LA CENICIENTA FUGITIVA

ACLARACIONES:

Esta idea surgió una tarde hace meses que cuidé a una prima pequeña y puso una película que era un retelling de cenicienta en youtube. Usualmente me gustan los retellings de cuentos para pasar el rato pero... el guión era tan malo...

Y me puse a pensar que habría hecho yo para mejorar la historia y... aquí estamos. No sabía si publicarla o no pero después de que la 4ta temporada rompiera mi corazón shipper de Lukanette decidí hacerlo.

Unas cosas más:

-La historia se desarrolla en una sociedad inspirada en Europa durante la segunda mitad del siglo 15 (1400's, inicios del renacimiento) Así que imagínense a la gente y arquitectura como en las series "Da Vinci's Demons" y "Los Borgias" así como las películas de "Romeo y Julieta" del 2013 y el "Jorobado de Notre Dame" de Disney.

-A diferencia de esa época en el mundo real, en este fanfic la primaria es obligatoria incluso entre los plebeyos aunque dura sólo 5 años como en Estados Unidos.

-Tikki es un pájaro carpintero cabecirrojo en esta historia.

-Aly y Nino son varios meses mayor que el resto pero no alcanzan a superar el año como Luka, así que cursaron la primaria con Marinette.

-Aunque sea un Lukanette este fanfic no va a tirar hate a Adrien, no se preocupen.

-Aunque es una sociedad renacentista hay algunos conceptos modernos como Cafés, Boutiques y otras cosas que verán en la historia, claro, sin dejar de ser de la época.

-No hay armas de fuego en este mundo.

-Los pensamientos están escritos entre comillas y en itálicas "Asi"

Y ahora… iniciamos:

Capitulo 1: Encuentros inesperados.

Los pasillos retumbaban en medio de la noche con el sonido de las pesadas botas de los guardias.

Ese hombre había dicho que portaba la plaga, les ordenó que lo mataran y quemaran su cuerpo antes de que saliera del castillo para evitar que contagiara a otros. Era mentira pero no pudo defenderse —seguía tan aturdido—, lo empezaron a perseguir de inmediato y no pudo hacer más que ponerse a correr.

Logró perderlos de vista luego de un par de minutos, el corto descanso para respirar que tomó lo hizo volver en cuenta del dolor en su cuerpo que aún no terminaba de desvanecerse y presentía que no lo haría pronto. Recordó el sonido de todos sus huesos crujiendo —el cráneo fue lo peor—, cada músculo poniéndose tenso cual cuerdas de guitarra, sus órganos contrayéndose. Fue tan corto pero tan intenso cual golpe de rayo.

Tenía que buscar ayuda "Le debo advertir, tiene que huir"

Volvió a correr ahora con una dirección en mente. Al doblar por la esquina se encontró con más guardias y la persecución se reanudó. Fue inútil tratar de volver a perderlos, terminó en un pasillo sin salida.

Su única opción era la ventana.

Trepó lo más rápido que pudo a pesar del dolor y, justo antes de que uno de ellos pudiera rebanarlo con la espada, saltó.

Tuvo muchísima suerte de que fuera otoño, ese montón de hojas que el jardinero olvidó desechar fue suficiente para amortiguar la caída, además de sus nuevas dimensiones físicas. No obstante, el alivio le duró poco, escuchó desde adentro de las hojas como uno de los guardias le gritaba a otro que vigilaba el muro para que lanzara flechas hacia donde estaba.

Corrió una vez más, ahora en zigzag; no se llegaba a ser arquero real por nada. Pudo llegar a una abertura en el muro justo después de que una flecha le rozara el hombro. Cruzó los 3 metros de grosor de piedra y continuó en zigzag hasta llegar a los árboles.

Se detuvo a tomar su segundo respiro en un tronco hueco que encontró al haberse adentrado lo suficiente en el bosque como para dejar de escuchar sonido alguno proveniente del castillo.

Esperaba oír su corazón retumbarle en los oídos pero al tapárselos con las manos sólo encontró un fuerte zumbido. Sacudió la cabeza, había cosas más importantes en que pensar o al menos eso creía.

"Debo volver, tengo que sacarla de allí, ese malvado podría hacerle daño a… a…" Se cubrió la boca al darse cuenta que no recordaba como se llamaba.

—No… ¡No, no, no! ¡No pude haber olvidado su nombre, es mí…! ¿Mí qué?

Sintió un horrendo vacío en el estómago al tratar de ponerse a recordar cosas y no poder hacerlo. Todo se estaba borrando: nombres, caras, sonidos, lugares y lo que significaban para él.

— ¡No! —Se sujetó la cabeza acostándose en la corteza—. Por favor, no…

Al ver que no podía hacer nada contra la siega que el olvido puso en marcha en su cabeza decidió aferrarse a una cosa, al menos así no perdería todo. Repitió su propio nombre hasta el cansancio, lo repitió mientras lloraba hasta quedarse dormido en ese tronco hueco, envuelto en la oscuridad del bosque bajo la luna en cuarto menguante.

Dos días después, pasado el mediodía:

La temporada de cosecha pronto iba a llegar y con ella mucho trabajo no sólo por la venta y compra de vegetales sino también por el festival de otoño. Por lo tanto la gente del pueblo aprovechaba los días previos para descansar todo lo que podían y fue gracias a esa calma y falta de personas afuera que aquella niña pudo pasar con facilidad por las calles principales.

La pequeña Marinette —de 11 años en aquel entonces— corría lo más rápido que sus piernas se lo permitían tratando de no tropezar, sus dos pequeñas coletas se mecían al compás de sus grandes zancadas. Al final de una intensa carrera al fin pudo llegar a la casa de su amiga quien estaba afuera esperando en el pórtico con lo que quedaba de su antes grande familia. "Aun no llega el carruaje real, que bueno"

— ¡Alyaaaa!

—*Gasp* ¡Marinette! —La niña corrió para abrazarla—Creí que no llegarías.

—Louis me ayudó a escabullirme de la casa —sonrió—. Oh, Alya, te voy a extrañar mucho.

—Yo también… sigo sin creer que esto esté pasando.

La reina Anarka Couffaine murió repentinamente hace un mes y como el Rey consorte había huido hace años para seguir su sueño de ser un bardo famoso —junto con una buena suma del tesoro real para financiar una caravana musical y de seguro un hechizo para cambiar de rostro— el príncipe heredero, Luka, se quedó sin nadie de quien aprender a una corta edad.

Aunque tenía los mejores maestros a su disposición, había cosas que sólo la experiencia de ser monarca podían enseñar y para compensar ese conocimiento perdido los protocolos decían que era necesario darle un consejero universal.

Éste debía ser la persona más inteligente, astuta y analítica de edad cercana a la del heredero, estudiaría junto al príncipe todo lo que él aprendiera para tener un igual en conocimiento con quien discutir las decisiones grandes, dos puntos de vista eran mejor que uno a la hora de analizar asuntos de vital importancia.

—Yo si lo creo, siempre fuiste la más lista en la escuela. Y no sólo para las clases, siempre supiste sacarnos de problemas —rió recordando todas esas pequeñas aventuras junto a Ivan, Mylène y Nino que acabaron mal y hubieran sido peor de no ser por Alya.

—Gracias pero… ¡Rayos, no sabes cómo odio a mi cerebro en estos momentos! —se quitó los lentes para secar sus ojos.

El concejero universal podría ser el hermano menor del heredero de haber alguno, en ese caso la princesa Juleka, mas siempre elegían alguien ajeno a la realeza para evitar posibles golpes de estado entre familiares.

—No digas eso, jamás lamentes ser tan brillante —le acarició el rostro, rozando su cabello ondulado que no alcanzaba a tocar sus hombros—. Además, necesitas esto —señaló con su cabeza a la madre de Alya tras ella y la pequeña niña sentada en su regazo.

*suspiro* Si tan sólo papá no hubiera… y luego…

—No te preocupes, vas a estar muy bien, te lo aseguro —tomó sus manos.

Hablaron un poco más de cosas triviales para olvidar al menos por unos minutos lo que iba a pasar. El tiempo siguió su curso y el carruaje del castillo llegó. El par de sirvientes que venían allí subieron rápidamente las pocas cosas que empacaron y su familia subió después.

—No sé que tan fácil será hacerme amiga de la servidumbre pero cuando lo haga te escribiré y les pediré que te envíen las cartas personalmente, lo prometo.

—Sé que lo harás.

—Ya es hora de irnos —dijo el cochero.

—Se fuerte, Marinette —La abrazó por última vez en quien sabe cuanto tiempo.

El carruaje partió llevándose a su mejor amiga hacia la nueva vida que le esperaba en el palacio. Marinette volvió por donde vino cuando el vehículo desapareció dando vuelta en la calle, reprimiendo sus ganas de llorar por lo menos hasta llegar a las afueras del pueblo, para ese entonces logró calmarse un poco y solo derramó algunas lágrimas.

A su corta edad ya había tenido dos de las despedidas que duelen más en la vida y, a pesar de que esa tercera no se comparaba a las otras, dolía mucho; especialmente por la situación en la que la dejaron esos dos adioses.

La tristeza pronto se convirtió en enojo y no sabía a quién dirigirlo. ¿Acaso debería enojarse con el clima por haber mandado esa tormenta cerca del barco en que la familia de Alya volvió de viaje hace meses? ¿O con el desaparecido consorte de la recién difunta reina cuya ausencia causó la necesidad de un concejero universal para el príncipe?

Ese enojo le tomó más tiempo calmarlo, ya casi había llegado a la casa. No tenía caso ponerse a agitar el puño al cielo por cosas que estaban fuera de su control "Como decía mamá: puedes sentir todo el enojo que quieras pero es lo que se hace con él lo que distingue a los sabios de los brutos"

Marinette no quería ser una bruta así que respiró hondo, se sentó en una roca bajo un roble joven y permaneció allí un rato. Disfrutó los rayos del sol, pensando en lo mucho que los iba a extrañar cuando el invierno llegara y se nublara por semanas. Cerró los ojos y se puso a escuchar el sonido del viento danzar sobre el pequeño pastizal a la derecha del camino…

"Qué agradable…"

… y los abrió de golpe al oír el grito de alguien en apuros.

"¡¿Qué rayos…?!

Corrió en dirección al grito agradeciendo haberse llevado sus botines gruesos, podría haber serpientes en ese pastizal. Y justamente fue eso lo que se encontró, sin embargo no fue todo. Eran unas serpientes y un ratón luchando. El pequeño roedor de pelaje oscuro y ojos azul cyan blandía una espina de puercoespín como si fuera una espada grande tratando de alejarlas lo mejor que podía "Wow". Lo que no sabía era que el animal se veía mejor de lo que en realidad se encontraba.

Llevaba tiempo sin comer y aunque encontró un pequeño estanque del cual beber hace un par de horas no fue suficiente. Ahora ese combate repentino le estaba causando vértigo, no iba a poder seguir así mucho más.

Por un desliz con una raíz sobresaliente el mamífero cayó y su espina quedó fuera de su alcance; los reptiles se relamieron las bocas.

La niña buscó a su alrededor y encontró un par de piedras del tamaño adecuado y otras más. No les dio tiempo de reaccionar al par de serpientes, les dio justo en la cabeza y les lanzó el resto como una pequeña lluvia. Pronto huyeron despavoridas.

— ¡Así es! ¡Váyanse y no regresen! —Les gritó con el ceño fruncido, ablandando su semblante al voltear hacia el roedor—. No suelo interferir en la cadena alimenticia pero las serpientes no cazan en grupo, eso no era natural.

El pequeño se quedó viéndola un par de segundos, embelesado. Luego sacudió la cabeza y se frotó las mejillas, como si tratara de sacudirse un sonrojo.

—Le agradezco profundamente por haberme salvado, gentil damisela —hizo una reverencia—. Tiene una muy buena puntería.

—Gracias, practico mucho el yo-yo. Menos mal llegué a tiempo aunque debo admitirlo: manejabas muy bien esa espina, casi parecías un espadachín real.

—Me alaga que lo piense… —sujetó su cola mientras sonreía tímidamente.

"Awww que tierno es"

—Bueno, creo que mejor te acompaño a tu madriguera en caso de que ese par de fideos escamosos quiera volver ¿Queda cerca? ¿O eres ratón del pueblo?

El ratón bajó sus orejas junto a su mirada.

—Yo… no tengo hogar

— ¿No?

Negó con la cabeza, al pensar en las palabras casa y hogar nada se le venía a la mente por más que intentaba.

— ¿Y tu familia? Por tu voz se nota que aun eres un niño cómo yo.

El animal sólo se encogió de hombros, aún más triste que con la primera pregunta. Marinette tenía cierto don para saber si alguien le mentía y él no lo hacía. Se quedó pensando unos segundos hasta que se dijo: "Ya he dicho varios adioses, creo que es hora volver a decir hola"

— ¿Quieres venir conmigo?

— ¿Eh?

—El invierno llegará en un par de meses y aun si encuentras una madriguera vacía no tendrás suficiente comida almacenada para sobrevivir ¿Por qué no vives conmigo? ¿Te gustaría?

Los ojos se iluminaron de inmediato, olvidando por completo que hace menos de unos minutos estuvo a punto de morir.

— ¡Sí, sí quiero! *ehem* Digo, sería un honor vivir con usted, claro, siempre y cuando no sea una inconveniencia.

"Que fino tacto tiene para ser un ratón"

—Oh, para nada. Además, no es como si comieras mucho —bromeó poniéndose de cuclillas, extendiéndole su mano—. Sube.

Vaciló unos momentos pero al final caminó hacia ella. Justo cuando estaba a punto de subir ese día y medio sin comer, más la pelea, al fin le cobraron la cuenta a su cuerpo y se desmayó.

—*gasp* ¿Estás bien? —movió su cabeza con su dedo mas no reaccionó.

Acercó su oído a él para verificar que estuviera respirando y efectivamente lo hacía. "Antes de que Tikki viviera conmigo pasó un tiempo con una familia de ratones. Sí, ella sabrá que hacer" lo tomó con cuidado ahuecando sus manos y corrió en dirección a donde vivía. Fue rápida y firme para no caer, reduciendo también el movimiento de su torso para que sus manos no se agitaran, lo último que quería era causarle más daño al pobre ratón.

Llegó al lado este de la mansión y metió al animalito en el bolsillo de su delantal. Fue recibida en la cocina por un olor exquisito que la hubiera puesto contenta por el deleite en cualquier otro mes, no en ese.

—Lo sé —suspiró el cocinero antes de que pudiera decir algo—, ya no es temporada de estas frutas pero Audrey de veras quería una compota con ellas para el almuer…

Pasó junto al él sin decir nada por la prisa y él la detuvo.

—Oye, oye, tranquila —la sujetó de la mano— la monstruo Borgeois no ha pedido que hagas nada aun.

—Lo siento, es que tengo algo que atender —dijo ansiosa.

—Está bien pero ¿Alcanzaste a despedirte de Alya?

—Sí… —bajó la vista pausando su prisa— ya la extraño.

El hombre le levantó la barbilla para que lo mirara.

—Volverán a verse, señorita Dupain Cheng, no lo dude.

El sonido de una campana distante hizo que el hombre bufara molesto y llevó el almuerzo al jardín en el lado Oeste de la casa.

Se dirigió a su cuarto en el ático a toda velocidad, saludando rápido a los pocos sirvientes que se encontró de camino allí. Al llegar y cerrar la puerta tras de sí dio un largo suspiro de alivio.

— ¡Tikki, Plagg; volví!

— ¡Marinette! —exclamó la pequeña ave café lanzándose en picada desde el nido oculto que tenía en la biga más cerca al techo, aterrizó en su hombro y abrazó su cuello con sus alas— ¡Qué bueno que volviste a tiempo, temí que te fueran a castigar otra vez!

—Sí, odio la voz de esa mujer y cuando grita es peor —dijo el gatito negro frotando su lomo contra su pantorrilla—. Por cierto ¿Llegaste a tiempo?

—No se preocupen, todo salió bien. Ahora lo importante, necesito ayuda con él —la niña sacó al ratón de su bolsillo.

— ¿Y ese quién es? —preguntó el felino.

—No sé, sólo lo encontré peleando con dos serpientes, las espanté a tiempo pero se desmayó —lo colocó delicadamente sobre su cama.

Tikki lo analizó detenidamente, revisó sus orejas, el interior de su boca, su abdomen y luego de casi dos minutos dio su diagnóstico.

—Fue un desmayo por agotamiento. Parece que no ha comido en un tiempo pero no es un caso de inanición grave o sus costillas se marcarían. Trae agua azucarada.

Tan veloz como subió, la chica bajó a la cocina a mesclar azúcar en un vaso con agua. Al regresar siguió las instrucciones del ave; puso al ratón apoyado en la almohada para que su espalda estuviera en diagonal, abrió su boca con cuidado y usando el meñique dejo caer unas 5 gotas diminutas por su garganta.

—Y ahora a esperar, supongo —suspiró Plagg.

—Si, cuando despierte hay que darle unas frambuesas o cualquier fruta dulce.

—Ojala esté bien.

La niña tuvo que bajar un par de veces para cumplir con sus deberes y ayudar a los sirvientes. Al llegar el atardecer por fin comenzó a despertarse, se sintió aliviada al verlo moverse.

—Hola… ¿Cómo te encuentras? —preguntó con voz suave.

Abrió sus parpados despacio, "¿Una princesa?" pensó aun medio dormido. Conforme sus ojos se enfocaron el rostro de Marinette iluminado por la luz naranja del atardecer se fue dibujando hasta quedar totalmente definido.

—Oh… es usted, gentil damisela…

—Sí, soy yo —sonrió— ¿Te sientes mejor?

—Eso creo —comenzó a incorporarse.

—Shh, con cuidado, no quieras levantarte tan rápido. Ten —le ofreció una frambuesa—, la necesitas.

El roedor la tomó con calma y en cuanto le dio la primera mordida comenzó a devorarla rápido, en pocos segundos se terminó la mitad.

—Tuviste mucha suerte de que ella te encontrara —dijo el ave situándose a su lado—. Nunca había oído de un ratón que le hiciera frente a una serpiente ¡Mucho menos dos!

—Ella me ayudó a atenderte, no sé si recuerdas que te desmayaste.

—Sí lo recuerdo—se limpió la boca con el antebrazo—. Muchísimas gracias por su ayuda. Me encantaría conocer el nombre de quienes me socorrieron cuando más lo necesitaba.

—Me llamo Marinette Dupain Cheng.

—Y yo soy Tikki, soy un pájaro carpintero cabecirrojo. Aún tengo mi plumaje café de polluelo pero algún día tendré mis colores —anunció emocionada— ¿Y tú eres…?

—Ehm… yo… ¡Aah! —retrocedió asustado cuando al fin notó que también había un gato en la cama.

— ¡No, no, no, tranquilo! —Interpuso su brazo entre los dos para que se sintiera más seguro— Él es alérgico a casi toda la carne.

—Síp, si no es pescado o insectos me hace daño —afirmó acostándose de lado, dando a entender que no tenía intenciones de saltarle encima.

— ¿De veras?

— ¿Crees que yo viviría aquí de no ser así? —rió el ave.

—No… me disculpo si los he ofendido.

"Repito, que tacto tan fino para ser un ratón" pensó de nuevo Marinette.

—Nah, para nada. En fin, yo soy Plagg, el único gato del mundo que no puede cazar ratones —sonrió perezosamente.

—Aun no has dicho tu nombre.

Ahora fue un toque a su puerta lo que interrumpió esa pregunta. Marinette corrió a la puerta y la abrió sólo lo suficiente para que viera su rostro.

—Eres tú, Beatriz ¿Qué pasa?

—Audrey quiere que bajes —dijo su nombre con repulsión.

—*Suspiro* Bien, ya voy —cerró la puerta— Oye ¿Crees que puedas caminar un poco ahora?

—Despacio pero sí, me siento mucho mejor.

—Perfecto. Tikki, ve enseñándole los pasadizos principales del lugar a nuestro nuevo amigo aprovechando que pronto va a oscurecer, ya vuelvo.

Bajó las escaleras a toda velocidad y pronto llegó al comedor, donde esa mujer y sus dos hijas la acompañaban "Aquí vamos"

—Mari, cariño, hoy los sirvientes tuvieron mucho que hacer, necesitan un descanso ¿Crees que podrías cubrirlos un rato?

A ella no le importaba ni un comino la gente que trabajaba allí, Marinette sabía muy bien lo que seguía. Había días en que, sin ninguna razón más que por pura crueldad, Audrey Borgeois y sus hijas —Chloé y Lila— la ponían a hacer todo lo relacionado a la mesa: servirles la comida, limpiar lo que se derramaba, ir por los otros platillos, traerles servilletas limpias, etc.

Y parecía que esa cena iba a ser una de esas ocasiones.

—Sí, señora Burgeois.

Por otra parte en el cuarto:

—Plagg ¿Puedes ayudarlo a subir conmigo?

— ¿Y porque yo?

—Yo aún no tengo el tamaño para subirlo sin problemas, además, el pobre se desmayó hace pocas horas.

—*Suspiro* Bueno, sube a mi lomo y sujétate bien —El roedor lo dudó por un instante pero hizo lo que pidió, en un parpadeo ya estaba trepando por los estantes y los muebles viejos, llegaron pronto a la biga—. No vuelvan a pedirme trepar así hasta mañana.

—Usaremos la ruta alterna la próxima —Le guiñó el ojo—. Ahora tú ven conmigo; recuerda, camina despacio.

—Lo haré, señorita Tikki.

—Sólo dime Tikki —rió.

Durante los siguientes minutos le estuvo mostrando todos los pasadizos y agujeros en la paredes de la casa donde animales pequeños como ellos podían pasar tranquilamente. No pudo evitar notar las marcas verdes trazadas en los soportes principales del lugar y la pajarita le explicó que eran runas mágicas. Según le había dicho Marinette, al construir la casa contrataron a un mago ambulante para ponerlas en puntos clave para que las alimañas no entraran a la casa.

—Claro, sólo funcionan con insectos y arácnidos, no con vertebrados como tú y yo. Son muy comunes ¿En serio no las has visto antes? ¿O nunca antes entraste a una casa en tu vida?

—Sé de runas pero yo las conozco un poco más grandes, azules y con ramificaciones.

—Esas que dices son runas para lugares hechos de piedra como las casas de los nobles y los castillos ¿Has estado en un lugar así?

—Yo… no lo sé.

Le extrañó su respuesta, no obstante siguió con el recorrido. Llegó un punto en el que tuvieron que pasar por las vigas del techo del comedor principal. La pobre chica iba de aquí para allá tratando de cumplir cada orden en segundos. En una de esas Lila derramó salsa caliente —que aún estaba hirviendo un poco— en la mano de ella mientras doblaba una servilleta.

— ¡Aahh!

—Uy, lo siento, no me fijé bien —dijo la castaña a su madre en vez de a ella.

—No te preocupes, cielo, los accidentes pasan —la calmó con dulzura—. Limpia eso AHORA ¿Quieres?

—Sí, señora.

Se puso a hacer lo que ordenó mientras reprimía sus lágrimas, tendría que atender su mano más tarde.

—Pero que malvadas son con la servidumbre —dijo el ratón desde arriba— ¿Por qué Marinette trabaja aquí con gente tan nefasta?

El semblante de Tikki se ensombreció.

—Ella no es una sirvienta… es la hijastra y hermanastra de esas personas.

— ¿Qué dices?

—Sí, era la hija de los dueños de la casa. Al morir su mamá su padre volvió a casarse con esa mujer tiempo después, adoptando a sus hijas. Cuando él murió a sus 10 años, la malvada mostró su verdadero rostro. Y así ha sido la vida para ella desde entonces.

Se quedó perplejo, sabía que era una buena persona a pesar de que apenas la conocía ¿Cómo podían tratarla así?

—Esto… esto no es justo —apretó los puños.

—Lo sé. Pero continuemos, no vaya a ser que nos vean. Sólo el cocinero sabe que vivimos aquí, si su madrastra llegara a enterarse va a castigar a Marinette.

La siguió conteniendo su enojo.

Para cuando dieron las 9 la chica al fin terminó sus labores; subió al ático hecha polvo y se dejó caer sobre la cama. Los animales subieron para hacerle compañía.

—Este día fue un bodrio… —musitó sin levantar la cara del colchón.

Iba a decir "un asco" pero su padre le enseñó que, si iba a maldecir, lo hiciera con propiedad.

—No del todo —dijo Tikki —, pudiste decirle adiós a Alya Y trajiste un nuevo amigo ¿Recuerdas?

—Cierto —giró la cabeza hacia el susodicho—. Dime ¿Qué te pareció la casa?

Quería hacer como si nada y seguir la conversación, mas no se sintió capaz sin antes preguntarle.

— ¿Aun te duele la mano?

—Oh, no me digas que viste cuando pasó eso.

—Lo siento, pasábamos por allí. Y también le conté que era tu madrastra.

—Bueno, ibas a verlo tarde o temprano —suspiró.

—No mereces ser tratada de esta forma tan despreciable ¿No tienes más familia con quien poder ir?

—No… la familia de mi padre ha tenido hijos únicos las ultimas 5 generaciones, los parientes que tendría de su parte son muy lejanos. Y la familia de mi madre le dijo que no volviera a casa si se casaba con mi papá excepto mi tío abuelo Wang pero no quiero darle problemas, no hablo la lengua de su país.

—Perdón, fue descortés al inquirir de más —inclinó su cabeza en modo de disculpa.

—No importa, podría ser peor. Por cierto ¿Tienen hambre? Louis guardó esto para mí.

Sacó de sus bolsillos un pañuelo que envolvía un muffin, un trozo de queso, pepitas tostadas, una manzana y una trucha ahumada.

— ¡Oh, sí! ¡De eso estoy hablando, nena! —exclamó Plagg llevándose la trucha a la boca.

Los cuatro comieron a la luz de la única vela del lugar, disfrutando la quietud y calma que sólo la noche podría brindar hasta que…

— ¿Y de dónde vienes? —preguntó Tikki.

—Yo… verán, es que… no… —vaciló— yo… *suspiro* No quería preocupar a nadie pero puesto que voy a vivir con ustedes es mejor que sea honesto. Yo… no tengo memorias de nada.

— ¿De qué hablas? —levantó una ceja Plagg.

—No tengo recuerdos de antes de antier.

— ¿Sufres de amnesia? —supuso Marinette.

—Eso parece.

— ¿Y no recuerdas ni siquiera tu nombre?

Trató de recordar el día anterior al antier, la memoria más lejana que pudo evocar fue la noche. Estaba repitiendo algo muchas veces, trataba de aferrarse a esa palabra como si su vida dependiera de ello. Se sujetó la cabeza, le dolía.

—Tranquilo, no te fuerces.

—No, creo que… lo tengo… ngh!...era… era… —y justo antes de que el dolor en su cabeza aumentara— ¡LUKA!

— ¿Luka? —ladeó Tikki su cabeza.

—Sí… ¡Sí! Ese es mi nombre.

"Qué gracioso, cómo su alteza" pensó Marinette con ironía, un Luka le había quitado a su amiga y ahora otro Luka se hacía su amigo.

—Muy bien. Entonces ya eres oficialmente un nuevo miembro de nuestra pequeña familia.

—Es todo un honor.

—No tienes que ser tan formal con nosotros, está bien.

—De acuerdo. Me tomará un tiempo acostumbrarme pero si así se sienten más cómodos lo haré.

— ¿Y en serio no hay nada más que si recuerdes? —Insistió Tikki— Por lo que Marinette nos contó sabes movimientos de espada.

—Hmmm… creo que hay algo… sí… conozco de música.

— ¿Te refieres a que conoces canciones o hablas de notas, escalas, arpegios y eso? —preguntó la niña.

—Sí, lo segundo que dijiste. Cuando pienso en ello me llegan imágenes de cuerdas… creo que sé tocar la guitarra…

— ¡Hahahaha! ¡Un pequeño ratón tocando una guitarra! ¡Eso sí que es cómico!

— ¡Plagg, no seas grosero! —Lo regañó Marinette—. Tal vez solías vivir con un músico y por eso sabes tocarla aunque no puedas.

—Es probable.

Charlaron un poco más y finalmente apagó la vela para dormirse, mañana tendría que levantarse temprano para ir al mercado.

En cambio, Luka no pudo conciliar el sueño tan fácil; estaba muy emocionado. Recordaba bien el pánico que sintió al despertar antier en ese tronco hueco y no tener idea de cómo llegó allí o porque sentía vestigios de dolor en todos los huesos, las dos ocasiones que estuvo a punto de ser devorado ese día, el hambre, la noche que pasó en vela temeroso de los depredadores nocturnos, más hambre al día siguiente y por último las serpientes.

Y ahora allí estaba, a salvo y cálido en una casa junto a buenas personas —bueno, persona y animales— con el estómago lleno y acostado sobre un cómodo cojín en una repisa. Todo gracias a un gesto de valentía de una chica con buena puntería. Una chica que a pesar de no tener una vida tan linda era gentil y bondadosa.

"Seré un buen amigo, Marinette, lo prometo…"

5 AÑOS Y VARIOS MESES DESPUÉS:

La niebla matutina lo cubría todo, pronto se iba a desvanecer conforme el sol de primavera subiera así que se dio prisa. Agitó las riendas de su caballo y este aceleró.

Cuando al fin pudo ver la casa en la distancia lo detuvo, debía recorrer el resto a pie o ese trio nefasto podrían escucharlo. Lanzó un par de piedritas a la ventana del ático esperando que la chica lo escuchara pronto.

Marinette caminó con pasos de plomo hacia el origen del sonido, la pobre apenas había logrado dormir 6 horas. Al abrir la ventana y ver quien era —más lo que traía puesto — su somnolencia se esfumó en un parpadeo.

Se puso rápidamente su bata, ató su melena en esa cola de caballo de lado que había reemplazado a sus 2 coletas hace años y bajó a la puerta trasera de la cocina en menos de un minuto.

— ¡Nino! —lo embistió con un abrazo.

—Buenos días, Mari.

El joven también era amigo suyo en la primaria. Al igual que a Alya los azares del destino lo llevaron lejos de la vida normal del pueblo sólo que de un modo distinto.

— ¡No puede ser, déjame verte! —se apartó—. Vaya, así que este es el uniforme de los caballeros nivel Beta.

—Sí, todo menos la armadura. Tres años más y al fin seré un caballero nivel Alfa.

—Felicidades, Nino. Estoy tan contenta por ti. Me pregunto qué cara puso Alya cuando te vio así.

—También se puso muy feliz —sonrió ruborizándose, aunque Marinette notó que ocultaba algo lo dejó pasar, ya se lo diría— ¡Oh, cierto! No sólo vine a presumirte mi nuevo uniforme.

— ¿Traes un carta de Alya? Dime que sí.

—Tengo una carta de su parte pero no escrita por ella.

La chica levantó una ceja confundida cuando le dio esa hoja sin sobre, la desdobló y leyó su interior.

"Estimado miembro de la nobleza o la alta sociedad: Ha sido cordialmente invitado a un baile de disfraces en honor a los 17 años de la princesa Juleka Couffaine que será celebrado el último día del mes presente en el castillo. Esperamos su asistencia. Atentamente: Su alteza, el príncipe Luka Couffaine"

—Eso es en una semana.

—Sí, van a entregarlas pasado mañana; Alya me pidió que te diera una copia antes para que tuvieras tiempo de conseguir un vestido. Te habría mandado uno conmigo pero los sirvientes reales conocen bien su guardarropa, aunque lo arreglaras lo iban a notar.

—No importa, con que me hayas traído la carta —dijo conteniendo su emoción—. Pero se me hace raro, nunca antes habían hecho un baile así de público por la princesa.

Juleka Couffaine era conocida por no serlo. Nunca salía al pueblo, jamás asistía a los festivales ni desfiles, raramente salía del castillo y apenas se presentaba a las fiestas de los nobles.

—Siempre hay una primera vez para todo.

—Quizás. Bueno, te ofrecería algo de té pero sé que hoy tienes que ir al entrenamiento.

—Sí, el deber llama. Espero verte en la fiesta, Marinette.

—Igual yo, deséame suerte.

El joven se fue corriendo con su caballo y cuando estuvo lo suficiente lejos ella dejó salir su entusiasmo, saltó y giró sobre sí misma abrazando el papel como una niña pequeña.

— ¡Un baile, un baile, un baile! —susurró emocionada.

Por otra parte, alguien más también estaba sacando ventaja de la niebla matutina. La figura alargada y escamosa avanzó por el pasto sigilosamente, deslizando su estirada forma hasta llegar a escasos metros de la jovial chica.

— ¿Qué te puso tan feliz a esta hora de la mañana? —preguntó sinceramente.

La joven se giró en dirección a la voz. A la vista de cualquier persona aquello que andaba sobre el pasto era una serpiente cuando en realidad…

— ¡Luka, jamás adivinaras lo que Nino me trajo!

El ratón se asomó debajo del disfraz hecho con una bufanda delgada y lo que quedó de un viejo bolso de piel de cocodrilo de la madrastra, el pequeño animal lo vestía como si fuera una capucha con una enorme cola de vestido de boda.

Luka ya era un adolescente, ahora medía casi lo mismo que un ratón adulto y su voz se había vuelto más grave esos años.

—Wow… —suspiró al terminar de leerlo— ¿Y vas a ir?

—Bueno, necesitaría un disfraz. Creo que puedo arreglar el… ¡Un momento! ¡¿Y tú que hacías afuera?!

—Traje hongos frescos para ti —los sacó de un compartimento oculto en la tela.

—Luka ¿Cuántas veces te lo he dicho? No salgas de la casa sin Plagg, algo podría cazarte.

—Para eso está mi disfraz de serpiente —fue a guardarlo en su escondite entre las macetas.

—Sí, pero nunca hay que tentar a la suerte; si algo te pasara me moriría de tristeza y lo sabes —le ofreció su mano para que subiera.

—Lo sé… lo siento —bajó sus orejas.

—Te perdono sólo porque lo hiciste para hacerme feliz —Le dio un beso en su pequeña frente y juntos entraron a la cocina— Voy a aventajar un poco antes de que despierten.

—Come antes ¿Sí? tienes mucho trabajo por hacer. Yo por mientras despertaré a Plagg y Tikki para ayudarte.

—Gracias, Luka.

Antes estaban los otros sirvientes para ayudarla pero con el paso de los años y el derroche de su "familia" no pudieron pagarles —por no mencionar que los impuestos de cobraba la corona subían más cada año desde que tenía 11— y se fueron yendo poco a poco hasta que sólo quedaron tres, el resto del dinero era destinado al mantenimiento del viñedo que dejó su padre.

Gideon era el cochero y encargado del cuidado del establo, su caballo y la pequeña granja. Renald cuidaba el mantenimiento y limpieza del exterior de la casa y el cuidado del jardín. Todo lo concerniente al interior y atender a su madrastra e hijas —planchar, barrer, preparar agua para la tina, trapear, sacudir y cocinar— le tocaba a ella.

Lo único de lo que se salvaba era lavar la ropa, esa se la llevaba 2 veces por semana a su amiga Mylène quien con gusto la apoyaba. Los tres animales le ayudaban a sacudir en los rincones y lugares altos que no alcanzaba tan fácilmente; claro, lo hacían en la mañana para que nadie los viera.

Cuando se fue la joven se preparó mentalmente para lo que seguía. Cuidando de no temblar, prendió una cerilla y encendió los leños de la estufa. Cocinó en un estado de pánico contenido, como siempre lo hacía en cada comida: controlando su respiración, mordiéndose los labios, poniéndose tiesa para no temblar. Luego de varios agonizantes minutos por fin terminó y apagó el fuego.

Comió tranquilamente el bocadillo que se hizo con los hongos y después tomó su escoba.

—Bien, a trabajar.

Horas más tarde en el castillo:

Alya caminaba de aquí por allá en los jardines reales mientras jugaba con su larga melena como siempre lo hacía cuando estaba nerviosa. Su mente iba más rápido que sus pies; cifras, fechas, lugares y nombres de gente importante pasaban por su cabeza a toda velocidad "Esto no está bien, esto no está bien" pensaba. De repente todo se puso oscuro cuando pasó por los rosales, alguien le tapó los ojos.

— ¿Quién soy?

—Nino, basta, reconocería tu voz en cualquier lugar —retiró sus manos—. Dime ¿Pudiste darle la carta?

—Sí, Marinette ya se enteró. Tendrá tiempo suficiente, no te preocupes… pero creo que es muy tarde para decirte eso.

—Ya sé que dirás ¡No puedo evitarlo! —se sentó en la banca de piedra cerca de ella—. Por más que le insisto no me escucha ¡Se supone que soy su concejera universal por algo! ¿Por qué no me escucha?

Momentos de decenas de reuniones que acabaron en discusión y gritos por parte de su alteza volvieron a ella llenándola de frustración.

—Recuerda que el príncipe Luka es joven como nosotros —Se sentó junto a ella—. Tenle paciencia.

—No puedo… los impuestos suben más cada año y sus decisiones mercantiles están creando tanta tensión en la frontera noreste. No quiero que estalle una guerra con el reino vecino… te enviarían al frente —apoyó su cabeza sobre su hombro.

— ¿Me estas llamando un alfeñique? —bromeó para quitarle seriedad al asunto.

—Jamás lo haría —rió—… pero… a veces no puedo evitar soñar que de nuevo estamos en la escuela ¿Te acuerdas?

—Cada día.

Entrelazaron sus manos y permanecieron allí un rato, haciendo reminiscencia de tiempos más sencillos; tiempos en que soñaban dirigir la batuta en las obras musicales del gran teatro de la capital y registrar las crónicas de los grandes sucesos en el reino respectivamente, mientras jugaban con su grupo de amigos de siempre antes de que la tragedia golpeara a la mitad de todos.

Poco después, en la mansión Dupain:

Marinette por fin terminó con sus labores del día por el momento, ya no tendría nada más que hacer hasta que le tocara preparar la cena a menos que otra cosa se presentase. Volvió al ático para relajarse un poco, no esperaba ser recibida por Plagg saltando a sus brazos.

— ¡Un baile de disfraces… y en el castillo! ¡Qué emoción! —exclamó el gato que ahora era más grande, casi alcanzando su tamaño adulto.

— ¿Ya supieron las noticias?

— ¡Sí, Luka nos avisó! —Revoloteó Tikki frente a ella, con su brillante plumaje rojo, blanco y negro de mayor.

—Perdón, no pude evitarlo —se encogió de hombros—. Me emocioné.

—Vas a ir ¿Verdad? Verías a Alya.

—No lo sé, Plagg. Podría arreglar el viejo vestido formal de mi mamá pero necesitaría comprar zapatos nuevos y la boutique de Madame Laurent no necesita que le haga nuevos diseños por ahora.

— ¿Ninguno de tus conocidos necesita que remiendes sus ropas? —dijo Tikki.

—Tampoco, mis puntadas son muy resistentes —mencionó con orgullo eso último, acostándose en su cama.

—Podrías usar parte de tu dote, te corresponde como hija biológica de Tom Dupain —propuso Luka.

—No tendré acceso a él hasta que tenga 18, recuérdalo —"Y con lo que han derrochado esas tres harpías estos años dudo que sea mucho. No, debo ahorrarlo"—… parece que no voy a ir —suspiró.

Los tres animales se vieron entre sí, preocupados. De inmediato se pusieron de acuerdo silenciosamente indicándole a Luka que la animara, era el más hábil con las palabras después de todo.

—Escúchame bien Marinette. He vivido contigo casi 6 años, te he visto trabajar hasta quedar exhausta cientos de veces, te levantas muy temprano y te acuestas tarde, tus manos tienen callos y cicatrices por los años de labor: todo eso soportando las ordenes y caprichos de ese trio nefasto de tu madrastra y hermanastras… y a pesar de eso… sigues siendo una persona tan alegre y sobretodo bondadosa ¿Recuerdas cuando Renald se torció el tobillo y reparaste las goteras del techo por él?

— ¡Pues claro que lo iba a hacer! ¿Cómo iba subir por la escalera?

—Pudiste habérselo pedido a Gideon pero sabes que el pobre tiene pavor a las alturas y lo hiciste tú. Por no mencionar toda la ropa que le has remendado a tus amigos por la mitad de precio.

—Porque son mis amigos, ellos también ayudan.

— ¿Y qué hay de la vez que ayudaste a Mylène a ir por las compras del mercado durante un mes cuando tuvo que cuidar de su papá enfermo?

— ¿A dónde quieres ir con esto?

Se paró sobre su almohada para que volteara a mirarlo.

—El punto es: Marinette, haces tanto en esta casa y por los demás, creo que ya es hora de que hagas algo para ti aunque sea por una vez. No conozco a nadie en este mundo que se lo merezca más que tú.

La chica se conmovió tanto que lloró un poco mientras sonreía. Luka suspiró "Las lágrimas de alegría deberían ser las únicas que empañen tus bellos ojos"

—Además ¿Qué importa si no llevas zapatos lindos como tus hermanastras? Eres tan hermosa que vas a desviar la atención de tus pies.

Ese comentario la tomó desprevenida, se sonrojó y tapó su rostro con las manos haciendo que Luka se riera.

—Gracias… —de repente llegó una idea a su cabeza como caída del cielo que la hizo sentarse de un tirón— ¡Lo tengo! ¡Voy a trabajar medio turno de noche limpiando en el hospital!

— ¡¿Qué?! —gritaron los 3 animales al mismo tiempo, no se esperaban para nada que dijera eso.

— ¡No, mala idea, muy mala idea! —gritó Plagg.

— ¡Sí, te podrías enfermar en cualquier descuido! —lo apoyó Luka.

— ¡Y todo tu esfuerzo sería para nada! —exclamó Tikki.

—Es el único lugar en el que me pagarían lo suficiente con sólo 3 noches. Eso o trabajar en la taberna del padre de Ivan y no voy a arriesgarme a terminar en medio de una riña entre borrachos —dijo con firmeza—. Y no sería para nada, terminaría ahorrando lo que gane si no lo uso… saben para que lo necesito.

Cuando Marinette ponía esa cara de determinación habían pocas cosas que pudieran hacerla dar marcha atrás y sus argumentos no iban a ser una de ellas. Los tres suspiraron rindiéndose y la abrazaron.

—Bien, pero promete que tendrás muuucho cuidado —dijo el ave.

—Si algo te pasa nos moriríamos de tristeza.

—Usas mis palabras contra mí, Luka.

—Lo sé.

En otro lugar, bajo tierra:

La luz morada que surgía desde la mesa iluminaba la enorme cámara de piedra siendo rota sólo por los 4 pilares que sostenían el techo. El hombre encapuchado tenía sus dedos doblados como un águila a punto de atrapar a su presa sobre esa espada, con sus poderes manipulaba el metal de esta trazando una runa especial.

El ave de presa miraba con atención lo que hacía, posada sobre una de las cuatro gárgolas de piedra esculpidas en los pilares del lugar, silencioso, con los ojos vacíos salvo por la luz reflejada en ellos.

Cuando terminó los trazos del metal estos disminuyeron su brillo. Recitó aquel hechizo que tantas veces usaba en el día mientras pasaba su palma extendida sobre el trazo y al quitarla la runa ya se había vuelto invisible ante el ojo.

—Una más para el ejército. Bien, terminamos por hoy.

Teletransportó el arma de vuelta al lugar que le correspondía en el arsenal y encendió el candelabro del techo con un chasquido de dedos, iluminando el lugar con una luz cálida y naranja que no le quitaba lo sombrío al ambiente para nada. Escuchó unos pasos bajar por las escaleras que pudo reconocer por su ritmo.

— ¿Todo sigue bien? —preguntó antes de que llegara a la entrada.

—Sí, pero no por mucho.

—Ya hemos discutido esto antes…

—¡Lo sé pero aun así debemos hacer algo! —el joven pasó de la oscuridad a la luz de la cámara elevando la mano izquierda donde sostenía un brazalete plateado con muchos relieves de runas mágicas y otros trazados meramente ornamentales— ¡El cumpleaños 18 de Luka es este año y esta cosa no se va a activar! Y sabes muy bien que no podemos crear ilusiones a su alrededor, por no menc…

—Paciencia, paciencia —bajó los escalones de la plataforma circular en medio del sitio—. Todavía hay tiempo y estoy a poco de descubrir como romper el sello de esa cosa.

—Eso espero —se cruzó de brazos.

—Volviendo a lo más urgente ¿Cómo va la planeación de la fiesta?

—Bien, ya ordenaron la decoración, llegará pasado mañana. Y también se les pagó a los granjeros para que apartaran sus mejores productos para el banquete.

—Perfecto, debemos seguir manteniendo las apariencias hasta el momento indicado —pausó mientras su halcón de plumaje púrpura se posaba sobre su hombro—. Nosotros vamos a encargarnos de otras cosas. Tú por ahora ve y sigue con el juego.

—Está bien… — suspiró.

El hombre notó el cansancio que escondía. Fue con él y levantó su mentón haciendo que lo viera a los ojos.

—No te preocupes, nuestro esfuerzo va a dar frutos, de eso no tengas duda, Felix.

Nota de la autora:

Y aquí termina el primer capítulo, espero que les haya gustado y de ser así comenten, me gustaría saber lo que piensan.

Perdón si hay por allí algún error de ortografía.

Nos vemos la próxima, Bye ;)