Ningún personaje me pertenece. La historia fue hecha para entretener.
Que estén bien.
Sirviendo tu amor
Quería llorar, realmente tenía muchas ganas de llorar, más la voz de la madre de Tanjirou lo sacó de su miseria interna mientras le entregaba otra bandeja de pedidos.
Como pudo tomó el objeto para proceder a llevarlo tal como le enseñó Tanjirou, pero terminó caminando con la gracia de un topo hacía la mesa. A pesar de tener grandes ganas de llorar su preocupación se enfocó en los objetos sobre la bandeja y en su intento por entregar todo a las personas correspondientes sin atacarlas con un plato de pastel o algún vaso con jugo.
¡Definitivamente no podría soportar tirarle la torta en la cabeza a otro cumpleañero más!
¡Lloraría! ¡Realmente lo haría!
Para su suerte logró dejar todo en su lugar. Sonrió con nerviosismo a los clientes preguntando si todo estaba bien, al recibir la respuesta afirmativa del grupo asintió y con la oferta de que en caso de cualquier cosa no dudaran en hablarle se retiró con un suspiro de alivio.
- ¡Muy bien Zenitsu! – La voz de Tanjirou lo hizo saltar justo al entrar en la cocina. - ¡Vi todo y fue excelente!
Su amigo de toda la vida seguía sonriendo, hablando y preparando todas las cosas que se encontraban en espera para ser entregadas a los clientes.
Estaban en una hora muy importante en donde las personas aparecían sin parar.
Zenitsu nunca había sido bueno trabajando bajo presión, pero aquí estaba, en la peor hora del día, en la peor ubicación de todas, atendiendo a un sinfín de personas con deseos de pasarla bien y comer algo delicioso.
Tanjirou con su sonrisa de confianza y optimismo eterno en que no haría nada mal tampoco lo ayudaban a relajarlo.
En realidad, verlo solo causaba lo contrario.
Odiaba las sonrisas 100% alegres y luminosas made by Tanjirou porque solo hacían que su corazón palpitara con mayor velocidad y su cerebro se bloqueara más de lo normal provocando con ello que la posibilidad de cometer errores aumentara por mil.
Su amigo era un sol que adoraba ver, pero que a la vez era un peligro para su situación actual.
- Gracias. – Solo pudo contestar mientras sentía sus mejillas arder ante el sonrojo que de seguro sería notado por el otro muchacho.
Maldito enamoramiento que tampoco se le pasaba. No estaba en condiciones de tratar tantas cosas estresantes en este momento.
Kie Kamado apareció solicitando su presencia para limpiar una mesa antes de que llegaran los nuevos clientes. Tanjirou le mostró el dedo pulgar y le sonrió con energías.
- ¡Tú puedes Zen!
- ¡No me digas Zen!
Escuchó la risa del mayor de los Kamado tanto como de la madre alejándose a la vez que se retiraba de la cocina para atender el lugar que le habían indicado.
Zenitsu necesitaba dinero. Era la única verdad que conocía en este momento.
Era un universitario dedicado, de buenas notas y con una beca facilitándole la vida ante lo que podrían ser sus futuras deudas. Pero la carrera era demandante y que decir de todos los materiales que le pedían, por lo que podría tener buenas notas y becas, pero aun así no era millonario y por ende necesitaba algo extra para aquellos gastos o situaciones fuera de lo presupuestado.
- ¿Por qué no le pides a tu abuelo?
- ¡¿Estás loco?! – Exclamó con un grito a su amigo. – Ya ha invertido mucho en mí, no voy a molestarlo con más.
- Si. – Tanjirou le sonrió. – Entiendo el sentimiento.
Se sonrojó porque siempre era lo mismo cuando veía aquellas sonrisas en el rostro de su amigo. ¡Dios! ¿por qué debía tener a alguien tan brillante a su lado?
Suspiró, tanto por su problema monetario como por su problema amoroso.
- Entonces buscarás trabajo o algo.
- Sí, es la idea.
- Ya veo. – Su amigo terminó de beber lo que le quedaba mientras el rubio lo observaba.
Zenitsu había salido temprano de clases y le escribió al muchacho por si deseaba y podía juntarse con él para conversar un rato. Ahora que vivía la vida universitaria era difícil poder juntarse debido a los horarios de ambos.
Zenitsu extrañaba a su amigo.
Podría estar enamorado, pero aun así extrañaba juntarse a hablar, quejarse y llorar sus problemas delante de Tanjirou, también las sonrisas y cálidos gestos del muchacho que sabía solo le daba a él o a su familia. El dulce sonido del ser de Tanjirou también era algo que necesitaba escuchar al menos una vez al día y ahora, con todo este tema universitario, de milagro podía hacerlo a la semana.
¡Si seguía así de seguro moriría por algo!
- Ahora que lo pienso sé de un trabajo. – La voz del muchacho lo regresó a la realidad y sonrió ilusionado ante su suerte.
- ¿De verdad?
Su amigo, aun con la bombilla en la boca, le sonrió de forma traviesa.
- Si sale bien, tal vez hasta podríamos vernos más seguido.
- ¿Eh?
El dichoso trabajo resultó ser ayudante de la panadería, pastelería y cafetería de la familia Kamado.
El negocio iba tan bien que la madre de Tanjirou le había comentado al muchacho que necesitarían un poco más de ayuda para atender a los clientes. Porque aquel lugar ya no solo vendía pan y deliciosas tortas, no, también contaban con mesas en las que los clientes pudieran disfrutar de todas sus deliciosas obras acompañadas con té, jugos o bebidas de todo tipo.
Si, las cosas iban marchando bien en la cafetería familiar de su amigo y por ello necesitaban más manos para poder con todo lo que ello implicaba.
- ¿Crees que sea buena idea que trabaje con ustedes? – Zenitsu no confiaba mucho en sus capacidades.
- Estoy seguro de que mi madre se sentiría más tranquila al tener una cara familiar que a un desconocido en casa.
- Eso es verdad.
- Además, todos te queremos mucho, por lo que sería fantástico tenerte allí. – El joven le sonrió con cariño. - Así no te extrañaría tanto porque podría verte más seguido.
El comentario tan tranquilo, el sonido de cariño y verdad en sus palabras junto con la expresión de su amigo solo lo hicieron sonrojar. Odiaba cuando el muchacho decía aquellas cosas como si nada. ¡Solo hacían que se enamorara más!
- ¿Podrías decirle que estoy interesado?
La sonrisa que le siguió casi lo dejó ciego. Tanjirou no debería sonreír de aquella forma, tendría que estar prohibido o algo por el estilo porque las veces que lo hacía lo dejaba ciego y más enamorado que nunca.
Al otro día tuvo la entrevista con Kie Kamado. La mujer, tan hermosa y amable como siempre le comentó lo que necesitaba de él y cuánto podría pagarle al respecto, por su parte Zenitsu le mencionó su horario de clases además de advertirle de su falta de experiencia.
- No te preocupes cariño. – A aquella mujer siempre le daba por llamarlo cariño como a sus hijos, aquello le agradaba y sonrojaba a la vez, era como si fuera parte de la familia. Preferiría serlo como pareja de Tanjirou más que como hermano, pero bueno. – Tanjirou te ayudará con lo básico.
- ¿De verdad lo cree?
La mujer le sonrió en respuesta y el no pudo evitar compararlas con las sonrisas de sus hijos.
- Si, él ya les ha enseñado a sus hermanos, así que tiene experiencia. Lo que me gustaría saber es si la paga te servirá para lo que deseas.
- ¡Claro que sí!
No solo la paga era buena, la pastelería y casa de su amigo se encontraba a pocas cuadras de la suya, por lo que era casi un trabajo soñado, ni siquiera gastaría en transporte.
Entre ambos llegaron a un acuerdo en las horas que trabajaría. Estaban hablando de cuándo sería un buen día en que Zenitsu comenzara a trabajar cuando el mayor de los Kamado se hizo presente.
- ¡Llegué! – Tanjirou rápidamente giró su cabeza para ver a Zenitsu mientras ensanchaba la sonrisa. - ¡Hola Zenitsu!
El rubio le respondió el saludo algo sonrojado y Kie comenzó a reír suavemente mientras respondía.
- ¿Te quedarás con nosotros a cenar?
- Pues…
- Claro que lo hará cariño. – Respondió la mujer por él, solo haciéndolo sonrojar más al ver la brillante expresión de Tanjirou por eso.
- Déjeme avisarle a mi abuelo.
La cena pasó sin mayores incidentes. Zenitsu, junto con Tanjirou ayudaron a llevar al padre de la familia a la mesa. Hace algún tiempo que aquel hombre luchaba contra un cáncer a los huesos. Aquel amoroso caballero se encontraba más delgado de lo normal, pero su sonrisa cálida siempre estaba presente sin importar el día o la situación.
Definitivamente era fuerte y Zenitsu lo admiraba por ello, al igual que a Tanjirou y toda su familia al seguir sonriendo y enfrentándose al día a día con energías a pesar de aquella mala jugada del destino. Incluso los sonidos que hacían eran dulces y hermosos, aunque nada se comparaba al sonido de Tanjirou.
- Así que aceptaste.
- Si, la paga es buena y no tuvimos problemas con los horarios.
Tanjirou lo acompañaba hasta su casa luego de haber conversado por un tiempo en la habitación del joven. Zenitsu realmente extrañaba esas juntas y conversaciones con su amigo, sentía que se estaba perdiendo varias cosas de su el por culpa de la universidad.
Pero quizás, si tenían suerte, cuando el mayor de los Kamado entrara a una pudieran seguir con un buen contacto. Realmente esperaba eso.
- ¡Me alegra mucho saberlo! – Exclamó con alegría el menor.
- Y no dudas en demostrarlo, a veces me asusta.
- Lo siento. – Bajó la cabeza apenado. Pudo escuchar como los sonidos del muchacho se volvían algo caóticos debido a la vergüenza y el nerviosismo. ¿Por qué los nervios?
Continuaron conversando de temas sin mucho interés cuando se encontraron de frente en la casa del rubio.
- ¿Cuándo comienzas?
- La próxima semana, pero pienso ir toda esta semana para que me enseñe lo básico y no morir en el intento.
- ¡Oh! – El rostro del muchacho se iluminó, pero luego cambió a una de tristeza. – Mañana tengo asuntos que atender y llegaré tarde.
- Nos veremos en otra ocasión.
De solo escuchar aquel lamento por no poder verlo le daban ganas de abrazarlo. Tanjirou era demasiado lindo y sincero para ser verdad.
¡Su amigo era demasiado adorable!
- Supongo que sí. – El puchero seguía ahí.
- Oye. – Cuando los rubí se fijaron en su persona no evitó sonrojarse. – Intentaré quedarme lo más que pueda.
La alegría que obtuvo como respuesta solo le hizo sonreír.
- ¡Intentaré apurarme con mis deberes!
- ¡A no! Que si los haces mal será mi culpa.
- No, no.
Ambos comenzaron a reírse y luego se despidieron hasta el otro día. Zenitsu observó la espalda de su amigo alejarse lentamente. Sonrió como idiota al pensar en que podría verlo mañana también.
Ojalá se pudiera, realmente extrañaba verlo seguido.
A veces las conversaciones por WhatsApp no eran suficientes para calmar su deseo por estar con el joven, pero era algo inevitable.
Llegó el otro día sin mayores inconvenientes, fue a clases, intentó sociabilizar sin mucho éxito, llegó a casa, preparó algunas cosas para el siguiente día y luego se dirigió a la casa de los Kamado.
Kie se encontraba atendiendo cuando apareció, para su sorpresa había harta gente y se encontraba sola para preparar todo.
- Zenitsu.
Sin proponérselo había llegado en un momento justo. Le entregaron un mandil y lo dejaron en la caja, la mujer le explicó rápidamente como esta se utilizaba y luego lo dejó solo para atender los pedidos que ya había marcado.
Tembló por los nervios, nunca había trabajado en su vida además de que era un asco a la hora de hablar con las personas y ahora se encontraba en la caja con al menos unas 15 personas esperando ser atendidas. Palideció un momento al ver el rostro serio de la persona que tenía al frente mientras le pasaba una bolsa con galletas y luego le pedía una torta de la vitrina.
Tembló mientras intentaba sacar la famosa torta, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas cuando no supo hacerlo, una mano en su espalda le hizo abrir los ojos, el rostro cariñoso de la mamá de su amigo le calmó un poco.
- Yo lo envuelvo, tu cóbrale al caballero.
- Claro.
Regresó a la caja y terminó el pedido.
Las personas que le siguieron eran entre jóvenes a mayores, a veces sus expresiones eran serias, pero ninguno lo trató de mala forma o con descortesía. Incluso fueron pacientes cuando se equivocó con algunas cosas.
El tiempo siguió pasando. Cuando creía que ya terminaría con el grupo, uno nuevo aparecía con nuevos pedidos.
Nunca había pensado que estas cosas serían tan estresantes, pero al menos estaba dando lo mejor de sí para atender, cobrar y sonreír sin que las lágrimas de su desesperación aparecieran.
¡Necesitaba dinero y tampoco podía defraudar a la mamá de su amigo!
- ¿Estás bien cariño?
Saltó cuando la mano de la mujer tomó su hombro y sonrió nervioso.
- Sí, todo bien.
- Takeo y Hanako ayudarán desde ahora, puedes descansar si gustas.
- ¿Eh?
Giró la cabeza encontrándose con los dos niños.
- ¡Lo hiciste bien Zen! – Dijo una sonriente Hanako mientras se le acercaba con alegría.
- Supongo que no estás tan mal para ser la primera vez. – Takeo por su parte sonreía con cierta burla.
Sonrió nervioso ante la atención que estaba recibiendo, más cuando Kie lo llevó hasta el living para que descansara un momento.
- Te traeré un poco de té frío cariño, espérame aquí.
Antes de que pudiera detenerla la mujer ya había desaparecido del lugar. Se dedicó a observar su entorno y se sorprendió ante la hora. ¡Había estado atendiendo en la caja por dos horas y no lo había notado! Con razón Takeo y Hanako ya habían llegado de la escuela.
Se acomodó en el asiento y sonrió con un poco de orgullo hacia su persona. Había sido difícil y cansador, pero había conseguido estar dos horas en aquel trabajo sin lastimar a alguien o haberlo arruinado. ¡Kaigaku perdería la apuesta!
Kie lo encontró riéndose tontamente en el sillón, se sonrojó con fuerza al verla más solo recibió una dulce sonrisa junto con un vaso de té frio en respuesta.
- Descansa un momento y luego seguirnos conversando.
- Si, gracias.
La mujer regresó a la tienda, continuó sonriendo brillantemente viéndola marchar mientras pensaba en lo que ganaría ante la apuesta que hizo con Kaigaku.
Se tomó todo el té, vio si había algún mensaje en su celular, le mandó uno a Tanjirou y luego regresó a la pastelería. Hanako se encontraba atendiendo en la caja mientras Kie y Takeo se dedicaban a entregar y reponer los productos en vitrina.
- ¿Necesitas ayuda? – Preguntó a la pequeña que terminaba de entregar el vuelto a un cliente.
- Mmm, podrías seguir en la caja o quizás ayudar a atender.
- Pues. – La verdad deseaba estar en la caja, pero Hanako parecía estar tranquila haciendo aquel trabajo por lo que le incomodó tener que pedirle que cambiaran. – Supongo que puedo ayudar con los pedidos o algo.
- ¡Claro! – La muchacha sonrió feliz. – Por allá están las bandejas. Solo te acercas a la mesa, anotas el pedido en esta libreta y luego regresas acá para que me digas lo que desean.
- Ya.
Recibió una libreta y un lápiz antes de dirigirse por la dichosa bandeja. Su cuerpo tembló de anticipación, realmente no deseaba hacer esto, la gente siempre le había dado miedo, una cosa era haber estado detrás de la seguridad de la caja y la otra era ir a interactuar directamente con alguien. Cerró los ojos y tomó aire en un intento de calmarse, luego fue directamente hacia una pareja que se encontraba riendo.
- Buenas… tardes.
Trató de sonreír, pero sintió que hacía una mueca. Su corazón palpitó con más fuerza al ver a la pareja, diablos la chica era bien linda, el bastardo tenía suerte de tenerla, aunque si se fijaba bien él también era apuesto.
Maldita gente bella que se juntaba con más gente bella para formar una pareja bella.
- ¿Qué sirven en este lugar? – Preguntó el joven con algo de aburrimiento.
- ¡Claro! ¡Pues! – Se quedó callado sin saber que responder. La verdad es que nunca antes había pensado en todo lo que ofrecían aquí. Movió la cabeza de un lado para otro hasta encontrar encima de una mesa el menú, rápidamente y con una disculpa se alejó para buscar las carpetas y ofrecérselas a la pareja.
Los jóvenes comenzaron a hablar entre ellos mientras leían la carta. Se mantuvo parado e incómodo viendo las interacciones de los jóvenes. ¿Debía irse? ¿Seguir esperando? Tuvo que haber preguntado más al respecto a Hanako.
- Si quiero un café helado ¿puedo cambiar el sabor del helado?
- ¿Eh? – Sabía lo que era un café helado, pero no tenía idea sobre el sabor, él normalmente lo comía sin ver más allá.
- Porque solo le colocan vainilla ¿no?, no me gusta la vainilla.
- Pues…
- Yo en cambio quiero saber qué diablos es un milkshake ¿qué ingredientes tiene?
- Yo…
Comenzó a temblar porque no tenía idea y tampoco sabía qué responderles. Los jóvenes abrieron los ojos al ver su cara ya que de seguro podían ver las lágrimas formándose en sus ojos, iba a salir corriendo mientras se disculpaba cuando una mano rodeo su cintura y lo movió suavemente hacia atrás.
- ¡Buenas tardes! – La voz de Tanjirou le hizo girar a verlo solo para encontrarse con el rostro sonriente de su amigo, otra mano tomó la suya y su atención ahora se centró en la sonrisa de Nezuko mientras tiraba de su mano para llevarlo a otro lado.
- Pero… - La chica negó con la cabeza y continuó arrastrándolo hacia la caja en donde una preocupada Hanako los observaba.
- ¡Lo siento Zenitsu! ¡No quise ponerte en aprietos!
Su cuerpo seguía temblando, pero al menos las lágrimas no habían llegado a formarse por completo para caer.
- No, tranquila. – Le sonrió a la preocupada niña. – Estoy bien Hanako, no pasa nada.
- Pero. – Ahora la chica era la que parecía estar a punto de llorar.
- Hanako, puedes anotar dos milkshake y dos pedazos de tortas de hoja manjar nuez por favor.
La sonrisa de Tanjirou los tranquilizó a todos, más cuando llevó la mano a la cabeza de su hermanita mientras le sonreía.
- Todo está bien Hanako, no te preocupes.
La niña miró a su hermano, luego a Zenitsu, le sonrió para apoyar la causa y luego se relajó a ver como la sonrisa de la joven regresaba al igual que su sonido.
- ¡Enseguida! – Gritó con alegría para hacer lo que le habían pedido.
- Zenitsu, voy a preparar el pedido de los clientes, si quieres puedes ir a mi pieza o puedo enseñarte a preparar las cosas.
Lo observó con sorpresa y negó rápidamente con la cabeza.
- Quiero ver.
- ¡Ok!
Tanjirou lo llevó a un mueble en específico en donde encontraría la ropa oficial de camarero, resulta que la que Zenitsu utilizaba ahora era un simple mandil de la casa y no de la pastelería. Luego de ponerse uno y ofrecerle otro al rubio, que se lo colocó con rapidez, lo llevó a una de las cocinas.
- Los trozos de tortas están para llegar y tomar de las vitrinas, por lo que solo debemos preocuparnos de los milkshake.
- Entiendo.
Deseaba tomar nota en estos momentos, pero había perdido la libreta sin darse cuenta.
- No te preocupes por las notas, luego lo veremos con calma, ahora es como una enseñanza exprés.
- Ya.
Y como siempre Tanjirou siendo el sol que era y consciente de su modo de estudiar le explicó las cosas de forma bien sencilla para poder después conversarlas con calma y ejemplos.
Al final Zenitsu aprendió del dichoso milkshake, este consistía en meter a la licuadora helado de cualquier tipo con leche, la mezcla se colocaba en un vaso, se le agregaba crema encima, dos galletas y chocolate o frambuesa, todo dependiendo del gusto del cliente.
- Voy a entregar esto y luego seguimos conversando. – Le sonrió con dulzura mientras se alejaba de lugar.
- Claro. – Respondió algo sonrojado y observándolo marchar.
Tanjirou lo hizo subir a su cuarto luego de atender a las personas. La tarde pasó volando con el muchacho enseñándole cosas y ayudándolo a mantener el equilibrio con la bandeja.
- Estoy seguro que estarás bien para la próxima semana.
- Eso espero.
Tanjirou caminaba junto al rubio mientras se dirigían a la casa del último.
- De seguro me pondré nervioso. – Murmuró con pesar mientras sacaba las llaves de su casa.
- Solo concéntrate en hacer lo que puedas, no creo que se molesten si cometes algún error.
- Pero. – Lo observó con pesar. – Nunca había trabajado antes y se ve complicado.
- Para mí tampoco fue fácil. – Tanjirou le sonrió con dulzura. – Pero estoy seguro que lograras encontrar el ritmo con el tiempo.
- Gracias Tan.
Con un último saludo entró a su casa, saludó a su abuelo, exigió su recompensa a Kaigaku y se dedicó a estudiar un poco antes de acostarse.
Había sido caótico, pero aún tenía algunos días antes de trabajar seriamente en el lugar.
"Mañana será mejor" – Pensó acostado en su cama. El ruido de su celular le hizo observar el aparato solo para encontrarse con un mensaje de ánimos por parte de Tanjirou. Sonrió de forma idiota mientras lo respondía.
Al día siguiente fue recibido con una dulce sonrisa por parte de Kie y regresó a la caja.
- Es bueno que mejores con una cosa y luego seguiremos trabajando en las otras.
Le explicó la mujer mientras comenzaba a hablarle del precio de las tortas, los panes y los otros productos. Zenitsu, ya más preparado, anotaba algunas cosas en su propia libreta.
El día había pasado con más calma, a veces Kie tuvo que dejarlo solo para ver a Rokuta o Tanjuurou, pero nada pasó a mayores cuando estuvo sin compañía.
Hanako y Takeo también regresaron solo para darle una sonrisa.
- Hoy parece ser un día tranquilo. – Comentó la muchacha con alegría antes de desaparecer por un pasillo. – ¡Hoy no necesito ayudar! – Se le escuchó gritar a lo lejos.
- Ella es así. – Le miró Takeo mientras veía a Zenitsu reír.
- Está bien, merecen días libres.
El muchacho asintió con la cabeza antes de retirarse. A Zenitsu siempre le había sorprendido los buenos hijos que eran los Kamado, siempre estaban dispuestos a ayudar o hacer cosas por el bien de la familia.
Tanjirou era una prueba máxima de aquello, pero los otros hermanos eran igual de buenos que el mayor.
"Tal vez lo copiaron de él" – Pensó mientras atendía a unos clientes. – "Aunque sus padres también son un amor"
Pensó en su abuelo y Kaigaku para suspirar con cierto pesar. Se preguntó si el idiota de su hermano haría algo por el aparte de molestarlo si se diera la ocasión.
- ¡Hey Monitsu! - Saltó al escuchar la repentina voz de Inosuke gritándole.
- ¡¿Qué?! – Respondió con fuerza y costumbre para luego abrir los ojos en sorpresa al ver, efectivamente, a Inosuke. - ¡Hey!
- ¡Sabía que eras tú!
No evitó moverse de su lado y acercarse al muchacho para golpearle el hombro con alegría. Hace tiempo que no veía al joven. Estaba a punto de hacer algunas preguntas cuando se percató de la persona que se encontraba al lado de su amigo.
- ¿Kanao? – No evitó ver a la muchacha con sorpresa, esta solo hizo una reverencia.
- Buenas tardes.
- Yo…
- ¡Queremos la mesa de siempre!
Zenitsu lo observó sin entender lo que querían y tampoco pudo hacer su pregunta al ver a los dos muchachos juntos. Abrió los ojos en sorpresa ¿acaso estaban teniendo una cita?
- Buenas tardes Inosuke y Kanao. - Nuevamente la mamá de Tanjirou lo ayudó con su nuevo problema. – Acompáñenme, los llevaré a su lugar.
Inosuke se despidió y ambos jóvenes desaparecieron mientras seguían a Kie.
- ¿Eh?
Preguntó a la nada y aun confuso por lo que había visto.
- Siempre vienen los martes a tomar algo. – Le comentó Tanjirou esa noche mientras caminaban a la casa de Zenitsu y este le comentaba sobre lo que había visto. – Nos gusta llamarlo la cita del martes.
- ¡Espera! ¿Están saliendo? – No podía salir de su asombro.
- Tal vez. – Tanjirou levantó los hombros. – La verdad nunca han dicho algo al respecto.
- No puedo creerlo.
- Igual se veía venir ¿No?
Zenitsu podía recordarlos interactuar cuando estaban en la preparatoria, siempre estaban juntos siendo que Kanao estaba en el mismo año que él. Tal vez Inosuke era un bruto, pero siempre trató bien a la muchacha o lo mejor que pudo siendo que hablaban del joven. Pero ella también parecía verse muy cómoda y tranquila junto al muchacho.
- Si, tienes razón. – Optó por afirmar. Al fin y al cabo, eso pensaba.
- La verdad es que nunca nos han dicho si salen o no, pero Hanako tiene muy buenas fotos de ellos. – Tanjirou levantó la mano hasta su boca para darle un toque más privado. Siempre hacía eso cuando le comentaba algún secreto o chisme.
- ¡¿Eh?! ¿Fotos? – Nunca pensó que la hermanita de Tanjirou sacara fotos.
- Si, mañana pídele que te muestre algunas. – Se veía muy orgulloso mientras hablaba de su hermana. – De seguro te encantarán.
Conversaron de otras cosas hasta llegar a la casa del rubio para despedirse con una sonrisa y la promesa de verse mañana.
Zenitsu estaba más que contento, ya llevaba dos días seguidos viendo a su amigo y mañana tampoco sería la excepción. Aun se sentía intranquilo por el trabajo, pero valía la pena si con ello podía pasar más tiempo con el joven.
Debía esforzarse para poder dominar las cosas y empezar bien la próxima semana.
Tanjirou no mentía al decir que las fotos de Hanako eran buenas.
- ¡Wow! ¡Hanako son increíbles! – No evitó decir con asombro mientras observaba las fotos de Kanao e Inosuke sonriendo o tomados de la mano con una sonrisa tímida por parte de ambos.
- ¿De verdad? – La muchacha parecía encantada por su comentario.
- Sí, me encantan.
- Tengo más de ellos, pero en mi computadora.
Hanako sacaba fotos en su cámara e imprimía las que más le gustaban para guardarlas en su álbum especial, las otras las guardaba en su computadora.
- Me gusta juntar y hacer collage de ellas. – Le confió la muchacha mientras le mostraba con timidez una de sus creaciones con fotos de su familia.
- ¡Me encanta! – Exclamó con entusiasmo observando lo que había creado la muchacha. - ¡Tienes mucho talento!
- ¡Gracias! – Con las mejillas sonrojadas y expresando que iba a su pieza por algo dejó a Zenitsu solo en la caja.
Este la observó marcharse con una sonrisa y luego regresó su atención al álbum. En este había fotos de muchas personas a las que no conocía, pero que le encantaban por el enfoque que Hanako le daba con la cámara. La muchacha tenía talento. También había fotos de paisajes y lugares que nunca había visitado.
"Me pregunto si Tanjirou ha estado en estos lugares" – Pensó distraídamente mientras seguía ojeando el álbum hasta encontrarse con una foto de un Tanjirou sonriente junto a un árbol de cerezos. Se quedó observando el rostro de su amigo con atención, amaba las sonrisas de Tanjirou, pero nunca había podido darse el lujo de contemplarlo como le gustaría y al fin se le presentaba una oportunidad para hacerlo.
Se fijó en las facciones del joven, su sonrisa. Levantó la mano con clara intención de tocar aquel rostro impreso deseando que fuera el real.
- ¿Qué piensas hacer? – La voz de Takeo lo hizo saltar sonrojado y culpable.
- Na… nada. – Respondió rápidamente.
Takeo lo observaba con los ojos entrecerrados y serios. De todos los hermanos él era el más serio. Aunque podría decir que era un intento por parecer maduro más que otra cosa.
- ¡Aquí está! – Gritó una sonriente Hanako mientras sostenía una foto en sus manos. - ¿Ocurre algo hermano? – Observó con curiosidad al mayor.
- Nada, solo quería saber cómo iba Zenitsu en la caja.
Se sonrojó ante la mirada del joven y luego suspiró cuando este se retiró del lugar.
- Takeo es muy serio ¿no crees? – Comenzó la muchacha mientras se acercaba.
- Quiere ser un hermano responsable.
- Si, admira mucho a Tanjirou. – La chica observó por donde el muchacho se había retirado y luego se giró a Zenitsu con una gran sonrisa extendiéndole la foto. - ¡Un regalo!
Zenitsu la tomó mientras le agradecía el gesto, la foto estaba dada vuelta por lo que no podía ver su contenido, más cuando tomó el papel la muchacha tomó el álbum rápidamente mientras reía para luego marcharse por la misma dirección que Takeo.
Curioso por el comportamiento de la muchacha dio vuelta la foto, se sonrojó con fuerza cuando la cara de Tanjirou apareció sonriéndole de aquella forma que a él tanto le encantaba y en primer plano.
"Dios" – Pensó con vergüenza y sonrojado mientras seguía observando la foto y llevaba la mano a su frente. - "¿Qué tan obvio puedo ser como para que ella me dé una foto de Tanjirou"
Tanto Hanako como Takeo no volvieron a aparecer por el resto de la tarde y muy en el fondo agradeció aquello.
Se dejó acompañar a casa por Tanjirou al final de la jornada y luego de haber aprendido otras cosas de la pastelería.
- ¿Te estás acostumbrando más al ritmo? – Tanjirou lo observó con atención incomodándolo un poco al recordar la foto que ahora se encontraba dentro de su bolso y en un cuaderno para que esta no se arruinara.
- Sí, creo que sí.
- Como sé que mañana irás necesito hablarte de algo importante.
La expresión del muchacho cambió a una más seria y con ello supo que lo que sea que fuera a decirle era importante.
- ¿Si?
- Los jueves va otra pareja a tomar algo. – El muchacho le sonrió un poco, pero la seriedad continuaba presente. – Mi familia le dice la cita de los jueves.
- ¿Y debo tener cuidado con la pareja?
- Si, supongo que sí.
- ¿Quiénes irán?
- Ya lo sabrás mañana. – Le sonrió el joven tratando de lucir misterioso, pero fallando con la sonrisa.
- ¿Y por qué me das la información incompleta? – Tanjirou comenzó a reír molestándolo un poco más, miró a otro lado con un puchero. – Ya lo sabré mañana.
Ya despidiéndose de su amigo y una vez en su cuarto sacó la foto para contemplarla. Se sonrojó al pensar que quizás Hanako como Takeo sabían de su gusto por Tanjirou, pero tampoco creía que los chicos lo molestarían o le dirían a su hermano mayor al respecto. Aun así, se sentía idiota por ser tan obvio.
"Ojalá nadie más de la familia sepa sobre mis sentimientos" – Pensó con preocupación. Una cosa era que los niños tuvieran la mente abierta para aceptar que un hombre gustara de otro, pero ¿qué pasaba con toda la familia de su amigo? ¿o de mismo Tanjirou? ¿Qué pensarían sobre las relaciones homosexuales?
Pensar en ello solo lo hacían querer llorar.
Acarició el rostro de su amigo con un dedo y luego decidió guardar a foto lo mejor que pudo. A veces Kaigaku entraba a su habitación sin permiso y tomaba sus cosas para nunca más devolverlas. Sería un gran problema que encontrara su tesoro.
Se quedó dormido pensando en aquella foto y en lo lindo que se veía el joven.
Una cosa era Kanao teniendo citas con Inosuke, lo veía venir desde que los vio en el colegio. Se veían bien a pesar de ser tan distintos.
Pero nada lo preparó para ver entrar a la cafetería de los Kamado al profesor Giyuu junto a Sabito de la mano.
- Buenas tardes. – Saludó los más formal que pudo debido a la sorpresa.
Tomioka lo saludo moviendo la mano mientras Sabito movió la cabeza a modo de saludo.
- Nos gustaría lo de siempre. – Dijo el mayor mientras se alejaba con Sabito para dirigirse a su lugar habitual.
- ¿Qué es lo de siempre? – Se preguntó en voz alta.
- Ven. – Como siempre Kie apareció para ayudarlo. – Te mostraré lo que ellos piden cariño.
Para su sorpresa Sabito se encontraba casado con Giyuu, le sorprendía que algo como eso pasara ya que igual tenían una diferencia de edad. Aun así, no era nadie para opinar algo al respecto y cuando fue a dejarles sus productos los vio conversando con una alegría y tranquilidad muy poco vista en ellos. Aunque ahora que Sabito iba a la universidad no deberían tener problemas legales.
Al menos, ya no.
- ¿Por qué no me dijiste que eran ellos? – Le recriminó a su amigo en el cuarto de este.
- Pues, es complicado. – Se rascó la mejilla incómodo. – No es un secreto, pero tampoco podía ir con el chisme de la nada. – Le sonrió. – De seguro causó más impacto cuando llegaron.
- ¡Pues claro que sí!
Primero Kanao e Inosuke y luego Sabito con Giyuu. Era como si las personas vinieran a este lugar para sacarle en cara sus relaciones buenas y sin problemas mientras él seguía sin poder confesarse por miedo a ser rechazado tanto por Tanjirou, su familia o la familia del joven.
Aunque ahora que lo pensaba, Kie no parecía molesta o sorprendida por ver a Giyuu con Sabito. Incluso sabía qué pedían normalmente.
- ¿A tu familia no le molesta la relación de ellos?
- ¿Eh? – Tanjirou lo observó sin comprender. – Claro que no.
- Ya veo.
- Hanako tiene buenas fotos de ellos besándose, tomados de la mano o viéndose con ternura. – Se sonrojó. – Aunque supongo que eso no es algo bueno de hacer con los clientes.
- Ese es un buen punto.
Comenzaron a reír al imaginarse la reacción del profesor si descubriera las fotos de la hermana de Tanjirou o sobre las conversaciones de sobremesa que tenían ellos de las parejas que visitaban la pastelería.
- Supongo que nos gusta pensar en qué harían o los lindas que se ven algunas parejas.
- Tienes que invitarme a esas conversaciones Tanjirou.
- Bueno, es difícil porque solo llegan mientras comemos.
- Oh. – A Zenitsu le hubiese gustado participar en aquellas conversaciones. Normalmente cenaba solo ya que Kaigaku no solía estar en casa y su abuelito comía en otro horario. Sin olvidar que las pocas veces que estaban los tres para comer eran un completo caos.
- Pero la solución es muy sencilla Zenitsu. – Tanjirou le giñó un ojo mientras le levantaba el pulgar. – Debes quedarte a cenar más seguido.
Zenitsu se sonrojó ante la expresión del muchacho y asintió suavemente con la cabeza. No le parecía mala idea la verdad. Además, le agradaba saber que a la familia de su amigo no le incomodaban las relaciones homosexuales.
Al menos podía sentirse menos nervioso ante ese punto.
- ¡A cenar!
Se escuchó la voz de Kie desde lo lejos. Tanjirou se levantó de un salto ante el llamado y luego observó a su amigo con una sonrisa brillante.
- Y eso puede empezar desde hoy.
- Jaja eres un idiota. – Zenitsu se rascó la cabeza incómodo, pero con el pecho cálido ante las palabras de su amigo y su sonido tan amable. – Déjame avisarle a mi abuelo y luego bajo.
- ¡Claro! Te espero allá.
Su abuelo no tuvo problemas con el cambio de panorama y Zenitsu pudo disfrutar de una cena deliciosa y bulliciosa con todos los integrantes de la familia Kamado. Realmente disfrutaba los momentos que compartía con ellos, más si estaba junto a Tanjirou.
- A veces me pregunto el por qué no podemos ser igual a ustedes. – Confesó con cierto pesar mientras Tanjirou lo acompañaba a casa.
- ¿A qué te refieres?
Tanjirou lo observó sin entender y Zenitsu suspiró.
- Mi relación con Kaigaku no es como la de ustedes. – Se detuvo para mirar el suelo, no le gustaba mucho decir aquellas cosas por muy ciertas que fueran, pero estaba hablando con Tanjirou y él era de confianza. – Quiero mucho a mi abuelo, pero no somos ni la mitad de bulliciosos cuando estamos juntos. – Apretó las manos con fuerza. – Que decir de hablar sobre cosas varias.
- Entiendo.
- Me gustaría poder llevarme así de bien con Kaigaku o poder sentirme más a gusto con mi abuelo.
Zenitsu siempre se sentiría agradecido con su abuelo. Aquel anciano con el que no compartía ningún vínculo de sangre, pero que amaba por todo lo que había hecho por el luego de adoptarlo siempre tendría un lugar en su corazón. Aun así, sentía que algo faltaba.
Y qué decir de Kaigaku. Él siempre lo trataba mal o le decía cosas horribles. Nunca se había comportado como un hermano mayor o se había preocupado por su bienestar. Las pocas veces que se habían llevado bien se debió a temas puntuales o milagros de la vida.
- Realmente hubiera sido más feliz si el idiota de Kaigaku no fuera tan cruel conmigo. – Sus ojos se llenaron de lágrimas ante el recuerdo del aquel joven. No sabía si quería a su hermano o no, pero realmente deseaba que las cosas fueran mucho mejores con él.
Unas manos tomando las suyas le hicieron regresar a la realidad. Se sonrojó cuando el rostro de Tanjirou se encontró cerca del suyo.
- Lamento mucho que te sientas de esa forma Zen. – Se perdió en los ojos de su amigo. – No puedo hacer nada por tu familia y realmente desearía que no pensaras de esa forma.
Su sonrojo aumentó cuando apretaron con un poco más de fuerza sus manos y luego las llevaron hasta el pecho de pelirrojo.
- Pero sí que puedo hacer algo por ti Zen. – El joven lo miró a los ojos con determinación y Zenitsu solo deseaba perderse en aquellos colores. – Tú me elegiste como amigo y siempre estaré ahí para ti sin importar la hora y el lugar. ¡Eres importante para mí! ¡Lo más importante junto a mi familia!
- O…oye… - Ahora comenzaba a ponerse nervioso por las palabras del muchacho.
- Así que nunca dudes en llamarme para lo que sea Zen. ¡Yo también quiero ser tu familia!
- ¡Idiota! – Se soltó del agarre completamente sonrojado. - ¡Si sigues hablando así parecería que te estuvieras confesando o algo!
- Pero… - Tanjirou intentó continuar, mas fue detenido.
- Sí, soy importante para ti lo sé. – Le sonrió en respuesta. – Gracias Tan, sé que podré contar contigo para lo que sea.
- Hablo enserio Zen.
Nuevamente lo observaron con intensidad y el solo deseó lanzarse a los brazos de Tanjirou para sentir su calor y ternura. Mas no debía, al menos no todavía si no podía confesarse. El sonido que este hacían también lo puso muy nervioso.
Aunque no pudo evitar emocionarse ante sus palabras. Sin darse cuenta había tenido otra familia a su lado y recién se había percatado al respecto.
- Gracias. – Terminó por decir con sinceridad.
Ciertamente los Kamado siempre habían estado para él. Tal vez no podría hablarles de temas específicos como lo haría con Tanjirou, pero sabía que podía contar con ellos.
- Cuando quieras.
Siguieron caminando luego de eso.
El resto de los días pasaron con relativa calma para así llegar al lunes en donde comenzaría a trabajar oficialmente para el negocio de los Kamado.
Preparó las cosas desde su casa pensando en cómo sería o qué necesitaría y observó el celular para ver la hora, sonrió al ver un mensaje de Tanjirou en este junto con un "Éxito" escrito al lado de una carita feliz.
- Ese idiota. – Sonrió para luego responder el mensaje. Se suponía que el joven estaba en clases, no debería estar mandándole comentarios o ánimos.
Se dirigió a la casa de su amigo con una sonrisa a pesar de todo, pero al llegar a esta se detuvo un momento. Tomó aire para darse fuerzas.
Era hora de trabajar.
Los días pasaron con relativa calma y su rutina entre la universidad y el trabajo empezó a resultarle menos pesada una vez se pudo organizar bien al respecto.
A veces se quedaba a cenar con la familia de su amigo, otras, como hoy, era Tanjirou el que iba a almorzar a su casa.
- ¡Hace tiempo que no iba para allá! – Exclamó el muchacho con una sonrisa.
- ¿Qué dices? Si siempre que me vas a dejar llegas hasta mi casa.
- Sí, pero es diferente porque no entro.
- Te puedo conceder eso.
Tanjirou comenzó a reír por su comentario y el, contagiado por el buen ánimo del joven lo siguió en las risas.
Llegaron a la casa del rubio sin mayores contratiempos. El abuelo de Zenitsu recibió a Tanjirou con una gran sonrisa y exigiéndole que lo visitara más seguido.
- Tanjirou está ocupado abuelo. – Expresó con cierta molestia. – Está preparándose para los exámenes de ingreso a la universidad y además trabaja en la pastelería familiar.
- Pero siempre te viene a dejar ¿no? – Respondió el adulto con el mismo tono de Zenitsu. – Su viene a dejarte puede perfectamente entrar y saludar.
- Pero…
- Temía despertarlo o ser muy inoportuno si entraba sin avisar. – Tanjirou comentó con tranquilidad.
- Tonterías. – El anciano movió la mano. – Siempre has sido más que bienvenido en esta casa.
- Habla por ti viejo. – Todos se giraron para ver a Kaigaku. – A mí no me gustan los maricones en mi casa.
- ¡¿Qué?! – Tanto Zenitsu como Jigoro se pusieron pálidos por el comentario de Kaigaku.
- ¡¿Cómo te atreves a hablar así?! – El anciano se acercó rápidamente al muchacho para golpearle el brazo.
- ¿Qué? – El otro no parecía importarle la molestia del hombre. – Un maricón es un maricón.
- ¡Deja de decirle maricón a Tanjirou! – Gritó furioso el rubio.
- Ja. – Kaigaku le sonrió con burla al rubio. – Como si tu comentario de mierda me importara. – El joven se acercó a la puerta de entrada. – Odio comer con maricones, mejor me voy a otro lado.
- ¡Kaigaku! – Gritó Jigoro nuevamente, más el joven lo ignoró por completo y salió de la casa. – Ese muchacho no tiene remedio. – Suspiró.
- Lo siento Tanjirou. - Zenitsu quería morir por culpa del idiota de Kaigaku. – Es un idiota.
- No te preocupes. – Tanjirou sonrió con tranquilidad. – La verdad es que me tiene sin cuidado lo que diga Kaigaku.
Un repentino golpe en la espalda hizo que el joven avanzara y se pusiera en el hombro de Zenitsu ante la repentina acción. El rubio se sonrojó aún más al sentir el dulce olor de los cabellos rojizos cerca suyo.
- ¡Abuelo! – Gritó por la acción del anciano, este sonreía y continuaba golpeando la espalda de Tanjirou mientras el joven seguía apoyándose en el hombro del rubio.
- ¡Así me gusta! ¡Un joven con carácter!
Tanjirou reía mientras recibía los golpes, Zenitsu deseaba levantar los brazos para sentir más al otro muchacho, pero se contuvo como pudo.
- Ya no lo molestes más.
Al final terminaron en la pieza de Zenitsu hablando de distintas cosas hasta que fueron llamados a comer.
Kaigaku regresó en medio del almuerzo, pero solo les dirigió una mirada mordaz antes de ir a encerrarse a su pieza.
- No entiendo cuál es su problema. – Zenitsu ya sentía que el almuerzo se había arruinado por aquel muchacho.
- No te preocupes por él muchacho. – Le respondió el anciano fijándose en Zenitsu para luego mirar a Tanjirou. – Ahora sigue con la historia.
La mala sensación que sintió por Kaigaku lentamente se fue eliminando cuando Tanjirou continuó contando su anécdota. Antes de darse cuenta se encontraba riendo a carcajadas junto con las otras dos personas que lo acompañaban.
Ciertamente amaba comer de esta forma, entre risas y comentarios tontos. Recordaba los otros almuerzos junto a Kaigaku, estos eran silenciosos y llenos de comentarios mordaces por parte del joven.
Odiaba aquello, no le gustaba ese ambiente. Pero aquí estaba con uno bueno, disfrutando y riendo sin parar junto a sus seres queridos. Deseaba que las cosas fueran así por siempre, aunque tenía claro que no podría ser así en todo momento. Tal vez, si se seguía esforzando, podría terminar su carrera, encontrar un buen lugar y poder confesarse a Tanjirou para estar bien junto al joven.
Ya fuera correspondido o no, deseaba estar al lado del él por el resto de su vida.
La tarde pasó volando y finalmente el joven tuvo que retirarse a su casa.
- ¡Nos vemos mañana!
- Si. – Respondió con una sonrisa.
- Nos vemos muchacho. – Se despidió el abuelo a su lado.
- Recuerden que la próxima semana ustedes almuerzan con nosotros.
- Estoy seguro que tanto el abuelo como yo iremos, pero de Kaigaku no prometo nada. – Zenitsu miró por las escaleras por miedo a invocar al joven.
- ¡Nos vemos Kaigaku! – Gritó con fuerza Tanjirou antes de mover la mano e irse.
- Me gusta ese muchacho. – Exclamó el anciano luego de unos segundos.
- Si, a mí también. – Respondió sin querer y luego se congeló ante sus propias palabras.
- Lo sé.
- ¿Eh?
Miró con pánico al mayor, mas este solo le sonreía con cariño para luego levantar el pulgar.
- Estoy seguro que serán una gran pareja.
- ¡Abuelo!
El hombre comenzó a reír mientras se retiraba a su habitación, Zenitsu lo observó marchar con las mejillas sonrojadas y el corazón cálido ante las palabras de su abuelo. No había sido rechazado y eso lo dejaba con grandes sentimientos.
Subió a su cuarto sonriendo hasta que se encontró con Kaigaku en su pieza sosteniendo algo entre las manos.
- ¿Qué haces aquí? – Preguntó con sospecha.
No obtuvo respuesta, aquello le produjo mala espina, lo mismo ante lo que su hermano sostenía entre sus manos. Observó su alrededor, todo parecía normal, excepto por una caja que estaba en su cama, caja en la que sabía contenía cosas personales e importantes para él y que una de ellas era una foto regalada por Hanako.
- Tú. – Se acercó rápidamente a Kaigaku. - ¡Devuélveme eso!
Trató de quitarle la foto, pero fue empujado con fuerza. Normalmente se rendiría, pero esta vez era diferente. No se dejaría intimidar por el muchacho y recuperaría aquella foto.
Se paró con rapidez y se lanzó nuevamente al joven, que sorprendido al no esperarse aquello, cayó al suelo junto a Zenitsu. Ambos comenzaron a forcejear, uno intentando recuperar la foto y el otro sosteniéndola con más fuerza.
- ¡Es mío! – Gritó.
- ¡Eres un maldito enfermo!
De una patada Kaigaku lo alejó de su lado, Zenitsu sostuvo su estómago mientras tosía por el golpe. Era un bruto.
- Tanto te gusta andar de maricón con el otro.
- Eso es problema mío. – Le respondió mordaz y con rabia. Estaba harto de sentirse pequeño por culpa de este idiota.
- ¡Ja! – Le observaron con burla. – Él nunca te corresponderá, no importa cuánto le llores o babees, nunca llamarás su atención.
- ¡No es tu problema! ¡Devuélveme la foto!
- ¿Quieres esto?
Kaigaku le mostró el papel en donde aparecía el rostro sonriente de Tanjirou. Zenitsu se levantó nuevamente para alcanzarla, más se congeló cuando el muchacho comenzó a romper en varios pedazos la foto con una sonrisa.
- ¿Por qué tanto griterío? – Llegó Jigoro luego de escuchar el escándalo.
Zenitsu se mantuvo quieto, su cuerpo temblaba tanto de ira como de pena.
- ¿Por qué me odias tanto? – Preguntó finalmente observando al que era su supuesto hermano. No, era un desconocido, no era nada.
- ¿Zenitsu? – El anciano se acercó al rubio y luego observó a Kaigaku sin comprender lo que estaba pasando hasta que vio los pedazos de papeles en el suelo. - ¿Qué le hiciste Kaigaku?
- Ustedes me dan asco. – Exclamó el muchacho para salir de casa.
- ¡Kaigaku! – El anciano intentó detenerlo sin conseguirlo, luego regresó al lado de Zenitsu. – Muchacho ¿qué pasó? ¿Qué…
El rubio se alejó para comenzar a recoger los pedazos de papel. El hombre intentó ayudar, pero fue rechazado por el joven. Se quedó en la pieza sin saber muy bien qué hacer o cómo proceder. Sabía que esos dos no se llevaban bien, pero siempre había mantenido una pequeña esperanza a que la relación mejorara. Lastimosamente comenzaba a pensar que nunca sería el caso.
- Daré una vuelta.
Sin esperar respuesta Zenitsu se retiró. Jigoro se quedó de pie en la pieza de su nieto con un gran dolor en el pecho ante lo que había presenciado. Caminó hasta el teléfono para hacer una llamada, temía por su nieto y sabía que este no le diría nada al respecto, pero también conocía a alguien que si podría estar a su lado en aquellos momentos de tristeza.
Zenitsu sentía rabia, una rabia tan grande que agitaba todo su cuerpo sin poder controlarlo. Pero más que rabia, el dolor le hacía querer llorar por su situación, con terquedad se aguantaba las ganas mientras continuaba su camino a algún lado.
No lo entendía, el día había sido bueno, había pasado un buen rato con sus seres queridos y de pronto Kaigaku, siempre Kaigaku, hacía algo para hacerlo sentir desdichado. Por qué era lo que se preguntaba siempre que pasaba algo así. ¿Por qué su supuesto hermano lo trataba de aquella forma?
¿Por qué era odiado por aquel joven?
La imagen de Tanjirou con sus palabras llegaron a su mente. "¡Eres importante para mí! ¡Lo más importante junto a mi familia!" Le había dicho. ¿Haría bien en llamarlo? Hace poco que se había ido de su casa, no deseaba molestarlo con cosas tan tontas como sus problemas familiares.
Suspiró con pesar aun aguantándose las ganas de llorar.
¿Qué debería hacer? Luego de esto estaba seguro que nunca podría estar bien con Kaigaku. ¿Por qué el imbécil era así con él?
Si tan solo tuviera a Tanjirou a su lado tal vez se sentiría menos triste y solo, pero…
Llegó hasta una banca y se sentó para mirar el cielo sin mucho interés. Odiaba cuando las emociones negativas lo invadían y le impedían ver más allá. Se sentía tan solo y desolado.
- Tanjirou… - Susurró con suavidad en un intento por invocar al muchacho o al menos sentirse menos solo diciendo su nombre.
- ¿Dime?
Saltó de su puesto al escuchar la voz del joven, se giró con rapidez para encontrarse con su amigo sentado a su lado con una dulce sonrisa.
- ¿Tanjirou?
- Sip.
- Pero… ¿cómo? – Definitivamente no entendía nada de esto.
- Tu abuelo llamó y…
- ¿Qué?
Tanjirou se rascó la mejilla y luego le sonrió nuevamente.
- No importa Zen, aquí estoy.
El muchacho tomó una de sus manos con suavidad y con la otra empezó a darle cariños en la espalda. Su cuerpo se tensó un poco, pero luego comenzó a relajarse. Antes de darse cuenta su cabeza se encontraba apoyada en el hombro de su amigo.
- Siempre estaré para ti Zen.
Le escuchó decir con cariño mientras continuaban sosteniendo su mano y acariciando su espalda. Las lágrimas que con tanta fuerza intentó mantener se derramaron libremente expresando toda la tristeza, dolor y rabia que sentía.
Se abrazó a Tanjirou con fuerza mientras continuó llorando con pesar. El joven correspondió el gesto envolviendo sus brazos a su cuerpo, moviendo la mano por su espalda y dándole algunas palabras de aliento.
Zenitsu continuó llorando y aferrándose a su amigo derramando todo el dolor y pesar que había acumulado por muchos años por culpa de Kaigaku.
- Bótalo todo Zen, no te guardes nada.
Le escuchaba decir al otro mientras le daban besos en la cabeza y la frente, cerró los ojos sintiendo como el calor y el dulce sonido de Tanjirou lentamente calentaba su corazón adolorido.
El tiempo fue pasando y con ellos sus emociones se apaciguaron, las lágrimas se detuvieron y el dolor tan intenso sólo pasó a ser el mismo de siempre y del que ya podía manejar con calma.
- ¿Mejor? – Escuchó la dulce voz de su amigo en su oreja ahora poniéndolo un poco nervioso por lo que solo pudo afirmar con la cabeza en respuesta. – Me alegro. – Otro beso en su cabeza le hizo sonrojar aún más.
- Gracias.
- Cuando quieras. – Una caricia en su espalda. – Pero fue gracias a tu abuelo que te pude encontrar, sino…
La tristeza en el tono de Tanjirou fue notoria y también sabía lo que seguiría en aquella oración.
"Si no, hubieras estado solo con todo este dolor" – Pensó sabiendo que seguramente ese hubiera sido el caso. Cuando regresara a casa se aseguraría de agradecerle apropiadamente al anciano su ayuda y preocupación.
- ¿Quieres hablar de lo que pasó?
- Yo… - Se alejó un poco, pero aun sintiendo los brazos del joven. Asintió para comenzar a contar sobre Kaigaku y los malos tratos a su persona.
Tanjirou escuchó pacientemente, se dedicó a observarlo, darle cariño y a veces besarle la frente cuando le contaba algunas cosas que el idiota le había hecho y realmente lo había lastimado en el pasado.
- No entiendo Tanjirou ¿por qué es así? – Susurró con pesar en el hombro del muchacho.
- No lo sé. – Expresó con angustia abrazándolo nuevamente con fuerza. – Realmente no lo sé. Existen tantas opciones por las que se puede ser así con alguien tan maravilloso como tú.
- ¿Varias opciones? – Se alejó para observarlo con incredulidad. - ¿Hablas en serio?
- ¡Claro que sí! ¿Cuándo te he mentido?
- Nunca y las veces que lo has intentado haz fallado olímpicamente.
- Bueno, soy malo para mentir.
Ambos rieron un momento, Zenitsu al fin comenzaba a sentirse más tranquilo.
- Volviendo al tema, la gente puede odiar a otra por cualquier motivo, podría ser cosas como celos o incluso por envidia.
- Dudo que Kaigaku tenga celos de mí. – Se alejó del calor de Tanjirou y se apoyó en la banca para ver el cielo. No quería hacerlo, pero ya llevaba mucho tiempo en los brazos del joven. – Tal vez solo me odia porque sí.
- También es una opción.
Sintió al otro imitarlo y sonrió. Lo de Kaigaku nunca iba a cambiar, pero no era su deber continuar al lado de ese muchacho. Tanjirou, por otro lado, siempre estaría a su lado y le daría la comodidad y el cariño que quería. Por ahora estaba bien recibir ese cariño como amigo, solo esperaba que dentro de poco fuera de otra forma, solo necesitaba reunir el valor para conseguir aquello.
Abrió un poco más los ojos cuando sintió la mano del muchacho tomar la suya lentamente hasta entrelazar sus dedos con los suyos, se sonrojó, pero no se alejó.
- Sin importar la razón, estaré siempre para ti Zen. - Le dijeron con suavidad y cariño. Cerró los ojos para impedir que las nuevas lágrimas aparecieran y apretó con fuerza la mano del joven.
- Si, gracias Tan.
Se quedaron el resto de la tarde en aquel lugar tomados de la mano y conversando otras cosas.
Cuando llegara a casa le daría un gran abrazo a su abuelo por haber llamado a Tanjirou.
Tal vez nunca podría llevarse bien con Kaigaku, tal vez las cosas no podrían mejorar dentro de su pequeña familia. Pero su abuelo, haciendo aquella llamada, le había demostrado cuan preocupado estaba por el junto con el cariño que le tenía.
Quizás solo era momento de dejar de intentar llevarse bien con el que era su hermano mayor y aceptar que no podrían tener una relación de hermandad como las que tenían los Kamado.
Y estaba bien.
Nadie era culpable.
No necesitaba sentirse mal o menos persona por aquello.
Solo eran cosas que pasaban y estaba bien.
Las cosas no tenían que ser perfectas, mientras se sintiera tranquilo consigo mismo y con los que se rodeaba estaría bien. Solo necesitaba aceptar que algunas cosas simplemente no podrían ser y que no había problemas al respecto.
Tenía otras personas para sentirse querido.
Tal vez no eran muchas, pero eran las necesarias para hacerlo sonreír todos los días.
Con eso bastaba.
Y así las semanas continuaron.
Tuvo muchos problemas para finalmente dominar la bandeja e incluso fue rescatado por su amigo cuando, sin querer, botó sobre un cliente todo el contenido de esta cuando intentó dejar un smoothie en la mesa.
- Lamentamos mucho las molestias. – Exclamaba un preocupado Tanjirou mientras tomaba de la mano a Zenitsu y lo alejaba un poco de la persona que se había levantado con rabia ante su situación. – Si gusta podemos tomar sus pertenencias y lavarlas de inmediato o hacer algo para compensarlo por tan lamentable situación.
- ¿Qué? – El hombre se sentó nuevamente ya un poco más calmado cuando su pareja le tomó de la mano con una sonrisa. Al final terminó aceptando.
- Lo siento Tanjirou. – Expresó con pesar mientras acompañaba al muchacho a la cocina nuevamente en busca de su madre, este le sonrió con cariño.
- No te preocupes. Son cosas que pasan. – Le dijo sin darle mayor importancia.
- ¿Qué pasó? – Kie apareció junto a Hanako y Takeo, los otros hermanos se encontraban en la casa al cuidado de Nezuko.
Tanjirou explicó la situación con tranquilidad.
- Yo me encargo ahora cariño, gracias. - La mujer tocó el hombro de Tanjirou y luego le sonrió a Zenitsu. – Que estas cosas no te abrumen cariño, son cosas que pasan.
- Realmente lo lamento.
- ¡No lo hagas! – Hanako se le acercó con una sonrisa. - ¡Tanto Tanjirou como Takeo han derramado cosas en clientes! Es más normal de lo que crees.
- ¡Hanako! – Exclamaron los muchachos sonrojados para luego comenzar a reír.
- Es cierto cariño. – Kie le sonrió y le acarició la cabeza. – No le des tanta importancia. – Luego se marchó para atender al cliente.
- Gracias.
- Ven. – Takeo se le acercó antes de Tanjirou. – Necesito tu ayuda con algo.
- Oh, claro. – Siguió al joven mientras Tanjirou regresaba a sus cosas y Hanako entraba a la casa aun riendo.
Llegaron al patio de la casa y el pobre no sabía qué decir o pensar por ello. Se suponía que el muchacho lo había llamado para que ayudara en algo, pero no parecía que hubiera algo que hacer ahí.
- ¿Ocurre algo malo?
- Si. – Takeo lo observó a los ojos con seriedad. – Quiero saber las intenciones que tienes con mi hermano.
- ¿Eh? – Se sonrojó y alejó un paso por el peso de aquellas palabras. - ¿Qu… qué estas…
- No te hagas el tonto conmigo. – El muchacho se cruzó de brazos. – Sé cómo lo miras, no somos idiotas sabes.
- ¿Somos?
- Puede que mi hermano no sepa de tus intenciones, pero nosotros sí.
Nosotros. Zenitsu quería morirse, Takeo le estaba diciendo que su familia sabía sobre sus sentimientos. ¡Quería morir de vergüenza ante lo obvio que había sido!
- Si no eres serio no te lo daré. – El muchacho entrecerró los ojos. – Mi hermano es muy bueno como para que se vaya con cualquiera.
- ¿Acaso soy un cualquiera? – Quería llorar ante las palabras del joven.
- No… pero. – Takeo bajó la cabeza. – Pero no quiero… - Ahora el muchacho parecía estar a punto de llorar. – No quiero que…
Zenitsu le sonrió con cariño mientras llevaba la mano a la cabeza del muchacho.
- Oye, que no quiero quitártelo, solo me gusta. – Se sonrojó al decirlo de forma tan abierta, sobre todo a un niño como Takeo. Luego se calmó, el muchacho lo sabía así que no tenía que ocultarlo más.
- No sé…
- No creo que las cosas cambien mucho si llegara a confesarme.
- ¡Claro que lo harán! – El muchacho se alejó con ojos brillantes. – De seguro te diría que sí, comenzarían a salir y lo alejarías de nosotros y… y…
- Takeo calma. – Era raro para el ser la voz de la razón y tratar de mantenerse tranquilo. - Tanjirou no se alejaría, ustedes son importantes para él.
- ¡Al igual que tú!
- Soy su amigo de la infancia.
- ¡Sabes que te quiere como algo más!
- ¿Eh? – Empezó a reír. – No puedes afirmar algo así.
El chico lo fulminó con la mirada y luego suspiró.
- En fin, solo no me lo quites tan pronto.
- Tranquilo Takeo, tu hermano siempre te amará.
El muchacho se sonrojó fuertemente y miró a otro lado cruzándose de brazos. Aquel gesto le recordó a un Tanjirou más joven haciendo lo mismo. ¡Eran tan lindos! Sonrió.
- Además, yo también los quiero mucho a todos, no me gustaría saber que Tanjirou se alejara de ustedes por una persona.
- ¿Hablas en serio? – El pobre se notaba tan preocupado.
- Siempre lo soy. – Volvió a acariciar la cabeza del joven. – Si Tanjirou encuentra a alguien que trate de alejarlo de nosotros pues nos encargaremos de recuperarlo.
- ¡Ja! – Finalmente el chico sonrió. – Dudo que mi hermano se fije en alguien más que no seas tú.
- ¿Por qué dices eso con tanta seguridad? – Volvió a sonrojarse ante las palabras del joven. ¿Por qué decía aquello con tanta seguridad? Aun no sabía cuándo podría confesarse a Tanjirou y mucho menos saber si era correspondido, pero ahí iba el menor diciendo esas cosas.
- Los dos son muy idiotas para notarlo, pero bueno. – El niño ensanchó un poco más la sonrisa. – Supongo que eso me deja más tranquilo.
- Que cruel.
Comenzaron a reír hasta que apareció Hanako.
- ¡Así que aquí estaban! – Miró a los muchachos. - ¿Ya acosaste al novio de mi hermano?
- ¡No soy su novio! – Se sonrojó por completo.
- Sí, todo tuyo. – Respondió Takeo mientras entraba a la casa. – No olvides lo que dijiste ¿eh?
- No, claro que no. – Ambos jóvenes observaron al muchacho retirarse y luego Hanako lo miró con una gran sonrisa.
- ¿Te gustó la foto que te di?
- Sí, pero… - Se rascó la cabeza nervioso ¿cómo explicar la situación y luego pedir otra? ¿Sería muy patudo? – Tuve un percance y ahora está rota.
- Oh. – La pobre se puso triste al escuchar aquello, pero rápidamente volvió a sonreir. – Que mal ¿quieres otra copia?
- Yo… - Esto era vergonzoso, ahora dos hermanos sabían su preferencia por Tanjirou. – Si… por… favor
- ¡Claro! ¡Después te paso la misma junto con otra que tomé hace poco y de seguro te gustará!
- Gracias.
Sentía mucha vergüenza por ser tan obvio ante los hermanos de Tanjirou, pero lo aceptaría con gratitud. Ninguno lo había rechazado o dicho algo malo por querer a su hermano mayor de forma sentimental.
En realidad, se veían muy abiertos y cómodos ante el tema.
Aquello le demostraba, una vez más, que los Kamado eran unas personas hermosas y de las que esperaba ser digno de estar con ellos.
Hanako, fiel a su promesa le dio la misma foto de la última vez junto con otra de un Tanjirou observando a la cámara con una sonrisa mientras tenía la camisa un poco desabrochada y tirando de la corbata con una mano. Se notaba que estaba sacándose el uniforme cuando Hanako tomó la foto.
"Esta Hanako" – Pensó todo sonrojado en su pieza al ver las fotos. No dudaba que el muchacho se veía bien lindo así, pero tampoco entendía lo que pensaba la muchacha como para darle una foto de ese tipo.
Optó por no darle muchas vueltas mientras guardaba sus pequeños tesoros en un lugar seguro en caso de que a Kaigaku se le ocurriera entrar a su pieza nuevamente.
Ahora la tenía con llave, pero nunca se sabía con ese sujeto.
Resultaba que a Tanjirou le gustaba escuchar música mientras trabajaba en la cocina preparando masas, rellenando pasteles, pan u otras cosas necesarias para la pastelería. De ahí todo bien, lo que le sorprendió fue verlo moverse al ritmo de la música meneando el cuerpo de un lado a otro mientras tomaba las cosas que necesitaba para trabajar a la vez que cantaba, de forma muy desafinada, las canciones y continuaba bailando al ritmo de la música.
La primera vez que lo vio no evitó sonrojarse y pensar en lo encantador que era el muchacho. Se quedó observándolo por un buen rato hasta que la voz de Takeo le hizo regresar a la realidad.
- Sí, sí, mi hermano es genial, lo sé. – Le dijo mientras lo observaba con aburrimiento para luego acercarse a su hermano con una sonrisa pidiéndole ayuda con algo.
Zenitsu observó la interacción entre ambos hermanos. Se parecían mucho, podrían pasar hasta como gemelos si el otro no fuera notoriamente más bajo al hermano mayor.
Podía notar la admiración brillando en los ojos de Takeo mientras Tanjirou le explicaba algo y luego lo felicitaba por otra cosa.
Tanjirou era genial, lo normal sería sentirse mal al pensar que alguien podría alejarlo de su lado. Así que podía comprender perfectamente el miedo del menor por su hermano.
"No lo grabé" - Pensó cuando entró también a la cocina para pedir ayuda con algo que le había encargado Kie. Sonrió un poco incómodo al notar la mirada de reproche por parte de Takeo cuando la atención de su querido hermano cambió de persona. – "Lo siento Takeo"
Y obviamente el baile junto con el tarareo de Tanjirou era algo que el muchacho solía hacer seguido por lo que la próxima vez que lo encontró haciendo aquello no dudó en sacar su celular y grabar el momento para siempre en su memoria y en la del aparato.
Sonrió con cariño al verlo tan relajado trabajando. Tanjirou era una persona digna de admirar.
- Mañana no abriremos el local así que no es necesario que vengas. – Le expresó al cierre Kie con una sonrisa.
- Entiendo. – Observó a la mujer con confusión, pero no quiso preguntar más al respecto.
Nezuko le sonrió mientras cerraba la puerta de la entrada y luego se dirigía a la casa.
- ¿Te quedarás a cenar Zenitsu? – Le preguntó la muchacha.
- No, debo estudiar para una prueba. – El día libre inesperado le resultaría bien útil por lo mismo.
- Entiendo. – Levantó la mano para despedirse. – Le avisaré a mi hermano para que te vaya a dejar.
- No es necesario Nezuko.
- Tonterías. – Dándose la vuelta y despidiéndose se fue en búsqueda del mayor.
Ahora, camino a casa de Zenitsu, el pobre se moría de curiosidad.
- ¿Harán algo mañana?
- Si. – Tanjirou lo observó y luego miró al frente. – Papá tiene control, no ha estado sintiéndose muy bien que digamos.
- Ya veo.
El padre de Tanjirou era un tema delicado para el muchacho. Aquel hombre seguía peleando contra el cáncer a los huesos y no parecía tener mejora. Ahora que lo pensaba ya no lo estaba viendo tan seguido y tampoco en las cenas.
Miró a Tanjirou con preocupación. Podía darse una idea sobre lo que el muchacho estaba pensando, los sonidos que hacía también estaban llenos de inquietud y ansiedad.
- ¿Qué tal si salimos mañana? – Su boca emitió aquellas palabras sin su permiso.
- ¿Eh? ¿Pero no debías estudiar para una prueba? – Tanjirou lo vio con preocupación.
- Sí, pero podemos ir temprano y en la tarde me dedico a estudiar.
- Y mi padre tiene su hora en la tarde. – Sonrió feliz. - Ciertamente no hemos pasado mucho tiempo juntos y salir sería una buena forma de compensarlo.
- ¿Qué dices? Si nos vemos casi todos los días. – Empezó a reír por los disparates del joven y se detuvo ante su mirada.
- Digo, solos.
Ante ese punto Tanjirou tenía razón. En la pastelería siempre estaban trabajando, con la familia de Tanjirou o atendiendo a algún cliente y el camino a casa de Zenitsu tampoco era tan largo como para poder disfrutar sus momentos.
- Te cedo ese punto.
- ¿Cierto? – Se veía feliz y luego exclamó. - Ya quiero que sea mañana.
- Sí, yo también. - No evitó darle la razón.
Llegaron a la casa del rubio rápidamente mientras se organizaban para el día siguiente.
- Entonces en la plaza de siempre a las 09.
- Si, ahí estaré. – A Zenitsu no le gustaba mucho despertarse temprano, pero lo valía si era por Tanjirou.
- Hasta mañana.
Lo vio alejarse y sonrió mientras entraba a su casa.
Estaba ordenando algunas cosas y preparándose para repasar materia de la universidad cuando le llegó un mensaje por celular, se sorprendió al ver el nombre de Nezuko.
- Así que tendrás una cita con mi hermano. ¡Felicidades!
De la muchacha se esperaba cualquier cosa menos aquello. Tomó una almohada y se tapó la cara con esta para gritar.
¿Por qué estaba diciendo esas cosas? Tomó su celular para responder una vez se calmó.
- Dijo que mañana irían al cine. ¿No es una cita? – Le mandaron en respuesta.
- ¡Claro que no!
- Buuuu.
- No saques conclusiones tan rápido Nezuko D:
- Hanako y Takeo ya saben que andas loquito por mi hermano ¿por qué no confesarse mañana?
- ¡No! – Mandó una carita enojada. – No es el momento.
- ¿Y cuándo lo sería?
Aquella era una muy buena pregunta. La verdad es que no estaba seguro de cuándo sería un buen momento para confesarse. Tanto el cómo Tanjirou se encontraban ocupados ya sea por estudios, trabajo o familia. No sabía si alguno tendría tiempo para el romance.
- A veces los momentos hay que hacerlos y no esperarlos.
Leyó el mensaje de Nezuko. A esta chica siempre le salían palabras sabias en los momentos menos esperados.
- Además, no permitiré que mi hermano te espere toda la vida. Para que sepas hay personas que están muy interesadas en él y no me refiero a solo chicas.
Corrección, Nezuko no se iba con vueltas. Iba directo al punto y donde más dolía.
- Daré lo mejor. – Respondió de forma vaga.
Era obvio que habría más gente interesada en su amigo, después de todo Tanjirou era una persona hermosa, esforzada y de buen carácter. Sería la pareja ideal de cualquiera.
Han sido amigos de la infancia ¿en qué posición lo dejaba eso? ¿Estaría bien confesarse? ¿Sería bueno tener esperanzas de que el muchacho le respondería?
"Nezuko me haces pensarlo mucho"
Se llevó ambas manos a la cabeza para moverse los cabellos con fuerza. Odiaba cuando la inseguridad regresaba a molestarlo. Últimamente había estado trabajando en ella, pero cuando aparecía le era muy difícil controlarla.
Sacó las fotos del muchacho, su colección había aumentado considerablemente gracias a Hanako. La muchacha le daba muy buenas fotos.
Ahora que lo pensaba bien, casi todos los hermanos de su amigo apoyaban que le gustara. ¿Se podía ser más obvio?
- Me voy a dormir.
Susurró a la nada mientras abría la puerta de su pieza para gritarle un buenas noches a su abuelo, tomar sus audífonos y acostarse en la cama. La música era su mejor compañia en los momentos de incomodidad.
Tomó el celular para colocar una canción cuando se percató de un mensaje por parte de Tanjirou.
- Hasta mañana. – Estaba escrito junto con una carita feliz. Sonrió.
- Hasta mañana.
Respondió sintiéndose un poco más tranquilo sin razón aparente.
La cita no cita pasó sin problemas. Ambos llegaron a la hora acordada y juntos se dirigieron caminando al cine.
La película que eligieron fue una de acción y de la que ignoraron a veces por andar riéndose de algunas escenas o actuaciones de las personas en esta.
- ¿Viste la cara del actor cuando intentó verse asustado? – Tanjirou reía a mas no poder recordando la escena.
- ¿Qué tal la protagonista?
- ¡Si! Se ganaría un premio por peor actuación.
- Era puro boing y nada de actuación.
Ambos continuaron riéndose mientras caminaban a una cafetería para comer algo. Estaban en ello hasta que Tanjirou se detuvo al ver algo y luego tomó del brazo a su amigo para detenerlo.
- ¿Qué pasa? – Se sonrojó al tener al muchacho tan cerca.
- Mira por allá.
Zenitsu dirigió su atención en la dirección señalada. Al principio no vio nada interesante, personas y más personas pasando de un lado a otro, pero al fijarse bien pudo percatarse de una en particular o mejor dicho dos personas a las que conocía perfectamente.
- ¡Son Inosuke y Kanao! – Exclamó con sorpresa.
- Y fíjate como van. – Hizo caso para prestar más atención a los jóvenes.
- ¡Van de la jodida mano!
Se quedaron quietos y sorprendidos mientras la pareja continuaba caminando hacia ellos sin saberlo. La primera en verlos fue Kanao, esta les sonrió como siempre y luego levanto la mano para saludarlos.
Inosuke caminaba con ella tranquilamente hasta que los vio. Se percató en ellos, luego en la mano que el mismo tomaba y luego en ellos nuevamente.
- ¡Díganme algo si se atreven! – Gritó con fuerza.
Aquella reacción solo causó que tanto Tanjirou como Zenitsu comenzaran a reír a carcajadas.
- ¿De qué se ríen?
- ¡Felicidades Inosuke y Kanao! – Exclamaron los muchachos a la vez.
- Gracias. – Kanao como siempre se mantuvo tranquila, Inosuke por su lado enrojeció y miró a otro lado, sin soltar la mano de la muchacha.
- Me alegro por ustedes. – Zenitsu se acercó a Inosuke para golpear el brazo del muchacho con el codo. – Te lo tenías bien callado e picarón.
- ¡Cállate!
- ¿Desde cuando comenzaron a salir?
- ¡Que te importa! – Gritó rojo.
- Llevamos casi un año. – Respondió con tranquilidad.
Ambos habían respondido al mismo tiempo. Zenitsu empezó a reír nuevamente.
- Wow. – Tanjirou por su parte no salía de su asombro. – Eso si es harto. ¿Cómo lo han hecho? Ya que Inosuke aun va en la preparatoria y Kanao va a la universidad.
Los mencionados se vieron un momento y luego a ellos. Inosuke se señaló con el dedo y sonrió con autosuficiencia.
- Esas cosas no nos afectan, somos demasiado buenos para aquello.
- Supongo que lo llevamos de la misma forma que ustedes. – Le siguió en respuesta la joven.
- ¿Nosotros? – Zenitsu se sonrojó al comentario, giró la cabeza para ver a Tanjirou solo para encontrarlo igual de sonrojado.
- Pero si nosotros no estamos saliendo. – Respondió Tanjirou luego de algunos segundos de silencio.
- ¿Y cuándo lo harán de una buena vez? – Inosuke como siempre no le importó la incomodidad de sus amigos.
El silenció regresó haciéndolos sentir incómodos.
- Ven, sigamos con lo nuestro. – Kanao tiró de la mano del muchacho y con un movimiento de mano se despidió de ellos. Inosuke la siguió sin más palabras e imitó el gesto.
- ¡Que alguno de ustedes se confiese de una buena vez! – Gritó antes de perderse entre las demás personas.
Tanto Zenitsu como Tanjirou se quedaron en su sitio viendo a la pareja marcharse.
- ¿Aun deseas ir a la cafetería Zenitsu?
- ¿Eh? – Apenas podía ver a su amigo sin sentir vergüenza. – Claro, vamos.
Llegaron en silencio y se sentaron de la misma forma para luego pedir algo.
Zenitsu estaba confuso ¿era bueno decirlo? ¿confesarse? ¿era el momento ideal? Recordó las palabras de Nezuko, quizás esta era la oportunidad de crear un momento.
- Sabes.
- ¿Si? – La voz de Tanjirou lo hizo dudar nuevamente, más al ver el rostro serio de su amigo.
- A veces pienso en el futuro.
- ¿Cómo así? – Eso era muy ambiguo.
- Mi padre, mi familia. – Tanjirou se notaba algo nervioso, era obvio que no solía hablar de estos temas. Zenitsu se sintió feliz al saberse de confianza. – Mi carrera, mi futuro.
- ¿En qué dudas?
El muchacho suspiró.
- Me llamaba la atención la pedagogía ¿sabes?
- No tenía idea. – Pensaba que Tanjirou deseaba ser panadero y seguir con el negocio familiar, aquella nueva información realmente lo había sorprendido.
- Sí, siempre me gustó, quizás porque tuve que ayudar a mis hermanos a estudiar, no lo sé.
- ¿Qué te detiene a estudiar eso?
- La situación.
- ¿Cuándo dices situación hablas de tu papá?
Tanjirou asintió con la cabeza, el pesar en el rostro se notaba y no le agradaba aquello.
- Papá está mal Zenitsu, lo ha estado por algún tiempo. Mamá tampoco puede con todo sola y mis otros hermanos no pueden perder su infancia debido a nuestras circunstancias.
- Pero tú no puedes perder la oportunidad de estudiar lo que desees.
- Lo sé, pero soy el mayor. – Tanjirou le sonrió con cierta tristeza. – Debo estar ahí para mi familia y si eso significa no estudiar y terminar mi curso para luego dedicarme al negocio familiar por el bien de ellos pues que así sea.
- No… - Deseaba recriminarle o gritarle, pero sabía que Tanjirou estaba decidido a ayudar a sus seres queridos. – Pero tal vez puedas hacerlo cuando tus hermanos terminen sus carreras.
- Uf, eso sería al menos en unos 18 años más.
- Pero quizás luego de que Nezuko o Takeo terminen sus estudias tú puedas.
- Sí, es una opción.
Era obvio que Tanjirou no aceptaría algo así. Para él su familia era primero, no permitiría que alguno de ellos se sacrificara si él podía hacerlo. Amaba aquello de Tanjirou, pero también le daba rabia.
Sabía que el mismo haría lo que fuera por el bienestar de su abuelo, por eso podía comprenderlo. No esperaba nada de Kaigaku así que estaba seguro que él debía hacer las cosas para salir adelante, pero Tanjirou tenía a sus otros hermanos, no era necesario que cargara con todo aquel peso solo. No lo merecía, ni debía hacerlo.
¿Cuál sería la mejor opción?
- ¿Qué tal yo?
- ¿Eh? – Tanjirou lo observó sin entender. De pronto su corazón comenzó a latir con fuerza ante lo que pensaba decir.
- ¿Qué tal si termino mi carrera y luego tu estudias la tuya mientras yo apoyo a tu familia?
- ¿Qué cosas dices?
- Pues eso. – Con las manos temblorosas tomó las de su amigo y lo vio a los ojos. – Que haría lo que fuera para ayudarte y eso incluye también ayudar a tu familia.
- Zen. – Tanjirou se sonrojó, pero no aparto las manos. – Si dices esas cosas puede confundirse como una declaración o proposición.
Su pedido llegó en aquel momento haciendo que tuvieran que separarse. Zenitsu sentía su corazón latir como loco y no sabía cómo responder al comentario de su amigo. Este comenzó a comer sin decir más.
- Kanao se veía muy linda hoy ¿no crees? – Y ahí se encontraba perdiendo su oportunidad con el comentario de Tanjirou.
- Si, estaba muy linda. – Suspiró y comenzó a comer de su pedido.
Pasaron algunos minutos en los que ambos seguían concentrados en sus propios alimentos.
- Tal vez si pueda estudiar y trabajar. – Mencionó el muchacho viéndolo nuevamente a los ojos. – Tu puedes hacerlo, quizás yo también si lo intento.
- Claro, es cansador, pero no imposible.
- Si, podría funcionar. - El ánimo del muchacho lentamente fue mejorando hasta sonreír como siempre. – ¡Claro que sí!
Siguieron conversando luego de eso para finalmente dirigirse a la casa de Zenitsu.
- ¿Sabes? – Las palabras de Nezuko continuaban en su cabeza.
- ¿Si? – Tanjirou lo observó con duda y se detuvo cuando el mismo dejó de caminar. – ¿Ocurre algo?
- ¿Qué…? – Sentía que la voz se le cortaría en cualquier momento, pero debía hacerlo, al menos intentarlo. - ¿Qué dirías si te dijera que si era un proposición o declaración?
- ¿Eh? – El muchacho se sonrojó al entender sus palabras y luego se rascó la mejilla con nerviosismo. - ¿Hablas en serio?
- ¡¿Qué dirías si te dijera que si era una declaración?! – Gritó por miedo a no poder hacer la pregunta.
- Pues… - Las mejillas del muchacho enrojecieron aún más, pero no dejó de ver a Zenitsu. – Si ese fuera el caso. – Levantó la mano para tocar la mejilla del muchacho y lentamente se fue acercando al otro. – Si te hubieras declarado en ese entonces, te habría dicho que aceptaba la propuesta y que también te cuidaría con todas mis fuerzas para hacerte sentir feliz y amado por el resto de tu vida.
Los labios de Zenitsu se encontraban haciendo una pequeña o ante la respuesta de Tanjirou, sentía las mejillas arder y el corazón palpitar como loco. Tanjirou continuaba observándolo en espera de alguna respuesta y luego se fue alejando lentamente.
- Pero es solo una suposición ¿no? – Siguió hablando con una sonrisa tímida.
- Yo…
- Está bien Zen, no tienes que corresponderme. - Ahora le acarició la cabeza. – Me basta con ser tu amigo.
- No… - Tomó las ropas del muchacho y lo enfrentó. – Yo...
Lo que sea que pensaba decir murió cuando el celular de Tanjirou sonó. Este lo vio con una disculpa antes de contestar. Zenitsu quiso golpearse por haber perdido su oportunidad. Tanjirou le correspondía ¡Le correspondía! Y el no pudo decir lo mismo por sus nervios. ¿Dónde había quedado toda su fuerza de la cafetería? ¿La había perdido ahí mismo?
Necesitaba aclarar las cosas o…
- Lo siento Zenitsu debo irme. – El tono preocupado al igual que la expresión de Tanjirou lo pusieron en alerta.
- ¿Pasó algo? ¿Necesitas ayuda?
- No… yo… me voy. Después hablamos.
Tanjirou comenzó a correr, por la dirección supuso que sería a su casa, preocupado y sin pensarlo mucho corrió siguiendo a su amigo.
- ¿Qué? – El muchacho se sorprendió al verlo llegar a su lado.
- También iré.
- Pero debes estudiar.
- ¡Iré y ayudaré en lo que pueda! – Aunque no sabía que estaba pasando, pero quería estar para su amigo.
- Gracias.
Llegaron a la casa del muchacho con rapidez. Nezuko se encontraba en la entrada esperándolo con el rostro preocupado y el teléfono en la mano.
- ¿Cómo está?
- Mal. – Miró a Zenitsu y luego se concentró nuevamente en su hermano. – Llamé a la ambulancia, pero aun no llega.
- Si no aparecen en 5 minutos tomo el auto y vamos.
- Si.
Zenitsu quedó en shock. ¿Desde cuándo Tanjirou sabía manejar?
- Ven Zen. – El rostro de Tanjirou había cambiado a uno serio. Algo había pasado y era importante.
Cuando entraron a la casa tanto Takeo, Hanako y Shigeru de la mano de Rokuta se lanzaron a los brazos del mayor. Tanjirou los consoló a todos y luego les dijo que debía ir a ver como estaban las cosas.
- Papá vomitó sangre y mamá cayó por las escaleras al tratar de llevarlo al hospital. – Le explicó Nezuko cuando dejaron a sus hermanos en el living cuidando a una inconsciente Kie y luego se dirigieron a las escaleras para ver a Tanjirou cargando el cuerpo de su padre. – Llamé porque no sabía que más hacer.
- Está bien Nezuko. – Expresó Tanjirou y agradeciendo luego a Zenitsu cuando este se acercó a ayudar al joven. – Llevémoslo al auto y luego llevamos a mamá.
- Si.
Trabajaron en silencio. Nezuko cuidó al resto de los hermanos mientras los chicos llevaban a Tanjuurou al auto.
- ¿Estarán bien? – Takeo se acercó preocupado y con el cuerpo temblando mientras terminaban de acomodar al hombre.
- Pronto lo sabremos Takeo. – Abrazó a su hermano con fuerza y le besó la frente. – Fuiste muy valiente Takeo. Ayudaste a Nezuko a cargar a mamá y luego cuidaste del resto. Gracias. – Los ojos del muchacho se llenaron de lágrimas y luego se alejó.
- Falta mamá.
- Zenitsu me ayudará.
El joven observó al rubio. Zenitsu estaba igual de serio, debía mantenerse concentrado o también terminaría llorando.
Entre los dos cargaron a Kie y la dejaron con cuidado en el asiento.
Nezuko se acercó con un bolso en el que tenían toda la documentación y otras cosas importantes si es que le pidieran algo.
- Yo me quedaré aquí cuidando a nuestros hermanos, por favor llámanos para mantenernos informados.
- Lo haré. – Tanjirou le sonrió y luego besó su frente. – Gracias Nezuko.
- Por favor llámanos.
Zenitsu se sentó en el asiento de copiloto con el celular en la mano dispuesto a darle la información de cómo llegar al hospital en el menor tiempo.
Llegaron con prisa y sin mayores problemas. Las enfermeras no dudaron en ayudarlos cuando entraron pidiendo ayuda. La pareja fue sacada del auto y luego llevada a la sala médica.
Tanjirou llamó a Nezuko cuando ambos padres se encontraban en observación, la muchacha le contó que la ambulancia aún no había llegado y quizás no lo haría, pero que de todas formas llamaría para ver si podía cancelar el pedido.
Tanjirou suspiró y apoyó su cuerpo en el muro, Zenitsu se acercó rápidamente a su lado para tomarle la mano en un intento por darle apoyo.
Tanjirou se había comportado perfectamente delante de sus hermanos y manejando debido a la situación, pero ahora, esperando, el pobre se veía tan joven y perdido que le rompía el corazón.
- Estarán bien Tan. – Apoyó la cabeza en el hombro del muchacho.
- Viste la sangre y mamá… - El cuerpo del joven tembló. – Y si… y si no despiertan.
- No digas eso. – Lo obligó a verlo y luego lo abrazó con fuerza. – Todo estará bien, ya lo verás.
Sintió los brazos de Tanjirou aferrándose a su cuerpo con fuerza, respondió con la misma intensidad por miedo a perderlo de alguna forma.
- Todo estará bien.
- Zen.
- Y si no, lo enfrentaremos juntos. – Le acarició la espalda y ahora fue su turno de besarle la cabeza. – Ya te lo dije, haría de todo por ti y tu familia.
- Pero… - El muchacho se alejó un poco con el rostro lloroso y una expresión de pena que le partía el alma. Su amigo no debía verse de esa forma, nunca debería verse así. – Tú no tienes que…
- Era una confesión. – Le detuvo con rapidez. No permitiría que Tanjirou pensara otra cosa de sus sentimientos, menos al saber que si era correspondido. Debía saber que no estaba solo, nunca lo estaría si estaban juntos.
- ¿Eh? – Se sonrojó por completo y con timidez tomó la mano del muchacho.
- Yo quería confesarme. – Tal vez no era la mejor forma de declarar el amor a alguien, mas no esperaría otro minuto más. – He querido hacerlo por algún tiempo.
Tanjirou lo observó con sorpresa, lágrimas y con un hermoso sonrojo comenzando a formarse en sus mejillas.
- Tam… también me gustas Zenitsu. – Bajó la cabeza apenado y con más lágrimas rondándole las mejillas. – Pero no quiero arrastrarte a mi vida, no con este caos formándose.
- Hey. – Apretó con fuerza su mano al sentir como trataba de alejarse. Y luego apoyó su frente en la de su amigo. – Siempre fuiste dedicado a ellos y nunca me molestó ¿por qué lo haría ahora?
- Porque deseo dártelo todo, pero no puedo por ahora.
- Ya me das todo Tanjirou.
El muchacho lo vio sin comprender y Zenitsu se sentía tan enamorado de este joven, debía darse a entender, al fin estaban hablando como se debía, era importante terminar.
- Solo con estar contigo he sido feliz.
- Pero…
- Shhh, estaremos bien.
Tanjirou continuó derramando lágrimas para luego asentir lentamente en un intento por no quitar el contacto de su frente.
- Estaremos bien.
Se sonrieron mientras lloraban, sin importar lo que pasara ambos seguirían adelante.
Kie Kamado se había roto el pie con la caída, mas no tenía ninguna otra herida de gravedad, por su parte, Tanjuurou se encontraba con problemas estomacales debido al cáncer ya que comenzaba a extenderse hacia el estómago.
No era el mejor pronóstico para su padre, pero todos trabajarían para darle el mejor estilo de vida mientras siguiera viviendo.
- Gracias cariño. – Kie le sonrió a Zenitsu mientras este la ayudaba a ponerse de pie.
Luego de aquel accidente, decidieron que los padres Kamado deberían dormir en el primer piso de la casa para no volver a repetir aquel incidente. Por lo que entre todos estaban ayudando a cambiar las cosas mientras seguían atendiendo la tienda.
Era el día libre de Zenitsu y decidió ayudar en lo que pudiera a la familia, su abuelo se encontraba a su lado con las mismas intenciones, mientras sus huesos pudieran hacer algo por ellos siempre estaría ahí. Kaigaku por su parte brillaba por su ausencia, pero eso tranquilizaba más al rubio, prefería que estuviera fuera que arruinando el ambiente con sus comentarios mordaces.
- No me agradezca.
- Pero es lo mínimo que puedo hacer. – Kie, gracias a Nezuko había escuchado parte de la historia y se sentía muy agradecida de aquel joven tan amable que tenía su hijo como amigo… o quizás algo más.
- No, es lo normal supongo.
Zenitsu se sonrojó cuando la mujer le sonrió con cariño.
- Bueno, me alegra que estés aquí. Ambos. – Se giró para ver al anciano que comenzó a reír entendiendo lo que la mujer quería decir.
- ¿Dónde dejamos esto mamá? – Hanako llegó sosteniendo una caja.
- Déjalo todo en el living cariño, cuando todo esté abajo nos dedicaremos a ordenar.
La niña asintió y dio el dato al resto de sus hermanos.
- ¿Y Tanjirou? – No evitó preguntar el rubio al no ver al hermano mayor.
- Tal vez en la cocina. – Respondió Kie con una sonrisa.
- Ese idiota, de seguro no quiere venir a ayudar. – Dijo con un tono de molestia.
Debido al cambio y a la nueva situación familiar, habían colocado una especie de timbre que alertaba cuando un cliente entraba a la pastelería, así podrían estar tranquilamente en casa haciendo las cosas para luego ir a atender.
Zenitsu comenzó a dirigirse hacia la cocina, le sorprendió un poco que esta se encontrara tan oscura.
- ¿Tanjirou? – Le llamó con cierta duda y temor.
- ¡Aquí!
El muchacho entró con más tranquilidad y con claras intenciones de decirle algo a su amigo por lo idiota que era, mas todo ello murió cuando se encontró de frente con un sonriente y sonrojado Tanjirou sosteniendo una bandeja en su mano con un trozo de torta en esta y una nota.
- ¿Qué haces?
- Pues. – El muchacho se le acercó y luego se arrodilló a su lado para dejarle la bandeja justo al frente. - ¡Me gustas Zenitsu!
El joven observó el pastel percatándose que era uno de sus favoritos, sonrojado tomó la nota y comenzó a leerla. En ella el joven expresaba sus emociones y sentimientos hacia Zenitsu y lo feliz que sería de tenerlo como novio.
- ¿Te gustaría ser mi novio?
Zenitsu se quedó sin palabras por lo que optó por lanzarse a los brazos del otro que no dudaron en tomarlo con un brazo y salvar la bandeja con el otro.
- ¿Cómo me tomo eso?
- ¡Ya lo sabes idiota! – Estaba tan avergonzado y feliz.
Tanjirou dejó la bandeja en otro lugar y luego hizo que Zenitsu lo viera a los ojos, ambos estaban completamente sonrojados, pero sonriendo como idiotas.
- Dime tu respuesta Zen.
- … - Se mordió el labio, sintió como le besaban la frente y luego movió la cabeza para besar los labios del joven que se quedó sorprendido con aquella acción. - ¡Sabes que es un si idiota!
Tanjirou comenzó a reír y volvieron a besarse. En la entrada se podía ver a todos los hermanos Kamado viendo la escena junto con Jigoro que asentía con la cabeza.
Hanako por su parte sacaba fotos con una gran sonrisa y Takeo levantó una ceja con cierta molestia, pero feliz por su hermano y Zenitsu. Nezuko sonrió mientras los menores, que de la mano de la mayor, observaban la escena con curiosidad.
- Supongo que al fin es oficial. – Exclamó la muchacha mientras se acercaba a ellos. Ambos jóvenes saltaron al verla y se sonrojaron más al ver al resto de la familia.
- ¡Felicidades hermano! – Hanako se acercó a su hermano y lo abrazó para luego abrazar al rubio. – Me gusta este cuñado.
- ¡Cuñado! – Zenitsu sentía que moriría de vergüenza.
Takeo se acercó a Zenitsu una vez Hanako se soltó para mostrarle las fotos que había tomado a un avergonzado Tanjirou. Nezuko reía junto con los menores.
- Recuerda nuestra conversación. – Le susurró para luego verlo con seriedad.
- Lo haré, no te preocupes, ustedes son muy importantes para mí también.
El joven asintió con la cabeza sonriendo. Si es Zenitsu, podría aceptar que su hermano estuviera con alguien.
- ¿Qué hacen ustedes? ¿Zenitsu está engañando a mi hermano con Takeo? – Hanako como siempre empezó a molestarlos.
- ¡No digas eso! – Gritó el rubio nervioso.
- ¿Me engañas con mi hermano Zen? – El rostro triste de Tanjirou solo hizo que los hermanos rieran y Takeo se sonrojara. – Los quiero mucho a todos, pero no creo que aceptaría un trio con mi hermano.
- ¡Tanjirou! – Gritaron los jóvenes por el comentario del mayor que comenzó a reír fuertemente y contagió la risa al resto. Los hermanos menores no entendían nada, pero igual rieron contagiados por las risas de los demás. Les gustaba cuando todos reían.
Jigoro observaba desde la puerta y sonriendo se dirigió al living en donde se encontraba Kie escuchando todo el escándalo junto a su esposo. El hombre lucía cansado y débil, pero sonreía con ternura.
- Estarán bien. – Susurró el anciano sentándose al lado de los adultos y aun escuchando el griterío.
Tanjuurou movió su mano para tomar la de su mujer, esta le respondió sin dudarlo y con una sonrisa.
Su familia era lo más importante para ellos y se sentían seguros y cómodos al saber que los Agatsuma formarían parte de la suya para apoyarse como siempre habían hecho.
- Si. – Respondió la mujer sonriendo con dulzura. – Las cosas estarán bien sin importar lo que suceda.
Después de todo la familia se apoyaba en los buenos como en los malos momentos y tanto Tanjirou como Zenitsu apoyarían en todo lo que pudieran. Ambos era buenos jóvenes y juntos lograrían maravillas.
Ella se encargaría de que no se sobre esforzaran e hicieran tonteras.
Al fin y al cabo, también debían disfrutar de su juventud.
- Me gusta escuchar sus risas. – Su esposo susurró mientras la observaba con amor.
- Lo sé amor, a mí también.
Jigoro asintió en silencio, permitiéndole a los esposos su momento, giró la cabeza mientras escuchaba el sonido acercarse al living y se sintió feliz al ver a su nieto sonriendo con mucha alegría interactuando con los Kamado.
Le gustaba verlo así de feliz y relajado.
Se alegró por el joven.
Pasarían algunos momentos duros, pero sabía que contaría con el apoyo de todos ellos para seguir adelante en caso de que el ya no estuviera en esta vida en algunos años más. Le tranquilizaba saber que Tanjirou apoyaría a su nieto en todo momento al igual que su familia.
Los momentos difíciles se pasaban en familia y ellos habían encontrado una maravillosa.
Sí, todo saldría bien.
Inicio – 19 – 01 – 20
Término – 23 – 04 - 2020
