Opuestos.

Por: Vampisan86.


Capítulo I.

Imposición.


Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, todo es obra de Akira Toriyama. La trama es exclusiva de mi autoría.

Aclaración: Los títulos, lugares y demás situaciones serán ya sean reales o inventadas por mí.

PD: Es un fic basado en otro mío llamado "Antítesis" de Sesshome. Lo adapté a VegeBul a petición de ciertas personas.


—No creo que esto vaya a funcionar Maron —predijo una nerviosa Bulma mirándose frente al gran espejo de cuerpo completo—. Algo saldrá terriblemente mal. Lo sé. Siempre sucede.

La coqueta Maron, erguida en el umbral de aquella humilde casita, caminó para situarse al lado de Bulma. Ambas observaron el reflejo que les devolvía el espejo sin sorprenderse de la imagen que les mostraba. Toda persona que las conociera sabía que podían pasar por gemelas. Lo único que las diferenciaba era el evidente aspecto del par de mujeres. Mientras Maron era una dama de alcurnia, Bulma resaltaba por su aspecto de plebeya. Una era inequívocamente perteneciente a la nobleza mientras que la otra se hallaba en el más bajo escalafón social.

—Debes tranquilizarte Bulma —pidió Maron posando ambas manos en los hombros de su amiga—. Si piensas en atrocidades, éstas no tardarán en alcanzarte. Es la ley de atracción.

Bulma seguía mirando, con intensidad, el espejo frente a ella con la intranquilidad recorriendo su columna.

—Sé que siempre fue muy divertido que nos confundieran de niñas, así como intercambiar atuendos e identidad para nuestras travesuras —dijo Bulma comenzando a fruncir su ceño—. Sin embargo, esto está fuera de los límites Maron. No existe forma alguna de que salgamos indemnes —objetó realizando ademanes con sus manos.

Maron siguió con su expresión desilusionada. No se podía saber si no le importaba las consecuencias de su proposición o, si por el contrario, simplemente se rehusaba a pensar en ello.

—No sucederá nada de lo que debamos arrepentirnos Bulma —sentenció mientras la tomaba del mentón para que la observara a los ojos—. Nadie me conoce. Los nobles que frecuentan a mi padre no han tenido el placer de intercambiar palabras conmigo. Tú y yo somos como dos gotas de agua por fuera. Es imposible que incluso mi padre se percate. Además, será mi primera temporada por lo que hasta el día de hoy nadie sabe cómo soy en realidad.

En el interior de Bulma algo le decía que aquella propuesta en lugar de ser un maravilloso sueño en el que toda plebeya quisiera verse envuelta, terminaría convirtiéndose en una terrible pesadilla teñida de la más cruel tragedia.

—Si me descubren podría terminar en la horca —verbalizó Bulma con una mirada que suplicaba comprensión a sus preocupaciones—. No tengo la mínima idea de cómo comportarme correctamente entre los nobles. Me van a descubrir al minuto en que ponga un pie en una velada ¡Solo mírame! —exclamó señalándose a sí misma—. La clase social se me nota a kilómetros de distancia.

Maron la soltó, enfundada en su vestido celeste, comenzó a dar vueltas en el reducido espacio siendo seguida por los ojos de una perturbada Bulma que la instaban a debatir lo dicho con anterioridad pues sabía que no se trataba una mera mentira. Lo cierto era que el tiempo se le estaba agotando poco a poco. Necesitaba convencer a Bulma de que se atreviera a suplantarla durante una temporada hasta que ella efectuara lo que tenía en mente, y asistir a la temporada social de Londres no estaba entre sus planes. Maron se sentía entre la espada y la pared, hundiéndose con los días en su desesperación por huir de la sociedad.

Dejó de caminar cuando una idea se le pasó por la mente a una velocidad abrumadora. Admitía que era un tanto estúpido pero conociendo lo idealista e ilusa que era su doble, suponía que cedería una vez la escuchara. Bien decían que tiempos desesperados requieren medidas desesperadas y, por su situación, ella lo necesitaba. Así que, haciendo gala de sus dotes actorales se llevó una mano al corazón fingiendo tristeza esperando fervientemente que Bulma le creyera pues era su último as bajo la manga.

—Está bien Bulma, te comprendo perfectamente —suspiró Maron mirando al suelo con fingido malestar—. Créeme que si pudiera haber elegido habría decidido ser plebeya porque ustedes gozan de una libertad que nosotras, las hijas de nobles, no poseemos.

Bulma la escuchó sin entender pues durante toda su vida había sido testigo de la cómoda posición en la que su amiga se hallaba. Maron nunca pasó hambre como ella y su familia, y lo cierto es que la palabra carencia no debía figurar en su vocabulario. Probablemente ella creía que el dinero caía de los árboles y, jamás, ninguna gota de sudor caería de su frente como símbolo de su esfuerzo por conseguir el alimento del día.

—Mi padre rechazó la propuesta de matrimonio de un pretendiente mío —comenzó a relatar sentándose en una silla del rincón viéndose genuinamente afectada emocionalmente, y ajena a los pensamientos de la otra muchacha—. Él, aunque es un caballero, no posee título ni fortuna, por ello mi padre ha decidido enviarme a la temporada con la esperanza de que contraiga matrimonio con algún noble. Sin embargo, nosotros nos amamos y hemos decidido casarnos a escondidas pero no podremos hacerlo si voy a Londres porque estaré vigilada constantemente…

Bulma se llevó una mano a sus labios realmente conmovida por el dolor de su amiga. Lejos quedaron sus cavilaciones anteriores. Jamás llegó a creer que Maron pudiera sufrir algo parecido a un amor imposible siendo que su padre siempre le concedía lo que quería. La sorpresa en su expresión era totalmente comprensible. Bulma era una muchacha ordinaria que creía en el verdadero amor y esperaba casarse algún día ostentando el sentimiento. Saber que su amiga sufría por ello le angustiaba terriblemente.

—Así que, en caso de que usurpes mi identidad, me hospedaré en una propiedad de su familia en el campo mientras termina de cerrar unos negocios, y cuando vaya a buscarme nos iremos directamente a Gretna Green para casarnos. Una vez siendo marido y mujer ni mi padre o alguna otra persona podrá separarnos —prosiguió Maron comenzando a llorar metida en su papel. Incluso se sorprendía por tal melodrama—. Por eso querida Bulma, es que requiero tu ayuda. Mi padre no podrá entregarte a nadie porque sería un total escándalo. Una plebeya pasando inadvertida en la sociedad ¡Qué gran hazaña! Te prometo que todo se resolverá después de la boda. No existirá alguna clase de represalia contra ti.

Bulma estaba totalmente petrificada, primero, por lo relatado, segundo, porque ya no estaba tan segura de poder negarse a ser partícipe de tan descabellada idea. Bien lo decían sus amigas plebeyas ¡El amor lo puede todo! Nunca se imaginó que la nobleza no pudiera casarse por amor ¡Que ingenua de su parte!

—No debes temer. Mi padre entenderá la situación y mi esposo se convertirá en tu protector. Además te pagaré muy bien —se apresuró a añadir Maron pensando que la expresión de indecisión de Bulma se debía a sus dudas con respecto a las atrocidades que se desataría si alguien llegaba a pillarla.

—Yo no sé qué decir Maron...

Maron se levantó del asiento comenzando a limpiar de su rostro cualquier rastro de lágrimas que indicara que estuvo llorando momentos antes. Por la posición del sol, fuera de la ventana, dedujo que debía terminar el asunto cuanto antes. Después de todo no quería que su padre preguntara por su ubicación ya que quería mantener aquella visita en secreto, por precaución.

—Bulma, no te lo pediría si creyera que terminará mal —Maron tomó las manos de Bulma para entrelazarla con la de ella—. Jamás permitiría que algo cruel te sucediera. No si pudiera evitarlo.

Bulma negó con la cabeza. Se preguntó cómo siempre terminaba por ceder a los planes irreales de la muchacha frente a ella. Era cierto que por fuera eran idénticas pero por dentro resultaba ser lo contrario ya que eran dos personas completamente diferentes. De no ser porque no compartían lazos sanguíneos creería que eran parientes pérdidas. La similitud física era aterradora.

—No sé de etiqueta social. No poseo educación. Es imposible que pase desapercibida entre las demás Ladies —intentó una última vez utilizar un buen argumento, sin embargo, sabía que era inútil. Maron ya la había convencido.

—Tú has convivido conmigo durante mucho tiempo, sabes comportarte acorde a la situación. Es tu miedo infundado lo que te da la desconfianza —rebatió Maron. Aunque sabía que antes de emprender su huída debía adiestrar a Bulma en unas lecciones de buenas costumbres para que su mentira pudiera sostenerse el mayor tiempo posible—. Además, sabes bailar, de niña lo hacías bien conmigo.

— ¡Pero solo si yo era el hombre! ¡Por Kami Maron! —Bulma se soltó del agarre de su amiga para comenzar a caminar como león enjaulado—. Un solo error me llevará a que me cuelguen en la horca. Sabes muy bien que las mujeres tenemos menos probabilidades de salir ilesas ante la ley.

—Tonterias Bulma —dijo Maron agitando su mano enguantada para restar importancia—. Nada malo sucederá.

La confianza de Maron resultaba fuera de lugar para Bulma. Se preguntó si el hombre del que su amiga se enamoró valía la pena para que ella quisiera montar todo ese peligroso teatro.

— ¿Cómo se llama él?

Ante la pregunta Maron pareció confundida.

—Tu enamorado Maron ¿Quién es? —reformuló Bulma sin sospechar nada.

—Por seguridad quisiera mantenerlo en el anonimato —sin otra salida Maron no tuvo más opción que encubrir su engaño con otra mentira—. Más adelante todos lo sabrán. El amor no se puede ocultar.

Antes de que alguna pudiera añadir algo más, la voz infantil de un niño interrumpió la conversación.

— ¡Hermana hemos llegado! ¡El abuelo hoy me enseñó más deberes del oficio!

Jaco se quedó paralizado en el umbral de la puerta. Conocía a Maron y el parecido con su hermana le resultaba perturbador. Conociendo un poco de etiqueta para cuando estuviera en compañía de una Lady, no tuvo más opción que brindar una reverencia. Se sintió tonto mientras se retiraba a toda prisa porque el carruaje fuera del templo debió haberle indicado que aquella señorita estaba en su casa.

Maron miró a Bulma alzando una ceja.

—El abuelo piensa que al ser mujer no podré trabajar en la herrería una vez me case —explicó la duda no verbalizada de su amiga—. Cree que me iré con mi esposo y atarme a las responsabilidades del oficio me convertiría en una solterona. Por eso ha decidido entrenar a Jaco para que él y su familia sean los encargados una vez que fallezca.

Maron negó con la cabeza. Recordó que de niña, Bulma siempre le decía que trabajaría de aquel oficio antiguo por ser la primogénita, sin embargo, la realidad distaba de aquellas fantasías infantiles. Una mujer no podía poseer semejante responsabilidad, sólo por su género, y que su familia le hubiera hecho creer lo contrario era demasiado cruel. Se imaginó lo destrozada que debió estar cuando le confesaron la verdad.

—Bulma, Lady Maron —la señora Panchy saludó cuando ingresó a la casita. Si pensaba que era una visita inusual por parte de Maron no dijo absolutamente nada—. Veo que sigue siendo el vivo retrato de Bulma, Lady Maron.

—Por favor señora, solo dígame Maron. Los años que llevo conociendo a su familia le dan el derecho de tutearme.

La señora Panchy negó fervientemente—. Usted es una Lady y así debo tratarla. No diga cosas absurdas, por favor.

Maron la ilustró con una sonrisa impávida.

—Seguramente se preguntará la razón de mi visita señora Panchy —dijo la única noble en el lugar tomando la mano de Bulma entre las suyas.

La señora Panchy las miró con curiosidad pero no comentó nada. No era algo extraño las visitas de Lady Maron en su modesta morada, sin embargo, la muchacha llevaba años sin aparecer por esos lugares debido a que había asistido a un internado de señoritas. Por lo que suponía que al estar la temporada social a tan solo unas semanas era entendible que finalmente volviera para asistir a ella. Además, que visitar a su amiga de la infancia era un suceso inevitable.

Bulma se puso visiblemente nerviosa. Se imaginó a Maron contándole a su madre su trágica historia de amor, y conociendo a su progenitora, probablemente sería víctima de un infarto por tal disparatada idea. De ninguna manera su madre le permitiría ejecutar semejante acto suicida. Apretó con fuerza la mano enguantada de Maron tratando de hacerle entender que no era un buen plan compartir con su madre su sufrimiento.

—He venido porque necesito la ayuda de Bulma —comenzó Maron para el suplicio de la muchacha que parecía querer desaparecer de la atención de la señora Panchy.

—No veo cómo mi hija puede serle de utilidad Lady Maron —contestó la señora Panchy con incredulidad en la voz.

Maron no quitó su sonrisa—. Oh, créame que será de mucha ayuda señora Panchy —respondió con lentitud—. La temporada está a un par de semanas y debo asistir. Ahora que he vuelto con mi padre no poseo una doncella que se encargue de mis necesidades y, por la confianza que le tengo a Bulma, he decidido que ella es la adecuada para tal labor. Claramente tendrá seguridad y buena paga por prestar sus servicios al Conde de Essex.

Madre e hija abrieron los ojos en sorpresa. La primera por semejante oportunidad para su hija que podría vivir tranquilamente con un trabajo estable en la casona del Conde, y la segunda por la enorme mentira que utilizaba su amiga para aparentar frente a su familia. Bulma comenzaba a sentirse sumamente cínica. Esperaba que las mentiras que comenzaban a hilar no se les acumularan al final del día.

—Pero mi hija no tiene alguna preparación para atender a una Lady ni mucho menos sus necesidades, Lady Maron —comentó desilusionada la señora Panchy al tener un momento de lucidez para comprender su desventaja.

—No se preocupe. Haré que la capaciten en los siguientes días para que pueda acompañarme a la temporada en Londres. Es mi deseo que Bulma pueda tener una vida lo más cómoda posible a su condición —dijo con genuina preocupación que incluso Bulma se lo terminó creyendo—. Una vez que sea la señora de mi propia casa, Bulma se convertirá en mi doncella particular.

La señora Panchy sonrió con sinceridad, las lágrimas comenzaron a acudir a su rostro. Con Bulma en un trabajo de esa índole tenía una preocupación menos. Cada noche se iba a dormir angustiada por el porvenir de su única hija, y que Lady Maron amablemente le propusiera la solución a sus males la hacía gratamente feliz.

— ¡Oh Lady Maron es una dicha que usted sea tan amable con mi Bulma! —la señora Panchy se apresuró a tomar las manos de Maron para agradecerle de todo corazón—. Créame que mi Bulma es muy inteligente, no tardará en aprender todo lo que le enseñen. Incluso sabe leer y escribir. No será un estorbo.

Maron tuvo problemas para sostener la sonrisa en sus labios. Particularmente los arranques de felicidad no eran de su total agrado pero viendo que era la única solución para llevar a cabo su plan no tuvo otra opción que soportarlo.

—Iré inmediatamente a empacar sus cosas. Me temo que sus vestidos no son los más adecuados pero me encargaré de conseguir dinero para comprarle lo que requiera para ser una doncella.

—No se preocupe señora Panchy, los gastos de Bulma corren por la cuenta del Conde. Después de todo, mi felicidad no tiene precio —señaló Maron a una mujer muy alegre.

—¡Muchas gracias! ¡No tardaré en hacer sus maletas!

La señora Panchy desapareció de la presencia del par de muchachas para dirigirse a lo que sería el lugar donde todos dormían. Al ser pobres no contaban con habitaciones separadas. Una vez que Bulma estaba segura de que su madre no se hallaba dentro del radio donde podía escucharlas, miró a Maron con el ceño fruncido.

—No debiste ilusionar de esa forma a mi madre —regañó muy molesta.

—Nada de lo que dije es mentira Bulma. Te pienso dar lecciones para comportarte como una legítima Lady —contestó Maron totalmente serena—. Te ofrecí protección y te la daré. Simplemente esta temporada me suplantaras pero una vez que vuelva te convertirás en mi doncella. No me retractaré.

Bulma suspiró pensando que se estaba metiendo, voluntariamente, al peor problema de su vida sin punto de retorno.


El Duque del Vegetasei, Vegeta Cuarto, observó con creciente irritabilidad al hombrecillo frente a él. Definitivamente ese no era su día y el hecho de que su madre, la Duquesa viuda, Tea, estuviera presenciando tan lamentable situación con notoria diversión lo enfureció aún más.

—No encuentro gracia a tales noticias Roshi —la amenaza de Vegeta estaba implícita en sus palabras.

El anciano, abogado de su difunto padre Vegeta Tercero, negó con la cabeza. Ciertamente a Roshi no le encantaba estar en presencia de aquellas personas porque le infundía pavor, sobre todo el primogénito Vegeta. Roshi estaba completamente seguro que Vegeta sería capaz de asesinarlo.

—Así se estipula en el testamento del difunto Duque de Vegetasei —empezó Roshi señalando los papeles que le entregó hace unos momentos al actual Duque—. Si para el trigésimo cumpleaños, su primogénito, Vegeta Cuarto, no ha contraído nupcias la fortuna, propiedades y todo lo ligado al título pasarán a manos de su segundo hijo, Tarble...

— ¡Cállate! —rugió Vegeta cuando la risa de su madre empezó a inundar el despacho—. Madre si no te callas te echaré a la casa del campo.

Tea no se inmutó porque siguió riendo como si la situación fuera de lo más cómica.

—En el testamento que se leyó hace un año solamente se pedía que se reconociera a ese bastardo y se le educara para que se convirtiera en un miembro de la sociedad como parte de esta familia —comunicó Vegeta rechinando los dientes por la furia—. Ahora me dices que ese testamento no era el oficial porque mi padre hizo otro justamente en su lecho de muerte.

Roshi se encogió de hombros de puro miedo—. Creí que era de su conocimiento. No comprendo cómo se pudo cometer tal error. Pensé que lo sabían y por eso mismo he venido a recordarlo porque su trigésimo cumpleaños es dentro de diez meses...

— ¿Quieres terminar viviendo en la basura? Tu incompetencia es absolutamente inadmisible para servir a mi noble familia.

—Calma por favor. Léalo con detalle su excelencia —pidió Roshi totalmente asustado.

Vegeta se llevó un par de dedos al puente de su nariz para tranquilizarse pero la risa de su madre no lo ayudaba en absoluto.

— ¿Reconocer al bastardo fue un error que no figuraba en el segundo testamento? —cuestionó sin ánimo de leer los dichosos papeles. Realmente su padre lo odiaba al burlarse de esa forma de él y de su madre. Era un insulto querer que convivan con tal bastardo.

—No, claro que no su excelencia —negó Roshi rápidamente—. Lo único que cambia en el nuevo testamento es el de contraer matrimonio. Su padre quería que se casara antes de que cumpliera los treinta años o si no todo pasaría a manos de Tarble...

Vegeta apretó sus puños con molestia. De no ser porque mantenía sus uñas cortas probablemente se hubiera herido al clavarlas con tal fuerza en sus palmas.

—Si no tienes nada más por decir, quiero que te retires Roshi.

El anciano asintió levantándose rápidamente—. Cuando decida contraer nupcias me hace llegar una notificación para ratificar los trámites, su excelencia.

Como respuesta únicamente recibió la mirada fulminante del Duque de Vegetasei. Roshi no comentó nada más, decidió que lo más sabio era retirarse antes de que la fina alfombra árabe en el suelo se tiñera de carmesí por su sangre derramada en el asesinato que efectuaría Vegeta Cuarto si permanecía un segundo más en su presencia.

La Duquesa viuda, sentada elegantemente en el sofá de la esquina de aquel inmaculado despacho, miró a su único hijo con evidente diversión.

—No entiendo qué te causa tanta gracia, madre —dijo Vegeta con fastidio.

Tea le sonrió—. Tu padre hizo exactamente lo que su padre le obligó. Nuestro matrimonio fue pura conveniencia económica y política. No obstante, me prometió que contigo no sería tan cruel.

Vegeta le miró totalmente aburrido. No es que no conociera las razones tras el matrimonio de sus padres pero no le veía el motivo para que se lo repitiera.

—Supongo que en su lecho de muerte se acordó de Lady Celery, su amante muerta, y del bastardo que dejaría desamparado en la ignorancia de su linaje noble. Fue una suerte que Tarble tuviera una madre noble, hija de un Barón, el más bajo nivel social pero noble al final del día. De otra forma no hubiera podido heredar el título de Duque si tú no pudieras llevar a cabo un simple matrimonio.

Vegeta seguía sin comprender las palabras de su madre.

—Me refiero a que, tu padre te ha dejado a cargo de tu medio hermano para que seas lo más parecido a una figura paterna. Y, si Tarble se convierte en Duque, al final tú deberás trabajar para él porque no existe forma de que Tarble sepa cómo manejar los asuntos vinculados al título sin previa preparación. Teniendo en cuenta que apenas está aprendiendo a leer y a escribir así como de etiqueta social, dudo que puedas retirar tu ayuda hasta dentro de una década, si tienes suerte —aclaró Tea tratando de mantenerse seria aunque la diversión se reflejaba en sus ojos—. Fue astuto. Cambió su testamento un segundo antes de morir para que se reconociera a Tarble, sin embargo, si sabías lo que contenía el nuevo testamento no habrías reconocido a tu medio hermano y por ende, el título quedaría sin usarse hasta que tuvieras un varón y así figurarías como albacea. Vegeta Tercero era inteligente después de todo.

— ¿Y qué me humille de esa forma no te molesta, madre? ¿No sientes compasión de tu único hijo? —cuestionó seriamente Vegeta, sopesando las palabras dichas por Tea.

Tea rió—. Por favor Vegeta, ambos sabemos que si pudieras me habrías recluido en el campo desde que tu padre falleció. No lo has hecho porque me necesitas para que Tarble no te estorbe.

— ¿Quiere decir que no te humilla convivir con el bastardo de tu esposo? ¿No es un castigo para ti?

—No, en absoluto —Tea se encogió de hombros—. Tu padre y yo no nos amábamos. Él tenía sus amantes y yo también. No eres estúpido como para que no lo supieras con antelación Vegeta. El único error es que tu padre se enamoró, hizo caer en desgracia a esa pobre muchacha y se desentendió de Tarble totalmente. El remordimiento tuvo que ser demasiado grande para decidir que tú velaras por él.

Vegeta frunció el ceño. Su madre tenía razón, no era idiota. Sabía de sobra la clase de relación que llevaban sus padres y aunque era inmoral, no le veía lo malo. Tea jamás se doblegó ante el Duque, y dado que no existía forma para que se separaran, tuvieron que vivir de esa manera. Lo único que le molestaba era la esclarecedora conclusión a la que su madre había llegado antes que él. No había mentira en sus palabras. Su padre quería que fuera una especiel de protector con Tarble y dado que era un estúpido campesino sin educación le resultaba sumamente vergonzoso decir que eran hermanos.

Tarble podía pasar como hijo de Tea por el terrible parecido físico que tenían. No había manera de que alguien dijera lo contrario. Sin embargo, él sabía la verdad y por ello la vergüenza era la misma como si todos lo supieran.

La coartada de la repentina aparición de un segundo hijo de Tea consistía en que Tarble sufría enfermedades que lo dejaban postrado en cama, por ende tuvieron que internarlo en un hospital para su exclusivo cuidado. No fue difícil, unas cuantas libras a pocas personas y tenía los papeles, los testigos y lo necesario para sostener la versión. A Tarble le había ordenado, a puñetazo limpio, que dijera la misma historia cuando alguien le preguntara. Por el momento, el bastardo parecía entender qué era lo mejor.

Sin embargo, Vegeta Cuarto no aceptó su presencia. Quería a ese bastardo alejado de él, por lo que le prohibió estar cerca de su persona dentro de la enorme mansión. No era una tarea difícil. Él se la pasaba dentro de su despacho la mayor parte del tiempo y Tarble asistía a sus clases con el tutor que le contrató. Esperaba que el cerebro ignorante de ese campesino pudiera absorber lo mínimo como lo era leer.

—Creo que empezaré a frecuentar a Lady Seripa para…

—Ni se te ocurra, madre —sentenció Vegeta levantándose de su lugar—. La temporada está por iniciar y a menos que no encuentre a una Lady decente, Lady Seripa es mi última opción.

Tea sonrió de lado.

—Lady Seripa está más que dispuesta en convertirse en la Duquesa de Vegetasei...

Vegeta la miró impávido.

—Lady Seripa es mi última opción, madre. Dejaré el trabajo de investigar posibles damas ideales para convertirlas en Duquesa a Nappa.

Con eso último dicho Vegeta se retiró del despacho dejando a una Tea totalmente divertida por la situación. Sería una temporada divertida, pues presentía que su hijo apenas empezaría a conocer los problemas de cortejar a una Lady.


N/A: Holaaaaaaa. Pues traje esta nueva historia. Apenas estoy escribiendo el fic. Espero les guste.

Bueno, los problemas para un romance comienzan. Bulma es una plebeya y Vegeta un noble, desde aquí empezamos mal. Ya veremos cómo se desencadena la trama. Además ¿Por qué Maron quiere ausentarse? El amor no tiene nada que ver.

¡Un beso!