Ningún personaje me pertenece. La historia fue hecha para entretener.
Que estén bien.
Este fic es un regalo por el santa navideño.
Me tocó Tanzen F/Clari.
Lo que ella quería fue:
Quiero una situación donde esté basado en el AU de Gakuen Kimetsu No Yaiba.
Donde Zenitsu recuerda su pasado como cazador de demonios y aún luche contra ellos en la época moderna.
Sus amigos están preocupados por él, por que lo ven más cansado e irritable.
En una de esas noches, Tanjirou es atacado por demonios y Zenitsu lo salva, este último utiliza una máscara para que no lo reconozcan, y en esta temática Tanjirou y Zenitsu no son amigos desde el principio
Espero que esto cumpla con tus expectativas. Ruego por ello la verdad.
En esta vida o en otra
Zenitsu intentó inútilmente de bostezar con disimulo, al final tuvo que cubrirse la boca con los papeles del comité disciplinario. A pesar de que odiaba el cargo y a la persona (cofMalditoGiyuucof) que lo obligó a integrarse a algo tan aburrido y peligroso, tenía la suficiente responsabilidad de hacer las cosas bien.
Ocultó la sonrisa boba que se le formó en su cara al ver a algunas estudiantes entrando al colegio. Aquello era lo único que tenía a su favor de trabajar en tan horrible tarea y también… también podía escuchar aquel maravilloso sonido todas las mañanas.
- ¡Los aretes! – Le gritó al muchacho portador de aquellos objetos.
- ¡Buenos días! – Recibió como respuesta haciéndolo enojar.
- Sabes que no están permitidos. – No se dejaría influenciar por aquella brillante sonrisa. - ¡Hola Nezuko! – Se giró para sonreírle a la muchacha que solo asintió con la cabeza.
- Pero no puedo, son un valioso recuerdo de mi padre, una reliquia familiar y… - Comenzó a explicar el muchacho mientras llevaba la mano a los susodichos aros.
- Si, si… te pidió que no te los sacara ni para ducharte. – Le interrumpió mientras observaba su hoja y sacaba un lápiz. - ¿Tanjiro?
- Oh, sí, Tanjiro Kamado.
Zenitsu comenzó a anotar el nombre del joven con el ceño fruncido. No le gustaba hacerlo, pero era parte del comité disciplinario, si le daba favoritismo al muchacho las otras personas se quejarían. Para su sorpresa Tanjiro nunca alegaba o decía algo al respecto.
- Aunque no importa cuántas veces te anote, parece que nunca tienes problemas por ello.
Ya llevaban medio año haciendo el mismo baile y Zenitsu nunca había visto que retaran o castigaran a Tanjiro por portar aquellos aros. Por una parte, le intrigaba y por otra le daba algo de envidia. Cada vez que el hacía algo mal el profesor Giyuu no dudaba en golpearle o recriminarle.
El otro le sonrió en respuesta de forma avergonzada dándole unas enormes ganas de sacar su celular y tomarle una foto, pero aquello sería demasiado acosador de su parte.
- Bueno, ya te puedes ir. – Dijo sin más y se giró para despedirse de la muchacha, pero esta ya no se encontraba. ¿Cuándo se había ido?
Suspiró y luego volvió a ocultar su bostezo, estaba cansado, necesitaba dormir más de 3 horas o de seguro moriría. Sintió una mirada en su persona y se giró solo para encontrarse con el rostro de Tanjiro observándolo fijamente, se sonrojó.
- ¿Q…Qué?
- Sé que no es de mi incumbencia. – Comenzó a hablar el joven con timidez, escuchó el sonido preocupado del otro y supo inmediatamente para donde iba la cosa. - ¿Estas bien?
- ¿Por qué lo dices? – Apretó con fuerza sus papeles.
- Hueles… cansado. – El muchacho lo pensó un momento antes de decir aquellas palabras.
Zenitsu maldijo el que aun conservara aquella habilidad con su nariz.
- No lo estoy, por favor retírate que me estás desconcentrado.
- Oh, claro… lo siento. – Tanjiro lo miró con preocupación y luego comenzó a buscar algo en su bolso.
Trató de ignorarlo mientras observaba a las otras personas que entraban y anotaba el nombre de Inosuke en el papel, ese idiota no merecía el esfuerzo de siquiera gritarle.
- Toma… ehm… ¿Tu nombre? – Saltó cuando un pan se le apareció de la nada.
- ¿Por qué me das esto? – Tomó el objeto sin pensarlo mucho y recibió una gran sonrisa.
- Espero que te guste. – Tanjiro siguió sonriendo e ignorando su pregunta. - ¿Cuál es tu nombre?
- Oh… Zenitsu… Zenitsu Agatsuma.
- Zenitsu. – Tanjiro le tendió la mano. – Ya llevamos seis meses hablando y no me sabía tu nombre. ¡Un gusto!
Zenitsu pensó en gritarle que su nombre aparecía en los diarios murales o cuando se realizaban reuniones importantes para dar anuncios a los estudiantes del colegio, pero decidió no hacerlo. Aún tenía en sus manos aquel pan. Observó los brillantes ojos de color rubí viéndolo fijamente, esperando su respuesta.
- Igualmente. – Optó finalmente por decir.
- ¡Nos veremos en otra ocasión Zenitsu!
El chico finalmente se fue alejando de su lado para ir a su respectiva sala.
Zenitsu se quedó observándolo con su mano al aire luego del apretón. Suspiró, este nuevo acontecimiento no sabía si sería bueno o malo. A decir verdad, no estaba seguro si sería buena idea seguir interactuando con Tanjiro.
Guardó el pan en el bolsillo y siguió observando a los estudiantes pasar. Bostezó por quien sabe cuanta vez y ni siquiera se dignó a ocultarlo.
Tanjiro era feliz y vivía tranquilamente con su familia en una panadería, además seguía sonando tan hermoso y cálido como en aquellos tiempos en los que eran cazadores de demonios.
Si, Zenitsu recordaba aquellos tiempos. No sabía el por qué, pero lo hacía. Tampoco nació con aquellas memorias, su vida fue tranquila y normal hasta que sufrió un accidente. Cuando despertó en el hospital todas aquellas memorias de ser un cazador le llegaron de golpe sin darle tiempo para pensar o reaccionar provocándole un terrible dolor de cabeza.
Aquella fue la peor experiencia de su vida. La mirada preocupada de Kaigaku a la vez que le tomaba la mano y gritaba por un doctor con histeria mientras el chillaba por el dolor era algo que no deseaba volver a experimentar.
Había sido una mierda toda esa situación. Recordar también lo fue. No entendía por qué le había pasado, pero lo hacía y debía vivir con ello. Los médicos tampoco supieron que decir al respecto en relación con su dolor de cabeza, su cuerpo estaba sano al igual que su mente, nada en el parecía tener algún problema según los exámenes. El golpe en la cabeza tampoco le había dejado alguna herida superficial o profunda, Zenitsu solo recordaba su vida pasada como cazador, fuera de eso todo en él era normal.
Aunque nunca les contó sobre sus memorias recuperadas, temía que lo encerraran o algo por el estilo. El silencio era lo mejor en estos casos.
Cuando le dieron el alta, Kaigaku se encontraba a su lado listo para acompañarlo en el regreso a casa. Le parecía muy extraño el cambió del muchacho, el idiota lo molestaba, pero eran bromas normales entre hermanos y ya no estaba ese odio latente que recordaba de otra vida en su mirada. Lloró en el taxi recordando su última batalla con aquel muchacho y la sensación de la espada cortándole el cuello. Lloró con más fuerza cuando el joven puso una mano en su cabeza intentando consolarlo.
Cuando llegó a la casa y vio al abuelo esperándolos en la entrada no evitó lanzarse a sus brazos y llorar con la misma intensidad que en el taxi.
El abuelo preocupado le respondió el abrazo.
- ¡Te quiero abuelo!
Gritó mientras se aferraba más al cuerpo de aquel hombre que nuevamente lo acogió en su hogar y le dio un futuro.
Zenitsu podía considerarse afortunado a pesar de todo.
El dolor de los recuerdos era terrible, al igual que el sonido de los demonios. Porque ahora que recordaba, todo su alrededor tenía más sentido. Los extraños ruidos que a veces escuchaba en la noche y lo asustaban por lo horrible que eran al fin pudo darles un significado.
Todavía había demonios caminando por estos lugares y la gente desaparecía debido a eso.
Zenitsu no quería, pero sabía que debía hacer algo para ayudar. Si su abuelo y Kaigaku estaban con el significaba que tanto Tanjiro, Nezuko, Inosuke y los demás también podrían estarlo, tal vez estarían viviendo vidas tranquilas como el antes de que algún accidente les devolviera aquellas memorias y lo jodiera todo. Pero, ahora que recordaba y sabía, ahora que comprendía lo que estaba ocurriendo, no podía simplemente darse el lujo de darles la espalda.
¡Debía proteger a la gente que quería de aquellos demonios!
Curiosamente su espada era una reliquia familiar a la que no le resultó difícil sacar de la caja en la que se encontraba guardada y reemplazarla por otra similar.
Observó en su cuarto la hoja sin filo y conservada de forma impecable. ¿Cómo cazar si su espada no cortaba?
- ¡Oye!
La voz de Giyuu lo hizo saltar y regresar a su mundo. Gritó cuando recibió un golpe en la cabeza.
- Las clases ya empezaron.
- ¡Ya voy! – Gritó con lágrimas en los ojos por el dolor. Su profesor y expilar del agua era un abusador.
Corrió a su respectiva clase y se preparó para un largo día de escuela.
Bostezó en su asiento mientras el profesor de historia y expilar de la llama entraba a la sala. Le alegraba ver a aquella persona bien y sana, el recuerdo de su muerte seguía causándole algunas noches pesadillas.
A veces le sorprendía ver a personas conocidas haciendo cosas tan distintas a ellos como ser profesores o estudiantes, pero de a poco aprendió a controlar la sorpresa.
Aún recordaba el salto que dio cuando un demonio, ahora siendo estudiante del colegio, le preguntó por algo relacionado a su vestimenta. Definitivamente era extraño todo eso.
Se pellizcó la mano tratando de mantenerse atento a la clase. Pero se sentía tan cansado.
Bostezó.
A veces tenía pesadillas de cuando era cazador, se despertaba en las noches tragándose los gritos y derramando lágrimas silenciosas, porque una vez Kaigaku lo golpeó por gritón, pero aquella expresión de molestia cambió rápidamente a preocupación al no verlo reaccionar por sus comentarios y finalmente terminó dándole palmaditas en la espalda para calmarlo.
Otras veces soñaba con memorias de cuando Tanjiro, Inosuke, Nezuko y el viajaban juntos o momentos que compartieron muchos años atrás en alguna posada.
Temía olvidar los momentos buenos, era la único que lo mantenía cuerdo con esto de cazar demonios en solitario, por lo que en un cuaderno decidió anotar todos esos buenos momentos que vivió hace mucho tiempo y que por un milagro o maldición podía volver a recordar.
Los sueños relacionados a momentos y memorias que compartió solo con Tanjiro se encontraban escritos en otro cuaderno guardado en un lugar muy seguro porque eran más especiales y únicos que cualquier otro y porque moriría de vergüenza si alguien encontrara el cuaderno y leyera sus encuentros amorosos o sexuales pasados.
Antes de escaparse por la ventana de la casa observaba su cuaderno y se daba fuerzas con eso.
Su rutina era simple, iba al colegio, practicaba con algunos instrumentos, hacía la tarea, cenaba con su familia y finalmente esperaba a la media noche. Para esa hora tanto su abuelo como Kaigaku se encontraban durmiendo.
Fue algo que tuvo que probar con ensayo y error para descubrir el mejor momento en el cual salir. Su buena audición también le ayudó.
Así que parte de la rutina era observar el cuaderno por algunos minutos antes de salir, era como su recordatorio del por qué hacía lo que hacía. Mas ahora al encontrarse nuevamente con Tanjiro.
Su espada se encontraba guardada dentro en una caja oculta en lo más profundo de su closet junto con un haori similar al que utilizaba en su vida pasada y una máscara de zorro con líneas rojas y de formas de rayos, cuadrados y rectángulos por su alrededor. No siempre la utilizaba para cubrirse, parecía más un adorno, pero era una buena idea si es que se encontraba con otras personas. Lo mejor era mantener el anonimato, mucho más en un mundo moderno donde todo era grabado y subido a la red.
Por ahora había tenido suerte en mantener el anonimato y eso que ya llevaba casi dos años haciendo este trabajo. Dos largos, solitarios y cansadores años.
Observó su cuaderno nuevamente, necesitaba recordar el por qué lo hacía, necesitaba recordar que era por el bien de todos sus seres queridos.
Tomó aire, se tranquilizó, se puso sus cosas y abrió la ventana de su habitación.
Era hora de cazar.
Bostezó sin disimulo y con la boca llena de comida ignorando la mirada de asco de una chica sentada a su lado. El cansancio le superaba como para poder importarle lo que pensaba la pobre muchacha de él.
- ¿Zenitsu? ¿Has dormido? Te ves terrible. – El comentario inocente de Murata solo le hizo fruncir el ceño.
- Estoy bien. – Respondió sin más mientras observaba su almuerzo sin mucho interés. Quizás solo debía dormir en vez de comer.
- No pregunté si estabas bien.
- Ya, pero eso te respondí. – Le dijo secamente mientras se metía arroz a la boca, necesitaba fuerzas para seguir funcionando este día.
Murata lo observó un momento y luego siguió comiendo en silencio. Zenitsu se hubiera sentido un poco mal si no fuera por el cansancio que seguía consumiéndolo. Definitivamente debía pensar cómo mejorar sus horarios o a este paso lo mataría algún demonio por quedarse dormido en alguna pelea.
Tanjiro lo saludaba radiante todas las mañanas y él no podía evitar observarlo con una mezcla de rabia y envidia ante semejante energía y entusiasmo. ¿Cómo diablos iba a tener un buen día si apenas había dormido 3 horas en meses y un jodido demonio casi lo mató por un descuido?
- ¿Estás bien?
- Si, ahora vete antes de que te anote por esos aros. – Respondió de forma cortante.
Ignoró aquellos rubí viéndolo fijamente y con preocupación, saltó cuando un nuevo pan se puso delante de sus ojos.
- Lo siento Zenitsu, ten un buen día.
Al ver el pan entre sus manos y al fin concentrarse en aquel hermoso y cálido sonido del muchacho le ganas de llorar lo inundaron, pero se controló. No podía dejarse llevar por la amabilidad de Tanjiro, debía mantenerlo alejado como pudiera.
Se dio cuenta que otros estudiantes pasaban a su lado con preocupación. El sueño lo estaba poniendo más gruñón de lo normal.
"Tal vez no patrulle hoy, necesito juntar energías"
Pensó mientras observaba la espalda del joven desaparecer entre los demás estudiantes.
Se alegraba tanto de haber ignorado aquella tonta idea de no patrullar. Dios, realmente se alegraba de no haberse hecho caso.
Se encontraba saltando de techo en techo cuando lo escuchó. El sonido inconfundible de Tanjiro, vio su reloj, este marcaba las 01:30 ¿Qué hacía el joven tan tarde? Además, se escuchaba extraño, sonaba entre asustado y preocupado ¿lo estarían asaltando?
Giró y se movió en dirección al latido del joven, su preocupación fue en aumento cuando un extraño y conocido sonido de demonio se agregó a la ecuación.
¡Tanjiro estaba siendo atacado por un demonio!
Aumentó la velocidad y se colocó la máscara. No tenía tiempo que perder o el joven saldría lastimado.
- Te ves delicioso muchacho. – Escuchó venir del demonio cuando estaba a una cuadra de lugar. – Tu carne me hará mucho más hermosa.
- ¿Qué…
El sonido confundido y asustado de Tanjiro solo hizo que diera el último salto con impulso y atacara al demonio con todas sus fuerzas. El ser lo esquivó con rapidez, pero no el brazo que sostenía a Tanjiro por lo que pudo cortarlo con éxito.
El joven cayó al suelo, el quejido que dio le hizo saber que estaba bien.
- ¡¿Quién?! – Gritó el demonio indignado.
Zenitsu se acomodó la máscara, se puso delante de Tanjiro y amenazó al ser con la espada.
Podía escuchar los latidos rápidos y asustados detrás suyo, pero aquello lo tranquilizaba, Tanjiro estaba bien, estaba vivo y según lo que escuchaba sin heridas graves. Enfocó su atención por completo en el demonio que estaba regenerando su brazo. Era una mujer, tenía seis brazos y cuatro piernas, su vestido se encontraba cubierto en sangre al igual que su cabello claro.
- ¿Cómo… - La pregunta de Tanjiro fue ignorada cuando Zenitsu se lanzó contra el monstruo nuevamente.
- ¡No te dejaré!
Gritó indignada el ente mientras sus brazos se estiraban y se dirigían rápidamente hacia él. Zenitsu lo esquivó sin problemas cortando los brazos de la mujer que gritó con mayor rabia. Rápidamente se puso de la forma necesaria para realizar su técnica.
- Respiración del rayo, primera postura.
- ¡Espera! – El grito de Tanjiro lo desconcentró y se giró para ver al muchacho. - ¡Ella no es mala!
¿Qué diablos quería decir el idiota ese? ¡¿Acaso el demonio no había intentado comérselo?!
- ¡Muere! – El grito de la mujer lo puso en alerta nuevamente.
- ¡No peleen! – Tanjiro se escuchaba desesperado.
- ¡No te metas muchacho! – La respuesta del demonio lo sorprendió, en un rápido movimiento se encontraba delante de Tanjiro nuevamente.
- ¡Ella está triste! – Sintió como el joven se aferraba a sus ropas.
Ciertamente el demonio se escuchaba triste, pero eran seres oscuros y devoradores de personas, no podía dejarlos vivir. Hace mucho tiempo Nezuko había sido una excepción, pero era cosa de ver bien a este demonio para saber que ella no estaba dentro de las excepciones.
"Incluso sin recuerdos sientes pena por ellos"
Pensó con lástima. El demonio se mantuvo quieto ante los gritos de Tanjiro, ella también se había sorprendido por eso.
- ¿Crees… que estoy triste?
- ¡Hueles a tristeza y soledad! – Tanjiro intentó acercarse al ser, pero Zenitsu se lo impidió tirándolo al suelo.
- Respiración del rayo, primera postura. Destello de trueno.
Antes de que Tanjiro o el demonio pudieran hacer algo, Zenitsu cortó la cabeza de este con rapidez.
- ¡No! – Gritó el joven mientras corría hacia el demonio caído que comenzaba a desaparecer.
- Oh.
La cabeza del demonio se encontraba observando a Tanjiro con algunas lágrimas en los ojos mientras veía al muchacho tomar entre sus manos la suya.
- Supongo que si me sentía sola…
Cerró los ojos y para terminar de transformarse en polvo y desaparecer.
Zenitsu guardó su espada y se dedicó a observar al lloroso joven frente suyo. Necesitaba llevarlo a casa antes de que llegaran otras personas, habían hecho mucho escándalo.
- Debemos irnos. – Trató de hacer otra voz para que no lo reconociera y se colocó en algún lugar apestoso en caso de que lo descubriera por su olor.
Tanjiro se giró para verlo con algunas lágrimas en los ojos y expresión triste.
- Sufría, se sentía sola.
- Ya no lo hará más. – Tanjiro lo vio con rabia y Zenitsu no lo culpó. – Era un demonio, lo mejor para ellos es darle descanso.
- ¿Demonio?
Se maldijo ante sus palabras rogando que Tanjiro no recordara o algo le hiciera clic en su interior, pero el otro siguió observándolo sin entender.
- Te acompañará a tu casa.
- Si… Ya…
Tanjiro fue dirigiendo el camino, todo se hizo en silencio, pero Zenitsu necesitaba saber que el muchacho estaría bien en su hogar.
- Aquí está bien.
La voz del muchacho lo regresó a la realidad, giró para observarlo y se alegró de saber que aún tenía la máscara puesta. Asintió con la cabeza y se quedó parado mientras miraba a Tanjiro alejarse hasta llegar a su casa y entrar.
Suspiró cansado mientras veía la hora. Ya eran las 02:30. Pensó con tristeza en el largo viaje que le esperaba para volver a casa.
Aun así, no se arrepentía.
Tanjiro había estado en peligro, tal vez, si sus memorias no hubieran vuelto, esta noche hubiera resultado ser una muy distinta. Había protegido a Tanjiro, quiso hacer de cazador para protegerlo junto a todos sus seres queridos y lo estaba consiguiendo.
Valía la pena el cansancio, el sueño y las lágrimas.
Comenzó a llorar mientras pensaba en lo que hubiese pasado si le hubiera hecho caso a su flojera. Tanjiro ya no se encontraría en este mundo y su foto sería puesta en los cartones de leche donde ponían los rostros de personas desaparecidas.
Continuó llorando porque aquello no pasó y no permitiría que ocurriera.
La alarma sonó y el solo deseaba morir. Era un jodido héroe ¿por qué no podía descansar hasta tarde un domingo? ¡Se lo merecía!
- ¡Despierta!
El grito de Kaigaku solo lo botó de la cama mientras maldecía su mala suerte.
- ¡Es domingo! – Gritó desde el suelo, tratando de verse digno a pesar de las ojeras, las lágrimas y las sábanas en todo su cuerpo impidiéndole moverse. Obviamente no intimidaba al mayor quien le sonreía con burla.
- No te libra de salir con el viejo.
- ¡Es tu día de salir con el abuelo!
Kaigaku sonrió con burla.
- Ya no, hemos cambiado de semana.
- ¡Nunca cumples esos tratos!
- Gracias enano, te debo una.
- ¡Kaigaku!
Gritó mientras trataba de moverse, pero solo parecía ser un gusano o un pescado fuera del agua. Maldito Kaigaku que le cambiaba los planes sin avisar.
Su abuelo le gritó desde abajo y el respondió con otro grito. Observó su colchón con deseo y luego se sacó las sábanas de encima. Debía salir a comprar las cosas de la semana con su abuelo.
Se preparó y ya listo salió con el anciano en dirección a la feria.
Con todas las cosas listas comenzaron su camino a casa con tranquilidad conversando de cosas sin importancia cuando un latido muy familiar llegó a sus oídos y no solo ese, había otro más que también conocía muy bien.
"¿Por qué estarían Tanjiro y Nezuko en un lugar como este?" Pensó dudoso, la casa de los muchachos no estaba muy cerca de la suya, pero si lo pensaba bien, por aquí Tanjiro había sido atacado por aquel demonio algunos días atrás.
No evitó tensarse, mas no tuvo que complicarse mucho la existencia cuando pudo ver a los jóvenes en la feria ofreciendo sus productos junto a otros niños y dos adultos los que supuso eran los padres y hermanos de los jóvenes. No evitó sonreír con cariño. Podía recordar las veces que Tanjiro habló de su familia en el pasado y como la mezcla de cariño y tristeza se escuchaba en todo su ser. Estaba contento porque al menos podían estar todos juntos en este mundo.
Tan concentrado estaba en ver a la familia que saltó cuando aquellos hermosos ojos rubí se giraron hacia su dirección para brillar en reconocimiento al verlo. Su corazón comenzó a palpitar al notar como el otro se acercaba rápidamente.
- ¡Hola Zenitsu… - El muchacho iba a decir algo más cuando se detuvo en seco y lo observó con cierta sorpresa.
- ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? – Rápidamente se llevó las manos al rostro en caso de que hubiera algo.
- No… lo siento. – La sorpresa seguía presente, pero Tanjiro fue capaz de concentrarse más en el que en lo que lo sorprendió. – No tienes nada, tranquilo.
- ¿Quién es este joven? – Habló al fin su abuelo luego de aquella extraña interacción.
- ¡Si! ¡Este es Tanjiro!
Cuando el joven y el anciano se presentaron sin problemas Tanjiro nuevamente lo observó.
- ¡Vengan a probar algo de nuestros pasteles! ¡Están deliciosos!
- ¿No que vendían panes? – Preguntó mientras comenzaba a caminar junto a su abuelo hacía la familia del joven
- Estamos extendiendo el negocio. – Respondió mientras le sonreía en respuesta.
Los sonidos tranquilos del muchacho lo calmaron. Pensó que no sonaría de aquella forma luego de haber vivido algo tan horrible como ser atacado por un demonio.
"Ojalá crea que todo fue un sueño"
Pensó mientras se acercaba al lugar en donde la familia Kamado se encontraba vendiendo de sus productos. El tiempo que compartió con ellos pasó volando y fue realmente divertido.
Los pedazos de tortas que estaban ofreciendo como degustación estaban exquisitos al punto en que tuvo que retar a su abuelo cuando este comenzó a comer sin parar. La familia solo rio en respuesta para luego invitarlos a tomar once en algún futuro cercano.
Si, la familia de Tanjiro era tan cálida y amorosa como el muchacho le contó una vez.
Se alegró de haber intercambiado de puestos con el idiota de Kaigaku.
Otro lunes llegó a su vida y con ello las obligaciones de ser parte del comité disciplinario (cofjodidoGiyuucof). Zenitsu mantuvo la concentración en los alumnos que entraban al colegio cumplieran con las normas del establecimiento. Anotó el nombre de Inosuke sin ánimos de perseguirlo en una carrera por su mal vestir, lo mejor era dejar pasar el problema y anotarlo en su hoja como correspondía, que aquel muchacho fuera problema para otra persona, aunque igual se alegraba de verlo correr para todos lados.
Inosuke seguía siendo el mismo bruto de siempre, pero ahora era un bruto que estudiaba y de seguro tenía una familia que lo amaba.
- ¡Buenos días Zenitsu! – La voz familiar junto con su dulce melodía se hicieron presente.
El joven aun no llegaba a su lado y ya había gritado con fuerza logrando con ello que algunos estudiantes los observaran con notoria curiosidad. Se tapó los oídos con las manos en clara señal de molestia mientras fingía que sus mejillas no estaban ardiendo y por ende rojas. Cuando Tanjiro llego a su lado vio la mirada preocupada del joven.
- Muy escandaloso.
- Lo siento. – Tanjiro expresó rápidamente su pena.
- Y sigues con los aros puestos.
- Si, lo siento, pero es una reliquia familiar y…
- Si… si… - Anotó el nombre del muchacho mientras buscaba a Nezuko. Suspiró al no encontrarla.
- Está enferma. – Recibió como respuesta.
- ¿Qué?
- Buscabas a Nezuko ¿No? Está enferma.
- Oh.
Tanjiro lo observó unos momentos en silencio provocándole escalofríos y nervios. ¿Por qué lo miraba tanto? ¿Tenía algo en la cara?
- ¿Qué? – Le miró con seriedad.
- Lo siento. – Se disculpó con una sonrisa y luego movió la mano en un gesto de despedida. – Nos vemos después Zenitsu.
Bien, eso había sido extraño. Ya era la segunda vez que Tanjiro lo miraba de aquella forma y definitivamente le incomodaba. El muchacho seguía emitiendo aquellos sonidos tan hermosos por lo que no podría estar ocultándole algo ¿cierto?
Sonrió mientras lo observaba marchar, estaba cansado, seguía en este puesto idiota, pero había salvado a Tanjiro de un demonio, seguir escuchando sus melodías era un premio a todos sus quebraderos de cabeza.
Murata nuevamente lo observaba con preocupación. ¿Realmente tenía algo en la cara?
- ¿Qué? – Preguntó de mala gana.
- Nada, no es nada.
Cuando el muchacho se giró para enfocarse nuevamente en su comida le molestó un poco y se recriminó mentalmente por ello. El mismo ha estado tratando mal a su amigo. Murata no tenía la culpa de su historia como cazador, el pobre ni siquiera recordaba que había sido uno en el pasado.
Pero le daba cierta envidia aquella ignorancia.
A veces deseaba volver a vivir en aquella dulce y hermosa ignorancia.
- Tengo sueño. – Susurró, mas no lo suficientemente bajo para que el otro no lo escuchara.
- Se te nota.
- Préstame tu hombro por un momento.
- ¿Eh?
El muchacho se congeló cuando posó su cabeza en el hombro de este. Sabía que era algo vergonzoso, pero el sueño era mayor. Realmente necesitaba dormir más de 3 horas.
A este ritmo moriría antes que todos los demás.
Las calles se notaban tranquilas y no escuchaba algún ruido de demonio. ¿A qué se debería todo aquello? ¿Estarán avisándose entre ellos que hay un cazador de demonios por la ciudad?
Muzan estaba muerto, estos demonios eran como el resto del resto de los que sobrevivieron de aquella pelea y en contadas ocasiones aparecía uno lo suficientemente fuerte como para dar batalla.
¿Se darían información entre ellos?
No estaba seguro, aunque no lo creía. Esos seres siempre habían sido bien raros y más salvajes que Inosuke. Dudaba que supieran lo que significara compartir información.
Se detuvo en seco al escuchar un sonido muy familiar y giró la cabeza en aquella dirección.
¡¿Pero qué diablos hacia Tanjiro afuera a estas horas?! ¿Qué no estaba asustado por su experiencia de la última vez?
Rápidamente corrió hacia donde se encontraba el otro muchacho, se detuvo en el techo para no ser detectado por el joven, aunque igual se puso la máscara por precaución.
Tanjiro caminaba tranquilamente con una caja en las manos. ¿Qué diablos? Hasta parecía sospechoso. Lo vio detenerse, se agachó rápidamente cuando aquella cabeza se giró en su dirección.
- ¡Hola!
¿Qué mierda? ¿Qué mierda? Pensaba con histeria, porque o Tanjiro se volvió loco y le hablaba a la nada o sabía perfectamente en donde estaba y le hablaba.
- No es necesario que me respondas. – Continuó el otro indiferente a su silencio. – Solo vengo a dejarte esta caja como muestra de agradecimiento por haberme salvado.
Escuchó el sonido que hizo la caja al tocar el suelo. Rogó a lo que sea que su olor no lo delatara porque nunca se preocupó al respecto, demasiado concentrado en saber qué diablos hacía el otro a estas horas.
- Escuché un rumor de algunas personas desapareciendo en el colegio donde estudio.
Eso llamó su atención ¿cuándo había pasado aquello que ni se enteró?
- Lamento pedírtelo, pero por favor espero que puedas investigar al respecto. – Zenitsu no podía responder, no sabía qué responderé, pero no tuvo que pensar mucho al respecto. - Me voy… que estés bien.
- ¡Espera!
No evitó gritar y moverse para impedir que el otro se fuera por su cuenta, luego se mordió el labio inferior y se retó internamente por su estupidez. La idea es que Tanjiro no lo descubriera y él iba y gritaba sin cambiar la voz.
- ¿Si? – Sintió la mirada del otro y se sonrojó.
- Te acompañaré a casa.
- Está bien, puedo ir solo.
- Solo por precaución.
El joven lo observó fijamente por algunos segundos y luego le sonrió cálidamente sonrojándolo aún más. ¡Alabada su máscara que le evitaba la vergüenza!
- ¡Muchas gracias!
De un salto bajó del techo, tomó la caja y se acercó al muchacho, mas no se puso a su lado, prefirió guardar la distancia, no confiaba en aquella nariz. Ambos comenzaron a caminar.
El resto del viaje fue de muchos intentos de Tanjiro por sacarle conversación y el simplemente asintiendo o negando con la cabeza. Temía hablar, temía todo esto en realidad. Tanjiro debería estar en su casa durmiendo y disfrutando de su juventud, no en la calle hablando con un extraño de máscara y mata demonios.
En primer lugar, qué hacía Tanjiro aquella noche en que fue atacado.
- Por aquí está bien, gracias por acompañarme.
El muchacho le sonreía dulcemente, solo afirmó con la cabeza por miedo a que le saliera su voz cuando hablara.
Sintió los ojos en su persona por algunos segundos y como la expresión cambiaba a una más triste.
- Nos vemos.
Se despidió emoviendo la mano y el repitió el gesto. Lo vio entrar a la casa y optó por regresar a la suya. Hoy no encontró demonios por los alrededores, tal vez debería patrullar en otros sectores en caso de, pero ya lo haría mañana. Comenzó su regreso a casa con lentitud mientras pensaba en lo que le había dicho Tanjiro.
No recordaba haber escuchado demonios en el colegio, pero normalmente se encontraba tan cansado en aquel lugar que apenas y escuchaba a sus amigos. Tanjiro era una excepción, pero el muchacho siempre lo sería. Comenzaría una investigación, primero necesitaba saber quiénes eran los estudiantes desaparecidos y a la vez se enfocaría por escuchar algo.
Con aquello en mente se acostó en su cama, más recordó el regalo y se levantó de un salto para ver el contenido. Sus ojos se abrieron en sorpresa al ver varios tipos de panes junto con una nota de agradecimiento y una bufanda amarilla con forma de triángulos que hacia juego con su haori. Ese muchacho era un sol y las noches eran frías, era justo lo que necesitaba.
Sentía que podría vivir un poco más con aquel regalo. Mientras recordara no utilizarla en la escuela todo saldría bien.
Con una sonrisa boba observó el reloj, ya eran pasado las cuatro, de milagro dormiría unas tres horas. Suspiró para acostarse nuevamente, colocó su cabeza en la almohada, cerró los ojos y sin que pasara algún minuto el maldito despertador comenzó a sonar con toda su gloria indicándole que era momento de levantarse.
- Quiero morir… - Exclamó con pesar mientras apagaba el dichoso aparato y se levantaba de la cama. La última vez que lo dejó sonar por el cansancio Kaigaku lo empujó y retó toda la mañana solo causándole dolor de cabeza.
¿Por qué no simplemente se moría y ya? Quizás en otra vida podría descansar y ser amigo de Tanjiro sin problemas, tal vez no habría demonios y ambos serían felices.
Realmente deseaba eso.
Lastimosamente seguía respirando, cansado y medio zombi, pero vivo al fin y al cabo. La vida seguía y él tenía varios deberes que cumplir tanto en la escuela como de cazador.
Necesitaba más horas de sueño.
Realmente las necesitaba.
Tanjiro estaba… raro, al menos más de lo acostumbrado. Lo observaba de forma contante y a veces le daba pan sin mayores explicaciones. ¿Qué pasaba con él joven? ¡Una vez le dio hasta un almuerzo! Lo peor de todo es que estaba delicioso.
Quería decirle a Murata al respecto, pero le resultaba imposible ya que nunca le había hablado antes de Tanjiro y quizás se le saldría información importante que causarían más preguntas a las cuales no estaba dispuesto a responder.
No, lo mejor para estas ocasiones era mantenerse en silencio y esperar a que al otro se le pasara. Actuar como si no supiera era la mejor de sus habilidades, le había servido con Kaigaku y le serviría con Tanjiro.
Por ahora debía concentrarse en investigar sobre las desapariciones de aquellos estudiantes.
Era difícil sacar información sobre todo si no hablaba con muchas personas. Tampoco podía ir preguntándoles si conocían de gente que no ha vuelto a clases por un tiempo. Sonaría raro y sospechoso.
¿A quién podría preguntarle sobre eso sin sonar enfermo? ¿Dónde estaba la gente chismosa cuando se le necesitaba?
Algunos días pasaron y el aun no sabía cómo proceder, realmente era un idiota inútil. Además de que Tanjiro continuaba observándolo fijamente poniéndolo aún más nervioso.
- Necesito hablar contigo de algo importante.
Le dijo una tarde mientras lo tomaba de las manos y lo hacía sonrojar por ello. Llevaba una semana tratando de pensar en cómo buscar información y patrullando en las noches cerca del colegio, pero sin resultados.
- ¿Qué? – Fue lo único que respondió atontado por tener aquel rostro tan cerca al suyo.
- Hoy, después de clases te buscaré.
Su sonrojó aumento, primero porque estaban en la entrada del colegio, segundo los otros alumnos los observaban y cuchicheaban entre ellos, tercero algunos comenzaron a sacar fotos. Alejó sus manos con fuerza.
- ¡No te expreses así o lo van a malinterpretar! – Gritó rojo cual tomate rogando por la poca dignidad que le quedaba se mantuviera.
- Lo siento, pero es algo serio.
- Ya… ya
- Después de clases.
- Entendido. – Se rascó sus cabellos y aceptó aquel extraño pedido.
Vio la sonrisa alegre del otro y lo dejó marchar sin mayores comentarios.
- ¡¿Qué miran?! – Gritó nervioso cuando los otros alumnos continuaban observándolo luego de que Tanjiro se hubiera retirado. - ¡Vayan a clases o los anoto!
Extrañamente todos hicieron lo que pidió en silencio. ¿Debería considerar actuar así el resto de las mañanas para que los otros le hicieran caso? No, demasiado trabajo.
Suspiró pensando en lo que querría Tanjiro con él.
Murata lo vio con la ceja levantada mientras almorzaban. Era obvio que deseaba preguntarle algo.
- Solo escúpelo. – Exclamó para que el otro lo dejara de observar.
- ¿Es cierto que Kamado se te va a declarar?
Escupió el arroz en su boca y casi se atoró por lo mismo.
- ¡¿Qué?!
Murata se encogió de hombros.
- Andan diciendo por ahí que Kamado pidió hablar contigo hoy después de clases para confesarse.
- No… ¿Qué?... ¿Cómo?
- Son cosas que uno escucha por ahí.
¡¿Cómo diablos las cosas dieron ese giro?! ¿En qué pensaba esta gente por Dios? Iba a seguir comiendo y despotricando contra los alumnos del lugar cuando se percató de algo más importante.
- ¡Tu! – Señaló a Murata con el dedo.
- Yo. – Respondió el otro ya más que acostumbrado a sus arranques.
- ¿Has escuchado algo sobre estudiantes que han desaparecido en este colegio?
- Si. – El joven lo observó sin comprender. – Claro, varias personas hablan al respecto.
- ¿Podrías decirme lo que sabes?
Ahora si recibió una mirada confusa por parte del otro, pero no importaba. Era Murata, siempre se había comportado como idiota delante del muchacho.
- Por favor, me gustaría saber.
- Ya. – El joven tosió para preparase a contar una larga historia.
Las clases finalizaron sin mayores problemas. Zenitsu al fin podía considerar que estaba avanzando en el caso gracias a la información de Murata, por lo que solo le quedaba conversar con algunos estudiantes de los cursos correspondientes.
- ¡Zenitsu! – Saltó al escuchar la voz del muchacho, giró la cabeza para encontrarse con un sonriente Tanjiro.
- ¡Casi me matas de un susto!
- Lo siento. – La sonrisa que le dio no lo convenció de que lo sintiera, pero lo dejó pasar.
- ¿Qué necesitas?
- Sobre lo de esta mañana - Ahora el otro parecía nervioso. – Las clases terminaron y he venido a buscarte.
- Oh, claro.
Olvidando todo lo demás simplemente se dejó llevar por Tanjiro. Notó como algunos alumnos los miraban con curiosidad debido al rumor, definitivamente le sorprendía como trabajan estas cosas, pero siguió concentrado en el muchacho.
Llegaron al patio del colegio, Tanjiro se notaba nervioso y por ende también lo puso nervioso a él.
- ¿Por… por qué te pones nervioso?
- Es que no sé cómo decirlo.
- ¿Qué cosa? – Bien, ya se estaba preocupando. La mirada tampoco ayudaba a calmarlo.
- Yo… pues…
¿Qué le iba a decir? ¿Qué le quería decir? Su corazón se aceleró antes las miles de posibilidades que pasaban por su cabeza.
- Gracias.
- ¿Qué? – Muchas cosas se imaginó, pero no un agradecimiento.
- Gracias por salvarme ese día Zenitsu.
- ¿De qué estás hablando? – Otra preocupación se apoderó de su ser, pero esta fue más incómoda.
- Sé que tú eras el joven que me salvo de aquel demonio. – Tanjiro lo observó a los ojos. – La verdad es que no estaba seguro si hablarte al respecto o no, pero…
- No sé de qué hablas.
- No es necesario que me mientas.
Zenitsu abrió la boca para responderle algo, pero la cerró cuando el otro señaló su nariz. Eso era suficiente para callarlo. Maldijo al muchacho y así mismo por no haber tenido suficiente cuidado.
- Gracias por salvarme la vida Zenitsu. – Tanjiro le ofreció una pequeña caja y el no tuvo corazón para rechazarlo.
- ¿Le has contado a alguien de mí?
- No y tampoco tengo pensado hacerlo.
Suspiró un poco más calmado, aunque era obvio que el muchacho no comentaría aquello con alguien. Tanjiro no era esa clase de persona.
- Gracias Tanjiro.
- No hay de qué. – Le sonrió el muchacho. – Aunque tengo mucha curiosidad con respecto a esos seres.
- Lo mejor es que no te involucres.
- Pero tu si lo estas. – Le dijo mirándolo con seriedad. – Es obvio que también quiero estar ahí.
- ¿Ah? – Lo miró sin comprender.
- Es decir… olías solitario, siempre hueles triste, solitario y cansado.
Tanjiro se le acercó y tomó sus manos para verlo a los ojos. Zenitsu no evitó sonrojarse y maldecir su piel pálida.
- ¡Ahora yo te acompañaré!
- ¡¿Qué?! ¡Claro que no!
- ¡Lo haré!
- ¡No lo necesito!
Se soltó con brusquedad e intentó seguir su camino, más fue detenido por el otro.
- Puede que no, pero quiero hacerlo Zenitsu. ¡Voy a hacerlo, aunque no quieras!
- ¿Sabes que puedes morir? – Se rascó la cabeza.
- Tú también.
- ¿Qué? – Nuevamente sus manos fueron tomadas por las otras.
- Tú también puedes morir y no quiero eso. Te ves tan cansado que no me gusta.
- Yo…
Sin que pudiera decir algo más, desde que comenzó a cazar demonios sus pensamientos fueron hacía sus seres queridos y ahora Tanjiro le decía que el también importaba. Tanjiro siempre salía con cosas de ese tipo que solo lo hacían quererlo más. El muchacho lo soltó para sonreírle dulcemente.
- Esta noche te estaré esperando en la entrada del colegio e investigaremos más sobre aquel demonio juntos.
- No es necesario.
- ¡Te esperaré toda la noche si es necesario!
Exclamó con fuerza a la vez que tomaba nuevamente sus manos. Zenitsu nervioso observó los alrededores. Esto podría ser malinterpretado de muchas formas.
- ¡No grites idiota!
Nuevamente se soltó.
- Nos vemos en la noche.
Y saludando con la mano Tanjiro simplemente se fue corriendo del lugar, dejándolo solo, con una caja, confundido, con el corazón a mil y más rojo que un tomate.
- Alguien explíqueme qué pasó aquí porque yo no entiendo nada…
Susurró a la nada mientras se daba la vuelta para comenzar a caminar hacia su sala, tomar sus cosas e irse a casa.
Estuvo en piloto automático hasta llegar a su habitación. Regresó a la realidad solo para encontrarse sentado en la cama y con la cajita entre sus manos. La observó curioso para comenzar a abrirla, en ella encontró un papel doblado junto con un adorno en forma de rayo para celular.
Se sonrojó mientras abría el papelito solo para encontrarse con un ¡gracias! Escrito junto con un número de teléfono.
Se sonrojó nuevamente. ¡Era el número de Tanjiro! ¡Era su maldito número!
Comenzó a dar vueltas por la cama con una sonrisa boba en la cara mientras aferraba el regalo en su mano y lo llevaba hasta su pecho en total alegría, luego se calmó ante la estupidez que hacía.
"No puedo involucrarlo" – Pensó mientras guardaba el número en su teléfono. - "Pero el idiota de seguro me perseguirá sin parar hasta que lo deje acompañarme"
Podía recordar lo cerrado de mente que era a veces el muchacho. No podía arriesgarse en poner en peligro a Tanjiro, pero si lo dejaba a su suerte era lo más seguro que aquello pasaría. Tal vez, por ahora, lo mejor sería tenerlo a su lado hasta que se aburriera o entendiera lo peligroso de la situación.
Si, lo dejaría quedarse un poco a su lado y de seguro los demonios lo terminarían espantando. Trató de no ilusionarse tanto ante la idea de tener compañía, había estado dos años trabajando por su propia cuenta y Tanjiro no se quedaría mucho, él se encargaría de espantarlo para que regresara a su vida tranquila.
Era lo mejor para ambos.
Tal como prometió, Tanjiro se encontraba esperandolo en la entrada del colegio.
- ¿Eres idiota? – Le dijo como saludo cuando Tanjiro comenzó a saludarlo alegremente en medio de la noche. – Si nos descubren nos castigaran.
- Oh cierto, lo siento. – Al menos lucía apenado.
Entraron sin problemas al establecimiento, gracias a su gran audición y el sentido del olfato del muchacho pudieron librarse de los conserjes. Terminaron sentados detrás de unos arbustos para hablar.
- ¿Tienes información al respecto? – Preguntó Zenitsu un poco nervioso ante la cercanía del otro. – Después de todo tú me pediste investigar aquí y espero que tengas pruebas válidas.
- Claro que sí.
Tanjiro comenzó a hablar sobre una muchacha llamada Kanao, una amiga del colegio y de la que Zenitsu podía recordar de su anterior vida como cazadora. Kanao le había contado como se escuchaban ruidos extraños en el viejo edificio de la escuela y como algunos estudiantes de primero fueron a investigar. La historia hubiera pasado como anécdota tonta si no fuera por el hecho de que esos muchachos en cuestión comenzaron a faltar a clases uno por uno hasta que después se supo que se encontraban en paradero desconocido.
Uno de ellos, antes de desaparecer, le escribió a la muchacha diciendo que un demonio los estaba persiguiendo y que él sería el siguiente. Todo eso junto a una foto que mostraba la sombra de un ser alto afuera de la ventana de la que sería la habitación de aquel alumno. La foto de por si era algo borrosa y se podía notar una silueta larga y deforme en ella. No se supo más del muchacho luego de eso.
Zenitsu levantó una ceja al ver el mensaje en el celular de Tanjiro. Si, parecía una foto real, pero él no era experto en esos temas. Además, los nombres que Tanjiro le dio eran los mismo que le había dicho Murata hoy.
Al menos la información concordaba.
- Fui a ese edificio y realmente el olor de allá es desagradable.
- ¿Por qué te acercaste allá?
- Tenía que comprobar que hubiera algo extraño o no podría confirmártelo.
- ¿Eres idiota? ¡Te pudo haber devorado!
- Oh, gracias por preocuparte. – Tanjiro sonrió feliz ante su comentario y Zenitsu se quiso golpear en la cabeza.
Había hecho bien en mantenerlo cerca o de seguro Tanjiro iría en plan kamikaze y eso no terminaría en nada bueno.
- Bien, yo iré a comprobar que haya algo, tu quédate aquí.
- No, iré contigo.
- ¿Estás loco?
- No te dejaré ir solo.
El ruido de pisadas los alertó y ambos taparon a boca del otro con su mano. Un conserje comenzó a pasear por el lugar y luego se marchó.
- Es peligroso Tanjiro.
- No me importa, no te dejaré solo.
Suspiró. ¿Cómo hacer entender al frentón que este no era su lugar? ¿Y por qué de pronto tanta preocupación a su persona?
- Está bien, pero si la cosa se complica…
- ¡Te ayudo!
- ¡No idiota! ¡Huyes y me dejas atrás!
- ¿Qué? – Tanjiro se veía horrorizado al respecto y el no pudo evitar sonreír por eso.
- Hazlo o no te dejaré acompañarme nunca más.
- Pero…
- Prométemelo.
Tanjiro infló las mejillas con indignación, pero afirmó con la cabeza. Era lo mejor que sacaría del muchacho por lo que sonrió en respuesta.
Ambos se dirigieron al viejo edificio del colegio. Zenitsu tembló al escuchar un horrible solido saliendo de ahí. Definitivamente había un demonio en su interior. Tanjiro por su parte hacía gestos con su cara, de seguro el olor era desagradable.
Entraron al lugar con precaución, Tanjiro detrás de Zenitsu observando a todos lados y sosteniéndose la nariz ante el molesto olor. De alguna forma se sintió como aquellos tiempos en donde ambos cazaban, pero normalmente era el quien se colocaba detrás del otro con miedo ante el ataque.
Quien iba a pensar que estarían cambiando de rol. En primer lugar, Tanjiro ni siquiera debería estar aquí, el peligro era inmenso. Tenía que hacer lo posible para eliminar al demonio, traumar un poco al muchacho y hacer que siga con su vida normal de siempre.
Caminaron lentamente por el pasillo mientras buscaban alguna pista, podía escuchar aquel horrible ser cerca, pero no estaba seguro aun del lugar. Cuando llegaron al final del lugar se observaron confusos.
- ¡Cuidado! – Gritó Zenitsu mientras saltaba encima de Tanjiro para caer al suelo por el impulso, algo le pasó rosando los cabellos y escuchó el notable ruido de la madera y vidrios rotos.
- ¡Zenitsu!
- ¡Quédate abajo!
De un salto se levantó de su puesto, con una última mirada hacia Tanjiro entró hacía una habitación en el que al fin el ruido del demonio se pudo escuchar con claridad. No le gustaba los lugares cerrados porque apenas podía ver algo y si prendía la luz podría llamar la atención de otras personas ocasionando con ello un desastre mayor.
Las posibilidades de que los estudiantes continuaran con vida lastimosamente eran nulas, pero no por ellos dejaría de buscarlos, tal vez alguno seguiría con vida, tal vez alguno aún no había sido devorado por el demonio.
Esquivó de un salto el ataque, sus oídos eran buenos por lo que contaba con ellos para los golpes repentino.
- ¡Maldito mocoso!
Exclamó con ira el demonio mientras se aparecía frente a Zenitsu. En otra vida de seguro ya se hubiera desmayado o corrido a la espalda de Tanjiro, pero ahora, con el muchacho sin memorias, sin katana y por ende sin saber cómo utilizar las respiraciones solo estaba el para poder defenderlos. Además, que ya llevaba dos años haciendo esto por su cuenta, solo era otro demonio más a la lista para acabar.
Respiró hondo para tranquilizarse, apuntó con su arma al ser y luego se colocó en la postura necesaria para acabar con él.
Lastimosamente no pudo hacer mucho porque comenzaron a atacarlo sin piedad. Era como si en vez de manos aquella cosa tuviera látigos. ¡Odiaba los ataques a distancia! Le era muy difícil acabar con ellos cuando lo atacaban sin descanso.
- ¡Zenitsu!
Escuchó la voz de Tanjiro a su espalda y se la paró el corazón. Eso sí que era peor a lo que vivía ahora.
- ¡No te acerques! – Gritó con histeria porque ciertamente lo que menos deseaba era que el joven resultara herido.
- ¡Tengo un plan!
- ¡No me importa! ¡No te acerques!
No obtuvo respuesta y eso lo alertó. Ahora debía enfocarse en los ataques y en el tonto de Tanjiro. El demonio rio con burla, más un golpe en su cabeza lo hizo cambiar su atención hacía una esquina en donde un serio Tanjiro lo apuntaba con arco. ¡Un jodido arco!
No lo pensó mucho y rápidamente se puso en posición.
- Respiración del rayo, primera postura. Destello de trueno.
- Maldito niño.
Fue lo último que escuchó del demonio antes de cortarle la cabeza y hacerlo desaparecer, quedando frente a un sorprendido Tanjiro que lo miraba con ojos abiertos y brillantes.
- ¡Eres genial Zenitsu!
- ¡Genial y una mierda! – Golpeó la cabeza del otro con fuerza, Tanjiro se quejó de dolor, pero juró que solo lo hizo por bondad porque su mano le dolía a horrores. ¡Incluso en esta vida su cabeza era dura como piedra! - ¡No hagas esas cosas tan peligrosas!
- Pero no podías utilizar tu técnica.
- ¡Ese era mi problema!
- ¡No si estoy contigo!
Ambos inflaron las mejillas y se observaron con obstinación, luego comenzaron a reír. De pronto Tanjiro cayó de rodillas al suelo.
- ¡Tanjiro! – Se agachó para revisar al otro, este le sonreía con vergüenza. Podía estar oscuro, pero sus ojos ya se habían acostumbrado a la falta de luz y los sonidos que emitía Tanjiro le daban a entender un poco lo que pasaba por aquella cabeza.
- Estoy bien, creo que la adrenalina ya se me pasó.
- Te dije que sería peligroso.
Zenitsu esperó a que el otro se sintiera mejor, pero igual golpeó su cabeza con un dedo.
- Si, lo dijiste. – El muchacho dio un largo suspiro antes de sentarse en el suelo.
- Confío en que no volverás a acompañarme.
- ¡¿Estás loco?! – Tanjiro se giró rápidamente a verlo. – No voy a dejarte solo.
- Me las puedo arreglar perfectamente por mi cuenta. – Se defendió algo molesto.
- ¡Ya lo sé! ¡Eres increíble Zenitsu!
Se sonrojó, no todos los días una persona querida le decía aquellas palabras tan importantes. El increíble era Tanjiro que parecía tan tranquilo a pesar de haberse enfrentado a demonios como un humano cualquiera. Él podía por sus memorias y porque deseaba protegerlos. ¿Qué motivaba al otro?
- Pero no quiero dejarte solo ahora que sé de esto. – Bajó la cabeza con tristeza. – Sé que no soy de mucha ayuda, pero quiero acompañarte. – Tomó las manos de Zenitsu y lo miró fijamente. - ¡Déjame estar contigo Zenitsu!
Si antes se había sonrojado, ahora podría considerarse como una manzana roja. Tanjiro era un idiota por expresarse de aquella forma. Simplemente idiota.
Un idiota que extrañaba, pero que temía llevarlo a este mundo para luego perderlo.
- ¡Eres… eres un idiota!
Exclamó al final mientras se ponía de pie sosteniendo un brazo de Tanjiro en su hombro para ayudarlo a levantarse.
- Sentí un olor por esa dirección. – Señaló hacia una puerta en particular a la que Zenitsu siguió, más su cabeza se encontraba cuestionándose en cómo no había llegado alguien a ver el lugar por todo el escándalo que hicieron.
- ¿Olor?
- Si, puede que sean algunos de los estudiantes desaparecidos, aunque también huele a sangre.
Dudó. Lo más seguro es que esos pobres muchachos se encontraran muertos. Si Tanjiro veía aquella horrible escena de seguro no volvería a acercársele. Tal vez aquello era bueno, pero no le agradaba la idea de provocarle un trauma o que se alejara de su lado.
Al final Tanjiro decidió por él, alejándose de su lado y caminando hacia el lugar.
Dejaría que el muchacho tomara aquella decisión. Sabía que aquello era infantil y cobarde, mas no le importó. Escuchó como aquel maravilloso sonido cambiaba a uno de dolor y pesar mientras lo veía caer de rodillas para comenzar a temblar.
Suspiró con tristeza, no era la primera vez que llegaba tarde para salvar a alguien. Dolía, siempre lo hacía y la impotencia tampoco ayudaba.
Si hubiera llegado antes, si hubiera atacado antes. Si… odiaba los si.
Se acercó al otro muchacho.
- Tanjiro. – Expresó con suavidad mientras colocaba la mano en el otro hombro y veía aquella triste expresión en su rostro. – Debemos irnos.
- Pero ellos…
- Los encontrarán en la mañana y ahí podrán descansar.
Miró dentro de la habitación, el lugar era un caos entre pedazos de cuerpos y sangre por todos lados. Deseó poder tomar la mano del joven para darle ánimos, pero su valentía solo llegó a seguir presionando su hombro.
- Serán enterrados como debe ser. – Recordó que al Tanjiro cazador le encantaba sepultar a las personas que habían fallecido. Nunca le preguntó por aquella acción, aunque tal vez nunca se lo cuestionó.
- Tienes razón…
Lentamente se fue levantando. Zenisu notó como las piernas del muchacho temblaban por lo que nuevamente intentó tomar su brazo para que se apoyara en él siendo amablemente rechazado.
- Estoy bien.
"Claro que no" – Pensó con molestia, mas no dijo nada.
Caminaron en silencio hasta la entrada del colegio, extrañamente no se encontraron con ningún conserje. En parte tranquilizó y preocupó a Zenitsu.
- Nos vemos Zenitsu.
El chico movió la mano en señal de despedida cuando Zenitsu lo detuvo.
- Te acompañaré a casa.
- No es necesario. – Le sonrieron en respuesta.
- Lo haré de todos modos.
Tanjiro lo observó un momento y luego asintió comenzando así su caminata.
Lo hicieron en silencio, Zenitsu se sentía preocupado ante los sonidos de Tanjiro, pero prefirió mantenerse callado ya que el mismo había optado en dejarlo decidir qué hacer.
- Nos vemos Zenitsu.
Exclamó el muchacho con una sonrisa incómoda antes de entrar a su casa, respondió la despedida con otra y esperó hasta que entrara a su casa luego comenzó el camino hacia la suya. Esta ya sería la tercera vez que caminaba por estos lados hasta su hogar, se preguntó si sería la última.
Al siguiente día, por motivos obvios, recibieron una notificación por correo del colegio indicando que las clases serían suspendidas por toda la semana y que el lunes retomarían todo con normalidad.
La verdad no le sorprendía, al menos cinco estudiantes se habían encontrado como desaparecidos y por cómo se veía el lugar de seguro había más cuerpos involucrados.
Por desgracia una vez despierto no podía volver a dormir por lo que se dedicó a observar el número de teléfono escrito en aquel pedazo de papel y preguntarse si el lunes lo tratarían con normalidad o le harían el quite.
Se dedicó a arreglar su habitación y estudiar un poco, al fin tenía algo de tiempo, por lo que optó por utilizarlo en algo productivo. Se maldijo al no poder volver a dormir, pero tenía esperanzas a que mañana pudiera hacerlo.
¡Realmente necesitaba dormir más de 3 horas!
Sus preguntas respecto a Tanjiro fueron respondidas, para su sorpresa, esa misma noche.
Se encontraba patrullando cuando pudo distinguir el sonido amigable del joven acercándose a su lado, confundido entre salir corriendo y quedarse a esperarlo se mantuvo quieto hasta que pudo divisar al otro muchacho.
- Hola Zenitsu.
- ¿Qué haces aquí?
Respondió con molestia y prestándole atención. Se veía normal y no había algún sonido desagradable dentro de él. Es como si el muchacho de la noche anterior no se encontrara y solo estuviera el Tanjiro de siempre.
Raro.
- Supuse que patrullarías hoy.
- Lo hago todos los días.
- Si, esas ojeras son prueba de ello.
- ¡No me insultes!
Tanjiro comenzó a reír quitándole, sin haberse dado cuenta que tenía, un peso de encima. El joven se veía tranquilo, normal. Era el Tanjiro de siempre, no lo había traumado o hecho sufrir por aquella horrible experiencia.
Pero ahora había otro problema.
- ¡Ándate a tu casa! – Gritó mientras caminaban por el parque cuando un extraño ruido llamó su atención en esos lugares.
- ¡Dije que te acompañaría en tus salidas!
Una mirada de Zenitsu hizo que el otro se callara de inmediato. Observó a su alrededor porque aquel extraño sonido se empezó a intensificar. ¿Qué clase de demonio sonaba de aquella forma?
Tanjiro sacó un bate y no evitó levantar una ceja. Primero ¿Cómo oculto esa cosa? Y segundo ¿de verdad pensaba enfrentarse a demonios con eso?
Antes de que pudiera decirle algo el suelo comenzó a transformarse en barro. Ambos gritaron sorprendidos, Zenitsu tomó la mano de Tanjiro y con rapidez los sacó a ambos de aquel lugar.
- Ratas… malditas ratas….
Se escuchó, pero aun no podían ver al demonio.
- No puedo distinguir el sonido. – Exclamó con rabia mientras tomaba nuevamente a Tanjiro para sacarlo de un charco. El demonio se escuchaba por todos lados y eso lo confundía.
- Yo puedo distinguir el olor, pero necesitaría estar quieto para poder concentrarme.
- ¡¿Estás loco?! Si te dejo de seguro te mueres en ese charco. – Lo miró con histeria. - ¡No sabemos que puede haber allá abajo!
- Pero es nuestra mejor opción o pronto te cansaras.
Otro salto le dio la razón. Zenitsu se mordió la mejilla. Era una situación peligrosa, pero confiaba en la nariz de Tanjiro. Si notaba que pudiera estar en peligro simplemente lo tomaría y huirían del lugar.
- ¡Bien! – Le gritó dando un último salto para luego soltarle la mano con molestia, era su segunda noche con Tanjiro y el idiota se estaba poniendo en peligro otra vez.
- ¡Lo encontraré! – Expresó con seriedad antes de cerrar los ojos y concentrase en su alrededor quedándose indefenso.
De seguro él hubiera podido haber hecho lo mismo, pero no sabiendo que Tanjiro estaría a su lado e indefenso. El ataque de unas hojas yendo a toda velocidad hacia el menor ciertamente le dieron la razón. Rápidamente se puso al frente para cubrir al muchacho que lentamente comenzaba a hundirse en el barro.
Los minutos comenzaron a pasar, en cada ataque que contrarrestaba Tanjiro continuaba hundiéndose en silencio.
"¿Por qué no lo encuentra?" – Pensó desesperándose viendo como ahora el muchacho se veía de la cintura para arriba.
Trató de acercarse con la intención de sacarlo, pero más hojas comenzaron a aparecer y solo pudo concentrarse en detenerlas por el bien de Tanjiro.
- ¡Ahí! – Grito finalmente el muchacho señalando un lugar en particular. - ¡Ve para allá!
- ¡No puedo dejarte solo! – Gritó golpeando otras hojas con la espada. Ciertamente no pensaron en lo que pasaría después. Ambos eran unos idiotas.
- ¡Solo ve, estaré bien!
El demonio comenzó a reír ante su griterío.
- Déjalo y lo cortaré en pedazos.
El comentario le dio escalofríos, más cuando notó como el otro comenzaba a moverse para intentar salir del barro, respiró hondo. Tal vez si era lo suficientemente rápido podría dar el golpe de gracias.
El grito de Tanjiro lo sacó de sus pensamientos. El barro se estaba transformando en una torre y el pobre muchacho se encontraba elevándose en ella mientras se afirmaba desde la cima con fuerza.
- ¡Ahora está por allá! – Gritó el otro señalando hacía otra dirección con la mano, con el riesgo de caerse y romperse el cuello.
Zenitsu se mordió el labio. Debía tomar una decisión. Escuchó a su alrededor, el demonio seguía sin poder ser percibido por sus oídos, pero Tanjiro continuaba indicándole donde estaba a pesar de su estado. Los ataques con aquellas hojas habían desaparecido, era obvio que haría algo y no sería bueno.
Se puso en posición y tomó aire.
- Respiración del rayo, primera postura. Destello de trueno.
Vio hacía donde señalaba la mano de Tanjiro y sin pensarlo se lanzó hacia el demonio encontrándolo detrás de unos árboles. No dudo en cortarle la cabeza. Mientras más rápido mejor.
El ser gritó antes de comenzar a desaparecer, pero luego se rio con burla antes de mover la mano. El grito de Tanjiro le dio a entender el motivo de la risa. Se dio vuelta para verlo caer cuando la torre se desintegró, tomando aire movió sus piernas lo más rápido que pudo y por suerte alcanzó a atraparlo entre sus brazos antes de que el otro cayera al suelo y se matara por la altura.
Eso sí, la fuerza de la caída provocó que ambos terminaran en el suelo y respirando con agitación.
- ¿Todo bien? – Le preguntaron.
- Si… - Ni siquiera tenía fuerzas para mover el cuerpo acostado sobre el suyo, tampoco le importaba que estuvieran así de cerca.
Al final comenzaron a reír sin motivo alguno.
- Somos un buen equipo.
Comentó Tanjiro ya sentados en una banca y tomando jugo de una máquina expendedora.
- Si, lo somos. – Aquello le causó sentimientos contradictorios porque desde aquella época en la que fueron cazadores que habían sido un buen equipo y ahora también lo eran, pero aun no quería involucrarlo en este mundo.
- ¿Me contarás sobre esos seres? – Tanjiro como siempre tan lindo, preguntaba de forma tal que no te obligaba a responder siendo que todo su ser gritaba que quería saber.
- Pensaba que estarías asustado.
- Oh, lo estoy. – La sinceridad del muchacho era de temer. – Pero estuve pensando en la noche y el día de hoy sobre lo que pasó ayer.
Tanjiro bajó la vista y sonrió con tristeza.
- Tú me salvaste esa noche, pero esos jóvenes no pudieron ser salvados. Me sentí triste, como si hubiera sido mi culpa.
- ¡No lo fue!
- Lo sé. Tampoco fue tu culpa Zenitsu. – Señaló su nariz antes de que pudiera contestarle algo. – El punto es que no quiero que las personas pierdan a sus seres queridos por estas criaturas.
- Ya.
Una mano sobre la suya lo hizo sonrojarse y observar el rostro del otro.
- Pensé en ti, en cómo te sentirías, en cómo estarías enfrentando esta situación por tu cuenta y no me gustó.
- ¿Qué… - Su pregunta murió ante la expresión y los sonidos que Tanjiro hacía.
- Tal vez no puedo pelear todavía con esas cosas, pero tampoco quiero dejarte solo en esto.
- No necesito…
- Lo haces. Tal vez no ayuda, pero si compañía. – Le sonrió de forma bonita. – Y yo quiero apoyarte.
Se quedaron mirando por varios minutos. Zenitsu se encontraba perdido en aquellos hermosos rubí. Siempre lo habían cautivado, más ahora que lo tenía tan cerca. Asintió con la cabeza sin saber que más hacer o decir al respecto, la hermosa y radiante sonrisa que recibió en respuesta solo lo dejó más idiota.
- ¡Muchas gracias Zenitsu! ¡A partir de hoy llevemos bien!
- S… si…
La conversación que le siguió fue tranquila y de temas menos importantes. Antes de que se diera cuenta estaba frente a su casa despidiéndose de un sonriente Tanjiro. Se quedó con la mano levantada sin entender lo que estaba pasando.
¿Acaso desde ahora Tanjiro lo acompañaría en todas sus cacerías?
¿Debía considerar aquello como algo bueno o malo? ¿No se suponía que era es lo que debía evitar?
Nuevamente estaba en su cama observando el teléfono anotado de Tanjiro. ¿El muchacho habría llegado bien a su hogar? Tendría que haberlo ido a dejar, no al revés.
Estaba preocupado ¿Y si un demonio lo había atacado? ¿Y si se desmayó o algo por el estilo? ¿Qué haría si algo como eso hubiera pasado?
Optó por grabar su número y dejar un mensaje. Si Tanjiro estuviera en peligro lo peor que pudiera hacer sería llamarlo.
Algunos minutos pasaron antes de que su celular vibrara y un "Todo bien, ya en casa ^o^ ¡Descansa!" se encontrara en su pantalla. Soltó el aire que no supo había retenido y se quedó dormido.
Por primera vez luego de muchos meses pudo despertarse hasta tarde y decir que había descansado.
Respondió el mensaje de Tanjiro y se preparó a pasar una tranquila tarde con su abuelo. Se lo merecía.
La noche llegó rápidamente en donde se juntó con Tanjiro en una plaza que les quedara de camino tanto a él como al otro muchacho. Como siempre fue recibido con una cálida sonrisa.
- ¡Hoy te ves mucho mejor!
- Sí, es que dormí como se debía. – Respondió sonrojado. No siempre se preocupaban así por él.
- Me alegra saberlo, es importante descansar.
Al fin pudo explicarle bien sobre los demonios y como derrotarlos. Tanjiro observó con pesar su bate de béisbol sabiendo que no sería de mucha ayuda. Luego preguntó en cómo podía tener tanta información, se quedó callado e incómodo sin saber que responderle. No podía decirle que aquello se debía porque recordaba su vida pasada, de por sí ya sonaba loco, aunque el tema de los demonios también lo era.
- Está bien, no es necesario que me respondas.
- Bien.
Tanjiro le acerco un pedazo de pan y Zenitsu lo comenzó a comer agradecido.
- Me gustaría poder tener una espada también, aunque por lo que me dijiste no funciona cualquiera.
- Ya veremos qué hacer.
- Mañana traeré el hacha. Espero que sirva mejor.
- ¿Eh? – Comenzó a toser. - ¿Hacha?
Los recorridos nocturnos comenzaron a hacerse junto a Tanjiro. Zenitsu aún no podía entender cómo el muchacho lograba salir de su casa sin despertar a alguien ya que había siete personas más viviendo en ese hogar. Solo esperaba que no les dijera la verdad, aunque ya sabía que este Tanjiro no podía mentir como el otro.
La amistad entre ellos fue creciendo a tal punto en que ahora el joven se había unido a sus almuerzos con Murata, eso incluía Inosuke, Nezuko, Kanao y Genya. No evitó sonreír como idiota al tenerlos a su lado nuevamente al igual que en los viejos tiempos.
Los había extrañado más de lo que pensaba. Incluso al idiota de Inosuke que seguía tan bruto como siempre le causaba alegría.
El cansancio seguía presente y siempre se encontraba bostezando o muerto de sueño, pero de alguna forma las cosas se sentían diferentes. Tanjiro le solía regalar pan o cosas para mantenerlo alimentado ¡Como si no comiera! Además de que se juntaban en aquel parque a la misma hora.
Si, las cosas eran mejores con Tanjiro a su lado. El pobre no podía pelear con los demonios, pero siempre tenía buenas ideas para lograr vencerlos rápidamente e incluso pudo tranquilizar a algunos haciéndolos descansar en paz y sin mayores complicaciones. Ese muchacho era increíble. No podía pelear, pero aun así estaba dispuesto a ayudar.
Conversaban más de sus vidas y sueños a futuro, a veces el muchacho tomaba su mano y le sonreía con dulzura diciendo que podrían ir a la misma universidad y después vivir juntos.
¡¿Qué diablos quería decir con eso?! Su pobre corazón no podría aguantar esas palabras porque realmente quería eso. Pero también quería algo más de aquel joven.
Era casi igual a aquellos tiempos de cazadores, cuando deseaba algo más que amistad de Tanjiro, pero tenía demasiado miedo a decirle algo a pesar que todos los sonidos del muchacho indicaban que era correspondido.
Lo mismo pasaba ahora, Tanjiro era idiota y tal vez no se había dado cuenta de sus sentimientos. Lo que menos deseaba era ocasionarle problemas. El muchacho no solo lo ayudaba con la caza de demonios, también se dedicaba a estudiar y a trabajar en la panadería familiar.
El pobre no tenía vida ¡pero no lucía con ojeras como las suyas! Maldijo la genética de los Kamado.
Volviendo al punto, pensaba que como amigos podrían estar bien entre ellos, siendo que su relación se parecía a algo más que amistad. Quizás solo debía dejar que el tiempo los llevara hasta el lugar que necesitaban estar en su relación.
Ahora se encontraba muy feliz con tenerlo a su lado, recibir de sus abrazos, sus almuerzos o panes y que a veces lo tomara de la mano. Si, era feliz por ahora con lo que tenía.
Sentía como poco a poco y gracias a Tanjiro estaba recuperando las cosas y personas que el mismo se obligó a dejar para dedicarse a ser cazador pensando tontamente que aquello sería lo mejor.
Pero quizás lo mejor era estar con todos ellos y disfrutar de su Juventud.
Al menos la idea duró algunos meses.
Ahora se arrepentía tanto por haber bajado la guardia de aquella forma, debió haber estado más atento. Debió disfrutar de la compañía de Tanjiro y sus amigos, pero sin haberse olvidado que era un cazador y que muchos demonios se encontraban listos para atacar.
Había sido una noche tranquila, Tanjiro como siempre lo esperó en la plaza y juntos comenzaron a buscar alguna señal de demonios. Zenitsu lo encontró antes de que el joven lo oliera. Caminaron sin prisa y conversando de cosas sin importancia hasta que Tanjiro se detuvo.
- Hay un fuerte olor a sangre. – Expresó con preocupación observando al frente.
No habían vuelto a toparse con algo similar a la masacre del colegio, pero era obvio que aquello estaba dentro de las posibilidades al cazar demonios.
- Está bien, yo me encargaré.
- Zenitsu…
La mirada preocupada que le dio Tanjiro antes de poder expresar algo quedó en el olvido cuando Zenitsu tuvo que ponerse con rapidez delante del muchacho para bloquear un ataque. Escuchó a su espalda la exclamación sorprendida del joven antes de que una risa siniestra se escuchara por todo el lugar.
- Que manjares tan deliciosos han llegado a mí.
El demonio era una mujer de cabellos largos y blancos, su sonido era perturbador al igual que su sonrisa. Se giró para decirle algo a Tanjiro y de pronto fue empujado por el mismo joven para que no lo cortaran.
Palideció al ver las manos de la mujer con forma de cuchillo justo en el lugar en el que estuvo su cuello. Se movió nuevamente cuando esta comenzó a atacarlo sin descanso.
- ¡Escóndete!
- ¡Pero!
Ahora con su espada cortó el brazo del demonio cuando intentó darle a Tanjiro.
- ¡Rápido!
La mujer tenía más fuerza de la que aparentaba y le era difícil concentrarse teniendo a su amigo detrás suyo. Para su alivio Tanjiro le hizo caso, pero fue ese segundo de calma en el que bajó la guardia y aquel ser tomó ventaja. Antes de que se diera cuenta el demonio había desaparecido, le resultó obvio a donde iría y con miedo se giró para correr en dirección al otro muchacho que se detuvo al oler las intenciones asesinas del demonio a su persona.
- ¡Tanjiro! – Gritó con pánico cuando el muchacho sacó el hacha para defenderse, siendo el objeto destruido con facilidad por el ser que empezó a reír con histeria.
Respiró profundo y de un salto llegó hasta el demonio para comenzar a atacarla. Esta seguía con la sonrisa mientras lo agredía a él y desaparecía para atacar a Tanjiro quien apenas podía esquivarla.
Podía escuchar el miedo y la culpa de Tanjiro al saberse más un estorbo que otra cosa.
Un grito de dolor por parte del joven lo distrajo viendo con horror como uno de sus brazos sangraba. Iba a gritar el nombre de este cuando se le apareció el demonio de la nada, solo sintió dolor en su pecho antes de que su cuerpo fuera despedido e impactado contra la muralla para luego caer al suelo con fuerza. Apenas pudo gritar por el dolor.
- ¡Zenitsu! – Escuchó a lo lejos la voz de Tanjiro.
No podía dejarlo solo, Tanjiro no tenía con qué defenderse. Trató de levantarse como pudo más le resultó imposible. Intentó buscar con la mirada su espada sin encontrarla.
- ¡Zenitsu! – Escuchó la voz más cerca y apenas pudo levantar la cabeza para notar a Tanjiro justo al frente suyo sosteniendo su katana. - ¡Zenitsu!
El tono desesperado no lo ayudaba. Trató de levantarse solo logrando emitir sonidos de dolor para luego caer al suelo nuevamente. Abrió los ojos al sentir algo húmedo en su ropa dándose cuenta que era sangre.
- ¡Resiste!
- Ya no vale la pena, morirá. – Expresó el demonio con alegría.
Zenitsu quiso gritarle que corriera, pero apenas podía mantener la consciencia. Para su horror Tanjiro se encontraba bloqueando los ataques con su espada recibiendo algunas heridas en el cuerpo y rostro al no poder hacerlo a la perfección.
"No, Tanjiro" Intentó en vano volver a levantarse.
- Resiste Zenitsu, solo resiste.
- Jajajaj ¿y tú vas a acabar conmigo?
Las cuchillas del demonio desaparecieron para regresar a ser dos brazos normales.
- Ven y trata de cortarme con esa espada.
Tanjiro gritó haciéndole caso, recibiendo un fuerte golpe en la mejilla y luego una patada en el estómago que lo mandó algunos metros lejos para impactarse con fuerza en el suelo justo al lado de Zenitsu.
Lo vio, Tanjiro respiraba con agitación, sus sonidos de miedo continuaban presente siendo que intentaba calmarse para luchar. Derramó algunas lágrimas al sentirse tan inútil y no poder ayudarlo.
- Está bien Zenitsu, acabaré con ella.
El chico le sonrió, antes de que pudiera o intentara responder vio con horror como el demonio lo tomaba del cabello y lo levantaba mientras le sonreía con burla.
- Así que vas a acabar conmigo.
Abrió los ojos horrorizado cuando el demonio abrió la boca rebelando sus colmillos y morder un brazo de Tanjiro, este gritó por el dolor y Zenitsu lloró sin saber qué hacer.
Se suponía que se había convertido en cazador para salvar a Tanjiro y sus seres queridos de esto mismo. Se suponía que ahora podía defenderlos, que era más fuerte, que ya no era un cobarde, pero se encontraba en el suelo mientras escuchaba los gritos agónicos del joven al ser torturado por aquel horrible demonio.
No, no se suponía que las cosas tuvieran que ser así.
Esto era su culpa por haber dejado a Tanjiro entrar en este mundo. Era su culpa.
- Tu sangre es deliciosa.
Para la sorpresa del demonio Tanjiro movió el otro brazo logrando clavar la espada en el cuello haciéndola sangrar. La sorpresa se transformó en ira y Tanjiro fue arrojado con fuerza hacia la muralla quedando inconsciente.
- ¡Tanjiro! – Gritó con lágrimas en los ojos. ¿Estaba muerto? ¿Estaba muy herido? ¿Morirían aquí? Al menos lo harían juntos.
- Te matare mocoso de mierda.
Levantó su mano para colocarla en el pie del demonio en un triste intento por detenerla de llegar al joven. Esta lo pateó sin interés.
- Ya iré por ti cazador.
Derramó más lágrimas cuando esta se alejó de su campo de visión. La desesperación comenzó a invadirlo, matarían a Tanjiro sin que pudiera hacer algo, debía hacer algo, debía…
El grito agónico del demonio llamó su atención. Se quejó cuando fue tomado del hombro y colocado como escudo por aquel ser. Aquello solo le dejó ver de frente a Tanjiro, este se encontraba con mirada seria y los ojos ocultos por sus cabellos mientras sostenía su katana, la cual cambió de color dejando la hoja negra, pero aun manteniendo aquel rayo y colocándose de una forma en particular que ya había visto antes en otra vida.
Abrió los ojos con sorpresa.
- ¡Maldito cazador! – Exclamó con ira la mujer aun teniéndolo de escudo.
Tanto el demonio como Zenitsu se sorprendieron cuando Tanjiro comenzó a correr en dirección a ellos. El demonio tiró a Zenitsu para que se impactara con Tanjiro, gritó ante la brusquedad, pero fue recibido de forma cálida por uno de los brazos de joven y luego dejado en el suelo con el mismo cuidado.
Pudo ver en primer plano como Tanjiro atacaba al demonio de la misma forma en las que fue cazador y utilizaba técnicas de la respiración del agua. ¿Acaso había recuperado sus recuerdos? Pero era imposible, a él le había costado meses poder llegar al estado necesario para poder pelear o utilizar alguna técnica.
Además, los cabellos seguían cubriendo el rostro de joven.
- ¡Te mataré!
Tanto el demonio como Tanjiro se prepararon para dar su golpe final y el ataque de agua se transformó en uno de fuego cortándole con éxito la cabeza al demonio que observo con sorpresa los acontecimientos. Desapareció sin decir algo más.
- Tanjiro… - Susurró bajito y la vista nublada por la pérdida de sangre.
El joven se dio la vuelta para verlo, su rostro, brazos, estómago y piernas se encontraban con manchas de sangre. Estaba herido, tal vez igual de herido que él. El muchacho al fin levantó la cabeza mostrando su rostro serio y ojos cerrados. Dio un paso en su dirección y con horror vio como el cuerpo caía al suelo de forma seca.
- ¿Tanjiro? – Susurró nuevamente tratando de obtener respuesta, pero solo recibiendo silencio.
Su pánico aumentó cuando la sangre comenzó a aparecer alrededor del otro cuerpo. Como pudo comenzó a arrastrarse para ir a su lado. La herida en el pecho le dolía, todo dolía y sentía que dentro de poco perdería el conocimiento.
- Tan… jiro… - Apenas pudo tomar la mano del otro cuando un ruido lo alertó, mas no pudo hacer nada porque finalmente perdió la consciencia.
Rogó a quien sea que Tanjiro no muriera, cualquier cosa pero que no muriera.
Abrió los ojos lentamente observando su alrededor confundido. Nunca había visto aquel techo en su vida y que mencionar de la habitación, todo le era desconocido. Asustado se giró para ver su alrededor, el cuerpo inconsciente de Tanjiro acostado en una cama al lado suyo lo calmó un poco, más la preocupación seguía al no reconocer el lugar.
Trató de levantarse para ir hacía el muchacho, se encontraba sentado cuando el ruido de unos pasos conocidos lo asustaron.
¿Qué hacía él aquí?
La puerta se abrió antes de que pudiera hacer algo rebelando el rostro enojado de Kaigaku.
- ¿Qué… - Lo que sea que quiso decirle a su hermano murió cuando el otro llegó a su lado y le golpeó la mejilla.
- ¡Eres un idiota!
Llevó una mano a su mejilla herida, lo observó con sorpresa y lágrimas sin saber que decir o hacer.
- ¡¿Cómo se te ocurre ir por un demonio de ese nivel? ¿Acaso eres suicida? ¡Además llevaste al frentón y ese no recuerda ni como sostener una espada!
- ¿Qué? ¿Sabes de demonios y Tanjiro?
- Claro que lo sé. - Kaigaku lo observó con molestia. – Lo que me sorprende es que tu hayas estado cazando demonios a mis espaldas.
- ¡¿Sabes de los demonios?!
- ¡Que sí! ¡U eso no es lo importante! – Lo señaló con el dedo. - ¿Desde hace cuánto tiempo que cazas?
- ¡¿Qué te importa?!
Su relación con Kaigaku era algo extraña para su gusto, peleaban, pero se cuidaban a la vez. Se alegraba de que no fuera como la de su vida pasada. Zenitsu siempre había pensado que lo que les faltaba era comunicación, pero ahora que al fin estaban conversando de cosas importantes lo que menos quería era hablar con él.
- ¿Desde hace cuánto rubio? – También odiaba cuando lo miraba serio esperando su respuesta.
- 2 años. - Esta vez recibió un golpe en la cabeza. - ¡Deja de pegarme!
- ¡Eres un maldito caso!
Se quedaron cayados luego de eso. Kaigaku se escuchaba preocupado más que molesto. ¿Por qué sería? Luego de un rato se sentó en la cama y suspiró.
- Se suponía que no deberías estar peleando con esas cosas.
- Ya.
- ¿Fue por el accidente?
Tomó la almohada y la abrazó mientras observaba el rostro de Tanjiro.
- Sí, no sé qué pasó, pero recordé toda mi vida pasada.
- Tu… - Escuchó sin problemas el miedo en el otro.
- También tu intento de matarme y la muerte del abuelo.
- Mierda…
Silencio nuevamente. Kaikagu sonaba triste, pero decidió concentrarse en Tanjiro, era tranquilo y dulce como siempre.
- Me alegra saber que no fuiste un idiota en esta vida.
- Cállate enano.
Ambos comenzaron a reír luego de aquello.
- ¿Está bien? – Preguntó señalando a Tanjiro.
- Si, tal vez despierte dentro de un rato, pero debe quedarse aquí por algunos días. – Zenitsu apretó más la almohada al saber aquello y recordando a la familia del joven. – Les dijimos que necesitábamos ayuda por parte del colegio y que se quedaría en el establecimiento.
- ¿El colegio?
- Sí, es un cuartel para los cazadores.
- ¡No me jodas! – Kaigaku le sonrió con burla.
- No tengo tan mal gusto para hacerlo.
El mayor recibió una almohada en la cabeza de respuesta y se empezó a reír.
Al final resultó que existían grupos de cazadores tal como en pasado y Zenitsu nunca supo de ellos porque era un idiota. Kaigaku pertenecía al del colegio el cual era liderado por el director del establecimiento.
El grupo buscaba al cazador misterioso que derrotaba demonios sin dejar rastro.
- ¿Cómo sospecharon de mí?
- Nunca lo hicimos. – Fue la fría respuesta de su hermano. – Pero cuando supimos sobre la lucha con aquel demonio fui el primero en llegar y los encontré.
También resultó que Kaigaku recordaba igual que él su vida pasada, pero el caso había sido distinto ya que él nació recordando todo. Le resultaba extraño, pero no imposible. No evitó llorar a mares cuando comenzaron a hablar del duro entrenamiento a las que habían sido sometidos por su abuelo en aquellos tiempos. Nunca pensó en sentirse tan bien al saber que otra persona más recordaba.
Pero no todos los cazadores actuales poseían aquellas memorias o al menos eso le dijo Kaigaku antes de retirarse del lugar cuando Tanjiro comenzó a dar señales de despertar.
El alivio que sintió al ver aquellos hermosos ojos abiertos le hicieron llorar.
- ¿Zenitsu? – Preguntó confuso. - ¿Qué…? - Comenzó a toser.
- Tranquilo. – Le acercó un vaso con agua que el otro no dudo en tomar lentamente.
Llamaron al médico que resultó ser la hermana mayor de Shinobu para ver el estado del joven, a Zenitsu le sorprendía como todos se conectaban de una u otra forma
- Poseemos la medicina necesaria para tratar sus heridas. – Sonrió la mujer con tranquilidad una vez les hizo una revisión a ambos. – Yo creo que dentro de tres días podrían regresar a casa, pero con las precauciones necesarias.
- Entiendo. – Tanjiro parecía preocupado. – Mi familia.
- Tranquilo, les dijimos que estás haciendo algo para el colegio y te quedarías en el establecimiento.
- Ya veo. – El alivio fue notorio. Saltó cuando ahora lo miraban a él. - ¿Cómo estás tú Zenitsu?
- ¿No la escuchaste? También seré dado de alta en tres días. – La sonrisa que recibió lo dejó sin aliento a pesar de que se había burlado.
- Es bueno saberlo.
La mujer se retiró pidiéndoles descanso, ambos se quedaron solos.
- Estaba preocupado. – Comenzó a hablar Tanjiro. – De verdad era un demonio muy fuerte.
- ¿Recuerdas lo que pasó?
- No, no recuerdo mucho la verdad.
El resto del día Tanjiro durmió y en la noche se dedicaron a conversar. Optó por no contarle sobre lo que había hecho con el demonio.
- Sabes Zenitsu. – Giró la cabeza para enfocarse en Tanjiro.
- ¿Qué?
- Tuve un sueño extraño.
- ¿Extraño? – Sonrió. – ¿Me lo vas a contar?
- Sí, porque estabas en el también. – Esa debió ser su primera señal, pero no le tomó importancia.
- Entonces cuéntame.
- Estábamos en una casa antigua de noche viendo a Nezuko jugar con las flores. - Esa debía ser su segunda señal, aunque esta vez sí le pareció algo extraño. – Inosuke también estaba ahí discutiendo con ella sobre quien podría hacer la mejor corona.
- ¿Corona? ¿En la noche?
- ¿Extraño verdad? También me sorprendió que llevara un bambú en su boca.
- Si. – De pronto deseaba que solo ese fuera su sueño, pero el otro continuó hablando.
- Después estoy en otro lugar con heridas y en el suelo, Nezuko está al frente mío, también está herida e inconsciente. Hay hilos rojos alrededor de mí que me están cortando y duele mucho, trato de pensar en qué hacer cuando alguien aparece y corta aquellas cosas. Pienso que tal vez eres tú que decidiste entrar a la montaña, pero no sé quién es porque me desperté.
Se ríe nervioso sin saber que responder al respecto, porque eso claramente no es un sueño, es un recuerdo de una vida ya pasada y de la que él deseaba que Tanjiro nunca recordara.
- Que sueño más raro has tenido.
- ¿Cierto? Estoy seguro que hay más, pero no las recuerdo.
"No lo hagas" – Pensó con tristeza.
- Al menos fue solo un sueño.
- Si. – Ahora Tanjiro se escuchaba más adormilado. – Me alegra que lo haya sido.
- Descansa
- Buenas noches.
Es en esa noche, observando el rostro tranquilo de Tanjiro es cuando toma su decisión. Se acercó a la cama de un durmiente Tanjiro y le acarició los cabellos, se sentían igual a como los recordaba, aquello solo le hizo llorar.
Los otros días pasaron con relativa calma y miradas preocupadas de Tanjiro a su persona. No lo culpaba, se veía miserable y de seguro también olía miserable, pero su decisión estaba tomada.
- ¿Kaigaku va a patrullar por ti?
- Si. – Estaban desayunando antes de marcharse a sus respectivas casas. – Resulta que hay cazadores patrullando por varios puntos de la ciudad, nunca me topé con uno porque ese lugar era relativamente nuevo.
- Pero fue bueno que lo hubieras hecho. – Tanjiro le sonríe con cariño, su corazón salta en dolor y alegría. – Después de todo me salvaste en ese sector.
- Ya… bueno…
Se sonrojó sin saber que responder. La conversación pasó a otros temas no tan importantes.
- Bueno, te estaré mandando mensajes y nos veremos en la escuela.
Comentó mientras arreglaba sus cosas para marcharse. Zentisu aún no lo haría porque debía hablar con el jefe de los cazadores y Kaigaku.
- Claro.
- ¿Todo bien Zenitsu? – La mirada sincera y preocupada que recibió solo le causó problemas, trató de sonreírle para darle tranquilidad, pero le pareció más una mueca. De seguro eso hizo todo lo contrario.
- Lo estoy, nos vemos después.
- Claro. – Tanjiro lo abrazó. – Gracias por salvarme la vida otra vez Zenitsu, eres increíble. - Se soltó y le volvió a sonreír de forma brillante. – Nos vemos.
Lo acompañó hasta la entrada del colegio y esperó hasta que su silueta desapareciera. Suspiró y luego se golpeó las mejillas.
Había puesto en peligro a Tanjiro siendo que comenzó a cazar demonios para protegerlo. No volvería a cometer ese error nuevamente.
Le ofrecieron un puesto de cazador "oficial". Lo aceptó y suspiró con alegría al saber que ya podría dormir un poco más con el método en el que patrullaban o trabajaban ahí.
Kaigaku lo subió y bajó por haber aceptado ser parte del grupo de cazadores. Zenitsu simplemente no podía entender el rechazo de este al seguir trabajando como uno. Ya lo había sido antes, lo normal y con sus memorias sería serlo ahora.
- ¡Debías tener una vida normal! - Le gritó su hermano con rabia mientras golpeaba la muralla con frustración. – Se suponía que debías ser un chico normal.
- Kaigaku.
El joven negó con la cabeza impidiéndole hablar, luego le sonrió con burla.
- Pedí ser tu supervisor por lo que no te dejaré ir a lo suicida otra vez.
Se sonrojó sin saber que responder, pocas veces su hermano mostraba preocupación hacia el. Tal parecía que Kaigaku había optado por ser una mejor persona en vez del idiota de la anterior vida.
- No necesito de su supervisión tonto Kaigaku.
- ¡Ja! Esos comentarios solo demuestran lo contrario.
- ¡Soy fuerte!
- De seguro sigues sin saber las otras respiraciones.
- ¡No… no las necesito! ¡Me basta con las dos que sé!
- Y bien que lo demostraste en tu última batalla.
- ¡Cállate!
Kaigaku comenzó a reír con burla y Zenitsu no evitó responder con otra carcajada. Eran un par de idiotas.
Continuaron discutiendo mientras regresaban a casa con el abuelo esperándolos.
Tanjiro le mandó algunos mensajes que leyó, pero no respondió.
Lo había decidido esa noche en el que el joven le habló de su supuesto sueño que en realidad eran memorias, no volvería a acercarse a Tanjiro, lo mejor para el muchacho era mantenerse lejos de él, de los cazadores y de cualquier cosa relacionada con los demonios.
Tanjiro ya había sacrificado muchas cosas en su pasado, no merecía hacerlo en su presente.
Aun así, no pudo bloquearlo o eliminar el número, muchos menos las fotos en su galería con ellos haciendo tonteras solos o junto a los demás. Eso le recordó que ahora almorzaban con los muchachos y no deseaba separar a Murata del resto, suspiró. Tal vez, si se mantenía alejado de Tanjiro dentro del grupo las cosas irían bien.
Si, debía esforzarse para alejarse de Tanjiro.
Así empezó su nuevo calvario, porque quizás su cansancio al fin podría arreglarse, pero ahora tenía un nuevo problema y ese era Tanjiro.
- ¡Buenos días Zenitsu! – Saludó en la mañana un sonriente Tanjiro en la mañana.
- Buenos días, por favor quítate los aros que están prohibidos. – Respondió de forma tranquila y profesional.
- ¿Eh? Pero tú sabes Zenitsu que…
- Si no lo haces tendré que anotarte. – Lo miró con seriedad.
- No puedo sacármelos Zenitsu lo siento.
- Bien. – La expresión triste que recibió le hizo dudar un poco, pero se mantuvo serio.
- ¿Todo bien Zenitsu?
- Claro que sí, si me disculpas debo seguir con mi trabajo.
Tanjiro iba a abrir la boca para decir algo más, pero fue detenido por una mirada seria de Zenitsu. El muchacho dudó un momento y finalmente se retiró despidiéndose con la mano.
Zenitsu suspiró. Lo mejor era mantener la distancia.
El almuerzo fue igual de incómodo. Empezando porque se sentó al otro lado de Murata y no junto a Tanjiro como solía hacer. Recibió muchas miradas de dudas, cuando Inosuke iba a abrir la boca para preguntar algo fue detenido por una bola de arroz que el mismo le tiró.
Al final comieron de forma tranquila, pero con un aire algo incómodo.
- ¡Zenitsu! – Le llamó el muchacho al terminar las clases. – Me gustaría hablar contigo.
- Estoy ocupado, lo siento.
Lo vio con seriedad y luego se marchó rápidamente para no tener que escuchar la tristeza en el corazón de Tanjiro que conforme pasaba el día y sus interacciones se escuchaba cada vez más fuerte.
Así los días fueron pasando y su trato con Tanjiro se mantuvo de la misma forma. Odiaba hacerlo, pero era por un bien mayor. No dejaría que le volviera a pasar algo.
- ¡Concéntrate rubio! – Kaigaku lo regresó a la realidad mientras practicaban con unas espadas de madera en el patio de la casa.
- ¡Eso hago!
La mirada de rabia que recibió le hizo cerrar la boca. Era tan obvio para Kaigaku como para el que ese no era el caso.
- Hoy volverás a cazar, será mejor que te mantengas alerta.
- Ya lo sé. – Hizo un puchero.
- Y el frentón estuvo llamando a la casa.
- ¿Tanjiro? – Eso no se lo esperaba.
- Si. – Sonrió con maldad. – Le dije que primero necesitaba aprender a entrenar bien su cuerpo antes de poder saber de ti y le colgué.
- ¡Serás bruto!
- Jah. Tu eres el que lo trata como la mierda y me dices bruto.
- ¡No!
Bajó la cabeza apenado. Ciertamente estaba siendo cada vez más cortante con Tanjiro y este a su vez parecía más decidido a que conversaran. Era un circulo de nunca acabar.
El otro solo levantó los hombros y se retiró para hacer sus cosas. Zenitsu también fue a su cuarto para terminar con sus deberes del colegio antes de salir a patrullar.
Podía escucharlo, Tanjiro definitivamente estaba cerca. ¿Cómo sabía que iba a estar afuera? ¿Por qué demonios estaba afuera siendo que sabía de los demonios y casi murió por uno en dos oportunidades?
¿Es qué era idiota?
Ya llevaba una semana patrullando y todas esas veces había podido escuchar el sonido de Tanjiro cerca y esta no sería la excepción.
- ¿Está cerca? – Kaigaku con solo verle la cara pudo adivinar sus pensamientos.
- Si. - Su hermano lo empujó. - ¿Qué?
- Escucha mocoso, solo lo diré una vez. – Lo miró con rabia. – Para una buena relación lo mejor es la comunicación.
- ¿Qué? – Su expresión cambio a una en blanco.
- ¡Qué arregles las cosas con el frentón antes de que se mate el idiota!
Salió corriendo al ver como el otro sacaba su espada.
- ¡Y no vuelvas hasta llegar a un acuerdo!
Fue lo último que escucho de su hermano antes de desaparecer en dirección a Tanjiro.
Era momento de conversar.
Encontró a Tanjiro sentado en la banca de la plaza en la que solían encontrarse cuando iban juntos a cazar. Tenía los ojos cerrados que lentamente fue abriendo cuando se fue acercando.
- Zenitsu. – Fue su saludo mientras lo observaba con tristeza, sus sonidos expresaban un dolor aún mayor.
- Tanjiro. – Respondió con calma, pero sin la seriedad de siempre.
Se observaron a los ojos por algunos segundos antes de que Tanjiro hiciera un gesto con la mano para indicarle que se sentara. Dudó, pero al final lo hizo.
- Yo… ¿Hice algo mal?
- ¿Qué? – La pregunta lo confundió, se giró para verlo a la cara, pero su corazón se rompió al ver la expresión tan triste de Tanjiro a pesar de que intentaba sonreírle.
- ¿Hice algo muy malo para que ya no quieras ser mi amigo?
- No, no es eso.
- ¿Entonces?
Zenitsu suspiró.
- Somos de mundos distintos.
- ¿A qué te refieres?
- Se nota con solo verlo.
- No entiendo Zenitsu. – Tanjiro solo se escuchaba triste, demasiado triste para su gusto.
Y por increíble que pareciera, había un sonido aún más doloroso que en este momento Tanjiro lo estaba tocando con intensidad mientras cerraba las manos con fuerza en sus pantalones y temblaba.
- ¿Te doy asco?
- ¿Asco? – Ahora Zenitsu era el que no entendía. Ciertamente no se había expresado bien a Tanjiro, pero no sabía por qué pensaba que pudiera darle asco.
- Porque… - Tanjiro lo observó con tristeza y ojos brillantes, ya ni siquiera se dedicaba a disimular la sonrisa. – Porque sabes que me gustas.
- ¿Qué?
Claro que había escuchado los sonidos de amor de Tanjiro hacia su persona, pero realmente pensaba que el muchacho nunca se daría cuenta de ellos o solo pensarían que eran de una buena amistad. Nuevamente se había equivocado.
- No pensé que te haría sentir tan incómodo como al punto de tratarme de esa forma. – Ahora el joven comenzó a llorar, Zenitsu solo deseaba morir.
Pero se supone que había tomado una decisión, lo mejor para Tanjiro era mantenerlo lejos y seguro. Fuera del mundo de los demonios.
Pero verlo llorar por su culpa solo le rompía el corazón.
- ¡No es eso! ¡También me gustas!
- ¿Eh?
- ¿Eh?
Los dos se observaron sorprendidos y sonrojados cual tomates. Se paró de golpe y comenzó a mover los brazos de un lado a otro. ¿Qué diablos?
- ¿De verdad te gusto? – Las lágrimas del muchacho se habían detenido solo para ser observado con un brillo de esperanza.
- Yo… es decir…
- No entiendo Zenitsu ¿Por qué me has estado rechazando?
Recordó las palabras de Kaigaku. Tal vez lo mejor era conversar con la verdad, decir todo y de ahí hacerle comprender que lo mejor es que sus caminos estuvieran separados.
Suspiró para luego volver a sentarse junto a un atento Tanjiro.
- Te contaré algo que quizás parezca extraño, pero necesito que te mantengas en silencio hasta que termine…
Tanjiro asintió rápidamente para luego concentrarse en su persona. Zenitsu por su parte tomó aire para darse fuerzas.
Comenzó a narrarle sobre el accidente, de sus vidas pasadas, básicamente de todo lo que omitió cuando hablaron de los demonios por primera vez incluso de como aquel demonio de cabellos blancos fue derrotado en verdad.
Tanjiro se mantuvo en silencio y atento a lo que le explicaba. Cuando terminó su historia le sonrió.
- ¿Entiendes el por qué te aparto? Para que tengas la vida tranquila que te mereces lo mejor es que no te acerques.
- Zenitsu. – Tanjiro lo observó expresando un millón de emociones, lo mismo que sus sonidos. Desde que comenzó su historia la tristeza fue cambiando a confusión entre muchas otras emociones más. – Entiendo lo que quieres decir.
- Entonces no hay más que hablar. – Iba a levantarse, pero la mano de Tanjiro en su muñeca lo detuvo. Movió la cabeza para ver al otro con rostro determinado.
- Pero no significa que lo acepte o quiera aquello.
- ¡¿Eres idiota?! ¡Estoy haciendo esto por ti!
- ¡Pues no lo hagas!
Se quedó nuevamente sentado en el banco cuando Tanjiro lo movió.
- ¡Me gustas! Lastimosamente no recuerdo nada de mi vida pasada Zenitsu, pero realmente me gustas.
- … - Solo pudo dedicarse a verlo y sonrojarse aún más si fuera posible.
- Estoy contigo porque eso es lo que deseo y me hace feliz. Si hay demonios de por medio entonces solo debo hacerme más fuerte para poder acompañarte en esas rondas.
- ¿Qué diablos dices?
- Que si tú me lo permites quiero estar contigo por siempre Zenitsu. En las buenas, en las malas, en esta vida o en otra, cazando demonios o solo apoyándote en tus deberes. ¡No me importa!
Su cuerpo comenzó a temblar mientras ahora era el quien lloraba. Tanjiro se puso al frente suyo para luego arrodillarse a su lado y sonreírle de forma hermosa. La mezcla de emociones había desaparecido para dar paso a un hermoso sonido, uno que adoraba con todas sus fuerzas.
- Sal conmigo Zenitsu.
- Yo…
Tomaron sus manos para luego besarlas con ternura.
- Seré más fuerte y juntos lucharemos contra esos demonios.
- Pero te quiero a salvo.
- Y lo estaré. – Tanjiro lo observó con cariño para luego acariciarle una mejilla. – Juntos seremos invencibles. Juntos tanto tu como yo estaremos a salvo.
No pudo soportarlo más y se lanzó a los brazos del muchacho. El repentino movimiento hizo que ambos cayeran al suelo, antes de poder disculparse sintió los brazos rodeando su cuerpo en un cálido abrazo. ¡Como había extrañado esos abrazos!
- Todo saldrá bien Zenitsu, lo prometo.
Asintió con la cabeza mientras continuaba llorando. Iba a confiar en Tanjiro. Nunca lo defraudó en el pasado y estaba más que seguro que tampoco lo haría ahora.
Tal vez la respuesta nunca fue alejarse o hacer todo por su cuenta sino todo lo contrario, debió haber conversado y hablado sobre lo que le atormentaba a la persona involucrada.
Se aferró más al cuerpo amado mientras sonreía y lloraba cuando una mano comenzó a acariciar sus cabellos.
- ¿Significa que aceptas?
- ¿Qué crees tú?
- La verdad es que prefiero que me lo digas para asegurarme.
El tono nervioso solo le hizo suspirar. Se levantó un poco para depositar un beso en la mejilla del muchacho y luego ocultar su rostro con rapidez.
- ¡Que eso responda tu pregunta idiota!
Una hermosa risa se escuchó en su oreja mientras las caricias regresaban. Cerró los ojos con alegría y tranquilidad.
Estaba donde debía estar. Todo saldría bien.
Ya no había nada que temer.
FIN
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