Más roja que ...

El sol salió en Tomoeda, se coló por la ventana de una habitación y dió de lleno en una carita arrugada de incomodidad. El tercer despertador tomó su turno y comenzó a cantar ruidosamente, pero ni aún así la pequeña despertó.

El minino naranja, harto del ruido de los artefactos, y sabiendo que su dueña no despertaría por si sola, se tomo la molestia de fungir de despertador. Así que de un brinco subió a la cama, sorteó el reguero de almohadas, cobijas y peluches, y empezó a maullar y lamer las mejillas de la castaña.

Primero recibió un quejido y un manotazo, pero volvió al ataque, sabía que su ama le agradecería después el haberla despertado.

—Ugh, Kero ... - Rechistó la pequeña, más se contrajo un poquito sobre si misma. Sin embargo, las lamidas no pararon y al recordar que hoy le tocaba hacer el servicio se sentó bruscamente sobre la cama, solo para caer ovillada un segundo después. Una punzada en su estomago la había atravesado desde las caderas hasta la columna. —Ugh ... ah ... - Jadeó, respirando agitada.

El minino la miró con ojos grandes, y le maulló preocupado.

Sakura le sonrió para calmarlo, inhaló varias veces seguidas y notó que las punzadas remitían. Seguramente era un retortijón, después de todo ayer había comido más postre del que tenía permitido. Pero es que su papá había hecho su favorito, cheestcake con fresas.

Cuando el cuarto despertador marcha comenzó a sonar, la castaña se dio cuenta de que si no se ponía en justo en ese momento definitivamente llegaría tarde a la escuela. Brincó de la cama, sin darse cuenta de que tenía un pies enredado entre las cobijas y terminó cayendo al suelo ruidosamente, su frente choco contra la alfombra que había puesto precisamente para ese menester.

- ¡Estoy bien! - Gritó Sakura para que ni su padre ni Touya subieran innecesariamente.

15 minutos después, bañada, vestida y con la mochila al hombro bajaba las escaleras casi al trote, no tan rápido como hubiera deseado puesto que en ese momento otra oleada intermitente de dolor la estaba atravesando.

- ¿Sakura? - Llamó Fujitaka asomándose desde la cocina, su atento oído de padre había logrado captar un ruidito de molestia.

—Buenos días, papá. - Saludo la castaña, el dolor había desaparecido, y por eso pudo regalarle una sonrisa sincera a su progenitor.

Más el adulto entrecerró un poco los ojos, se secó las manos en el delantal y acercándose a su hija le colocó el dorso de la mano en la frente.

- ¿Papá? ¿Qué sucede? - Touya se asomó también, con una caja de bentou envuelta en un pañuelo rosa de conejitos. La preocupación empezando a surcar sus ojos.

—No, no tienes temperatura. - Ambos hombres suspiraron aliviados, Touya más disimulado que su padre. - ¿Cómo te sientes, hija?

- ¿Eh? Bien, papá ... - Sakura le sonrió despejada.

—Los mounstros no se enferman tan facilmente, papá.

- ¡No soy un moustro! - Gritó Sakura fulminandolo con la mirada, hacia años que no le había podido pegar una patada a su hermano, por esa ya ni lo intentaba.

—Sakura, ¿no tienes servicio hoy? - Preguntó Fujitaka para apaciguar el ambiente.

La castaña pegó un grito ahogado, tomó de mala gana el bentou que Touya le ofrecía y cogiendo una rebanada de pan de la mesa salió corriendo a ponerse los patines.

—Ni siquiera porque está en 8vo grado toma un poco de responsabilidad. - Chistó Touya rodando los ojos.

—No digas eso, Touya. - Negó Fujitaka. —Ella es muy responsable, tal vez un poco difícil para despertarse ... - Justificó volviendo a la cocina, preguntandose si podría encontrar un despertador que sonara más fuerte, para ayudar a su hija.


LLegó jadeando al salón de clases, y no solo de correr, a medio otra punzada la había asaltado, y las oleadas de dolor no la dejaban respirar, tenía ganas de golpearse muy fuerte el estomago, si conseguía que eso detuviera el dolor. Iba a intentarlo cuando una voz la hizo respingar.

- ¿Sakura?

—Sh-shaoran-kun ... - Murmuró y tragó saliva, esperando que el rubor no se hiciera notorio en sus mejillas. Hacía un tiempo en que empezado a llamarse por sus nombres, pero aún era muy vergonzoso.

- ¿Estás bien? - El chino se acercó despacio, traía un trapo en la mano, signo de que había estado haciendo el aseo del aula solo.

- ¿Eh? ... - Sakura se paralizó, ultimamente el corazón se le aceleraba cada vez que el moreno se le acercaba aun que fuera un poco. No quería hacer la comparación con respecto a los otros chicos, como Eriol o Yamazaki, ni siquiera Yukito provocaba tal cosa en ella.

—Sakura. - Llamó Shaoran preocupado, sabía que su compañera era despistada, sobre todo a esas horas de la mañana, pero eso no explicaba la palidez de su rostro hacía unos segundos.

—Estoy bien, ¡Estoy bien! - Afirmó la niña volviendo en si, sonrió con todos los dientes y terminó de entrar al salón.

Shaoran soltó un suspiro bajo ante esa sonrisa, ya había aprendido a contralar los sonrojos, pero el eleteo de su corazón era imparable. Aun que sonara estupido, cada vez que veía a Sakura sintió que flotaba en una nube y tenía unos deseos irrefrenables de envolverla en un abrazo para que nadie verla.

—Shaoran-kun ...

- ¡Pero no lo voy a hacer! - Gritó asustado, creyendo que había estado pensando en voz alta.

- ¡Eh! ¡Está bien! ¡Yo puedo sacar la basura! - Sakura lo miraba con los ojos bien abiertos. —Entonces tu puedes llenar el jarrón con agua para meter las flores.

Li tosió, avergonzado por su arrebato, y sin mirarla tomó el bote de basura y corrió hacia afuera del salón. No dejaría que una niña cargara algo tan pesado, y de paso tomaría un poco de aire fresco lejos del dulce perfume de Sakura ... ¿Dulce perfume? ¡Que demonios, Shaoran, controlate!

Cuando volvió al salón no vio a la chica por ningún lado, y estuvo a punto de ir a buscarla cuando un quejido lo alertó. Con el ceño fruncido terminó de entrar, y lo que vio al fondo casi le paraliza el corazón.

- ¡Sakura! - Gritó preocupado corriendo hacia donde la castaña estaba en cuclillas, abrazandose el estomago.

—E-estoy bien, ya está pasando. - Sakura intentó sonreírle a su compañero, pero terminó formando una mueca tan dolorida que Shaoran se prepraró para tomarla en brazos y correr a la enfermería. - ¡No! - Jadeó, alejandolo con suavidad.

- ¡Pero!

—Está bien ... ya estoy bien. Ya pasó. - Y así sin más se levantó. Esforzandose para que las piernas no le temblaran. —Gracias, Shaoran-kun.

El moreno la miró con dureza, ella podía fingir todo lo que quisiera, pero el sabía perfectamente que no estaba bien.

—Debes ir a la enfermería.

—Pero si ya est-

—Buenos días, Sakura, Li. - Tomoyó interrumpió, saludando con su suave voz. Sin embargo, al estar más cerca pudo detectar el tenso ambiente. - ¿Qué sucede? - Preguntó, abrazando un segundo a la pelicorta.

—Sak-

- ¡Sabemos que hoy tienes una prueba importante en el coro! - Gritó Sakura con efusividad, tomando a Shaoran de la manga de su camisa con disimulo. - ¿No es cierto? - Volteó a mirarlo, el chino la mirada con dureza, pero Sakura sabía como combatir esa mirada; un pequeño mohín y Li estaba de su lado.

—Tks. - El moreno se soltó, a su pesar, del agarre de la pequeña manipuladora y tomó asiento, dos lugares delante de la chica. Extrañaba las posiciones de la escuela primaria, detrás de ella podría vigilarla con cuidado.

—Uhm. - Tomoyo logró el intercambio con discreción, y estaba a punto de empezar el interrogatorio cuando Meiling, Chiharu y Rika llegaron. Pero no lo dejaría pasar, si había algún avance en su Shipp favortia, ella debe ser la primera en enterarse.


- ¿Estás segura que estás bien? Casi no comiste. - Daidouji veía a su queridisima amiga con preocupación.

—Es cierto, ¿Estás a dieta, Kinomoto? - Meiling también pregunto, preocupada a su propia manera.

Shaoran guardó los utiles lo más lento que le fue posible, al rededor del día había logrado mirar varias veces a la chica, y cuando no estaba palida como una hoja, estaba mordiendose los labios y frunciendo el ceño a escondidas. Algo le pasaba, definitivamente.

—Estoy bien, chicas. - Sakura les sonrió, pero su sonrisa no fue igual a las de siempre. —Van a llegar tarde, Tomoyo, se que es la primera vez de Mei y no quieres que la profesora las regaña.

—Es cierto, pero, Sakura ... - La azabache dudó, como mejor amiga de Sakura sabía que algo le ocurrió, pero si no quería decir nada, no podía obligarla.

—Vayan. Estoy bien. Iré directo a casa. - Prometió la castaña.

Shaoran había tenido que salir del salón, o resultaría sospechoso que tardara tanto en acomodar su mochila. Pero no podía irse tranquilo, así que se escondio detrás de un pilar sobresaliente del pasillo, y espero a ver si la castaña se iba con su prima y Daidouji.

Sin embargo, ambas chicas habián salido hace diez minutos y Sakura todavía no salía del salón. Así que decidido entró nuevamente. Solo para verla recostada en su pupitre, como dormida.

—Sakura ... - Murmuró llegando hasta ella, iba a acomarle un poco el cabello cuando la castaña volteó la carita despacio, así que alejó su mano con rapidez.

—Shaoran-kun ... ¿qué haces aquí?

—Ah, y-yo ... bueno ... - "Estaba preocupado por ti" no era algo facíl de decir. - ¿Tu porqué no te has ido a casa? - Cambió de tema, volviendo a mirarla con dureza por su terquedad.

—Solo descansaba un poco. - La verdad era que justo cuando estaba a punto de irse, otra oleada de dolor la asaltó, por eso motivo prefirió esperar. Ya estaba bien, se sintió con suficiente fuerza para llegar a casa, tomar un baño tibio y dormir un rato. -Ya me voy. - Suspiró un poco, tomó su mochila, se levantó de la silla y dandose animos internamente comenzó a caminar fuera del salón, pasando por delante del moreno.

Shaoran sintió que el corazón se le detuvo cuando, sin intención intención, la parte de atrás de la falda de la chica, pero un segundo después su mente le trajo una respuesta lógica. Un bochornoso recuerdo de sus hermanas.

—S-sakura. - Llamó con voz temblorosa, tratando de ser firme, pero terminó mirando hacia la ventana.

- ¿Uhm? ¿Qué sucede, Shaoran-kun? - La castaña volteó con suavidad.

—Ah, es que ... t-tien ... es ... - Li fue perdiendo la voz poco a poco, si Sakura llegaba a sentirse avergonzada, sería peor para él mismo.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? - Sakura avanzó despacio hacia su compañero, confundida. - ¿Te sientes mal?

Shaoran la miró un momento, pero terminó apartando la mirada ruborizado. Chistó enojado consigo mismo, se sacó la chaqueta del uniforme y se la tendió a la niña.

- ¿Shaoran-kun?

—Pontela. - Casi ordenó.

—Pero no tengo f-frío ... - Murmuró Sakura ruborizada.

—En-entonces solo atala a tu cintura.

- ¿Eh? ¿Por qué? ¿Qué tengo? - Y sin más giró un poco el torso, hasta dar con la parte de atrás de su falda blanca, y lo que vió la hizo pegar un grito de miedo. Una mancha carmín teñía gran parte de la tela, y resaltaba como la mismisima bandera de Japón. - ¿P-por qué? - Gimoteó aterrada mirando bruscamente al muchacho, palida como un fantasma.

-Está bien. A mi no ... - "No me importa" quizo decir, para evitarle la vergüenza, pero las palabras no salieron.

—Pe-pero estoy ... estoy ... sangre ... - Jadeó, ¿por qué estaba sangrando? Eso nunca antes le había pasado ...

Y Shaoran con solo ver su cara, lo entendió.

—Sakura ... - Intentó llamarla.

—Papá ... - Gimió ella cuando las punzadas de dolor empezaron a venir en su vientre una tras otra, hasta dejarla arrodillada en el suelo.

- ¡Sakura! - Shaoran le colocó la chaqueta por encima y la tomó en brazos. Ya no iba a preguntar, la llevaría a la enfermería le gustase o no.

—Sh-shaoran-kun ... ugh, no quiero ... ensuciarte ... - Jadeó la castaña ovillandose en los brazos del chino.

—Shh, callate. - Gruñó el Li.


Touya entró corriendo a la enfermería del instituto de su hermana. La Universidad ya no le quedaba tan cerca como hubiera querido, y sentí como si el taxi se hubiera demorado siglos en llegar.

- ¡Sakura! - Llamó al borde. Iba a volver a gritar cuando una persona salió de detrás de unas cortinas blancas.

—Está durmiendo.

—Mocoso. - Gruñó el mayor de los Kinomoto.

Shaoran solo rodó los ojos, no era momento de pelear con su (futuro) cuñado.

—La doctora le dio unos analgesicos.

- ¿Es lo que ella dijo? - Preguntó Touya incomdo.

-Si. - Tosió el moreno, igual de incomodo.

El más grande se acercó a la camilla donde estaba su hermana y echó una mirada dentro, solo para que su instinto protector se aplacara. Luego miró al chiquillo.

- ¿Puedes quedarte un momento con ella? Tengo que llamar a nuestro padre.

—No tienes que pedirlo. - Bufó Shaoran, para hacer notar que se lo hubiera dicho o no, él no pensaba moverse de allí.

Touya sintió la ira en su cien, pero la dejó pasar y salió de la enfermería para no molestar a Sakura.

Marcó al numero de su progenitor, y dos timbrazos después contestó.

- ¿Touya? ¿Estás con Sakura?

—Si, papá.

- ¿Cómo está? ¿Hay que llevarla al hospital?

—No, bueno, no creo ... la doctora dijo que es su ... s-su mes ... - Touya miró hacia el techo, eso era demasiado vergonzoso.

- ¿Mes? como ... ¿Mestruación?

—Si, papá. - chistó el universitarió. - ¿qué vamos a hacer?

- Bueno, yo podría hablar con ella, pero supongo que se sentirá muy avergonzada ...

- ¿Y cómo es que sabes de eso? espera, mejor no me digas. - Negó. Solo para escuchar una risita de parte de su padre.

- Llamaré a Sonomi-san, estoy seguro de que no se negara.

—Esa es una mejor idea. En cuanto despierte el mounstro la llevaré a casa.


Sakura estaba debajo de las cobijas, había despertado con el grito de su hermano. Pero estaba tan abochornada que se negaba a dar la cara.

—Sé que estás despierta, Sakura ...

La castaña gimió asorada.

—Puedes irte a casa. - Murmuró.

—No me iré hasta no verte. - Bufó el más alto, con los brazos cruzados. —Vamos, por favor ... - Pidió suavizando un poco la voz.

Sakura se mordió el labio. Bien, tampoco podía pasarse toda la vida ahí metida, y algún día tendría que dejarse ver por el chico. Se sentó con cuidado, la doctora le había dado una to-toalla provicional, y Shaoran le había prestado un pants deportivo que traía de repuesto en su casillero.

—Sakura. - Riñó Li.

La castaña apretó los ojos y se fue bajando la sabana de la cabeza poco a poco. Toda su cara estaba más roja que ... no, no quería pensar en ese color en ese momento.

—Shaoran-kun. - Protestó Sakura con un mohín, casi llorosa de la pena.

El chino le sonrió con suavidad.

—No tienes que sentirte avergonzada. - Le consoló. Después se encogió de hombros. —Tengo cuatro hermanas mayores.

Sakura sonrió un poco, el bochorno menguando.

—Gracias. - Murmuró.

Touya escuchaba todo detrás de la cortina. Rabioso, pero dándole un punto al mocoso por saber como actuar en un momento así. Y eso no quería decir que lo aceptaba como cuñado. ¡Nadie era digno de llevarse a su pequeño mounstro!

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