Love Square Future. Drama. Los personajes de "Miraculous: Tales of Ladybug Cat Noir" no me pertenecen, escribo esta historia sin fines de lucro.
Prólogo:
Habían dos cosas que estaban atormentando su mente para ese entonces.
La primera y más importante, era la idea de prácticamente estar abandonando a su familia. Y la segunda, el hecho de que no podía hacer nada para evitar el tormento que se le avecinaba.
Bien, no iba a mentir, se sentía un completo idiota e hipócrita, pero simplemente no podía quedarse sentado sin al menos haberlo intentado. Aunque era cierto que muy probablemente Marinette iría a matarlo cuando se enterarse de todo... (en el positivo caso de que él aún estuviese vivo para entonces, claro).
De hecho, fue recién en ese preciso instante en el que cayó en cuenta de cuanto solía necesitar a su lady. El pecho se le oprimía al pensar que seguramente jamás volvería a verla, ni a ella ni a su pequeña familia; sin embargo, Adrien sabía que no podía dejarse llevar por ese sentimiento justo ahora. Es decir, amaba a su familia más que a nada; y por esa precisa razón no iba a dejar que algo les sucediera...
—Oye chico, ¿sabes que llevas inmóvil como diez minutos? —Plagg preguntó, asomando la cabeza por el bolsillo dentro de su abrigo, mostrando un pequeño ceño fruncido—. ¿Vas a arrancar o no? Porque, si quieres mi opinión, aún no es muy tarde para dar media vuelta y volver con tu chica, a donde perteneces. Puedo apostar a que Marinette solo te golpeará y te obligará a dormir en el sofá por un mes si vuelves ahora.
Adrien apretó los labios, negando con la cabeza, dejando una respuesta ambigua hacia su kwami. Plagg suspiró en el mismo instante en que Adrien giró la llave y el motor del auto ronroneó en respuesta. Solo pisó el acelerador sin pensárselo dos veces y comenzó a alejarse del gran edificio en el que estaba su hogar.
—Estás cometiendo un grave error, niño —dijo el kwami, alzando la mirada hacia los ojos del chico una vez más.
—Lo sé, pero necesito intentarlo —le susurró, sintiendo el corazón estremecido al pensar en el último mes junto a su esposa e hija—. No pienso permitir que les hagan daño, Plagg. Si debo mentirle al amor de mi vida y arriesgar mi propia existencia para reparar esto, pues eso es lo que haré.
—Sabes que no es culpa tuya —la pequeña criatura intentó convencerlo usando uno de sus últimos recursos—. Nada de esto es culpa tuya, si eso es lo que crees...
El chico no respondió, limitándose a conducir el vehículo, camino a una dirección que el kwami desconocía.
Plagg se escondió nuevamente en el bolsillo de su portador, obligándose a sí mismo a espantar el mal presentimiento y haciendo un intento por dormir.
Adrien pisó el pedal cuando el silencio embargó el auto y suspiró en una mezcla extraña de tristeza y enojo, dejando que el sentimiento de culpa le llenara el cuerpo por completo.
...
No comprendía la razón para haber alargado tanto el camino hasta allí.
Literalmente había pasado por diferentes pequeños acertijos para lograr dar con la dirección correcta y verse parado frente a la tienda de arte y pinturas en medio de una calle poco concurrida.
De todas formas, fuese como fuese, ya estaba ahí; a solo unos pasos de terminar lo que su padre había comenzado hacia algunos años... O al menos eso esperaba.
Adrien no sabría qué hacer si aquello no funcionaba.
Definitivamente no podía darse el lujo de tirar sus esfuerzos por la borda. No ahora que su prioridad era proteger a su familia.
Cuando estuvo dentro del local, lo primero que notó fue el rostro conocido de Nathaniel, un antiguo compañero de escuela, así que Adrien sonrió con distracción hacia él.
La sonrisa no le duró demasiado, de todos modos, Nathaniel no mostró mucha emoción al verlo, casi como si se esperara que el rubio apareciera ahí en algún momento.
El chico estaba algo entretenido arreglando y acomodando adecuadamente las pinturas de decoración y la mercancía dentro de la tienda. Pinceles, lienzos y pinturas en su mayoría.
—Es bueno verte de nuevo, Adrien —el pelirrojo hablo con una sonrisa tenue, demasiado concentrado en su tarea—. Te esperan en la sala de atrás, solo pasa el mostrador en el que está la caja registradora y entra por la única puerta que hay. No te perderás.
—Me alegra verte también, Nath —hizo un esfuerzo por sonreírle de vuelta—. Gracias.
Tuvo la necesidad de preguntar quien le estaba esperando específicamente, ya que de hecho no estaba seguro. Podía hacerse una idea, pero no podía asegurar nada aún.
Adrien se limitó a obedecer las instrucciones de Nathaniel, avanzando con pasos rápidos y sintiendo a Plagg revolverse con incomodidad dentro del bolsillo de su chaqueta.
Nada más traspasar aquella dichosa puerta que daba hacia el almacén, Adrien supo que no se había equivocado en cuanto a sus sospechas.
Marinette estaría muy orgullosa de mi, pensó. Si tan solo supiera que estoy aquí, claro...
Retuvo un suspiro, cerrando la puerta detrás suyo y sintiendo el peso del objeto bien guardado dentro de su bolsillo izquierdo cada vez más pesado. Plagg se asomó ligeramente desde su posición dentro de la ropa de Adrien, mirando a su portador en busca de alguna explicación, pero el chico sabía que era muy pronto como para poder decir algo al respecto.
Se limitó a mirar a la mujer frente a él, analizando su rostro un instante e intentando adivinar sus intenciones. Aunque evidentemente no estaba planeando nada bueno...
—Diría que es un gusto verte de nuevo, pero estaría mintiendo —el rubio fue el primero en tomar la palabra después de que la puerta fuera cerrada.
Adrien no perdió el tiempo y comenzó a trazar su plan de huida. Sabía que podía llegar a necesitarlo pronto, así que se tranquilizó en cuanto divisó la puerta de servicio casi oculta en una esquina de la pequeña habitación. Podía apostar a que la puerta daba directo a algún estrecho callejón o alguna calle solitaria; probablemente por ahí llegaban los productos nuevos de la tienda.
—Pues yo sí que me alegro de verte por aquí, Adrien —la forma en que ella pronunció su nombre le provocó un pequeño respingo.
Hacia tanto que no la veía, pero casi podía jurar que no había cambiado nada. Aquello no le ayudaba a calmarse. Verla solo le recordaba sus años de escuela, aquellos que eran demasiado difíciles y estresantes para él.
—Ha pasado mucho, y no tengo todo el día ¿sabes? —el chico intentó retomar las riendas de la conversación, obligándose a mostrar una postura más relajada—. Acabemos con esto, solo dime para qué me citaste aquí.
—No tan rápido. Primero muéstrame lo que te pedí, cariño.
Adrien se obligó a retener la ira dentro de sí, limitándose a apretar su puño derecho, llevando su mano restante hacia el bolsillo izquierdo.
Plagg volvió a asomar la cabecita, mirándolo con ojos suplicantes. El rubio no necesito palabras para entender el mensaje.
«No lo hagas...» decía. Pero ambos sabían que ya era demasiado tarde.
«Todo estará bien». Adrien intentó transmitirle el mensaje, pero sabía que Plagg no le creía, o simplemente no le había entendido.
—Yo tampoco tengo todo el día, lo sabes ¿verdad?
Adrien no tenía idea de cómo pudo haber confiado en alguien como ella en algún punto del pasado. Era casi ofensivo. Aunque en su defensa, era un adolescente de solo catorce años.
—Lo sé.
Con movimientos casi asustados, sacó la pequeña cajita de su bolsillo, sintiendo la textura y recordando la primera vez que había visto una de esas. La tarde en que encontró una caja individual de miraculous sobre la mesa de su habitación.
El día en que todo comenzó. Cuando conoció al amor de su vida.
Oh, si Adrien iba a morir pronto (lo cual tal vez era cierto) y tuviera que elegir un día de su vida para revivir, sin lugar a duda sería ese.
Para ser más específicos, el momento en que su lady le cayó del cielo, literalmente.
—¿Es esto lo que quieres? —volvió a hablar, alzando el objeto en su mano.
—Tu sabes que sí —le contestó.
—Entonces ven por él —le retó—. ¡Plagg, las garras!
Y en el momento en que aquella luz verde le envolvió, comenzó con su último intento de resolver las cosas.
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Hola, hola :3. Es mi primera vez publicando aquí, espero les haya gustado este pequeño prólogo uwu. Publico esta historia en wattpad normalmente; sin embargo, decidí que también podría publicarla por aquí también .
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