Los pasillos se hacían bastante largos de momentos por aquella base móvil en la que se movían, eran poco los momentos de tranquilidad que tenían pero por ello mismo era necesarios aprovecharlos cuando se podían, así mismo un sirviente de la clase jinete pensaba mientras se abría camino hasta la cocina en mitad de la noche, cuando la mayoría estaba ya en sus habitaciones parecía un buen momento para asaltar en buscar de alguna golosina, aunque este estaba seguro que para este punto ya debían de saber que era el pero como nunca fue regañado no habría problema.
—Otro robo perfecto. — Mencionó para sí mismo el jinete de cabello oscuro como entre sus manos había capturado alguna galletas, realmente su vida en el pasado había sido muy diferente a la actual luego de ser invocado como un sirviente, al fin volvía a sentirse útil nuevamente, no solo eso sino que hasta en ese tiempo había logrado hacerse de compañeros reales. —Así que amigos, ¿Eh?.— Sus pensamientos se volvieron en palabras sin notarlos al igual que se dibujó una sonrisa algo avergonzada en su rostro al decir aquello en voz alta pero realmente había hecho muchos amigos desde que se había unido a Chaldea y eso inevitablemente le puso feliz.
—¿Qué es esa desagradable sonrisa que tienes en el rostro?. —
Una voz de manera inesperada saco de sus pensamiento a Mandricardo el cual rápidamente se giró en su dirección, no debería de encontrarse nadie en la cocina en esos momentos todo de normal se encontraban en sus cuartos, este se puso rápidamente en guardia cuando se volteó y allí frente a sus ojos se encontró con aquella figura femenina, delgada y de baja altura, con un cabello ligeramente de color azulado, una mirada penetrante, vestida en su mayoría por una gran chaqueta que asimilaba a un pingüino y finalmente un bello rostro el cual era ligeramente iluminada por la luz de la luna que se metía por entre las ventanas del lugar, casi como si fuera un reflector.
Ambos encontraron sus miradas por un momento lo que dejo al antiguo rey casi sin aire y dando unos pasos atrás más por la sorpresa acompañado del desconcierto de encontrarse a alguien allí, luego de superar su inicial reacción este pudo notar mejor quien era la contraria.
—Me asustaste…— Este mencionó soltando un pesado suspiro. —Uh, ¿Meltlilith?. — Dudo por un segundo el nombre de la contraria, siempre la había visto por los pasillos o en alguna habitación, incluso acompañando a su maestro para alguna misión pero esta era la primera vez que hablaban directamente como tal.
—¿Oh?. — La contraria miro de reojo al chico ante tal pregunta. —Eres realmente valiente para llamar a una chica que acabas de conocer por su nombre, ¿No es así?. —
—¡No! Yo…Yo no…— Las mejillas de este se iluminaron rápidamente como este intentaba darse a explicar lo mejor que podía entre balbuceos.
La bailarina solo se miró satisfecha ante la reacción contraria, casi siendo lo que esperaba del contrario, rápidamente se aclaró la garganta como volvía lo sereno a su rostro. — ¿Qué estas esperando? Ven a tomar asiento. —
—¿Esta bien?. —
—Claro, es el comedor, eres libre de usar el lugar que quieras. —
Este al aceptar aquella lógica simplemente tomo lugar justo frente a la contraria tal como le había indicado en aquella mesa de ambos lados, de normal aquel lugar se notaba siempre lleno durante el día pero al estar solos los dos se sentía realmente un solitario lugar. El jinete había estado observando alrededor del lugar hasta encontrar de nuevo con aquellos penetrantes ojos con los suyos, dándole nervios nuevamente, obligándolo a desviar su mirada mientras este dejaba lo que había tomado de la cocina sobre la misma mesa.
— ¿Oh? Así que eso fue lo que te trajo por aquí a estas horas. —
—Sí…De vez en cuando vengo por un bocadillo nocturno, no es la gran cosa. —
—Así que robando, ¿No es así?. —
—No, es solo que…—
—¿Y por qué no estas mirándome directamente?. —
—Yo solo…— Este trago en seco tras tal repentino bombardeo de preguntas, llegando a sudar ligeramente por lo nervioso que se encontraba, el rojo en sus mejillas ya ni siquiera podía de ser disimulado por su propia vergüenza.
—Deberías ver a la gente cuando te habla. — Respondió cortando los balbuceos ajenos, empinándose ligeramente sobre la mesa y tomando el rostro del jinete con sus mangas para obligarlo a que la mirara directamente. — ¿Ves? Así esta mejor. —
Esto para Mandricardo fue casi como un balde de agua fría, ahora que la observaba más de cerca se sentía incluso algo más tranquilo, esa mirada que imagino lo estaba juzgando y solo jugando con él era mucho más…Amable de lo que imaginaba, hasta el mismo se sorprendió ante aquel pensamientos, entre que de normal la chica llevaba gafas de sol casi todo el tiempo se vio a si mismo habiéndola juzgado por su propia falta de confianza e incomodidad
—Perdón. — Soltó de sorpresa para ambos el chico.
—¿Por qué?. —
—No lo sé, solo sentí que debía decirlo. —
Ante la vaga respuesta ajena la chica no pudo más que reír por lo bajo, usando una de las mangas de su chaqueta para cubrir sus labios mientras lo hacía. —Tu realmente eres alguien especial, ¿No es así?. —
Tras ese comentario ambos no pudieron evitar compartir una risa, la tensión que antes se había generado en gran parte alrededor del jinete se había disipado en cuestión de un momento. Este observo algo más de reojo a la contraria, que de cerca podía decir era incluso más hermosa que la primera vez que cuando la había visto a la distancia, entonces una idea paso por su mente y se armó de valor antes de abrir su boca.
—Oye…¿Crees que tú y yo podamos ser amigo…?.—
—Lo siento, eso no va a pasar. —
—¿Eh?. — Este se vio sorprendido a la cortante respuesta, ni siquiera dejándole terminar su frase. —¿Tan rápido? ¿Acaso soy tan desagradable? Debí imaginarlo, yo…— Este pensó nada más tras digerir la respuesta ajena.
El jinete se pasó tanto perdido en sus pensamientos que no noto como la chica había dejado su asiento anterior, avanzando hasta tomar uno al lado del contrario, este con cuidado zarandeo ligeramente al de cabello negro por el hombro esperándolo con la boca abierta.
—Vamos, ¿Qué esperas?. — Este cuestiono al contrario que simplemente la miraba de manera confusa ante su acción, ante tal reacción la chica no pudo más que suspirar llevándose una manga a la frente. —¿Acaso no vas a compartir tus galletas?. —
El jinete reacciono de golpe, había olvidado por completo que las tenían aunque esa era la razón inicial que lo había llevado hasta allí, se vio confuso intercambiando su mirada entre el refrigerio y la chica un par de veces.
—A-Adelante. — Tartamudeo, aun algo choqueado por lo asertivo de lo contrario a lo que recibió un ligero golpe en respuesta volviendo a encontrarse con la imagen de la chica abriendo la boca para él, este tardo un momento en entender el mensaje pero finalmente lo hizo, lo cual le hizo avergonzarse en gran manera. —Pero, yo…— Viéndose nuevamente interrumpido.
—Sin conocernos, sin entendernos o sin más no podemos ser simplemente amigos. —Empezó la ojiazul. —Si es algo tan a la ligera lo que consideras amistad entonces nunca durara como cualquier clase de relación, deberías aprender de ello. — El jinete ante tales palabras solo podía bajar la mirada, no estaba equivocada y más aún solo rompía lo que este creía. —…¡Y por eso, es un placer conocerte, Mandricardo!. —
El antiguo rey fue tomado por sorpresa con ello, lentamente y con cautela fue levantando su mirada siendo recibido nuevamente por aquella sonrisa que le había, nuevamente, mostrado que su propia falta de confianza le había engañado y malentendido a la chica. — ¡Sí! ¡El gusto es mío, Meltlilith!. — Respondió sacando la mejor de sus sonrisas.
Así el resto de la noche ambos sirvientes compartió el resto de la noche unas largas conversaciones mientras el jinete daba de comer a la chica hasta que finalmente las galletas se habían acabado, no sabía muy bien el antiguo rey cuantas horas habían pasado o en qué momento se había quedado dormido pero no fue hasta la mañana siguiente en que fue despertado por su Master, el cual lo encontró apoyado contra la misma mesa que ocupo en la noche.
—Buenos días. — Escucho el tono de su maestro haciendo que este parpadeara ligeramente para acostumbrarse a la luz. —…Meltlilith. —
Aquello sorprendió al jinete que rápidamente se levantó, notando como un peso caía por su espalda, al dar un vistazo mejor era la parca de pingüino de la chica con la que había compartido toda la noche.
— ¿Eh? ¿Qué sucedió aquí?. — El azabache pregunto al sirviente el cual solo sujetaba entre manos la prenda de ropa.
— Nada, solo hice una ami…— Sus palabras se detuvieron como una sonrisa se dibujó entre los labios del anteriormente rey. —No, definitivamente no es mi amiga. —
Fueron sus últimas palabras que dejaron confundido a su compañero al mismo tiempo que este había aprendido algo aquella noche, algo un poco…Genuino.
