Disclamer: Todito de Horikoshi Kohei.

Historia para el día dos del KiriBaku Week 2021.

Portada: linda_kitty1 en Twitter.

Prompt: Flores.


Si se da cuenta me va a hacer explotar y yo no lo podría soportar… ¿Por qué me tuvo que tocar él en el amigo secreto? No puedo decirle que me gusta, no, no, no; ¡imposible! Quizás pueda intentar cambiarlo, convencer a alguien para que yo no tenga que regalarle a él.

¡Ufff! Lo peor es que no tengo que buscarle un solo regalo sino cuatro; tres para darle durante la semana y el paquete final que le tengo que entregar el domingo en la reunión... ¿Cómo voy a hacer? Además, va a ser muy obvio porque él está siempre conmigo y estudiamos casi siempre en mi habitación.

Él dijo que iría hoy a comprar unas cosas así que puedo aprovechar para hacer lo mismo… ¿será buena idea acompañarlo y así veo si hay algo que parezca llamarle la atención? ¡No sé qué hacer! Si no voy ya a preguntarle, no podré ir con él.

A ver, Eijirou, tú puedes… Él es tú mejor amigo y, aunque lo quieras como más que eso, no tienes que ponerte nervioso. Te comportas como un hombre y te enfrentas a él, sobrellevas la semana como puedas, ocultas todo y ya; la semana que viene todo volverá a la normalidad.

Solté un suspiro, alejándome del espejo donde intentaba conseguirle respuesta a todas mis dudas. Tomé mi mochila del suelo y abrí la puerta de mi habitación justo cuando Katsuki pasaba frente a ella.

—¡Bakubro! —exclamé al verlo; no estaba seguro si sonó a sorpresa o sólo emoción— ¿Cómo estás, bro?

—Kirishima, —Bakugou se detuvo al oírlo—, ¿vienes? —añadió, señalando su bolso.

—Uhm, —Los nervios aumentaron de un momento a otro—, yo…, sí.

—¿Qué esperas, entonces? —Empezó a caminar hacia las escaleras.

Bajamos en silencio hasta el área común y salimos del edificio. Decidimos que caminaríamos hasta el centro comercial pero yo me estaba destrozando internamente por la cercanía que mantenía con Katsuki; él tuvo que haberse dado cuenta que le respondía con puras monosílabas, incapaz de decir mucho por miedo a empezar a titubear.

El día estaba hermoso, tengo que ser sincero, perfecto para un paseo con la persona que te gusta. El sol calentando débilmente el aire y la brisa evitando que lo sintieras; era la estación favorita de Katsuki… El problema era: ¿qué haces si esa persona no sabe que te sientes así por ella?

—¡Apuesto que tus flores favoritas son los tulipanes!

Una señora salió de la tienda más cercana; parecía ser una floristería… ¿Por qué detendría a dos chicos caminando por la calle?

—Mi sexto sentido me dice que le quieres comprar un ramo.

La señora no nos dejaba pasar, de alguna forma cubría todo el espacio de la acera; los materos acomodados en la entrada también le ayudaban a hacer más pequeño el pasillo.

—¡Aléjese! —gritó Katsuki; elevó tanto la voz que los dueños de los otros locales salieron a ver qué estaba pasando.

—No, no…, —Lo interrumpí, no quería buscar problemas en medio de la calle—, no queremos comprar flores, eso es todo; no nos hacen falta.

Si ella me creyó o no, ya es algo fuera de mi control pero, al menos, nos dejó ir después de repetir que los tulipanes representaban bien a Katsuki; no estaba entendiendo nada… La verdad, nunca se me había ocurrido comprarle flores y, si no lo pensaba tanto, podría ser un buen plan para que nadie sospechara de mí en el amigo secreto.

—Tierra a Kirishima, —Sentí a Katsuki sacudirme del hombro; ups, me distraje—, ¿en qué piensas tanto, idiota?

—Uhm… No, en nada. —Bajé el rostro al suelo; sentía el sonrojo en mis mejillas y no podía dejar que él las viera así.

—La vieja esa te dejó más tocado que de costumbre —dijo, regresando su vista al camino.

—¿Crees que tenga razón? —pregunté sin pensar; me tapé la boca lo más rápido que pude pero ya era muy tarde.

Katsuki alargó un brazo hacia mí y me detuvo con él… ¿Por qué dije eso? ¿Y ahora cómo lo arreglo?

—Dime que no te refieres a que necesitemos flores. —Su voz no sonaba tan molesta como creí que estaría.

—No, yo… —Tenía que calmarme para poderle responder sin tartamudear—. Bakubro, no. A ver, lo que quería decir no era eso…

—¿Entonces? —preguntó, moviéndose para estar frente a mí—. ¡Habla, maldita sea!

—Lo que quise decir era si pensabas que tenía razón con el tipo de flor. —Tuve que reprimir el impulso de llevarme la mano a la nuca.

—¿Qué? —Me empujó un poco; era su forma de hacer que lo viera, y le hice caso—. ¿Crees que tengo una flor favorita?

—¿Todos la tienen, no? —Nunca había pensado en eso y no tenía ni idea de qué responder si me preguntaba por la mía.

—Si tú lo ves así, —Se volvió a poner a mi lado; siguiendo nuestro camino—, ¿cuál es la tuya? —añadió cuando lo alcancé.

—Uhm, —No pude no rascarme la nuca; estaba demasiado nervioso—, quizás los claveles —murmuré, intentando sonar lo más convincente posible.

—Puede ser… —susurró; nunca lo había oído hablar tan bajito. Giré la cabeza hacia él, arqueando una ceja en busca de respuestas—, capaz la vieja tenía razón.

—¿Te gustan… —Katsuki volvió a detenerse, haciendo que volteara a verlo.

—Ni una palabra más, Kirishima. —Usó el tono amenazante que a veces le dedicaba a Midoriya—. Y haré explotar tú cabello si le dices a alguien, ¿quedó claro?

Pasé dos dedos por mis labios, dándole a entender que estaban cerrados antes de tirar lejos la llave imaginaria; sin querer, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro cuando él volvió a liderar el camino… ¿Por qué tiene que ser él?


No había logrado dormir nada por los nervios. La alarma sonaría en cualquier momento y lo único en lo que podía pensar era en lo que diría Katsuki cuando saliera de su habitación y viera el ramo en el piso… No se me ocurrió una mejor forma de dárselo sin que fuese frente a todo el grupo.

Quizás, si se lo hubiese puesto sobre su escritorio en el salón, me hubiese ahorrado problemas con él al principio, pero era mucho más difícil llegar allá sin que nadie se enterase de que yo era quien lo entregaba… ¿Habrá sido demasiado obvio darle flores de las que estábamos hablando ayer?

La alarma me sacó de mis pensamientos y, después de darle un par de veces a la pantalla del teléfono, logré que dejara de sonar. Suspiré mientras me destapaba; de verdad que no quería ir a dar la cara hoy… Sé que eso sería muy poco varonil de mi parte pero tengo miedo de Katsuki y lo que pueda hacerme.

Me levanté de la cama de un salto, me lavé la cara y me cepillé los dientes en el baño antes de dirigirme al closet para buscar un uniforme limpio y ponérmelo. Mi cabello estaba hecho un desastre pero con un poco de ayuda del gel y la laca, logré acomodarlo como todos los días.

Me dolía el abdomen y, al no haber cenado la noche anterior, no estaba seguro de si era porque tenía hambre o por lo que estaba pasándome con Katsuki… Quizás eran ambas cosas al mismo tiempo; ¡ugh!

Me colgué la mochila al hombro, agarré mí teléfono y abrí la puerta.

—¿Qué?

A un metro de mis pies tenía un ramo igualito al que yo le había comprado a Katsuki y me invadió el pánico. Giré el rostro a la izquierda, hacia la habitación de mi mejor amigo, y lo vi en la misma posición que yo.

—¿Kirishima?

—¿Bakubro?

Preguntamos al mismo tiempo… ¡Mierda, se dio cuenta! Quería echarme hacia atrás y encerrarme en mi cuarto hasta que la tierra me tragase; aunque seguía sin entender lo que había pasado… ¿Será que yo también soy su amigo secreto?

Levanté el ramo del suelo, lo observé por unos segundos antes de regresar mi mirada a los ojos rojos de Katsuki… ¿Por qué?; quería preguntárselo pero el nudo en mi garganta y, no voy a mentir, las mariposas revoloteando en mi estómago, me lo impedían.

¿Será que él siente lo mismo que yo? ¿Esconderá algo bajo esa imagen de chico malo? ¿Qué significan estas flores?

—Veo que te dieron un ramo —dijo, cerrando la puerta de su habitación; aún no había tocado sus flores.

—A ti igual —murmuré, con los claveles y tulipanes abrazados contra mi pecho.

—Esa persona debe quererte mucho. —Katsuki bajó el rostro mientras lo decía.

—Eso es lo que significa un regalo como este, ¿no? —No quería ocultar la sonrisa que se posó en mis labios.

—Mhm, —Katsuki observó el ramo con un poco más de detalle—, habrá que ponerlas en agua para que no se mueran tan rápido.

—Sí, sí. —Me había quedado sin habla; el shock me golpeó de inmediato—. Vamos a buscar un lugar dónde ponerlas.

En todo el día no pude dejar de verlo de reojo, sonreír cada vez que decían su nombre y, poco a poco, aceptar que esa mañana nos habíamos delatado. No sólo entendimos que podríamos ser amigos secretos entre nosotros, sino que los sentimientos quedaron al aire y habría que tener una conversación pronto.

—¡Hey! —La voz de Katsuki era inconfundible—, ven a entrenar, idiota.

—¡Voy! —grité desde la puerta del gimnasio; si mi vista no me fallaba, Katsuki me había sonreído… ¡Estaba siendo el mejor día de mi vida!


¡Yeiii! Me gustó mucho escribir una historia linda después de tanta oscuridad que cargaba...

Por ahora, vamos llevando la week bien; ya veremos si continúa así.

¡Muchas gracias por leer, los espero en la cajita de comentarios!