Prólogo
Medianoche.
Este es un horario donde las personas normales estarían durmiendo, leyendo algunas cosas antes de dormir y también viendo series para luego, o trasnochar o dormirte en medio de un capítulo pero principalmente, dormir.
Rita, madre de familia de 11 hijos y todavía casada por más de 30 años, bajaba las escaleras de una mala manera, pensando seriamente en qué clase de persona podría estar tocando la puerta con tanta insistencia, enojada con su esposo porque no se quiso levantar para abrir y evitar que sea alguien malo y le haga daño.
Desde que se mudaron de su casa de toda la vida, no habían muchas visitas, menos de sus hijos y menos de gente que viniera a pedirle algo. Con eso en mente, bajaba con mala gana, escuchando cómo los truenos caen a la vez que la puerta de su casa.
—¿Sí?
Abrió la puerta, preguntando como si nada.
Su sorpresa en su cara fue muy evidente.
¿Quién imaginaría que en la medianoche te visitaría tu hijo que no había dado señales de vida hace meses?
Estaba tan sorprendida y muy alegre de verle de nuevo que se olvidaba por completo el cómo había estado golpeando la puerta como un desesperado. Ignoraba también que estaba totalmente mojado.
Pero no ignoraba ese algo.
Había algo que tenía en sus brazos que le hizo alarmarse más todavía.
—¿Eso es…? —su hijo no dijo nada. Su mirada seca le dejaba en claro que era eso que pensaba y con ese shock, tomó de los hombros a su hijo para empujarlo dentro de la casa—. Entra, entra —le decía muy preocupada—, hace frío para que estés fuera —lo hizo entrar. Se quedó parado allí con eso en brazos, viendo cómo lo miraba detenidamente. Había tantas cosas para decir pero ahora mismo, le importaba una cosa—. Buscaré una toalla para secarte —se fue corriendo. Vino a los segundos con algo para secar a su hijo de arriba abajo—. ¿Por qué estás aquí y debajo de la lluvia? —entre que lo secaba, ya no podía evitar preguntar por eso que tenía en sus brazos—. …¿tu hijo?
—… podría decirse.
—¿En serio es tu hijo? —preguntaba muy emocionada, no teniendo en mente que su hijo apareció en medianoche—. ¿De verdad?
—… algo así —y seguía mirando entonces al pequeño que tenía en sus brazos. Un bebé que parecía tener ojos claros. Tocó su mejilla mientras parecía tirar un pequeño bostezo para luego seguir durmiendo en sus brazos—. Pero no es mi hijo…
—… ¿entonces?
—Es de Lori
—¿De Lori? —preguntó sin entender—. ¿Por qué tienes el hijo de Lori en tus brazos?
—Lo encontré en la basura —ella no entendía nada de nada con esto—. Tuvo suerte el pequeño… iba a morirse. Se salvó —asentía. Sonreía levemente mientras lo miraba. Luego, levantó su cabeza y miró a su madre—. Ahora es mi hijo…
—Pero… pero… es hijo de Lori —ella quería hacer entrar en razón a su hijo—. Debe… debe haber una razón… para hacer eso… ¿no crees eso Lincoln? —le tomaba del hombro—. ¿No crees que ella se ha confundido con su hijo?
—No creo que sea un error, madre. Estuvo horas en un cesto de basura y me di cuenta a tiempo. Un camión de basura iba a llevárselo pero evité eso… —seguía mirando seriamente a su madre—. ¿Realmente crees que eso es un error? ¿Lo crees? Yo creo que no, que no lo es, para nada —centró su vista de nuevo al pequeño en sus brazos—. …ninguna persona que viene a la vida se merece esto… menos un niño, menos el hijo de Lori…
Rita tuvo que buscar asiento en uno de los sofás porque esta noticia le caía demasiado. No cree que su hija Lori hiciera tal cosa como esta, dejar un bebé en el cesto de basura para que se muera, tomándose la cabeza y masajeando su sien, ahora tapando su cara con ambas manos para evitar llorar al descubrir que una de sus hijas haría esto.
Era tanto el impacto en ella que estaba a nada de descomponerse, respirando profundamente y tratando de regular el mismo.
—No, no, no, no… no puede ser verdad… —murmuraba una y otra vez con manos en su cara y negando con su cabeza—. …dime que no es cierto Lincoln —decía con las manos todavía pegadas al rostro—. Dime que es mentira.
—No lo es —dijo fríamente—. Me gustaría que fuera una broma pero, no lo es.
—¿Cómo… sabes que es hijo de tu hermana Lincoln?
—Llevé al pequeño al hospital —dijo—. Ahí sacaron análisis del mismo. Descifraron al instante quién era la madre… algo que fue hecho gracias a Lisa, si no recuerdas bien —comentó. Se sentó frente a su madre con el pequeño, no cambiando su expresión seria—. …no entiendo qué razones tuvo Lori para hacer esto… pero está claro que no quería para nada al chico…
—…
Rita seguía estresada con todo este tema.
Es que, hay que pensar que por fin tuvo un nieto y la mera noticia de tener uno era la mejor de todas… pero no cuando sabes que se ha intentado matar al mismo porque ella, Lori, su hija que tanto ama, lo dejara en un cesto de basura para que se muera.
—¿Por qué lo tienes tú y no ella?
Lincoln entonces rompió su expresión fría y seca y abrió sus ojos sorprendido.
—¿En serio crees que debo dejar al pequeño en brazos de una mujer que lo dejó en la basura para que se muera? —preguntaba, incrédulo—. ¿En serio madre? ¿De verdad me preguntas esto?
—…
—… espero que sea una broma —esperaba que lo fuera—, porque no creo que lo creas —tal parecía, tras ver a su madre fijamente, que lo decía en serio. Negó con la cabeza—. …respondiendo a tu pregunta, firmé para ser el tutor legal, el padre del pequeño tras hablar con doctores que lo atendieron y con un abogado. ¿Lo puedes creer? Tengo suerte, madre. ¿Quién lo diría? Había un doctor que también era abogado y cuando supo todo esto, al instante me dio la tutoría de Loyd…
—¿Loyd?
—Es el nombre que decidí ponerle —comentó—. Creo… que le asienta… ¿no crees?
—… es un bonito nombre…
—¿Verdad? —y aquí, mostró de nuevo una sonrisa—. Loyd es un lindo nombre para un niño que crecerá fuerte, sano y salvo…
Rita iba a comentar algo más pero en eso, su esposo y padre de Lincoln, hacía acto de presencia tras escuchar ruidos en la planta baja.
—¿Cariño? —decía un poco dormido—. ¿Por qué…? —y sí, reconoció al instante a Lincoln más no su voz. Pensaba por unos momentos que su mujer estaba teniendo un encontronazo con otro hombre y bajó con miedo al pensar en ver tal escena pero estaba muy feliz que fuera su hijo—. ¡Hijo! —esa emoción pronto fue detenida por ese algo que Lincoln tenía en brazos: Loyd—. …eso… ¿eso es un bebé? —preguntó asombrado—. ¿Tuviste un hijo? ¿Tuvimos un nieto y no sabíamos de esto?
—Lynn…
—No, Rita —le detuvo—. Esto… ¿de verdad no pudiste esperar hasta mañana para mostrarnos a nuestro nieto? —cada palabra que escupía, se notaba la felicidad—. …un nieto… y pensar que solamente tendríamos nietas… ahora, tenemos un nieto… un nieto… —dejó de estar en su mundo para volver a ver al albino de su hijo—. Dime, ¿dónde está tu mujer? Tenemos que verle para…
—Es de Lori
Así como Rita, Lynn no entendía nada de nada. Por ende, la miró a su mujer para entender esto pero ella se tapaba la cara.
—¿Cómo que hijo de Lori? —preguntó.
—Como le dije a mamá y para hacer todo corto, encontré al bebé en un cesto de basura. Luego, en el hospital, me confirmaron que era hijo de ella, mi hermana mayor. Ahora, es mío legalmente y nunca ella podrá quitármelo.
—… espera, espera… ¿cesto de basura? ¿Lori? ¿En serio crees…?
—Lynn, es de verdad
—¿Le crees? —señalaba a Lincoln de muy mal gusto mientras miró a su mujer—. ¿Crees que Lori haría eso?
—Para que Lincoln venga de esta manera y diga todo esto… ¿no sería mejor pensarlo un poco? —le contestaba—. ¿No te parece raro? Lori no es así… pero… que Lincoln cuente todo esto…
—¿Cómo sé que no estás mintiendo?
—No necesito que me crean, la verdad es que me da igual ahora mismo. He venido para contarles esto y pedirle ayuda pero, si de verdad van a dudar de Lori porque parece ser una exitosa mujer, es mejor que me retire con mi hijo y haga una vida sin ustedes. Ya pueden pedirle nietos a las demás, conmigo no cuenten…
—¡ESPERA!
Ambos padres detuvieron a Lincoln.
Su grito hizo que el pequeño Loyd se despertara y empezara a llorar y se pusiera tenso el ambiente, sobre todo Lincoln que había batallado para que el niño se pudiera dormir.
Esto hizo que se pusiera de mala gana, tanto que sus ganas de matar habían aumentado exponencialmente.
—Ustedes…
Pero no pudo decir más.
Rita le sacó al pequeño y como toda una madre profesional, hizo que el bebé empezara a dormirse al instante. Esto a Lincoln le dejó un mal sabor de boca porque a él le costó bastante hacer que se durmiera para poder venir hasta aquí, más evitar que las gotas de la lluvia impactaran en su rostro.
—…
—… tal parece que todavía tengo el toque —Rita estaba feliz con ella misma—. …mi nieto está a salvo… —lo abrazó y no pudo evitar soltar algunas lágrimas—. Gracias… gracias Lincoln… por salvar a mi nieto…
—No debes agradecer —comentaba—. Es lo que haría… eh… un padre, supongo…
—Es lo que un padre haría, Lincoln —le contestó Lynn—. ¿No he hecho eso contigo?
—No
—…
—…
—¿Qué es entonces esa ayuda que querías pedirnos?
Para romper ese silencio incómodo, Rita preguntó esto.
Lincoln se rascaba la cabeza. No sabe cómo encarar el tema pero debe ser directo y lo será, mejor que nadie.
—Puedo… mm… yo… no, no, suena mal…
—¿Necesitas ayuda con el bebé? —preguntaron ambos.
Suspiró pesadamente.
Se paró recto y miró a sus padres que estaban expectantes ante su pedido.
—… necesito saber cómo ser un buen padre para él…
Años y años más tarde
—¿Papá?
—… ¿eh?
—¿Q-qué pa-pasó? N-no pare-parecías… es-estar bien…
—Lo estoy, hijo. Simplemente… recordé algo, nada más…
No hubo más charla.
Recordaba aquello de hace 18 años atrás, apareciendo frente a sus padres por primera vez con su hijo en brazos, todo para contar cómo lo había encontrado y de cómo ahora sería su padre, narrando todo. Al final, parecía que todo salió muy bien puesto que sus padres aceptaron en ayudarle y la verdad, esa ayuda ha sido muy importante.
Sabe muy bien que hay cosas que como padre no cumple pero hace lo mejor que puede, más cuando estás solo y enfrentas a todo el mundo.
Nadie sabe tampoco que tiene un hijo, más de esta edad, solamente sus padres.
Era bueno esto, la discreción.
Lo que le hacía recordar el pasado era la intensa lluvia que caía junto con unos truenos que no paraban de hacer que el cielo se vea blanco pese al anaranjado color que tenía en esta linda noche de lluvia que hacía que entrara una hermosa ventisca para refrescar este cuarto.
Era el cuarto de su hijo, Loyd.
Creció bien… o eso pensaba.
Tuvo algunos problemas de salud, a la hora de crecer en el entorno, tanto que pocas veces salía de casa. Encima es el calco de su madre. Siempre que lo veía, creía eso de él. Aun así, nunca iba a dejar de quererlo, era su padre.
¿Qué clase de padre deja de querer a un hijo?
Lo acariciaba y besaba su cabeza, usando una pequeña manta para taparle a él y a su hijo, todo porque él descansaba encima suya, no queriendo despegarse debido a que todavía afronta un trauma de los truenos, no sabiendo cuándo se originó pero, como buen padre, apoyaría a su hijo aunque sienta que de alguna manera, es raro.
Ser padre no es fácil y suspiraba al pensar el largo recorrido que todavía le falta recorrer para ser considerado un buen padre.
