Ha pasado tiempo, ¿No?
Finalmente volvemos a encontrarnos. Sinceramente, has cambiado demasiado desde la última vez que nos vimos.
Por favor, solo espera, volveremos a estar juntos, te lo prometo. No cometeré los mismos errores.
Solo espera un poco.
Cuando se despertó, la luz cegó su vista.
—¡Ah!
Era de esperarse, después de todo, una mujer mantenía sus párpados abiertos con los dedos y estaba apuntándole con una linterna.
—¿Oh? Despertó.
La mujer dijo, con una voz indiferente y espaciada.
Parecía que estaba a punto de revisar los movimientos oculares antes de que despertará, porque estaba lo suficientemente cerca como para que él pudiese oler lo que probablemente fuese la fragancia de su champú.
—¿Quién eres? ¿Dónde estoy? —Se alejó lo suficiente de ella y se acomodó, levantándose de la camilla en la que estaba acostado. Una vez hubo cierta distancia miró a los alrededores de lo que parecía ser una enfermería, para después centrarse en la mujer.
Vestía un uniforme militar, tenía ojeras muy notables, y un peluche cubierto de cicatrices sobresalía de su bolsillo, esas eran las características más notables de su apariencia.
—...Soy la Oficial de Análisis de 'Fraxinus', Murasame Reine. Desafortunadamente el Oficial Médico no está presente... Pero no te preocupes, incluso si no tengo una licencia en medicina, puedo manejar algunos cuidados básicos.
Eso solo lo preocupó más.
Porque la mujer llamada Murasame Reine era, claramente, menos saludable que él. De hecho, desde el minuto cero ha estado balanceándose inestablemente. Un caso severo de insomnio pensó él.
—Es un placer conocerla, señorita Murasame —Dijo el chico con cautela desapercibida—. Mi nombre es Itsuka Shido.
—Es un placer conocerte, Shintarou.
Suspiró. No le corregiría el hecho de que dijo mal su nombre, tenía otras prioridades que atender en ese mismo instante.
Pero antes de que siquiera pudiese hablar, Reine se levantó de su asiento.
—Sé que tienes algunas preguntas, pero soy muy mala con las explicaciones. —Abrió las cortinas y añadió—: Sígueme, voy a presentarte a alguien que puede responderlas.
La enfermería era muy espaciosa, pudo ver unas seis camillas y al fondo de la habitación, un conjunto de herramientas médicas.
Murasame solo caminó unos pasos hacia la salida antes de tambalearse y chocar su cabeza contra la pared.
Shido solo pudo suspirar ante aquello y preguntarse:
¿En qué diablos se había metido?
