Amarlo era como el rojo ardiente
By: HybridVirus

Disclaimer: Hetalia y sus personajes son pertenencia de sus respectivos dueños, solamente soy dueña de Rafaela y no hay ninguna ganancia con esto, más que darles amor a las relaciones de mi país con otros países; solo soy una fan que escribe para fans.

Advertencias: Menciones de drogas y un intento de violación en este capitulo, por lo que se sugiere discreción sobre el contenido, si es que crea alguna especie de sensibilidad o incomodidad en los lectores.

Pd: Se aceptan donaciones en PP :La descalabran:

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Capítulo I

Las resplandecientes luces del salón de eventos, se reflejan insistentemente sobre las joyas, y vistosos atuendos de todos los miembros de la clase alta de la ciudad que se encuentran esparcidos por todo el salón, sus orbes color miel se deslizan sobre las falsas sonrisas y las poco discretas miradas de reojo, que la clase alta de ciudad gótica se arrojan los unos a los otros. Una divertida sonrisa se apodera de sus rojizos labios. ¿Quizás es la educación con la que fueron criados esos hombres y mujeres, lo que les evita percatarse de las miradas que reciben a manos de otros miembros de la enorme reunión, o puede que el hecho de que ella es alguien ajena a ese círculo social, sea la razón por la que puede percatarse de ellas?

Sin pensarlo mucho su enguantada mano lleva la alta copa de champaña a sus labios, para intentar perderse de la atmósfera del lugar en el que se encuentra. Un cansado suspiro escapa de sus labios al saber de sobra que la noche aun es joven, por lo que aún tiene que permanecer aquí por varias horas más y ella ya se siente exhausta de tener que sonreír falsamente, a toda persona que no tiene verdaderamente el menor interés de brindar su apoyo con fondos para el hospital de la ciudad. Las parejas se acercan a ella para mirarla cuidadosamente, sonreírle de una manera que ellos creen es agradable, y finalmente puede sentir de lleno como es juzgada al preguntarle, si en verdad cree que los villanos de ciudad gótica se merecen atención y cuidado médico alguno, después de todas sus terribles acciones.

La ojimiel sabe de sobra porque lo dicen, la forma en que la miran le hace hervir la sangre, es como si para esas personas, ella también fuera un monstruo por haberse atrevido a salvarle la vida a Ludwig Beilschmidt, mejor conocido en la ciudad como el pingüino. Pero hay un mundo de diferencia entre las acciones del pingüino, dos caras, el acertijo, el sombrerero y un verdadero monstruo como lo era el guasón. Un escalofrío le recorre la espina dorsal al recordar la escabrosa sonrisa del hombre que había tenido la desgracia de tener frente a ella una sola vez… o quizás podría llamarlo la buena suerte de tenerlo frente a ella. Una practicada sonrisa se apodera de sus labios mientras mira a la pareja frente a ella, asegurándose de erguirse orgullosa y segura, jamás se permitiría fallar a su juramento profesional, si alguien la necesitaba ella haría hasta lo imposible por ayudar.

–Si no los ayudáramos, seriamos igual de horribles personas que ellos.

La sonrisa de Rafaela se agranda al ver el incómodo gesto sobre el hombre, y la mujer que intentan desviar su mirada de ella. Las piedras preciosas del collar de la mujer frente a su persona reflejan insistentemente la luz, haciéndole saber que ambos tienen el dinero para contribuir a la causa; pero que tendrían que ser presionados socialmente para soltar algo del efectivo, que estaba segura tenían de sobra y que no les dolería en lo más mínimo sacar de sus bolsillos. 'El apoyo al hospital es para el beneficio de los ciudadanos' menciono con su tono más dulzón la profesionista del área de la salud, asegurándose de que aquellos alrededor de ellos pudieran escuchar la conversación. Sabía que al menos así se sentirían expuestos y obligados a soltar algo en la urna de donaciones, para no quedar mal ante el resto de los miembros de su mismo estatus social.

–Arkhan tiene su propio baile de caridad.

Añadió con una socarrona sonrisa la ojimiel, mientras miraba a la pareja acercarse hacia el joven que se estaba encargando de colocar los nombres de las familias que habían contribuido con el hospital, para la placa conmemorativa que sería colocada en el vestíbulo de las instalaciones. Si había algo de lo que Rafaela estaba completamente segura, y que sabía de sobra sobre estas reuniones, era de que podría besar con locura a Arthur Kirkland. Él hombre llegaba por si solo hacia la urna de donaciones, y siempre entregaba una cantidad completamente exorbitante de dinero. Si hubiera unos cuantos ricachones más como ese apuesto hombre, el hospital tendría equipamiento de punta para tratar a todos los pacientes, que llegaran a las instalaciones.

–Buenas noches, Doctora Díaz.

Los orbes de la dueña de las hebras castañas se posaron sobre el caballero que se encontraba de pie frente a ella. La sonrisa en los labios del bronceado joven era completamente encantadora, y parecía encajar a la perfección con el resplandor de sus orbes magenta. Su cabello de un tono castaño rojizo, no le recordaba a ningún miembro de las familias pudientes de la ciudad, que siempre asistían a las reuniones de caridad, que se llevaban a cabo cada tanto tiempo en los alrededores del área más acaudalada de Gótica. Una hueca sonrisa se apodero de sus rojizos labios, al mismo tiempo que extendía la mano en la dirección del hombre vestido en un costoso traje negro, y que era un poco más alto que ella.

–Buenas noches, ¿Señor?

Pregunto con un tono precavido la ojimiel, causando que la sonrisa del castaño rojizo se agrandara sobre su rostro, al mismo tiempo que tomaba la mano que le era ofrecida, para besar gentilmente el dorso de la misma. 'Luciano' añadió el hombre con esa misma encantadora sonrisa, al mismo tiempo que extendía una copa de champaña hacia la mano libre de la mujer de piel bronceada. Asegurándose de hacer chocar el cristal de ambas sonoramente, en un brindis que llevo el cristal cortado hacia los labios de ambos. 'He escuchado cosas muy interesantes de usted Doctora.' Murmuro la aterciopelada voz arrancándole un escalofrió a la joven mujer, que no dejaba de mirar discretamente a su alrededor, repentinamente había algo extraño en el ambiente. Lo suficientemente extraño, como para hacer que algo en su cuerpo le exigiera alejarse a la brevedad posible de ese hombre que estaba frente a ella.

Un incómodo cosquilleo se hizo presente de la nada en la ojimiel, la extraña sensación de vértigo que se apodero de su cuerpo, junto a sus ojos nublándose por segundos. Los labios de Rafaela se entreabrieron, intentando hacer ruido alguno para llamar la atención de cualquier persona, que se encontrara en los alrededores. La sensación de una persona chocando repentinamente contra ella, y la mano del hombre de orbes rosados aferrándose a su brazo, resonaron por completo en lo más profundo de su cuerpo. 'Creo que necesita un poco de aire doctora' el repentino tono malicioso que escapo del alto hombre le revolvió aún más el estómago, al percatarse del oscuro pasillo por el que estaba siendo guiada. Fue en ese instante que Rafaela entendió que jamás debió de dar un sorbo a la bebida ofrecida por este hombre.

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El mismo vértigo que se había apoderado por completo de sus sentidos, la llevo a desplomarse de golpe contra la mullida cama que se encontraba en la habitación. Su mirada se desenfocaba más con cada segundo que pasaba, solo podía apreciar colores y siluetas por algunos instantes, para después ver como su vista funcionaria como debía y después volver a ver todo de forma borrosa. Su cabeza aún seguía dando vueltas, al mismo tiempo que su cuerpo se mantenía inerte sobre la cama. Quería gritar, llorar, moverse de alguna forma para poder enfrentarse a su agresor, pero su cuerpo no funcionaba. Podía sentir la ira y el miedo arremolinándose en su interior, mientras le suplicaba a su cuerpo porque se moviera, porque hiciera algo, porque luchara con todo lo que tenía.

–Conozco tu secreto…

El sonoro siseo de esas palabras le heló por completo el corazón, este hombre no podía estar hablando de eso… No, claro que no podía ser de eso, absolutamente nadie sabía algo sobre esa situación por la que había pasado ya hace dos años atrás. Un casi imperceptible quejido escapo de los labios de la pelicastaña, al sentir la forma en que los dedos del hombre que se encuentra a su lado en la cama, se deslizan sobre su cabello, asegurándose de acomodar algunas hebras rebeldes que se han escapado del peinado, ese mismo en el que paso horas arreglando y que deja que parte de sus hebras castañas se encuentren sueltas sobre sus hombros. La sensación de una mano colocándose en sus hombros le eriza de una forma desagradable la piel y le hace querer gritar completamente fuera de control. La ojimiel siente como la desesperación se apodera de su cuerpo con cada segundo que pasa.

–Sabes bella es una lástima, que tenga que deshacerme de ti.

El cálido aliento que se desliza sobre el arco de su oreja, le informa sobre la cercanía del hombre a su persona. Aumentando de ese modo las náuseas que se encuentran jugando con su estómago, y buscando que pierda el suficiente control para vomitar todo lo que ha consumido durante la noche, sobre el hombre que se encuentra invadiendo su espacio personal. Puede sentir como si un sinfín de insectos se deslizaran por su piel, la imagen en su cabeza y el miedo en su corazón le llevan a perder el control de su respiración, empezando a demostrar el pánico que se encuentra tomando poder de todo su ser. Lo que sea que este hombre quiere, ella no quiere formar parte de ello, no ha hecho nada por lo que deba pasarle esto, ¡joder ella no ha hecho nada malo!

– Especialmente, cuando eres tan agradable a la vista.

Un ahogado y casi imperceptible grito escapa de sus labios, al sentir la forma en que los dedos del ojirosa toman la tela de su vestido y empieza a bajarla lentamente sobre su piel. Consiguiendo disparar por completo la taquicardia que ha tomado control de su corazón. La mente de la pelicastaña grita completamente horrorizada, intentando una vez más hacer que su cuerpo reaccione para intentar quitarse de encima al hombre, que no se tocara el corazón en lo más mínimo para castigarla por alguna ridiculez que él jura ha hecho para merecerse esto. El desgraciado no solo le advierte que dejara de respirar en cualquier momento, también piensa llevarse su dignidad antes de ello.

– Pero así las cosas deben ser…

Una aterrada parte de Rafaela sabe que esta no es la peor forma de morir en esta ciudad que devora a los débiles, y alimenta el ego de los fuertes. Pero eso no quiere decir que deba de aceptarla con facilidad y con desesperación intenta mover sus manos, sus piernas o finalmente poder gritar para llamar la atención de alguien, aunque sabe que la mayoría de la gente evitaría cualquier especie de confrontación para ayudar a otra persona desvalida. La sensación del frio se hace presente de golpe en su cuerpo, al saber que no ha podido evitar ser despojada de su vestido, la sensación de los guantes de satín siendo retirados de sus manos la llenan de nauseas, ante la sola idea de pensar en tocar a ese hombre con los dedos de su mano izquierda.

–Harley te envía saludos…

El terror se aferra por completo a su corazón al escuchar las palabras del hombre, y la forma en que sus desagradables dedos se aferran con fuerza a la mancha escarlata en los dígitos de la mano izquierda de la ojimiel, las náuseas y el asco finalmente hacen que su cordura se pierda, ante la sola idea del hombre vestido de negro tocando la marca roja que le dice que tiene un compañero, cuando este sabe que eso… es algo que no debe de ser tocado bajo ninguna circunstancia, por otra persona que no sea aquella que ha sido marcada también.

–Y espera que disfrutes tus últimos momentos con la marca.

Un nombre intenta escapar de los rojizos labios, pero no hay forma en que le dé la satisfacción de escucharla suplicar, por la otra parte de la marca que no ha visto en dos años. Así que los labios de la ojimiel se entreabren para gritar finalmente como ha intentado desde el inicio de todo esto. El repentino eco de cristales rompiéndose, junto a gritos y el aroma de la pólvora resonando en los alrededores, son lo último que puede recordar antes de que sus orbes se cierren y su consciencia se pierda por completo.

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La gentil sensación de la brisa soplando contra sus desnudas piernas, le arranca un escalofrío, mientras que sus nublados orbes se intentan abrir a pesar de la pesadez que no puede explicar. Un suave 'Hmm' escapa de sus labios, al mismo tiempo que hunde el rostro en la mullida almohada que se encuentra bajo su cabeza, el aroma de la pólvora, el cuero y el metal pulula por completo en el ambiente, arrancándole un extrañado jadeo a la pelicastaña. Sus parpados se abren y cierran insistentemente, intentando adaptarse a la luz que entra por la pequeña abertura de las cortinas en la ventana. Su cabeza no deja de retumbar como si hubiera bebido más de la cuenta en la gala de anoche. Y es en ese mismo instante que sus orbes se abren de par en par, para incorporarse de golpe sobre la cama.

Un tembloroso jadeo escapa de sus labios, al ver el lugar en el que se encuentra, el piso tiene una esponjosa alfombra de color rojo quemado, mientras que las paredes de un suave tono gris se encuentran tapizadas de armas. Desde las típicas armas de fuego, a lo que parecían ser diversos tipos de espadas, shurikens, kunais y lo que reconoce como un batarang utilizado por el legendario héroe de la ciudad. Los orbes miel se deslizan lentamente sobre el librero que se encuentra en la habitación, el mismo que está repleto de diversos libros, de los cuales la gran mayoría se trata de manuales de mantenimiento de armas, y una que otra novela romántica acomodada entre los mismos, probablemente los más curiosos entre todos, son los libros que llevan en su lomo escrito 'Romance para tontos'.

Los orbes de Rafaela se detienen sobre la tela de color verde que se encuentra en la silla a un lado de dicho librero. Un escalofrió le recorre la espina dorsal al recordar otra de las cosas que ocurrieron ayer. Las náuseas se apoderaron de inmediato de la joven mujer, al mismo tiempo que llevaba una mano hacia sus labios para intentar evitar vomitar y así alertar al dueño del lugar sobre su despertar. Lentamente la dueña de las hebras castañas se dirigió hacia una de las puertas que se encontraba en la habitación, suplicando porque se tratara de un baño. Un exhausto suspiro escapo de los labios de la ojimiel, al mismo tiempo que se dirigía hacia el lavabo para tomar un poco de agua entre sus manos y usarla para lavarse el rostro, intentando despertar por completo el control sobre su cuerpo.

Su mirada se detuvo sobre la larga playera negra que llevaba puesta, los dedos de Rafaela se aferraron al borde de la tela, levantándola lentamente mientras sentía su cuerpo intentar encogerse sobre sí mismo al pensar en lo que encontraría bajo la tela. No tenía la más mínima idea de que había pasado después de que gritara, recordaba gritos que no le pertenecían a ella, eso y la sensación del frio aferrándose a su cuerpo, la misma que había desaparecido para ser remplazada por una calidez que la había abrazado por completo. Un aliviado jadeo escapo de los rojizos labios, al ver que aun llevaba su ropa interior puesta, no parecía que la hubiera perdido en ningún momento de la noche y finalmente al saber eso, pudo sentir un enorme peso caer de sus exhaustos hombros.

Sus orbes se levantaron rápidamente, al percatarse del movimiento que había podido apreciar en el espejo frente a ella. Con un lento movimiento la pelicastaña giro para posar su mirada en el hombre, que se encontraba ahora en la silla donde hace unos minutos se encontraba solo su vestido. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Rafaela, al percatarse de la forma en la que el escarlata casco que ocultaba el rostro del hombre, se encontraba fijo en su dirección. Con un enorme sonrojo la ojimiel acomodo rápidamente la negra tela para que cubriera su parte baja, intentando ignorar la vergüenza y la mortificación en su corazón al saber que el hombre probablemente había visto algo de lo que estaba haciendo, pero otra parte de ella murmuraba que era absurdo sentir vergüenza. Porque había algo que le decía que ya la había visto sin ropa, en especial si él era quien la había sacado de ahí.

–Tranquila muñeca, estas bien…

La mecánica voz le arranco un tembloroso jadeo, al entender lo que el vigilante estaba intentando decirle. El repentino escozor en sus ojos la hizo llevar sus manos hacia su rostro, intentado ocultar las inevitables lagrimas del hombre que estaba confirmando que le había salvado el pellejo. La sensación de la piel de su rostro tocando gentilmente la marca rojiza en sus dedos, le hacía tranquilizarse un tanto al saber que no había sido nada más que un terrible susto, y que no había razón alguna para que perdiera su lazo con la otra mitad de la marca que llevaba su alma gemela en su piel.

–Everything is ok Babygirl.

No podía describir la extraña paz que se encontraba apoderándose de ella, ante el repentino escalofrió que le recorrió la espina dorsal, al sentir los brazos del vigilante menos aceptado por la ciudad, envolviéndola en lo que juraría parecía ser el abrazo más cálido y seguro que hubiera sentido alguna vez en su vida. La abrumadora sensación de sus marcados dedos deslizándose contra el cuerpo del hombre, termino por romper el poco auto control que le quedaba, para aferrarse sin pensarlo a la gruesa tela del Kevlar gris con el símbolo del murciélago, el mismo que envolvía el fornido cuerpo del hombre que se encontraba aferrándose a ella como, si el mismo no pudiera creer lo que había pasado la noche anterior.

Continuara…

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Hybrid-Virus

Yo! ¿Como están lectores? Espero que se encuentren bien en esta linda noche, finalmente le ha tocado suerte a Alfred de tener un poco de tiempo exclusivo para él. Creo que a lo mucho esta historia tendrá cinco capítulos. Autora-Tan ama a Jason Todd, así que me parece raro obsequiarle su puesto al gringo, pero las cosas simplemente se acomodaron. En este universo, Alfred y Rafaela son almas gemelas, y esto es perceptible en su piel que está marcada con el primer contacto que compartieron. Alfred es el segundo Robin, el mismo que fue secuestrado por el Guasón y que perece a sus manos, podremos ver algunos detalles de Batman Arkham Knight aquí. Es un agradable juego, por si les interesa jugar un rato.

Siempre recuerden tanto chicos como chicas, si no ven cuando sirven alguna bebida, no la beban, aunque les insistan en ello. Aquí Alfredo se encontraba buscando justamente a alguien en el lugar, para la mala suerte de Rafaela, es el objetivo de 2PItalia, quien es enviado por 'Harley' (Sabremos en un futuro quien es Harley) para cobrar una vieja deuda en contra de Rafaela y Alfred. Sabremos algo de esto en el capitulo que sigue. Cuando me detuve a pensar en el pingüino, el primer país que se me vino a la mente fue Ludwig vestido con un smoking negro y un sombrero de copa y sombrilla. Lo mismo cuando la imagen mental de Kiku vestido como el acertijo se apodero de mi mente. Yo supongo que ya tienen una idea de quien es Batman.

Entre los villanos de Batman hay algunos que se sienten como que son algo 'meh' porque solamente roban y no causan gran daño a los habitantes de ciudad Gótica, pero es una historia completamente diferente si hablamos de el Guasón, que simplemente está ahí para joder la vida y la existencia de todos los habitantes de la ciudad. Principalmente la del hombre murciélago, del que podría jurar está completamente enamorado, porque tanta obsesión solo puede venir de esos lugares.

Hay un momento en que Alfred llama Babygirl a Rafaela, aunque la traducción vendría a ser 'Bebita' yo lo use como la forma afectuosa que suele utilizarse, para referirse sobre la persona que sabes siempre estará contigo en las buenas y en las malas. Es decir, tu pareja, por lo que podemos ver que de cierta forma Alfred le brinda su lugar a Rafaela. Por lo que no utilizaremos una traducción para ese término.

Sin más por el momento, dejen un review y nos vemos en la próxima actualización.

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:Traducciones:

Everything is ok babygirl / Todo está bien babygirl

"Formemos parte de la línea de reviews, cuando leamos un fanfic con un personaje que nos gusta y no es muy común ver, de un fandom olvidado o de una historia que nos guste; dejemos un review, porque esa persona escribe para nosotros y que mejor forma de inspirarla y darle combustible para seguir"