Asfalto
El suelo caliente le quema los pies descalzos
y ella le mira con su belleza intacta
como si a ella nada la alcanzara
[...]
Eran zapatos nuevos, los había comprado una semana atrás con la recompensa que obtuvo él por atrapar a un contrabandista de cuarta. Y era la primera vez que se había dado un gusto que no tuviera que ver con comida —o quizás, sucede que el par anterior había sido devorado en su totalidad por Ein.
Ahora, en cambio, sabrá Dios en qué sitio habrán ido a parar. No hace falta preguntar quién fue el responsable de la pérdida de sus zapatos nuevos, porque está frente a él, caminando con sus zapatos también nuevos —¡para colmo!—, como si no debiera ni temiera.
Observa a Faye, tan ajena a su error como al calor que los acecha, y desea poder cobrarse el disgusto, haciéndole alguna tontería que la moleste lo suficiente como para quitarle ese aspecto tan tranquilo. No tiene energías, sin embargo.
El asfalto le quema los pies descalzos, mientras camina bajo el sol abrasador en medio de una carretera abandonada. Sí, otra vez la ineptitud de Faye había ocasionado un percance con las naves.
Levanta la vista y la ve, unos pasos más adelante, devolviéndole la mirada. Luce fresca, radiante, como si nada pudiera realmente alcanzarla.
Algo reverbera en su pecho, un latido distante, la sensación cálida de emociones nuevas.
Enciende un cigarrillo y se llena los pulmones del humo exhalado, ignora las sensaciones que agitan su mente.
—Me debes un par de zapatos nuevos.
Ella hace una mueca y frunce las cejas, la tranquilidad desaparece de su rostro —con ella también se evaporan esos sentimientos— y es Spike quien ahora está tranquilo.
