Suki operó rápidamente al paciente con apendicitis, su pequeño paciente era nada más que un niño de diez años. Algo un tanto alarmante para ella. Consideró correcto ofrecerle un inocente beso en la mejilla como recompensa, estaba claro que el desapego de los padres les impidió acompañar al niño al cuarto de recuperación. Pero incluso con tales comportamientos el niño simplemente le dedico una sonrisa tímida, les agradeció la linda atención por parte del equipo de enfermería y doctores hacia él y se fue rodando encima de su silla de ruedas.

Suki Itō fue una mujer de porte imponente y semblante estoico. Su pequeño tamaño de 1.65 no fue gran problema al graduarse en la carrera de cirujana pero ciertamente le causaba un leve sentimiento de ansiedad y envidia por las mujeres de altura. ¿Tal vez tacones más altos serían de ayuda? No pudo evitar notar que ese niño de diez años la supera en estatura por unos centímetros. ¿Qué les dan de comer a los niños actualmente? Suki a la tierna edad de diez años podía confundirse con un átomo.

Deslizó sus dedos a través de su pantorrilla hasta el tendón de Aquiles, sobando un poco para menguar las punzadas incómodas causadas por los tacones tan malditamente chiquitos y altos. Mieerda.

"Utilizar tacones altos no es sano, Suki-san" opinó cautelosa la señorita Min, enfermera en la zona infantil. Ella se sentó enfrente de Suki, sonriéndole en corto y después procedió a degustar su almuerzo ",puedo sugerir colocar unos parches para evitar empeorar la rozadura. Quizá exista un par de zapatos cómodos por ahí perdidos en mi casillero, si quieres, puedo ir por ellos para ti."

Estaba tan tentada en aceptar la sugerencia y darle un gran abrazo por comprender su dolor pero una tercera persona interrumpió la plática. "¡Suki-sensei! La he estado buscando por todo el hospital; esperé dos horas para encontrarla después de la cirugía de apéndice pero cuando me dirigí hacia allá la habitación de descanso se encontraba vacía… "

Su aprendiz, Johin, parloteo e intentó controlar su agitación. "Respira Johin" Min acarició circularmente su espalda para otorgar tranquilidad. "¿Para qué buscabas tan desesperada a Suki-san?"

"...¡La asamblea se adelantó, y debemos irnos ya mismo para alcanzar los mejores puestos en el público...!" manifestó Johin.

"Maldición... " Suki maldijo en voz alta, saltó de su asiento y corrió junto a Johin hasta la parte trasera del edificio y luego poder cruzar el campus. Una misión de correr. Y ella con tacones. "¡Adelantate y siéntate en uno de los asientos, pon tu bolso en mi lugar!"

"P-pero no tengo bolso"

Suki envolvió en una bola su bata médica con identificación, pensó un poco en dejarla en los bolsillos pero finalmente la sacó y colocó en las bolsas de su pantalón negro, presencio cómo los medicos se atiborraron en el campus en dirección a la asamblea. ¡Joder, joder, joder!

El cielo oscuro crujió anunciando una… ¿tormenta? ¿¡Ahora!?

"¡Corre, corre, usa esto!" Miro al cielo maldiciendo a los dioses o al universo, lo que existiera primero. El día anterior fue específicamente un dia caluroso y tranquilo, justamente ahora necesitaba esa relativa tranquilidad para ir y dejar su nombre en lo más alto de una montaña frente a los directivos y conseguir más presupuesto: y así… y así darle mejor mantenimiento a las salas de recuperación, surtir los medicamentos, mejorar las camillas, o tan solo conseguir horas de almuerzo decentes para sus enfermeras.

"¡Sensei! ¡Cuidado, corr-...!

Se decía que en gran parte de la zona norte existían bestias terribles y feroces, sin una sola gota de cordura. Los campesinos y leñadores especularon acerca de dichas bestias semejantes a los osos, pero mucho mayores en tamaño y fuerza. Algunos a sobrepasar el tamaño estándar de un oso saludable en plenitud de su juventud. De hecho, un leñador que logró escapar de un trágico ataque en su aldea, mencionó jurando que escuchó a una de estas criaturas hablar como un hombre.

Muchos escépticos desestimaron las historias a pesar de la desesperación con la que narraron los asesinatos de familias enteras. Los pueblerinos realmente ignoraron las advertencias siguiendo con sus vidas con la mayor normalidad posible, caminaban confiados por las noches y vagaban por el bosque con libertad con el sol escondiéndose en sus espaldas. Una noche desgarradora dos familias de cultivadores fueron cruelmente desmembrados, se murmura que fueron sorprendidos haciendo rituales oscuros. Nada más alejado de la realidad.

Pocas semanas después una tercera familia fue asesinada de la misma manera, en comparación con las dos familias de cultivadores ésta era una familia honrada, bien posicionada dentro del mercado de venta de leña y carbón. Aquellos que se burlaron y menospreciaron las advertencias de las historias contadas, ahora les embargaba el terror.

Temían morir a la noche siguiente.

Los meses pasaron lentamente, y para los pobladores el reloj parecía detenerse demasiado en cada 'tic tac' y las noches se alargan una eternidad tortuosa repleta de ansiedad y temor. Los ataques fueron constantes y las víctimas, en su mayoría leñadores indefensos, comenzaron a contarse por decenas dejando atrás sus casas vacías y destrozadas por un huracán.

Pocos leñadores se aventuraron en la profundidad del bosque orando a Dios por no encontrarse con el oso o la bestia que desmembraba cuerpos; algunos no tuvieron suficiente suerte y jamás regresaron a casa después de una jornada de trabajo. Muchos cadáveres no fueron encontrados y otros fueron rescatados por partes irreconocibles. Los líderes del pequeño pueblo decidieron confiar sus penurias a los dioses y profetizaron tranquilidad para todos asegurándoles que estas tragedias llegaron a su fin.

Pecaron de ingenuos.

Alejados del pueblo una pareja de esposos con dos hijos gemelos conviven tranquilamente. Trabajan reuniendo y talando madera para vender y a la par para suplir la necesidad de una fuente de calor por la noche. Muichiro, el menor de los gemelos era un joven curioso pero lo suficientemente tímido para depender de la fortaleza emocional de su hermano mayor Yuichiro.

A penas a sus diez años ambos gemelos tenían rostros hermosos y sus ojos eran verde menta como dos grandes cristales brillantes. El pronóstico invernal se acercaba y la acogedora familia se preparó con antelación para recibir las bajas temperaturas, cambiaron las tejas viejas por pedazos de madera gruesa envuelta en lodo y hierba seca. El padre de fuertes brazos bañados en músculos bien formados y flexibles cazó animales pequeños y medianos desgarrando las pieles para confeccionar ropas cálidas para su esposa e hijos, separó la grasa de la carne roja para comerla después.

Desafortunadamente sus esfuerzos no fueron suficientes para el bajón de temperatura tan abrupto en el clima. La mujer del leñador se debilitó una noche de tormenta, el viento azotó el techo y puertas de madera dejando entrar al cálido lugar rafagas heladas de viento. El hombre se preocupó por la salud de su esposa, e impulsado por la desesperación salió de su hogar en busca de remedios.

Jamás regresó.


Muichiro tembló, su pálidas piernas expuestas al gélido aire le provocó una temblorina adorable. Todos los días se sentaba en el tronco a la salida de su choza esperando a su padre, lloraba por no saber qué sucedió con exactitud con su padre. Pero Yuichiro no le permitió estar de luto demasiadas horas, todavía tienen la responsabilidad de cuidar a su madre delicada de salud.

"Hermano… " llamó a su hermano temeroso de recibir reprimendas pero en cambio no recibió una respuesta por parte de Yuichiro, entonces decidió guardar silencio. Apretó su yukata ocultando las lágrimas con el espesor de su cabello.

"Debemos buscar el remedio para nuestra madre."

"Sí…"

Sin embargo, cuatro meses después de la muerte de su padre, su madre lo siguió en su camino a la siguiente vida. Fue un golpe duro para ambos gemelos pero irónicamente el único visiblemente afectado era el menor de ambos hermanos, Yuichiro insultaba con frecuencia la debilidad y falta de criterio de su padre y madre. Eso hería profundamente a Muichiro.

Trabajaban arduamente y sin descanso por las mañanas hasta el atardecer cuando sus cuerpos no les permitía recoger un solo tronco más; muchas veces Yuichiro cocinaba y otras simplemente le dejaba ese encargo a Muichiro pero sinceramente no se atrevía a probar bocado durante el día o la tarde, le causaba estragos consumir comida tan parecida al sazón de su difunta madre.

Por alguna razón se guardó ese detalle para él mismo. La interpretación del gemelo menor era más desatinada, creyendo que odiaba comer la comida que él preparaba.

"Oye hermano, bajemos de la montaña" comentó entusiasta, rápidamente notó el error. La cara inexpresiva e impasible de su hermano se enrojeció, clavó profundamente innecesario el cuchillo sobre la tabla de cortar.

"¡¿Estas diciendo que abandonemos nuestro hogar?!" gritó en respuesta "¡¿Cómo podría un niño sobrevivir sino es como vagabundo en las calles!?" Muichiro abrió los ojos sorprendido por las palabras tan crueles de su hermano, jamás pensó que su hermano sería tan severo respecto a abandonar la choza; para él ya no tenía sentido seguir permaneciendo en las montañas. "¡Déjate de estupideces!"

Nuevamente las expectativas de Muichiro se vieron pisoteadas.

Durante el verano no cruzaron palabras de no ser meramente necesario. Aunque estuvieron a punto de desfallecer en múltiples ocasiones por las exigentes jornadas de tala, ninguno se dignó a manifestar su malestar ante el otro, preferían guardar esas "trivialidades" para ellos mismo.

"Hermano, saldré por algo de agua al río" indicó bajo, se colocó una pequeña pañoleta en la cabeza y cargó con la garrafa vacía. Muichiro mintió acerca de ir por agua, en realidad había dos garrafas llenas del líquido, pero estar encerrado con su hermano curiosamente le causaba un cansancio inexplicable. Inventaba cualquier excusa para salir a caminar al río y cortar pasto mientras admiraba la luna un rato. Las advertencias disimuladas de su hermano no lo hicieron cambiar de opinión para seguir escapando.

Mientras arrancaba algo de pasta con sus dedos la tranquilidad y el silencio se tornó confuso. La única fuente de luz era la luna brillando sobre las copas de los árboles, reflejando su nitidez sobre el riachuelo transparente, eso era hermoso de admirar, contenía una tranquilidad envidiable.

"...Alguien… ayuda…" Muichiro se asustó por la inesperada presencia, volteó en todas direcciones alarmado intentando darle auxilio pero no encontró nada "Ayuda…"

Muichiro corrió río abajo. Cerca de un árbol una dama se arrastraba, boqueaba y murmuraba incoherencias, acelerando el paso y dando brincos de conejo llegó hasta el árbol, le tendió su mano. "¿Qué haces aquí?"

Los negros ojos de la dama brillaron con esperanza, el gemelo algo inquieto la escudriño; eso… usaba ropa de hombre. Muy ceñido. Esa ropa no servía para caminar, era muy apretado, parecía una segunda piel más oscura, era claramente tela.

"Agua… agua…" masculló entrecortado, tragando la poca saliva que tenía. Se veía desgastada y agotada, pero sobre todo, aterrorizada.

"Aquí"

La extraña mujer bebió toda la garrafa de agua y luego exigió más.

"Gracias, de verdad gracias. Estaba tan... " agradeció complacida, Muichiro la interrumpió pues no le importaba darle algo de agua, no era suya.

"¿Por qué usas eso?" preguntó confundido, tocando un poco el extremo de su pantalón de vestir. Su blusa era bonita, con decoraciones modestas en un hombro pero la tela transparente no dejaba mucho a la imaginación.

"...¿Esto?" replicó ella colocando su mano sobre su muslo, si a eso se refería se echaría a reír.

"Sí, eso."

"Es un pantalón" su respuesta no fue burlesca pero tampoco fue seria. Seguro estaban bromeando con ella.

"¿Eso… no lo usa un hombre?" Muichiro inclinó su cabeza confundido por ver una mujer portando un pantalón. Suki se rió de él.

"¿En qué época vives? ¿Hm? Por supuesto que una mujer también lo usa. " aseguró estando cerca de explotar, quería irse a casa, darse un baño, dormir y luego encargarse del desgraciado que estructuró esta broma sin chiste.

"...¿De qu-?" antes de preguntar por cuál era el chiste en lo que dijo un desagradable sentimiento subió por su columna hasta estrellarse en su estómago. La vilis escaló por su esofago hasta casi hacerlo vomitar. Hermano.

Se alejó demasiado.

"Oye regresa aquí" Suki gritó poniéndose en pie, los tacones le estorbaron pero no le daría el placer de verla desaliñada a quien sea que planeó la pesada broma. "Te estoy hablando mocoso, vuelve aquí de inmediato."

Muichiro la miro algo enojado por ser llamado mocoso pero no detuvo su andar, en su lugar aceleró.

Suki lo siguió pisándole los talones.

"..." La puerta de la cabaña se encontraba destrozada y abierta de par en par, la bonita madera que se esforzaron por cuidar después del fallecimiento de sus padres fue desgarrada de arriba abajo. El conocido olor a sangre proveniente del interior de la casa de madera alertó a Suki "Oye, qué carajos está pasando. Detengan esta mierda, es suficiente me oyen…"

El sucio e impropio vocabulario fluyó como agua por su boca, con sencillez y sin esfuerzo. Natural.

Espeluznantes gruñidos bestiales salieron por el interior de la cabaña consumida, Muichiro se adentra sin estimar el peligro que podría traer la bestia presente, Suki aunque no deseaba entrar el juramento de cirujano la obligó a entrar al lugar en caso de que algo en esa broma haya salido mal y alguien esté en riesgo.

"¡Hermano!" El gemelo gritó pavoroso y a todo pulmón, sin retraso salió proyectado por la ventana de madera, cayendo sobre su costado. Gimió. Suki abrió los ojos ensimismada por el ataque, sin habla y shock brincó al lado de Muichiro para levantarlo y gritarle al bromista que su chiste estaba sobrepasando los límites.

Quería saber cómo carajos la llevaron hasta una montaña y luego la abandonaron durante un día entero sin agua ni alimentos. Estaba furiosa.

"¡Escuchen, paren esto idiotas, lo lastimaron!"

Nadie respondió. Muichiro apretó su mano con temor.

"Mi hermano… mi hermano…" tartamudeo pálido como un cadáver. Suki le dedicó una mirada confusa esperando una explicación "Por favor ayúdalo…"

Suki dudó en dejarlo pero los ojos lagrimosos llenos de dolor e impotencia fue suficiente para levantarse del suelo y dirigirse a la cabaña. Gritó tan fuerte como sus pulmones se lo permitieron al ser derribada por un hombre desencajado y manchado de sangre alrededor de su boca y atuendos desgastados.

La acorraló contra el suelo deteniendo sus manos contra el polvo y acercando peligrosamente su voraz boca con dientes afilados.

"¡Suéltame, suéltame!" Pataleo golpeando las partes nobles del hombre sin resultados, giró su rostro buscando algo para defenderse pero tener sus manos encerradas limitaba sus posibilidades.

Cerró los ojos esperando lo peor. Ser asesinada o ser…

"¡Apúrate!" Muichiro manifestó su fuerza clavando estacas de madera en las piernas del atacante. Suki aún no salía de la impresión pero un gran alivio bañó su estómago y entrañas, regresando a su lugar el ácido del saco. Tropezó con las irregularidades del suelo hasta pasar el marco de la puerta.

Jadeó estupefacta. Esto no puede estar pasando. No puede.

Su instinto la hizo moverse como la luz hasta el muchacho igualmente parecido al mocoso, sus ropas empapadas en sangre y la ausencia de un brazo fue impresionante de ver incluso para un cirujano experimentado. Mordió su labio y se disculpó innumerables veces con el joven por tener que moverlo con tantas heridas.

"Lo siento de verdad pero necesito que me obedezcas." Dijo ella arrancando tela de una cobija sobre el suelo. "Muerde"

Yuichiro mordió el trozo de cobija y miró a la mujer. No podía distinguir más que luces y figuras difuminadas.

El torniquete que Suki le colocó en cierta forma aliviar algo de su dolor. "Todo va estar bien pero necesito que te quedes conmigo, respira por la nariz y háblame"

"... Muichiro…"

"¿Quién es Muichiro?" Incentivo Suki.

"Mi… hermano…"

"¿Qué edad tienes?" Preguntó Suki trabajando rápido sobre las heridas más graves, improvisando cúter quirúrgico con un cuchillo y cerrando heridas quemando la parte expuesta con el metal ardiente por la chimenea.

Dos horas más tarde Yuichiro estaba relativamente estable. Suki recargó su frente contra la frente tibia del paciente: la temperatura no bajaba y eso no era una buena señal.

No podía hacer más con tan pocos recursos.

"...M-mui…" Recordó la existencia del otro gemelo, su pulso se aceleró y temió por la vida del chico. Lo descuidó y lo dejó con un asesino.

Se asomó por el marco de la puerta rota "¿Muichiro? ¿Muichiro?" Sus ojos picaron y su garganta se cerró. No, por favor no.

"¿Muichi-chiro?" Siguió llamando su nombre hasta alejarse unos metros de la cabaña.

"Aquí…" suave y apagada, Muichiro respondió. Casi en un suspiro.

Dios mío.

Éste niño no es normal.

"Y-yo… uhm… " carraspeó "Tu hermano necesita medicamento"

"No tenemos dinero…" dijo él con dolor, sin apartar la mirada sobre el descuartizado "ni siquiera puedo pagarte tu servicio como médico…"

Suki en realidad no estaba pidiéndole un pago pero sí pediría información a cambio. Era lo suficientemente inteligente y tuvo demasiado tiempo para meditar lo ocurrido, lo que sucedió y el lugar dónde se encontraba.

Pero su deber como profesional era investigar.

"No quiero dinero" Muichiro la miró con esperanza, esperando que la deuda fuera perdonada de alguna forma "pero necesito algo a cambio".

"Entiendo… yo… aún soy joven pero si te sirvo, entonces estoy a tu servicio" el jovencito se inclinó sobre su rodilla mostrando sumisión y aceptando su destino. Eso fue muy lindo pero Suki no pudo evitar sentirse con una impura salvaje.

"Demonios no… levántate" con las mejillas rojas de la vergüenza Suki lo hizo levantarse jalando su brazo al cielo, ganándose una mirada confusa "vamos no me veas así. Mi código ético jamás me permitiría tocarte, eso es algo imperdonable. Sigues siendo un niño"

Muichiro pareció comprender porque tan pronto se puso de pie se tornó tan rosa como un durazno maduro. "También eres un niño, no hay t-tanta diferencia…"

Suki suspiró profundo apelando a su lado profesional, pero de pronto algo hizo clic en su cabeza. "...Oye… ¿cómo me veo?"

El durazno frunció las cejas antes de responder "¿Viva?"

"Eso no, mi apariencia"

"¿Linda?"

"¡Dame un espejo!"


Algo no cuadraba en su cabeza. Piezas faltaban y eso la frustró en sobre manera, a ella le encantaba tener las respuestas, es por eso que se especializó en una de las profesiones más complejas en estudios. La estimulaba tener camaradas competentes y sobre todo competitivos, ese era el motivo por el cual se seguía esforzando aún cuando ya era una eminencia en su campo.

Ahora que la ficción estaba volviéndose realidad ya no sabía distinguir entre el conocimiento verídico y la ciencia ficción.

Muichiro le contó todo lo que sabía de su actual época, un poco extrañado pero aún agradecido respondió con calma las dudas de Suki: procuró darle detalles de la cultura, de los conflictos, de la tecnología y de la sociedad. Era algo que ella ya sabía pues es de su país del que hablamos pero la diferencia de época era más de lo que pudo asimilar. Iniciando por el hecho de que ya no se encontraba en su actualidad, en la Era Reiwa.

"¿Algo te preocupa?"

Debido a la poca credibilidad de su historia y de no querer parecer una jodida loca del cerebro optó por guardarse detalles tan importantes y relevantes como que ella venía de una actualidad en dónde la comunicación era no sólo por cartas sino por teléfonos móviles con redes inalámbricas que rodeaban el globo terráqueo en segundos.

Y no sólo eso.

También el hecho de que su rostro pertenecía a la suya en la edad de la pubertad: catorce años.

A los dioses les agradeció que el acné no estuviera ahí como en su pubertad original y que sorprendentemente el cuerpo de esta Suki se mantenía en forma. Cómo si éste cuerpo fuera especialmente hecho para pelear.

Ni de coña.

Ella juró jamás hacer daño a un humano. Pero resulta y acontece que esas personas sin cordura a veces eran lo más cercano a bestias.

"Sí, necesitamos un medicamento especial para tu hermano" evadió la pregunta con una respuesta satisfactoria y perfecta.

Hablar de los sentimientos ahora mismo sería agotador.

Toc toc

La puerta improvisada por Muichiro crujió, y de ella se manifestó el rostro impasible de una mujer con kimono de calidad y telas brillantes propias de una mujer con clase y estatus.

"Buscó a Tokito Muichiro y Tokito Yuichiro"


"Me presento, Soy Ubuyashiki Amane" Se inclinó suave como una delicada mujer con porte y entrenamiento en el arte de saludar con gentileza. "He venido por ustedes, a nosotros nos gustaría cuidar de ustedes en nuestro hogar como nuevos miembros del cuerpo de exterminio".

Suki no se pudo resistir a preguntar con agresividad "¿Por qué razón? Estos chicos son sólo niños, a parte ¿Cuerpo de exterminio? "

"Tenemos razones para creer que la familia Tokito es descendiente de espadachines" respondió "El cuerpo de exterminio se dedica a exterminar a los demonios come humanos".

Muichiro y Suki se miraron, igual de confundidos.

"...¿A ambos?" Muichiro preguntó por la cabida de su hermano dentro de los planes de la mujer.

"Sí, ambos. Ambos serán entrenados por un cultivador experimentado, recibirán sueldo y cuidados médicos."

Ahí radica la palabra clave. Medicamentos.

"Aceptó" sin dudar el gemelo menor aceptó la oferta. Su prioridad es y siempre será la salud de su hermano. Amane se vio notablemente complacida.

"Espera, espera" Suki sostuvo sus hombros, sacudiendo "¡No puedes irte con el primer extraño que te ofrezca ayuda, ni siquiera sabes quiénes son!"

"Tampoco sé quién eres"

Bien, debía admitir que eso sí fue un golpe bajo.

"Su habilidad para resolver el conflicto con las heridas mortales de Tokito Yuichiro fueron admirables: en nuestra organización hay médicos y expertos que estarían sumamente complacidos de conocerla" Amane era realmente intuitiva.

Perfecto. Instrumentos quirúrgicos capaces y medicamentos. Eso era un verdadero alivio. Podría atender adecuadamente al gemelo mayor.

"Bien. Pero que quede en el acta que soy yo a quien le debes la vida mocoso"

"Yo te salvé primero"

"...No te aproveches de mi buena voluntad, Muichiro"

"Perdón"


Por milésima vez probó el polvo. Shinazugawa no tenía compasión.

"¡Eres tan jodidamente débil! ¡Párate ya, deja de holgazanear!" su pecho con cicatrices se flexiona haciendo presión en los músculos y expandió los pulmones, calentando el torrente sanguíneo.

"¡No soy débil estúpido!" Suki, ahora nombrada como aprendiz del Pilar del Viento debía aprender a cuidar de sí misma para poder ir al campo y no morir en el intento. Su plan original era ser simplemente el médico del grupo de expedición, quién diría que, Ubuyashiki, cabeza de los cazadores le pidiera explícitamente formar parte del cuerpo de exterminio como espadachín meses después de su acoplamiento a la villa Butterfly. Y tal vez a la larga recibir el honor de ser sucesora de la respiración del viento. La adorable Pilar de las Flores padeció la pérdida de un gran médico como Suki pero aceptó rápidamente cuando se trató de un pedido hecho por el patriarca.

Suki se postuló para ser aprendiz de la familia Rengoku pero… su carácter se complementa a la perfección con la personalidad de Shinazugawa Sanemi.

Debidamente Sanemi jamás en su vida había conocido a una mujer tan vulgar en su hablar como Suki y eso lo hizo digerir mejor el hecho de tener que lidiar con un aprendiz sobre su pellejo. Soportar una nueva habitante en su villa fue un reto.

Yuichiro despertó dos días a su llegada en la finca Mariposa, completamente asustado y aterrorizado, en estado de shock y sufriendo un severo trauma psicológico. Pero logró sobreponerse gracias al apoyo constante de su gemelo, y aunque se enojó fuertemente con él por aceptar un trabajo tan arriesgado como ser cazador entendió la decisión de su hermano.

Gracias a sus palabras alentadoras Muichiro alcanzó su puesto como Pilar de la Niebla.

La primera en recibir la noticia fue Suki.

Con la mirada reprobatoria de Sanemi encima de ella se vio obligada a compartir la información del nombramiento a mitad del entrenamiento: no hubo signo de sorpresa.

Aparentemente él ya sabía. Los Pilares deben aprobar el nuevo nombramiento antes que nadie, y una vez den su voto Ubuyashiki delibera.

"¡Enana escurridiza, conejo de mierda, regresa inmediatamente!" Sanemi la persiguió por toda la villa del Viento pero Suki se encontraba empeñada en salir e ir a felicitar a Muichiro.

"¡No quiero!" Hizo pucheros.

Segundos después se encontró aprisionada por los músculos de Sanemi, ciñendo su estómago contra el hombro del Hashira.

"...Si me dejas ir te haré ohagi".

Tentador. Muy tentador. Pero..

"Ni siquiera sabes cocinar, pequeño demonio mentiroso".

¿Cómo decirle que ella era una anciana en comparación suyo?