¿Cómo llegamos a merecerlo todo?
~ por Lila Negra ~
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. El texto y la imagen son una creación original de Lila Negra y Anita Ilustraciones. Han sido realizados para Rosa Mayfair.
Advertencias: Este one-shot puede leerse de forma autónoma o como continuación del fic de cinco capítulos No merezco nada. La pareja principal está constituida por Sasuke y Naruto. Es un universo alterno y moderno. Hay una pareja secundaria, conformada por Itachi y un personaje revelado solo al final. Fluff y comedia.
Agradecimientos: A Rosa, por todo.
¿A qué hora dijo que llegarían? ¿Sería para el almuerzo o por la tarde? No lograba recordarlo, ¿por qué era tan tonto a veces? Me bajé del bus que me había traído desde la universidad y corrí las cinco cuadras que me separaban de nuestro departamento. De los nervios, se me cayeron las llaves al suelo pero finalmente conseguí abrir y entrar. Uff. Por suerte, todo estaba silencioso. Eso significaba que era por la tarde. Sasuke debía de estar ya viajando hacia el aeropuerto para ir a buscarlos. Bien, eso quedaba lejos, así que me quedaban al menos varias horas para prepararme.
Así que lo que hice inmediatamente fue… dar vueltas alrededor de la mesa. ¿Por qué estaba tan ansioso? Esta era la primera vez que recibiríamos una visita formal de Itachi desde que nos habíamos mudado juntos, hacía dos años. Siempre habíamos sido nosotros los que viajábamos de vuelta a nuestra antigua ciudad y visitábamos a toda la familia. Incluso mis padres y los de Sasuke venían muy poco, ¿tal vez habíamos recibido tres o cuatro de sus visitas en todo ese tiempo? La universidad que habíamos elegido quedaba realmente lejos de ellos y encontrarnos era un trastorno. Teníamos mucha suerte de haber hallado una universidad con cada una de las carreras que nos interesaban, o de lo contrario habríamos estado separados por un tiempo infinito… ¡y eso yo no lo hubiera tolerado…!
Ah, sí, es que… diablos, debo admitir que... estoy perdidamente enamorado de este bastardo. ¿Cómo pudo pasarme algo así? Cuando éramos adolescentes, casi no me di cuenta de cómo nos hicimos amigos: de pronto, todo lo que hacía, lo hacía con él… pero, en mi idiotez, creía que eso era lo normal, es decir, ¿quién considera normal soñar que se toma de las manos con su amigo y despertar hecho una bola de dudas? Ah… pero yo estaba convencidísimo de que la persona que me gustaba era su hermano. Fue él, Itachi, quien me abrió los ojos. Una cosa es la admiración, otra cosa es la amistad… y otra cosa es estar rematadamente enamorado como yo lo estaba y lo continúo estando. Puedo decir que hoy sé la diferencia.
Con esfuerzo, intenté concentrarme en algo útil. Tomé un trapo para repasar los muebles, más me valía dejar todo impecable antes de que llegara el dios de la perfección o Sasuke me mataría. Sí, eso sería lo que haría durante esas horas muertas: limpiar como desquiciado.
Cuando me confesé a Sasuke, allá lejos y hace tiempo, no sabía qué iba a pasar. Nunca había tenido pareja y él tampoco, éramos unos ignorantes en todo lo relacionado con el amor. Al día siguiente en el colegio no sabíamos si tomarnos de las manos o no, si saludarnos con un "hola" casual o con un beso en los labios, si sentarnos juntos o lejos, para que la presencia del otro no nos distrajera (yo intuía que él me odiaría si bajaba sus calificaciones por mi culpa). Al principio, fue todo muy vergonzoso. Durante los recreos, nos escabullíamos en la terraza para besarnos. ¡Diablos! Una vez que empezábamos, no podíamos parar. O, bueno, yo no podía parar, Sasuke solía ser el que me daba un buen golpe en la cabeza para detenerme cuando quería desabotonarle la camisa. ¡Es que, por dios! ¡Cualquiera que lo hubiera visto allí, sonrojado, apretado por mí contra una pared, habría querido más que solo un beso! ¿Cómo tardé tanto en darme cuenta de lo hermoso que era Sasuke? Ah, pero, una vez que lo noté, ya no hubo vuelta atrás. No podía dejar de observarlo, de… desearlo.
De todos modos, siempre he sido un caballero así que no nos apresuramos demasiado. Bueno, los dos somos caballeros, eso quiero decir. Lo conversamos, lo pensamos… hicimos algunos avances importantes una vez que tuve mi casa sola (mamá y papá estaban de viaje), pero el día definitivo lo elegimos juntos, cuando ambos nos sentimos listos (no sé él pero yo había estado haciendo investigación y comprando lo indispensable). Él buscó el hotel (no confiaba en mi criterio, ese maldito) y tuvimos algunos líos para hacernos pasar por mayores pero lo conseguimos. Yo lo deslumbré, por supuesto. Jaja… ¿a quién quiero engañar? Yo era increíblemente torpe… nos dolió bastante a los dos, pero el poder estar acostado a su lado, los dos por completo desnudos, respirando agitados, es algo que no cambiaría por nada. Ya mejoraríamos y de hecho lo hicimos… uff, vaya si mejoramos. Si lo mucho que disfrutamos se nos notara en la cara, cosecharíamos cientos de enemigos de la pura envidia. Sí que sí.
También en otros temas mejoramos a medida que ganábamos experiencia. Bueno, los dos tenemos nuestro carácter y hay que admitir que discutíamos mucho, incluso nos íbamos a las manos relativamente seguido (no por nada iniciamos nuestra amistad entrenando karate). Sin embargo, como cada vez nos conocíamos más, los problemas que se nos presentaban eran nuevos, como si subiéramos de nivel, ja.
El primer lío grande fue cuando debíamos anotarnos a la universidad. Al principio, él quería ir a la prestigiosa universidad a la que había ido su padre, pero a mí las notas no me daban para aplicar allí. Yo tampoco esperaba que él resignara sus sueños por mí, claro. Pensamos que sería una separación definitiva. Eso habría sido terrible. Doy las gracias a dios que nos hayamos salvado de esa situación; no sé él, pero yo no habría sobrevivido. Por suerte para ambos, Itachi seguía ahí para nosotros (le debemos demasiado). Lo sentó a Sasuke un día y le dio LA charla. Le preguntó si él realmente deseaba eso, incluso esa carrera, o si solo quería contentar a su padre. Mientras me lo contaba a la tarde siguiente, yo contuve la respiración. Finalmente, Sasuke reconoció que solo buscaba la aprobación de su padre, cuyo favorito siempre había sido Itachi. Temía decepcionarlo y caer aun más en la estima de ese tipo que yo por esas alturas ya odiaba (¿cómo se atrevía a lastimar al amor de mi vida?). La cosa es que Itachi habló también con su padre y después de todo un revuelo el hombre admitió que lo único que quería para sus hijos era que fueran felices. Aprovechamos ese instante de amor paternal para confesar nuestra relación, que hasta entonces habíamos mantenido en secreto de él, por miedo a que la desaprobara. El viejo se nos rio en la cara. "¿Cómo pudieron pensar que no me había dado cuenta de que son pareja?", nos dijo. Casi se nos cae la cara de la vergüenza.
Al final, encontramos una universidad que nos gustaba a los dos y llegó el momento de decidir respecto de la vivienda. Podíamos ir a las habitaciones comunes de la institución (aunque solicitáramos ir juntos, era una lotería), podíamos vivir en alguno de los hostales para estudiantes, podíamos vivir cada uno en su departamento… o… ¿nos animaríamos a vivir juntos solo con 18 años? Dudamos bastante (sobre todo él, que es tan correcto y tenía etapas pensadas para todo) pero con mi increíble encanto logré convencerlo… ¿qué podía ser mejor que tener nuestro propio hogar?
Aunque, claro, la cosa no fue tan fácil como yo pensaba. Peleábamos por el modo en que acomodábamos los muebles, por a quién le tocaba sacar la basura, por quién había olvidado de sacar sus pelos rubios de la ducha… lo peor era que, estando tanto tiempo en el mismo espacio, yo ardía de deseo, quería… bueno, ya se sabe lo que quería, quería eso todo el tiempo. A él la cercanía le había pegado del modo contrario, todo lo irritaba, no quería que lo tocara nunca… uff, ese fue un periodo complicado. Hasta que se me ocurrió una idea genial. Lo que le pasaba al bastardo era que necesitaba que preparara un poco el camino, algo que lo sacara de la vida cotidiana y lo hiciera entrar en el terreno de la pasión. Así que pensé… ¿por qué no probar con algunas fantasías?
Caí en todas las cursilerías de este mundo: los pétalos de rosas, el baño de burbujas, el delantal sin nada debajo (ok, cursi no es la palabra para describir eso) y me avergüenza horriblemente confesar que lo que mejor funcionó fue lo de las braguitas rosas. La cara que puso cuando me vio con eso puesto vale más que… ni siquiera sé con qué compararlo, fue una expresión gloriosa, nunca voy a olvidarla. Desde entonces, sé perfectamente qué tengo que hacer si necesito su atención, je.
De hecho, la noche anterior había sido otro de mis éxitos gracias a tan buena estrategia. Eso me recordó… ¿dónde la había guardado después de terminar? ¡Demonios! ¡Había quedado tirada por ahí! Con desesperación, la busqué por todos lados hasta dar con ella: ¿cómo cuernos había llegado a esa estantería? Ni modo… fui hacia el armario para esconderla en algún sitio (no me animaba ni a ponerla en el canasto de la ropa sucia mientras fuera a estar Itachi en la casa) y al final encontré el sitio ideal: debajo de mi suéter favorito. Se preguntarán a qué suéter me refiero… por supuesto, al que le robé a Sasuke cuando todavía creíamos que éramos solo amigos. No sé si él es consciente de que en su momento lo hice con toda la intención. Ya entonces me quedaba un poco chico, pero nunca me podría deshacer de algo tan preciado. Lo tenía oculto en uno de mis cajones, así que metí las braguitas en medio y asunto arreglado. Luego lavaría las dos cosas, ¡cuando no tuviéramos ninguna visita importante!
Pensando en semejantes cosas, se me fue todo el día. Caí en la cuenta de ello cuando me llegó el mensaje de Sasuke: "pon el agua para el té. Pero que sea mucha, porque seremos 4". ¿Queeeé? ¿Quién sería la cuarta persona? ¿Acaso finalmente Itachi nos presentaría a esa persona especial que todos sospechábamos que tenía?
Cuando arribaron y abrí la puerta… ¡vaya sorpresa! Sonriendo, Itachi nos presentó:
—Este es Naruto, la pareja de mi hermano… este es Kisame, mi prometido.
Casi me caí de culo. Intercambié miradas con Sasuke: ese Kisame se veía un poco aterrador, pero en los ojos tranquilos de Sasuke pude comprobar que debía de haber demostrado su valía durante el viaje, o, de lo contrario, conociendo lo posesivo que era mi dulce bastardo, habría estado hirviendo de furia.
Así que aquella visita de Itachi terminó muy bien: nuestro pequeño hogar recibió su bendición, y su compromiso recibió la nuestra… ¿habremos sufrido mucho en otra vida para merecer tanta felicidad en esta? No lo sé, pero, ¡estoy agradecido!
* * * FIN DE ¿CÓMO LLEGAMOS A MERECERLO TODO? * * *
