Al final.

Todo lo que quiso fue arrebatado.

Pero.

Solo una cosa, una misera cosa.

Pudo lograr salvar de entre todo lo que perdió e iba a perder.

¿Era así como se sintió su padre en el momento en que lo sacó de aquella fosa de mala muerte donde iba a morir?

Lo había conseguido, pudo obtener por pequeño que fuese, el sentimiento de haber completado algo.

Para aquella existencia tan rota y quebrada como lo era Shirou Emiya, fue un pequeño paso para llegar a su auto salvación.

Pero era tarde para considerar eso.

El planeta muriendo y él iba de la mano con aquel mundo.

Aquel mundo que él mismo condenó a su fin por el hecho de negarse a dar una salvación apropiada a tiempo.

Pero ante aquel pensamiento.

Shirou solo pudo sonreír.

A pesar de que su existencia iba siendo borrada y consumida, no importaba.

Iba a volver con quien debió ser, con alguien que verdaderamente siguió los ideales adecuados.

Su yo futuro.

Los gritos de Illya, la muerte de kuro y la salvación de Miyu.

Nombre que empezó a conocer y querer.

Solo iban a ser eso de ahora en adelante.

Nombres que nunca más saldrían de su boca, nombres que serían borrados de su memoria a fin de seguir su único y predestinado fin.

Estar con Alaya como su guardián.

¿Le importaba aquello?

No, a pesar de las vistas y memorias de Shirou sobre su futuro trabajo.

No le importaba.

El mismo había pisado un sinfín de vidas para caminar en el infierno hasta su padre.

No le importaba caminar otro infierno sinfín por el hecho de que condenó a un mundo por su hermana.

Y en aquel momento.

Ante un brillo y un cielo negro marchito.

Aquel mundo.

Aquel lugar que luchó a último momento por mantener.

Llegó a su fin.

Calor.

Shirou sintió calor en su cuerpo, calor que lo consumía a un punto en el cual no quería estar allí.

Incluso cuando su cuerpo fue quemado en su núcleo por sobre cargarse con su poder.

No le importó.

Era su castigo.

Abriendo los ojos.

Shirou lo vio.

Un mundo bañado en barro negro rojizo que comía todo lo que estaba a su paso.

Cuerpos arrastrándose a medio quemar del fango marchito, cuerpos humanos intentando salir de aquella situación.

Y sobre ellos.

Shirou de pie con una mirada perdida.

¿Por qué debía pasar por esto una vez más?

Caminar en el infierno.

Las suplicas llegaban a los oídos de Shirou, cientos de llantos y gritos carcomiendo sus orejas.

Una vez más.

Shirou se puso de pie.

Y siguió caminando.

Carne quemada, un olor fuerte, uno el cual Shirou conocía bien y que lo marcó.

Arrugando el rostro siguió su camino.

Dolía, cada parte del cuerpo de Shirou dolía.

Pero al igual que aquella vez.

Siguió hasta que caer fuera del fango.

El sonido de pasos y piedras siendo movidas se escuchó al momento en que Shirou alzaba los ojos.

Aquella sonrisa.

Aquella sonrisa de total y completa alegría de haber salvado a alguien.

Ah.

Shirou entendió dónde estaba.

Estaba.

La sonrisa del hombre sacándolo de aquel cumulo de rocas.

Como un bebé siendo alzado luego de nacer.

Este momento.

Fue el día en que Shirou murió.

Y el día en nació también.

Shirou cuando logró abrir sus ojos por primera vez.

No entendió bien lo que pasaba.

No estaba muerto.

Tampoco había señales de que fuera como su primera vida.

Pero ¿Dónde estaba?

― ¿Sucede algo Shirou? ―la voz de Kiritsugu sonó cerca mientras que veía la expresión pensativa del joven a su lado.

― Nada, solo pensando que puedo cocinar para la cena ―una excusa.

Ambos lo sabían.

Pero ninguno dijo nada.

Shirou caminó hasta la cocina. Mirando a su alrededor, pudo verlo, como todo parecía más grande de lo normal.

Era porque él mismo ahora era mucho más joven.

No regresó en el tiempo.

Shirou lo supo al instante.

Tampoco el hombre a su lado era el mismo Kiritsugu.

Su cuerpo ya no estaba quemado por el refuerzo.

Pero eventualmente llegaría a ese punto.

Debía practicar.

Shirou vio las notas de su padre.

No sabía lo de la corrupción del nuevo grial o de lo que iba a venir.

Pero Kiritsugu estaba cada vez más quieto, sin poder moverse, al igual que la primera vez.

Era por eso.

Que debía hacerlo todo.

Para cumplir ahora la promesa que le había hecho la primera vez a su padre adoptivo.

Un héroe de la justicia.

¿Esta era una segunda oportunidad en otro mundo para poder cumplirla?

A Shirou no le importó, tampoco le molestaba.

Solo.

Quería vivir feliz.

Miyu no existía también en este mundo, así que las metas de Kiritsugu eran nulas.

Ya no había esperanzas en el hombre.

Y como esa noche bajo la luz de la luna.

El hombre sonrió contando su sueño a su hijo adoptivo.

Un sueño que el joven prometió cumplir.

Un sueño que iba a ser quemado y olvidado.

Porque la única meta cercana a eso iba a ser destruir el Grial de aquel mundo.

Y luego el mismo se mataría para ser feliz.

Una felicidad que llegaba a una vida no vivida.

Un final apropiado para un monstruo como él.

Sin nadie que lo recuerde, sin nadie que este con él, sin nadie que lo moleste en su objetivo.

O al menos eso fue lo que pensó Shirou antes de que todo comenzase.

¿Las decisiones ya hechas por qué debían ser tan erráticas a cierto punto en el cual conocía personas?

La Sakura que volvió a estar a su lado no era su Sakura.

Shirou lo sabía, la Sakura que venía a su casa como la suya, no era la misma, nunca lo sería, entonces ¿Por qué la consideraba tan cercana?

Tan…

Humana.

Un hueco sangrante en el pecho de una joven de cabello purpura era lo único que podía observar Shirou cuando veía a Sakura.

Una promesa perdida entre la nieve que nunca volvería.

Una vista lamentable.

Las ojeras en Shirou se hicieron más y más presentes a lo largo de los años. Los ojos ámbar del joven cada vez más sin luz, no, sin luz no sería la palabra correcta.

La luz en Shirou se perdió en el infierno el cual sobrevivió, poco a poco, los retazos de humanidad volvieron con Miyu y Sakura, para que al final.

Le fuera aquello arrancado de una manera la cual solo podía haber perdido cualquier signo de humanidad restante.

¿Alguna vez se había reído?

Compartir sonrisas con Sakura y su hermana.

Aquella era la única cosa la cual pudo tener en todo el tiempo que estuvo vivo.

Ahora.

Incluso con Taiga, con Sakura una vez más.

Shirou estaba solo.

Porque al final.

Él no era más un humano.

Solo era un simple objeto.

Una simple.

Espada.

Kane Himuro siempre pensó que la normalidad en la cual estaba era algo floja, pero nunca le dio importancia, como persona racional ¿Valía la pena intentar algo nuevo?

Sinceramente ella no quería, no le importaba de hecho, pero eso no iba al caso.

El sonido de algo caer fue escuchado mientras que giraba su rostro y veía su derecha en uno de los pasillos.

Emiya Shirou recogiendo un par de carpetas.

Kane nunca había pensando mucho sobre el chico de la clase C, quizá fuese el héroe de la arquería en el club, pero fuera de eso.

Transmitía una mala vibra.

Dando un paso hacia adelante al instante vio como Emiya se tensaba y lentamente giraba su cuello y veía a la joven.

― Himuro-san ―asintiendo con la cabeza, Shirou se dio la vuelta después de saludarla.

Nunca hablaron más de dos palabras en todo lo que llevaban en la academia.

Y Kane prefería eso.

Había algo que le molestaba en la actitud de Emiya.

― ¡Kane-chan! ―una segunda voz hizo que la joven de cabello gris girase su cuello y viera quien se acercaba a ella.

Yukkika Saegusa seguida de Kaede Makidere.

― No sabía que te llevabas tan bien con Emiya-san, es raro el hecho de que dirija la palabra a alguien que no sea para contestar a un profesor.

La respuesta de Kaede fue algo esperado ya, siendo como de motivada por esa clase de cosas era ella.

― Ni siquiera hablamos en si ―Kane comentó con desinterés.

― Broma, broma, sé que ese sujeto no habla con nadie más que Sakura, y tampoco es que hable mucho con ella que digamos ―dando un suspiro Kaede miró el pasillo por donde se había ido el joven. ― Bastante desperdicio diría yo ―Yukkika alzó una ceja ante las palabras de Kaede.

― Es algo inaccesible, pero tampoco veo el punto de llamarlo así ―la voz calmada de Yukkika hizo eco en las otras dos jóvenes.

Quizá.

Kane dio un suspiro y comenzó a seguir a sus amigas.

Realmente no pensaba mucho sobre Emiya Shirou, desde pequeño el chico parecía que estaba demasiado callado, demasiado tranquilo.

Nunca socializó más de lo necesario, nunca habló fuera de clase, pasaba su tiempo de receso ayudando al consejo estudiantil, al igual que su tiempo libre ayudando.

No podía existir una persona tan desinteresada.

Pero no era su problema.

Y así iba a ser.

― ¿Quieres que limpie por tu vez? ―la pregunta fue dada con un tono neutro.

Shinji realmente quería saber que pasaba por la cabeza de Shirou a veces.

Pero realmente no le importó del todo, el joven pelirrojo siempre fue amable con él, desde niños, por lo cual ahora ¿Cambió?

― Sé que puede ser algo molesto, pero ¿Podrías? ―la pregunta de Shinji fue recibida con un rostro plano.

Igual que siempre.

Realmente tenia que sentir un mínimo de pena por Emiya, la forma en la que a su edad ya tenia marcas bajo sus ojos.

O quizá no.

Era solo Emiya.

― Lo haré, no te preocupes ―una sonrisa llegó a Shinji.

Como siempre.

El joven lo escuchaba.

No sabía del porqué.

Pero no importaba.

Ahora debía gozar.

Era de noche, tarde ya entrada, había practica del club un poco después de clases a lo cual Kane dio un suspiro.

Había olvido su teléfono en la sala del club.

Penoso.

Sus amigas se rieron de ella, pero ninguna se dignó a acompañarla, incluso Kaede, que era la que a veces ponía los pies en tierra a las tres había declinado.

No importaba mucho, tampoco es que estuviera lejos de su casa la academia.

Dando unos pasos dentro de la academia sintió como algo le golpeaba la cabeza, era como si le dijese que saliese de allí.

Raro.

Sintió ganas de salir y…

― ¿Qué demonios haces aquí ahora? ―una voz sonó más fuerte de lo habitual.

Le retumbó la cabeza al momento en que la voz llegó a sus oídos.

No importaba nada.

Debía salir de la academia y regresar en otro momento.

― El campo es demasiado para ti ¿No? No importa ―una mano le agarró de la mañeca a Kane mientras que era sacada del lugar.

Raro, totalmente raro.

Una vez que puso un pie fuera del lugar.

Reconoció con quien estaba hablando.

Shirou Emiya.

¿Qué?

Había sangre en toda su chaqueta mientras que tenía múltiples cortes a lo largo del cuerpo del joven.

Escuchó a Emiya rechistar la lengua.

― Perdón, pero eres lenta ―Kane quiso interrogar las palabras de Emiya.

Más al instante sintió como una mano pasaba por debajo de su espalda y sus muslos.

― ¿Eh? ―

Kane no pudo decir nada más mientras que era llevada por Emiya.

Quiso gritarle en un momento.

Pero.

¿Qué era aquella velocidad a la que iban?

― Se dará cuenta pronto que no estoy muerto, y ahora te tengo a ti ―Shirou comentó mientras que miraba a la mujer que cargaba.

Kane Himuro.

¿Qué hacia esa chica en ese momento?

Shirou rechistó los dientes, no era nada más que su culpa, su culpa por no notar el campo que se levantó en su cara.

Penoso.

Realmente.

― ¿Qué es esto? ―bajando la vista, Shirou vio a Kane que estaba aferrada a él.

No podía culparla, después de todo.

Iban a una velocidad que no era humana.

Debía llegar al cobertizo lo antes posible.

― Pregunta después, ahora mismo, tenemos problemas, tu por entrar y yo por sobrevivir ―la respuesta corta de Shirou hizo que Kane viera el rostro de Shirou.

Demasiado serio, pero a la vez, sin emoción evidente.

Al paso de un par de minutos, ambos habían llegado a una residencia que, a los ojos de Kane, era enorme.

Shirou abrió la puerta tan rápido como pudo aun cargando a Kane, solo cuando cerró la puerta él había dejado a la joven en el suelo.

― ¿Qué esta pasando? ―la pregunta de Kane hizo que Shirou suspirase.

― Me encantaría poder manipular recuerdos…―susurrando eso sintió como alguien venía.

Había perdido demasiado tiempo.

Tomando el brazo de Kane nuevamente, Shirou la llevó hasta el patio.

Un simple cobertizo era lo que quedaba en aquel lugar.

Pero antes de que pudieran pasar la mitad del patio.

A los ojos de Kane todo fue chispas.

Shirou que estaba hace un momento a su lado ahora tenia una cinta métrica que usaba para defenderse de algo.

Un hombre en un traje completo de color azul.

¿Qué era eso?

― ¡Corre adentro! ―los golpes y zumbidos hicieron que Kane obedeciera sin rechistar para correr hasta la entrada del cobertizo.

― ¡Chico! ¿Eres realmente humano? ―Kane escuchó detrás suyo hablar a aquella figura imponente de traje azul.

Una lanza carmesí estaba en la mano del hombre mientras que veía como el joven frente suyo respiraba con dificultad.

― Estoy seguro que te patee tan fuerte que debieron romperse tus costillas, pero sentí que patee acero ¿No eres un simple mago verdad? Una pena, pero tengo que terminar contigo, ordenes de arriba ―Kane sintió algo cálido caer a su mejilla desde el cobertizo mientras que veía a Emiya esquivar la lanza, la lanza que de igual manera atravesó parte de su hombre.

Un tartamudeo empezó a salir de su boca mientras que capia de bruces al suelo.

Miedo.

Terror.

Esto no parecía una broma

¿Era un sueño?

Un sonido de un golpe fuerte resonó mientras que vio como Emiya recibía un golpe en su pecho.

Shirou se sujetó el pechó antes de que una bocanada de sangre saliera de este, escupiendo y cayendo de rodillas.

Shirou maldijo, él no había estado preparado al primer ataque furtivo de Lancer, no había podido evitarlo, solo logró salvarse de una muerte segura en la academia la primera vez.

Pero eso fue todo.

Cayendo de cara al suelo Lancer dio un suspiro.

― Para durar tanto con alguien como yo…chico, no quiero imaginarte de master, pero eso ya no importa ahora ―Kane vio como el hombre levantó los ojos y la miró a ella. ― ¡Yo! ¡Señorita! ―un chillido salió de la boca de Kane mientras que retrocedió con sus pies y manos hasta las cajas de la habitación.

Ella no quería morir.

Una suave risa salió de la boca de la joven, mientras que lagrimas se asomaban al momento de ver al hombre de pelo azul sonreír y balancear su lanza hacia su dirección.

Kane no notó cuando se cortó una parte de su mano y empezó a sangrar.

― Bueno- ―el Lancer se interrumpió cuando sostuvo su Lanza en alto y bloqueó un par de espadas cortas.

El chico que él hombre había creído que estaba muerto se levantó.

Solo que se veía diferente ahora.

Casi la mitad de su pelo era color blanco y había vapor saliendo de su cuerpo, vapor que se asomaba de partes donde la piel ahora era de un color oscuro.

― Tu ―Lancer no respondió mientras que levantó su lanza una vez más y se defendió.

Ahora era otra historia la fuerza del chico.

Kane que estaba llorando con los ojos rojos y una sonrisa nerviosa solo se abrazó a sí misma.

Fue un simple susurro.

― No quiero morir ―en llanto Kane mencionó para que detrás suyo un circulo brille y un viento saliese del lugar.

Algo simple, algo lo cual cualquier pensaría.

Pero era el único instinto que podía tener ahora.

Miedo, miedo a morir, miedo a lo que pasase.

Kane miró a todos lados con desesperación.

Ayuda, la joven quería ayuda.

Solo podía ver como el joven que la estaba protegiendo era golpeado y marchitado por le hombre de azul con la lanza roja.

No quería que Shirou muriera tampoco.

Alguien.

Quien sea.

Por favor…

Los pensamientos de Kane solo eran dirigidos a un solo objetivo.

Protección.

Y fue entonces en que la sangre de Kane en su mano junto con la de Shirou tocaron el circulo a espaldas de la joven.

Lancer abrió los ojos de sorpresa ante aquella repentina presencia.

Dando una patada al adolescente que estaba en frente suyo, tomó distancia y bloqueó una espada que estaba a su contra.

Kane solo pudo ver a ambas figuras conversar.

Cosas como, noble phantasm, gritos y explosiones fueron escuchados mientras que solo pudo encogerse y esperar que todo terminase.

Las manos tapándose los oídos a la espera de que todo terminase y que ella estuviera bien.

El picor en el dorso de su mano fue lo ultimo que le pudo importar en aquel momento.

Pocos minutos después.

Pasos blindados fueron audibles después de un silencio prolongado.

Los pasos se detuvieron en frente suyo antes de que una mujer de cabello rubio la mirase con compresión.

― ¿Eres tu mi maestro? ―la pregunta de la mujer hizo que Kane solo asintiera por que sí, en aquel momento, la joven de pelo gris no iba a cuestionar nada de lo que le dijesen.

― Yo…―Kane no pudo terminar de decir lo que quería cuando la mujer levantó una mano en signo de que esperase.

― Entonces pudiste convocarla…―una voz tranquila resonó.

― ¿Emiya-kun? ―Kane preguntó mientras que veía al joven frente suyo.

― ¿Emiya? Quisiera que te quedases atrás, mago ―la voz de la mujer fue fuerte.

Y por primera vez desde que Kane sabía de la existencia de Shirou Emiya.

Pudo ver una sonrisa en la cara de Shirou.

― Supongo que es de notar eso ―la voz de Shirou fue calmada mientras que veía a la mujer frente suyo que lo apuntaba con su espada.

Pero lo más evidente era el hecho de que al momento de escuchar su apellido la mujer se tensó.

Kane se puso de pie y corrió hasta donde estaba Shirou, la mujer en armadura no hizo ningún movimiento ante aquello, solo miró la escena con curiosidad.

La expresión en el rostro de Shirou era tranquila mientras que veía a la joven ahora viendo sus heridas.

Las cosas se complicaban cada vez más.

― Hay un sirviente que se dirige hacia nosotros ―la voz de la mujer resonó y miró a Kane. ― ¿Maestro? ―Kane se quedo sin saber que decir, y con todo lo que pasó en la noche.

Fue el momento en que su consciencia tocó fondo y Shirou la sujetó antes de que cayera.

― Se desmayó…Saber ¿Verdad? ―la voz de Shirou fue neutra.

Saber asintió, pero sintió un estremecimiento al ver al joven y esas reacciones, no ayudaba su apellido.

No con las memorias que conservaba.

― Cuidaré a tu maestro, como puedes ver, estoy en este estado por protegerla, ahora, solo ve y si el servant que viene quiere pelear tráelo hacia aquí, prepararé algo, pero sino quieren luchar, invítalos a pasar ―Saber miró al joven con curiosidad.

Más no dijo y salió.

Cosas complicadas.

Eso fue lo que Shirou pensó mientras que veía a Kane inconsciente.

Observando la mano que sujetaba a Kane en la cabeza, notó el color ya oscuro.

Quemado de sobre exigirse.

Había tenido cuidado por años de no hacerlo y ahora…

No importaba.

Había salvado una vida, una de los miles de millones que dejó morir en su mundo.

Una de los cientos que pidieron ayuda en el fuego.

Por primera vez en mucho tiempo.

Shirou Emiya se sintió feliz.

Cuando Kane abrió los ojos una vez más, observó a su alrededor.

No estaba en su habitación.

Sentándose en el futón en el cual estaba.

Pudo ver a su alrededor.

Una habitación casi vacía.

― Entonces despertó maestro…―Kane casi saltó al momento de ver a la mujer de ayer a su lado. ― Supongo que no nos presentamos correctamente, soy el servant saber, espero su guía para ganar esta guerra, maestro ―

Kane se consideraba inteligente, alguien capaz de entender muchas situaciones, por lo cual.

Era raro lo perdida que estaba en esta situación actual.

Rin Thosaka y Shirou Emiya, ambos por lo que entendió eran magos, Rin estaba participando de la misma guerra que ella, una guerra por la cual podían cumplir cualquier deseo, una guerra que ella no había decidido participar a voluntad.

Lo peor, por lo que entendió, robó el circulo y los preparativos que Shirou Emiya para participar en la guerra.

Debía ser un mal chiste.

― ¡Has que renuncie y toma sus sellos de comando! O mejor ¡Renuncien los dos! ―La voz exaltada de Rin resonó mientras que veía a Shirou y Kane.

Ambos estaban sentados en el lado derecho del tatami, con saber al lado de Kane.

― Lo hecho esta escrito, no es tu decisión, sino la de ella ―la respuesta de Shirou solo desconcertó más a Kane.

― ¡Cállate! Dios, como no me di cuenta de que eras un magus antes…―la respuesta de Rin hizo que Shirou mirara a la joven un momento.

― ¿No te suena el apellido Emiya? ―la pregunta de Shirou fue recibida con un jadeo de Rin.

― ¿Crees que sé el nombre de cada familia menor que existe? ―una respuesta que hizo que Shirou suspire.

― Supongo que no importa entonces, bueno, cuidaré de ella, espero que quieras formar una alianza como mencionaste en un principio ¿O cambiaste de opinión ahora que sabes que la maestra de Saber no esta iluminada por la luna? ―Rin suspiró mientras que se masajeaba.

Shirou apoyando a Kane era una cosa.

Alguien que sobrevivió tanto tiempo en una pelea con un servant, un servant que Rin misma vio como de poder presentaba.

Realmente no era la mejor de las ideas enemistarse de la nada.

― ¿Cuál es tu deseo para esto Emiya-kun? Dudo que sea solo de buena voluntad que ayudes a alguien como ella para que cumpla su objetivo ―la voz de Rin fue de un tono interrogante y exigente.

― No tengo deseo por el grial en absoluto ―Saber vio a Shirou y notó que no mentía.

Pero sintió que algo iba mal con eso.

― ¿Y por qué debería creerte? ―

― ¿No lo preguntaste? ―

Rin se puso roja de vergüenza y rabia y se levantó para salir de la casa.

La alianza estaba hecha.

Y Kane aún no se enteraba de lo que pasaba.

― ¿Puedo preguntar que haremos maestro? ―Kane parpadeó un par de veces ante aquello y miró a su servant.

― Quiero ir a casa…―la voz de Kane fue baja mientras que miraba a su alrededor.

Shirou le dio una mirada que Kane interpretó como un intento de tranquilizarla.

― Con tu estatus actual, solo harías que tu familia se aun objetivo, sugiero que te quedes aquí, tengo defensas contra magos, pero los servant son otra historia ―Shirou comentó haciendo que Kane baje la cabeza.

― Mis padres no saben donde estoy ―la voz de Kane ahora era baja.

― Rin se encargará de ello, no te preocupes, iremos a traer todo lo necesario aquí hoy, prepararemos las cosas para que te quedes ¿Alguna pregunta saber? ―la voz de Shirou fue tranquila.

― No confió en ti ―Saber miró al hombre frente suyo.

Quizá no fuera tanto en rasgos, pero había ese aire y toque.

Que apestaba a Kiritsugu.

Alguien capaz de sacrificarlo todo por su objetivo.

― Supongo que no puedo pedir mucho de un servant ¿Si hubiera sido tu maestro lo harías? ―la pregunta solo hizo que Saber frunciera el ceño.

― Dependería de como hubieran sido las cosas en esa situación, pero no eres mi maestro y estas con mi maestro, un mago, es presuntuoso, pero mi paranoia esta justificada ―Shirou dio un suspiro ante las palabras de Saber.

― No importa, por ahora, te recomiendo que te cambies, en un par de minutos tu uniforme debería estar aquí, así que prepárate ―la voz de Shirou fue dirigida a Kane.

― ¿Iremos a la escuela? ―confuso, de verdad ¿Por qué ir a la escuela en plena guerra?

― Hay cosas que tenemos que arreglar, además, esta por comenzar las vacaciones, quedan dos días, no es mucho ¿Verdad? Además, será menos problemático así ―Shirou habló mientras que veía a Kane que quería decir algo.

Pero no mencionó nada.

― Saber fue convocada de una manera totalmente extraña ¿Puedes creer que el servant Lancer ocasionó eso? De igual manera ¿Te suena la familia Emiya? ―Rin habló mientras que veía la pared.

El teléfono en mano de la joven se quedó en silencio mientras que esperaba una respuesta.

― ¿Kirei? ―Rin preguntó mientras que esperaba alguna señal.

No era buena señal que alguien como aquel falso sacerdote se quedase en silencio.

― Lo siento, me quedé perdido en los recuerdos, los Emiya, no sabia que aun existían, su cresta le permite manipular el tiempo de una manera algo poco ortodoxa, pero eso es lo de menos, desde hace tiempo, primero el Emiya de hace dos generaciones obtuvo una designación de sellado, así que no me sorprende que no sepas mucho ―Rin abrió la boca en sorpresa ante lo que aprendió ahora.

¿Controlar el tiempo era lo de menos?

― El cabeza de familia anterior de los Emiya, realmente era una persona peligrosa, fue un maestro de la guerra anterior, comandó a Saber, posiblemente fue el maestro más peligroso de la guerra anterior, te enviaré una copia de lo que tu padre obtuvo de él, me sorprende que el cabeza de familia anterior pudiera pasar las cosas a un heredero ―Kirei comentó.

Rin se quedó en silencio.

Una designación de Sellado era todo menos algo que se ganaba fácil, y que el mismo sacerdote le estuviera dando tanto detalle y que su padre hubiera tenido tanto cuidado con alguien como el hombre.

No era bueno.

¿Quizá debió dejar una mejor impresión…?

― Cuando te refieres a peligroso ¿Qué sería? ―la pregunta de Rin fue seguida de un trago en seco.

Una risa de parte de Kirei indicaba todo menos algo bueno.

― Si se parece a su padre, entonces te deseo la mejor de las suertes, un pequeño dato, puesto que después aprenderás todo por los documentos que recopiló tu padre, bueno, un maestro se estacionó en un edificio, el cabeza de la familia Emiya anterior, demolió todo el edificio y cercanías para intentar matar al maestro ―Rin se rio en lo bajo y palideció un poco.

Shirou Emiya siempre pareció alguien roto y fuera de sí.

Tenía sentido, si en vez de un humano estuviera viendo una máquina.

Una maldita máquina que fue entrenada para terminar su objetivo a cualquier costo.

Solo su suerte.

Pensé hacer esto un one shot, pero iba a ser demasiado comprimido para mi gusto, esto va a ser random, mas de lo que ya es la premisa demás, como sea, puesto que tengo escrito en su mayor parte todo, subiré un capitulo por semana, retocando las demás partes para que no sea tan apresurado como lo parece aquí.

Posiblemente otra de las parejas más random que se me ocurrieron. Pero desde hace tiempo que deseaba hacer esto así que…

Que puedo decir.

Mil cosas que actualizar y saco algo, obviamente esto durará a lo mucho, cuatro capítulos o quizá cinco, pero igual.

¿Qué demonios me pasa?

Y ¿Qué opinan de esto?

Rey de picas fuera.