Esto lo escribí para la Kacchan Birthday Week del grupo de FB BakuDeku / KatsuDeku 80's & 90's Kids (aka el motivo por el cual aún no dejo FB).

Tema: Steampunk

Izuku y Katsuki sueñan desde niños con convertirse en los mejores piratas en surcar los cielos. Para ello trabajan juntos reparando un aerobarco, pero no cualquiera sino el All Might, que perteneció al legendario Toshinori Yagi, quien desapareció sin rastro años atrás. ¿Conseguirán alcanzar su sueño?


El viento es la melodía que mueve nuestro corazón

Katsuki entró a la bodega cargando una bolsa que era casi más grande que él, miró a su alrededor tratando de localizar Deku entre el montón de inventos y chatarra desperdigada por todos lados. Finalmente lo encontró trabajando en el piso, tan absorto en su tarea que ni siquiera lo había escuchado llegar.

Lo observó, murmurando para sí mismo tan bajito que no se entendía más que palabras sueltas inconexas. Después de varios minutos decidió que tenía que dejar de observarlo como un raro, por más que, en secreto, disfrutara ver al nerd trabajar. Dejó el saco a un lado de él, sobresaltándolo.

—¡Wah-cchan! —Rio nervioso—. Me asustaste.

—Eso te pasa por distraído —dijo gruñendo y se sentó a su lado—. ¿Cómo vas?

Izuku dejó la pieza a un lado con un suspiro y se subió los googles, al hacerlo dejó una marca de grasa en su mejilla derecha. Sin darse cuenta Katsuki alzó la mano para borrarla con el dedo pulgar, pero en lugar de quitarla la dejó ahí unos segundos, embelesado en la forma en la que los ojos verdes se abrieron por la sorpresa. Fue la inhalación de Izuku la que lo hizo retirar la mano, sintiendo que ardía en vergüenza.

—¿Cómo vas? —repitió para distraerlo, y distraerse, de lo que acababa de ocurrir.

—Mal —reconoció Deku—. El capacitor no prende, y la irrigación de vapor sigue desnivelada, sigue tronando los tubos y la conexión entre el reactor principal y los alerones hace ruidos raros.

Bakugou jaló el saco y lo volcó para dejar salir el montón de piezas que traía.

—Fui a los vertederos, traje cosas que pienso pueden servirnos. —Los ojos de Izuku brillaron—. Y encontré algo que te va a gustar mucho.

Katsuki rebuscó en las bolsas de su abrigo y sacó un pedazo de papel, estaba arrugado y ligeramente quemado de un lado, se lo extendió a su amigo, que lo tomó extrañado antes de desdoblarlo con cuidado. Cuando vio lo que contenía pegó un grito.

—¡Kacchan! —se lanzó a abrazarlo, sacándole el aire y haciéndolo sonrojar, inevitablemente—. Esto es… esto es…

—Pero no llores, nerd —dijo Katsuki volteando a otro lado para que no notara su sonrisa.

—Es que, Kacchan… —Se incorporó, extendiendo en sus manos el pedazo de papel y se limpió las lágrimas. Katsuki deseó tener una cámara para retratar la sonrisa que se dibujaba en su rostro—. Gracias.

Izuku puso de pie y caminó hasta una de las paredes cubiertas de planos, mapas, algunas fotografías y cartas. En una se mostraban Kacchan y él de pequeños abrazados, sostenían entre ambos un modelo pequeño de un aerobarco y sonreían a la cámara una dentadura chimuela; en otra estaba un hombre rubio, alto, fornido, sonreía abrazando a una mujer de cabello verde que sostenía un pequeño bulto en el que se asomaba una carita regordeta con mechones verdes y en otra los mismos mujer y hombre, un poco más jóvenes y sin bebé, con otra pareja: una mujer rubia muy parecida a Katsuki y un hombre de cabello castaño y lentes. Atrás de ellos un enorme aerobarco, en el casco se leía el nombre: All Might. Pegó el poster recién adquirido encima de esas fotos, en el poster se mostraba el mismo hombre rubio de las fotos, debajo de su fotografía un texto: «Capitán del All Might, Toshinori Yagi. SE BUSCA. Vivo de preferencia. Recomp…» la última parte estaba quemada, pero eso era lo que menos le importaba.

Se limpió las lágrimas que nuevamente salían con la manga y volvió a donde estaba Kacchan. Se sentó y empezó a revisar las cosas que había llevado.


Izuku se despertó porque le dolía el cuello. Se había quedado dormido trabajando y por lo tanto estaba en una posición incómoda recargado en una pila de piezas descartadas. Se estiró haciendo que su espalda y hombros tronaran de una manera placentera y bostezó. Miró a su lado y vio que Kacchan también se había quedado dormido, pero al menos había sido lo suficientemente inteligente como para tenderse en el piso. Midoriya sonrió al verlo ahí extendido, por los ventanales del techo se colaba la luz de la luna e iluminaba las facciones de Bakugou. «Es hermoso» pensó Izuku sintiendo su corazón punzar dolorosamente. Sentía deseos de acariciar su rostro, de besar sus labios carnosos abiertos ligeramente, de acurrucarse a su lado y rodearlo con sus brazos.

Sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos que se presentaban cada vez con mayor frecuencia. Esos pensamientos que lo abrumaban y lo atemorizaban por lo que significaban, y por lo que podían provocar. Pensamientos ligados a un sentimiento que amenazaba con desbordarse y causar una avalancha destructiva que se llevaría todas sus esperanzas, sus sueños y la amistad que tenía con Kacchan.

Al levantarse se percató de que tenía entumidas las piernas. Tomó el abrigo de Katsuki, que había dejado en una silla en algún momento de la tarde. Antes de taparlo se permitió unos segundos de debilidad para acercar el abrigo a su rostro e inhalar el aroma del rubio impregnado en la tela; luego lo cubrió. Consideró volver a dormir, pero se sentía inquieto y decidió seguir trabajando. Sentía en su corazón que estaba muy cerca de conseguir su meta: reparar el aerobarco para comenzar la verdadera aventura, encontrar a su padre y convertirse en el mejor pirata, junto a Kacchan, que haya sobrevolado los cielos. Ese había sido el plan desde siempre.

Ambos niños crecieron con las historias del legendario capitán del All Might. Desde que eran unos pequeños jugaban a que eran él —o bueno, Kacchan casi siempre era, Izuku era su segundo al mando Aizawa— y que peleaban con otros piratas, o encontraban tesoros, o salvaban ciudades de la opresión de villanos. Tenía seis años cuando encontró por accidente las fotografías en una caja que ocultaba su madre. Saber que ese hombre era su padre, por el que su madre lloraba en las noches que pensaba que Izuku dormía, lo hizo decidirse con mayor fuerza.

Kacchan se enojó mucho cuando se enteró quién era su padre. Los celos que le dieron fueron tan grandes que por meses enteros no le habló. Pero luego recapacitó y volvieron a ser tan buenos amigos como antes.

Tenía diez años cuando su madre decidió revelarle un secreto. Los llevó a ambos, por insistencia de Izuku de incluir a su amigo, a un enorme hangar en la ciudad y le entregó la llave a su hijo para que la abriera. En el interior de esa bodega los esperaba un enorme aerobarco, en su costado se podía leer con letras rojas y doradas: All Might.

—¿Ese es…?

—¡Es el All Might! —exclamó Kacchan y corrió para acercarse.

Izuku estaba tan sorprendido que no podía reaccionar, con los ojos y la boca abierta, plantado en el piso. Inko pasó su brazo sobre sus hombros y lo abrazó.

—Ahora es tuyo.

—Pensé que estaba perdido, como papá.

Inko negó con la cabeza con tristeza y se limpió una lágrima que se le estaba escurriendo.

—Cuando Toshi desapareció nadie se dio cuenta al principio. A veces tardaba más de lo esperado en volver, viéndose atrapado por alguna aventura que lo retenía más tiempo, pero siempre volvía a mí… a nosotros. Un día, casi una semana después de cuando había dicho que volvía vi su barco a lo lejos y salí a recibirlo… —Inko se limpió las lágrimas que ahora salían a raudales. Izuku abrazó—. Noté que algo estaba mal cuando vi que el barco se balanceaba de una manera poco normal y cuando se estrelló a unos metros corrí sintiendo que me moría en ese instante. Fue Aizawa quien me contó qué había pasado. Sólo él y otros cinco miembros de la tripulación se habían salvado. Dos murieron al poco tiempo por las heridas, él perdió un ojo y una pierna, de los otros dos no supe ya nada. Y Toshi… —Hipó y tomó aire para controlar su voz que se estaba rompiendo demasiado—. Bueno, sabes el resto. Nadie sabe si sigue vivo. El barco me lo quedé yo y aunque está muy dañado, pensé que podría gustarte tenerlo.

Izuku apretó con más fuerza a su madre, mitad emocionado mitad triste por que sabía lo mucho que le dolía a su mamá hablar de eso.

—Me encanta, gracias.

Ya tenían el barco, ahora sólo debían arreglarlo.


Bakugou se despertó cuando el sol comenzó a molestarlo en la cara. Se desperezó y cuando se levantó algo se recorrió al piso. Vio que era su abrigo y se extrañó, pero al mirar a su alrededor notó que no estaba Deku y supo que él lo había tapado.

No estaba en ninguna parte así que lo empezó a buscar al interior del barco. Primero lo buscó en la sala de máquinas, seguro de que lo encontraría ahí trabajando. («Maldito nerd obsesivo», pensó con cariño y sonrió). Pero no estaba ahí, ni en la sala de controles así que supuso que se habría ido a dormir al camarote principal, donde dormía de vez en cuando.

El cuarto permanecía exactamente igual que como el capitán Yagi lo había dejado y Katsuki sabía que eso le daba cierto confort a su amigo, pues era una manera de estar cerca de su padre. Además de la cama doble en el centro había un mueble con cajoneras, arriba de él había mapas y algunas cosas pegadas, que recordaba a la pared del hangar. Había una foto de Inko de joven, otra idéntica a la que tenía Izuku con los tres, una de una mujer de cabello negro y sombrero de pirata que abrazaba a un Toshinori mucho más joven y una de Izuku de bebé en la que se veía increíblemente adorable. También había una con toda su tripulación. En la pared había varias armas colgadas: espadas, floretes y distintos tipos de pistolas.

Se acercó a la cama. Izuku dormía hecho un ovillo, ni siquiera había destendido la cama. Se quejaba y respiraba entre cortado como si estuviera teniendo un mal sueño. Katsuki meditó la posibilidad de despertarlo, pero al final, en un impulso, decidió recostarse a su lado, como cuando eran niños y se dedicaban a espantarse las pesadillas. Con timidez se acomodó a un lado de Izuku, que en ese momento empezó a hacer muecas con la cara y a quejarse; con cuidado lo rodeó con sus brazos para tranquilizarlo y de inmediato el chico se pegó a él y, luego de suspirar profundo, su respiración se reguló.

No así el corazón de Bakugou que latía con tanta fuerza que temió que el escándalo despertara a Izuku. Se arrepintió de haber sucumbido a sus deseos de acostarse a su lado. Pensó en levantarse, pero no quería moverse y, además, en cuanto hizo el menos movimiento, uno de los brazos de Deku se enrolló alrededor de su cintura. Contuvo la respiración. Poco a poco empezó a calmarse y se relajó, el aroma de Deku lo embriagaba completamente. Observó su rostro dormido, tranquilo ahora que estaba en sus brazos, una ligera sonrisa dibujada en sus labios.

Si a Katsuki Bakugou le preguntaran cuántas pecas tiene Izuku probablemente podría decir un número exacto de tantas veces que se ha dedicado a contárselas en secreto. Eran, junto con sus ojos, su sonrisa y sus manos —a pesar de las cicatrices—, su cosa favorita del chico. Pero nunca había podido observarlas tan de cerca. Sin pensarlo levantó la mano para tocarlas con un dedo y trazar constelaciones con ellas. Una aspiración de aire lo hizo detener su camino, levantó un poco a los ojos y se dio cuenta de que Deku lo miraba.

Ambos contuvieron la respiración, segundos casi dolorosos que supieron a una eternidad. Finalmente, Katsuki recuperó el sentido y se soltó del agarre para levantarse violentamente y sin mirar a Izuku se fue corriendo de la habitación. No paró sino hasta estar en cubierta donde finalmente respiró. Sentía su rostro arder y las palmas de sus manos sudaban como nunca lo habían hecho. Su corazón no había dejado de latir más rápido de lo que giraban las hélices de un aerobarco.


Izuku se tocó la mejilla, acariciando el lugar donde había estado el dedo de Kacchan. Izuku había visto cómo el rubio lo acariciaba, había sentido cómo lo sostenía en brazos y lo consolaba. En realidad, había despertado desde que Katsuki entró al camarote, pero se había hecho el dormido. Nunca esperó que ocurriera algo así. Se tocó el pecho, su corazón hacía bum bum bum como los pistones de un tren a todo vapor. Se preguntó qué podía significar eso. «Será que Kacchan… no, no es posible. Kacchan jamás se enamoraría de mí».

Luego de soñar despierto por un rato se levantó. Kacchan no estaba en el hangar. Una oleada de tristeza y temor lo atacó.

«¿Y si se enojó conmigo?».

Puso agua a calentar para hacerse un té y se sentó a seguir trabajando.

No sabía cuántas horas llevaba apretando tornillos por aquí y por allá pero cuando la puerta del hangar se abrió y entró Kacchan con una bolsa de la panadería de Sato el agua que había puesto a calentar se había enfriado, el té olvidado desde el principio.

—Te traje comida. —Le aventó un pan de melón calientito que apenas y pudo cachar—. Seguro que te pusiste a trabajar sin desayunar algo.

Izuku se sonrojó y bajó la mirada. Katsuki resopló.

—Como sea. También traigo empanadas y, ¿este té es tuyo? —Lo tiró—. Está frío, te hago otro.

Ninguno de los dos hizo comentarios de lo que acababa de ocurrir y trataron de actuar como siempre, poniéndose manos a la obra. Alrededor de las cuatro de la tarde Izuku gritó emocionado.

—Creo que ya está.

Fueron al barco, que habían ido reconstruyendo poco a poco a través de los años. Arreglando el casco agujereado y roto, cambiando el mecanismo y, si por fin quedaba, renovando los motores. La sala de máquinas era un gran rompecabezas para cualquiera que no supiera de aeromecánica, pero ellos habían dedicado años a estudiarla.

Izuku colocó la pieza en donde iba, Katsuki bajó una palanca. Ambos contuvieron la respiración mientras que la maquinaria comenzaba a cobrar vida, una vibración recorriendo los tubos y bovinas. Después de cinco minutos, en los que ambos esperaban en silencio por si escuchaban alguna cosa que no sonara como debía sonar, subieron a la cabina de control. Todo parecía en orden.

El intento de abrazo se detuvo antes de ocurrir y en su lugar sólo chocaron las palmas emocionados, ignorando la manera en la que su estómago se había hundido. ¡Por fin estaba completo!

Fueron a despedirse de sus padres, porque ya que estaba listo el aerobarco, no había motivos para posponer su viaje. Inko lloró, pero Izuku le prometió que volvería.

—Y lo haré con papá, ya verás.

Al día siguiente cargados con mochilas hicieron los últimos preparativos. Izuku despegó del muro del hangar sólo las fotografías. Cargaron todo lo que pudiera serles útil, incluyendo los mapas y zarparon.

Desde la popa del barco miraron la ciudad tornarse pequeña conforme se alejaban. Se voltearon a ver sonrientes. La aventura estaba por comenzar.


¿Continuará? No lo sé, probablemente, cuando tenga las energías para ello o salga alguna semana que me anime a hacerlo. La verdad sí me gustaría pero por ahora las obligaciones del mundo real me sobrepasan.

La inspiración surgió cuando vi un fanart en twitter dot com /kada_mha/status/1344638531432448000?s=19 y quise escribir algo así. Adoro el steampunk y adoro los piratas y adoro los barcos voladores así que quise escribir algo así.

El título de la canción es la primera línea del opening de un anime que trata de piratas en el aire: Erementar Gerad. Y pues nada, ahora tengo pegada la tonadita, que amo mucho.

Gracias por leer. Se agradecen los comentarios y si van a aventar jitomates, que no estén muy podridos ni muy duros, gracias~