Esto es un one-shot para participar en la dinámica propuesta por el grupo de Facebook Fanfic y Fanart de Ranma Latino, #PorsiempreRamayAkane, con motivo del Rankaneday

Los personajes no son de mi autoría, pertenecen a Rumiko Takahashi, escribo esta historia sin ánimo de lucro

Malditos caramelos

Este calor es insoportable y el entrenamiento sólo ha servido para que me sienta aún más sofocado. Me acerco a la nevera en busca de algo de comer y que me refresque, no hay prácticamente nada, Kasumi está ayudando al Doctor Tofu en la clínica porque los pacientes últimamente se han duplicado y, como alma caritativa que es, se ofreció a echarle una mano durante una temporada. Eso nos deja de vuelta a que la nevera esté más pelada que mi billetera.

Akane se ofreció a encargarse pero también le ha salido un trabajo dando clases de refuerzo de matemáticas a un niño, de todas formas casi mejor que ella ni huela la cocina por el bien de todos.

El señor Tendo y mi padre están de viaje de entrenamiento, supongo que ahora lo llaman así a irse a la playa de vacaciones a seguir no haciendo nada. Y Nabiki está en la piscina con unas amigas.

Vuelvo a mirar dentro de la nevera por si algún duende ha decidido llenarla en el escaso tiempo de cinco minutos desde la última vez. Pues no, sigue igual…

Opto por coger hielo y echarlo en un vaso de agua, como si tuviera otra alternativa.

Después de pasar un rato en la salita, aburrido de jugar videojuegos y leer manga, decido que lo más productivo sería echarme una cabezadita mientras llega Akane de sus clases, he encontrado dinero escondido del viejo, así que cuando ella llegue pediremos comida a domicilio.

Cuando me dispongo a subir las escaleras, oigo que llaman a la puerta. Al abrir me encuentro con el señor Tanaka, nuestro cartero.

—Buenos días, traigo un paquete para el señor Happosai.

—Démelo a mí, yo se lo entregaré.

A saber qué obscenidad habrá pedido el maestro ahora. Firmo el recibo y vuelvo a cerrar la puerta. Miro el paquete con curiosidad, viene de China. Decido que mejor se lo dejo en su cuarto y me olvido de él. Miedo me da cuando pide algo de ese país, siempre acabo metido en algún lío.

Mientras subo las escaleras un olor a frutas me cautiva, proviene de la habitación del maestro. Mis tripas comienzan a rugir, soy un adolescente en plena etapa de crecimiento, no pueden dejarme sin comida con toda la energía que gasto entrenando.

Abro la puerta y el olor a sandía, kiwi y plátano es aún más fuerte, siento que la baba se me cae al imaginarme hincándole el diente a esas frutas. Me acerco a la mesa buscando tan ansiados manjares pero no veo nada por allí. Sólo unas revistas de mujeres bastante escasas de ropa y una bolsa con tres caramelos en forma de corazón, ¿desde cuándo el maestro es tan cursi para comprar golosinas con esa forma? Igual es aposta para regalárselas a las chicas bonitas, de él no me extraña nada. Cojo la bolsa de plástico transparente que los envuelve y me la acerco a la nariz. Son los caramelos los que huelen así.

Las tripas vuelven a quejarse, no creo que el maestro se moleste porque me los coma. Cojo uno a uno y los saboreo hasta que se deshacen en mi boca, que es más rápido de lo que yo esperaba. La verdad es que están buenísimos, tengo que preguntarle dónde los compran. Hago una bola con el envoltorio y lo dejo encima de su mesa.

Entro en mi cuarto para echarme un rato, Akane no debe de tardar ya demasiado y parece que lo único que he conseguido al comerme esos caramelos es despertar el hambre más que saciarlo.

No llevaré mucho tiempo dormido cuando oigo al maestro maldecir en su habitación. Me levanto rascándome la barriga y bostezando.

—¿No puede ser más silencioso, maestro? —Me quejo. El viejo se gira lentamente con los ojos inyectados en sangre, instintivamente doy un paso hacia atrás.

—¿Tú te has comido los caramelos que estaban en este envoltorio? —dice siseando y mostrándome el plástico arrugado.

—Le compraré más si ese es el problema, no había nada en el frigorífico y me moría de hambre —¿Por qué tanto teatro por unos malditos caramelos? Ni que tuviera 5 años.

—¡Esos caramelos son irreemplazables! ¿¡Sabes lo que me costó conseguirlos!? ¡No son cualquier golosina que te compras en la tienda! ¡Son o eran caramelos mágicos!

Las palabras del maestro ya no me hacen tanta gracia —¿Mágicos? ¿De los que te vuelven más fuerte como con la sopa que tomó Akane aquella vez?

Lo veo negar con la cabeza —¡Quería usarlos con Akane y las otras chicas y me lo has fastidiado!

El que nombre a Akane me hace menos gracia todavía —¿Qué pretendía, maestro? ¿Para qué rayos sirven? ¿Qué va a pasarme? —Ahora sí que comienzo a preocuparme seriamente.

—¿Recuerdas las píldoras que estaban incrustadas en la pulsera que Cologne me regaló en nuestra juventud?

—Querrá decir que robó —le corrijo—. No hace falta que me recuerde el peligro de esas píldoras… lo mal que lo pasé cuando creí que Ak… —Una idea atroz se me cruza por la mente—. N-no m-me querrá d-decir que estos caramelos…

—Son una réplica de la misma magia de aquellas píldoras. Si alguien se come el caramelo sabor a plátano, se enamorará durante una hora de la primera persona del sexo opuesto que vea, el de sabor a kiwi, durante un día y el del sabor a sandía durante toda la vida. ¡Y tú te has zampado los tres!

—¡Tiene que ser una broma! ¡No puedo estar pasando por esto de nuevo! —No entiendo cómo acabo siempre metido en estos líos—. Espere… ¿¡Pensaba darle una de estas a Akane!?

—¡Lo has estropeado todo! Aunque… —La expresión del maestro cambia y me gusta aún menos que la que tenía cuando entré en su habitación—. Si te transformas en mujer y soy el primer hombre que ves…

Mi instinto de supervivencia me grita ¡HUYE! Lo veo coger un vaso de agua y lanzarlo hacia mí. Gracias a mis rápidos reflejos de artista marcial consigo esquivarlo— ¡ESTÁ LOCO! ¡NI SE LE OCURRA! —Lo veo coger una botella de agua y volver a lanzarme ese líquido infernal, vuelvo a esquivarlo por los pelos.

—Pero estate quieto Ranma, yo te daré mucho amor.

—Arggg. —Solo de pensarlo me dan arcadas. Salto de un lado a otro de la habitación intentando que no me moje con el agua, es muy rápido pero yo últimamente he entrenado muy duro y, el solo pensar en lo que pueda pasar, me hace aún más rápido. Bajo las escaleras de un salto perseguido por el pervertido de mi maestro—. ¡Se lo advierto, déjeme tranquilo!

Abro la puerta para seguir mi huida y me topo con sus enormes ojos castaños, que se sorprenden al no esperar encontrarme allí.

—Ranma me has asustado, ¿por qué corres?, ¿hay algún fuego?

De repente parece que el mundo se para y sólo la veo a ella envuelta en una nube de color rosado, parada aún en el umbral de la puerta con la cabeza ligeramente ladeada en una expresión encantadoramente adorable.

—Bienvenida a casa. — Siento un agradable calor en mi corazón al tenerla enfrente, la abrazo sin pensar en las posibles consecuencias.

—R-Ranma… ¿Qué haces? —Me pregunta dubitativa.

—¡Maldito seas, Ranma! ¡Me las pagarás! —Me parece que el maestro dice algo pero yo solo tengo ojos para ella, mi prometida. Lo veo irse y me alegro, me apetece muchísimo quedarme a solas con ella.

—¿Qué tal te ha ido el día? —le pregunto sonriente mientras ella pasa por mi lado.

—Agotador… quiero comer y tumbarme un rato.

Me pongo detrás de ella y comienzo a masajearle los hombros, necesito su contacto. ¿Este es el efecto de los caramelos? Cuando me tomé la píldora que estaba en la pulsera ni siquiera recordé lo que pasó esa hora, cuando desperté me di cuenta de que había querido huir con la bisabuela de Shampoo. Me dan escalofríos solo de pensarlo.

—Ranma… ¿qué es lo que quieres? Estás demasiado amable.

—Yo no quiero nada, siempre soy amable —¿Qué insinúa? Si la que casi siempre está de malas es ella. Pero aunque quiera enfadarme no puedo. La veo caminar como si fuera a cámara lenta. Con su corto cabello ondeando al aire, sus caderas moviéndose lentamente, su top de tirantes y su falda… demasiado corta, que me deja ver sus torneadas piernas.

Me mira enarcando una ceja cómo mascando mi respuesta.

—He traído verduras, las preparo en un momento y cocemos arroz. Esta tarde iremos a hacer la compra.

—¿Te puedo acompañar a la cocina? —Quiero estar con ella, no quiero perderla de vista. Si no estoy a su lado me falta el aliento.

—¿Vas a criticarme si hago algo mal? ¿Es eso? ¿O a controlar que no meta la pata?

—Solo quiero mirarte mientras cocinas… —Me acerco y le susurro al oído mientras le tomo la bolsa que llevaba con las verduras. Me sigue observando de manera extraña pero no dice nada, simplemente camina y yo voy detrás como un perro que sigue a su dueña.

La veo colocarse el delantal con decisión, sé que me observa de reojo y está nerviosa, pero intenta disimularlo. Lava las verduras con sumo cuidado, como si fueran a romperse, parece que las lecciones de Kasumi poco a poco dan sus frutos.

—¿De verdad te vas a quedar todo el rato mirando? —Su tono de voz suena irritado y nervioso.

—Ahora mismo no me apetece estar en otro sitio donde no estés tú…

Mis ojos se clavan en los suyos y la veo sonrojarse. Dios… ¿Desde cuándo está tan preciosa? La respuesta me llega enseguida, desde que te comiste esos putos caramelos, idiota.

Coge la tabla de madera, una zanahoria y comienza a contarla como si la pobre verdura le hubiera hecho algo muy grave y estuviera vengándose. Me acerco a ella despacio, tanto que no creo que me haya sentido cuando me aproximaba. Me coloco justo detrás y pongo mis manos encima de las suyas. Noto cómo se tensa inmediatamente, siento su respiración agitada y su corazón acelerado, yo también estoy nervioso por su cercanía pero nunca me había sentido tan tranquilo y liberado.

—El secreto para cortarlas de manera uniforme es colocar la mano que sujeta la verdura de esta forma y hacer este movimiento con la muñeca… —Mi voz suena ronca y sosegada, tengo mi rostro pegado al suyo y la guío mientras cortamos la zanahoria. Ella no habla, sólo se deja guiar por mí, aunque la sigo sintiendo tensa. Giro el rostro y le huelo el cabello. Su aroma es increíble. Quiero tenerla siempre así, entre mis brazos…

—R-Ranma… —la oigo susurrar, apenas imperceptible. La giro para tenerla de frente, tiene la cara más bonita que jamás haya visto, parece esculpida por los mismos ángeles, sus labios son pura tentación. Tiene la boca ligeramente abierta, mientras respira agitadamente.

—Akane… ―digo su nombre mientras acaricio su rostro de porcelana con mis rudas manos.

Por el rabillo del ojo veo aproximarse hacia mí, muy veloz, una sombra pequeña y negra que se abalanza sobre mi cara y comienza a arañarme. ¿¡Qué narices hace aquí Ryoga!?

—¡P-chan! —exclama Akane, feliz de ver al que ella considera su mascota, si supiera la verdad…

Ese maldito cerdo siempre está en medio, lo cojo del pañuelo porque el aprovechado ya estaba acurrucándose entre los pechos de mi futura esposa y eso me pone de muy mala leche. Mi esposa… nunca lo había pensado tan nítidamente como ahora. Abro la ventana y lo lanzo bien lejos.

―¡¿Pero qué haces!? ¿¡Por qué lo tratas siempre tan mal!? ¡Ve a buscarlo!

Su preocupación hacia él consigue ponerme de mal humor ―Siempre vuelve, por desgracia, así que no te preocupes tanto.

―No consigo comprender tus celos por un cerdo.

Se quita el delantal dispuesta a salir a buscarlo, yo le sujeto de la muñeca ―¿A dónde vas? ―pregunto aún conociendo la respuesta.

―¡A buscar a P-chan! ¿A ti qué te parece?

Tiro de ella y la abrazo con fuerza ―No te vayas… quédate conmigo… ―No quiero pelear, solo quiero que se quede a mi lado.

―Ranma, en serio… ¿qué te han hecho? Estás muy raro… ―pregunta, y sé que está totalmente colorada aunque no pueda verle la cara.

Yo no respondo, ¿qué le voy a decir? Lo siento Akane pero por culpa de unos caramelos mágicos me he enamorado perdidamente de ti y necesito que me correspondas o no sé qué va a ser de mí. Suena patético y miserable, pero es la pura verdad. ¿Qué pasa si ella no me corresponde nunca?

―¡RANMAAAAAAA! ―El grito de Ryoga hace que me separe de ella. Entra como una exhalación a la cocina―. ¿¡Se puede saber qué te has creído!?

―¡Ah, hola Ryoga! ¡Me alegro de verte! Hace mucho que no nos visitas ―Que no nos visita, dice… Ella le sonríe muy dulce y eso me hierve la sangre, esa sonrisa debería ser sólo para mí. El muy imbécil se pone recto como una vela y comienza a jugar con sus dedos índices.

―Ho-hola Akane… He estado de viaje, te he traído un rega… ¿Qué demonios haces, Ranma?

Ya me he hartado, quiero estar a solas con Akane y nada ni nadie va a impedirlo, así que lo sujeto de la camiseta y lo arrastro al jardín.


Ranma está muy raro desde que llegué, no me quejo de lo atento que está conmigo, su mirada ha cambiado… aunque dudo que sus palabras y sus actos sean verdaderos. No es la primera vez que se burla de mí por el simple hecho de hacerlo, como la vez de las píldoras de la bisabuela de Shampoo o cuando estaba celoso porque el traje de combate me escogió a mí y no a él.

Así que con esos antecedentes sólo puedo sospechar que algo trama. Lo que no cambia es la actitud de esos dos, se conocen desde hace mucho, han pasado por grandes aventuras donde se han apoyado mutuamente, no entiendo que se sigan llevando tan mal. Relleno dos vasos con limonada bien fresca y me dispongo a llevárselas, sobre todo por Ryoga, si el pobre acaba de llegar de viaje debe de estar sediento.

—Escúchame atentamente porque sólo te lo repetiré una vez… quiero que te alejes de Akane, de todas las maneras…

Escucho a Ranma amenazar a Ryoga y me escondo para que no me vean.

—¿Quién te crees que eres para darme órdenes? Akane es libre para elegir a quién quiere ver o con quién quiere estar.

—¡NO! A ver si te entra de una vez en esa cabeza de chorlito que tienes. ¡Ella es mía! ¡Es MI prometida! ¡No quiero ver a nadie rondarle o se las verá conmigo!

Las palabras de Ranma me dejan en shock, me tapo la boca con una de mis manos para que no se oiga mi agitada respiración, aunque mi corazón late tan fuerte que seguro que me descubren. Hay un silencio extraño hasta que escucho a Ryoga carcajearse.

—¿A qué viene eso, Ranma? ¿Te han drogado o algo así?

No escucho a Ranma hablar, creo que está meditando la respuesta.

—A-algo así… —responde al cabo de unos instantes, ¿qué ha querido decir con eso?—. Te lo voy a contar, necesito que me ayudes a buscar una cura.

Me asomo ligeramente y veo a Ryoga cruzarse de brazos.

—Explícate, porque si es una cura para la idiotez, va a ser difícil.

—¿¡Me dejas explicarte!? —Ranma suspira y lo veo sentarse en el suelo y pasarse las manos por el pelo y la cara. Ryoga también se sienta—. Me he comido sin querer unos caramelos mágicos del maestro. Son una réplica de las píldoras de la pulsera de la vieja Cologne, no sé si recuerdas.

—Cómo olvidarlo… —Le responde Ryoga bastante irritado.

Entonces… si Ranma se ha comido esos caramelos y está así conmigo… quiere decir…

—Akane fue la primera chica que vi, me he enamorado de ella… y es para toda la vida…

—¿¡QUÉÉÉÉÉEE!? —Ryoga grita y se pone en pie.

Siento una horrible opresión en mi pecho que me impide respirar, no me llega el aire a los pulmones y creo que mi corazón ha dejado de latir. No puede ser… por eso estaba así… me quiere por un hechizo… Se me cae la bandeja de las manos y los vasos se rompen en mil pedazos, haciendo un ruido ensordecedor.

—¡Akane! —Le oigo gritar mi nombre, preocupado porque me haya pasado algo, y en unos segundos lo tengo delante de mí. Su expresión es de auténtico pavor, sabe que lo he oído todo— Dé-déjame explicarte…

Intenta acercarse a mí pero doy un paso atrás, no quiero que me toque… Sabía que no podía ser verdad que se enamorara de mí, ¿por qué iba a hacerlo? ―¡NO TE ACERQUES A MI! ―Me suelta temeroso, su expresión es de pura angustia pero no me interesa lo que esté sintiendo en ese momento porque mi corazón acaba de romperse como esos vasos. Subo las escaleras lo más rápido posible, él me persigue y, por supuesto, me da alcance.

―¡Akane, lo siento! ¡Ayúdame! ¡Te necesito! ―Me toma por la cintura y me abraza.

―¡SUÉLTAME! ¡NO QUIERO SABER NADA DE TI! ¡SIEMPRE ESTÁS BURLÁNDOTE DE MÍ! ―Siento que me suelta pero es porque Ryoga lo ha apartado de mi lado.

―¿Estás loco, Ranma? ¡Déjala tranquila! ―Ryoga se coloca entre Ranma y yo.

―¡Apártate ahora mismo! ¡Tengo que hablar con ella! ¡Tú no lo entiendes! ¡Yo la amo!

Me tapo los oídos, esas palabras que tanto deseaba escuchar de su boca ahora me hieren como cuchillos clavándose en mi pecho. No quiero seguir escuchándolo, no quiero verlo, no tengo fuerzas. Solo quiero encerrarme en mi cuarto y que todo el mundo me deje tranquila.

―No se te ocurra acercarte a mí… ―Es lo último que consigo decir antes de entrar corriendo en mi habitación y cerrar mi puerta.

Escucho cómo Ranma y Ryoga pelean y creo que salen fuera de la casa pero no me importa. Me echo en la cama bocabajo y por fin dejo que mis lágrimas afloren sin pudor alguno.


Por fin he conseguido echar a Ryoga de casa, se ha puesto bastante pesado, tanto que he tenido que hacerle entrar en razón al estilo Saotome. Miro las escaleras por las que hace una hora subió mi prometida totalmente furiosa conmigo, y no la culpo, pero yo no soy responsable de lo que siento. Suspiro y subo despacio. Me dispongo a llamar pero me freno. Entro en mi cuarto y salgo por la ventana. Me acerco a la suya, esta hora alejado de ella me está consumiendo, necesito su contacto. Como suponía tiene las cortinas echadas y la ventana cerrada. La abro con cuidado y me asomo. La veo tumbada en la cama, abrazada a un cojín y totalmente dormida. Con sigilo entro en su habitación y me sitúo al lado de ella, agachado en el suelo. Le aparto el cabello para poder verle mejor su preciosa cara. Está tan bonita dormida, realmente parece un ángel y yo soy el mismísimo demonio. Es obvio que ha estado llorando. Tengo que encontrar la cura de esto porque nos destruirá a los dos. Yo la amo tanto… pero sé que estos sentimientos son prestados.

―Ranma… ―Murmura mi nombre y siento cómo el corazón me late a mil por hora. Me acerco a ella, sé que no me lo merezco, que soy un miserable, pero lo necesito, como si mi vida dependiera de ello. Le acaricio la mejilla y ella se mueve. Sin pretenderlo me ha ofrecido un mejor acceso a lo que busco. Justo antes de hacer lo que estoy pensando me detengo, aunque mi cabeza me dice que no lo haga, mi corazón me pide gritos que no pare. Rozo sus labios y siento entrar en el mismísimo paraíso. No me es suficiente, muevo mi boca despacio, no quiero despertarla, es muy ruin lo que estoy haciendo pero no soy yo… son estos malditos caramelos los que la necesitan tanto. Me quedo quieto cuando siento que ella me está correspondiendo, sigue soñando… ¿Sueña conmigo? Antes me ha llamado… Solo un poco más y paro, sus besos son adictivos.

―¡Estoy en casa! ―La voz de Kasumi hace que dolorosamente me separe de ella y salga de nuevo por la ventana. No puedo evitar volver a mirarla, parece que se está despertando, habrá oído la voz de su hermana. Se lleva los dedos a su boca, esa boca que hace apenas unos segundos estaba besando. Cierro los ojos y me alejo de allí, no puedo hacerle esto… no puedo hacerle daño o jamás me lo perdonaría.

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Ha pasado una semana, Akane intenta evitarme a toda costa y no la culpo, yo se lo pongo fácil, pero intento estar cerca de ella en todo momento, aunque no sepa que estoy allí, no puedo evitarlo, debe ser cosa del hechizo.

Intento "charlar" a menudo con el maestro para que me dé una solución, al menos que me proporcione un contacto de dónde consiguió esos caramelos, pero el muy canalla dice que sigue resentido por haberme entrometido en sus planes amorosos. Al menos de eso me alegro porque de lo contrario, el nuevo yerno del señor Tendo sería ese viejo verde. Me repulsa sólo el imaginarme a Akane en brazos de ese pervertido, mejor que sea yo, aunque me tenga que tragar estos sentimientos por no hacerla sufrir.

En casa nadie sabe nada, creen que Akane y yo nos hemos vuelto a pelear y por eso estamos distantes. Decido entrenar un poco, últimamente se ha convertido en mi mejor vía de escape, a pesar de no poder quitarme a Akane de la cabeza en todo momento.


Parece que Ranma está haciendo un esfuerzo muy grande para no estar a mi lado, sabe que me hace daño e intenta evitarlo, aunque sé de sobra que me sigue a todas partes, incluso que duerme en el tejado sobre mi ventana. Lo está pasando mal, él realmente no tiene la culpa de lo que ha pasado, solo tuvo la mala suerte de que yo fuera la primera chica que se encontró…

Entrena muy a menudo, creo que eso le despeja la mente. Yo ya no estoy enfadada con él, simplemente no quiero escuchar falsos halagos y promesas de amor porque me duele demasiado. Suena el teléfono y me dispongo a cogerlo, otra vez estamos solos en casa. Cuando voy a bajar las escaleras le escucho contestar, yo me escondo. No quiero cruzarme con él.

―Residencia de los Tendo… No, el "señor" Happosai no está en casa ―dice señor irónicamente, lo conozco muy bien―. ¿De dónde llaman? ¿¡Cómo!? ¿¡De la casa de los caramelos del amor!? ―Por un instante me quedo sin respiración, los que llaman son los culpables de esta situación―. ¡Los caramelos me los comí yo! ¡Necesito una cura urgente! … ¿Q-qué d-dice?... Eso no puede ser… ―La voz de Ranma tiembla, ¿qué estará pasando? ―A ver que lo entienda bien… ¿Me está diciendo que hay un lote de caramelos que no lleva el elixir del amor? ¿Que sólo son simples caramelos? ¿Está seguro de que uno de los lotes defectuosos fue enviado al maestro?... ―¿Lote defectuoso? Poco a poco caigo al suelo y me cubro la boca con las manos mientras mi corazón vuelve a latir desbocado. ¿Es lo que yo creo?― ¡Eso es imposible! ¡Yo he… ―Lo veo mirar a todos lados y susurra― Yo he sentido cosas…. cosas muy fuertes por una chica… ¡No pueden ser mis verdaderos sentimientos! ¡Debe de haber un error! ¡Compruébelo! … Entonces… ¿está más que seguro? ―Lo veo pasarse la mano por el cabello, nervioso, aunque yo también estoy hecha un manojo de nervios―. D-de acuerdo… ¡No! ¡No queremos otro lote en buen estado! ―Ranma cuelga con fuerza y se apoya en la pared.

Me levanto como puedo, porque las rodillas me tiemblan y decido hacer mi aparición. Él me mira y está más pálido que un vampiro ―¿Quién era? ―pregunto como si acabara de llegar.

Sus pupilas se dilatan, está pensando a toda velocidad qué va a contarme ―P-pues… llamaron de la tienda de los caramelos del amor… ―¿Me va a decir la verdad?― M-me han dicho que tienen la cura y que esta tarde la recibiremos en casa… ―Entrecierro los ojos, ¿qué me esperaba?― Q-qué bien… ¿verdad? Ya no tendrás que aguantarme…

Me acerco a él y le miro muy de cerca, tanto que veo perfectamente cómo caen gotas de sudor por la sien, y no las producidas por el entrenamiento precisamente ―Mejor para los dos. ―Sonrío y camino hacia la cocina con las manos tras la espalda.


Después de colgarles el teléfono necesito apoyarme en algo, así que me dejo caer en la pared. Entonces… ¿Todo lo que he sentido durante esta semana no ha sido producto de los caramelos? ¿Desde cuándo tengo estos sentimientos? La veo bajar las escaleras, ¿me habrá oído? Por Dios espero que no o me moriré de la vergüenza aquí mismo. Vale, me ha preguntado quién ha llamado… piensa Ranma piensa… Le cuento la verdad, que ha sido la tienda de los caramelos mágicos pero soy incapaz de decirle el verdadero motivo de la llamada, así que me invento que tienen la cura. Ella no parece sorprendida, la noto calmada, ¿se le habrá pasado el enfado? Se acerca a mí… trago en seco porque tengo de nuevo sus labios muy cerca, aún tengo un recuerdo vívido del beso que le di, no he podido dejar de pensar en ese beso desde hace una semana… Parece que mi mentira ha cuajado y ella se aleja.

No puedo evitar mirarla mientras va hacia la cocina y vuelvo a sentir ese hormigueo que me acompañó durante toda la semana y, que si me pongo a recordar, es un hormigueo que he sentido muchas veces con ella… sólo con ella…

―¿Quieres una limonada? ―Me pregunta.

―¡Sí!

Quizá algún día le cuente la verdad…

FIN

Hola de nuevo! Sí… ya sé que soy muy pesada pero a ver, me invitan amablemente a participar y cómo voy a decir que no a un shot de mis niños?

Sinceramente con todo lo que llevo encima últimamente estaba bastante escasa de ideas para esta historia, pero se me apareció una musa en forma de #SusyChantilly que me dio la base para poder desarrollarla. Gracias mil, mi niña!

Quise escribir el shot como si fuera un capítulo más del anime (salvo el beso), pero cómo voy a escribir algo así y que no se den aunque sea un besito, que solo recordará Ranma, eso sí…

Espero que os haya gustado, doy gracias anticipadas por los reviews y ya sí, se acabaron las historias extras que no me gustaría retrasarme con los capítulos de Por un sueño. Nos leemos!

Sakura Saotome :)