Nota: La edad de Gojo en esta historia es de 16, para mí comodidad. Y pues, drama por todos lados, I guess.


¿Por qué debería haber culpa? Era lo que siempre se preguntaba Satoru en ratos de ocio, cuando no había algo entretenido que hacer.

(Pues la tarea no era divertida, así como las demás responsabilidades).

Ratos, en los que a veces miraba el cielo, tan celeste como sus ojos, y al ser tan vasto, se perdía en sus pensamientos. Al estar echado en el tatami de espaciosa casa, con el calor que la primavera brindaba.

Nuevamente, ¿Por qué debería sentir culpa?

Simplemente se dio, solamente surgió. A raíz de que el follaje de los cerezos se agitó, haciendo que las hojas danzaran en el viento; mientras Yuuta miraba a su alrededor con fascinación, y al notar su mirada, no hiciera más que sonreír.

(Sólo como él, sabía hacerlo).

Sencillamente, se vio atraído por tan brillante panorama que cuando salió del trance, él yacía a sólo centímetros de sus labios, a casi nada, de besarlo. Y Yuuta, él tenía cerrado sus ojos, esperando en silencio.

Entonces… ¿Por qué sentir culpa? ¿Por qué?

Gojō no quería sentir culpa, no quería arrepentirse de lo que había sucedido esa tarde de primavera. Pero, no podía evitarlo.

Porque Yuuta, era su primo. Y aunque fuese lejano, no significaba que él podía ignorar fácilmente ese lazo que les unía.

Pero, todo ya estaba mal. Desde la primera vez, que Satoru se sintió cautivado por tan efímera escena donde Yuuta le sonreía, rodeado de hojas de cerezo.

Esa tarde de primavera.