Mentiras
Satoru Gojo
—¡Salud!
Levanto la pequeña copa de sake y la hizo chocar con la de su colega Nanami Kento, los hechiceros se encontraban en una reunión casual de la cual participaban solamente otras dos personas Shoko Leiri la doctora y Utahime Iori enseñante de Kyoto.
Gojo detesta el alcohol, solo se encontraba allí por simple camaradería y para vigilar a cierta persona que caía muy fácil cuando un simple sake llegaba a sus manos.
Para el profesor catalogado como número uno y el mejor de todos, era gracioso el observar a su colega ya casi pasada de copas queriendo beber más, le arrebato esa pequeña copa de su mano y se ofreció a llevarla a su casa, fingiendo muy bien ante la mirada de sus otros amigos. Sabia muy bien en que terminaría, no era la primera vez que sucedía.
—Uthaime, no se lleva con el alcohol, ¡se detestan!
Antes de que reciba respuesta alguna la saco del lugar, ella casi siempre se negaba a cualquier cosa que Satoru tenia en mente, pero eso solo pasaba cuando estaban presente otros colegas o alumnos.
1.90 de estatura, cabellos de color plata y un par de ojos únicos que solo se dejaban ver cuando entraba en acción. Gojo posee un carácter único, a veces parece infantil y bromea demasiado para el gusto de otras personas, en otras ocasiones se pone serio, pero siempre bromea hasta cuando se encuentra en peligro o esta en medio de una pelea exorcizando a una maldición de primer grado o especial.
Abrazaba a su colega y aunque ella no quería, el trataba de ser gentil, siempre derrochando el buen humor que lo caracterizaba.
Le mostro una sonrisa grande muy característico de sus facciones y la aprisionó contra la puerta —¡Se que me odias!, pero es mi deber de caballero traerte sana y salva a tu casa.
Utahime Iori
Desde que tenia memoria, con solo verlo le hervía la sangre de rabia y no por el hecho de sea considerado el enseñante o hechicero mas fuerte y temido, al contrario, era su carácter que chocaba con la de ella.
No le gustaba que la abrace cuando se dirigían a su casa, pero tampoco hacia nada para impedirlo, el alcohol le estaba jugando para mal, ni siquiera bebió tanto, bastaron dos insignificantes copas de sake puro para que le dé vueltas la cabeza.
—¡Por favor!, no te odio… es solo que no te soporto, ¡pequeño! —bromeo casi sonriente.
Escucharla llamarlo pequeño le hizo sonreír, solo en edad le ganaba ella tenia 31 y el 28.
Lo tenia en frente casi agachado a su altura, su 1.66 metro de altura no estaba a su favor, ella siempre tenia que alzar la vista para ver aquel rostro, estaba casi segura que el sostenía su mirada, pero por la banda de su rostro no lo hacía notar.
Saco la llave de su apartamento y entro jalándolo con ella, no era la primera vez que sucedía ya habían tenido encuentros íntimos en más de una ocasión.
/
Estaban allí, Gojo e Utahime en la penumbra del apartamento de ella.
El hechicero estaba sentado al bordo de la amplia cama y tenia a su colega encima sentada a horcajadas, con las piernas abiertas a cada lado.
—¡Neh!.. Utahime… responde a mi pregunta, ¡vamos! — se lo dijo fingiendo la voz de un muchachito insistente, Gojo se refería al juego de pregunta y respuesta la cual Iori siempre se negaba a jugar —. ¡Estas ebria!
Ya estaban creciditos como para seguir jugando ese juego de adolescentes, pero Satoru insistía, le gustaba sacarla de sus casillas.
—Si bebi… pero todavía tengo mis otros cuatro sentidos activos y no quiero jugar, ¿tal vez tenga un motivo para no hacerlo? … ¿no? —le respondió un poco fastidiada por la insistencia de su colega.
—¡Solo tienes que decir tres cosas que te gustan de mí!
—Tal vez no hay nada que me guste de ti…
—Entonces dime que cosas No te gustan de mí— cambio la pregunta y acerco su rostro acercándose un poco al rostro de ella.
Ella lo observo muy bien sintiendo la respiración del peli plata muy cerca de su rostro, poso su mano en la cabellera plateada lo desordeno un poco y bajo hasta encontrarse con la venda oscura, se detuvo allí. Introdujo delicadamente un dedo a un lado de la cien y lo subió lentamente.
Los mechones cortos plateados se dejaron caer sobre su perfecto rostro, sus pestañas blancas se abrieron revelando los hermosos ojos azules claros, en sus iris tiende a manifestarse una imagen similar al cielo, ¡joder era hermoso verlos de tan cerca!
Ese par de ojos casi la iluminaban, eran preciosos. Aprovechando la situación él esta vez si hizo conexión con la mirada de Iori.
Se entretuvo observándolo por un momento, parecía que estaba en el cielo, Utahime ya lo había visto algunas veces, pero no era una cosa común de todos los días cruzarse con la mirada penetrante de Satoru Gojo.
—Tus ojos… no me gustan.
—¡Mentirosa! — le dijo moviendo su cabeza para atrás mientras dejaba escapar una carcajada burlona—. ¡Mis ojos le gustan a todo el mundo! — nuevamente acerco su rostro y le dio un pequeño beso.
Satoru empezó a besarla lento, era apropósito para alargar la situación, lo tenia que hacer así hasta que ella le de permiso para que introduzca su lengua.
Se conocían de años, Gojo entendía que el único modo para que ella cediera a su conquista era que Utahime le gustaba tener el control en sus manos, o por lo menos hacerle creer que ella le ganaba cuando tenían sexo.
—¿Otra cosa que no te guste de mí? —pregunto interrumpiendo el beso para continuar con su tarea de excitarla. Empezó pasar sus labios por el cuello y la escucho gemir despacito y lo tomo como un aliento para que continúe con lo que estaba haciendo, poco a poco se deshizo el vestido peculiar que Utahime tenía encima ese día.
Desenredo la atadura, alrededor del seno y el traje "Miko" resbalo por la largueza de los delicados brazos de Iori.
—Tu maldita personalidad — respondió con el respiro entrecortado.
El alcohol le estaba jugando una mala pasada, ella se prometía no beber o por lo menos controlarse cuando lo hacía, sucedía raramente pero ya era tarde, Utahime declaro ser enemiga numero uno del sake, pero lo disfrutaba.
Por lo menos le echaría la culpa al alcohol cada vez que se enredaba en las sabanas con Satoru, recordando que esa era la única manera en que lograría torearlo. No le gustaba sus bromas, su actitud casi infantil y lo peor siempre la sacaba de sus casillas burlándose.
Nadie le obligaba a estar con él, ni ese día ni los otros días que pasaron la noche juntos. Lo sintió reírse cuando escucho su respuesta, Gojo se divertía y bromeaba aun en la intimidad.
—Mhh ¿otra cosa? —Satoru le hizo esa pregunta antes de volver a atacar sus labios.
La mujer no respondió, ella lo beso con fogosidad, enganchándose sus brazos a su cuello y enfilando sus dedos en la nuca plateada.
Estaba cansada de aquel juego infantil, además siempre terminaban así, el la irritaba a mas no poder y apenas encontraban la ocasión acababan teniendo sexo.
No se definían amigos con derecho ni nada parecido, eran calenturas ocasionales que sucedía porque ambos lo buscaban, o al menos eso creía Iori.
Ella lo empujo con fuerza e hizo que caiga al suave colchón, continuaba a horcajadas sentado encima de él. Obviamente la masculinidad ya se notaba estaba duro como una roca, Utahime quería terminar rápido para después echarlo de su casa y luego maldecirse a ella misma por permitir que esto pasara nuevamente.
Le desabotono la chaqueta negra descubriendo su piel fina de su pecho, haciéndole caricias en lo abdominales marcados hasta que llego a la cremallera del pantalón.
Satoru le sujeto de las muñecas y la detuvo —¡Hey! ¡hey!...ustedes las mujeres siempre son impacientes —le dedico su característica sonrisa y de un movimiento cambio la situación. Ahora él estaba arriba —además no terminamos de jugar— le dio una sopladita en los labios la sujetaba de las muñecas y lo acomodo a ambos lados de la cabeza.
—¡vete al diablo Gojo!
—Uhm… ¡ok!, veo que no tienes ganas de conversar un poquito, pero ahora me toca a mí.
—La verdad es que… ¡yo no te pregunte nada! —Utahime hace salir su carácter, le hace notar que ella no quiere escuchar nada de las porquerías que seguramente Gojo le diría.
La observo seriamente y en poco segundos una mano le levantaba la falda roja, conjunto del "Miko" y acaricio la feminidad de la mujer.
Hizo a un lado el Slip (Slip=ropa interior de puro algodón que se adhiere a la silueta femenina) e introdujo dos dedos haciendo que ella arquee su espalda. Observo muy bien que no dejaba salir el gemido.
Al sentir los dedos de Gojo, Utahime le dio un golpecito con su mano libre en el hombro, se mordió el labio inferior porque sintió como esos dedos salían y entraban de su interior. Una, dos tres veces se repitió la acción y ella esta vez dejo escapar el gemido.
Como si fuera lo más natural del mundo, Gojo saco sus dedos y los metió en su propia boca, lentamente sin quitarle la mirada de encima. Los chupo ávidamente desde la base hasta la punta, los degusto como si fuese un chupetín. Ella estaba super excitada, debajo de él.
—A mi me gusta cuando pones esa cara — sonrió maliciosamente.
Utahime le pego con fuerza en su hombro —¡Ya basta con este juego!, ¡al grano!
Gojo la vio impaciente, sonrió burlonamente ni cuando tenían sexo dejaba de molestarla. Dejo que fluya la el momento y la beso se separo por un instante, de un movimiento le quito toda la falda junto con el slip y arremetió contra la feminidad de Iori.
Paseaba su lengua por todo el lugar, la tenia con las piernas abiertas a su merced, metió su lengua y jugueteaba con el clítoris lo lambia y los succionaba. Adentro, afuera, adentro y afuera e inevitablemente se escuchó un gemido fuerte.
Gojo levanto su cabeza y la vio con la boca semiabierta reponiéndose de aquel gran gemido, termino con su dulce tortura.
—Te veo agitada, tal vez no deberías beber para la próxima— bromeo, sabia perfectamente que ella estaba así por su culpa.
—¡es suficiente! —Iori se puso seria, no podía mas y ahora ella tomo el control, le insto para que se dieran la vuelta.
Le bajo la cremallera del pantalón y solo dejo salir lo que necesitaba, lo tomo en su mano y lo acaricio desde la base hasta la punta. Estaba duro, palpitante y grande.
Ella misma se dejo caer encima del miembro duro, resbalando lentamente haciendo que su interior estrecho y húmedo lo envuelva por completo, llego a la base y echo su cabeza para atrás dejando escapar un gemido rumoroso.
Utahime empezó a balancearse encima, moviendo sus caderas atrapándolo profundamente, siempre hasta fondo y mas adentro, arañaba con delicadeza los abdominales que estaban a la vista. Era un verdadero placer sentirlo de esa manera.
Verla gozar encima de él, desnuda y bañada por el brillo de sudor siempre era una satisfacción para sus hermosos ojos que la observaban detenidamente, cada gemido cada movimiento era fuego vivo.
—Me gusta cuando haces así… — le confeso con una voz ronca suave. No mentía a Gojo le gustaba verla relajada y tranquila respecto a su carácter que ella siempre demostraba con los demás.
Se levanto para besarla, desde el interior Iori escondía los resuellos, no quería dejarlo de besar lo atrapo con todo, piernas brazos y boca.
La apretó mas contra su cuerpo permitiendo que aumentara el contacto mientras ella se movía con fogosidad, estaba casi en la cima, pero el peliplata se empezó a alejarse un poquito y la mujer lo estiraba de su chaqueta.
Gojo la ubico debajo de él y bajo el ritmo de las embestidas, tornándose lento hasta que salió de ella.
—¿Por qué te detienes? —le pregunto confundida.
El apuesto hombre apoyo su miembro duro en la entrada, hacia chocar la cabeza con el clítoris, pero no entraba.
—Falta la tercera...
—¡Estas bromeando!...
—¡Ok! ¡ok! Yo te diré primero, la tercera cosa que me gusta de ti es… —fingió pensar por un momento para después apoyar su mano en la mejilla derecha —. Tu cicatriz
Esta vez tampoco mentía. Mujeres había muchas y entre ellas estaba Utahime Iori, pero su cicatriz la hacia mas especial, y se sabe de sobra que a Satoru Gojo no le gustan las cosas aburridas ni repetidas.
—¡ya basta! Y comienza de nuevo…. —se lo pidió un tanto avergonzada por lo que le dijo hace poco.
—Ha.… hacer que… ¿esto? — le pregunto burlón y empezó a entrar con una lentitud absurda que la hacía estremecer.
—¡ah! —gimió de placer —¡AH!... eres un maldito imbécil.
—¡Respuesta equivocada! ¡HEEPAA! — afirmo burlándose a un mas y no se quería mover hasta sentir su respuesta. Salió de nuevo para entrar más lento.
Utahime era capaz de ahorcarlo allí mismo si seguía con aquel juego absurdo, pero muerto Gojo no servía de nada.
—¿Enserio quieres saber?
—¡Siiii!, dime que es la tercera cosa que no te gusta de mí, tal vez puedo mejorar.
—¡NO me gusta cómo me coges!— mintió descaradamente, no podía creer lo que le dijo, era tarde para arrepentimientos.
—¡Uhm! Veamos como puedo mejorar… —lo tomo con calma, se le dibujo una sonrisa maliciosa, se puso serio entro y le dio duro como ella lo pedía tanto.
Era el mejor, ¡si Gojo era un hombre que sabia como satisfacer a una mujer! Era bravo, después de todo no había nada en que Satoru no sobresaliera incluido el sexo, ¿Quién sabe cuantas mujeres pasaron por sus manos? Ni idea, esa pregunta daba vueltas en la cabeza de Utahime, pero poco y nada le importaba ahora ella era la que disfrutaba.
A pesar de que no soportaba su presencia en el trabajo, su actitud infantil y las bromas que hacia con todo el mundo incluido sus alumnos que lo llamaban idiota, Satoru Gojo era un hombre muy atractivo lo admitía. Su altura, porte, carácter su pelo plateado y poder era superior comparado a otro hombre. Poseía la maldición única para exorcizar otras maldiciones de clase especial y en cada pelea siempre estaba calmado, pensaba con cabeza fría y salía triunfante, ¡siempre! y de paso se burlaba de sus oponentes.
Cuando sonreía y no estaba en horas de trabajo se paseaba dando silbidos por las calles atrayendo la mirada de varias mujeres. Siempre cubriendo sus hermosos ojos con gafas oscuras redondas que le daban un aspecto mas atractivo, era un deleite a la vista, tanto así que hasta Miwa, la alumna mas gentil y amable era su fan.
—¡Quítate la chaqueta! — le dijo como dándole una orden, cerca de su oído. Lo quería sentir piel con piel encima de ella. Quería tocarlo.
Como siempre obediente, el apuesto hombre hizo caso a su pedido sin dejar de penetrarla, se sacó su chaqueta negra aventándolo hacia alguna parte donde no estorbara.
Le gustaba cuando ella le pedía algo, le fascinaba sentir sus suaves senos que hacían contacto contra su pecho que sus manos despeinen su cabellera y después se aferren a su espalda. No paro continúo dándole placer fogosamente y aumento el ritmo con mas fuerza. Apoyo su cabeza en su frente y la observo a sus ojos el también disfrutaba y le hablo cerca de sus labios.
—¿Ahora te gusta? …— una pregunta a modo de responder a la gran mentira que ella dijo —. Te gusta como lo hago.
—S-Si…
Utahime sentía todo su cuerpo sucumbir al placer ya no podía faltaba un poco para que se venga, estaba al limite ya no escondía los gemidos, los dejaba salir junto al nombre del culpable que los provocaba.
El agarro las piernas de Iori y los llevo alrededor de su cintura haciendo un contacto más profundo sus partes íntimas. Ella se sujetaba de las sabanas y empujaba se movía al ritmo que el impuso, disminuyo la frecuencia, pero aumento la fuerza.
—¡Mirame!— le dijo Gojo. Siempre lo hacia cuando ella estaba por venirse, quería ver la expresión de su rostro lleno de gloria mientras el orgasmo llegaba.
Unos cuantos embates y la sintió vibrar como cuerda de violín alrededor de su erección.
—¡Ah!... ¡Gojo! — se vino, Iori estaba al límite, super exhausta y satisfecha el siempre la dejaba así, arrasaba con ella.
Escuchar a Utahime pronunciar su nombre de esa manera, con ese tono erótico y sexy era para él lo máximo, solo así se podía dar el lujo de terminar, pocos segundos después también se vino y dejo caer su cuerpo encima.
Se quedaron en silencio, Gojo se aparto de ella y se acostó a su lado, también estaba cansado, se habían desahogado como lo deseaban y necesitan descansar.
—Satoru
—Mhh,..
—Eran mentiras — se lo dijo antes de quedarse dormida y acaricio su cabellera plateada. Era mentira que no le gustaba sus ojos, era mentira que no le gustaba su personalidad y finalmente era mentira la forma en que la tomaba.
—!Lo se, Iori lo se! — le dedico su clásica sonrisa burlona antes de caer totalmente dormido a su lado.
/
Al día siguiente….
—¡SENSEIIII! —Itadori Yuji como siempre de buen humor lo saludaba gritando.
Junto con el siempre sus otros dos alumnos, Kugisaki Nobara y Fushiguro Megumi.
El profesor levanto su mano sonriente y alegre —¡oh! Mis preciosos hijos que nunca tuve.
—¡Ni que fuera viejo! —respondió Yuji — Tsk ¡ya le duele los huesos!
—No — le dio un golpe sonoroso en su espalda —¡Que tal si van al restaurante y me compran el postre mas dulce que este en el menú!
Nobara medio que cerro sus ojos y una vena se le marco en su frente —¡Para eso nos llamo! Sensei
—¡Hoy es dos por uno, aprovechen! — les comento sonriendo como un niño.
Nobara salió disparando, quería comer doble por atrás Yuji la seguía.
—¡Espérenme! —Satoru también salió corriendo a toda velocidad
Fushiguro se llevo una mano a su cabeza —Me da vergüenza — los veía correteando como niños incluido su profesor.
En el mismo restaurante, Utahime se encontraba saliendo y sintió el viento que el profesor y sus dos alumnos provocaron cuando pasaron corriendo por su lado a toda velocidad.
Iori se agacho y sonrió al ver la escena —¡Y pensar que me acosté con el anoche!
Segundos después se le apareció por delante cortándole su paso, dejándola muy sorprendía con su velocidad —¿¡que no estabas entrando al restaurante!?
Gojo no le dijo nada le dio un beso pequeño y se fue corriendo.
—¡Payaso! —comento ella sonriente y apresuro su paso, tenia que llegar con sus alumnos.
Pequeño
