historia por el cumple de moblit, porque así de dedicated soy(? ahre que es tarde ya :(( fyi fue el 24 de abril
los personajes no son míos, si lo fueran, sería un todos con todos.
en esta historia, hanji es non binary, si no les gusta, esta historia no es para ustedes.
DATAZOS: yo pronuncio los siguientes nombres de esta forma: hanji (janshi), hange (jansh), hans (jans). recuérdenlo, será relevante luego(? la historia está vagamente basada en only human de los jonas brothers jaja temaikén
SÍGANME EN TWITTER arroba 1000i_g
disfruten.
No pensó en el momento en que mandó el mensaje. Probablemente porque estaba ebrio. En su estado de confusión, cuando el arrepentimiento llegó momentos después, solo atinó a borrar. Lo que sea.
Lo gracioso fue cuando, al día siguiente, se encontró con una respuesta, porque no había eliminado el mensaje, sino el chat.
¿Se maldijo por no haber eliminado el mensaje? No tanto como por haberlo mandado en primer lugar.
¿Entró en pánico por la respuesta? Solo un poco.
¿Respondió? Ah… ¿Cómo tendría que hacerlo?
Quién eres, dice. Le parece razonable que no tenga su número guardado después de años, él tampoco lo tiene. Aunque se lo sabe de memoria.
Soy– no, no, borrar.
Es– tampoco.
Se rasca la barbilla, pensando.
Moblit, pone finalmente.
Berner, agrega un momento después, aunque es obvio que es él. ¿Cuántos otros Moblits conocerá?
Ah.
Nuevo miedo desbloqueado.
Trata de no darle mucha importancia, de no pensar en qué podría responder. De seguro había cambiado el número hace años y él le envió un mensaje a un desconocido. O capaz, su mensaje es ignorado. Mierda, ¿y si su pareja lo ve? Es imposible no darle importancia.
Su teléfono comienza a sonar y lo hace saltar. Es una llamada. Lo está llamando.
—¡Moblit, maldito bastardo desleal! —suspira, porque es una buena señal—. ¿Desapareces por años y lo que mejor se te ocurre es enviarme un mensaje borracho?
Ríe apenas y se reclina en su asiento.
—Siempre fuiste fan de lo inesperado —responde.
Hanji suelta una risa—, tienes razón ahí. ¿Qué hay de nuevo en tu vida? ¿Superaste tu miedo a las llamadas por teléfono?
—No me dan miedo.
—Entonces, no —ríe otra vez.
Pasan casi una hora hablando por teléfono, el tiempo que Hanji tiene libre para almorzar. Le parece tiempo suficiente.
—Fue un gusto hablar contigo, Hanji —no puede evitar suspirar su nombre cuando dice.
—Lo mismo digo, Moblit —imita el decir el nombre, pero no usa el mismo tono—. ¡Ah! ¿Estás libre el viernes?
—Trabajo —responde casi con dolor.
—¿Sábado?
—Trabajo.
—¿Domingo?
—En el día estoy libre, pero a la noche trabajo.
—¡Pero la puta madre! —exclama riendo—, ¿trabajas como esclavo o qué?
—En un bar, casi lo mismo —bromea y Hanji jadea.
—¡Me estás jodiendo! Es– —oye que se aleja el teléfono y habla un poco—. ¡Tengo que irme! Envíame la ubicación y pasaré un día de estos, mi querido Berner.
Quiere decirle que preferiría verse en un entorno distinto, pero Hanji no le da tiempo porque corta.
Bueno, también puede decirlo por mensaje. Pero si le dice eso, tendría que esperar toda una semana para poder verle, porque hoy es su día libre. En cambio, si Hanji va al bar…
¿Qué tan mal puede salir?
Bueno, eso es llamar a la desgracia. No sería la primera vez que alguien que conoce va a verlo ahí. Así que, le manda la dirección y le dice que mañana en adelante tiene que trabajar.
Trata de no pensarlo mucho, de evitar pensar en qué le dirá cuando le vea, porque a pesar de que lo haga, no recordará nada en el momento en que se encuentren.
Lo que no puede evitar es sonreír, porque hace tiempo que tiene ganas de ver a Hanji.
Cuando quiere darse cuenta, ya tiene que ir a trabajar. Y se preguntarán, ¿por qué trabaja en un bar?
Porque le gusta el alcohol. Solo eso. También le gustaba mucho la ingeniería, pero el alcohol le gana por mucho. Le gusta su trabajo, se atreve a decir que es divertido. Preparar bebidas, correr de un lado a otro en la barra con los pedidos. Debería ser estresante, pero es gratificante.
Hanji atraviesa la puerta pasadas las ocho. Es imposible no verle de inmediato, porque no hay casi nadie en el bar. Es martes, después de todo. Tiene puesta una camisa blanca y pantalones de traje. Ropa de oficina. Hanji Zoe trabaja en una oficina. Entra mirando su celular y cuando levanta su vista, sus ojos se encuentran con los Moblit, quien sonríe y levanta una mano, tímido.
Hanji sonríe de lado a lado y se acerca a la barra.
—Buenas noches —dice en tono normal, fingiendo profesionalidad. Deja su mochila en el suelo, junto a su silla, y se sienta—, quiero lo usual.
Moblit resopla divertido.
—Hace años, lo usual era vodka —dice y Hanji ríe apenas—, si permites mi humilde consejo, no bebas eso, por favor.
Hanji se apoya en la barra.
—¿Qué me recomiendas?
Él lo piensa un momento—, agua.
—¡Bebo mucha agua! —se defiende, riendo.
—Antes nunca lo hacías, siempre bebías Coca Cola.
—Mejor coca que alcohol, ¿no? —sonríe y Moblit ríe.
—Supongo que sí —saca un vaso de debajo de la barra—. ¿Cerveza?
—Solo si me acompañas.
Él hace una mueca de culpa.
—Bueno, solo una —responde. Sirve dos vasos—. ¿Y qué hay? ¿De qué trabajas?
—Oh, solo soy Supervisor en Jefe de una oficina —responde, como si no fuera la gran cosa. Moblit frunce apenas el ceño, sonriendo.
—Eso suena bastante importante.
—Sí, ¿no? —dice Hanji y suelta una risa—, ah, sí, es algo… estuve algunos meses luchando por ese ascenso. No me lo querían dar.
—¿Por?
Hanji ríe y se rasca la nuca.
—Uhm, no confiaban en dejar el depósito bajo mi supervisión.
Hanji ríe otra vez y Moblit le mira por un momento con los ojos entornados.
—¿Había máquinas–?
—¿Pesadas? Oh, sí.
—Eso lo explica —bromea él y Hanji suelta una risa.
Pasan horas charlando, entrecortadas por el trabajo de él, pero igual.
Se hace la una de la mañana. Moblit no quiere irse, mucho menos que Hanji se vaya. Teme que si lo hace, no vuelva a verle otra vez.
Ve cómo toma sus cosas y saca su billetera.
—La casa invita —dice él veloz y Hanji eleva una ceja.
—¿La casa?
—Bueno, yo —ríe él. Se le une en la risa y se pone un buzo que saca de su mochila. El bar está cerrando y es la única persona presente—. Ah, yo…
¿Él qué? ¿No te vayas, va a decir?
—Te espero afuera —dice Hanji, comenzando a caminar, pero luego se voltea, frunciendo la nariz—, no tardarás mucho, ¿verdad?
—Diez minutos —responde sonriendo, sin ocultar su alivio.
¿Le habrá leído la mente? Bueno, no le importa tanto. No le molesta que Hanji lea sus pensamientos si va a hacer lo que su mente le susurra que diga, pero que él no se atreve a hacer.
Cuando sale, está junto a la puerta. Sonríe cuando lo ve.
—¿Te llevo a tu casa? —pregunta Hanji y él no ve razón para negarse.
Le sigue hasta su auto, que está al final de la calle. Es un auto de dos puertas, algo destartalado por fuera, pero cuando se sienta, se da cuenta de que es solo la fachada, porque por dentro es lindo.
—Nadie va a robarlo si lo ven feo —explica Hanji y él ríe.
—Bien pensado —dice y después le dice la dirección de su casa. El viaje es silencioso, él está cansado y supone que Hanji también.
Llegan poco después. Hanji para en la puerta de su edificio y apaga el auto. Moblit no quiere bajarse.
—Gracias por traerme —dice.
—Estamos a mano con la bebida —responde Hanji. Quedan en silencio—. ¿Entonces?
—¡Ah–! Lo siento —dice veloz, tomando su mochila—, gracias y nos vemo–
—¿No me harás pasar? —pregunta y hay– ¿hay confusión en su voz?—, creí que…
Moblit parpadea—, ¿te gustaría pasar?
—No– es decir, sí, pero si tú–
—No me molesta —dice veloz y sonríe avergonzado—, me gustaría, en realidad.
Hanji sonríe también y toma su mochila. Ambos salen del auto. Moblit se pregunta qué debería hacer, ¿debería ofrecerle algo de comer? ¿De beber? Tal vez podrían ver una película.
Están subiendo las escaleras hasta el departamento de él. Luego de debatirlo por un rato, Moblit se gira en el primer piso para mirar a Hanji.
—¿Te gustaría–?
Está jadeando con fuerza.
—Dime que es… este piso…
—Alguien no hace ejercicio, huh —bromea y después ríe—, es el tercer piso.
Hanji gime y ríe con dolor.
—Nos hubiéramos quedado en el auto —murmura para sí y se dirige a las siguiente escaleras—. ¿Decías algo? Recién.
—Ah… Si querías, uh, ver una película o algo —responde con inesperado nerviosismo.
—Algo —sonríe Hanji. Moblit no entiende, pero no es la primera vez tampoco.
Llegan al departamento. Él abre la puerta, enciende las luces y son recibidos por maullidos violentos.
—Bueno, bueno, ahora les doy de comer —dice él, hablando con los gatos.
—Creí que preferías a los perros —comenta Hanji, siguiéndolo a la cocina. Se sienta en una de las banquetas del desayunador.
—Los prefiero, pero no están permitidos en el edificio —responde, llenando los platos de comida de los gatos—. Igual, tengo que admitir que ellos tienen su encanto.
—Lo veo, tienes dos.
Ríe descubierto—, es que si tengo uno, se va a sentir solo cuando estoy trabajando.
Los gatos corren a él cuando lo ven dejar los platos en el suelo, junto a un tarro de agua. Uno es negro con patitas blancas y el otro atigrado en tonos marrones. Les acaricia la cabeza y después se levanta, encontrándose con la mirada de Hanji sobre él.
—¿Qué? —sonríe suave y Hanji niega.
—¿Cómo se llaman?
—Hans y Hange y– antes de que digas algo, ya venían con esos nombres —dice veloz.
Hanji ríe por su reacción y se levanta de su lugar—, suenan originales.
Se para junto a Moblit, tan cerca que él puede notar que sigue siendo más alto por escasos centímetros. Hanji lo mira a los ojos, está sonriendo y mueve las cejas. No puede evitar reír.
—No puedo creer que todavía hagas eso —murmura con una sonrisa, sin alejarse y, en todo caso, acercándose un poco más.
—¡Te encantaba! —responde—, además, es difícil dejar las malas costumbres.
Ríe un poco y se acerca a su boca, encontrándola a mitad de camino. Hanji envuelve sus brazos en su cuello y se pone de puntitas, acercándose más, aunque no es posible. Moblit sujeta su cintura y acaricia su espalda. Sus manos tiemblan y se ciñen en la camisa de Hanji a la vez que se separa.
—¡Hijo de puta! —dice, mirando hacia abajo. El gato atigrado, tiene sus patitas sobre la pierna de él, clavándole las uñas—, Hans, basta —dice, sacudiendo su pierna apenas.
—Oh, ¿alguien es celoso? —bromea Hanji. Vuelve a poner sus manos sobre los hombros de Moblit cuando él se quita el gato de encima—. ¿Deberíamos ir a otro lugar?
—¿No tienes que levantarte temprano mañana? —pregunta él.
—Sí, así que, no perdamos más tiempo —responde y se acerca a besarlo otra vez.
Moblit corresponde el beso, pero luego se separa.
—Yo, ah… ¿cómo decir esto? —se rasca la cabeza, avergonzado—. No te llamé para esto, Hanji.
—¿No? —pregunta con confusión—, en tu mensaje decías que querías verme.
—Pues, sí.
—¿No era para esto? —Es confusión real y Moblit no está seguro de si eso es bueno o malo.
—No, pero– uh, esto está bien también —ríe y le parece que ya la cagó—. ¿La cagué?
Hanji ríe—, nah —dice y vuelve a besarlo.
Cuando despierta a la mañana siguiente, cree que Hanji sigue a su lado, justo como cuando se durmió, pero no tarda en darse cuenta de que es Hange.
Aparte de los gatos, está solo.
No era esto lo que quería. Quería ver a Hanji. Quiero verte otra vez, había dicho su mensaje porque eso era lo que quería. No era algo sexual, ni siquiera romántico– bueno, un poco romántico, pero era verle especialmente
Pero sabía, sabe, cómo es Hanji. Sabe que las probabilidades de que lo llame son bajas porque así es como es. Entiende y respeta que no quiera estar con nadie, pero prefería haberse detenido la noche anterior y ser amigos otra vez, a esto.
Hanji no le escribe ni le llama y él tampoco lo hace. Reanuda su rutina y su vida como siempre, dejando que de a poco se escape de sus pensamientos.
Excepto que regresa. No a sus pensamientos, sino al bar.
Es sábado y hay mucha más gente que el otro día, pero sus ojos no se despegan de la otra persona en cuanto nota su presencia.
—Moblit —lo llama un compañero. Se gira y cuando vuelve, Hanji está delante de él.
—¡Berner! —exclama, golpeando la barra y luego se achica cuando le dan un golpe en las costillas.
—No hagas escándalo —dice Levi y a Moblit no le sorprende que él esté igual que hace diez años tanto como que siga en contacto con Hanji. Mueve la cabeza hacia él—. Hola.
—Hola —responde sonriente—. ¿Qué quieren tomar?
—¡Vodka! —exclama Hanji y Levi suspira.
—Con bastante jugo para este desastre —dice él— y fuerte para mí.
Les prepara las bebidas y quiere quedarse a charlar, pero la noche está bastante agitada. Tal vez, por eso Hanji vino con él, para no aburrirse. O tal vez es una cita.
Se le cae el limón que tiene en la mano y voltea a verlos veloz. Hanji está riendo a carcajadas y Levi ríe apenas, para nada molesto por la mano ajena sobre su brazo.
Mierda. Es una cita. ¿Vino a restregárselo en la cara?
No, no, eso no es para nada algo que Hanji haría.
Pero hace diez años que no le ve, capaz es algo que hace Hanji actual.
Es cruel.
Pero, al menos, vino a verlo.
A las tres de la mañana, cuando el bar está cerrando, ellos ya no están ahí. Moblit se pregunta cuándo se fueron, porque hace un segundo estaban ahí. ¿Estarán afuera, besándose? Espera que no, porque está por salir.
Cuando sale, se encuentra con el auto de Hanji estacionado en la puerta. Y si bien no quiere ver y descubrir que los dos están dentro, lo termina haciendo, porque necesita saberlo.
—¿Y Levi? —pregunta cuando se acerca.
—Lo llevé a casa —responde Hanji y le abre la puerta del auto—. ¿Querías hablar con él?
—Ah– no, pero… —la puerta sigue abierta y Hanji lo mira, esperando a que entre. Lo hace y gira a mirarle—. ¿Qué haces aquí?
—Pensaba en llevarnos a tu casa —responde sonriendo—, si está bien por ti.
Por supuesto que sí.
—Claro, si no te molesta.
—Para nada —responde.
Hanji no arranca el auto. Cuando Moblit se da cuenta de que lo mira, se gira.
—¿Qué?
—¿Ni un beso me darás? —pregunta con fingida indignación y él enrojece apenas mientras ríe.
—Lo siento, mala mía —dice acercándose.
Acaricia su mejilla con su pulgar y besa sus labios suavemente, sintiendo restos de vodka y jugo de naranja y preguntándose si es buena idea dejar que maneje.
—Así está mejor —murmura Hanji cuando se separan. Está oscuro, pero Moblit nota las mejillas rosadas y la sonrisa tonta que tiene en el rostro.
Es un alivio saber que no sale con Levi– no están saliendo, ¿verdad?
—¿Qué hay con Levi? —No se va a privar de preguntar—, nunca me imaginé que seguirían hablando después de la secundaria.
—Ah, como que su tío me adoptó —ríe Hanji—. Hace años que vivo con ellos.
Eso es inesperado.
—Eso es inesperado.
—Sí, ¿no? El perdedor fingía que no me soportaba pero, en el fondo, siempre me amó —vuelve a reír—. ¿Tú sigues en contacto con alguien de la secundaria?
—No, la verdad —ríe apenas—, no sé si lo recordarás, pero no tenía muchos amigos.
—Oh, soy la excepción —bromea y él se gira a mirarle.
—No voy a negar que eres especial —responde—, pero tampoco estabas en mis planes.
—¿No?
—Fue algo espontáneo —dice—, el mensaje. No creí que fueras a responder.
—¿Por qué no lo haría? —Hanji no ríe.
—Pues… no lo sé. Tal vez ya tenías tu vida hecha o no lo sé, tal vez habías cambiado tu número.
Hanji asiente.
Llegan poco después al edificio.
—¿Quieres… quieres quedarte? —pregunta Moblit. Se siente raro preguntarlo así. Le gustaría preguntar si quería quedarse hasta el día siguiente, toda la mañana, mediodía y tarde. Que se quedara mientras iba a trabajar– o que fuera con él, y luego regresaran juntos a su departamento en la madrugada—. Creo que tengo algo de vodka guardado.
Hanji niega y aunque trata de ignorarla, la decepción lo embarga.
—¿Y si solo dormimos? —pregunta Hanji—. Si nos dormimos tarde, no llegaremos a desayunar mañana.
—Suena bien.
No se le ocurre un plan mejor.
gracias por leer!
si les gustó esta hsistoria, vayan a ver las otras que tengo ah
SÍGANME EN TWITTER arroba 1000i_g ayer subí unas mini historias que nunca terminé de snk, capaz les guste(?)
hay otra historia dentro de este universo, que no tiene tanto que ver con esta porque pasa como uhhh doce años después de esto but oh well es eremika(?)
saludos.
