Otra historia en la que pretendo sacar a relucir a las gemelas Kimishima, pero esta vez sin darles un papel protagónico en lo más mínimo. No, esta vez va a ser algo diferente. Ya van a ver. Sono Hanabira no me pertenece y tal, pero vaya que me encanta xD.
¡No puede ser!
Sara se encontraba a la expectativa de lo que podría llegar a ver en el tablón de notas. Ya estaban todas las chicas de su clase viendo los resultados de los exámenes finales del último año en la preparatoria de la escuela St. Michael para chicas, y Sara claramente no era la única que parecía tener el corazón en un puño. Y no era para menos, pues para algunas el resultado de dichos exámenes resultaban decisorios para que se gradúen, y una de esas chicas que dependían del resultado final era casualmente su amiga Nanami, la cual revisaba su nombre en la lista con la atención al máximo, si hasta parecía que los ojos se le iban a salir. No es que Sara estuviera muy tranquila, pero tampoco llegaba a semejante extremo.
Luego de algunos empujones, disputas silenciosas por el espacio, cuchicheos y revisiones reiteradas de las listas, tanto Sara como Nanami habían logrado encontrar sus nombres en el tablón, y para sorpresa de ambas se encontraban en los primeros lugares con calificaciones casi perfectas. Eso era desde luego mucho más de lo que ellas se esperaban.
─ Lo hemos logrado... ¡Lo hemos logrado, Nanami-chan! ─ Sara agarra las manos de su amiga y se pone a dar saltos.
─ Esto tiene que ser un sueño... uno del que no quiero despertar todavía ─ dice Nanami sin despegar la mirada del tablón.
Ambas habían asegurado así su graduación, y lo harían por todo lo alto. No creían que su felicidad pudiera ser más plena en ese momento, y más especialmente era lo que pensaba Sara. Claro está que celebraría yendo al apartamento que había comprado Kaede, cenarían juntas y harían el amor hasta caer completamente rendidas. Después de todo, eso fue lo que le había ofrecido Kaede como recompensa si sacaba buenas notas en los exámenes finales la última vez que pasó por casa de sus padres (los de Kaede). Pues bien, ahí lo tenía, y Sara no dudaría un solo segundo en reclamar su premio.
─ Ya lo veo venir. De verdad lo veo venir...
─ ¿Qué es lo que ves venir, Sara-san? ─ Nanami viene a sacarla de sus pensamientos.
─ Oh, no te preocupes. Sólo estoy soñando despierta, Nanami-chan.
─ Por favor dime algo que no sepa.
─ Bueno, la cosa es que después de clase iré a ver a Kaede-chan. Quiero que esté orgullosa de mí... ¿Y qué harás tú, Nanami-chan? ─ Sara mira a la pelirroja con una sonrisa bastante amplia que la asusta un poco ─ ¿Irás con tu onee-sama a decirle de tu logro?
─ Wawawawa... ¡No lo digas tan alto, Sara-san! ─ Nanami reacciona con un sonrojo que rivalizaba con el color de su cabello ─ P-pues sí... Iré con onee... Yuuna-senpai y le hablaré al respecto. Estoy segura que estará feliz de saber que me voy a graduar.
─ Pues es exactamente lo que digo yo con respecto a Kaede-chan. Me he esforzado mucho para llegar a este punto, entre mis estudios y mi trabajo, y es hora de dar la gran noticia.
─ Mucha suerte en decirle a Kaede-senpai, Sara-san.
─ Y mucha suerte también para ti en decirle a Yuuna-senpai, Nanami-chan.
Ya dicho aquello, Nanami y Sara se alejan del bullicio y toman rumbo a buscar sus cosas. La hora de la salida estaba cerca, y ambas querían estar listas para irse apenas sonase la campana.
Apartamento de Kaede
─ ¡Estoy en casa! ─ anuncia Sara, y su sonrisa se amplía todavía más. Siempre le resultaba un gusto decir esas palabras tan simples cuando venía a visitar a su prima.
─ Bienvenida, Sara. Llegaste justo a tiempo para la cena ─ Kaede aparece con un mandil floreado que, junto con la pañoleta que llevaba en la cabeza, la hacía ver muy hermosa y hasta familiar ─ ¿Y qué me cuentas, Sara? ¿Hay buenas noticias de la escuela?
─ Para que sepas que sí, Kaede-chan. Mira nomás ─ Sara saca la anotación de sus calificaciones, y Kaede queda con los labios formando un círculo perfecto ─. Espero que no hayas olvidado tu promesa sobre lo que haríamos si conseguía graduarme de buena manera, jeje.
─ Por supuesto que no lo he olvidado. Jamás lo haría ─ Kaede estaba sonriente y sonrojada ─. Ahora lávate las manos y ponte cómoda, que en breve vamos a cenar para celebrar. Me he esmerado bastante porque sabía que vendrías con buenas noticias, por lo que espera lo mejor de mí en la comida.
─ Nunca espero menos que eso cuando eres tú, Kaede-chan.
Sara se apresura entonces para prepararse y tomar asiento en la mesa. Los platillos preparados por Kaede de entrada olían estupendamente, y luego está la presentación visual, que resultó ser mejor todavía, y finalmente el sabor de la comida. Sara llegó a pensar que así tenía que saber la comida en el cielo. Kaede se había superado una barbaridad, y eso que antes ya cocinaba de maravilla, incluso tomando en cuenta la dieta que Sara tenía que guardar para no desentonar en su trabajo.
Aquel podía fácilmente figurar como uno de los mejores días de su vida. Nada más faltaba hacerlo con Kaede como si no hubiera un mañana, y todo ese día quedaría redondito. Pero a mitad de la comida Kaede se levanta sin decir nada. Sara nota eso y se queda mirándola extrañada. Kaede no era la clase de persona que hacía eso sin ninguna razón. Kaede se había dirigido a una repisa y llevaba algo en sus manos, algo que Sara no tenía idea de qué podría ser.
─ ¿Recuerdas aquella promesa que una vez te hice, Sara?
─ ¿Promesa?
─ Sí, la promesa de aquella vez cuando te pusiste nerviosa por haberte equivocado antes en las sesiones. Esa vez te acompañé para darte ánimos.
─ Oh, sí. Ahora sí me acuerdo. Dijiste que tú y yo viviríamos juntas cuando. Jamás lo olvidaría, Kaede-chan, aunque no sé a dónde quieres llegar.
En ese momento Kaede hinca una rodilla en el suelo, justo en frente de Sara. La castaña siente que la respiración se le corta ¿Acaso sería...? No. Aquello era tan bueno que tenía que ser un sueño... ¿O acaso no lo era?
─ ¿Qué tal si concretamos esa promesa por medio de esto? ─ Kaede muestra que entre sus manos había una cajita de terciopelo, y al abrirla muestra un anillo de aspecto algo simple, pero indudablemente hermoso ─ Cásate conmigo, Sara.
A juzgar por el sonrojo tan intenso en el rostro de Kaede, esa proposición debió haberla ensayado varias veces antes de ese momento. Siempre supo que Sara vendría con buenas noticias sobre sus notas, y por eso había preparado todo al detalle... ¿Uno de los mejores días de su vida? Mejor olvidar eso. Aquel era, sin lugar a dudas, el MEJOR día de toda su vida. Sin pensarlo un solo segundo, y con las lágrimas empezando a correr sin darle oportunidad a retenerlas, Sara se lanza sobre Kaede para besarla y abrazarla con todo el sentimiento de su alma.
─ ¡Sí, sí, definitivamente sí! ¡Sí me caso contigo, Kaede-chan! No hay manera de que me sienta tan feliz como me siento ahora si no es contigo ─ responde Sara antes de romper a llorar sobre el pecho de Kaede.
Kaede sentía que las lágrimas también se le escapaban, y con gran cariño acaricia la cabeza de Sara. La menor de las primas estaba plenamente convencida de que había alcanzado la cúspide absoluta de la felicidad, pero aquello era apenas el comienzo...
Tiempo después, el día de la boda
─...Y las declaro oficialmente como esposas. Pueden besarse ─ declara el cura encargado.
Como era de esperar, Sara se lanza sobre Kaede y la abraza con fuerza para besarla de manera intensa. Algunos de los presentes se sorprenden ante el nivel de efusividad con que Sara quería celebrar su unión con Kaede, aunque tampoco es que fuesen a culparla de nada. Era totalmente de esperar que se fuera a poner así. Fans de la modelo y ex-compañeras de Kaede aplauden con todas sus fuerzas ese enlace, y los padres de ambas no se quedan atrás. Incluso Nanami, quien estaba en primera fila le ponía ganas a sus aplausos.
─ ¡Vivan las novias! ─ grita alguien de la congragación, seguido de un "¡viva!" generalizado.
─ Felicidades por su casamiento, Kaede-san, Sara-chan ─ Yuuna se acerca a la pareja para darles sus más sinceros deseos ─. Ojalá esta unión sea duradera y muy feliz.
─ Eso esperamos también de ustedes, Yuuna-senpai, Nanami-chan ─ le responde Sara ─. Sé que ustedes también se casarán la semana que viene. Pensé que sería más pronto.
─ Pues no. Preferimos que les dé tiempo para que estén allí ─ le dice Nanami sonrojada ─. Y ni qué decir de Risa-san y Miya-san. Ellas también harán una semana por medio después de nuestra boda para asegurarse que vayamos.
─ Y contando también con que la semana pasada se habían casado Mai-san y Reo-chan, y la semana anterior a esa fueron Kirishima-san y Shitogi-san ─ señala Yuuna.
─ Esto de las bodas en fila es una idea divertidísima. Sinceramente fue una buena idea la que se nos ha ocurrido, jeje ─ dice Sara.
La fiesta que sigue al casamiento da inicio, y las parejas no esperan ni un solo segundo para dar inicio al baile. Por un lado estaban Mai y Reo como alivio cómico en la fiesta debido a que Reo parecía tener dos pies izquierdos, y del otro estaban Eris y Shizuku, siendo que la rubia tenía a su pareja hundida entre sus pechos en todo momento. Luego estaban Takako y Runa, las cuales no podrían casarse todavía por la edad de la pequeña rubia, pero igual estaban dispuestas a que su boda fuese la mejor de todas cuando llegue el momento. Adicionalmente estaba Rena, la cual hacía cambio con la pareja que conformaban Runa y Takako, unas veces bailando con su hermanita para ponerse a hablar de sus cosas, y luego bailando con Takako, aunque no por mucho tiempo, pues Runa volvía a reclamar su derecho a bailar con Takako.
En resumen, en esa boda había de todo para hacerlo emocionante. Sara pensaba que aquello no podía ser más emocionante, pero algo ocurre que lo cambiaría todo...
─ Ejem. Su atención, por favor ─ Kaede hace la clásica movida de tintinear la copa con un tenedor ─. Hay un anuncio bastante importante que debo hacerles, y más especialmente a mi amada esposa.
El llamado resulta efectivo, pues la música se detiene de golpe, los bailes cesan, las conversaciones hacen pausa, y las atenciones son centradas en Kaede. Sara no entendía lo que estaba pasando, por lo que estaba casi igual de perpleja que todos los demás.
─ ¿Qué ocurre? ─ dice Sarasa a su hija.
─ Ni idea. Supongo que Kaede-chan nos lo va a aclarar ─ responde Sara con franqueza.
─ Es una noticia que quiero compartir aquí con todos. Es un poco vergonzoso, a decir verdad... ─ las palabras de Kaede venían apoyadas por su sonrojo ─ Verán, es algo que supe hace poco, pero quise esperar justo hasta hoy para compartirlo. Es sumamente importante... ─ Kaede toma aire hasta inflar completamente su pecho, y luego lo bota para así continuar y dar la noticia ─ Resulta... Estoy embarazada. Sara y yo estamos en espera de un bebé.
Las mandíbulas se desencajan de golpe, la sorpresa es general, gritos de sorpresa resuenan por todo el lugar, los chillidos de las antiguas compañeras de Kaede y Sara no se hacen esperar, y las felicitaciones tampoco. Sara no sabía qué sentir en ese momento, ni cómo reaccionar, ni qué pensar. Su propia madre pasa una mano frente a su rostro para espabilarla.
─ ¿Sara? Tierra a Sara.
En ese momento, incapaz de oponerse el impulso, alza las manos al cielo y, con los ojos muy abiertos y una sonrisa de oreja a oreja, Sara reacciona finalmente.
─ ¡No puede ser, Dios míoooooooo! ¡SI ESTO ES UN SUEÑO, QUE NADIE SE ACERQUE A DESPERTARMEEEEEEE!
Sarasa no entendía a qué venía eso, y tampoco Nanami, pero pretendieron interpretarlo como que era su manera de mostrar su felicidad por ello. Efectivamente, Sara se lanza cómo bólido a abrazar a su esposa y la vuelve a besar. Los chillidos vuelven a hacerse presentes.
Varias semanas después, en el hospital
Sara se encontraba en la sala de espera. Kaede se estaba mandando a hacer un chequeo de rutina. No era nada de lo que hiciera falta preocuparse, pues era lo normal. El detalle radicaba en que en el chequeo anterior el doctor había señalado la presencia de algo "extraño" en Kaede, aunque no logró especificar de qué se trataba, aunque descartaba que fuera algo digno de preocuparse. Como sea, ese chequeo ayudaría a despejar dudas, pero Sara estaba la mar de nerviosa al esperar el veredicto del médico, así que Nanami y Risa le hacían compañía para que se calmara.
─ Tranquilízate, mujer. Seguro que sólo fue un parpadeo o algo así del eco. Cosas así pasan de vez en cuando ─ le dice Risa.
─ Ojalá sea eso. Siento que me va a dar algo si aquella anomalia resulta ser algo malo ─ Sara expresa por enésima vez su temor ─. No quiero perder a Kaede-chan ni al bebé. No sé qué haría si la noticia resulta ser mala.
─ No será nada. Tu tranquila, Sara-san ─ Nanami abraza a la castaña y le da unas palmaditas ─. Ya verás que en un rato vas a estar con Kaede-san de shopping para elegir ropas de embarazada y partiéndose la cabeza las dos preguntánose qué cuna sería la mejor para el bebé.
─ Que el cielo te oiga, Nanami-chan.
─ Oh, ahí vienen ─ señala Risa.
El doctor sale del consultorio y empieza a caminar con paso firme hacia las tres amigas. Sara sentía que el peso del mundo se afincaba justo sobre ella, y es que el rostro serio y pétreo del médico no le ayudaba en absoluto a hacerse una idea sobre qué noticia esperar. Sólo rogaba desde dentro que el médico dijera que el eco anterior tuvo una falla y que no pasaba nada. Nada más eso necesitaba para volver a sentirse feliz.
─ ¿Doctor?
─ Señora Kitajima. Es bueno que haya sido paciente, pues tengo que hablar esto con usted ahora mismo ─ la voz dura del doctor tampoco representaba alivio alguno ─. Hemos hecho nuevamente los ecosonogramas para confirmar lo visto en la cita anterior... bueno, de hecho hicimos dos, sólo para estar seguro de lo que estoy por decirle ahora...
─ ¿Qué es doctor? ─ Sara se sujeta fuertemente a la bata, y Nanami y Risa no veían cómo hacer que se soltara ─ Por favor dígame que a Kaede-chan y nuestro bebé no les va a pasar nada.
─ Es no les va a pasar nada ─ el médico gentilmente se suelta del agarre de Sara ─. Aunque creo que deberá corregir un detalle de lo que usted dijo. No pregunte por el bebé, sino por los bebés. Son dos, y de ahí que el eco arrojara una lectura extraña. Tal parece que a nuestro aparato le hace falta una pequeña labor de mantenimiento, pero igual no pasa nada. Puede usted sentirse tranquila.
Nanami y Risa respiran aliviadas y sonrientes. Aquella era sin duda una buena noticia. Pero Sara estaba estática, con la boca abierta, sin mostrar ninguna reacción por varios segundos. Nanami y Risa se la quedan mirando.
─ ¿S-Sara-san? ─ Risa chasquea los dedos ante el rostro de Sara, pero sin resultados.
─ ¿Será que la noticia fue tan impactante que hizo corto circuito? ─ dice Nanami.
Y finalmente Sara da señas de vida: Alza repentinamente sus manos al techo y muestra una sonrisa de oreja a oreja. Nanami y Risa sentía que eso ya lo habían visto antes.
─ ¡No puede seeeeeeeer! No sé si el Universo está conmigo o en mi contra, porque cada vez que estoy esperando algo grandioso, o cuando siento que las cosas no podrían estar mejor, siempre me encuentro con que me llega algo todavía más grandioso ¡Tendremos dos bebés! ¡Esta sensación que tengo sólo se podría comparar con atravesar por el camino grande las puertas del cielo.
─ Con verte ya lo podemos deducir ─ le dice Nanami.
Sara suelta un chillido qe llama la atención de todas las personas que estaban allí, y acto seguido se abraza a sus amigas mientras empieza a reír fuera de control. La noticia que había recibido no había sido buena, sino maravillosa. Realmente no sabía qué otra sorpresa podría depararle la vida para hacerla más feliz de lo que ya era. De plano estaba convencida de que tal cosa no iba a ser posible.
Pero quién sabe. Su futura etapa como madre junto a Kaede pondría ese pensamiento a prueba.
Día del parto
El gran momento había llegado. Kaede estaba lista para dar a luz, y tanto Sara como los padres de ambas la acompañan hasta el hospital para darle todo el apoyo posible. Hasta el momento todo había ido bien, pero el momento del parto, como era de esperar, generaba una situación de drama. Kaede gritaba y suspiraba por el dolor propia de una madre primeriza, y Sara gentilmente ofrecía su mano para que su amada prima se la maltratara a fuerza de apretones.
─ ¡Resiste, Kaede-chan! Muy pronto el dolor va a pasar.
─ Las esperaremos desde aquí ¡Mucha suerte! ─ dice Sarasa antes de que Kaede y Sara entren finalmente en la sala, y Sara le responde asintiendo.
El proceso del parto parecía no tener fin. Kaede gritaba de dolor y sudaba a mares, y Sara constantemente le secaba el sudor y besaba su frente mientras le decía cualquier cosa que se le ocurriera para tranquilizarla e inyectarle optimismo. Los médicos hacen todo lo que estaba en su mano, pero el parto en sí era algo que dependía primordialmente de Kaede, así que incluso ellos debían actuar de manera paciente a que los bebés empezasen a salir, a que viesen su primera luz.
─ Vamos, Kaede-chan. Tú puedes. Muy pronto estaremos riendo las dos porque finalmente seremos madres. Eres la persona más fuerte que conozco. Has superado muchas cosas para ser una mejor persona y también has aguantado otras tantas por mi bien, así que esto no debe ser nada para ti.
─ S-Sara...
Luego de otro rato esperando y secando el sudoroso rostro de Kaede, Sara recibe la noticia de parte de los médicos. Los bebés empiezan finalmente a salir, y ellos se disponen a recibirles. Kaede hacía su máximo esfuerzo para dar culminación a la acción del parto, y los llantos de las nuevas criaturas anuncian el éxito de dicha empresa.
─ Aquí tienen a las dos criaturas. Dos niñas saludables y hermosas ─ dice el doctor que había estado a cargo del seguimiento del embarazo de Kaede, el cual se quita los guantes ensangrentados y mira contento el resultado ─. Ahora me toca rellenar el informe de los nacimientos, pero antes séquenlos y permitan que las madres vean un rato. Se lo han ganado.
Sara espera a recibir uno de los pequeños bultos, y Kaede recibe el otro. Esas pequeñas sí que se parecían, y Sara y Kaede sentían un nudo en la garganta por todo aquel mar de emociones que las habían inundado completamente. Sara ya había asumido que iba a tratarse de un momento absolutamente mágico, pero incluso eso parecía quedarse corto con lo que estaba sintiendo en ese momento. Tan solo podía acariciar el rostro del bebé que tenía en sus brazos.
─ No puede ser... Esto es demasiado hermoso. Cada vez que tengo un momento así de especial contigo, Kaede-chan, por alguna razón mi razonamiento sobre los límites de la felicidad se ve completamente ridiculizado por sentir algo todavía mejor.
─ Yo siento algo parecido, Sara ─ responde Kaede, bastante debilitada por el parto ─. Ai y Aya. Creo que no se nos pudo haber ocurrido mejores nombres.
─ Tienes razón, Kaede-chan. Ni en un millón de años habríamos podido pensar en algo mejor. Y ahora estas pequeñas son parte de nuestras vidas para darnos alegrías, preocupaciones, risas... Esto se siente como si de alguna manera yo misma acabara de volver a nacer.
─ Sara... Ven aquí, para que estemos todas juntas.
Sara se acerca a Kaede y la besa. Las dos juntan a las bebés y le piden a una enfermera que les tomase una foto, la primera de la familia que ahora habían constituido ambas primas. Realmente habían llegado mucho más lejos de lo que hubiesen podido imaginarse en aquellos lejanos días en que estaban prácticamente compensando el tiempo perdido. Ahora sólo podían pensar en el tiempo que habían ganado gracias a su amor. Muy pronto tendrían que mostrarle la foto a los ahora abuelos.
Algunos años después
Sara, ya retirada del modelaje, pero igual trabajando en las agencias de modas para guiar a las generaciones que la estaban sucediendo, llega a su casa. Ve que Kaede había llegado antes de su trabajo, así que sólo puede sonreír y saludarla con un dulce beso.
─ Estoy en casa, Kaede-chan.
─ Bienvenida, Sara ─ Kaede no había acusado en absoluto el paso de los años, aunque los treinta no representaban realmente una era de decadencia física ni nada, pero sí era notorio que Kaede sólo iba mejorando más y más en su belleza ─. Las niñas acaban de llegar de la escuela. Pasa para que las saludes.
─ Nada me gustaría más... ─ Sara se acerca a la sala y ve que las gemelas estaban viendo la tele ─ Ai, Aya, veo que no se dieron cuenta de que llegué.
─ ¡Bienvenida a casa! ─ Aya es la primera en levantarse y abraza a Sara ─ ¿Qué tal en el trabajo?
─ Pues bastante bien ─ responde Sara con dulzura, y luego mira a Ai ─ ¿Y por qué la mayorcita anda silenciosa?
─ Ah, bueno... Es que se me perdió uno de los broches que me regalaste ─ responde Ai apenada.
─ No te preocupes por eso. Fácilmente podemos reponer el extravío ─ Sara acaricia la cabeza de Ai, a lo que ésta sonríe ─. Ahora voy a ayudar a su madre a hacer la comida.
─ Ah, en cuanto a eso, Aya me ayudó a hacer la comida, Sara ─ le dice Kaede.
─ ¿Qué...? ¿Aya ya sabe cocinar?
─ Te sorprenderías con su habilidad ─ Kaede sonríe de medio lado.
─ Vamos, tampoco es para tanto ─ responde la gemela menor avergonzada.
─ Igual es notable que sepas cocinar a tu edad, Aya. A tu edad si intentaba cocinar se me quemaba hasta el agua ─ Sara se ríe por su propio comentario.
─ Hummm... Parece que ya sé de dónde heredé eso... ─ dice Ai para sí misma, y luego se aclara la garganta ─ Eh, queremos decir algo muy importante.
─ ¿Sí? ¿De qué se trata?
─ Bueno... Resulta que me gusta Aya, y de paso también yo le gusto...
─ Ai, habíamos quedado en que lo diríamos juntas ─ protesta Aya mientras alza una ceja ─. Bueno, es lo que Ai acaba de decir. Estamos enamoradas entre nosotras. No creo que eso sea demasiado raro, ¿no? Después de todo, sabemos que ustedes son primas...
Kaede y Sara estaban calladas. Ai y Aya estaban a la espera de una respuesta, y dicha respuesta les llega con Sara alzando las manos al techo.
─ ¡No puede seeeeeeeeeeeeer! ¡Nuestras criaturas se quieren entre ellas! ¡Estoy muy contenta por ustedes!
─ ¿Eh? ¿Qué manera es esa de celebrar? ─ Kaede estaba sorprendida por esa reacción ─ B-bueno, pues felicidades, Ai, Aya. Debió ser duro para ustedes confesarnos ese sentimiento que guardan entre ustedes.
Las gemelas asienten apenadas, y Sara se apresura a abrazarlas con fuerza. Una vez más el Universo le había demostrado que era posible ampliar los límites de su propia felicidad. Para Sara la vida no hacía más que sonreírle: Grandes amigas, una familia hecha con su amada Kaede, y ahora saber que sus hijas habían encontrado el amor ¿Qué más se podría pedir? Ni idea, pero ya Sara no iba a decirse que no podría ser más feliz, que de todos modos sabía que en algún momento una nueva sorpresa se llevaría.
Fin
Oneshot hecho en una noche ¡Una sola jodida noche! Así he tenido la inspiración que no pude parar hasta terminarlo, y sin duda me he quedado contento con el resultado, y espero que a ustedes también les guste. Un abrazo muy fuerte desde la distancia que nos ponen las redes y la necesidad actual, y nos leemos en otra ocasión, que les aseguro que será pronto, muy pronto.
Hasta otra
