Hello! Aquí Isita presente, trayéndoles este one-shot por el cumple de nuestro princeso algo atrasado por aquí.

Pasa que esto fue subido a Wattpad el 30 de marzo del año pasado, y planeaba corregirlo para subirlo aquí este 30; sin embargo, lo dejé pasar y pues aquí estoy, subiéndolo con casi un mes de atraso.

Aunque realmente no tiene importancia, ubíquense más o menos por el ambiente de la primera temporada. Espero y les guste mucho y, si es así, me lo hagan saber con sus votos y comentarios uwu. Intenté corregirlo lo más decentemente posible.

Kisisss! :3

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Babeante y con la ahogada sensación del sudor adherido a su cuerpo, Eren se removió ligeramente en el calor de sus sueños, los cuales fueron interrumpidos por un azotador dolor de cabeza taladrándolo. En cierto momento decidió voltearse con el objetivo de recuperar la comodidad sin que el dolor lo jodiera; sin embargo, su mano dió con algo que no parecía ser parte del colchón o una almohada. Ante eso, con algo de esfuerzo, él se obligó a abrir los ojos, sólo para encontrarse con un pecho al descubierto que subía y bajaba al compás de una respiración.

¿Eh...?

Parpadeó repetidas veces, casi sufriendo un paro cardíaco al encontrarse con el rostro dormido del capitán Levi justo a su lado. ¡Qué mierda! Su corazón dió un vuelco e, instintivamente, se apartó. Pudo sentir como una mueca de horror se plasmaba en su cara en cuanto una dolorosa punzada lo atravesó desde la espalda baja hasta su trasero.

¿Eh? ¿Eeh? ¡¿Eeeeeeeh?!

Cualquier mísera o corta sílaba que hubiese podido salirle quedó atascada en su garganta junto a unas terribles náuseas, sin la posibilidad de ser pronunciadas; Eren estaba mudo. Posteriormente se percató de que se sentía demasiado fresco para el ambiente cálido de la habitación y decidió mirar bajo las sábanas, sorprendiéndose más de lo que hubiera querido al encontrarse desnudo. Sus mejillas se tiñeron de un intenso rojo al comprobar que el capitán no estaba en diferentes condiciones.

Fue entonces cuando la incomodidad lo invadió al reparar en cierta cosa pegajosa entre sus piernas, más específicamente en su trasero. Con más miedo todavía, se llevó la mano al lugar y sus dedos tocaron una espesa sustancia que salía de su ano.

Bien, ahora sí que había entrado en pánico. ¡¿Qué demonios había hecho esa noche, en su maldito cumpleaños, para encontrarse en esa situación?!

¿Gómo gse gsiente, gapitán? —preguntó con las lágrimas mezclándose liberadamente con su saliva y la mandíbula adolorida, sin dejar de chupar aquel grueso falo que le llegaba hasta la garganta.

Cuando aquel repentino flash azotó sus recuerdos sin piedad, Eren enrojeció hasta la nuca, confundido en su totalidad y con el corazón queriéndole salir del pecho. ¡Qué carajos!

Le costó horrores y gruñidos de dolor sentarse, pero finalmente lo consiguió. Tras ello, suspiró una y mil veces, intentando tranquilizarse y recordar con algo de calma.

Veamos, Eren Jaeger, ¿qué rayos hiciste anoche?


De camino al comedor para la cena, Eren pensó en lo inusualmente raro que le había resultado el que todos se le adelantaran en las duchas y hubiese quedado como último, al igual que se le hacía muy raro que, a pocos pasos de su destino, no estuviese oyendo ningún signo de los escándalos que siempre reinaban sobre esas horas allí.

Aún así, su sonrisa no pudo ser mayor al llegar.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron Armin, Mikasa, Sasha, Connie, Reiner, Bertholdt y la líder Hange al unísono con los mayores ánimos dentro de las tres murallas.

Eren los miró a todos con absoluto asombro, pero sin variar demasiado su cara de felicidad. Nunca esperó una fiesta sorpresa en aquellas circunstancias, y eso le emocionó de sobremanera.

—¿Qué es esto? —preguntó, adentrándose al comedor; aún con aquella radiante sonrisa vistiendo su jovial rostro.

—¡Una noche de celebración por los dieciséis de mi titán favorito, la esperanza de la humanidad! —explicó con energía la muy sonriente Hange—. Además, creo que a todos nos hacía falta relajarnos, así que aprovechamos la ocasión.

El cumpleañero recorrió su alrededor con la vista y, entonces, su sorpresa fue mayor. Sobre una de las mesas estaban dispuestas enormes bandejas con la carne que hacía décadas no probaba, acompañadas de verduras y galones de, posiblemente, cerveza y vino. Todo un festín.

—Erwin se las arregló para conseguir carne, je —explicó nuevamente la de lentes.

—Algo bueno nos tenía que traer la existencia de este bastardo; al menos nos dejarán tomar alcohol por esta noche —comentó ácidamente Jean, haciendo su aparición entre quienes lo habían felicitado.

Eren rodó los ojos ante sus palabras, y tras esbozar una tímida sonrisa, localizó a los demás sentados en el resto de las mesas. Sin poder evitarlo, sus ojos se posaron directamente en el capitán, que lo miraba con aburrimiento desde una esquina.

No pasó mucho tiempo para que la pequeña y sencilla celebración comenzara y todos comieran a lo grande, disfrutando de las pocas veces que podían darse aquellos lujos. Gracias a ciertos instrumentos que habían conseguido, como guitarras, tambores, maracas y flautas, se las arreglaron para musicalizar el ambiente lo más decente posible, animando la fiesta.

Entre bromas pesadas y retos, Jean y Eren, ambos rivales, muy pronto se vieron envueltos en una absurda competición para demostrar quién aguantaba más jarras de cerveza; no obstante, nunca se supo quién ganó, pues que a medida que iban pasando las horas algunos terminaron por aburrirse e irse a dormir, mientras que otros se fueron quedando rendidos en cualquier parte, completamente ebrios.

Pasada la media noche, cuando Eren se encontraba entre vivo y muerto, recostado sobre una de las mesas al tiempo que hacía un enorme esfuerzo por beber de una jarra vacía, sintió cómo sus cabellos eran agarrados en un intento de suavidad para levantarle la cabeza y separarlo dolorosamente de su adorada jarra.

—¿No crees que es hora de que te vayas a dormir, mocoso? —le soltó el capitán Levi, a lo que él no pudo responder otra cosa que no fuesen tontos e incoherentes balbuceos—. Tch, arriba, Eren; levanta tu trasero y a la puta cama —ordenó este después, y él juro haber imaginado su expresión de completo fastidio. Seguramente tendría el entrecejo todo arrugado y los labios torcidos.

Aun así, aquello no lo amedrentó, y con las mejillas ruborizadas y la valentía en su punto gracias al alcohol, lo encaró, girando el rostro en su dirección.

—No me joda, capitán —Un apenas notable pestañeo le dejó ver la sorpresa en Levi. Bueno, era razonable; Eren normalmente era súper obediente con el mayor y ahora...—. ¿El capitán se sentará a mi lado? —preguntó en un tono bobo al verlo suspirar y situarse junto a él.

El hombre alzó una ceja, mirándole inquisitivamente. Parecía estar diciéndole que no tenía remedio, conciente de que no estaba en todos sus cabales.

—Mocoso borracho...

—¡Presente! —exclamó sin dudar, observando después como el mayor parecía divertirse. ¿Qué le causaba gracia?

—Serás tonto.

Ante eso, Eren le devolvió una mirada dolida, formando un puchero.

—No me insulte... —murmuró.

Cuando Levi soltó una risita (¿Se estaba riendo? Ay, Sina caería), él lo contempló ofendido.

—Vete a dormir ya —volvió a ordenar este.

—Pero no tengo sueño... —masculló—. Además, caminar hasta allá... —Eren bufó, dejando en claro su falta de ganas, y ronroneó con cansancio mientras se dejaba caer en el hombro del pelinegro.

—Oi, ¿qué crees que haces? —cuestionó el capitán—. Tch, levántate ya y vete a la cama, maldición —gruñó.

—Mhmsmhms...

Repentinamente y como por arte de magia, el cumpleañero pareció recobrar vida y, abriendo los ojos de sopetón, enderezó el cuerpo, sobresaltando a Levi

—Oiga...

—¿Qué?

—¿Usted no me quiere? —preguntó Eren, formando otro puchero y mirando con reproche al mayor.

—¿Qué? —repitió este, parpadeando con evidente confusión.

—Que si no me quiere —volvió a decir, sin variar su expresión infantil.

—¿Pero qué estás diciendo, mocoso? —cuestionó Levi, viéndose más desconcertado que nunca cuando sus ojos se llenaron de lágrimas—. Oi...

—U-Usted n-ni siquiera m-me felicitó... La persona de la que más esperé l-las felicidades era usted... —lloriqueó él con pesar; la tristeza mezclándose con el verde de sus iris.

El capitán sólo suspiró, revolviéndose parte del pelo, como si no pudiese creer el espectáculo que estaba presenciando.

—Oi, oi, tranquilízate. Felicidades, ¿bien? —le dijo. Ante la inexistente emoción en sus palabras, Eren frunció el ceño—. Tsk, ya deja de joder y levántate de una vez —largó Levi mordaz, finalmente cansado—. Vamos, te llevaré al sótano.

—¡No quiero!

Y sin darle tiempo a reaccionar, el menor lo tomó de los hombros para sujetarse y, atrevidamente, se sentó en su regazo, acomodándose a horcajadas.

—¿Pero qué...?

—Capitán... —lo interrumpió Eren, restregando su mejilla contra la de este mientras sonreía tontamente—. Es usted tan genial —halagó.

—¿Pero qué haces? ¡Quítat- —Y él volvió a mirarlo con los ojos llorosos—. ¿Pero qué mierda te pasa, Jaeger? Estás siendo más molesto de lo normal.

Tras decir aquello, Levi se las arregló para tomarlo de las piernas y voltearlo, cargándolo al estilo princesa antes de salir del comedor. Sin inmurtarse, Eren se limitó a aferrarse a su cuello, apoyándose en su pecho y respirando sobre la zona. Pudo jurar que el capitán se había estremecido.

—Tch...

—No me vaya a dejar caer... —susurró contra su cuello.

—No. Pesas menos que una pluma, ¿en serio entrenas todos los días? —cuestionó el mayor; sin embargo, el cumpleañero no le dió respuesta alguna, limitándose a murmurar un apenas audible «mmm»—. Tienes muy poca musculatura.

Eren sintió la respiración de Levi justo contra su frente; y eso, sumándose a que estaba siendo trasladado en los brazos de este, no podía tenerlo más agusto por al menos aquellos momentos.

—Feliz cumpleaños, mocoso —escuchó de repente, y una tonta sonrisa afloró de sus labios.

En cuanto cayó en cuenta de que el capitán estaba camino al sótano, ya era demasiado tarde. Levi había llegado y, ya dentro, lo lanzó a la cama sin mucha delicadeza, ocasionando que rebotara.

—Ay... —lloriqueó él, frotándose los ojos—. Capitán, no se vaya... —balbuceó apenas, bostezando.

—¿Y qué quieres que haga? Me voy a dormir, tú deberías hacer lo mismo.

—No~.

Con el pensamiento y los párpados pesados, Eren, sin razonar ni un poco, se arrodilló sobre el colchón en el que anteriormente se había sentado y jaló a Levi de la camisa, atrayéndolo hacia él. Al dejarlo sentado sentado sobre la cama, no dudó en abrazarlo desde atrás y comenzar a dejar besos en su nuca rapada, tomándose el atrevimiento de toquetear su pecho a través de la camisa.

—Oi... ¿qué haces? —inquirió este, haciendo el amago de levantarse; no obstante, Eren no le dió tregua y tiró de su brazo para acercarlo más y retomar lugar en su regazo. Debido a la posición, no pudo evitar frotarse contra su entrepierna—. Eren... ¿te das cuenta de lo que estás haciendo, mocoso de mierda? —cuestionó el capitán con evidente incredulidad—. ¿Qué intentas?

—Le vuelvo a preguntar... ¿no me quiere? —repitió él, con el rostro bañado en rojo, tomando las manos del contrario y guiándolas a su trasero. Observó a Levi oscurece la mirada; pero, aun así, este no se apartó—. ¡Respóndame! —le reclamó, presionándole las manos contra el lugar adonde se las había llevado.

—Sí... —murmuró el mayor pasados unos segundos—, te tengo aprecio —añadió y, en el momento que Eren menos se esperaba, pareció mandarlo todo a la mierda antes de agarrarle las nalgas con ganas, apretándoselas sin pudor.

—¡Ah! —jadeó el cumpleañero, arqueando la espalda y cerrando los ojos—. ¿E-Entonces s-sí me quie-quiere? —volvió a preguntar, gimoteando bajito ante los descarados toques.

—... Sí —Levi dejó salir un gruñido cuando Eren se removió sobre su entrepierna, por lo que le fue fácil notar lo muy duro que se encontraba; aunque él no estaba en mejores condiciones—. Maldición... Cómo me estás poniendo, Eren —le susurró el capitán al oído, sustituyendo su usual tono frío y sin emociones por uno más grave y seductor, lo que le hizo estremecerse de punta en punta.

—Capitán...

Completamente tentado por la blancura de su cuello, Eren acercó la boca a la zona y la adornó con sus besos mientras iba desprendiéndole botón por botón la camisa, recibiendo una mirada llena de dudas en cuanto se fue deslizando entre sus piernas al tiempo que descendía los labios por su abdomen, quedando de rodillas en el suelo.

—¿Qué haces? —interrogó Levi.

—U-Usted solo calle... —tartamudeó él, acariciándole el bulto que sobresalía del pantalón, notando con ello el estremecimiento en la parte contraria.

Después de unos toqueteos, centró toda su consciencia en desprenderle el cinturón, bajarle la cremallera y dejar libre y a la vista, por fin, la hinchada erección.

—Wah... Es grande —comentó adulador, relamiéndose los esponjosos labios y tomándola entre sus manos, extasiado por que el capitán le estuviera dando barra libre con su persona.

Sintiéndose totalmente atrevido y desinhibido, Eren sacó la lengua y lamió aquel caliente y endurecido trozo de carne desde la base hasta la punta, dejando un brillante rastro de su cálida saliva.

Levi jadeó.

—¡Tsk! Maldito mocoso, ¿dónde aprendes estas cosas? —preguntó este, estrujando las sábanas entre los dedos de su mano izquierda.

—Hange-san olvida poner los libros en su sitio.

—Maldita cuatro oj-¡Aaah! —Levi largó un ronco y placentero gemido cuando él se introdujo gran parte de su miembro en la boca, engullendo hasta donde alcanzaba y con las comisuras desbordadas de saliva—. ¡Mierda!... No sabía que te gustaran esas cos-ah-as...

El menor liberó su cavidad por un momento, dejando que unos hilillos de saliva se deslizaran por su mentón.

—Sólo me gustan con usted —dijo antes de volver a la faena.

—¡Argh! Cara-aaaah-jo...

—¿Gómo gse gsiente, gapitán? —preguntó con las lágrimas mezclándose liberadamente con su saliva y la mandíbula adolorida, sin dejar de chupar aquel grueso falo que le llegaba hasta la garganta.

—Demasiado bien... —contestó este, sosteniéndolo sorpresivamente de los cabellos— C-Creo que voy a...

Un último gemido que complació los oídos de Eren resonó en la habitación y la blanca y espesa escencia de Levi llenó su boca. Con las mejillas acaloradas, él la recibió con gusto y, tras separarse, tragó parte de ella, dejando que el resto corriera por sus comisuras y siguiese el trayecto que tuviera que seguir.

—A la mierda —gruñó el capitán, tomándolo con brusquedad y levantándolo del suelo para lanzarlo sin cuidado alguno a la cama. Posteriormente se le colocó encima, dedicándole una hambrienta mirada, tal y como un depredador acechando a su presa.

—¿Qué va a hacerme? —preguntó Eren, juguetón, esbozándole una coqueta y desvergonzada sonrisa.

—Un cumpleaños único —respondió Levi; el deseo voraz plasmado en el azul profundo de sus ojos—; aunque la pregunta correcta sería qué no voy a hacerte —le dijo, y sin más preámbulos comenzó a besar su cuello, colando las manos por debajo de su ropa y llevando estas por toda la extensión de su piel. Eren soltó una risita—. ¿De qué te ríes? —cuestionó el mayor, alzando una ceja.

—Me da cosquillas...

—¿Conque cosquillas?

—Sí, ja, ja. ¡Ay! —chilló cuando sus pezones fueron pellizcados. En un primer momento Levi se los retorció sin una pizca de bondad; pero, después, pasó a moldearlos con más delicadeza y suavidad

—Eres sensible aquí...—le susurró este al oído, pasando a mordisquear su orejita.

—Ngh... Ah, capitán...

Alejándose, el susodicho tomó los bordes de su camiseta para retirársela y Eren subió las manos, demostrando sumisión y docilidad, lo cual facilitó la tarea. Paso seguido, Levi descendió por su pecho y repartió besos húmedos por la zona, repasando los alrededores de su pezón con la lengua y succionándolos. Después deslizó la mano por su abdomen y la posó sobre su entrepierna, deteniéndose a manosear la erección que portaba para, seguidamente, desprenderle el pantalón, quitándoselo de un tirón en el que también le sacó la interior y los zapatos.

Eren contrajo la espalda y siseó cuando la mano de Levi sostuvo su hombría, empezando a masturbarlo frenéticamente; con energía.

—¡Aaah, aaah! —Tal vez era el alcohol en su sangre, pero él se había tocado algunas otras veces y nunca lo había sentido ni la mitad de bien que en esta ocasión. Seguramente incitado por sus gemidos de placer, el otro aceleró los movimientos y se aproximó a su rostro para juntar sus labios en un ardiente y profundo beso, invadiéndole la boca con la calidez de su lengua—. ¡Mgh! —En cierto punto, Eren tuvo que romper el pasional contacto para poder darle salida libre a su escándalo—. ¡No puedo, capitán!

El intenso rubor en su rostro aumentó en cuanto este le mostró la mano cubierta de su semen y prosiguió a lamerlo, abochornándolo.

—Eso fue rápido —le dijo, mortificándolo más.

—Cá-Cállese...

—¿Te atreves a darme órdenes? —cuestionó Levi, pegándole una feroz nalgada.

—¡Ah! N-No, no, ¡ngh!

Ante los nuevos toqueteos en su trasero, el miembro de Eren volvió alzarse cual asta para banderas; Levi lo amasaba sin pudor alguno y aquello lo prendía demasiado. Aunque, él bien podía acelerar las cosas.

—Tarda mucho, capitán —se quejó, apartándolo por el pecho con uno de sus pies y abriéndole luego las piernas con total osadía.

El capitán se desnudó por completo en un pestañeo y, tras ello, se acomodó entre sus piernas, recorriendo todo su cuerpo con la mirada.

—Eres muy sexy, ¿sabías? —le piropeó Levi.

Si bien Eren se sintió violado por ese instante, coloreándose hasta las orejas, eso no evitó que otra sonrisa llena de coquetería aflorara de sus labios.

—Solo para usted —contestó, alzando una de sus piernas para disponerla sobre el hombro del mayor, quien besó sus tobillos al tiempo que acercaba tres dedos de la mano derecha a sus labios; tres dedos que él no tardó en atrapar y chuparlos como si se caramelos se tratasen.

—Me estás calentando demasiado... —gruñó Levi—. Si mañana no caminas no es mi culpa —agregó, extrayendo los dedos de su boca y dirigiéndolos a la entrada en su parte trasera—. Relájate.

—¡Ah!

Y sin mucha delicadeza, introdujo el primero.

—¿Duele? —inquirió.

—N-No... —Eren jadeó—, sólo es algo incómodo.

—Bien.

"Bien". Una sola palabra con la que el mayor pareció ganar más libertad para que unos minutos después el cumpleañero fuese una ola de gemidos con tres dígitos estimulando torturosamente su próstata.

—¡A-Ah, capitán! ¡Ngh! ¡Aaah, aaah! Y-Ya... ¡P-Por favor, entre! ¡Entre ya, ah! —gimió Eren, retorciéndose contra el colchón.

—¿Tan desesperado estás? —preguntó el más bajo con la voz cargada de deseo, lamiendo y mordisqueando la concha de su oreja.

—¡S-Sí, sí!

—Entonces, dime... ¿qué quieres?

Eren le miró apunto de chillar con indignación.

—¡Usted sabe!

—No, no lo sé —aclaró Levi con picardía, arremetiéndole con los dedos.

—¡Aaah! ¡Métamela de una maldita vez! ¡Penétreme ya! —exigió sin vergüenza, temeroso de venirse otra vez sin tener los centímetros que le faltaban de altura al capitán en su interior—. ¡Ah! —jadeó, notándose repentinamente vacío.

—De acuerdo, Eren —habló este, besándole las piernas con delicadeza y mordisqueando ciertas zonas antes de hacerlas envolver su cadera—. Relájate —repitió sus palabras antes de prepararlo, relamiéndose los labios mientras mantenía la mirada fija en su agujero. Cuando él asintió, aferrándose a las sábanas, Levi alineó la erección que debía estarlo matando desde hace rato y por fin se alojó a su interior.

—¡Ah...! —gimoteó Eren, sintiendo cómo el aquel grosor lo iba llenando; sin embargo, apenas pasaron unos segundos y bufó, frustrado—. ¡Oiga, ah, deme duro! ¡Tarda mucho!

El capitán lo miró incrédulo.

—¿Seguro? —interrogó.

—¡Sí! ¡Pártame en dos! ¡Aarghh! —Y, efectivamente, Eren experimentó la mismísima sensación de estar rompiéndose en dos al ser penetrado de una embestida, hasta el fondo.

—¡Mierda! —gruñó Levi, tiritando—. Eres muy estrecho... Aprietas.

—¡Ah! ¡Muévase! —ordenó él, totalmente ido de sus cabales.

—Te vas a arrepentir, Eren.

Sin mediar más palabras, el mayor comenzó a arremeter con fuerza, haciéndolo gritar de dolor y placer al mismo tiempo, nublándole los sentidos y ambientando el sótano con el calor del sexo. A continuación, descendió a su cuello y lo llenó de marcas, maltratando placenteras sus clavículas mientras que Eren sólo se limitaba a gemir con la saliva brotando por una de sus comisuras y arquear los dedos de los pies, estrujando las sábanas.

—L-Levi... ¡AH! —El cumpleañero se derramó con abundancia entre los abdómenes de ambos e, instantes después, el capitán lo hizo en su interior.

—Mocoso... —jadeó este, y sin darle tiempo a reaccionar, Eren tiró de su cuello e invirtió las posiciones, montándolo con más energía y excitación que antes.

—¡Ah, ah! ¡Levi, Levi! —gimió él, olvidándose de las formalidades mientras se empalaba a gusto y sin ayuda.

No quedándose atrás, Levi, entre gruñidos, agarró sus nalgas y aceleró el movimiento de sus caderas, haciendo del placer uno mucho más intenso que sacó los gritos más profundos y bestiales.

Continuaron retozando por las siguientes horas y en diferentes posiciones, con el chirrido de la cama y el vulgar choque de sus pieles inundando la habitación hasta que la noche de pasión finalizó con el éxtasis haciendo su llegada una cuarta vez. Complacidos, ambos desprendieron sus cuerpos y, entre jadeos y respiraciones descontroladas, cayeron rendidos por el agotamiento.


El recordar varias veces lo sucedido esa noche, mas las miradas de reojo al durmiente capitán, fueron estímulo suficiente para querer que la tierra se lo tragara; pero, por supuesto, como tal cosa no sucedería, Eren sólo atinó a levantarse de sopetón, buscando escapar de inmediato.

¡¿Qué había hecho, por todas las murallas?!

A pesar de que el horrible dolor en sus caderas era casi insoportable, él se lo aguantó como todo un valiente para poder levantarse de la cama sin correr el riesgo de despertar a Levi. Despacio y silenciosamente, se vistió con las prendas que parecían las suyas tiradas en el suelo y dispuso sus mal firmados y adoloridos pasos fuera de la habitación, camino al baño; no sin antes dedicarle una rápida ojeada a su capitán, apreciando cómo en el rostro de este se hallaba relajada una completa tranquilidad a pesar del nido de pájaros que tenía por cabello.

Eren largó un —para nada disimulado— suspiro cuando notó que había avanzado varios metros fuera del sótano, viéndose finalmente a salvo de algún enfrentamiento con el mayor; con todo lo que habían hecho esa noche su corazón no podría hacerle frente a algo como ese.

En un momento dado, cuando estaba a punto de salir de aquella zona, él miró hacia atrás y admiró el pasillo por el que había arrastrado sus temblorosas piernas, y cuando estuvo a punto de seguir su camino, una brutal palmada en su trasero le hizo ver las estrellas y toda la galaxia.

—¡Aarghh! —gritó sin pensar, llevándose las manos a la zona —que ya de por sí tenía adolorida— en donde tronó la monstruosa nalgada.

—¡AAAAH! —le siguió el grito Hange, imitando su reacción—. ¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué pasa?!

Asustado, Eren se sobresaltó y observó a la mujer que, al parecer, venía bajando las escaleras al sótano y lo había nalgueado juguetonamente al verlo distraído.

—N-Nada, nada —respondió él, sorprendido de verla allí—; sólo me asusté —añadió. Como era obvio, no iba a decir algo como que le dolía el trasero y aquel golpe le había resultado letal.

La líder Hange golpeó amistosamente su hombro.

—¡Ah, Eren! Tú sí que me asustaste —comentó risueña, sonriendo con amplitud—. Por cierto, ¿has visto a Levi? No está en su habitación y supuse que había venido a despertarte, pero si estás aquí...

Antes de que la de lentes continuara hablando, el corazón de Eren se dió un terrible revolcón en su pecho y su rostro se tornó pálido.

—¿El capitán? —le respondió apresuradamente, más que nervioso—.¿Yo por qué debo saber dónde está? ¡Ni que fuéramos tan cercanos! —aclaró sin pensarlo dos veces. Observó que Hange hacía el amago de hablar; sin embargo, antes de permitirle soltar alguna palabra, continuó su palabrería acelerada—. ¡T-Tal vez está en su oficina, o limpiando, o yo qué sé! ¡Hasta podría estar abrazando sus productos de limpieza! Ya sabe lo tremendamente quisquilloso que es con eso, supera hasta a las amas de casa —Cuando esta vez fue la líder quien se vio nerviosa, y hasta algo divertida, Eren sintió cómo su alma abandonaba su cuerpo y entonces sí que palideció. No, no, NO; definitivamente no podía tener tan mala suerte—. T-También puede que esté vigilando los alrededores... o entrenando; ya sabe, él es muy fuerte, ¡p-por algo lo admiro! J-Je —tartamudeó de forma atropellada. Tras tragar en seco, volteó y, efectivamente, Levi estaba tras él, con una de sus miradas bien serias y neutrales—. ¡Oh, buenos días, capitán! —le saludó con fingida alegría, sudando la gota gorda.

—Tch, mocoso idiota —fue lo que recibió Eren por respuesta. La voz del mayor le ocasionó escalofríos, trayéndole los recuerdos de la noche uno a uno—. ¿Para qué mierda me querías, cuatro ojos? —preguntó este sin ningún ápice de amabilidad, fijando los ojos en Hange.

—Ah —habló esta por fin, esbozando otra de sus diabólicas sonrisas—. Para que ayudaras a limpiar el comedor. Ya sabes, el desastre de ayer.

—De acuerdo —accedió Levi, observando a Eren de reojo—. Espérate a que termine con cierta personita —Dicho esto, lo agarró de un brazo y se lo llevó a rastras del lugar.

—¡No lo dejes sin dientes, que los tiene muy bonitos! —vociferó Hange, carcajeándose a distancia.

Él sólo pudo temer por su vida.


En cuanto llegaron a un rincón, Eren se vio acorralado contra la pared, con el capitán mirándole completamente serio y amenazante.

—Repite lo de antes, mocoso de mierda —largó este, haciéndolo encogerse.

Sintiendo sus mejillas arder por la cercanía, pero con el miedo en su cuerpo, él bajó la mirada, agachando la cabeza. La presencia de su superior le producía explosiones internas, por lo que se encontraba del todo impotente sobre sus cuerdas vocales.

Durante una breve fracción de segundos, un manto de incómodo silencio los invadió; un silencio que fue roto por algunas de las palabras que Eren en verdad no esperó oír.

—¿Conque querías huir, eh? —inquirió Levi, abandonado su tono áspero y demandante para sustituirlo por uno más suave y coqueto.

Bastó ese comentario para que su rostro le hiciera competencia a una manzana madura; la vergüenza bullendo por cada poro de su ser.

—E-Esto... —balbuceó—. N-No era mi intención... O sea...

Callando su justificación a medias y sin sentido alguno, Levi lo sujetó del mentón, arrinconándolo más contra la pared, y le sonrió de medio lado. El corazón de Eren latió con fuerza ante tan simple gesto, llenándose de una tonta emoción.

—Dime, Eren... ¿te arrepientes de lo que hiciste? —le preguntó el capitán, acercando el rostro al suyo.

—¿Q-Qué pregunta es esa? —cuestionó él, abochornado.

—Contesta.

—Ah... Este, no lo sé, yo... —tartamudeó, intentando por todos los medios evitar la mirada del mayor, que se clavaba en lo más profundo de su ser—. Estaba muy ebrio...

Al escuchar su respuesta, Levi suspiró, apartando un poco la mirada.

—Yo no me arrepiento, la verdad —admitió con tranquilidad—. ¿Qué? —preguntó ante su evidente expresión de sorpresa.

—Y-Yo... —Eren desvió la vista por completo, avergonzado.— Yo tampoco...

Tras su confesión, él pudo observar cómo los ojos del capitán se abrían un poco más, demostrando, tal vez, una pizca de sorpresa. A continuación, este acunó su rostro entre ambas manos y, sin previo aviso, depositó suavemente los labios sobre los suyos, uniéndolos a ambos en un beso lleno de calma y afecto. Sus mejillas fueron teñidas por un rosa pálido que demostraban la timidez y felicidad que lo estaba recorriendo ahora mismo. Rodeando el cuello de Levi al tiempo que este abrazaba su cintura, Eren jadeó contra los labios ajenos y se aproximó más al cuerpo del capitán, volviendo el beso menos inocente.

Y desde ese momento, ambos supieron que algo empezaba entre ellos; que dentro de toda la mala hierba, siempre hay algo bonito que florece.

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