Cumpleaños de Katsuki

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19 abril a las 11:00pm

De verdad que le cabreaba cumplir años. Cada maldito año recibe una flor morada en la puerta de su ventana sin que le ponga una notita que diga de quién corresponde el regalo.

Y odiaba que le dieran una insignificante flor que se marchitaría a los cuantos días cuando él ya tenía a alguien que le gustaba.

Bufaba cada que esa maldita flor aparecía en la ventana luego de despertar de un relativo buen humor. Su autoestima no toleraba ver esas muestras cariñosas que podían dárselas a otras personas, y no a él.

No poseía intenciones de aceptarlas por más tiempo. No cuando ya había aceptado que tenía a alguien que le gustara, aunque sabía no era correspondido, pero de igual manera insistía en que prefería tener ese sentimiento, que recibir el amor de un desconocido.

Por alguna razón, cuando miraba la flor púrpura le dejaba un sabor áspero en la boca. Tan áspero que escocía la garganta. Verla no le sacaba una sonrisa o una sensación de agradecimiento por esta persona desconocida.

No sentía el más mínimo de compasión por aquel sujeto, ni de chiste.

Por eso se acostó con el ojo desnudo, a la intemperie de que apareciera aquel individuo a partir de la medianoche.

En lo que transcurrían las horas, el sueño amenazaba con llegarle, debido a que él dormía demasiado temprano, mas la curiosidad le sumía a mantenerse despierto, pese a que sus ojos se cerraran a cada tanto.

Para el 20 de abril, se mantuvo vigilante. Apostaba a que el cualquier momento aparecería.

Checó su celular luego de sentirse tan agotado que apenas podía mantener un ojo por completo abierto.

Las cuarto de la mañana.

Maldijo para sus adentros porque no había pegado el ojo en toda la noche por una razón tan mediocre como estúpida. Pero una razón que no le permitía encarar a quien robó su corazón meses atrás en que después de varios años, admitió que quería verdaderamente.

Pasaron unos minutos en que vio su celular para que el sonido de un golpe lo sacara de sus cuentas. Debajo de las cobijas, se mantuvo quieto en su lugar. Inamovible.

Relajó su respiración para aparentar estar dormido, a pesar de tener un ojo entreabierto fuera de la cobija.

Una sombra oscura se encontraba en cuclillas sobre su ventana. Se trataba del cuerpo de un hombre alto y delgado, compuesto por unos cabellos rizados que llamaron su atención.

Inevitablemente su corazón dio un rotundo vuelco en cuanto reconoció las pecas bañadas en aquel rostro juvenil, quien sacaba una flor púrpura del bolsillo del traje de héroe y la colocaba en buena presentación en la ventana.

La rapidez con que Katsuki se levantó de la cama, abrió la ventana y cogió el brazo contrario y lo atrajo adentro de su habitación en menos de un parpadeo.

—¡Wa!— Exclamó reaccionando tardíamente el contrario.

Katsuki se abalanzó sobre él, tomándolo por las muñecas, así impidiéndole que escapara.

Katsuki respiraba agitado, por la emoción que lo condujo a tomar esas medidas precarias, de las cuales no alcanzaba a dilucidar si eran parte de su imaginación o de la realidad.

Sin más preámbulo, ahí tenía al sujeto que le mandaba flores en su cumpleaños debajo de su cuerpo y la sensación de poder recorría su cuerpo en forma de palpitaciones aceleradas.

—Así que eras tú el que me mandaba flores, eh— Tanteó, mostrando una sonrisa aterradora. —Deku.

—K-Kacchan— La cara de temor de quien es su amigo de la infancia, se ruborizó bajo su presencia. —¿Cómo…? Pensé que estabas dormido. S- siempre duermes temprano.

—Basta con las excusas baratas— Desdeñó. —No sé qué carajos haces aquí y por qué demonios me mandas esas estúpidas flores— Deku parpadeó espantado. —Flores que no necesito—Apretó el agarre sobre sus muñecas. —Así que dime, qué pretendes con darme esas florecitas.

—No es para burlarme de ti— Respondió. Sus labios temblando, sus ojos iluminados por el temor que probablemente lo invadía.

Impaciente, Katsuki aguardaba a que le dijera la verdad, aunque de alguna manera no esperó que Deku fuera quien le dejaba esos detalles sin notita.

—Entonces— Gruñó. —¿Por qué?

—Este, yo.

—Sin vueltas, Deku—Advirtió.

—Eh sí. Sin vueltas—Cabeceó afirmativo.

Esos gestos tan obvios y tan extraños (que otras personas percibían como molestos), sumaba el hecho de que él no había cambiado en absoluto, pese a haber estado lejos del otro porque ya eran profesionales y cada uno cumplía su sueño por separado.

Cabía decir que no había pasado mucho tiempo desde que se graduaron. Hacía apenas un año que terminaron la preparatoria.

—La verdad es que te mandé flores cada año por tu cumpleaños— Afirmó Deku.

—¡Eso ya lo sé!—Escupió. —Lo que quiero saber es el por qué, idiota.

—A eso voy— Se apresuró en decir. —A eso voy, Kacchan.

—¡Deja de balbucear!

—Te mandé flores porque no tengo el valor de felicitarte personalmente—Confesó precipitadamente. —¡Tengo miedo de darte flores y de decirte "feliz cumpleaños"! No quiero meterme en tu vida innecesariamente y arruinar nuestra amistad, sabiendo que odias festejar tu cumpleaños y que me odias a mi y que odiaras si te dijera la verdad detrás de esas flores.

—¡¿Cuál es la verdad, entonces? Has dicho pura tontería incongruente que no entiendo nada. ¡Al grano, Deku!

—¿Realmente quieres saberlo?— Deku rompió el agarre, atrapando las manos de Katsuki entre las suyas. La espalda de Deku se irguió hacia él, frenando los miles de pensamientos que flotaban en su cerebro.

—Quiero saberlo— Demandó el rubio, sin tanta fuerza a diferencia de la actitud de segundos atrás.

Las mejillas de Deku se cubrieron por un rubor que perdió la mirada de Katsuki de sobremanera.

—Me gustas, Kacchan— Suspiró junto con esa expresión de seriedad que acompañó esa explosión de tres palabras.

—Deku…— Pronunció asombrado.

—Me has gustado desde hace muchos años— Prosiguió con simpleza, pese a estar más rojo que un tomate. —Pero nunca he tenido el valor de asirme de mis sentimientos y decírtelos, sabiendo que la persona que más odias tiene sentimientos por ti. Pensarás que soy patético. Bueno, probablemente ya piensas que lo soy con cada cosa que hago y mucho más ahorita que te digo lo que siento— Pasó una mano tras sus rizos, riendo avergonzado. —Me siento tan tonto porque he arruinado nuestra amistad con mis senti-

No soportó más de esa confesión y tapó la boca de Deku con su mano, quien se paralizó frente a su repentina cercanía.

—Basta de tus murmullos, Deku— Ordenó autoritario.

El contrario asintió con ojos desorbitados.

—Ka-

—De seguro eres un idiota, Deku— Interrumpió el rubio, emitiendo una risita imperante.

—¿Huh?

—¿Cómo puedes sacar tus propias conclusiones sin siquiera preguntarme qué siento? ¡Qué idiota eres!

—Lo siento.

—Cállate— Se acercó a él de manera coqueta, tensando al contrario, quien lo observaba sorprendido y con la boca ligeramente abierta. —Deja de asumir cosas que no son sin preguntar— Deku pestañeó anonadado, sin quitarle el ojo de encima, cosa que lo incitó a continuar su acercamiento.

—Kacch.

—Silencio— Lo calló, tomando sus mejillas entre sus manos, acercándose a sus labios. —No digas nada, Deku. Sólo déjame responder tus sentimientos.

—¿Eh?

Katsuki estrelló sus labios contra los suyos, callando todas las dudas que buscaban salirse por todas partes. Oyó a Deku jadear, seguido de la agitación de su respiración chocar sobre su rostro.

Katsuki se metió en el beso, fundiendo sus labios con los contrarios. Se entregó a manifestar por entero sus sentimientos a la luz de la noche a través de la danza que transmitían sus labios.

Al separarse, ambos agitados por el beso, se miraron a los ojos. Deku sorprendido y Katsuki triunfante.

—K-Kacchan. ¿C-cómo?

—Esa es mi respuesta— Arguyó firme.

—¿Tú también?

Katsuki puso los ojos en blanco. Ese idiota no entendía las cosas a como él las manifestaba. Sin embargo, ya tendrían todo el tiempo del mundo para comenzar a aclararse todo lo que se tenían que decir, pero no lo harían de inmediato. Por esa noche, solo se daría el gusto de abrazarlo y no dejarlo ir.

—No lo voy a deletrear— Gruñó esquivo, abrazando a Deku por el cuello.

—Está bien— Dijo rápido. —Creo que ya lo entendí.

—Ah, ¿sí?— Jugueteó. —¿Qué entendiste?— Enarcó una ceja.

—Que tu también me quieres— Chirrió, devolviéndole el abrazo. —¡Estoy tan feliz!

—Al menos no eres tan idiota como aparentas—Sonrió ladino.

—Por cierto, Kacchan— Dijo tras abrazarlo por un largo y reconfortante rato.

—¿Hm?

—Feliz cumpleaños— Susurró emotivo.

El rubio solo gruñó y siguió abrazando a su antojo a ese nerd que llevaba meses pensando que no lo querría cerca de su lado, pero que ahora lo sostenía con tanto amor que hacía revolotear su corazón rebosante de una estremecedora alegría.

Tal vez odiaba los cumpleaños, pero podría hacer una excepción con este.

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NOTA: One-shot especial para el cumpleaños de Katsuki.

Espero que les guste.