Disclaimer — Los personajes de Inazuma Eleven Go! no me pertenecen, son propiedad de Level-5®.
En muchos institutos japoneses el uniforme que utilizan los chicos es el gakuran (学ラン), un uniforme de estilo militar que fue introducido durante las reformas de la época Meiji, el cual tiene un cuello de estilo Mao y botones dorados con el emblema de la escuela.
El día de su graduación de secundaria, el chico regala el segundo botón de la chaqueta de su uniforme, el llamado daini batan (第二ボタン), a la chica que quiere o a aquella que se lo pide (algunas chicas le piden el segundo botón al chico que les gusta o que ha sido alguien importante en su vida escolar).
¿Por qué el segundo botón? Se dice que el segundo botón es el más cercano al corazón, así que obtenerlo es una metáfora de obtener el corazón de esa persona, es una confesión, un objeto que lleva consigo no sólo el afecto de esa persona, sino también todas las experiencias y alegrías que ese estudiante ha ido acumulando durante sus años en el instituto (Japonismo, 2013).
El viento mecía con suavidad el cabello de la chica que se encontraba en aquella azotea, mientras que en su mente surgían un sin fin de preguntas. No sabía el motivo exacto por el cual se encontraba en aquel lugar, solo tenía una nota arrugada en su mano derecha, la cual estrujaba, alisaba y releía cada pocos minutos, hasta el punto de que aquel pequeño trozo de papel parecía querer romperse y el mensaje había quedado grabado a la perfección en la memoria de la chica, tanto en contenido como apariencia.
Un suspiro escapó de sus labios y decidió que sería mejor guardar el papel en uno de sus bolsillos antes de que terminara por destrozarlo por completo, estaba cansada de esperar, pero no podía permitirse destruir lo que sería el último recuerdo que le quedaría de esa persona.
Su mente no pudo evitar repasar algunos de los momentos más significativos que pasó junto a él, como el caluroso día de verano en que lo conoció hacía ya casi diez años atrás, o aquella vez que hablando con Honoka descubrió que quizá le parecía un poco (demasiado) atractivo, o cuando comprendió que los sentimientos que tenía hacía él habían dejado de ser fraternales mucho tiempo atrás.
Para ella, él era demasiado tonto como para notar sus sentimientos, ya que al parecer en su cabeza solo existía espacio para el fútbol y su grandísimo ego.
—Hey.
Aunque eso no era suficiente para desaparecer lo que ella sentía por él.
El sonido de la puerta al cerrarse fue sustituido por el de pasos acercándose con nerviosismo.
—Hey.
La abrumadora sensación de nostalgia se apoderó de ellos una vez los pasos se detuvieron, ¿cómo fue que terminaron de aquella manera? ¿qué pasó con aquellos mejores amigos que iban juntos de un lado a otro? Los saludos que antaño transmitían complicidad ahora solo emitían nerviosismo, como si anticiparan lo que ocurriría después y quisieran evitarlo para no obtener desastrosos resultados.
—¿Qué tal has estado?
—Bien, ¿Y tú?
—También.
Ambos se encontraban en aquella azotea, el mismo lugar donde su amistad había comenzado, uno al lado del otro luego de haberse evitado por semanas, ambos mirando al horizonte en busca de una excusa, evadiendo la mirada del contrario por miedo a lo que pudieran encontrar.
—He oído que volverás a Corea.
Las palabras salieron de sus labios sin consentimiento, impulsadas por la tristeza y una minúscula esperanza de que no fuera real. Le había prometido que nunca la dejaría sola, ¿por qué se estaba marchando entonces?
—Terumi dice que es lo mejor si queremos sobresalir en el mundo del fútbol —le explicó con menos ánimos de los que debería, recibiendo como respuesta un simple asentimiento.
—¿Cuándo te vas?
Él jugueteó un poco con la pequeña flor roja en su uniforme antes de responder, su graduación había terminado hacía menos de una hora y en aquel momento ya no tenía nada que hacer en Japón.
—Hoy por la tarde. A las seis.
Tras la mención de aquellas palabras decidió por fin mirarla, su flequillo cubría una parte de su rostro y los mechones pelirrojos danzaban al compás del viento.
—¿Sabes? Siempre me gustó el color de tu cabello.
Tomó un mechón de cabello y lo apartó de su rostro con las manos temblorosas y una delicadeza impropia de él.
Cuando sus miradas por fin se encontraron sintieron sus corazones romperse un poco más. Él siempre había soñado con que aquellos ojos azules lo vieran con algo que no fuera amistad, enojo o indiferencia, pero nunca pensó en lo doloroso que sería verlos de esa manera.
Cuando la conoció le pareció frágil, alguien a quien debía proteger, y en ese momento lo parecía aún más.
Su mano rozó ligeramente la pálida y suave piel de la mejilla de la chica, enviando a ambos una agradable y dolorosa sensación.
—Entonces supongo que adiós.
Apartó su rostro de aquella mano que tanto soñó la acariciara de aquella forma, para después apartar la mirada. No soportaba que la viera de esa forma. Con lástima.
—An...
Pero él nunca la miraría de esa forma, mucho menos en aquel momento, donde lo único que podía sentir era tristeza y su corazón terminando de romperse.
Sin detenerse a pensarlo sus brazos la rodearon, tan fuerte que por un momento An pudo sentir que todas aquellas piezas que estaban rotas o fuera de lugar se reconstruían y volvían al sitio al que pertenecían.
Cuando la soltó lo hizo con lentitud, prolongando el momento e intentando reunir el valor para hacer lo que tenía planeado. Dio un paso atrás y colocó una mano en su pecho, la cual incluso temblorosa, no le impidió realizar su cometido: retirar el segundo botón de su uniforme.
La mirada de An seguía perdida en el horizonte, ajena a lo que sucedía a su lado, al menos hasta sentir una mano tomar la suya para después depositar el pequeño objeto metálico en ella al mismo tiempo que un beso era dejado sobre su cabeza.
Temeroso, se alejó lo más rápido que pudo, dio la vuelta y caminó hacia la puerta antes de que An pudiera siquiera mirarlo, estaba seguro de que sería rechazado y no estaba listo para eso. Nunca lo estaría.
Cuando An levantó la mirada, él ya no estaba ahí.
—Haruya...
Si había algo de lo que Hasuike An estaba segura, era de que sus sentimientos por Nagumo Haruya no eran un simple amor adolescente (como había intentado hacerse creer durante mucho tiempo) y que aquello no había sido más que un acto de lástima.
Y si había algo de lo que Nagumo Haruya estaba seguro, era de que nunca iba a sentir nada parecido a lo que sentía por Hasuike An y también que aquella declaración no había significado nada para ella.
Pero no importaba lo que ambos supieran, porque ninguno sabía nada.
Historia publicada originalmente en Wattpad el 10 de abril del 2017, editada el 08 de enero del 2021.
