco al moreno.

- Gracias – le respondió algo apenado.

- ¡Es verdad!, ¡Feliz cumpleaños, Harry! – celebro Draco acercándose para abrazarlo también, aunque con más fuerza que Narcisa, y luego paso su brazo cómodamente sobre los hombros del pelinegro, gracias a aquellos centímetros de más, lo que hizo a Harry fruncir el ceño.

- No te preocupes, Harry, a ti como Buscador te conviene no ser tan alto – le recordó amable Sirius al ver su gesto – Una estatura un poco más baja y una complexión delgada te ayudara a ser un Buscador mucho más veloz –

- No sé si eso realmente me consuela… - murmuró Harry apesadumbrado.

- Según recuerdo, James Potter era un poco más bajo que tú, pero también era mucho más veloz y ágil sobre la escoba, ¿Cierto, Sirius? – se permitió comentar Narcisa, y el susodicho la miró antes de asentir con la cabeza.

- Es verdad. No eran muchos centímetros de diferencia en realidad, pero eso lo hacía más veloz a la hora de volar, y por lo mismo un mejor anotador – convino.

Harry sonrió ampliamente al escuchar eso, orgulloso, mirando a su amigo que sonrió divertido.

- ¡Y hablando de ser un buen Buscador, debo darte tu regalo! – comentó Draco feliz, y Harry le miró asombrado.

- No era necesario que me consiguieras un regalo – se apresuró a decirle Harry apenado – En tu cumpleaños yo no te regale nada –

- Bueno, apenas nos estábamos conociendo y no sabías cuando cumplía años – le restó importancia Draco – Pero el siguiente año si querré un regalo, así que más te vale que me lo consigas –

- Esta bien – prometió Harry sonriendo divertido.

Feliz, Draco miró a su madre asintiendo con la cabeza. Narcisa saco su varita, y con un movimiento de ésta, desvaneció el Encantamiento Desilusionador, dejando a la vista una brillante escoba. Draco la tomo entre sus manos, y se la tendió a Harry, que miraba asombrado.

- ¿Es en serio? – preguntó atónito.

- ¡Claro que lo es! – respondió Draco orgulloso – Este año entrare al equipo de Quidditch, de eso no tengo ninguna duda, así que pensé que debíamos volar en las mejores escobas, y como los modelos acaban de salir, pensé que podría ser un regalo perfecto de cumpleaños –

- Vaya… Gracias – le dijo Harry tomándola para mirarla, completamente asombrado.

Sirius se acercó más a su ahijado para poder mirar la escoba también.

- Vaya, es muy bonita – comentó.

- Es una Nimbus 2001 – informó Draco orgulloso.

- En verdad muchas gracias – les dijo Harry a ambos, e hizo una inclinación un poco más marcada ante semejante regalo.

- Me parece un buen regalo para el mejor amigo de mi hijo, que es además el Buscador en el Equipo de Quidditch de Slytherin – le quiso hacer saber Narcisa, y Harry le sonrió.

- Gracias, y gracias por permitir a Draco ir a nuestra casa para celebrar mi cumpleaños. Para nosotros será un placer recibirle en la Casa Black – le informó, haciendo una ligera inclinación de cabeza.

Narcisa le devolvió la sonrisa.

- Para mí es un gusto saber que ha sido invitado a La Noble y Ancestral Casa de los Black, como un querido amigo tuyo, Harry, para celebrar tu cumpleaños – le respondió, y Harry la miro curioso, porque noto la inflexión que uso en las últimas palabras, como si quisiera asegurarse que era invitado como amigo, y por tanto sería bien recibido, además, la forma en que nombro la casa Black, decía que recurría al honor de la familia para asegurar que su hijo estaría bien, y no entendió del todo eso, ¿En verdad pensaba que podía peligrar ahí?

- Será recibido como corresponde a un familiar lejano, pero sobre todo, a un buen amigo del Heredero Legal de La Noble y Ancestral Casa de los Black – intervino Sirius, mirando a su prima con aplomo. Sabía que Narcisa quería la confirmación de que su hijo estaría seguro allá a donde iba, y que la estaba pidiendo a través del honor de la familia, así que como actual cabecilla de la Familia Black, era su deber responder adecuadamente a la solicitud, por poco que le gustaran esos protocolos revoltosos y pomposos.

Narcisa le estudio por algunos segundos con la mirada, antes de asentir con la cabeza, mirando a Harry con una suave sonrisa.

- La Noble y Ancestral Casa de los Black no podría tener mejor Heredero Legal, Harry, y a ti te respaldaran dos ramas familiares bastante antiguas y poderosas – comentó – Un honor y un poder que muy pocos llegan a tener, sobre todo a tan corta edad, y tus hijos tendrán el honor de continuar con el legado de estas dos casas –

Harry parpadeo confundido ante aquellas palabras.

- No creo entender del todo – confeso algo apenado.

- Serás un Heredero Legal porque yo te nombré apoderado de la fortuna y el apellido Black – le explicó Sirius acariciando su cabello – No tienes sangre directa Black, pero como alguno de tus antepasados fue Black, se te otorga el derecho de poder transmitir el apellido y la fortuna a alguno de tus hijos, aunque tú no lleves el apellido –

- No sabía que algo así era posible – comentó Harry mirando a Sirius asombrado – Pensé que necesitaba tener el apellido para poder transmitirlo –

- No es algo común. Se espera que sean los hijos quienes den continuidad al apellido y lo preserven – quiso hacerle saber Narcisa – Pero si los hijos no pueden por cualquier causa, que sobre todo llega a ser por muerte temprana, se designa un Heredero Legal que pueda transmitir a alguno de sus hijos el apellido y la fortuna, pero para poder hacerlo se necesita que esta persona tenga entre sus antepasados a algún Black en su línea de sangre, y que sea mágicamente fuerte. En la Línea Black sólo se ha hecho esto una vez, y fue hace mucho tiempo. Más que nada se hace para que la línea no se pierda –

- Que yo sepa, en la Línea Malfoy nunca ha pasado – comentó Draco orgulloso.

- No, en la Línea Malfoy no ha pasado – confirmó Narcisa sonriéndole amable a su hijo – Pero ser el Heredero Legal de una línea tan antigua y poderosa, es un gran honor – agregó mirando a Harry – Pasa a ser incluso más importante que el de un Heredero de Sangre, porque significa que el Heredero Legal es la última esperanza que tiene la línea para no desaparecer, y seguir fortaleciéndose –

- Gracias Narcisa. No había querido explicarle todavía a Harry los tecnicismos que había como Heredero Legal – le reprocho Sirius haciendo una mueca – Quería esperar a que fuera un poco más grande, además, yo no lo estoy nombrando Heredero Legal por la obligación de que continúe con la Línea Black – quiso aclarar, mirando entonces a su ahijado – Te nombro Heredero Legal porque quiero que todo ese poder te respalde y proteja cuando yo no esté ahí para hacerlo. Si en un futuro decides ceder el apellido a alguno de tus hijos para que la línea continúe, será únicamente decisión tuya. Si no lo haces y la Línea Black desaparece, no me importa en lo más mínimo. A mí sólo me importa que hagas las cosas que quieras porque así te nace y eres feliz –

Harry escuchó a su padrino, sonriéndole suavemente mientras pasaba saliva para aclararse la garganta, sintiéndose demasiado conmovido y al mismo tiempo aliviado, pues sus palabras quitaban un cierto peso que había comenzado a sentir de pronto en sus hombros al escuchar la magnitud de lo que le contaba Narcisa.

- Gracias por tenerme esa consideración – le respondió.

- Lamento entonces si hable de más, pero debes considerar que si hablas de él como Heredero Legal frente a otros, sin duda los demás magos y brujas querrán hablar sobre eso, así que no es tan certero esperar a darle a Harry este tipo de información – le recordó Narcisa – No es bien visto que el Heredero Legal no sepa sobre la importancia de su papel, aún si a ti no te interesa realmente designarlo con la intensión de que cuide la Casta Black –

Sirius hizo una mueca.

- No, supongo que no – convino algo reticente.

- ¡Eres el Heredero Potter, y el Heredero Legal Black, Harry! – celebro Draco, pasando su brazo de nueva cuenta sobre los hombros de su amigo, disfrutando de esos centímetros extra que tenía – Eso te hará un mago muy importante –

- Quizás, pero aún soy un niño – le recordó Harry, y movió los hombros para que Draco bajara su brazo, lo que hizo al rubio hacer una mueca.

- Eso no importa, Harry – le aseguro pese a todo – Una vez que se sepa que aparte de ser el Heredero Potter, te han nombrado Heredero Legal Black, serás alguien muy importante pese a la edad que tienes –

- No lo sé, no lo creo… - le respondió Harry algo escéptico.

- Sin duda será así, Harry – le confirmó Narcisa sonriéndole amable – Habrá magos adultos que te tendrán a consideración, por este poder que tendrás, así que debes tener cuidado de la gente de la que te rodearas. Las palabras siempre suenan bonitas, pero las acciones dicen más. Y ahora me retiro para que también puedan irse – agregó, mirando a su hijo cálida – Cuídate y pórtate bien, Draco. Te estaré esperando en casa para la noche. Llega mediante la Red Flu –

- Así hare, madre – respondió Draco asintiendo con la cabeza, sonriendo ampliamente.

- Con el permiso de ustedes – se despidió Narcisa haciendo una inclinación.

- Que tengas un buen regreso a casa – le despidió Harry también con una inclinación.

- Adiós, prima – le dijo Sirius, viendo a su prima alejarse antes de mirar a los chicos – Vengan, sentémonos mientras llega Hermione con sus padres –


- ¡Harry! – exclamó Hermione feliz, y tres cabezas se alzaron al escucharla, viendo que la castaña corría hacía ellos.

Sirius había acordado que la esperarían ahí algunos minutos después, porque pensaba que quizás a Narcisa no le sería del todo grato toparse con los padres Muggles de la niña, y quería evitar un problema o una situación incómoda para todos.

Harry se paró justo a tiempo para que Hermione le envolviera en sus brazos.

- ¡Feliz cumpleaños, Harry! – le deseo feliz, y Harry sonrió.

- Gracias Hermione – respondió.

Cuando se separaron, la castaña le sonrió ampliamente.

- Te traje un obsequio, y debo agregar que fue muy difícil conseguirlo – le explicó Hermione, sacando de su bolsa un objeto rectangular y un poco grueso, envuelto en papel de regalo verde con un moño plateado, mientras sus padres llegaban y Sirius los saludaba.

- Vaya, gracias – le respondió Harry, tomando el regalo para abrirlo. Draco se paró al lado de Harry para mirar sobre su hombro, sonriendo al notar que ahora podía mirar sin problemas.

Lo que Hermione le había regalado, era un estuche para pociones que contenía algunas cuchillas de diferente largo y filo, al igual que cucharas medidoras.

- ¿Qué es eso? – quiso saber Sirius, que luego de presentarse con los padres de la castaña, había regresado su atención a ellos, frunciendo ligeramente el ceño ante el regalo, mirando las cuchillas no tan convencido que de fuera un buen presente.

- Es un estuche para Pocioneros – le explicó Hermione orgullosa de su regalo – El Profesor Snape seguido comenta que Harry es uno de sus mejores alumnos, y a él le gusta mucho la clase de Pociones, incluso me comento que parece que entre sus antepasados ha habido varios Maestros Pocioneros, así que pensé en regalarle material más especializado para que pueda trabajar mejor –

- Ya veo… – murmuró Sirius pensativo, y Harry le sonrió ligeramente, ante lo que el ojigris le sonrió revolviendo su cabello – Bueno, ya hable con tus padres y todo está en orden – le dijo a la chica antes de mirarlos a todos - ¿Nos vamos? –

- Si – respondieron los tres al unísono, y Harry tomó la escoba que tenía recargada en la mesa.

- ¿Y eso? – preguntó Hermione mirando la escoba.

- El regalo de mi parte – respondió Draco orgulloso.

- Es muy bonita – comentó la castaña con asombro.

- Bueno, es hora de irnos – les aviso Sirius, antes de mirar a los padres de Hermione – Me encargare de traer a Hermione al Caldero Chorreante para que la recojan ahí por la tarde –

- Si, está bien – convino el Sr. Granger.

- Diviértanse mucho – les deseo la madre de Hermione – Y feliz cumpleaños –

- Si, gracias – le respondió Harry sonriéndoles a los padres de su amiga.

Sirius saco una cuchara, y se la tendió a los niños.

- Sujétenla – les ordeno, y curiosa, Hermione vio a Draco y a Harry tomar la cuchara, por lo que así hizo ella misma.


- Un poco movido, ¿Verdad? – les preguntó Sirius, mirando divertido a los 3 niños que terminaron en el suelo cuando el Traslador se detuvo.

- Jamás había usado un Traslador – se justificó Harry desde el suelo, aun algo aturdido por la sacudida y posterior caída.

- Yo tampoco… - mascullo Draco que ya se levantaba. Sacudió un poco su ropa para quitarse el polvo, y luego se acercó a Harry, tendiéndole la mano para ayudarlo a ponerse de pie.

- Ni yo, y no es una sensación agradable – opinó Hermione, aceptando la ayuda que Sirius le ofreció para ponerse de pie, sobándose uno de los codos donde se había pegado.

Harry se agacho a recoger la escoba que había soltado cuando aterrizaron tan abruptamente.

- Lo siento, pero es imposible que llegáramos de otra forma – les explicó Sirius, y viéndolos ya a todos listos, saco la varita. Hizo un movimiento con ella, y las capas que todos llevaban se hicieron invisibles, al igual que la escoba que Harry traía en las manos – Y debemos ocultar todo esto, por ojos indiscretos que puedan estarnos mirando –

- Estamos en medio de Londres Muggle, ¿Verdad? – preguntó Draco haciendo una ligera mueca.

- Así es, pequeño Draco. Y si sigues haciendo esas muecas, se te va a quedar la cara así – comentó Sirius divertido, ante lo que Draco acentuó más la mueca.

Sirius salió del callejón, y los otros 3 lo siguieron.

- ¿Por qué los Black tendrían su casa en un lugar como este? – siguió preguntando Draco.

- Seguridad – le explicó sencillamente Sirius.

- ¿Cómo puede ser seguro estar en medio de los Muggles? – quiso saber Draco.

- Propiamente por eso. ¿Cómo alguien pensaría que La Noble y Ancestral Casa de los Black estaría en medio del Londres Muggle?, muchos pensarían como tú, pequeño Draco, y sólo por eso funcionaria y sería seguro – le explicó Sirius divertido.

Draco volvió a fruncir el ceño.

- ¿Y por qué el Traslador no nos dejó dentro de la casa? – quiso saber Hermione.

- También por seguridad – respondido Sirius.

- La Casa Black tiene barreras que fueron puestas de generación en generación, por cada uno de los Jefes de Familia, y evitan que alguien que no sea invitado pueda aparecerse dentro o entrar – le explicó Harry a la castaña – Además, tiene un Encantamiento Fidelio para ocultar su ubicación, así que aunque estés frente a la Casa, no puedes verla –

- ¿Encantamiento Fidelio? – repitió Hermione curiosa.

- A groso modo, el encantamiento oculta la ubicación de una cosa en la mente de alguien a quien se conoce como el Guardián del Secreto – agregó Sirius – Nadie podrá verla, a menos que el Guardián del Secreto revele donde está, así que puedes estar parado justo frente a lo que buscas, pero ser incapaz de verlo – y se detuvo, mirando sonriente la entrada del número 12 de Grimmauld Place.

Hermione se paró al lado de Sirius, y observó las casas a ambos lados de ellos.

- ¿Aquí es? – quiso saber algo confusa.

- Justo aquí – confirmó Harry, y sonriéndoles, atravesó la verja de metal, pero a los ojos de Draco y Hermione sólo desapareció entre aquellas dos casas. Hermione saltó asombrada.

- La Mansión Malfoy tiene barreras y un Encantamiento Fidelio también – comentó Draco mirando a Sirius – Dame permiso de entrar –

- No seas desesperado, pequeño Draco - le reprendió Sirius divertido, pero le tendió la mano.

Draco dudo apenas unos segundos, antes de tomar aquella mano, y entonces Sirius se inclinó a su oído.

- Bienvenido al número 12 de Grimmauld Place en Londres, La Noble y Ancestral Casa de los Black – susurró, cerrando los ojos para tocar las barreras de la casa, y permitir de esa forma el acceso del rubio.

Hermione les observó curiosa, y cuando Sirius se separó de Draco, éste pudo ver la casa por fin, el numero 12 materializado frente a sus ojos, donde Harry le sonreía desde el pequeño patio delantero. No se veía muy distinta al resto de las casas, sólo más cuidada, como una casa nueva a diferencia de las que le rodeaban, pero como cualquier otra casa Muggle. Hizo una mueca, pero se adentró a través de la verja mientras Sirius le tendía la mano a Hermione, que la tomó algo apenada.

- Descuida, será sencillo – le prometió Sirius antes de inclinarse a su oído – Bienvenida al número 12 de Grimmauld Place en Londres, La Noble y Ancestral Casa de los Black – y como hizo con Draco, cerró los ojos, tocando las barreras para permitir el acceso de la niña.

Cuando Sirius se alejó, entonces Hermione pudo ver la casa, pero no parecía demasiado diferente de las otras. Ambos chicos estaban esperándolos en el pequeño jardín.

- ¡Vamos a entrar! – les animo Harry, subiendo los escalones del pórtico para entrar por fin a la casa.

Por dentro, la casa era muy diferente a lo que podrían haber sido el resto de las casas Muggle, y a simple vista se notaba la imponencia de la misma, algo que le gusto bastante a Draco. No guardaba las proporciones de las otras cosas, como bien pudieron notar por sus estancias bastante amplias, elegantes y cómodas.


- Por fuera parecía una casa tan normal como las otras, pero por dentro es enorme, y mira, hasta tiene sus propias mazmorras donde puedes practicar duelos – comentó Hermione, observando asombrada la mazmorra en la que se encontraban – ¿Todas las casas de magos son así? –

- Bueno, no lo sé, pero conocí las casas de Neville y Ron, y sólo la de Ron era extraña – les contó Harry.

- ¿Las casas de Longbottom y Weasley? – preguntó Malfoy alzando una ceja con escepticismo.

- Si – confirmó Harry.

- ¿Entonces es verdad que ustedes eran amigos antes de que llegaran a Hogwarts? – quiso saber Hermione con curiosidad.

- Más específicamente, antes de que quedara en Slytherin – le aclaró Harry divertido.

- Es una tontería que se hallan enojado contigo sólo porque quedaste en Slytherin. Digo, no es como si hubieras cambiado sólo porque ahora vas a esa Casa, o por lo menos a mí no me lo parece, aunque también es cierto que no te conocía de antes – opinó Hermione pensativa, pero luego se cruzó de brazos con el ceño ligeramente fruncido – Ron es demasiado inmaduro y tonto –

- En eso creo que todos estamos de acuerdo, Granger – convino Draco con suficiencia.

- Pues sí, supongo que es inmaduro – comentó Harry encogiéndose de hombros – Es más que nada por la fama que precede a la Casa de Slytherin –

- ¿Pero cómo es posible que una creencia pueda pesar más que la amistad que tenías con alguien a quien tenías tiempo de conocer? – preguntó Hermione aún con el ceño fruncido y los brazos cruzados – No puedo entenderlo –

- Tiene que ver con la Primera Guerra – le explicó Harry – A final de cuentas no son sus creencias, sino las creencias y miedos heredados de una sociedad que vivió y sufrió durante la guerra, y en quienes quedo muy arraigado que los que fueron Mortífagos, pertenecieron a la Casa de Slytherin –

- Pero no todos – aclaró Draco – Algunos fueron obligados a servir al Señor Tenebroso –

- ¿Obligados? – preguntó Hermione - ¿Te refieres a que usaron la Maldición Imperius en ellos? –

- Sí. En mi padre la usaron, y eso le trajo muchos problemas a mi familia – le explicó el rubio con un gesto de molestia, y Hermione simplemente le miró asombrada de aquel dato que desconocía.

- Draco tiene razón – convino Harry – Se tiene la errónea idea de que los Mortífagos fueron todos de Slytherin, pero eso no es verdad, y se le quito el mérito a los Slytherin que pelearon contra Voldemort, inclusive, casi ni se les menciona, sólo porque fueron más los que lo apoyaron. Incluso dentro de la Orden hubo algunos que fueron decisivos para ganar, como lo fue Snape como espía, que es uno de los papeles más importantes y peligrosos para desempeñar durante una guerra. Sirius y Remus me contaron que varios de los enfrentamientos que ganaron contra los Mortífagos, fue gracias a la información oportuna que él les hizo llegar. Además – agregó, y su tono se volvió duro en esta ocasión – Hubo miembros de otras Casas que sirvieron a Voldemort y traicionaron a los suyos, como lo hizo Pettigrew –

Hermione le miró sin saber que decir, porque ahora sabía que ese Pettigrew de quien Harry hablaba, era quien había traicionado a sus padres con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado, y había sido un Gryffindor.

- En la guerra hay de todo, y no se puede evitar a los traidores, así que deberemos tener cuidado – opinó Draco con firmeza.

- ¡Eso me recuerda! – saltó Hermione animada, y feliz, saco de la bolsa de su capa tres broches que les mostro. Dos eran serpientes plateadas ligeramente enroscadas y con la cabeza elevada mirando al frente con sus ojos verdes. El tercero era un león sentado sobre sus cuartos traseros, mirando al frente con sus ojos rojos.

- ¿Y eso? – preguntó Draco arrugando ligeramente el ceño.

- Son uno para cada uno – les explicó la chica, dándoles una de las serpientes a cada uno, antes de ponerse el león en la camisa – ¡Pónganse el suyo! – les animo, y Harry se comenzó a poner el suyo en la solapa del chaleco que llevaba, mientras Draco la miraba con el ceño fruncido.

- ¿Y esto para qué? – siguió preguntándole.

- Ya lo sabrán. Esperen aquí – les indico Hermione, y feliz, salió rápido de la mazmorra, quedándose a un costado de la entrada. Toco entonces el león – Hola – habló, y ambos chicos dentro de la mazmorra saltaron al escuchar la voz de la castaña a través de las serpientes.

- ¿¡Cómo hiciste eso?! – le preguntó Harry asombrado, mirando hacia la puerta mientras Draco miraba su serpiente curioso.

- Toca la serpiente – le indico la voz de Hermione a través de la serpiente, y Harry hizo así.

- ¿Me escuchas? – preguntó curioso mientras miraba hacía la entrada.

- Sí. Alto y claro – respondió Hermione feliz, y entonces se apresuró a regresar al interior de la mazmorra sonriendo satisfecha.

- Conseguiste hacer comunicadores – observó Harry feliz, mientras Draco seguía observando su serpiente con mirada juiciosa.

- En realidad a medias – le confesó Hermione algo apenada – El hechizo no es tan fuerte, así que no abarca una gran distancia, y el material del que está hecho es fantasía. No tenía oro ni plata para hacerlos, que son materiales que permiten fluir mejor la magia para que los hechizos funcionen mejor –

- Ahora entiendo porque la serpiente no brilla, ni las piedras en sus ojos – comentó entonces Draco, sonriendo al saber que no se había equivocado en sus conjeturas.

Harry se quitó la serpiente para observarla.

- Dame tu serpiente Draco, y tú tu león, Hermione – les pidió mirándolos entonces, tendiéndoles la mano – Le pediré a Sirius que me ayude a conseguir estos broches en plata y oro –

- ¿Seguro? – preguntó Hermione algo indecisa, pero de igual modo le dio su león.

Draco ni siquiera lo dudo y le paso su serpiente.

- Claro. No creo que tenga ningún problema en poder conseguirlos – le respondió Harry – Quizás incluso pueda contarle sobre el propósito de los broches, y pueda ayudarnos a buscar una forma de expandir el rango de comunicación del hechizo –

- Eso estaría bien – convino Hermione animada.


- ¿Y cómo era la casa de Ron? – quiso saber Hermione mientras estaba en el patio comiendo del pastel que hacía unos minutos acababan de partir.

- Pues era una casa extraña – le contó Harry – Tenía varios niveles, pero siempre me dio la impresión de que cada uno de los cuartos los habían ido agregando conforme iban necesitándolo. Inclusive la casa estaba algo torcida, como si fuera a caerse en cualquier momento, y estoy seguro de que si se lograba mantener en pie era gracias a la magia con la que seguramente la habían construido. Por dentro era muy desordenada, y tenían un letrero que decía "La Madriguera". Era una casa sin muchas comodidades y bastante humilde, pero en cierto modo, siempre me pareció cálida, y la familia Weasley siempre me trato muy bien –

Draco arrugo el ceño ante aquello.

- Toda una Comadreja – comentó con burla, y Harry sólo rodo los ojos negando con la cabeza.

- ¿Y la casa de Neville? – pregunto ahora Hermione.

- Esa casa era normal, como una casa de dos pisos común y corriente – le respondió Harry encogiéndose de hombros – Cuando íbamos ahí solíamos aburrirnos porque la abuela de Neville no nos dejaba hacer casi nada, y olía como a encerrado, así que preferíamos venir aquí o ir a La Madriguera –

- ¿Y cómo es tu casa, Malfoy? – le preguntó Hermione, casi arrepintiéndose al verlo alzar la nariz con suficiencia.

- No es una casa, Granger. Realmente es una Mansión. Tiene varias hectáreas de jardines, y varios metros de construcción. Es de tres pisos con varias torres, y tiene más de 50 habitaciones, todas muy espaciosas y elegantes. Incluso en los jardines tenemos un pavorreal blanco – le aseguró Draco con orgullo, pero luego se removió incomodo – Podría decirles que luego los llevo a que la conozcan, pero no creo que mi padre quiera que vayas… -

- Porque soy hija de Muggles, ¿Verdad? – le preguntó Hermione, y pese a que trato de sonar neutral, hubo un cierto tono dolido. Draco sólo se encogió de hombros sin saber que tan correcto era responder con la verdad a esa pregunta.

- Bueno, supongo que no podemos hacer nada con la mentalidad del padre de Draco, aunque quizás en un futuro pueda cambiar de ideas si su hijo pudo hacerlo – comento Harry para tratar de aligerar el ambiente, sonriéndole a Draco que le devolvió la sonrisa sin darse siquiera cuenta – Además, Draco heredara las propiedades Malfoy algún día, y cuando sea así, seguramente entonces pueda invitarnos a ambos a tomar el té en su lujosa y presuntuosa Mansión – agregó divertido, mirando a Hermione que no pudo evitar reírse ante sus palabras.

- ¡Ey! – exclamó Draco fingiéndose ofendido, y tanto Harry como Hermione se rieron divertidos.

- ¡Vamos a jugar Quidditch! – pidió Harry entonces, parándose animado – Quiero estrenar mi Nimbus 2001 –

- ¿Y que se supone que usaremos nosotros? – quiso saber Draco alzando una ceja.

- Tu puedes usar mi Nimbus 2000, y Hermione otra de las escobas que tenemos – les ofreció Harry animado, mirándolo después con ojos suplicantes – Anda, juguemos un poco –

- Pero sólo somos 3, ¿Cómo pretendes que le hagamos? – le preguntó Draco, aunque sonrió, pareciéndole divertido ese gesto en Harry.

- Además, yo con trabajos y vuelo – le recordó Hermione con una mueca – No creo que sea una buena idea. Es una de las pocas cosas que no se me da bien –

Harry hizo una mueca, y desanimado volvió a sentarse.

- No me acordaba de eso – murmuró.

Draco observó a Harry unos segundos, antes de pararse.

- No seas pesada, Granger, no puedes ser perfecta en todo, así que súbete a esa escoba y juguemos. Si pierdes, pues perderás y ya, pero es el cumpleaños de Harry, y si quiere jugar, jugaremos – sentencio, ante lo que Harry le miró ligeramente asombrado.

- Esta bien si no quieren, Draco – comentó.

- Nada de eso. Es tu cumpleaños, y el cumpleañero siempre elije lo que quiere hacer – opinó Draco con firmeza – Somos 3, pero si llamas a Sirius y accede a jugar, podemos ser dos contra dos –

Pese a todo, Harry miró a Hermione, esperando escuchar si estaba de acuerdo o no, y Hermione se mordió el labio.

- Esta bien, pero no me saldrá tan bien – les advirtió, y Harry sonrió ampliamente.

- ¡Iré por Sirius! – les aviso feliz, parándose de nuevo antes de irse.

- Siempre eres muy permisivo con Harry – no pudo evitar comentar Hermione cuando Harry se fue.

- Es su cumpleaños. Es una tradición que el cumpleañero haga lo que quiere – se defendió Draco con simpleza.

- Siempre lo secundas en todo lo que quiere hacer, aun cuando no es su cumpleaños – observó Hermione pese a todo, con la mirada fija en la puerta por la que había entrado el moreno a la casa, pese a que sintió la mirada que el rubio le dirigió.

- Claro, es mi amigo – respondió éste encogiéndose de hombros, observando también la puerta por la que el moreno había desaparecido. Ninguno volvió a hacer ningún comentario al respecto.

Jugaron un dos contra dos cuando Harry regreso con Sirius. Sirius hizo equipo con Hermione, a quien dejo como Guardiana de los postes, mientras Harry y Draco formaban el otro equipo con Harry como el Guardián y Draco como el Cazador, ya que era el que tenía más experiencia en ese puesto. Jugaron por dos horas, y al final, terminaron ganando Harry y Draco, aunque no por mucha diferencia, pues Sirius era un jugador muy hábil, y su experiencia le ayudaba a suplir las fallas que Hermione podía tener.

Cuando se hizo hora de que Hermione se marchara, Sirius la llevo al Caldero Chorreante, y Draco se quedó un poco más, antes de regresar a la Mansión Malfoy por medio de la chimenea.