Los besos que llegaron de Manila
By: HybridVirus

Disclaimer: Hetalia y sus personajes son pertenencia de sus respectivos dueños, solamente soy dueña de Rafaela y no hay ninguna ganancia con esto, más que darles amor a las relaciones de mi país con otros países; solo soy una fan que escribe para fans.

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El suave murmullo de la brisa nocturna meciendo las hojas, junto al susurro de la lluvia golpeando gentilmente la ventana de la habitación se une al suave eco de suspiros que escapa de los labios de los países que se encuentran recostados en la cama. La respiración de ambos se encuentra fuera de control, gracias a los besos que han compartido a lo largo de la noche, en la que se han encontrado envueltos entre la seda de las sabanas, que en algún momento el galeón de manila llego a traer a lo que hace muchos años seria el virreinato de la Nueva España. La caricia del país latinoamericano le arranca un sonoro jadeo al filipino, al sentir la forma en que los bronceados dedos de Rafaela se deslizan por debajo de la camisa que lleva puesta.

–Sabes que jamás…

Jadea la entrecortada voz de Emilio al mismo tiempo que su espalda se arquea ante la sensación del par de rojizos labios que besan y mordisquean la bronceada piel de su cuello. Los parpados del joven se cierran con fuerza, mientras su cabeza se hunde en la mullida almohada. El calor del cuerpo de México le recuerda años atrás en los que compartirían la misma cama, mientras ambos eran parte de la corona española. El fantasma de las amorosas caricias y besos de Nueva España, sería el único consuelo que le acompañaría a lo largo de esos años, en los que estarían separados después de que Rafaela buscara su independencia del yugo de la corona española.

–Jamás…

Los labios de ambos se encuentran en un lento y sensual beso, repleto de ese cariño que ambos recuerdan de sobra en lo oscuro de la noche, y que reviven eternamente en ese instante cuando los recuerdos del pasado vuelven a mitad de la noche, para hacerte vivir los momentos más dulces y felices; o tus miedos e inseguridades más atroces. 'Emilio' el jadeo entrecortado que escapa de la ojimiel, hace que el corazón del país asiático pierda absolutamente todo el control, que ha intentado mantener al entender que esta vez no es un sueño lo que está ocurriendo. Como si buscara cerciorarse de ello, las manos del ojidorado se colocan a los costados de la cintura de la dueña de las hebras castañas.

–…He dejado de ser tuyo.

Sus rostros se alejan levemente, mientras las inquietas manos del país más joven se deslizan por debajo de la camisa roja de Rafaela, buscando hacer un reconocimiento lento y minucioso del territorio que conocía a la perfección, gracias a todas las noches en las que ambos países habían hecho el amor. Sus manos bajan lentamente de los costados del torso de la mexicana, para colocarse finalmente sobre los muslos que se encuentran a cada costado de su cintura, mientras el continua recostado sobre la cama. La respiración de ambos esta agitada, al igual que las prendas que usan se ven completamente arrugadas gracias a las caricias que han compartido sobre la inocente cama.

–Lo digo con orgullo.

Emilio solamente puede presionar las piernas de la mujer sobre él, al ver la forma en que los orbes miel lo miran, como si fueran llamas listas para devorar cada centímetro de su persona sin la más mínima compasión. Un escalofrío le recorre la espina dorsal al reconocer el fuego y la pasión en los orbes del país latinoamericano, incluso una parte de él se siente desfallecer lleno de orgullo al saber que es el único hombre o país, que ha sido mirado de semejante forma por Rafaela. El pelicastaño traga en seco al ver como los bronceados dedos, se encargan de desabrochar lentamente los botones de la prenda escarlata que cubre el torso de su compañera. Exponiendo lentamente la piel de bronce del país azteca a sus ojos, los mismos que no dudan en acariciar con su mirada a la mujer que recuerda desde lo más profundo de su corazón.

– Tuyo nada más.

Una de las manos de la mexicana se coloca sobre su mejilla, para acariciarle cariñosamente. Y sin pensarlo dos veces el filipino gira su rostro para colocar sus labios contra la extremidad del país del continente americano. Buscando cubrir cualquier parte expuesta de Rafaela con sus besos, al mismo tiempo que sus manos suben lentamente para jalar insistentemente la roja tela que aún sigue aferrándose al cuerpo de la mexicana, más que dispuesto a exponer por completo el cuerpo de la persona que sabe de sobra, ha amado como a nadie más en el mundo. Apenas basta con un movimiento, y finalmente sus ojos pueden posarse en el torso del país norteamericano, el mismo que solamente se encuentra cubierto por la lencería de encaje del mismo tono verde de su bandera.

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Los dedos del país asiático se deslizan lentamente sobre la expuesta piel de la mujer entre sus brazos. El pecho de ambos se encuentra presionado contra el del otro, al mismo tiempo que sus labios se funden nuevamente en un beso que despierta de nuevo las pasiones, que ambos saben de sobra han compartido ya con anterioridad hace muchos años atrás. Las manos de Emilio se aseguran de presionar el derrier de la ojimiel, intentando acercar aún más sus cuerpos. Mientras la dulce sensación de sus labios continúa nublando sus cabezas por completo, no hay espacio alguno para nada más que la emoción que corre por sus desbocados corazones, diciéndoles que por fin pueden disfrutar del abrazo más dulce que un par de amantes puede compartir.

–Emilio…

Jadea la ojimiel al sentir la forma en que los labios del joven hombre se aferran a su cuello, la sensación de los dientes del moreno hundiéndose gentilmente en su piel, y sus labios marcando la extensión de su cuello como algo que le pertenece exclusivamente a él, no le molesta en lo más mínimo. La evidencia de esto está en el gentil cosquilleo que inicia en su estómago y que continua hasta su vientre, la agradable sensación confirma que no hay forma alguna en que las acciones del territorio que contribuyo a educar, le disgusten en ningún modo. Las prendas de ambos se encuentran regadas por la cama, e incluso algunas de ellas yacen en el piso ante la prisa de ambos por desvestirse, para poder finalmente ver sus desnudos cuerpos. No hay necesidad de vergüenza alguna entre ellos, no cuando ya conocen cada centímetro de la extensión territorial de su pareja.

–Rafaela…

Murmuro la ronca voz del país del continente asiático, mientras sus labios subían lentamente por el cuello de la dueña de las hebras cobrizas, dejando un camino de besos que la mexicana podía jurar le quemaban hasta lo más profundo de su ser. La piel de la ojimiel se encontraba completamente erizada, pero ya no estaba segura si era el resultado de las lentas caricias de las manos del filipino, o por el frio de la tormenta que estaba empezando a arreciar en las afueras de la acalorada habitación. Un suspiro escapo de los rojizos labios de la mexicana al sentir el tierno y casto beso que había sido dejado sobre sus labios. La frente de Emilio se presionó contra la de la ojimiel, buscando encontrar el afecto en esos ojos que lo habían adorado todo ese tiempo que habían estado juntos.

–Yo…

Susurro el dueño de los orbes ambarinos, mientras uno de sus dedos se deslizaba lentamente sobre los ligeramente hinchados labios del país del continente americano. Un tembloroso jadeo escapo de ambos países al sentir la forma en que sus zonas vitales se unían finalmente, la sensación del cálido pasaje que se cernía sobre su virilidad le parecía algo mil veces más intenso de lo que recordaba. Las manos del país asiático se aferraron con fuerza a las caderas de la ojimiel, al mismo tiempo que ambos disfrutaban de la placentera sensación de sus cuerpos volviéndose uno con el vaivén de sus caderas. El asiático puede percibir la forma en que las uñas de la ojimiel se encontraban aferrándose a su piel, y marcando su cuerpo para llevarle de nuevo a esa primera vez en que se habían entregado sin miramiento alguno, a la pasión que los había tomado esa noche de verano hace tantos años atrás.

–…Jamás

Siseo la voz del pelinegro, al mismo tiempo que sus caderas embestían contra las de la mexicana, buscando igualar el movimiento de la pelicastaña que se encontraba moviéndose sobre él. La visión de las sonrojadas mejillas, de esos labios entreabiertos de los que escapaban esos dulces sonidos llenos de placer, y esos resplandecientes orbes miel que se mantenían fijos sobre su persona, lo tenían completamente embelesado, junto con el suave vaivén de las onduladas hebras castañas, que se encontraban obstinadamente ocultando los pechos que se movían gentilmente gracias al encuentro de sus cuerpos. Una de las manos del ojiambar se deslizo lentamente sobre la bronceada piel, asegurándose de subir cuidadosamente desde la cadera de la ojimiel, siguiendo el suave movimiento por su estómago, para después deslizarse sobre las costillas de México.

–Te he querido olvidar.

Susurro el dueño de las hebras negras como la noche, mientras su mano se detenía debajo del pecho izquierdo de Rafaela, asegurándose de entrelazar sus dedos con las hebras de cabello que se encontraban aun cubriendo parcialmente su torso. El eco del choque de sus pieles resuena por toda la habitación, junto al murmullo de suspiros y jadeos de la acalorada sinfonía del par de países. Una sonrisa socarrona se apodera de sus facciones al escuchar los honestos 'Ahh' que escapan de los rojizos labios de Rafaela. Al mismo tiempo que separa sus manos de la bronceada piel, para poder incorporarse en la cama y así poder presionar su pecho contra el de la mexicana sin tener que retirarla de su regazo. La sensación de las paredes del cuerpo de su amante abrazándolo con fuerza, son la única advertencia que tiene para colocar sus manos de nuevo sobre sus caderas, y dar las ultimas estocadas que sabe los llevaran a ambos a tocar la gloria después de haber pasado tanto tiempo separados.

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El suave 'tip' 'tap' de la lluvia golpeando insistentemente el cristal, junto al estruendoso eco de los truenos es el único ruido que se atreve a entremezclarse con las sonoras inhalaciones y exhalaciones de la pareja que se encuentra estática en la cama. Emilio yace recostado sobre las sabanas, a la par que su pecho sube y baja rápidamente intentando regular su respiración, sus manos se encuentran sobre la espalda de la mujer que yace sobre su pecho, la misma que también intenta recuperar el aliento sin importarle en lo más mínimo la forma en que su pecho sube y baja, presionándose por completo contra el del filipino.

– ¿Estas bien?

Un suave 'uhum' escapa de los entreabiertos labios, mientras que presiona su mejilla contra el torso desnudo del pelinegro. La sensación de su piel encontrándose contra la del joven, la llena de una nostalgia que no puede describir, el recuerdo de sonrisas, cariño, afecto y calidez que se aferra a cada célula de su cuerpo, le dice lo que ya sabe de sobra. El afecto que siente por Emilio, va más allá de ser algo complejo y a lo que tenga que darle un sinfín de vueltas en su cabeza. El recuerdo de un Antonio completamente despeinado y lleno de marcas a manos de un jovencito de cabellos negros y ojos dorados, aún se mantiene fresco en su mente. Las molestas palabras del país español aun retumbaban en sus oídos, con un cansado 'Nueva España, Filipinas se encontrará bajo tu cuidado' seria la forma en que esas palabras los unirían, y muchos años después… las decisiones de Rafaela serian lo que los separaría.

– Jamás…

Los orbes dorados se colocan sobre la figura que yace sobre su pecho, asegurándose de deslizar sus dedos contra la desnuda piel de la espalda de Rafaela, la extensión de la misma se encuentra perlada aun por el sudor de sus cuerpos, al haberse entregado por completo el uno al otro. Un suave 'hmm' escapa de la garganta del asiático, mientras su mano sube lentamente por la espalda de la joven, siguiendo su camino por los omoplatos y sobre su descubierta nuca, donde Emilio entrelaza sus dedos en las hebras castañas que parecen resplandecer como el mismo cobre al ser tocadas por el sol. No hay parte de México que Emilio no conozca, y el mismo sabe que la mexicana puede decir lo mismo, porque no hay parte de Filipinas que Rafaela no conozca.

– Jamás

Una gentil sonrisa acompañada de un suave suspiro escapa del joven, al sentir la caricia de los dedos que suben lentamente sobre su torso, deslizándose cuidadosamente sobre los pliegues de sus músculos. Lentamente la bronceada piel de México se desliza contra la suya, gracias a los suaves movimientos que hace para acercarse a su rostro. Sus cuerpos aún se encuentran el uno contra el otro, arrancándole un sinfín de escalofríos al percatarse de la forma en que ambos parecen ser uno solo, en vez de dos seres diferentes. Sus ojos se mantienen fijos en la forma en que la pelicastaña finalmente se vuelve a recostar por completo sobre su cuerpo. Una de las manos de la ojimiel se coloca sobre su mejilla, deslizando lentamente la yema de sus dedos contra la piel del filipino.

–Mis manos han sentido…

El rostro del asiático gira levemente, para besar la palma de la ojimiel que se encuentra en su mejilla. Sus ojos que no se han separado en ningún momento de la mayor, resplandecen de una forma que le recuerda a Rafaela de años hace mucho tiempo atrás, los mismos que ambos atesoran en su corazón al estar repletos de sonrisas, besos y cariños compartidos sin la mayor precaución del mundo. Esos tiempos en los que Emilio tomaría su mano cuando quería llamar su atención, o la forma en la que bajaría corriendo del galeón que recién había atracado en Acapulco después de encontrarse en Manila para buscarla entre la multitud del puerto.

–Más piel, que tu piel…

La sensación de sus labios encontrándose es como el sentir agua fría deslizándose sobre una quemadura, el movimiento es suave, lento, gentil y repleto de una emoción que ambos conocen de sobra. La sensación controla algo en el interior de ambos países, una parte que no sabe como continuar sin la compañía del otro. Algo que aún recuerda esos besos que se compartían al amanecer cuando despertaban en la misma cama, que eran los mismos que compartían al atardecer, cuando la mayor de ellos se encontraba realizando sus deberes, los mismos que serían interrumpidos por un ocurrente país que llegaba a entregar alguna fruta o flores como obsequio, o aquellos que compartían al anochecer… cuando Emilio usaba una excusa para introducirse en la cama de Rafaela, y así iniciar de nuevo con el mismo ciclo que ambos territorios no parecían permitir que tuviera fin alguno.

–Porque hasta en sueños, te he sido fiel.

El insistente aullido del viento arrecia una vez más, amenazando con mantener la sonora tormenta sobre el lugar por más tiempo. Ambos países se acurrucan insistentemente el uno contra el otro, sus cuerpos que se encuentran entrelazados y semicubiertos por las sabanas de seda, se mantienen inertes sobre la suave cama. Las lentas caricias que se deslizan sobre sus extensiones territoriales, junto a la calidez que se encuentra en sus pechos, les dice aquello que no necesitan siquiera mencionar. A pesar del tiempo que tienen separados, a pesar de que ya no están juntos como antes, ninguno de los dos ha dejado de sentir el afecto que los carcome por dentro, la evidencia de esto yace en la forma en que sus dedos se deslizan sobre su piel, de tal forma que escriben sus nombres en el cuerpo de su amante.

Una sonrisa discreta se dibuja sobre los labios de ambos, porque para ellos que llevan años con dicho amor en sus corazones, no son necesarias las palabras porque el par de amantes sabe, que con el silencioso acto de marcar sus pieles una vez más, están afianzando la promesa de mantenerse por siempre con dicho sentimiento en sus corazones. Porque no hay nada, ni nadie en este mundo que los pueda separar.

~Owari~

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Hybrid-Virus

Yo! Espero que se encuentren bien lectores y que estén teniendo un excelente día. *Insértese música de Smash Brothers* ¡Filipinas se ha unido al combate! Ah Emilio, el pequeño 'hermanito' de México. Cuando España conquisto Filipinas, a causa de la distancia el poderío sobre este fue entregado al Virreinato de la Nueva España. Así que fue Nueva España quien se encargó de evangelizar, educar y criar a Filipinas. Por lo que puedo imaginarme a Antonio llegando, botando a Emilio y desearle suerte a Rafaela para que criara a la nueva adquisición de la corona española. Quizás el criar a todos los latinos lo dejo cansado, y por eso mejor opto por dejarlos encargados con los hermanos mayores. Según a lo que estuve leyendo, la sandía que es considerada como una fruta muy nacional por sus colores, es de origen filipino.

Estaba en el trabajo y a una de mis compañeras le encanta poner la canción de Camilo Sexto 'Jamas' y me desconcentro tanto, que me dije "Hey, me gusta la letra para unos diálogos" y ¡bum! Esto tomo forma prácticamente por sí solo, Casi no escribo lemons, así que esta vez sí les agradecería un poquito de crítica en este oneshot. Esto es algo en lo que, si me gustaría mejorar y si pudieran ayudarme a hacerlo, estaría eternamente agradecida por ello. Al final de cuentas esto implicaría una mejora en lo que ustedes verían escrito, y pues yo no dudaría tanto en escribir este tipo de cosas gracias a la falta de práctica.

Alfred: *Mira feo a la autora* Me dijiste que me escribirías algo…

Virus: Las cosas se salieron de control, así que será otro día Alfredo. :V

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