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—¿De verdad tienes que irte? —preguntó en un susurro la voz infantil.
Hermosos orbes zafiro se humedecieron ante el explícito dolor que acompañó esas palabras. La dueña los escondió tras largas pestañas y bebió la fresca brisa del océano para obtener algo de fuerzas.
Resignada dio la vuelta y miró con pesar al niño frente a ella. Suavemente se arrodilló a la altura del pequeño—Sí, Shippō. —Tragó saliva intentando aliviar el nudo en su garganta, el cual empeoró cuando las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas regordetas del zorrito—Sabes que me quedaría si pudiera… pero no es así… Ey, mírame. —Alzó el rostro de Shippō, que tenía la cabeza baja—¿Entiendes eso, no? —Él asintió débilmente—. Además, prometo que te enviaré cartas y regalos de cualquier sitio en el que esté.
La expresión del infante se volvió un poco más alegre—¿E-en serio? —Sonrió entre hipos.
Kagome le sonrió también—Por supuesto —respondió limpiándole las lágrimas con los pulgares y retiró un poco del suave cabello anaranjado en la frente del chiquillo para darle un beso, que lo calmó bastante.
Se levantó sin prisa y observó detenidamente al resto del grupo.
—Lo que acabo de decirle a Shippō también va dirigido a ustedes. Recordaré cada día los años que vivimos juntos. —Su rostro se tornó serio—. Y les juro que voy a solucionar ésto.
Sango lloraba a mares en el hombro de Miroku, quien tenía un brazo envuelto alrededor de ella mientras la acariciaba en un intento de consolarla. Aunque él sentía la misma tristeza.
Por otro lado, una escena similar sucedía entre un, como siempre, inexpresivo Sesshōmaru y la pequeña Rin. La niña se había abrazado con fuerza a una pierna del Lord, que en muestra de afecto posó una gran mano con garras en su cabecita. Él y Kagome compartieron un asentimiento, pues a pesar de no tener mucha relación sí existía un gran respeto mutuo.
Y por último, el más cercano a ella tanto personalmente como físicamente (en ese instante) después del kitsune… estaba Inuyasha.
Sintió una opresión en el pecho al conectar su mirada con esos ojos dorados, ojos que le transmitían cada sentimiento que él no expresaba.
El fuerte sonido de una campana a no muy lejos la sacó del trance profundo que se generó entre ambos.
Vió cómo los labios que hace poco había besado y que nunca más sentiría, formularon sin hablar "Itoshi teru, Kagome. Kōun".
Apartó la vista instantáneamente del hanyō, pues si lo miraba un segundo más no iba a ser capaz de subirse al barco que la llevaría lejos de él y sus amigos.
Esbozando la mejor sonrisa que alguna vez dio, se despidió de todos y subió al navío. Ya en cubierta fijó sus ojos en el peliplata con ropa carmesí.
—Watashi mo… Inuyasha…
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Pov. Kagome
No puedo creer que me esté sucediendo esto… Después de lo que pasamos, después de tanto esfuerzo…
Flashback
Me aferraba a Inuyasha con fuerza, temiendo perderme en ese vacío oscuro al que la perla me había llevado.
Su presencia me dio la valentía necesaria para decir lo que acabaría con todo de una buena vez.
—Shikon no Tama… ¡Desaparece para siempre!
La perla se fragmentó en mil pedazos igual que ese momento a mi parecer tan lejano y que nos trajo hasta aquí. Observé fascinada cómo a diferencia de ésa vez ahora se desvanecían.
La oscuridad alrededor nuestro se transformó en un dorado brillante y cálido.
Miré a Inuyasha con lágrimas de felicidad.
—Por fin, ha terminado.
La sonrisa que me dió es una que voy a atesorar siempre.
—Sí, así es.
Pero… en ese instante sentí una energía maligna familiar. La misma que emitía la perla cuando estaba contaminada.
De pronto volvimos a ser consumidos por la nada y una horda de demonios se materializó frente a nosotros.
—¡Maldición! ¡Ustedes de nuevo! —gritó Inuyasha furioso y me colocó tras él de manera protectora.
—¿Los conoces? —Le pregunté preocupada.
—Peleaba con ellos antes de encontrarte —respondió sin apartar la vista de los seres.
—Bien hecho, Miko —hablaron en conjunto, creando un macabro coro que me heló la sangre. La felicitación sonaba a todo menos sincera. No tenía un buen presentimiento.
A pesar de mi miedo los confronté—. ¿Qué hacen aquí? ¿Qué quieren?
Ante ésto rieron maliciosamente—Sólo vinimos a darte un obsequio antes de irnos... —Inuyasha dió un gruñido feroz, cosa que al parecer les causó más gracia—. Un obsequio… para que recuerdes tu victoria.
Con una carcajada de lo más siniestra, los demonios comenzaron a fusionarse.
No perdí el tiempo, preparé mi arco y flechas. Junto a Inuyasha nos pusimos en posición de defensa.
Sin embargo, antes de que alguno de los dos pudiera reaccionar se abalanzaron hacia nuestra dirección en una inmensa esfera de yō-ki y se adentraron en mi cuerpo.
Al instante, un dolor abrasador me recorrió desde lo más profundo y solté un alarido que obligó a Inuyasha a cubrirse sus orejas.
Observé en completa agonía cómo una esfera completamente diferente emergía de mí, era de un blanco puro.
«Kami, no de nuevo. Onegai.» Pensé horrorizada. Estaba pasando lo mismo que cuando resucitaron a Kikyō…
Me estaban quitando una parte de mi alma.
Extendí una mano con dificultad, intentando alcanzarla. Pero se desvaneció.
Sentí que perdía el conocimiento. Lo último que logré escuchar fue la voz de Inuyasha llamarme.
Abrí los ojos lentamente, la luz del sol me molestaba. Me apoyé en mis manos para poder sentarme—¿Qué…? —Miré confundida hacia éstas pues estaba tocando césped. Levanté la cabeza y me sorprendí al verme en un extenso claro.
Traté de incorporarme pero no tenía la fuerza suficiente.
—Tranquila —dijo una calmada voz femenina a mis espaldas.
Al parecer sí tenía la fuerza porque salté ante el susto que me generó. Di la vuelta y frente a mí se encontraba una hermosa sacerdotisa con una armadura samurái. Era…
—¿Mi-Midoriko? —tartamudeé incrédula.
Midoriko soltó una risilla—Así es. —Asintió con una sonrisa amable
—Pe-pero… —Respiré hondo para intentar no balbucear—¿Dónde estoy? ¿E Inuyasha?—Me congelé aterrada al pensar en algo—. ¿Acaso ésto es el cie…?
—No, no. Para nada. —Me interrumpió divertida.
—Uff. —Suspiré aliviada, pero la calma no me duró mucho pues su expresión cambió a una de lástima.
«¿Será por mí?».
—Kagome… —comenzó.
«Oh oh, definitivamente por mí».
—Kagome… tengo algo que decirte…
—Está bien, sólo dilo. —La insté a continuar—Lo único que quiero es descansar. —Apenas y podía mantenerme en pie. Sólo podía pensar en ver a Inuyasha y el resto del grupo, contarles que ya todo había terminado, celebrar con Kaede, baña-
—Kagome, te impusieron una maldición.
Esas palabras me impactaron. Caí al suelo incapaz de asimilar lo que me dijo.
Midoriko ante mi estado se acercó y arrodilló a mi altura. Posó una mano en mi cabeza y empezó a acariciar mi cabello suavemente mientras me explicaba.
—Los yōukais de la perla… ellos… te extrajeron una parte de tu alma y la alojaron en alguien al azar…
La miré sin entender, sin querer entender.
—Sin distinguir el género, lugar y… tiempo…
Coloqué mi cabeza sobre mis rodillas, sintiendo que iba a desmayarme de nuevo—. ¿Y puedo recuperarla? —pregunté sabiendo que seguramente aunque fuera posible no sería fácil.
—Sí… —dijo vacilante.
—¿Pero…? —Cerré los ojos con fuerza, esperando su respuesta.
—Pero para lograrlo… quien la posea debe enamorarse de ti.
Abrí los ojos como platos y levanté la cabeza de un latigazo—¡¿QUÉ?! —Me incorporé bruscamente y empecé a caminar en círculos—. No no no…
De todas las cosas posibles, eso no me lo esperaba.
Tiré de mi cuero cabelludo por la frustración—Asi que para recuperar mi alma tengo que... —Empecé a enumerar con mis dedos—: Encontrar a alguien que quizás aún no nació o que quizás sea del período antes de Cristo, que quizás esté al otro lado del mundo, que quizás sea una mujer y por lo tanto tenga que actuar en contra a mi orientación sexual… —Con cada punto sentía mi cordura desvanecerse—¡Oh! —Sonreí falsamente—. ¡O quizás muera antes! ¡Jajaja!
Mis "risas" se fueron apagando al ver el rostro de Midoriko.
—… Hay más, ¿cierto? —Ella asintió solemne—No te preocupes, no es culpa tuya. —Le dije ante la mirada de disculpa que me daba.
—Sólo dos cosas
—¡Pff! —Bufé—. Al fin una buena noticia. —Continué caminando en círculos para no sucumbir a una crisis nerviosa.
—La primera es que hasta que no recuperes tu alma, no vas a envejecer…
—¡Bueno, en vez de yo morir antes quizá vea al mundo acabarse primero! ¡Genial! —Alcé los brazos irritada.
Midoriko suspiró ante mi comportamiento—. La segunda es que si no encuentras a esta persona antes de que muera, tu alma se transferirá a alguien más. Cumpliendo las mismas pautas…
Cubrí mi rostro con mis manos—Definitivamente voy a ver el fin del mundo. —Negué resignada a mi destino plagado de desgracia—¿Sabes? —La miré—Creo que ellos se ganaron el premio al enemigo del siglo, je. —Solté una risa seca.
La Miko legendaria se paró de su posición y caminó hacia mí.
Tomó mi cara en sus manos y me relajé en su toque, buscando un poco de la paz de la que carecía en ese momento.
—Kagome… —Me sonrió amorosamente. Kami, me recordó mucho a mamá—Sólo voy a decirte que aunque no lo creas, esto te traerá mucho más de lo que piensas. —Abrí la boca para hablar pero me calló poniendo un dedo sobre ésta—. Cosas buenas.
«Mujer inteligente… o tal vez lee la mente.» Entrecerré los ojos con sospecha.
—Bueno… —Dirigió su vista al cielo—Llegó el momento de irme. —Regresó la mirada hacia mí y me dió un beso en la frente—Una pequeña bendición. —Guiñó.
Comencé a sentirme mareada. Justo antes de caer inconsciente logré escuchar:—Suerte, Kagome, el Ángel de la Música te guiará.
—¿Qué ca…?
Y mi mundo se tornó negro… de nuevo.
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Me removí inquieta por el murmullo de gente hablando.
—¡Kago…!
—¿Mamá? —farfullé somnolienta. Cada vez los gritos se acercaban más.
—¡KAGOME!
Me incorporé de prepo ante el alarido. Sacudí mi cabeza para despejarme un poco el sueño y mi vista fue atestada por las caras afligidas de mis amigos.
—¡Kagome! —exclamaron alegres.
De inmediato mi cuello fue asaltado por dos bracitos y una colita peluda me hizo cosquillas en la nariz.
Sango se sentó a mi lado y también me dió un abrazo que correspondí intensamente. Luego de unos minutos, nos separamos.
—Kagome-chan, ¿qué pasó?
—En realidad, qué NO pasó…
Fin flashback
A pesar de que tengo, literalmente, todo el tiempo del mundo, rezo que mi búsqueda no dure demasiado. Aunque con mi mala suerte capaz ese alguien es Hitler. Por lo menos Midoriko dijo que iba a obtener algo positivo, espero que sea verdad.
—De acuerdo Kagome, aquí vamos de nuevo…
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¡Saludos queriditos lectores! Aquí les vengo con una nueva historia entre mi uno de mis animes favoritos y una de mis películas favoritas: ¡El Fantasma de la Ópera!
The phaaaaaaaaaaaaaaantomoftheopera is theeeeeere
Insiiiide your miiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnd
No sé cómo se desarrollará ésto, lo que sí sé es que va a ser muy interesante.
Espero que le den una oportunidad, mañana subiré el primer capítulo.
? ¡Chau chau! ?
