Zwiegesang
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Nápoles, Italia
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Se encontraban reunidos en esta ciudad italiana dos buenos colegas: Shura y Deathmask quienes estaban sentados a la mesa de un restaurante esperando a que les sirvieran la comida del día. El primero decidió emprender un viaje vacacional a casa de su amigo durante un par de semanas, estaba algo aburrido de la soledad luego de su ruptura hacía poco más de un año y pensaba que, quizás, ya era momento de buscarse alguien nuevo y diferente. Alguien con quien empezar algo pero no encontraba a nadie, ninguna de las caras bonitas que su amigo le presentaba con tanto entusiasmo lograba despertar algo en él.
Lanzo un largo suspiro mirando al vaso con agua que tenía enfrente.
—Tranquilo amigo. He planeado para esta noche una salida entretenida con varias chicas que conocí hace poco en una fiesta —comenzó a decir bastante animado.
—¿Una fiesta?
—Si, es uno de esos grupos de chicas que hacen turismo durante las vacaciones de verano, hay varias caras bonitas entre ellas. Seguro que con, al menos, alguna te entenderás bien. Les he hablado mucho de ti —le aseguro guiñándole un ojo.
—Me gustaría que las dejaras conocerme para formarse una opinión antes de decirles algún disparate que luego las decepcione.
—Vamos no digas eso, ¡tienes que aprender a venderte! Y ya luego que ellas piensen lo que quieran —vacío su cerveza en un vaso escarchado lanzándole una mirada de desaprobación—. Primero deben pescar el anzuelo.
—No sé, encuentro cuestionable ese método tuyo para ligar muchachas.
—Pues me ha funcionado bastante bien —le guiño un ojo sonriendo al tiempo que terminaba el contenido del vaso—, no por nada este año he salido con bastantes chicas lindas. Ya verás, esta noche conocerás a alguien que llame tu atención y ¡bingo! Te garantizo una noche entretenida con, al menos, una de ellas.
Shura no respondió, sin embargo la idea no lo entusiasmaba siendo honestos. Todas las chicas con las que coqueteaba su amigo tan descaradamente eran, de muchas formas, iguales; tan solo cambiaban los tonos de piel, el color de ojos y cabello pero, en si, eran chicas cortadas por el mismo patrón sin nada realmente diferente entre todas. Trataba de encontrar la mejor forma de zafarse de tal experiencia concluyendo que, en realidad, no había nadie para él en el futuro cercano.
Se quedaron en los alrededores de la playa el resto de la tarde donde Deathmask aprovechó para ligarse a otras chicas que caminaban por los alrededores, siempre alardeando de esto y lo otro mientras Shura lo observaba apenas si sonriendo un poco, apenas siendo educado cuando alguna de ellas hablaba sobre algo. Todas eran turistas que estaban en años sabáticos antes de entrar a la Universidad o bien eran estudiantes o empleadas en días de vacaciones. Lo que el joven percibía era que todas estaban en búsqueda de aventuras desechables que contar a sus amigas para matar el rato, de experiencias fugaces con hombres de otros países y nada más. No era que él fuese la persona más intensa del mundo pero, la predilección de su amigo por las relaciones express terminó por fastidiarlo.
La fiesta que organizo esa noche en su apartamento no fue la excepción aunque Shura hizo lo posible por divertirse teniendo la oportunidad de conocer a un par de chicas que, si bien no eran del todo distintas al resto del grupo, tenían un poco más de charla. Tampoco falto la oportunidad de intimar con alguna, una que otra ya entrada en copas se le acercaba con intensiones de llevarlo a la cama siendo rechazada hábilmente, él no estaba de humor para eso con alguien entrado en alcohol.
Evidentemente su amigo aprovecho varias de las oportunidades ya que se desaparecia por espacio de una hora o así.
En ese momento decidió que era momento de terminar las vacaciones respirando agradecido por volver a la soledad de su casa.
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Bamberg, Alemania
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No era un asiduo lector pero reconocía que el Kleiner Espresso que servían en la cafetería de la librería ubicada sobre la calle Maximiliansplatz era su favorito, a veces iba ahí solo por el placer del café y, a veces, por los libros. La visita al apartamento de su amigo en Nápoles no fue lo que esperaba así que cortó antes indicando que debía volver por algo de trabajo, era obvio que este no se lo creía, sin embargo respetaba sin cuestionar el por qué prefería estar solo luego de su trágica ruptura o el por qué no se buscaba aventuras sin responsabilidades.
—Algo así te vendría bien luego de estar atado por tanto tiempo. ¿Cuánto duraste con ella, cinco o seis años?
—Si algo así.
—Bueno pues ya es momento de que espabiles y te diviertas. A nadie le hace mal un poco de frivolidad en las relaciones.
—La verdad creo que llevas ese concepto al extremo —respondió honesto.
—Claro que no —este se recargó en la silla echando la cabeza para atrás—, se venderme pero siempre soy honesto, solo digo lo que quiero y lo que no. Ellas ya saben a qué atenerse. Sería mucho peor si les mintiera y no soy tan caradura como para hacerlo.
—¿Y ellas aceptan tus condiciones?
—Por supuesto que no, siempre piensan que estoy mintiendo que soy un tipo que no sabe lo que quiere o que solo quiere jugar y así.
—¿Valdría la pena dejarse llevar un poco? —pensó mirando el café sobre la mesa.
Observó sin mucho interés a las personas pasar delante de él al interior del establecimiento. Personas de todas las edades entraban y salían de aquella librería, todas se veían iguales a fin de cuentas. Algo hacía que se vieran como muñecos de papel no obstante, una cara puede resaltar de las demás sin que no se lo espere. Una joven vestida de negro iba con paso despreocupado por la calle entrando en la librería, reviso un poco el lugar antes de pasar al interior cruzando la mirada con Shura por unos segundos. Este vio que la chica tenía unos ojos y aspecto muy interesantes, por lo menos se veía diferente de las demás que había conocido estos días.
Se quedo un momento más en la silla hasta que se puso de pie de un salto y entro para buscarla, solo quería verla una vez más corroborando que podía ser capaz de conocer a alguien diferente. Si no había oportunidad alguna bastaría con fingir un poco y salir del edificio en un acto de escapatoria de emergencia.
Recorrió los concurridos pasillos con la esperanza de encontrarla en alguno, una joven como ella no pasaba desapercibida tan fácilmente por lo que ubicarla en medio del bullicio no sería difícil. La encontró revisando los libros en la sección de Literatura Clásica observando los títulos y apilándolos en una de sus manos, llevaba por lo menos seis títulos en diferentes ediciones. Caminó hacia ella tratando de no verse obvio pero al querer corroborar que nadie los miraba choco con la joven haciendo que los libros cayeran al suelo.
—Disculpa, estaba distraído —se inclinó para ayudarla a recogerlos apreciando nuevamente sus ojos, su cabello negro y lacio que hacia contraste con su piel alabastra y su vestido de encaje negro—. Veo que te gustan los clásicos.
—Si, llevaba un tiempo buscando estos —respondió la joven cortes.
La chica lo miro con cierto interés, alguien como él tampoco se encuentra todos los días. Un joven de cabello negro alborotado, ojos verdes y considerable altura llamaba la atención de cualquier mujer, así como ella. Rápidamente calculó que seria unos veinte centímetros más alto y se le veía tan amable como cualquier otro empleado de la librería.
—En el piso de arriba hay unas ediciones más bonitas.
—¿De verdad?
—Si, ¿gustas que te muestre?
—Por supuesto —ella sonrió pensando en lo que los empleados deben hacer para ganarse una comisión empezando por ese fingido interés en las compras de sus clientes.
Lo siguió sin más por el pasillo hasta el piso de arriba mostrandole el estante donde había varias ediciones de pasta gruesa, colores vivos y los títulos en letra enorme color dorado.
—Son hermosas, gracias por la recomendación —dijo la chica sonriente.
Nuevamente apilo sobre su brazo unos seis títulos por lo que, Shura aprovecho para ofrecer su ayuda y llevar todo eso a la caja. La joven no dijo nada y solo permitió que este la ayudara agradeciendo el gesto. Ella pago mientras el cajero guardaba todos los títulos en una amplia bolsa.
—¿Alguien te ayudara a llevar todo esto? —pregunto observándola con interés.
La joven únicamente sonrió cerrando los ojos, ya se olía una treta como esa. Bien, iba a seguirle el juego un rato más ya que ahora sabía que no era un empleado de la librería sino alguien que solo estaba en búsqueda de algo rápido y sin compromisos al parecer.
—¿Podrías ayudarme tu? —respondió guiñándole un ojo.
—Claro.
Ambos salieron mientras él llevaba la enorme bolsa con todos los libros dentro.
—¿Hacia dónde te diriges?
—Hacía allá —la chica señalo calle arriba, hacia Vorderer Graben—, es muy cerca de aquí.
—De acuerdo, te ayudare a llevar esto a tu destino. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
—Soy Pandora —respondió cortes andando a un lado suyo.
—Es un nombre poco común pero suena bien.
—Gracias. Eres muy amable por ayudarme a cargar la bolsa cuando no tenías por qué hacerlo.
El se encogió de hombros mientras caminaron por unos minutos más hasta llegar a un hermoso edificio color claro con amplias ventanas cuadradas al final de la calle. Pandora se detuvo delante de la puerta mirándolo con amabilidad.
—Es aquí.
Shura leyó un par de anuncios que había fuera indicando que ese edificio era el Conservatorio de Música. No se esperaba que lo fuera a llevar ahí.
—Toco el arpa en la orquesta —se adelantó a responder la pregunta que él no sabía como formular ya que, claramente, no se esperaba ese giro. Era seguro que ese joven, como los demás, esperaba que ella lo llevara a su casa o algo así—. Esta noche daremos un recital por si estas interesado en asistir.
—¿De verdad? —si que era diferente, era la primera que le decía que era interprete— ¿a qué hora es?
—Es a las ocho.
Ella le mostro el cartel del evento que estaba colgado afuera del edificio. Shura capturo una foto rápidamente con la cámara del móvil.
—La entrada no es costosa, puedes traer a quien gustes, como tu novia por ejemplo.
—Eh… no hay novia y si, suena interesante. A las ocho entonces —le entrego la bolsa sonriendo.
—Si. Gracias por ayudarme a cargar esto. Vielen dank —dijo sonriente.
—Gerne —le respondió con un gesto que llamo la atención de la joven.
Ambos se despidieron y Pandora entro en el edificio llevando la bolsa con los libros colgada al hombro. El guardia del edificio la miro sonriendo.
—¿Uno más a la lista, Señorita Pandora?
—Uno más a la lista —respondió triunfante.
No era la primera vez que un hombre la abordaba en algún establecimiento, ya fuera en el supermercado, en la farmacia o en la librería, como en este caso, siempre había alguien que se acercaba a ella con la intención de ligarla, siempre usando discursos variados y diferentes tretas que iban encaminadas a lo mismo. Al principio eso la molestaba pero, con el paso del tiempo, aprendió a sacarle provecho logrando que estos hombres le llevaran las compras hasta la puerta del Conservatorio o donde ella indicara y donde acababa el juego. Con todos aplicaba el mismo método: los invitaba a los recitales de música obteniendo el mismo resultado: ninguno asistía y a ninguno lo volvía a ver.
Los demás miembros de la orquesta bromeaban con ella diciendo que era imán para sujetos a los que no les gustaba la música y, estaba segura, de que el hombre de la librería no iba a ser diferente. Carecía de sentido preguntarle su nombre siquiera.
—Es una lástima porque me pareció un sujeto lindo —decia ella acompañada por su buen amigo Sorrento—, me gustaron sus ojos y su porte. No entiendo por qué atraigo a hombres que jamás regresan, solo los invito a escuchar música.
—¿Lo dices en serio? —Sorrento rio ante tal afirmación mientras sacaba la flauta de su estuche— Todos creen que lo haces a propósito para alejarlos.
—A veces si —reconoció— pero, no siempre lo hago con esa intención —ambos rieron un momento antes de iniciar el ensayo del día.
Shura miro el reloj verificando que eran las cuatro de la tarde, por lo que, contaba con unas cuatro horas para ir a casa, comer algo y prepararse para el evento. No sabía mucho de música pero la joven muy amablemente lo había invitado al recital; una chica a quien, prácticamente, acababa de conocer. Aquello pintaba interesante.
Emprendió el camino a su apartamento con paso rápido. Ya en casa telefoneo a su amigo de Italia para narrarle todo lo ocurrido mientras este le respondía con gran interés.
—Así que conociste a una chica que viste de negro —dijo entusiasmado para sorpresa de Shura— seguro es una de esas chicas.
—¿De esas chicas?
—Si claro, de esas que usan ropa interior negra de cuero y sacan un látigo cuando menos te lo esperas.
—¡¿Que dices?! No… no creo —estaba rojo de la turbación mientras su amigo reía al otro lado de la línea—, no parece de ese tipo.
—Acabas de conocerla así que no creo que te lo diga de inmediato. Yo digo que, si lo fuera, hagas el intento por probar algo diferente. Es una experiencia interesante, lo digo de primera mano.
—No necesitaba saber eso —respondió molesto—. Se que te gustan todo tipo de fetiches pero a mi no.
—Bueno he conocido a chicas con látigo en el pasado y reconozco que me gusta su estilo.
Estaba a punto de pedirle que se callara y dejara de decir sandeces pero se contuvo. No era necesario ahondar en esa clase de información.
—Esta toca en una orquesta.
—Mejor aún, las chicas que tocan música tienen unos fetiches interesantes con sus instrumentos. ¿No te conté de la flautista que…?
—No, no me dijiste y no sé si quiero saberlo.
—Aquello fue memorable. Como sea solo lánzate de lleno y deja de estar en casa los viernes por la noche, ¡sal y conoce chicas nuevas!
—Eso intento.
Al terminar aquella llamada tan bizarra Shura puso algo de música del estilo ya que no conocía muy bien la música que Pandora interpretaba, revisó la foto en el movil y solo estaba escrito "Recital para arpa y flauta todos los miércoles a las 8PM" en grandes letras blancas.
—Interpretando obras de Mozart, Handel y otros —Shura leyó el resto de la miniatura del cartel pensando un momento y sin tener idea de quiénes eran todos los de la lista sin embargo, no se desanimó ni un poco. La música se escuchaba, básicamente, así que solo debía disfrutarla y buscarla entre la orquesta.
Tras comer algo rápidamente se preparó para la ocasión y salió con buen tiempo.
Llegó al Conservatorio a la hora convenida y entro en la pequeña sala de conciertos junto con los demás asistentes observando todo a su alrededor, era la primera vez que asistía a un evento como ese. Antes no solía acudir a recitales o conciertos pues su anterior pareja no era muy aficionada a la música de ese tipo. Pasados pocos minutos los miembros de la orquesta comenzaron a colocarse frente a sus instrumentos mientras Shura buscaba a la arpista que había llamado su atención apenas la vio entrar a la librería.
La joven cruzo el escenario luciendo un vestido negro de encaje que dejaba sus hombros al descubierto y le iba tan bien. El arpa estaba justo en medio del escenario junto a otra silla que, seguramente, ocuparía quien tocara la flauta. Shura no pudo evitar el recordar las palabras de su amigo "¿No te conté de la flautista que…?"
—Que horror… —pensó con desagrado desechando esas ideas.
Para su fortuna, la persona que tocaría la flauta era un joven de cabello corto que vestía con elegancia.
Un maestro de ceremonias llevaba un micrófono parándose al frente del escenario para agradecer la asistencia de los presentes indicando que el evento estaba por comenzar.
—Daremos inicio a la velada con la interpretación en Arpa del "Canon en D" de Johann Pachelbel.
Así comenzó el solo de Arpa que Pandora interpretaba con magistralidad dejando a Shura boquiabierto, la joven tocaba el arpa con los ojos cerrados como dejándose llevar por la melodía mientras él la miraba sin quitarle su atención desde la segunda fila, muy cerca del escenario. No pudo evitar hacerle una foto sin que ella notara su presencia si quiera. Penso en buscarla apenas terminara el recital aunque, en ese instante, cruzo por su mente el que pudiera tener pareja o algo y él estuviera incordiando.
—Bueno, si tiene novio o algo bastara con dar las gracias por la invitación y alejarse con la cabeza en alto —penso resuelto.
Por lo menos debía hacer el intento.
Los minutos pasaron muy rápido y en un abrir y cerrar de ojos dieron las 9.30 concluyendo el recital de música. La orquesta agradeció la asistencia poniéndose de pie y Pandora logro reconocer al buen mozo de la librería entre los asistentes dejándola sorprendida. Era la primera vez que alguien a quien invitaba asistía a un recital, hizo una reverencia al publico pero a este le dedico una sonrisa especial.
El público comenzó a dejar la sala dirigiéndose a la salida. La joven arpista no perdió tiempo y salió con prisas buscando a su invitado antes de que este se marchara también. Lo encontró cruzando la entrada del recinto donde estaba la cafetería, antes de irse este se pidió un café haciendo tiempo más que nada, esperaba el momento para buscarla y felicitarla por su magnífica interpretación.
—Hola, me alegra ver que viniste —ella le sonrió con sorpresa observándolo con sus grandes ojos.
—Pues no quería rechazar la invitación, por cierto estuviste magnífica —no sabía qué más decirle pues estaba corto de palabras—. Espero vuelvas a invitarme, me gusto este lugar y la música.
—Todos los miércoles de este mes estaremos aquí. El próximo mes la orquesta se ira a otra ciudad.
—¿De verdad? —respondió desanimado.
—Si, cada mes visitamos diferentes lugares.
—Es una pena que no seas de la ciudad. Me habría gustado invitarte a salir si… no tienes otros compromisos claro —estaba sorprendido por haber ido al grano y decirle sus intenciones sin miramientos.
Pandora sonrió ante la sorpresiva invitación.
—No tengo otros compromisos. No hay esposo o novio si es a lo que te refieres. Mi trabajo con la orquesta no me deja mucho tiempo pero, en unos dos meses más volveré a mi casa en Nuremberg. Espero tengas la oportunidad de visitarme.
—Por supuesto, ¿qué día de esta semana estas disponible?
—Mañana —respondió Pandora guiñándole un ojo.
—Podemos cenar en Hoffmans, te gustara.
—Si claro, me encantaría por cierto… no me has dicho tu nombre.
—Shura. Ese es mi nombre —tomo la mano de la joven dejando un beso en ella.
Pandora estaba ruborizada y no pudo ocultarlo, era un caballero sin duda. Solo pudo articular sonriendo que el nombre le agradaba. La cita quedó cerrada para la noche siguiente luego de charlar un momento más e intercambiar datos de contacto. El debía irse ya que no vivía tan cerca así que se despidió tras asegurarse que ella no tendría problemas para volver al sitio donde se hospedaba.
Esa noche el volvió a casa sintiéndose excelente y muy animado así como algo nervioso por la cita de mañana. Sentía como si hubiera olvidado como cortejar a una chica ¿debía llegar así nada más o comprarle flores?, ¿a las cuantas citas se le daba un obsequio? Era increíble pero estos cuestionamientos no lo dejaron el resto del camino.
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2
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Hoffmans era un restaurante muy bonito y elegante ubicado en el centro histórico de la ciudad, no era exclusivo pero si se requería hacer reservación para obtener mesa. Había corrido con suerte al poder reservar una ya que, prácticamente, estuvo frente al teléfono desde temprano esperando la hora de apertura del lugar para ser el primero en llamar; aun faltaban varias horas para la cita acordada y él ya era un manojo de nervios.
Hacía tanto que no invitaba a nadie salir y de no sentir ese anhelo por un reencuentro, tanto tiempo que no dejaba de cuestionarse si debía comprar un pequeño presente en la primera cita o bien en la siguiente. Esperaba que todo saliera bien y pudiera darse un segundo o tercer encuentro incluso, aunque apenas estaba conociéndola algo le decía que podría darse algo bueno con ella.
Se miro en el espejo del baño tratando de poner sus sentimientos acelerados en orden ya que su corazón estaba por estallar. Un mensaje llego a su teléfono móvil haciéndolo dar un respingo, el mensaje era de Pandora y eso lo hizo sonreír. En pocas palabras le deseaba un buen día y que se verían por la noche, él respondió en seguida.
—No sé qué decir en este caso —pensó mientras escribía y borraba el mensaje puesto que estaba acostumbrado a responder con un frio gracias, sin dejar de estar nervioso contestó lo mejor que pudo cuestionándose si estaba bien o mal, si era apropiado o no—, espero no se moleste por mi respuesta o piense que no me dio gusto recibir el mensaje o algo… quizás debería llamarla y decirlo en persona… ¡no sé! ¿Por qué es tan complicado?
Estaba tan desesperado por las cosas que tenía en la mente que, por poco, le hace una llamada inoportuna a su colega italiano sin embargo se contuvo en el ultimo minuto. Era demasiado temprano para molestar con sus problemas, además ya se imaginaba que le iba a decir, algo así como "deja de pensar y solo has las cosas". Eso intentaría, trataría de no pensar.
Pandora estaba en el ensayo del día junto a su buen colega Sorrento quien solo reía a lo que ella decía.
—Que bien que, por fin, alguien haya aceptado una invitación tuya.
—Si, creo que es una persona diferente o, al menos, eso aparenta. No me gustaría que intentara engañarme.
—Bueno… solo hay una forma de saberlo —respondió con seriedad aunque sonriente—, tendrías que darle una oportunidad aunque, si todo sale bien, creo que no tardaras en dejar la orquesta.
—Espero no dejarla, no importa que le dé una oportunidad. La música es mi pasión sabes.
—Entiendo ese sentimiento a la perfección. ¿Y te ha escrito o llamado ya?
—Si claro, me envio un mensaje por la mañana aunque la redacción era un tanto rara, quizás le cueste trabajo escribir. Aunque… me gusto lo que puso.
—Eso no es raro, a mi también me cuesta escribir mensajes en el telefono. No estoy acostumbrado, seguro que es de los que prefiere decir las cosas de frente.
La joven solo sonrió, esperaba conocer más a este hombre llamado simplemente Shura, quien tenía un acento peculiar y pronunciaba el alemán de una forma un tanto curiosa aunque casi imperceptible; quizás fuera extranjero. Trataba de no hacerse ideas extrañas aunque no sacaba al joven de sus pensamientos.
Ella estaba hospedada en un edificio casi a un lado del Conservatorio, ya que prácticamente estaban por temporadas cortas en cada ciudad por donde pasaban. Al volver a su habitación pensaba en qué usar, que vestido de todos lo que tenía en color negro pudiera ser el adecuado, no podía evitarlo, le gustaba mucho ese color y consideraba le iba mejor que los otros aunque no quería verse monótona.
Creía que la velada podría ser memorable y encantadora sin embargo, algo dentro de si no se sacaba de la cabeza la sospecha de que él pudiera no aparecerse, que la dejara plantada de último minuto. Ya había pasado por un par de experiencias similares donde tenía expectativas muy altas que terminaban por no cumplirse. No había considerado algo así hasta ahora. Tomo asiento delante del espejo con esa idea en la mente mientras jugueteaba con la brocha para ojos, no podía evitar crearse falsas ideas pero debía ser realista en caso de que él decidiera no asistir a la cita.
—Bueno, lo esperaré por un rato nada más y, en caso de que no llegue, no quedara mas que dar el asunto por terminado —pensó resuelta.
Estaba cansada de las decepciones que había tenido a lo largo de los últimos años, una tras otra había dolió a su manera. Tratando de no pensar más se puso de pie eligiendo un vestido sencillo tampoco quería arreglarse demasiado ahora que la posibilidad de que él no llegara estaba ahí. En ese momento un mensaje llego a su telefono, un mensaje de Shura quien le informaba que estaba en camino. A Pandora le dio un respingo el corazón y se le veía visiblemente feliz mientras terminaba de prepararse.
Shura trataba de mantenerse tranquilo respirando lo mejor que podía pero, le era imposible, porque conforme se acercaba al Conservatorio el corazón le latía más y más rápido creyendo que le estallaría en cualquier momento. Considero pasar a la florería pero en su afán por ir más rápido lo olvido y ahora no sabía si quedaría bien por llevar flores o no. Miro el reloj notando que iba con el tiempo justo, la siguiente vez solo debería llevar las flores y ya sin cuestionarse durante horas.
Quedo con ella en la esquina de la calle donde estaba el Consevatorio y ahí la encontró. Se veía muy linda con su atuendo rojo con negro, su bolso de mano y sus zapatos altos con lazo. La joven lo miro sonriente y ambos intercambiaron miradas afectuosas por unos segundos.
—Me alegra que vinieras —dijo ella—, llegue a pensar que no volverías.
—No… ¿por qué creíste eso?
—No importa, ¿nos vamos?
El le dio el brazo y ambos caminaron al restaurante localizado en la calle siguiente, en medio de establecimientos importantes y gente que iba y venía en el día a día. Todo esto les pasaba por un lado mientras charlaban amenamente.
Hoffmans estaba justo frente a ellos siendo recibidos por una chica bien vestida y amable, la mesa reservada estaba en la parte de atrás, lejos del ruido de la calle y de otras personas. Shura pidió que esta fuera lo más privada posible, él sabía que el ir y venir de la gente lo distraería y tenía que encontrar el modo de controlar sus nervios y poder estar con Pandora tranquilo y sin estropearlo.
—No había entrado aqui, solo lo había visto por fuera. Es un lugar muy sofisticado —no dejaba de mirar a ambos lados mientras Shura la observaba maravillado, su atuendo elegante y un poco atrevido, su rostro resplandeciente y como su cabello caía sobre sus hombros. Toda ella lucia increíble—, ¿qué pasa? —la joven lo observó muy atenta ya que de pronto este se había quedado callado—, tu mente se ha ido lejos.
—No, disculpa. Luces muy bien, tu vestido es muy lindo.
—Gracias —también la joven observó que con traje y corbata lucía bastante bien, mas elegante y masculino—. Debo reconocer que elegiste muy bien el lugar para una primera cita.
—Te agradezco el comentario, había querido traer a alguien a cenar aqui desde que me mude, un año atrás.
—¿Dónde vivías antes?
—En Múnich y en Grecia antes de eso. Pase mi infancia en España, después viví por diez años en Grecia y los últimos seis en Múnich; luego que me separé, hace poco más de un año, me mude aquí.
—Lamento oir que te separaste. Aunque, creo que tu trayectoria es interesante y me gusta tu acento —Pandora lo observaba tiernamente mientras sostenía una copa de vino espumoso sin quitarle la mirada de encima.
—Gracias, nadie me había dicho eso antes —eso lo hizo sonrojarse sin querer, rubor que ella noto aunque él intentara ocultarlo.
Ambos se perdieron en los ojos del otro por un rato hasta que llego el mesero con la cena. Charlaron sobre algunas cosas de música sobre todo, la joven le narro que tocaba el arpa desde niña, que vivió en el sur del país muchos años antes de salir de casa para ingresar a la orquesta donde actualmente interpretaba. Pandora no estaba muy segura si decirle que la invitación al recital era, en realidad, un método para deshacerse de hombres molestos y temía que se enfadara así que espero un poco tratando de no tocar ese tema, lo estaban pasando tan bien que no sabía que efecto podría tener esa revelación; bien podría pasarse por alto o no.
Al concluir la cena caminaron por un rato entre las calles de la ciudad, en medio de la iluminación nocturna del centro, los autos y la gente que entraba y salia de los muchos establecimientos alrededor. No obstante dada la hora era mejor volver lamentando no tener un auto disponible para pasear un poco más pero, por esa noche, había sido todo muy bueno.
—¿Por qué no pasas? —Pandora fue bastante directa apenas llegaron a la entrada del Conservatorio haciendo que Shura se sonrojara sin remedio—. Adentro estaremos más cómodos.
—¿No habrá problemas si alguien nos ve dentro?
—No debe haber nadie despierto a esta hora, el salón de conciertos esta vacío —le guiño un ojo haciendo que él se sonrojara aun mas.
—No me refería a la gente, me refiero a las cámaras de seguridad. Esas si que captaran todo y no es buena idea que nos vean, ¿no crees?
Justo había una camarita sobre el marco de la puerta principal dejando a Pandora algo sorprendida ya que jamás reparaba en detalles como ese. Reconoció que no le gustaría que otras personas la vieran acompañada ya que eran momentos entre dos.
—¿Que te parece si nos reunimos después en algún sitio más privado? —dijo el de pronto tratando de controlar el rubor en su rostro.
—¿En tu casa, puede ser? —ella esbozo una sonrisa picara que no ayudaba en nada a los nervios de Shura.
—Si… en mi casa, ¿que te parece el sábado?
Ella esbozo una sonrisa sin saber como decir lo siguiente, quería estar segura de las intenciones de su acompañante ya que ella tenia ciertas expectativas y, no pretendía arruinarlo, solo quería tener la certeza de saber si estaban jugando o este pretendía algo más.
—¿Estas bien?
—Si, escucha. No quiero ser aguafiestas, pero me gustaría saber que intensiones tienes, yo soy abierta y si todo es solo un juego o algo tipo "amigos con derechos" estoy de acuerdo. Solo quiero saber a que atenerme.
Pandora era el claro ejemplo de que hombres como su colega italiano habían pasado por su vida ocasionando más de una decepción. Si ella le planteaba esa situación era porque no deseaba que le rompieran el corazón y prefería acoplarse a las condiciones de aquella naciente relación.
—No me había planteado lo que me preguntas, honestamente —pensó un poco sin saber que responder, bien podría decirle lo que Deathmask predicaba no obstante, era cierto que deseaba tener algo serio y no solo andar perdiendo el tiempo aunque no estaba seguro si ella lo aceptaría—. No me gustan las relaciones fugaces que no van a ningún lado, pero si quieres que empecemos por algo sencillo y vernos para divertirnos tampoco tengo problema.
—¿De verdad buscas algo a mediano o largo plazo?
—Eso quisiera, pero últimamente me he topado con personas que no piensan igual y prefieren algo para pasar el rato sin problemas. No estoy cerrado a una posibilidad así —lo decía solo para que ella no se fuera aunque no le agradara ese tipo de plan.
—Yo también me he encontrado con personas iguales y, honestamente, ya no sé si quiero algo duradero o no pero… podríamos no complicarnos por ahora y ver a donde fluye todo, ¿qué te parece la idea?
—Me parece bien, en algún tiempo podremos evaluar nuestra situación.
La joven afirmo con la cabeza sintiéndose más tranquila mientras él también sonreía, ambos estaban por despedirse cuando Pandora lo sujeto de la mano jalándolo hacia ella. El joven no vio venir ese gesto y, en cosa de segundos, ella lo beso. Shura sentía que el corazón le estallaría y sus piernas se vencían, lo había tomado por sorpresa totalmente, era una grata experiencia no esperada. Tras tomar un poco de aire le devolvió el beso rodeándola con sus brazos quedándose así por un largo rato.
—¿Te veo el sábado?
—Si —respondió él sonriente—, vendré por ti a eso de las cinco, ¿esta bien?
—Claro.
Tras despedirse Shura perdió la noción del tiempo y espacio no sabiendo ni como llego a casa, solo sabía que había sido la mejor noche en muchos años. Al entrar a su apartamento se sentía ligero como una pluma y la cabeza aun le daba vueltas a tal grado que deseaba recitar hermosa poesía y demás cursilerías.
Ya quería que llegara el ansiado fin de semana.
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3
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La sensación de felicidad aún no se le pasaba pese a que ya había transcurrido un día entero haciéndolo mantener la cabeza en las nubes mientras aquel cálido sentimiento se hacía más y más grande. Algo nuevo luego de tantos años. Esa mañana tenía que poner todo en orden antes de que llegara su invitada, el apartamento de Shura era un sitio no muy grande con una sola habitación para dormir, otra habitación más grande un espacio que hacia las veces de sala-comedor, una cocina y un baño pequeños. Si bien era poco espacio era suficiente para una sola persona así que, el joven estaba cómodo pese a todo sin embargo, mientras lo observaba no le parecía adecuado.
Siempre era muy ordenado con todo, no en un grado obsesivo, pero si gustaba de mantener su alrededor en orden y limpio no obstante deseaba causarle una buena impresión de su hogar, aunque algunas cajas de la mudanza aun ocupaban espacio en la sala pues no había terminado de desempacar luego de tanto tiempo. No sentía aun el calor de hogar, por así decirlo. Las acomodo lo mejor que pudo lamentando no tener alguna bodega o algo para quitarlas del paso.
Además tenía que pensar en la cena, en las bebidas y otras tantas cosas que le causaban angustia ya que nunca se tuvo que preocupar por detalles como esos pero, de pronto, estos cobraron una importancia desmedida. Se detuvo por un momento en medio de todo respirando profundo, si quería que todo saliera perfecto tenía que ordenar sus ideas y poner manos a la obra.
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Pandora tambien estaba de excepcional buen humor aquel día. Ella y Sorrento caminaban animados por las calles de la ciudad mientras narraba toda la cita llena de emoción. Este solo la observaba compartiendo ese sentimiento de regocijo que la joven exudaba por cada poro de su cuerpo.
—Espero que te resulte algo bueno con este, por lo menos se ve más decente que otros que se te han acercado —dijo honesto.
—Si, yo también lo espero aunque trato de no hacerme ilusiones hasta no ver como se dan las cosas.
—Eso es lo mejor… por cierto, ¿le has dicho que en realidad la invitación al recital se la has hecho a varios y solo él pescó el anzuelo?
—No y creo que no es necesario.
Pandora sabía que podría decirle cualquier cosa respecto a eso y considero no mencionarlo o darle importancia siquiera, ese sería su secreto y, siendo honestos, tampoco sabía por qué se había acercado a ella y no a cualquier otra chica que estuviera en la librería el mismo día y a la misma hora. Pensó que quizás el había visto algo bueno aunque no la conociera.
—Es mejor no decirle más respecto a eso, quizás lo tome a mal.
—Si, eso pienso.
No tocaron más ese tema en particular si no que caminaron un poco, Pandora penso en llevarle algun presente o detalle para la visita de la tarde. Se preguntaba como sería el hogar de Shura, qué clase de persona era a puertas cerradas, que cosas le gustaban. Estaba interesada en saber esos detalles sobre él, en conocerlo más a fondo así que considero llevar un vino para la cena o algo dulce para acompañar el café.
—Ya quiero verlo, sabes Sorrento.
Sorrento propuso ir a un sitio especial a comprarles algo a sus respectivas parejas.
—Eso le gustará a Julián —aseguro ella—, dirá que tienes buen gusto.
—Lo mismo espero —respondió él apenado.
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Shura reacomodo todo y volvió a limpiar a conciencia, tal y como si estuviera a punto de recibir la visita de un auditor quisquilloso que revisaría hasta el rincón más recóndito del armario. Además de eso arreglo la mesita para que se viera lo mejor posible y decidió comprar algo ya hecho pues no sabía cocinar lo suficiente para preparar y cortar ingredientes; no le gusto el haberlo hecho pero por ahora era lo que había. La parte más difícil era el dormitorio.
No estaba seguro si las cosas llegarían hasta ese sitio, si el calor del momento los iba a llevar a pasar la noche juntos. Sabía que no debía actuar como si aquello lo fuera a estropear ya que aunque saldrían juntos, pese a la distancia, él deseaba que esa relación evolucionara y fuera a largo plazo. Observó el reloj y vio que aún había tiempo para comprar aquel ramo de flores y algo más para crear un ambiente más acogedor y romántico.
—No perderé el tiempo pensando, solo lo haré.
Su amigo le telefoneo en los siguientes minutos ansioso por saber si aquello que debía pasar ya había pasado a lo que Shura respondió turbado y con una negativa.
—Eres muy lento amigo, no analices tanto y solo has las cosas ya que el tiempo diga lo demás.
—Y tu eres muy crudo.
—Solo soy realista y acorde a mis ideas.
Shura cambio la conversación aunque pedirle consejo para la compra de detalles románticos no era muy buena idea, seguro su colega no tenía noción de que existieran tales detalles. Era un hecho que no solía dar regalos sin razón y estos eran cosas de escaso valor significativo, en resumen, nada que lo comprometiera.
Al volver al apartamento dejo el ramo de rosas sobre la cama, sería una sorpresa si llegaban hasta ese punto y seguro ella apreciaría un obsequio como ese, también compro velas color rojo pequeñas para sustituir la luz de la bombilla en caso de ameritarlo. Todo estaba preparado en ese punto, respiro profundo ya que faltaba poco para ir por Pandora al Conservatorio. Solo faltaba arreglarse adecuadamente para causar una buena segunda impresión y, tras terminar, partió a su destino.
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Pandora llevaba el obsequio cuidadosamente empacado en una caja de cartón y también estaba lista luego de prepararse y perfumarse con entusiasmo, el día era estupendo y un vestido sencillo de tirantes lo ameritaba, tan solo tomo sus lentes de sol y salió al encuentro de Shura.
Cuando ella llego el ya se encontraba ahí esperándola con una sonrisa en sus labios y un semblante mucho más cariñoso aunque su nerviosismo era visible de cierta forma, de un modo muy sutil que solo ella parecía detectar sin que este lo notara. A Pandora le gustaba ponerlo nervioso era un pequeño placer gustoso que estaba desarrollando y la hacia sonreír en silencio.
—Vamos, deja que te ayude con eso —él tomo el empaque de cartoncillo y le dio el brazo para que ella caminara a su lado.
—Gracias —solo sonrio profundamente sintiéndose muy bien mientras ambos iban rumbo al sur de la ciudad.
Shura se había ubicado casi en el limite sur de la ciudad, alejado del ruido de los turistas y el ajetreo de las calles del Centro en un edificio de apartamentos prácticamente nuevo ubicado en una calle tranquila y silenciosa. Llegar desde el Conservatorio les tomo menos de veinte minutos en el transporte publico aunque, como iban perdidos el uno en el otro, no sintieron el viaje.
Así llegaron al apartamento ubicado en el segundo piso en la parte de atrás con vistas a un parque sobre la calle trasera. Pandora observaba todo a su alrededor, se notaba que él aun estaba tratando de asentarse en esa ciudad puesto que no había tanta personalización en el lugar; nada colgado en las paredes ni otros adornos a la vista. Sin embargo, la mesa estaba ya dispuesta para la merienda, todo acomodado con detalle y cuidado.
El dejo el paquete en la cocineta notando que, lo que fuera, despedía un olor dulce que se antojaba abrirlo para ver el contenido.
—Espero te guste —la joven se acercó esperando ver su reacción, deseando que el presente fuera de su agrado—, Apftelstrudel, es un postre muy popular en el sur, en la ciudad donde vivía.
—Lo probé en alguna ocasión y me gusto bastante. El aroma de la manzana cocida y la canela acompañado por un cafe caliente es lo mejor para una tarde fría.
—¿Bebes mucho café, te agrada? —lo observó con una mirada algo soñadora viendolo mirar el empaque deseoso de abrirlo y servirse una rebanada.
—Siendo honestos… tengo adicción al café —respondió sonriente.
Se miraron un instante mientras él se acercaba a la joven, la observo por un momento reflejándose en sus grandes pupilas tomándola de la cintura para rodearla con sus brazos y dejar un prolongado beso en sus labios. Ella también lo abrazó correspondiendo el beso, tan solo cerrando los ojos dejándose llevar por aquel momento que era de ambos y era mucho mejor que estar en una sala de conciertos, ahí nadie los observaba teniendo toda la intimidad que querían y necesitaban.
Shura sintió el tacto de su piel al besarla en el cuello, era suave y blanca como la leche, además el aroma de la delicada fragancia que usaba le lleno la nariz. Al analizar la presente situación noto que tan solo bastaba con deslizar el tirante del vestido para quitar ese pequeño obstáculo de su hombro pero, si hacia eso entonces el resto del vestido seria otro inconveniente así que mejor espero un poco más, solo un momento a que las cosas llegaran a ese punto de manera natural, a que se dieran solas.
Aunque la forma en la que Pandora recorría su pecho pasando sus manos entre sus pectorales lo invitaba a no detenerse. A remover el pequeño obstáculo hecho de un delgado lazo y, después, a deslizar el resto del vestido hasta ver el cuerpo desnudo de la joven.
—Creo que no podemos dar marcha atrás —dijo ella en voz baja—, yo quiero seguir.
—¿Será buena idea?
—Si, creo que… si no nos gusta no será más que eso.
—Bueno, viéndolo de esa forma —respondió él sintiendo como su corazón latía furiosamente en su pecho.
La tomo de la mano y la llevo a la habitación.
—Espera, adentro hay algo que luciría mejor con un poco de fuego.
Pandora no entendió muy bien pero no dijo nada más mientras él iba a la cocineta con pasos veloces a buscar unos fósforos pidiéndole que esperara unos 2 minutos mientras él lo preparaba todo. ¿Qué sorpresa había dentro? Ella obedeció sin dejar de sonreir, lo que fuera, él era el primero que se tomaba la molestia. Finalmente le pidió que entrara.
—Quería darle un toque romántico.
—¡Esto es hermoso!
Un par de velas encendidas estaban en ambas mesas de noche mientras que en la colcha había petalos de rosa esparcidos aqui y allá, en el centro de la cama, rodeado por un papel blanco y un gran lazo, estaba un enorme ramo de rosas. Pandora abría sus grandes ojos tratando de captarlo todo; cada detalle de aquella inesperada escena debía quedar en su memoria de ahí en adelante.
El la rodeo con sus brazos por detrás besando su oreja y su cuello dirigiéndose a sus hombros para toparse, nuevamente, con el tirante del vestido. En ese instante ella se giró quedando de frente a él y tomándolo de las manos lo llevó a sentarse en la cama quitando con cuidado el ramo de rosas para dejarlo en una silla. Ambos se observan con intensidad sentados uno al lado del otro, Shura comenzó por acariciar su rostro dejando varios besos tanto en su frente como en sus labios, la sujetó con ambas manos recorriendo su cuello y tomando la iniciativa de deslizar los tirantes del vestido.
Pandora se sonrojó un poco sin dejar de sonreír y, mirándolo con timidez, le desabotonó la camisa deseosa por ver esos pectorales, que toco hacía unos minutos, y de recorrerlos de nuevo quitando la pieza de ropa que cayó al suelo enseguida. El cuerpo de su amante no solo era musculoso sino que la hacía sentir protegida cuando la estrechaba contra su cuerpo para recostarla sin dejar de besarla. Mientras pasa sus labios por su cuello y su clavícula sus manos recorrían todas sus curvas, en ese instante decidió que era momento de deslizar el vestido lentamente descubriendo el cuerpo desnudo de Pandora, en ese instante observó la delicadeza de su lencería de encaje negro y lo poco que dejaba a la imaginación.
Tras sonreír picaramente se inclinó sobre ella para recorrer con sus labios la piel desnuda de la joven al mismo tiempo que la escuchaba gemir quedamente, sus manos acariciaban sus pechos probando sus dulces y rosadas cimas, tras retirar la lencería, mientras continuaban por el camino hasta donde comienzan sus piernas. En ese hermoso instante Shura pudo sentir como ella empezaba a excitarse ya que tiro fuerte de su cabello arqueando su espalda mientras él acariciaba esa parte de su cuerpo, de su sexualidad, sintiendo la suave humedad de la zona e incrementando la velocidad de sus caricias.
Pandora trató de tapar su boca lo más posible ya que no deseaba que alguien más en el piso de abajo pudiera escucharla gritar de placer pero, tan solo se conformó con taparse el rostro con una almohada sin dejar de gemir más y más alto. Shura la observa excitado, el verla enloquecer de esa manera lo encendía sin poderlo evitar.
Pareciera que Pandora se había convertido en un monstruo salvaje ya que en cosa de segundos, deseó ser ella quien tomara el control de la situación y provocar mil sensaciones en el cuerpo del joven que ahora está recostado en la cama mientras ella estaba sentada encima de él removiendo las ultimas piezas de ropa del cuerpo de este.
—Te haré mío, sabes —le dijo guiñándole un ojo sin dejar de sonreír al mismo tiempo que él la observaba apenado
—Vaya, eso quiero verlo.
—¿Es un reto?
—Si, así es —le dijo sonriente acariciándola de arriba a bajo.
La joven se tomo su tiempo para recorrer su pecho sintiendo la firmeza de todos sus músculos sorprendiéndole que fuera real ya que, en otros casos, solo había visto cuerpos flácidos o medianamente esculpidos en un gimnasio pero Shura tenía el cuerpo de un profesional dedicado al deporte. Decidió devolverle las caricias besándolo desde el cuello hacía abajo, había una parte de su cuerpo que deseaba conocer y no se apenó en lo absoluto cuando lo tuvo en la mano y comenzó a estimularlo.
El solo la miraba divirtiéndose sin interrumpirla dejando que la sensación de placer le recorriera todo el cuerpo, se permitió dejarse embriagar por aquella experiencia con la joven quien consideró que era momento de pasar a la siguiente parte del acto y fue ella quien se acomodo para embestirlo prácticamente. Lo rodeo con sus brazos sin dejar de besarlo mientras ambos se unian en un prolongado beso sintiendo sus respiraciones acompasadas y el vaivén de sus cuerpos.
Shura intercambio la posición con ella para ser él quien la embistiera suavemente al inicio, su abrazo era muy cálido así como el interior de su cuerpo, no pudo más que dejarse llevar sintiendo como algo dentro de él estaba por estallar, como el climax estaba próximo y tanto él como su compañera lo culminarían en pocos momentos.
Tras terminar ambos se abrazaron antes de quedar recostados uno al lado del otro mirándose con intensidad. Pandora se recostó en su pecho sintiendo el pulso acelerado de Shura sintiéndose feliz de poder estar con él en la misma cama y en la misma habitación compartiendo aquella experiencia.
Unos momentos más tarde él se excuso por no haber cocinado la comida aclarando que no sabía cocinar.
—Yo tampoco se —respondió ella sonriendo con timidez—, por eso compre el postre aunque me hubiera encantado tomar un libro de recetas y hornearlo yo misma.
Ambos se abrazaron antes de sentarse a la mesa a disfrutar de la comida que Shura compró en un restaurante cercano, aprovecharon para charlar un poco más sobre si mismos sin dejar de mirarse o de compartir un beso y una caricia antes de pasar a partir el postre y acompañarlo con café, con Kleiner Espresso.
—Debemos vernos antes del siguiente recital del miércoles —dijo él.
—Si, vamos a cenar a otro sitio.
—¿Cuándo dejaras esta ciudad?
—En dos semanas, luego recorreremos un par de ciudades más, y volveré a mi casa hacía finales de Octubre. Por cierto, agenda el concierto que daremos en Berlin la noche de año nuevo.
—¿De verdad?
—Si, quiero que asistas.
—¡Por supuesto, no me lo perdería!
El resto de la tarde charlaron sobre planes futuros ya que para Shura no sería problema que ella estuviera de gira ya que viajaría a dos ciudades vecinas cerca de ahí, tomarse un fin de semana, o todos, para visitarla era algo sencillo y se sentía entusiasmado por lo que venía.
—Esto apenas empieza —brindaron con un par de tazas de café y el Apfelstrudel recalentado.
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Deathmask escuchaba algo aburrido lo que Shura narraba de la historia omitiendo varios detalles claro está, aunque este lo podia imaginar claramente algo decepcionado por la ausencia de fetiches y otros detalles que podrían darle más emoción a las cosas pero, era un hecho que su amigo prefería lo convencional.
—Sal de la rutina a veces —le decía en el teléfono—, al menos dale algo de picante a la relacion.
Shura solo sonreía a lo que este decía puesto que ya le había dado varios ejemplos de como romper la monotonía aunque no estaba seguro de poder llevar a cabo todas esas sugerencias. No quedaba más que reír por ahora.
—¿Te sirve si te digo que tendré en consideración todas tus… observaciones y sugerencias?
—Bueno, creo que podemos empezar por algo. Pero, fuera de broma, espero que esta relación sea lo que buscas amigo porque a tu novia le gustan los reflectores mientras que tu prefieres el anonimato.
—No tengo problemas con eso mientras los reflectores no me iluminen a mi y no, no es tan aficionada a la fama como piensas.
—Un día, cuando el momento sea el propicio, ven a visitarme y puedes traerla si gustas.
—Lo tendré en mente.
Terminó de empacar ya que le esperaba un pequeño viaje de fin de semana a la ciudad vecina para encontrarse con ella, si bien la comunicación era diaria no era lo mismo usar un frio movil que verse en persona y él ya se moría por verla en persona.
Luego de cerciorarse que todo estaba en orden se encaminó a la estación del tren mientras le mandaba un mensaje de texto avisándole que estaba en camino, la respuesta le llego en seguida. Esa relación apenas comenzaba y el futuro pintaba prometedor para ambos.
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FIN
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Notas: Me alimento del crackship y este ya me rondaba por la cabeza desde mi historia anterior. Gracias por leer.
