Comentarios de autor:

Por allá en los 2005s escribí este fic. Iba en la universidad: inexperta, ingenua e ilusionada. Jajaja mis amadas y amados lectores sigo siendo inexperta, ingenua e ilusionada, eso no cambia ni con los anios. Sin embargo, volvamos a los que nos interesa, hace años atrás escribía fan fics de Sasuke y Sakura, amaba escribir y hace un par de meses me puse a ver Jujutsu Kaisen, y dije, que ganas de volver a escribir un fan fic. La idea se quedó en eso, solo una idea. Para mi suerte hace unos días, desempolvé un disco duro donde tenía respaldos de mi computadora de colegio. Y me encontré con este fic, fue el único que quedo, y creo que el único que llegue a completar. Lo leí en cuestión de horas, hubo momentos en los que me rasque la cabeza sin entender de donde había sacado una idea u otra. Pero después de pensarla un poco, decidí volver a subirlo, y en general decidí escribir nuevamente.

Disfrutaba escribir, era una forma sana para mí de descargar mi mente de pensamientos turbios, de hacer una autocrítica. Es por eso que me gustaría aclarar para todos, desde el principio, que este fic no es rosa, no es delicado. Contiene alto contenido sexual, y también puede ser perturbador para audiencia sensible. Lo escribo y aviso de entrada, por favor tomen cuenta que si no cuentan con una buena autocritica, quizás no lleguen a entender la trama del fic.

Si por algún motivo, ya leíste este fic, por más remota posibilidad que sea, te recomiendo que igual le des una oportunidad. Tengo pensando en hacer un par de remodelaciones, sobre todo al final.

Rating: M

Pareja: Sasuke y Sakura

Derecho de autor: Naruto y sus personajes no me pertenecen, pero él trama de esta historia sí.

AVISO DE ADVERTENCIA

Este fanfic cuenta con alto contenido sexual y puede herir la sensibilidad del público. Mantener discreción.


Capítulo 1.- Asalta cunas

No había tenido un buen día. Es más, aparte de tener una nota de reprobación en una asignatura "esencial" en la universidad, mi madre me había dado un sermón sobre el continuo olvido que tengo de prestarme algo y no devolverlo… La verdad es que no lo hago intencionalmente- o por adueñarme de algo que no me pertenece-, siempre me repito mentalmente que tengo que llevarlo a su dueño, pero lo olvido, o peor aún se me presenta alguna urgencia.

Y allí estaba, de vuelta a mi casa tras devolver el libro de Anatomía que me había llevado prestado de la biblioteca hace como cinco meses. Para mi buena suerte, la bibliotecaria era una vieja amiga de mi familia, y por tanto no se había enfadado. Pero si aprovecho para burlarse sobre mi constante olvido de las cosas.

No, yo no era olvidadiza. Es muy simple, al estar en segundo año de medicina mi mente solo podía estar al tanto de todo aquello que esté referido con temas de mi carrera. Presentaciones, laboratorios, exámenes, prácticas. Atravesaba por la época universitaria más estresante del año, y aunque pedía un poco de comprensión en casa, sentía que para el resto de mi familia yo solo me ahogaba en una copa de agua.

Agregando a lo previamente mencionado, mi madre había estado muy curiosa acerca de mis amigos, especialmente varones, y me preguntaba constantemente acerca de cuál me parecía atractivo o agraciado. Esas charlas nunca terminaban bien, porque de alguna manera, sentía que el romance estaba muy lejos de mi carrera profesional. Y lo que yo menos quería, era alejarme de mi meta: carrera profesional.

Ahora que me debatía mentalmente si mi vida era muy monótona o simplemente monótona, suponía que ya sería muy tarde para tratar de cambiar, o ponerle algo de azúcar a la leche. Sin mencionar, que al estar en una carrera tan compleja, el hecho de tener un novio o una relación solo perjudicarían más a mi estado colapsante.

O tal vez, era la costumbre.

No había tenido novio desde los 15 años, eso si la relación de un día cuenta como una relación ¿Por qué? He fijado mis prioridades, más aún, me he propuesto que mi primera meta seria salir con un título profesional, posteriormente pensar en un doctorado… y muy probablemente piense luego en una relación o matrimonio. Cuando hice conocer aquella planificación sobre mi futuro a mi queridísima prima hermana Ino, lo primero que hizo fue un gesto muy gracioso y luego salió el "Sakura eres una amargada". No, yo no era amargada. Yo tenía objetivos, cosa que la mayor parte de la juventud hoy en día, no tiene.

Mientras iba caminando a lo largo de toda la cuadra de mi vecindario, hasta llegar a mi adorable y reconfortante hogar, saludaba de vez en cuando a algunas de las señoras y vecinas del barrio. Siempre había sido así, educada, modesta he increíblemente tímida- esto último para mi pesar-.

Desde niña había recibido muchos halagos, comentarios sobre lo muy buena de mi educación, y lo muy atenta y humilde que resultaba a cada persona de mi calle. Si, yo había sido en muchas ocasiones el ejemplo de hija que todas las vecinas quisieran tener. Era un barrio pequeño y por lo tanto muy bien conocido. No había chisme que no salga de una boca y a los 10 minutos se comente como un pan recién salido del horno. Todos se conocían con todos, yo me conocía con todos –aunque tengo que admitir que había gente que no quería conocer-. Obviamente, tenía amigos de mi misma edad, vecinos, y a la vez excompañeros de colegio, chicos algo más mayores que yo, en otros casos también menores. Había gente de todo tipo, inteligente, modesta, sociable, deportista –como mis primos por ejemplo- y también había el tipo de gente, como los que se reunían siempre en la esquina de la cuadra de mi casa.

Y de acuerdo a lo que voy acercándome más, a esa horrible esquina que siempre he tenido que cruzar para llegar a mi casa, puedo verlos con más claridad.

Cada integrante de ese grupo, era menor que yo. No pasaban de los 18 años, muchos de ellos tenían hasta 14, eran chicos de nuestro vecindario, la mayoría tenían novia y estando en aquella dura edad, tenían las hormonas como pipocas, y la gran mayoría de las veces que he tenido la suerte de pasar por allí y escuchar sus conversaciones, siempre trataban de sexo. No me sorprendía, eran niños y estaban en esa época donde todo les parece excitante, curiosamente yo no había pasado por esa edad y eso que a mí me habían comentado que las mujeres también cruzan por ese umbral.

Lo incómodo para mí, siempre fue pasar por allí y ser molestada por ellos. Recuerdo que desde los 9 años, cuando volvía de la escuela, ellos jugaban en esa misma esquina y siempre que yo iba por allí me comenzaban a insultar "Chiclosa" "Niña frente" gritaban, mientras yo me escapaba al borde de las lágrimas. Lamentablemente no había otra ruta para llegar a la puerta de mi casa, aunque numerosas veces he tenido que esperar horas y horas para que se retiren de la esquina a encontrarse con sus novias –también de barrio- y así yo podía llegar a mi hogar sana y salva, sin tener que lidiar con algún trastorno psicológico. A los 13 años mi apodo había cambiado, y comenzaron a llamarme "Tomatote", ese apodo tenía un trasfondo. Tenía o tengo que admitirlo, que por más niños que sean, desde pequeños la mayoría habían ganado una estatura madura que era atractiva para su edad, no falto uno que a mí me gustase, sino mal recuerdo su nombre era Naruto, debido a mi timidez, cada vez que pasaba me ponía increíblemente roja y de seguro aquel hecho no pasaba desapercibido por el grupo y llegaban a molestarme. Hubo una temporada en la que dejaron de hacerlo, a mi parecer perdieron la intención de perder tiempo con una chica como yo y se dedicaron a molestar a toda aquella niña bonita que se paseaba delante de ellos.

Yo conocía perfectamente a cada uno de ellos. Todos iban en colegio y yo iba en la universidad. Todos eran unos niños, yo ya era toda una mujer joven. Y todos ellos resultaban ser un poco más altos que yo, pero eso no les daba el derecho de molestarme. En algunas ocasiones, me hubiera gustado haber tenido un novio, uno que les ponga en su lugar, y gracias al cual pueda tener más autoestima y pasarme por la esquina sin tener que bajar la cabeza, como siempre lo hacía.

Meto las manos en los bolsillos de mi canguro negro, mientras suspiró, ya se me hizo costumbre. Aunque para mi agonía, las últimas veces, ya no me han puesto un sobre nombre nuevo, para mi agonía ahora me molestaban de otra manera, que tengo que admitir que me incomoda mucho más que todo lo previo. Yo no era extremadamente linda, es más, era una chica común y corriente, cuyo color de pelo podría decirse que era lo único para impresionar, pero a ellos les parecía muy divertido, el hecho de verme completamente roja y tropezar al escuchar algunas palabras dichas por algún niño, porque eso eran para mí; niños.

Caminé más rápido, y hasta recé a mil por hora, para que esta vez no se dieran cuenta de mi presencia y pasaran de mí. Logre captar con una rápida mirada hacia ellos, que algunos se hallaban sentados sobre el banquillo de la casa de los Uzumaki, y con los demás cuatro estaban de pie, dos de ellos apoyados a la pared, y los otros dos de frente del grupo. Eso era bueno, los otros dos lograban tapar buena parte de la vista frontal lo que me daba la posibilidad de escabullirme como un ratón por la esquina y pasar de su atención.

Para mi mala suerte, justamente uno de los que estaba delante de su grupo, se dio la vuelta, noté que tenía un cigarrillo en la mano y que de su boca salía algo de humo, me vio con sus ojos agua verdes, y al momento de ver yo, su tatuaje en la frente, di con que era Sabaku Gaara, uno de los partícipes del hecho de "hacerle la infancia insoportable a la chica frente". Él sonrió, y yo completamente avergonzada –mucho más por haberme chocado con esa mirada fría y déspota- apresure al paso, y ya estaba doblando la esquina cuando lo escuche.

-Vamos Sakura, cuando un polvo? - cerré mis ojos, mientras todo el calor y la vergüenza se me acoplaban en las mejillas, pase rápidamente y como de costumbre me tropecé con una maldita, -y siempre la misma-, piedra. Esta vez había sido Sasori quien lo dijo, Sabaku Sasori, el primo de Gaara, otro pelirrojo que prefería ni conocer. Yo no era tonta, si era tímida, pero no tonta, y sabía perfectamente a lo que se referían al decir eso de "polvo", y lo cierto es que, dudo que realmente lo digan en serio, ellos tenían novias, o así lo creían todos los vecinos por el grupo de chicas que los acompañaba cada noche. No me juntaba con ellas, no eran mis amigas, de hecho creo que me odiaban, pero las consideraba voluptuosas y bien dotadas, yo era delgada, blanca, y no me consideraba agraciada. No se engañen, eso no me molestaba. Mi fuerte no era lo físico, pero eso no iba a ayudarme con mis objetivos. Así que cuando escuchaba este tipo de comentarios, me imaginaba que el único objetivo era: burlarse. Era evidente que las chicas que los rodean no reaccionarían de la misma forma que yo.

¿Qué diablos les pasaba?

-Malditos niños.- murmuraba, mientras colocaba la llave de mi casa en la cerradura de la puerta. Lance una última mirada hacia la esquina que gracias a dios estaba lo suficientemente apartada para no oírlos, pero si pude escuchar las fuertes carcajadas de Naruto y el gruñido por parte de Neji. Suspiré entrando a mi hogar. Siempre lo mismo, y a este paso, se había vuelto mucho más frecuente que de costumbre. Estaba segura de que podía solucionarlo, decirle a mi padre o a algún primo sobre ello, y listo. Pero lamentablemente era tan tímida y peor aún, tanto me avergonzaba el modo en el que me fastidiaban que ni quería comentarlo. Tarde o temprano saldría de aquella casa y ya no volvería a ver a los hijos de las vecinas, tarde o temprano… ¿Cuánto falta para culminar mi carrera?... Como unos 8 años más, claro tomando en cuenta una especialidad.

Se creían los muy hombrecitos por tener novias de curvas, tener perforaciones, tener tatuajes en todas las partes de sus cuerpos, y fumar cigarrillos. En oportunidades como esas, me daba ganas de salir de mi cama y caminar hasta la maldita esquina esa, y gritarles un par de verdades. Ya estaba harta de la misma situación diaria, harta de no poder pasar tranquila por mi calle.

Tras cenar un poco y conversar con mis padres sobre mi profesión, me adentro en mi recámara, me di una rápida ducha y me puse mi pijama rosado. Ya entre mis sabanas, vi desde la oscuridad el techo de mi habitación durante un largo rato. Pensando y repasando sobre todo lo que paso aquel día, y en como podría solucionar mis pequeños problemas.

Tenía trabajos que presentar, exposiciones que preparar, docentes que convencer y para colmo, regresando de la universidad, estando estresada y por cierto muy cansada, tenía que aguantar a ese grupito de infantes molestarla.

Cerré los ojos, y una idea se me paso por la mente. Tarde o temprano tendría que enfrentarles, y verlos directamente a la cara. Quería preguntarles, porque tenía que ser ella el blanco de su atención, porque bien sabia que había otras muchachas del barrio que también pasaban por aquella condenada esquina y que por cierto no recibían ningún comentario por parte del grupo.

¿Por qué ella?

... Enfrentarles… ¿Pero, de que manera?


Bajé del bus y comencé mi descenso por la misma calle de siempre. Confirme –al ver mi reloj en la muñeca izquierda- que eran las 8 p.m. de la noche. Se me había hecho muy tarde, había presentado un trabajo de fisiología y mi docente se había obsesionado con la idea de comprender cada línea de mi redactado, me pregunto si lo que le intereso fue mi trabajo o el sutil escote de mi camiseta, dado que no paraba de mirarme el busto mientras hacia preguntas sin fundamento.

Abracé mi folder azul, no había sido un buen día. Seguí caminando despacio. A lo lejos vi al grupo, de los chicos lindos de mi barrio. Fruncí el ceño, no estaba de ánimos para aguantar una vez más aquel insulto inmerecido, yo nunca les había fastidiado, es más, yo no tenía las agallas para dirigirme a alguno de ellos directamente. Aunque en muchas oportunidades me había cruzado con alguno de ellos estando sola, siempre he bajado mi cabeza completamente abochornada y escapaba al instante. Hice lo mismo esta vez, cubrí mi rostro con el flequillo rosa como siempre. Y traté de pasar con ávida rapidez.

-Sakura, mañana voy a tu casa ¿Estarás solita?- me detuve, era el colmo. Una maliciosa sonrisa se tiñó en mi rostro, en ese momento me era irreconocible aquella parte de mí.

Me di la vuelta, y observando a muchos de ellos sorprendidos por mi reacción agregué.

-Claro, te espero a las 4.- reí al verlos completamente asombrados. Pero fue entonces cuando mi sangre se me heló, el chico que me había molestado esta vez, no fue necesariamente Naruto, Gaara, o Sasori. Él estaba sentado hasta ese momento, pero al escucharme se puso de pie y dio un paso delante, como quien da gala de presencia en el asunto, su sonrisa me congelo al instante. No podía ser, siendo Sasori, Gaara o Naruto, se habrían quedado callados como estaban en ese momento, pero siendo él, Uchiha Sasuke es obvio que me había metido en un problema.

-Perfecto.- susurró y sus ojos chispearon. No me detuve más, enseguida me di la vuelta y abrazando con más fuerza mi folder reflexioné sobre la estupidez que había acabado de cometer. Todos menos él. Su madre visitaba constantemente a la mía, y estoy segura de que Sasuke no había heredado nada de su madre, Mikoto era adorable y muy educada, a diferencia de su hijo que era un déspota, degenerado y de paso mujeriego, si, la descripción que acabo de dar se adhiere a un chico de 17 años. La altura que poseía, más allá de su rostro estoico y lleno de aires de grandeza y superioridad le hacían ver mucho más apuesto de lo que ya era. Sin embargo, a mí no me parecía ni muy hombre ni muy atractivo, Sasuke era un niño más del grupo, fumaba, tomaba, tenía sexo seguramente y también le he visto un par de tatuajes, una vez él había venido a mi casa para dejar un encargo de su madre a la mía, para mi suerte pasó de mí olímpicamente y yo estaba feliz con ello.

Introduje mi llave a la cerradura de la puerta y lance una rápida mirada hacia la esquina, observe que estaban conversando. Ni siquiera quería preguntarme sobre lo que estaban hablando tan interesadamente, porque bien sabia que era yo el tema principal de esa charla.

Entre a mi casa he hice lo mismo de siempre; cenar, bañarme y entrar a la cama. Estando ya dentro de mis perfumadas y rosadas sabanas me puse a pensar. Lo más seguro que de venir, no lo haría, simplemente quería asustarme, darle un toque de valentía a todo ese teatro, sin embargo ¿y si venía?... Porque bien que yo conozco su personalidad y su carácter, él es muy capaz de eso, y entonces ¿Yo que haré?

Me reí ante mi propia imaginación. Era un niño y me estaba asustando de él. Sonriendo cerré mis ojos y entré en los brazos de Morfeo con toda la tranquilidad del mundo. En realidad, no tenía por qué tenerle miedo.


Nuevamente se me había hecho tarde, me fije en el reloj de mi muñeca y eran las 7:32 p.m. Caminé lo más apresurada que pude, esta noche no podría dormir con toda la tranquilidad que lo hice la noche anterior, al día siguiente tenía que presentar un trabajo y por lo tanto sacrificaría mi descanso para hacerlo a la perfección. Para mi buena suerte, no pase toda la tarde en la casa, así que si Sasuke había ido no me habría encontrado.

Alcé la cabeza mirando la esquina de la cuadra. Y no pude contener mi sorpresa cuando la vi completamente vacía. Increíble. Abochornada apresure mi paso, pareciendo que ya corría llegue a la puerta de mi casa, mi padre aún no había llegado del trabajo. Pero mi madre si estaba, suspire al ver que todo estaba tranquilo.

-Cariño, el hijo de Mikoto vino a buscarte.- me avisó con su vos cansina. Yo me di la vuelta, estando en el marco de la puerta de mi habitación.

-¿Cómo a que hora?-

-No lo recuerdo, pero fue en horas de la tarde.- dijo ella mientras se limpiaba las manos en el delantal verde que llevaba sin quitarme ojo de encima.- ¿pasa algo?- preguntó algo preocupada.

-No mama, no pasa nada, tranquila.- le sonreí tranquilizadoramente, y entonces recién entre a mi cuarto, y sonreí abiertamente.

Tal vez ya no me molestarían más.

Más tranquila, me dispuse del escritorio, acomode algunos libros de anatomía que me servirían para el trabajo que haría toda la noche, y posteriormente saque a relucir mis preciosos y bien trabajados cuadernos. Me saque la camiseta, y la tire en el suelo, la demás ropa que traía puesta también tuvo el mismo destino que la primera prenda. Entre en el baño y no salí después de haber pasado casi diez minutos, enrollada en una toalla ya húmeda, comencé a cepillarme el pelo largo frente a mi gran espejo empotrado a la pared. Busque en mi velador, mi crema de sensaciones a chocolate y me la esparcí por la piel mientras tarareaba una canción. Tras haberme puesto mi pijama rosa, fui a la cocina a prepararme un buen café, lo que siempre tomaba antes de comenzar un trabajo nocturno, así evitaba la fatiga y me mantenía más despierta y alerta… Cierto, era una droga, pero hacia un gran favor en lado de los universitarios.

Saque una taza limpia de la vitrina y la puse en la mesa, le di una cucharilla de café en polvo y le agregue algunas cucharillas de azúcar.

-Sakura, voy a casa de Mikoto, me ha llamado.-

-¿Mikoto Uchiha?- le pregunté curiosa. Se me armo un nudo en la garganta, mientras lo peor se me venía a la mente- ¿Para qué te llamo?- agregue con vos preocupada, y si ese niñito le había contado lo ocurrido a su madre, y si la madre de él ahora quería quejarse con la mía, debido a mi comportamiento.

-Nada importante, solo quería conversar sobre una línea de revistas que había conocido.- sonrió.

Yo suspiré como nunca lo había hecho y agarrándome el pecho con una mano sonreí también.

-El hijo de Mikoto te espera en la sala cariño. Me voy.-

Yo asentí mientras comenzaba a dar pequeñas vueltas a mi café con la cucharilla. Cuando mi madre se retiró, seguí observando mi taza humeante. Hasta que mi cerebro se paralizó completamente.

-¿Q-que?- pregunté, pero ya nadie estaba para confirmarme lo que había escuchado hace segundos atrás.

¿En la sala?... ¿Me está esperando en la sala?... ¿El hijo de Mikoto?

Contuve la respiración y fruncí el ceño.

No tarde en aparecerme en aquella instancia, ni siquiera conté los pasos que me había tomado llegar, porque sé que fueron pocos debido a las estancadas enormes que di. Y allí estaba, Uchiha Sasuke en la sala de estar de mi casa. Sentado muy cómodamente con las piernas abiertas y la parte superior del cuerpo apoyada sobre el respaldo del living, las manos en los bolsillos, es decir… Pose de chico malo.

Tsk… Niño.

Su mirada azabache se hallaba perdida en algún punto frontal de la habitación grande. Y yo no tarde en divisarlo desde mi posición con mucho más recelo del que lo hacía hace un momento, el tatuaje de espirales que tenía en el cuello podría parecer atractivo a cualquiera, menos a mí… Después de todo yo ya era una mujer. Ni siquiera la perforación de su oreja izquierda me sorprendió. Fue entonces que me di cuenta del tipo de hombre con el que me gustaría mantener una relación, sería todo lo contrario a Uchiha Sasuke, es decir, tendría que ser atento, cariñoso, tierno, adorable, y muy educado, como también comprensivo y sensible, y mucho más… Tendría que ser humilde y modesto, en todo caso tendría que poseer la madurez que Sasuke no posee. Ciertamente no lo conocía muy bien, pero había logrado escuchar lo suficiente como para saber que era un canalla.

De pronto, él se dio cuenta de mi presencia y mirándome por el rabillo del ojo sonrió, como siempre con esa pizca de arrogancia y prepotencia en los ojos. Maldito feto ¿Qué se creía?... ¿Don Juan?

Y para mi mala suerte, lo admitía… Era increíblemente lindo, mucho más cuando se veía en esa pose tan atractiva. Aun así, era un niño. Y yo realmente no estaba como para estar de niñera.

-Vaya, se nota que te gusta el color rosa.- dijo con un tono muy sarcástico mientras se ponía de pie, sin quitarme la vista de encima. Increíblemente me sonrojé en un segundo por su inocente comentario. Me lo imaginaba, después de todo no estaba acostumbrada a tratar mucho con los chicos, peor aún cuando sé con qué propósitos viene uno a mi casa. Lo observé de reojo, con las mejillas rojas de la vergüenza, en todo caso no me había pillado en mis mejores fachas, estaba en pijama y él llevaba puesta ropa casual deportiva.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté de manera fluida. No iba a dar rodeos, no lo quería en mi casa, mucho menos sabiendo cuál era su currículo.

-Fallaste.- contestó serio y tajante, mientras fruncía su ceño- No estabas aquí, en la hora que concordamos.- se cruzó de brazos y me observó serio. Tal vez esperaba una disculpa, último aviso "no pienso dársela".

-…-No sabía que decirle, no me iba a disculpar, pero tampoco tenía alguna excusa en mente. Pasee mi mirar sobre cada artefacto dentro la sala y también lo vi de pies a cabeza, si tenía un buen cuerpo, pero es pose de niño rudo nunca me había agradado.- ¿No tienes novia?- fue lo primero que se me ocurrió. Pero por lo visto a él solo se le hizo gracioso.

-¿Quién?... ¿Karin?...Si crees que tendría de novia a Karin, realmente no me conoces. Aunque en realidad no tendría por qué importarte. ¿O estás celosa?- no supe como, ni en que momento. Pero él ya estaba enfrente de mí y hasta pude sentir su respiración mentolada sobre mi nariz, si… Ahora daba por cierto que era muy alto, y también robusto para ser un niño de 17 años. Lo encaré con los ojos, y por más seria que quería verme vi en su mirada lo muy divertida que yo le parecía.

-Vete.- susurré.- ¿A qué viniste?- que pregunta más inteligente.

-Sabes a lo que vine.-

-Justamente por eso, vete.- corroboré más seria que nunca.

-¿Irme? Después de haber venido hasta aquí, no me hagas perder el tiempo Sakura.- me observó con el ceño levemente fruncido y los labios curvados en una semi sonrisa.

-Entonces, no pierdas más tiempo y vete por favor.- no lo iba a botar, quería ser amable y quería que él se fuera amablemente. Al verlo más relajado que nunca, me enfade.- Mira Sasuke, no me vas a meter a la cama con esa cara de niño bonito.- espeté.

Él alzó las cejas y rio suavemente.

-Me alagas, pero hay otras partes en mi cuerpo mucho más bonitas que mi cara, Sakura.- me observó fijamente acercándose muy peligrosamente, cosa que me asusto y no tarde en reaccionar retrocediendo por reflejo.- …. Si quieres te las muestro.-

-N-no, gracias.- respondí automáticamente, mi rostro no podía estar más colorado que en aquel momento. Peor aún, ahora sentía la humedad de mis manos y el temblor de mis piernas.

-¿Segura?... Podrían gustarte, quien sabe si luego te vuelves adicta a él.-

-¿Él?- estaba hablando de otra persona, me detuve mirándolo con curiosidad. Y él no tardo en reírse a carcajadas en mi rostro.

-Eres mayor que yo, y realmente te falta mucho que vivir.-

-¿Qué tratas de decir con eso?- oh, que me está diciendo, que es mucho más maduro que yo. Yo no me hago a las mujercitas acostándome con cada hombre que se pase por la puerta de mi casa, tampoco tengo ningún perforaciones, mucho menos me he tatuado el cuerpo, el que sea una persona correcta y educada no me hace menos madura, mucho menos, me hace poca mujer.

-Que si quieres… Te enseño el mundo.- cogió mi mano, y una corriente eléctrica pasa por todo mi cuerpo, provocando que casi me caiga. ¿Por qué me estaba pasando esto?...la única respuesta coherente a esa pregunta era por falta de sociabilidad con la parte masculina de la sociedad.

-N-no. Sasuke tengo que hacer un largo trabajo de Anatomía, hoy no.- trate de excusarme. Maldición, que se largue de una maldita vez, si esto seguía como parecía que iba a seguir yo haría el ridículo más grande de mi vida, al frente de un niñito.

-¿Sobre qué trata? - preguntó el curioso. Ese niño ni siquiera salía del colegio, que le importaba la universidad.

-… Es una presentación sobre los aparatos de…- quise complementar, pero cuando la segunda parte de la frase se acomodó perfectamente en la punta de mi lengua a punto de salir con fluidez me la comí, dándome cuenta lo muy poco aconsejable que era decir eso otro. Bien sabía que si lo decía, Sasuke no solo se reiría sino también aprovecharía la perfecta oportunidad para hacerme sentir como una niña pequeña e inmadura.

-Reproducción sexual.- agregó sin dejarme ni un minuto para pensar en algún complemento coherente a mi frase incompleta. Sonrojada tan solo asentí. Salió de la sala dejándome sola, tragué saliva, y una pequeña esperanza de verlo irse me llego a la mente, sin embargo al instante se desvaneció cuando escuché el crujido de la puerta de mi habitación. Esperaba que fuese mi imaginación y que Uchiha Sasuke no haya tenido la poca educación de entrar en mi cuarto, sin mi consentimiento. No dude ni un segundo en corroborar aquello que alteraba mi mente, y para mi mala suerte y para obviedad de muchos; él estaba dentro de mi habitación ojeando – con toda la tranquilidad y confianza del mundo- mi cuaderno de Anatomía.

-Sasuke ¿Con qué permiso has entrado en mi recámara?- pregunté ofendida y cruzándome de brazos, me paraba en el marco de la puerta, esperando que en algún momento saliese de mi cuarto. Pero Sasuke no tenía ni un poquito de vergüenza y paseo su mirar azabache sobre toda la instancia.

-Bonito cuarto, me lo imaginaba más rosado.- rio suavemente y luego detuvo sus ojos negros sobre mi cuerpo. Me sonrojé de inmediato al verlo tan concentrado en mirarme… Fue entonces cuando por primera vez me pregunte ¿Qué le pasaba por la mente?

-D-deberías irte, mi madre llegará en cualquier momento.- murmuré mirando el suelo, no podía verlo a los ojos. Pinché niño que me ponía tan tensa y nerviosa.

-¿Irme?... Creí poderte ayudar con tu trabajo de Anatomía.- sonrió y sé bajo los shorts dejándose así mismo en unos bóxers negros. Inconscientemente mis ojos se posaron en aquel bulto que tenía entre las piernas y abrí la boca sorprendida, si bien era un niño y a esa edad tenía "eso", no querría conocerlo dentro de unos cinco años. Cuando eleve la mirada nuevamente, pude ver una sonrisa de superioridad plegada en su cien.- Añadiendo, tu madre tardara bastante créeme.-

-S-Sasuke- susurré.

Dejo la prenda sobre el suelo y se acercó a mí. Cogió mi mano, y lo primero que hizo fue guiarla hasta donde se encontraba aquel bulto.

-Aparato reproductor masculino.- murmuró extasiado cuando mi mano temblorosa toco aquel duro miembro. Ni siquiera entendía por qué razón él ya se había excitado, si yo no había hecho absolutamente nada al respecto. Entrecerró sus ojos y dijo- Explora.-

Abrí la boca completamente abochornada, e increíblemente sonrojada. Baje mi mirada nuevamente y lo observé mucho más grande y duro de lo que estaba hace unos segundos. Mi mano bajó el bóxer, y entonces con los ojos más abiertos que nunca observé lo que nunca podía haber visto. Un gran, duro y caliente miembro en la palma de mi mano, nuevamente le mire a la cara. Traté de quitarla de inmediato, él no me lo permitió.

Jadee cuando sentí sus labios sobre mi boca, y como de la nada trataba de adentrarse dentro de mi cavidad. A la vez, su mano había comenzado a moverse sobre la mía, masajeando aquella parte de su cuerpo que reaccionaba muy favorablemente para el momento.

-Esto no está bien.- me dije a mi misma, él sonrió al escuchar mi comentario y aprovechando el momento metió su lengua entre mis labios. Su sabor mentolado me congelo de pronto y mi mente se desconectó de mi cuerpo.

Sabía que jugaba con fuego, pero lamentablemente ya me había quemado lo suficiente… Increíble, pero cierto, en ese preciso instante me dieron unas terribles ganas de arder en el infierno junto con Sasuke.

No. Yo no era así.

-Detente.- murmuré rotundamente, mientras trataba de a como de lugar quitar mi mano de aquel contacto.

-Sakura…-de pronto sentí mis piernas temblar como gelatina, mi nombre nunca había sonado tan sensual y apetitoso saliendo de su boca. Baje la mirada, no podía enfrentarme a él, sabía que si me encontraba con sus ojos podría flaquear en absolutamente todo, y eso me daba mas rabia que nunca. Un niño me está dominando.- No te pido nada a cambio, solo haz conmigo lo que quieras.- susurró.

-N-no.- negué con la cabeza. Todo estaba mal, no podía hacer tal cosa. No.

Sin mencionar que aquello era completamente anormal, estamos hablando de Uchiha Sasuke, ¿Por qué se habría de fijar en alguien como yo?

Sentí sus dedos sobre mi barbilla y como la elevaba, hasta poder verme frente a frente. El rubor que tenía él en sus mejillas me descompuso, peor aún sus ojos llenos de necesidad me comenzaron a atormentar. ¿Tanto quería tenerme?

-Mira, toca, explora… No pasará nada de lo que tú no quieras que pase.-

Maldición… Tenía que admitirlo. Me moría de curiosidad, quería verlo y tocarlo, observarlo como una obra de arte durante varios minutos. Contemplar su masculinidad desde todo ángulo. Pero esa no era yo, ¿Dónde estaba la inocente muchachita?... se nos perdió. Por otro lado, estaba hastiada de la vida monótona que llevaba, tal vez aquella podría ser la experiencia que nunca más podría vivir, una oportunidad, la ocasión de explorar al chico más perfecto que conocía.

Entonces lo senté en la cama, y sin dejar de ver su entrepierna me arrodille frente a él, estire mis manos hasta el cuaderno que tenía a lado del cuerpo de Sasuke- justo sobre la cama-, y así podría tomar buenas anotaciones sobre la textura y la complejidad de aquel aparato reproductor masculino. Lo observé curiosa, y toque la punta brillante del pene con el dedo índice varias veces, provocando que temblara de un lado para el otro, sin embargo en ningún momento perdía su rigidez ni dureza. Seguí trazando un camino a lo largo de su extensión hasta llegar al nacimiento de sus testículos, escucho un suave gemido por parte de Sasuke. Y cuando subí mi mirada hacia su rostro, mis ganas de hacer un buen trabajo se cristalizaron, tenerlo allí, con ese rostro tan… adorable me deshacía las entrañas, curiosamente me sentí como una mujer sucia que le hacía eso a un pobre niño, pero recordando la forma en como terminamos haciendo eso, el culpable era él. Y la idea de violar al inocente muchacho no quedaba tan mala como parecía, pero lastimosamente yo no podía hacerlo, puesto a que la única violada saldría siendo yo misma.

La oportunidad de tener el control, de demostrarle a él quien era la mayor, la madura, no podía desperdiciarse.

Después de todo, como él mismo dijo, no íbamos a terminar teniendo sexo o algo por el estilo. Simplemente exploraría un poco sobre las dotes masculinas del muchacho. Tener relaciones, sería la peor decisión que podría tomar siendo yo una chica aun virgen y él habiendo estado con casi todas las chicas del barrio. No me iba a colar a la larga lista de Uchiha Sasuke, claro que no. Tampoco iba a escuchar su risa al momento de quitarme la pureza del cuerpo. Un poco de juego, sin quemarse.

-Esta es el glande…- murmuré mientras inclinándome hacia aquel duro y parado miembro le daba un suave lametón a la punta.-… Salado- agregué y lo anoté en mi cuaderno. Lance una rápida y disimulada mirada a sus reacciones, y al ver su cabeza echada hacia atrás supe que le había agradado mucho. Pobre Sasuke, si esto recién comenzaba. Dejé mi cuaderno de lado.

Abrí sus piernas con mis manos, y adentre mi cabeza entre ellas, respire varias veces sobre su miembro, mi aliento fresco chocaba contra la caliente y musculosa piel de su parte más sensible. Ahora quería hacer otra observación sobre esa partecita masculina.

-Veamos, ¿Cuál será la parte más sensible?- al preguntar aquello, note que toda la piel de mi niño preferido se le erizó como también se tensó, me reí contra su pene, el pobre seguro había pensado que le mordería o algo por el estilo. Sin embargo, al momento de verlo tan asustado, abrí la boca y arremetí todo el glande dentro de mi boca, era como tener un chupete extra grande dentro de una, mi lengua relamía la puntita con mucha atención, y mis manos comenzaron a pellizcar sus testículos.

-Sa-sakura.- escuché que salió de su boca. Y vaya, el sonido adormilado de su vos me pareció exquisito. Recordé que hace un momento quien tenía el control era otra persona. Y me reí. Con los labios presione aquella punta, la presione con fuerza y escuche como un ronco gemido escapo de la boca de Sasuke. Mi estado al igual que el de él no era muy normal que digamos, hace un bueno momento que me había dado cuenta de la humedad de mi ropa interior y también tenía unos inexplicables ganas de acariciarme entre las piernas, pero no iba a hacerlo, quería demostrarle a Sasuke que no tiene control sobre mí, quien tiene el control ahora soy yo.

-Que dulce.- murmure sonriente, ya habiendo sacado aquella punta. Entonces, me decidí a torturarlo un poco más, agachándome lo suficiente para quedarme a la altura de sus testículos, comencé a chupar cada uno de ellos, mis dedos no perdieron tiempo y comenzaron inmediatamente a acariciarle las piernas. En ese momento me sentí completamente distinta a lo que realmente soy, ni yo misma conocía esa parte tan hot de mí.

Estaba cuidando del pequeño. Ahora me tocaba jugar un poco con él. Ustedes saben, para que no se aburra.

No aguante más, y con la ayuda de mis dedos le saque la camiseta, y empujándolo sobre la cama lo vi desnudo ante mí. Lo positivo de toda aquella lección, es que yo podía estar completamente tranquila sin tener que quitarme ni una sola prenda, él me había dado la potestad y el poder sobre él, y eso en definitiva no iba a desaprovecharlo. Me sentí mucho más cómoda, y subiéndome encima de la cama tomé entre mis manos su duro miembro, sus pequeños y suaves gemidos que hace poco eran fuertes y duras palabras llenas de seguridad me dieron a entender que estaba muy desesperado de calmar sus ansias. Y como soy una buena niñera, calmaré aquellos deseos adoloridos.

Me agarré el pelo con una mano, pero de inmediato sentí las suyas sobre mi cabello rosa. Sonreí notando su ansiedad y ya estando con ambas manos en su pene, comencé a masajearlo de arriba a bajo, sin apartar mis ojos de este. Brillaba y parecía tentador a simple vista. Y como buena conocedora de la psicología masculina, sabia también que con palabras podría matarlo.

-Es tan grande, Sasuke.- susurré. No era una mentira, me había dejado con la boca abierta cuando lo vi por primera vez, pero conociendo el ego masculino y su trauma con los miembros y sus tamaños, tenía que darle un toque más erótico a este asunto. De inmediato sentí que se exaltaba más.

-¿Te gusta?- me pregunto con la vos apagada por el deseo. Yo sonreí.

-Si, se ve delicioso.- tras decir aquello lo metí en mi boca, no del todo, porque realmente no me cabía, pero si una gran parte. Comencé a meterlo y sacarlo con lentitud, matándolo de la desesperación y también notando que no tenía tanta experiencia como aparentaba, dios si ya estaba por correrse. ¿Oh yo era muy buena en esto o él no sabía controlarse? Agradecí enormemente a mis conocimientos sobre el tema, puesto a que gracias a ello es que aún no le arranco alguna parte de aquel lugar tan sensible ni cometo alguna estupidez.

-Sakura…-si, cuando me llama me vuelvo loca, y comienzo a acelerar el ritmo, mientras masajeo sus testículos. Es adorable en la cama, y eso seguramente lo debe de saber Karin. Vi como los músculos de sus piernas y abdomen comenzaron a marcarse y entonces encerré toda su erección en mi boca, lo observé desde la oscuridad completamente atenta a sus reacciones. Echó su cadera para adelante, metiendo aún más profundamente su miembro dentro de mi boca, pude sentir como me rozaba la garganta y de que manera me quitaba la respiración, fue entonces que casi me atraganto, se vació dentro de mí y sentí un caliento y viscoso líquido pasearse sin permiso alguno sobre mi lengua y cavidad bocal.

Le di una última y sutil caricia a sus piernas y lo saqué de mi boca. Me limpié los labios que estaban manchados aun con su líquido blanquecino y el demás contenido, no tuve otra que tragármelo, aunque obviamente tenía que darle un poco a él también. Sonriendo maliciosamente y teniendo aquel maldito rubor lo bese, pase su propio sabor a su boca, y acaricie sus pelos negri azabaches. Posteriormente, cogí mi cuaderno y sonreí ampliamente.

-Perfecto.-

Me di la vuelta, sin antes lanzarle una mirada aquel cuerazo que tenía encima la cama. Curioso, pero no me había sentido tan bien como en ese momento. No me dejo caminar, me cogió de la mano y halo hacia él, sin poder contener el equilibrio caí sobre la cama justamente a su lado, vi sus ojos negros – que hace segundos parecían estar llenos de inocencia- mirarme con recelo y sus labios curvados en una sonrisa.

Lobo con carita de cordero, maldito niño.

Me quito el cuaderno de las manos y susurro a mi oído con vos sensual y lujuriosa.

-Préstame el cuaderno, ahora toca el Aparato Reproductor Femenino.-

Continuara…


Comentarios de autor:

No quiero cambiar la idea principal del fic, lo escribe una universitaria, es inmadura, su vida es monótona. Se está encontrando y definiendo. Sasuke, es el típico chico malo, ese tipo de hombre que es una desgracia en tu vida. Pero a su vez, es adictivo.

Espero muchos reviews y comentarios, se las quiere y aprecia.

H.