Gesta de Amor

Capítulo 1:

No hace mucho tiempo, en un imperio, el cual se encontraba en tiempos de paz dejando atrás los días de conquistas y expansionismo. Ran la única hija, del Mayor Miitake, archiduque de Yamato, miembro del Consejo de Sabios, había sido recluida en uno de los aposentos de uno de los palacios de la capital debido a un problema con su padre. Este no estaba de acuerdo con la elección de pareja de su hija y para aumento de su molestia, la joven no quería cortar la relación que según ella era un lazo que la unía fuertemente a su amiga de la infancia, por lo que en consecuencia a todo el asunto había decidido encerrarla, para evitar cualquier tipo de contacto con la otra joven. Ya hace una semana que ha estado encerrara y aún más que la música Ran extrañaba a su novia, su nombre resonaba en su mente constantemente: Moca.

El ikebana nunca antes le había parecido algo tan vacío pero era lo único que la distraía un poco sin su guitarra preferida... no se encontraba en su habitación y ni siquiera en su propio palacio sino en otro que lindaba con una parte de la muralla de la gran ciudad fortificada Elum Loyce. La ciudad estaba siendo afectada por el invierno el cual estaba siendo particularmente crudo, pero eso a Ran no le podía importar menos... Notaba que su interior ya estaba tan frío como la muerte... Sacudió la cabeza alejando pensamientos tan pesimistas. En eso oyó un ruido sordo detrás de sí y al voltear se sorprendió de encontrar frete a sí a Moca, quien aparentemente había logrado entrar a la habitación por el balcón.

– ¡Moca! ¿¡Cómo te las arreglaste para...!?

– Shhh, Ran, no hables tan fuerte. —interrumpió la albina.

Esta fue acercándose a Ran hasta que la abrazó de frente y la pelinegra del mechón rojizo se dejó abrazar.

– Sabes que no deberías haber venido.

Le mencionó Ran con un tono de voz entre triste y a la vez con bastante bronca pero le devolvió el abrazo a Moca.

– ¿Tiene algo de malo estar con la mujer a la que amo?

– Mi padre no lo ve así...

– Pues yo tampoco veo precisamente bien que él no respete la decisión de su hija en algo tan importante como la elección de la pareja.

Moca miró directo y con atención a los ojos de su novia. Ahí Ran se dio cuenta entonces de que su amada planeaba algo en concreto para poder o al menos intentar arreglar el asunto, pero no podía llegar a imaginarse de qué se podría tratar. Moca dejó de abrazarla y se empezó a desvestir con lentitud.

– ¿Moca…? No creo que hayas venido sólo para una "aventura", ¿verdad?

– Claro que no, ya hablé con las emperatrices y al día siguiente en que tu padre vuelva de aquella misión diplomática nos batiremos en un duelo de espadas. Si yo gano me podré casar con vos y si pierdo seré desterrada.

– ¿¡Cómo dices...!? ¿¡Cómo se te ocurre hacer algo así...!? ¡Sabes perfectamente que mi padre es un maestro espadachín!

– Y yo no soy precisamente una hija mimada de una familia de vizcondes.

Moca ya estaba casi en ropa interior, le agarró ambas manos entrelazando sus dedos con los de Ran.

– Dime que al menos será un duelo con espadas de madera... – Preguntó con resignación la pelinegra.

– Creo que ya sabes la respuesta a eso.

Moca entonces besó a Ran que empezaba a lagrimear. Aunque era cierto que Moca había recibido un entrenamiento algo más intenso que el promedio en el arte de la esgrima, ambas sabían que con eso no bastaría para derrotar al señor Miitake. Ran entonces notó que en diferentes partes del cuerpo de su novia había varios cortes, algunos más profundos que otros.

Ran poso sus manos sobre los hombros de Moca y la alejó todo lo posible para preguntarle sobre los cortes que tenía en la piel.

– Me los produjo mi hermano cuando le pedí un entrenamiento intensivo en la esgrima.

– No, esto está mal Moca, te puede dejar lisiada o aun peor matarte. Eso es justo lo que mi padre desearía... ¡No puedes dejarle hacerlo!

– ¿Y qué otra opción tenía? ¿Quieres que nos separemos por el resto de nuestras vidas, Ran? ¿Acaso quieres emparejarte con alguien más?

– Bueno, no, pero...

– Nada de peros. Acepta este gesto de amor mío. Sé que será muy difícil pero yo ganaré.

– Moca...

Moca calló a Ran con un beso de lengua, exquisito, apasionado, mordía sus labios al mismo tiempo que acariciaba su clítoris. Ran soltó un gemido rico, ya su mente estaba perdida, no había más palabras sino sólo los gemidos que le provocaban los besos, lamidas, chupadas, frotes y metidas de dedos de Moca...

Ambas se sentían en el Paraíso dándose calor con el cuerpo desnudo y sudoroso de la otra... Esta era apenas su segunda vez haciendo el amor, pero la notaban aún de forma más intensa que a la primera. Moca tenía una de sus manos frotando una teta de Ran, mientras su boca se entretenía lamiendo el pezón de la otra... Ran en respuesta a las caricias de su novia se estremeció por completo… - «Delicioso» - alcanzo a pronunciar… -«Quiero Más»- Moca comenzó a provocarla como siempre había deseado, por lo que bajó hacia su zona más íntima, donde lamió cada parte de su concha, pasando por sus piernas mordiendo alrededor de estas, hasta que creyendo había llegando el momento, introdujo sus dedos en ella una y otra vez, estimulándola y robándole gemidos los cuales no hacían mas que incentivarla a seguir mucho más allá. Finalmente metió su lengua en ella, entre gemido y gemido, Moca le pidió desesperada «Vente en mi boca, déjame saborear tu placer, no te resistas más» esas palabras desembocaban en un éxtasis increíble para Ran.

Para Ran y Moca no importaba quien fuera la pasiva o la activa... Lo importante era la búsqueda del placer entre ambas, algo que no tardaban en conseguir... Moca y Ran entrelazaron los dedos de una mano, se sentaron, apoyaron su mano libre en el piso de cerámica y empezaron a frotarse las conchas entre sí. Las dos notaban el gozo en la mirada que se regalaban la una a la otra. Entonces Ran en un impulso se inclinó un poco para adelante besando en los labios a Moca. Este último movimiento "sorpresivo" hizo que Moca llegara primera al orgasmo y seguida unos momentos después por Ran.

Ran se dejó caer de espalda mientras Moca estaba casi encima suya. Ambas en ningún momento dejaron de agarrarse de la mano.

– Ran, te amo. Voy a protegerte de cualquiera que no te respete como se debe. Incluso si se trata de tu padre.

La albina le llevó la mano libre a un cachete y luego procedió a besarla en los labios. Las novias se despidieron al poco rato, cuando Moca ya con sus abrigos puestos, se retiró por el balcón. Ran deseaba que no le pasara nada malo o al menos no durante el transcurso de esa noche... porque a partir de ese día, dentro de una semana, cuando su padre volviera de aquella misión, ya sería mucho pedir que no le ocurriera nada malo...

Algo más de una semana después el archiduque Miitake seguía sin volver del reino de Shulva y poco después llegaron dos de los cuatro soldados que lo habían acompañado en la misión. Estos informaron que el Mayor había sido secuestrado y encerrado en una mazmorra. Ante esta noticia las emperatrices en vez de declarar la guerra de forma directa decidieron enviar una comitiva mucho más numerosa frente a la capital de Shulva exigiendo que se pusiera en libertad al Mayor…

Cuando Moca se enteró de todo esto decidió ir al frente que podía llegar a ser de combate para liberar al padre de Ran… Aunque obviamente no porque quisiera rescatarlo de por sí sino para obtener el derecho a los ojos de las gobernantes para tomar la mano de Ran.

Y cuando Ran se enteró de esto y ya libre de circular como quisiera por Elum Loyce fue a ver a Moca a su casa, la cual se estaba preparando para ir al frente.

– ¡No tienes por qué ir! ¡Ya es suficiente que mi padre esté en peligro de muerte! ¡No quiero que vos también lo estés!

– Moca, ya sabes por qué lo quiero hacer. Con esto voy a liberarte del yugo de tu padre. Déjame proteger tu honor…

Ran empezaba a lagrimear pero se compuso todo lo que pudo:

– Jura que volverás a mi lado… y rescata a mi padre… A pesar de que me trató con crueldad sigue siendo alguien a quien en el fondo quiero…

– Te juro que volveré y haré todo lo posible por rescatarlo junto con los demás.

Las novias entonces se besaron como sellando el juramento.

Luego Ran observaba desde una de las torres del gran portón al sur de Elum Loyce al ejército que iniciaba el viaje de cuatro días hacia Shulva. Ran rezaba para que nadie más fuera asesinado… pero sabía que aquello también sería demasiado pedir en una situación como ésta…

Fin del Capítulo 1…

Continuará en el segundo y último capítulo…

Autor: Saizoh.

Correcciones: Gabi y Liz.