Disclaimer: Los personajes de Sakura Card Captor no me pertenecen. Solo Lien es mío de mi propiedad :D


Basorexia.


Tenían hora libre porque el maestro de la tercera hora había faltado y cada quien estaba con su respectivo grupo de amigos platicando sobre todo y nada.

Al menos, la gente a su alrededor lo hacía, porque ella no podía quitarle la mirada de encima a cierto castaño sentado a cinco bancas. El chico hablaba con Yamazaki y Eriol, sus mejores amigos. Estaba sentado en una silla volteada y parecía divertido ante lo que sea que estuvieran conversando.

Y como si aquello no fuera lo suficientemente extraño —el estarlo observando como boba—, sus ojos no se podían apartar de la boca del chico.

Veía como si estuviera hipnotizada la manera en la que sus comisuras se elevaban, como de vez en cuando relamía sus labios y esa manera que tenía de sonreír con la mitad de la boca.

—Basorexia.

Parpadeó varias veces antes de poner su atención en la chica de cabello negro a su lado.

—¿Qué?

Su amiga tenía un dedo sobre la revista de moda en su escritorio mientras que otra chica de cabello azabache parecía leer a su lado lo que sea que estuvieran viendo.

La de orbes amatistas entornó los ojos y negó.

—Emociones que no sabías que tienen nombre; no has escuchado una sola palabra de lo que dijimos, ¿cierto? —cuestionó su mejor amiga con cierto tono de hartazgo.

Sintió sus mejillas llenarse de calor.

—Perdón, estaba pensando en los finales —se excusó mientras evitaba la sonrisa socarrona de Meiling, su otra amiga y casualmente prima del objeto de su obsesión.

—Claro, finales —dijo la mencionada con ironía.

Sakura se aclaró la garganta antes de preguntar—: ¿Qué es eso que dijiste?

Tomoyo retomó la lectura.

—A la necesidad repentina de besar a alguien, se le dice basorexia —repitió.

—En palabras simples, lo que sientes por Xiao Lang —se burló la otra chica.

La castaña la vio con enfado, sin embargo, sintió de nuevo sus mejillas llenarse de color. Negó y bufó.

—No es cierto —alegó abriendo su libro de inglés—. Somos amigos, ves cosas donde no las hay.

Meiling rio jocosa.

—Yo y todo el alumnado vemos cosas donde no, ¿verdad, Tomoyo?

La aludida hizo un ademán de desinterés.

—Fago, pena que sentimos...

Sakura dejó de escuchar lo que su mejor amiga dijo y pretendió concentrarse en el uso del "verb to be". Sabía que la chica Li tenía razón, todos sus compañeros eran testigos de la extraña relación que llevaba con el castaño.

Tenían un tipo de juego de coqueteo, seducción y amistad que a veces la dejaba sin aliento. Sobretodo cuando el chico ponía las manos sobre su cuerpo. En múltiples ocasiones pretendía hacer trampa en básquet al cargarla sosteniéndola de la cintura. Y aunque reían pretendiendo estar jugando, muchas veces no lograban evitar el incómodo silencio cargado de tensión que se posaba sobre ellos.

Su mirada de nuevo regresó a los chicos a unas bancas.

Sólo que aquella vez, se topó con ojos ambarinos que la veían con intensidad. Se quedó pasmada un momento antes de obligarse a sonreír y recibir el gesto de regreso.

«Basorexia» pensó regresando la mirada al libro frente a ella, e inconcientemente relamió sus labios sintiendo su corazón dar un brinco de emoción.


Llegó la hora de deportes y ella bufó fastidiada al cerrar el casillero en el que guardaba su uniforme formal. Odiaba esa clase, detestaba que iniciara. Y no por que no le gustara la actividad física, más bien porque muchas de sus compañeras aprovechaban para subirse el short de más para dejar expuesta algo extra de piel.

Claro, que aquello no debería ser asunto suyo, sin embargo, lo era porque se paseaban frente a cierto chico que normalmente no les prestaba atención. Pero eso no evitaba que siguieran intentando.

Salió del vestidor y se encaminó a la parte superior del gimnasio. En ella habían montado una pista para correr, en la parte inferior tenían una cancha de fútbol siete en la que por lo normal los chicos practicaban.

Sakura detestaba aquello, se sentía expuesta cada que la ponían a correr. Pero para su desgracia era buena en la pista y su maestra había decidido mandarla a las competencias estatales que serian casi al cierre del año escolar.

—¡Kinomoto y Hayashi! —exclamó la entrenadora—. ¡A calentar!

La castaña asintió y se puso a ello: estiró las piernas, brazos y giró el tronco de un lado a otro. Evitó a toda costa bajar la mirada, pues sabía que encontraría a cierto castaño con una playera sin mangas estirando de igual forma para empezar a jugar.

No necesitaba distraerse más, bastante había tenido con los múltiples comentarios llenos de burla que Meiling hizo durante la hora libre que tuvieron.

La entrenadora mandó a correr a dos chicas que habían terminado el calentamiento y comenzó a tomar el tiempo. La pista al estar en una parte superior, resonaba bastante, aquello siempre le indicaba que tan rápidas eran sus compañeras.

Algunas exageraban al momento de correr, más que nada para impresionar a los chicos que se encontraban debajo y que las podían ver con gran facilidad. Otras sí eran bastante competitivas, tal como la chica Li y la que iba a participar a su lado.

Siempre que le tocaba correr bloqueaba todo su entorno y se fijaba en la meta. Un truco que Touya le enseñó cuando salían a ejercitar por las mañanas.

Un sentimiento de añoranza brotó en su interior; extrañaba a su hermano. Saberlo a miles de kilómetros de ella la ponía así, pero siempre se obligaba a pensar que estaba logrando sus sueños estando en otro país.

Escuchó un silbato y sé sobresaltó, había estado tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta de cuando los chicos terminaron el calentamiento para darle paso al juego.

Syaoran estaba de delantero, como siempre, cruzaron la mirada y el chico le dio esa media sonrisa que aceleraba su pulso al grado de tener que suspirar para retomar el control.

Se levantó del suelo, pues había estado haciendo estiramientos, y sacudió su short. Luego se acercó a su grupo que veía a Meiling correr junto a Naoko, siendo esta primera quien llegó mucho antes que la otra.

—¡Woo! —gritó la chica mientras le guiñaba el ojo a un compañero de universidad que había estado observando la carrera desde un costado.

Se puso junto a Tomoyo quien movió la cabeza en dirección al chico.

—¿Ese es su novio, que no es su novio, a menos de que otra se acerque? —inquirió con un tono lleno de ironía.

Sakura asintió mientras la maestra le llamaba para que pasara a la pista.

Miró a su contrincante quien la vio con ojos entrecerrados, no era novedad que no se agradaban pues al parecer compartían el gusto por cierto castaño.

Se encaminó a su lugar y ambas chicas se pusieron en posición para arrancar. Finalmente el sonido del silbato llenó sus oídos y salió disparada.

Tenían que dar tres vueltas. Sakura se concentró en aquello y en respirar de manera adecuada. Una vuelta, iban empatadas. Aceleró un poco más sintiendo el latido de su corazón en la cabeza. Segunda vuelta, aumentó la presión en las piernas y de soslayo notó que dejó a su contrincante atrás.

Estaba casi por llegar a la meta, su respiración le resonaba en los oídos y sentía algo de emoción por ser primera. Eso, hasta que sintió un jalón en su playera que la hizo trastabillar e irse de lado.

Alcanzó a gritar antes de caer y girar varias veces sintiendo todo su cuerpo ser golpeado. Cuando finalmente se detuvo, respiraba a gran velocidad mientras se escuchaban gritos y regaños junto a las encolerizadas voces de Meiling y Tomoyo.

Sus brazos resintieron el impacto y ella parpadeó varias veces sin poder comprender lo que había pasado. Se incorporó con lentitud y encontró a la maestra regañando a su compañera, al parecer había sido la causante de su caída.

Tenía medio cuerpo levantado y las piernas dobladas, suspiró y negó no pudiendo creer que la chica hubiera hecho aquello. Trató de levantarse pero gimió y cayó de lado al sentir un punzante dolor en la pantorrilla. Al parecer se había lastimado en la caída.

—¡Li! ¡Vuelva aquí! —gritaron desde abajo.

Sakura sostenía su tobillo en medio de ligeros jadeos, lo sentía en llamas. Por su mente pasó que probable se lo había quebrado y no podría competir. Sabía que estaba exagerando, pero eso no alejó el vago sentimiento de miedo.

—¿Estás bien? —Escuchó antes de que el rostro de Syaoran apareciera en su rango de visión. Se veía sumamente preocupado.

Ella parpadeó, miró a un lado y encontró que sus compañeros estaban observabando. Regresó su atención al castaño.

—No sé, creo que me fracturé —musitó sin dejar de sostener su tobillo.

El chico frunció el ceño y llevó sus manos hasta las de la chica.

—¿Puedo? —preguntó en voz baja quitando con suma delicadeza sus dedos de alrededor del tobillo.

Sakura asintió y apoyó las manos detrás de ella para sostener su cuerpo. Las manos de Syaoran presionaron un poco y ella cerró los ojos al sentir de nuevo el dolor, incluso gimió.

—Creo que solo fue torcedura, debes ir a la enfermería —dijo el chico quitando su tennis y el calcetín para sentir mejor el lugar.

Y aún en medio del dolor, Sakura no pudo evitar estremecerse cuando él pasó su pulgar con lentitud sobre su piel. Incluso no apartó la mirada de su gesto de concentración y analizó cómo sus facciones se tornaron duras antes de verla con cierta... ¿Ternura?

—Vamos, te ayudo, sostente de mí y no apoyes —le indicó poniéndose de pie y extendiendo su mano.

La castaña suspiró antes de hacer lo indicado, entrelazó su mano con el castaño e inmediatamente sintió su corazón saltar de emoción. Pero cuando de plano pareció detenerse, fue cuando estuvo de pie y quedaron frente a frente.

Se miraron a los ojos con total fascinación, o al menos eso hizo ella, pues estando tan cerca podía detallar aún mejor en esa boca que la llamaba sin piedad.

Pero su bendita pierna se dobló porque sostenía todo su peso, obligándola a romper el contacto.

—Te tengo —masculló el castaño sosteniéndola por los codos y ayudándola a retomar la posición.

—Joven Li, tenga un pase para la enfermería —dijo la maestra dándole un pequeño cartón amarillo.

El castaño asintió y tras guardarse el pase en la bolsa de su pants, puso una mano en su cintura y la ayudó a, literalmente saltar, hasta la enfermería mientras ojos curiosos —y uno que otro receloso y burlón—, los veían.


Hielo y paracetamol, eso fue lo que la enfermera le dio para el dolor. Bien pudo ponerle una bandita y mandarla a correr otra hora.

Bufó con enojo mientras ojos ambarinos la veían divertidos. Tenía el pie descubierto sobre una bolsa de hielos envuelta en una toalla. Estaba sentada sobre el cheslong con el castaño a su lado viendo su celular.

—Siento que tomaste ventaja de mi accidente para escapar de clase —musitó notando de reojo que el chico estaba contestando un mensaje de WhatsApp.

Syaoran rio antes de voltear a verla.

—Puedo dejarte sola, seguro las jeringas tienen mejor tema de conversación que yo —alegó con sus ojos llenos de burla.

Sakura bufó recargando la cabeza en el muro detrás de ella. La enfermera había salido por una taza de café hacía veinte minutos. Seguramente lo fue a cosechar y todo para estarse tardando tanto.

—Ni siquiera hablas, bueno, no conmigo; el WhatsApp está más entretenido.

El chico río de nuevo.

—¿Celos?

Ella carraspeó.

—Obvio, ¿no ves cómo reviso tus conversaciones? —respondió con ironía—. Honestamente puedes hablar con quien quieras, no me afecta —dijo cruzando los brazos y mirando hacia el otro lado.

Percibió de nuevo su risa y trató de controlar el escalofrío que la recorrió. La voz del chico le causaba estragos en su interior y siempre trataba de mantenerse impasible cerca de él. Ya bastante tenía con las burlas de la otra Li.

—Ya que no te importa, no te diré que Meiling acaba de decirme que van a suspender a Kaori —le contó con desdén.

Sakura hizo girar los ojos.

—Me estás diciendo.

Syaoran la miró con una ceja arqueada.

—¿En serio?

Ella negó y relamió sus labios.

—Bobo —masculló viendo su regazo.

Grande fue su sorpresa cuando el chico se levantó y observó su tobillo con un gesto de concentración.

—¿Te sientes mejor? —preguntó en voz baja tocando de nuevo la parte afectada.

Y una vez más, su cuerpo se estremeció ante el delicado toque, incluso abrió la boca con sorpresa y no pudo evitar decir—: Claro. —En un hilo de voz.

Syaoran parpadeaba a la par que observaba su pie, sus dedos se movía con lentitud sobre su piel y le estaban provocando un hormigueo en todo su cuerpo. Su corazón parecía estar corriendo un maratón de lo mucho que se aceleró.

Algo que empeoró cuando el chico clavó sus ojos en los de ella. Se veía de nuevo serio, mucho, y tenía la mandíbula tensa como si estuviera estresado por algo.

Mantuvieron la mirada conectada y Sakura jadeó ligeramente cuando el chico movió su mano a lo largo de su pierna llegando hasta su rodilla. Su voz de plano desapareció y sintió tensión llenar la enfermería.

Syaoran se acercó a la par que su mano se movía ahora a lo largo de su muslo, parecía estar estudiando sus gestos y ella casi no podía respirar. Incluso había bajado las manos para empuñarlas y apoyarlas sobre el cheslong.

Mantuvieron la mirada conectada, en especial cuando él estuvo a escasos centímetros de su rostro y la respiración de ambos se mezcló entre ellos.

—¿Syaoran? —susurró con la voz más aguda de lo normal.

La mano del chico se había detenido justo donde el short acababa y con la otra pasó un mechón de cabello claro detrás de su oreja. Se llenó de ansiedad y su corazón latía tan rápido y fuerte que se cuestionó si acaso él lo podía percibir.

Esa ya no era cualquier tensión, definitivamente se había vuelto en una tensión sexual. Situación que la llevó a poner la mirada sobre esa boca que la hipnotizaba. El acto hizo sonreír a su compañero y se acercó aún más, estando a nada de rozar sus labios.

¿De dónde había salido esa situación?

Y justo cuando decidió que actuaría y luego preguntaría, la puerta detrás de ellos se abrió y la risa de la enfermera —quién hablaba con uno de los maestros—, provocó que el castaño casi diera un salto hacia atrás.

Sakura bajó la mirada a su regazo y exhaló de maneta disimulada. Su corazón estaba desbocado y su estómago estaba tan revuelto que bien podía pasar por enferma sin esfuerzo.

—Li, puedes regresar a tu salón, van a traer una muletas para que Kinomoto pueda retomar sus clases —les dijo la mujer con desdén.

Syaoran asintió y miró una vez más a la castaña antes de salir de la enfermería.

Y ella no pudo evitar estremecerse ante la mirada fría y actitud tensa que el chico tomó al salir del lugar.


Malditas escaleras, maldita enfermera, maldita compañera... Malditos todos y cada uno de ellos.

Al parecer una torcedura de pie no era lo suficientemente grave para faltar a clases. Podía moverse, medio apoyar la pierna al caminar y tomar notas, pues no usaba el pie para escribir.

Al menos esas fueron las palabras de la enfermera.

—A la otra le digo a Hayashi que me lo rompa, a ver si con eso —espetó caminando... O intentando hacerlo, a lo largo del vacío pasillo del segundo piso.

Lo peor era que se tenía que quedar en la escuela dado que su padre a esa hora estaba dando clase en la universidad.

Suspiró cansada y se apoyó en un muro dando pequeños brincos mientras reposaba su pie. No dolía tanto, pero si hacía mucha presión experimentaba la sensación de que le estaban enterrando algo. Sin mencionar que no llevaba un zapato y prácticamente tenía que saltar para evitar ensuciar su calcetín.

Escuchó la puerta de enfrente deslizarse y llevó la mirada al lugar. El no novio de Meiling iba saliendo de uno de los salones, cerró la puerta detrás de él y al voltear y verla levantó ambas cejas con sorpresa.

—Kinomoto, ¿cierto? —cuestionó el chico viendo por unos segundos la pierna medio elevada, la chica asintió y él le dio una sonrisa ladeada—. ¿Necesitas ayuda?

Ella negó antes de exhalar con fuerza.

—Mi salón está al fondo, estoy cerca... ¿Qué haces por aquí... Ah...? —No recordaba el nombre o apellido del chico pues nunca interactuaban. De hecho, de no ser por su amiga, no sabría de su existencia.

Ojos grises la vieron con cierta diversión.

—Ikari, Lien para los amigos —contestó encogiéndose de hombros—. Y para responder a tu pregunta, suelo ayudar en la preparatoria, me ayuda a pagar horas de mi beca.

Sakura lo vio con cierta admiración antes de negar y mirar hacia un lado.

—Oh, yo creí que venías a ver a Meiling —masculló dando un salto preparándose para andar.

Lien rio y asintió con un leve sonrojo en sus mejillas.

—Sí, hay un poco de verdad en esa oración —admitió revolviendo su cabello claro—. En fin, te acompaño, vamos para el mismo lado.

La castaña le dio una diminuta sonrisa y comenzaron a caminar... Bueno, ella a cojear mientras se sostenía de paredes y lockers, y su compañero a caminar hacia el salón.

Avanzaron en silencio hasta que el chico bajó la mirada y frunció deteniéndose. Ella lo imitó y lo vio confundida.

—Se te desabrochó la agujeta —anunció Lien.

Sakura siguió su mirada y bufó frustrada. Sería un show agacharse a arreglar aquello, pues debía maniobrar para mantener el pie descubierto al aire mientras abrochaba la agujeta.

—Suerte que me cargo —escupió cansada.

Lien rio de nuevo antes de ponerse frente a ella y arrodillarse, acto que provocó que las mejillas de la castaña se encendieran.

El chico anudó las agujetas con parsimonia bajo la mirada nerviosa de Sakura. Una vez que acabó, palpó dos veces el tennis de la chica.

—Todo listo, deberías...

—¿Sakura?

La aludida levantó la mirada y observó con suma sorpresa a cierto castaño que tenía el ceño fruncido y la mandíbula endurecida. El chico llevaba su otro tennis en la mano.

—¡Syaoran! —exclamó mientras Lien se incorporaba para, acto seguido, sacudirse el pantalón—. ¿No estabas en clase?

El mencionado la vio un segundo antes de mirar al otro chico que había metido las manos a sus bolsas mientras veía al techo.

—Fui a recuperar tu tennis, Tomoyo y... Lo olvidaron —dijo negando y viendo de nuevo de reojo al otro chico.

Sakura asintió y mordió su labio con nervios sintiendo la tensión entre ambos hombres.

—Gracias, vamos a clase —sugirió comenzando a avanzar—. Gracias, Lien —exclamó sin voltear.

No escuchó lo que contestó el chico, pero sí percibió el "Ikari" que Syaoran masculló antes de caminar a su lado.

Y casi cayó al tratar de sostener el brazo del castaño quién se detuvo de golpe y se tensó cuando Lien respondió—: Primo.

Ambos voltearon, ella con un gesto de incredulidad y él con uno enfurecido, pero el universitario ya iba hacia el otro lado con un andar tan calmado que enfureció más al chico a su lado.

—Eso hijo de...

—¡Syaoran! —lo reprendió.

Orbes ambarinos la vieron con enojo, pero tras cerrarlos y soltar un muy fuerte suspiro, la miró con cierta culpa.

—Lo lamento, es solo que no me agrada ni lo que sea que tiene con Meiling —explicó, cansado.

Sakura le dió una sonrisa ladeada antes de mirar su pie al aire, dejó caer los hombros y negó varias veces odiando no poder caminar bien.

Syaoran, al percibir su frustración, se inclinó para desatar el otro tennis y frunció el ceño al observar la venda que rodeaba el tobillo de la chica.

—Eso pudo ser peor, ¿qué pensó Kaori al empujarte?

La castaña quiso reír a carcajadas y gritar con ironía que fue su culpa. Pero su amigo no tenía idea de la silenciosa lucha que ambas tenían por obtener su atención.

Cuando el aludido le puso con sumo cuidado su prenda. La abrió de tal manera que no le apretaría ni las agujetas quedarían como estorbo, no pudo evitar sonreír con satisfacción sabiendo que Kaori jamás tendría una amistad como la de ellos. Luego bajó la mirada, decaída, al pensar en que justamente solo tenían una relación platónica.

Por su mente pasó el momento en la enfermera y no pudo evitar estremecerse.

—¿Frío?

Sakura parpadeó varias veces antes de llevar la mirada a la fuente de la voz, Syaoran estaba a medio paso de ella. Como era más alto, tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para verlo a los ojos. Y para llegar a esos orbes, tenía que pasar por la boca que, por alguna razón, no dejaba de hipnotizarla.

—Ah...

No pudo decir nada, pues su amigo había puesto un mechón de cabello café claro detrás de su oreja y la miró con cierta calidez.

Ella mordió su labio con nervios y luego lo relamió tratando de hacer algo para soltar un poco de tensión.

Pero fue en vano, pues Syaoran, al pasar el mechón, recorrió con suma delicadeza la piel de su mejilla y luego de su cuello. Acto que le robó el aliento.

Su corazón estaba dando miles de piruetas, sin mencionar que su estómago estaba en medio de un desfile de mariposas alteradas. Los ojos de Syaoran pasaban de su boca a sus orbes verdes de manera titubeante.

—¿Syaoran? —lo llamó en un susurro tembloroso.

Él le dio media sonrisa, el aire a su alrededor se volvió a cargar de esa tensión que definitivamente tenía tintes sexuales. El chico se acercó incluso más, ella no se pudo mover pues tenía que brincar hacia atrás para hacerlo y dudó tener fuerza, o voluntad, para lograr que su cuerpo se moviera.

—No tienes idea de lo que sentí al verte caer —musitó cerca de su rostro.

Sakura inhaló con fuerza, el aroma de su mejor amigo era adictivo y un tanto idiotizante. Por un segundo olvidó cómo hablar.

—¿Me viste caer? —cuestionó de regreso en un hilo de voz.

El castaño llevó su mano a lo largo de su brazo, había pasado del cuello al hombro y ahora recorría la piel expuesta debajo del uniforme.

—Siempre te veo, Sakura.

Lo dijo de una manera tan potente, y estaban tan cerca, que las piernas de Sakura perdieron fuerza... Literal, se le dobló la rodilla y Syaoran tuvo que actuar de manera rápida para que no cayera. La sostuvo por los codos con el ceño fruncido mientras que ella parpadeaba varias veces al ver el suelo.

¿Qué rayos fue eso?

Levantó el rostro para formularle la pregunta al culpable de su estado, pero lo encontró viendo sobre su cabeza con la mandíbula endurecida.

—¿Interrumpí algo? —preguntó con sorna cierto inglés que era mejor amigo del castaño.

Syaoran suspiró con fuerza, negó y con cuidado la ayudó a balancearse para poder alejarse.

—Tengo clase —musitó con la voz endurecida antes de darle otro vistazo a Sakura y caminar hacia el lado contrario al que Eriol estaba.

La castaña lo miró con un gesto decaído, pero se sobresaltó cuando escuchó que alguien chistó a su lado. Al girarse, encontró a Eriol negando con una mueca de ironía.

—Ahí va otra oportunidad —señaló el inglés antes de encogerse de hombros.

Sakura solo lo pudo ver con confusión antes de llevar la mirada hacia donde su amigo casi escapó.


La escuela tenía más escalones que una pirámide. Seguro el arquitecto jamás pensó... Ah, ahí estaba la rampa de discapacitados.

Sakura miró al cielo con hastío y cerró los ojos con fuerza para no llorar como una bebé. Estaba tan frustrada por su situación que todo la hacía llorar. Se sentía cansada y harta, literalmente olvidó que la escuela tenía una rampa cuando ya había recorrido media escalera cuesta abajo.

Sus hombros se hundieron un poco y ella apretó más sus ojos para que las lágrimas traicioneras, llenas de ridiculez no rodaran por sus mejillas.

Para su desgracia su última clase, artes, era de las que no tenía con ninguno de sus amigos. Así que ahora estaba, maniobrando con pie y mochila para tratar de irse a su casa donde podría llorar de manera amarga y patética hasta que Touya o su padre la consolaran.

Empuñó con fuerza la mochila y bajó más escalones, podía hacer eso, no era de las mejores en educación física por llorar junto a la pista.

Uno, dos, ya faltaban menos, tres, cuatro...

Se concentró en contar lo que bajaba en vez de hacerlo con lo que le faltaba, así su ánimo no caería como hacía segundos lo hizo.

Finalmente llegó hasta abajo y soltó un sonoro suspiro.

—Vaya, eso fue complicado.

Seguro sus amigos estaban en algún lugar del patio. Se iría a despedir y luego...

Sus cejas se levantaron con suma sorpresa y sintió una muy dolorosa y fuerte punzada en su pecho. Incluso jadeó y un ligero gemido escapó de sus labios.

Ahí, a escasos metros de ella, Tomoyo y Syaoran estaban en una pose muy íntima: Ella con las manos en sus mejillas y él con las propias en su cintura.

Su mejor amiga parecía estar hablando con suma calma con una sonrisa en sus labios mientras que el castaño asentía con las mejillas sumamente enrojecidas.

¿Desde cuándo se traían algo? ¿Que no Tomoyo se la pasaba coqueteando con Eriol?

Sus ojos se llenaron de lágrimas y bajó la mirada, no pudo evitar que estas sí se derramaran.

No eran pareja, debería estar feliz por ellos, ¿cierto?

Al girarse, encontró a Lien y Meiling viéndola con gestos de sorpresa, el universitario llevó la mirada detrás de ella y sus facciones se endurecieron un poco.

—Sakura, no es lo que parece —dijo Meiling levantando ambas manos...

—Bueno, si me preguntas... —intervino Lien pero recibió un codazo que lo hizo entrecerrar los ojos.

La chica negó varias veces, les dió una sonrisa triste y se encogió de hombros.

—No importa, si ellos...

—¡No, es que en serio no es lo que parece!

La prima del castaño se acercó, pero una bocina la interrumpió. Todos voltearon y encontraron a Touya en su moto. Se estaba quitando el casco.

—Touya —dijo aliviada, Sakura.

Quiso correr a su hermano para abrazarlo con fuerza. Pero se limitó a avanzar tan rápido como su adolorido pie se lo permitió.

Su hermano no perdió tiempo, él si corrió a ella y la miró con preocupación.

—No pude venir antes, no me dejaron salir del trabajo hasta ahorita —explicó viendo con enojo la venda en su tobillo—. Vamos, te llevo en mi espalda.

Touya siempre fue mucho más alto, así que cuando se puso en una rodilla, Sakura no perdió tiempo en poner los brazos alrededor de su cuello antes de que él la acomodara para cargarla.

El chico le lanzó sus llaves a Lien y le dió una mirada significativa.

—Ni un rasguño, aprendiz, o te quedas a lavar la loza del fin de semana.

Sakura y Meiling vieron con sorpresa al chico quien se sonrojó. Nadie sabía mucho del universitario solitario, así que les cayó de sorpresa que trabajara en el mismo restaurante que Touya.

Cuando su hermano se giró para comenzar a caminar en dirección a su casa, Sakura notó que Syaoran y Tomoyo los veían a la distancia, sus ojos se llenaron una vez más de lágrimas y cuando orbes ambarinos la vieron con sorpresa, ella giró la cabeza.

Probablemente estaba desvirtuando una situación desconocida, pero por el momento su corazón dolía.


Pañuelo tras pañuelo se fue acumulando en el bote de basura en su recámara. Su celular tenía muchísimos mensajes y llamadas perdidas, pero no contestaría ni revisaría, ya se encontraba bastante mal como para recibir noticias de una nueva pareja.

Porque no podía dejar de pensar en que su mejor amiga y amor platónico eso serían; claro, ella era tan hermosa y él tan guapo que incluso ganarían un concurso de la mejor pareja por la química que se traían.

Sonó su nariz en otro pañuelo, ya la tenía roja pero ni así dejaba de llorar. Igual nadie la vería, su hermano estaba haciendo de cenar y su padre aún no llegaba.

Lo peor era que la boca de Syaoran se paseaba por sus recuerdos: cuando sonreía, cuando se enojaba, cuando le daba media sonrisa...

—¡Ayyy! —exclamó ocultando el rostro en su almohada.

Esos momentos de tensión seguro fueron su imaginación, probablemente él solo era en extremo amable y ella quiso ver más de lo que había.

Malditas hormonas, eran las culpables de su estado actual.

En medio del su llanto, escuchó algo golpear su ventana. Fue ligero, bastante, pero lo notó y elevó el rostro con el ceño fruncido. Silencio, más silencio, su hermano lavando trastes, silencio... ¡Ahí estaba!

Ladeó la cabeza, contrariada, y con cuidado se levantó de su cama para saltar hasta el pequeño asiento junto a su ventana. Al asomarse, abrió los ojos con sorpresa al ver a cierto castaño saludarla con la mano desde abajo.

—¿Pero qué...?

Abrió la ventana y sacó la cabeza.

—¡Syaoran! ¿Qué haces aquí? —exclamó en un intento de susurro.

El aludido miró en dirección al garage.

—Hice un favor y aproveché —respondió señalando la moto de su hermano.

La castaña frunció el ceño. Syaoran tenía 17, no tenía permiso para manejar un auto, ya ni digamos una moto. Negó al regresar la mirada a su amigo.

—¿Aprovechaste? —cuestionó, confundida.

El chico miró el árbol junto y con gran agilidad subió hasta llegar a la rama que daba justo a su ventana. Se deslizó por esta hasta quedar a escasos metros de ella.

Sakura no pudo evitar quedar con la boca abierta, ver a Syaoran haciendo actividades de agilidad lo hacían más atractivo. Si eso era posible.

—Tenía que hablar contigo —explicó en voz baja.

Ella parpadeó varias veces. Rememoró lo que vio y experimentó una fuerte opresión en el pecho. No quería escuchar de boca de su amor platónico que estaba en una relación con su mejor amiga.

—Pudiste esperar a mañana. —Casi gimió. «Cuando estuviera más preparada para que rompiera mi corazón», pensó.

El negó varias veces y Sakura mordió su labio con nervios. Lo escuchó tragar pesado así que lo miró confundida, lo encontró apretando el agarre en el tronco mirando hacia abajo.

—De verdad tengo que hablar contigo —dijo. Ella alcanzó a percibir un atisbo de desesperación así que tomando el papel de buena amiga, decidió tragarse su dolor y decepción para escuchar algo que haría añicos su corazón.

—Ok, solo deja. —Se hizo hacia atrás y le dejó espacio para entrar. Cojeó hasta su puerta y le puso seguro. Si su hermano atrapaba a Syaoran en su habitación, correría sangre—. Touya —explicó al ver la mirada sorprendida de su amigo.

Él asintió una vez, al entrar en la recámara miró el tobillo de Sakura, quien cojeó de regreso a su cama, y frunció el entrecejo.

—¿Duele mucho? ¿Por eso llorabas?

La chica negó y se sentó en la cama sintiendo sorpresa de que notara que estuvo derramando lágrimas. Se apoyó con los brazos hacia atrás y lo invitó a sentarse en la silla de su escritorio. Trató de poner una distancia no muy llamativa entre ellos para dejara el tema de su tristeza a un lado.

Syaoran suspiró al tomar asiento, entrelazó las manos entre sus rodillas y la miró en silencio por unos segundos.

—¿Qué sucede? —preguntó ella al sentir mariposas empezar a invadir si estómago. La mirada del castaño era tan profunda que le causaba estragos.

El chico dejó caer la cabeza antes de bufar y regresar a mirarla.

—Hablé con Meiling y... Su lo que sea...

Sakura no pudo evitar sonreír ante el gesto de protección.

—Lien.

Él endureció la mandíbula pero asintió.

—No me interesa Tomoyo —atajó viéndola directamente a los ojos. Un estremecimiento recorrió a Sakura pero no habló—. Me estaba mostrando, de manera muy invasiva, cómo hacer... Algo... Pero... —Se pasó una mano por el cabello despeinándolo aún más.

Sakura quería pasar sus dedos en el cabello. Eran tan adictivo como su boca. Al pensar esto último no pudo controlar el camino de su mirada.

Syaoran estaba hablando, lo sabía, pero estaba tan perdida en los movimientos de sus labios que se desconectó de la realidad.

¿Qué rayos le estaba pasando?

—¿Sakura? —Escuchó que le llamó en un hilo de voz.

Ella parpadeó varias veces, lo encontró con esa media sonrisa que le alteraba los nervios y puso las manos sobre su rostro con suma vergüenza.

—¡Hoeeeee! —gimió al sentir su mejillas llenarse de calor—. Perdón, me distraje —admitió.

Escuchó un suspiro y percibió que había hastiado a su acompañante, pero de pronto sintió unas manos sobre las suyas así que levantó la mirada aunque lo que quería era esconderse debajo de la cama.

—Me pasa... Te entiendo —titubeó el castaño. Desvió un poco la mirada y suspiró de manera audible antes de regresarla a ella—. Me distraes.

Sakura no supo si su corazón se detuvo, solo sintió una punzada en este y su estómago dar miles de volteretas.

¿Escuchó bien?

—¿Yo... Yo...?

El chico se encogió de hombros y la obligó a bajar las manos, y como si la confesión no fuera suficiente, cuando entrelazó sus dedos, el corazón de Sakura casi salió disparado a la estratósfera.

—Te dije que siempre te veo... No exageré... —susurró él mientras le daba esa encantadora media sonrisa

Ella no supo qué decir, así que relamió sus labios por los nervios... Pero al percibir cierto toque en su boca, soltó un grito ahogado.

Syaoran estaba pasando el pulgar por su labio inferior.

—No hagas eso —casi rogó, Sakura ni siquiera notó cuando se acercó ni cuando se pasó de la silla a sus pies. Estaba en cuclillas frente a ella—. No sabes... No te imaginas...

Estaba perdiendo la cabeza o se quedó dormida por llorar tanto. ¡Debía estar soñando! Quiso pellizcarse pero él aún tenía una mano sostenida.

—Por... ¿Por qué? —musitó con los nervios a flor de piel.

No tenía palabras, Syaoran la había dejado sin qué decir, hacer o pensar.

—Es que... —Se sonrojó, algo extraño de ver pero que ella le pareció de lo más tierno—. Tu boca... No lo puedo siquiera explicar —rió con nervios mientras pasaba las manos por su cabello—. Es como una droga... Una adicción.

Sakura tragó pesado. Pero rememoró que justo eso sentía al ver a Syaoran. Su corazón comenzó a brincar de emoción pero aún tenía la duda corriendo en su mente...

—¿Entonces... Tomoyo y tú...?

—No. —Lo dijo con tanta firmeza, viéndola a los ojos que no dejó lugar a dudas—. Y cuando te ví caer me di cuenta de que cada día que pasa pierdo más y más tiempo...

—¿Tiempo? —dijo ella en un hilo de voz.

El castaño asintió y le dió una sonrisa ladeada aunque sus mejillas se llenaron de color.

—De hacer cosas juntos, más cosas sin tantos pares de ojos de metiches —explicó con el ceño fruncido—. De... No sé... —Se encogió de hombros y apretó de nuevos sus manos—. Entender porqué estoy tan jodidamente obsesionado...

—Igual —lo interrumpió ella sintiendo el latido de su corazón en la cabeza, Syaoran la vio con seriedad—. Yo... Me pasa lo mismo contigo —admitió en voz baja.

Silencio inundó su recámara, parecía que ambos adolescentes estaban tratando de digerir la situación. Fue Syaoran quien sonrió primero y llevó una mano a su mejilla.

—Entonces, ¿si te beso no me darás una bofetada como Eriol apostó?

Sakura no pudo evitar reír, empuñó las manos y negó al morder su labio. Acto que captó toda la atención del chico a sus pies... Literal tenía a su crush a sus pies y eso la llenó de una emoción imposible de describir. Solo sabía que estaría sonriendo por horas si...

Jadeó cuando Syaoran se elevó de golpe y juntó sus labios en un beso tan tierno y dulce que le robó el aliento. Fue lento, lleno de cuidado con movimientos que por momentos se percibían estar llenos de miedo. Pareció durar una eternidad aunque terminó demasiado pronto, en su opinión.

Cuando se separaron unos centímetros, ambos sonrieron de manera boba.

—Llevo semanas queriendo hacer eso —musitó Syaoran sin alejarse.

La castaña sonrió más y decidió actuar tal como él. Así que puso las manos en sus mejillas e inició el beso que también llevaba semanas guardando.

Pero su beso fue más demandante y desesperado, se avergonzó de ello hasta que Syaoran se separó un poco, cambió el ángulo de su cabeza, y profundizó el contacto provocando que millones de mariposas hicieran un festín en su estómago.

Este beso se sintió más largo, o fue que de la emoción perdió la percepción del tiempo, fuera lo que fuera, lo disfrutó tanto como un helado, un chocolate o una carrera ganada.

No pudo evitar ante este último pensamiento, movimiento que Syaoran percibió así que se alejó.

—¿Qué? —preguntó en medio de jadeos.

Sakura inhaló aire con fuerza, vaya que el castaño sabía besar.

—Kaori —respondió y recibió una mirada contrariada, ella volvió a sonreír—. Me va a odiar más.

El chico arrugó el entrecejo no entendiendo. Tardó un poco, pero de pronto sus ojos se abrieron con sorpresa cuando finalmente captó porqué la chica insistía tanto en llamar su atención.

—¡Oh! —musitó—. Bueno, ya tienes un novio que te defienda.

El rostro de Sakura se encendió incluso más, pero sonrió como boba y volvió a juntar sus labios a los del chico mientras ponía sus brazos alrededor de su cuello.

En definitiva se haría adicta a esa boca que la tuvo loca por días.

—¿Sakura? ¿Por qué cerraste? —exclamaron afuera de su puerta.

Y los castaños se separaron para mirarse con sorpresa.

Touya iba a matar a Syaoran apenas se enterara del cambio de amistad a algo más.


N/A: El año pasado escribí este one-shot, apenas lo acabé, era para el cumple de Sakura pero con tanta cosa no tuve tiempo de completarlo. Es regalo para ustedes que me han apoyado por tantos años. Espero les haya gustado :D

Pronto estaré subiendo el retelling de Romeo y Julieta ;) ténganme paciencia.