Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y Toei Animacion.
Aioros tenía justas razones para estar nervioso. Llevaba cuatro largos y maravillosos meses saliendo con Hilda y después de hablarlo ambos decidieron dar el siguiente paso en su relación y presentarse a sus amigos y familia de manera formal, puesto que hasta ese momento sólo sus más cercanos estaban enterados de la relación.
Para eso Aioros había planeado una pequeña reunión de amigos; al principio nada formal pero con el paso de los días sintió que debía de darle una buena impresión a Hilda así que decidió que todos debían de verse decentes y usar traje. Una vez que ese asunto estuvo resuelto Aioros se dio cuenta de otro un poco más grande: no conocía muchas chicas.
No quería que Hilda se sintiera incómoda al estar sólo con doce chicos; así que pensó a quien más podría invitar a su improvisada reunión, aunque para su mala suerte las opciones eran demasiado limitadas.
— Pensé en Shaina, Marín, Helena...— le había comentado a Aldebarán, el único que había querido ayudarlo.
— Shaina salió con Milo y Death Mask, y Shijima me contó que por ella Helena y Death terminaron, además de que la propia Helena por supuesto que no vendrá.
— Maldición, ¿qué hay de la chica que sigue a Shaka a todos lados? — había preguntado esperanzado, recordaba vagamente ver a la pelinegra tratando de esconderse detrás de alguna pared para mirar a su amigo.
— No sé cómo se lo tome él, pero tampoco es como que tengamos muchas opciones.
Una semana antes de la gran reunión la única chica que le había confirmado fue Marín, quien le dijo que llevaría a su cuñada con la condición de que nadie la molestara. En esos momentos Aioros se preguntaba cómo era posible que ninguno de sus amigos tuviera una pareja, fuera de Shaka y la chica que lo seguía y que sorprendentemente se había negado a estar en una reunión con él. Así que con dos chicas, Aioros organizó la pequeña reunión, reunión que inició mal en el momento en el que Aioria desapareció de su hogar, dejando sólo su zapato en medio del pasillo donde estaba la puerta del sótano, porque ni siquiera se había dignado a buscar las dichosas tres sillas.
Estaba por ir a buscarlas él mismo cuando el timbre de la puerta sonó, indicando que sus primeros invitados habían llegado. Aún con el zapato de su hermano en la mano caminó a la entrada y se encontró con los gemelos, Milo, Shaka y Afrodita.
— ¿Todos ustedes llegaron juntos?
— Obvio — Afrodita rodó los ojos — no es tan sorprendente vernos juntos, ellos son primos y yo le agrado a todo el mundo, tal vez el único que no encaja es Shaka.
— ¡Oye! — Milo hizo a un lado a Aioros para que todos pasarán — Shaka es mi amigo cercano y él quería venir para ayudar a Aioros y Aioria... Por cierto, ¿Dónde está Aioria?
— No tengo ni idea, lo mandé al sótano y se fue, sólo dejó su zapato.
— Eso responde mi pregunta — dijo Kanon quitándose su chaqueta y mirando la casa vacía — ¿Dónde están todos?
— Son los primeros.
— Bien... supongo que podré revisar ese juego que me descargue ayer.
— Nada de juegos — dijo Afrodita— ¿necesitas ayuda en algo?
Después de la ayuda poco a poco fueron llegando todos, incluida Marín y su cuñada, quienes no tardaron en comprender la desesperación de Aioros por encontrar más chicas, y debido a esto se mostraron flexibles a convivir con todos.
— Ahí está Marín — le susurró Milo a Shaka, ambos estaba parados justo detrás de las cuñadas.
— Eso noté Milo — dijo el rubio golpeando el borde de sus lentes — es una lastima que Aioria se fuera.
— Tengo una idea.
El griego sonrió, su relación con el rubio se había estrechado después de decidir darle un tiempo de separación a Camus, lo necesitaba después de que su corazón se rompiera, y eso lo había orillado a juntarse más con Aioria, quien tenía toda una agenda con el rubio. Después de discutir, o más bien decir las razones por las que no era una buena idea, Shaka termino cediendo y se acercó a Marín con el propósito de hablarle sobre el castaño.
Mientras Milo veía la ejecución de su plan, en la cocina Aioros miraba por la ventana, esperando que el taxi en el que llegaría Hilda se estacionara pronto, sus amigos comenzaban a impacientarse. Su concentración se fue al sentir una mano rozándole su costado izquierdo, al voltearse vio a Saga, que estaba demasiadas cerca.
— ¿Qué está pasando? — la voz de Shura en la entrada de la cocina provocó que ambos griegos saltaran y se alejan.
— Nada — dijeron a la vez, Aioros tuvo un pequeño flash de la carta de Saga que lo hizo sonrojarse, Shura entrecerró los ojos al notar eso.
—Ehh, Aioros — Saga se aclaró la garganta — estabas en frente de los hielos y sólo quería llevarlos a la sala.
— ¡Oh! ¡Claro! ¡Sí! — Aioros rió nervioso.
— Aioros, ¿Dónde está tú novia? — preguntó Shura acercándose a la mesa para agarrar un plato con papas fritas.
— ¿Mi novia? — preguntó el griego viendo de un amigo a otro — ¡Oh! ¡Mi novia! Ella vendrá pronto, de seguro tuvo un inconveniente porque ella sí vendrá, es real y pronto estará aquí — dijo lanzando otra risa un poco más alta — ¿no sienten que hace un poco de calor aquí? Creo que iré a ver como están los invitados.
Ambos amigos vieron a Aioros prácticamente correr fuera de la cocina.
—¿Tienes idea de por qué se está comportando así? — preguntó Saga agarrando el cubo de hielo.
— No — mintió el español, se hacía una pequeña idea pero no quería hablar de ese tema con Saga, él debía de saber lo que su vergonzosa carta decía.
Aioros se detuvo en la entrada de su sala y miró la habitación; Shaka hablaba con Marín y su cuñada mientras Milo a espaldas de ellos asentía mirando la escena, Afrodita era el mediador de la discusión de carreras entre Mu y Aldebarán, Camus y Kanon se encontraba en una esquina, y Death Mask no había aparecido, Aioros ni siquiera estaba seguro si llegaría, de haberlo sabido habría invitado a Helena.
— ¿No crees que es extraño que Milo esté con Shaka? — preguntó Kanon mirando fijamente al francés.
—¿Por qué sería extraño? Todos somos amigos.
— Sí, pero algunos más que otros, ya sabes lo que dice Aldebarán, bla, bla, bla — Kanon se llevó una mano a la barbilla, sentía curiosidad al ver qué su primo no estaba perdiendo el tiempo con el francés.
— Tal vez sólo está ocupando el lugar de Aioria, Afrodita dijo que se fue porque ya había conocido a la chica de Aioros y no había necesidad de todo esté circo.
— ¿Lo hizo? Maldición, de haberlo sabido habría hecho que Aioros me la presentara primero.
— ¿Entonces tu tampoco la conoces?
— No he tenido el placer.
Se quedaron callados cuando vieron que Shaka le hizo una señal con la cabeza a Milo para que se acercara a ellos, eso le pareció curioso a ambos.
— Creo que esa es la muestra de que te reemplazaron, que yo supiera sólo tú tenías extrañas señas con mi primito — dijo Kanon, mirando al francés con una sonrisa de lado.
Camus no respondió, sólo frunció el ceño y observó a su mejor amigo, podría no escuchar lo que hablaban, pero por el intercambio de miradas ambos sabía que había algo ahí, lo que sea que estuvieran haciendo no funcionó, fue sencillo pensar que era algo relacionado con Aioria, puesto que estaba enterado de que la pelirroja era el interés amoroso del chico.
Kanon sólo despeinó a Camus y se levantó para escuchar a Mu y Aldebarán discutir; Aioros estaba parado en la entrada de la sala y todo le parecía demasiado aburrido, había querido hacer una apuesta interna sobre si la existencia de la novia de Aioros era real o no, pero Saga le había dicho que no bromeara con eso, tanto él como Aldebarán le decían que debía de mantenerse relajado con Aioros después del incidente del robo, pero para Kanon no había mayor neutralidad que mostrar que podía bromear a costa de sus amigos, si no lo hacía no podía considerar que había algo real ahí.
— Oye, Afrodita, ¿sabes dónde está Death Mask? — preguntó interrumpiendo el punto más alto de la discusión, que por lo general era cuando ambos doctores comenzaban a adular la carrera del otro y hacían las paces.
Afrodita quitó su expresión de aburrimiento por una mueca extraña que nunca había hecho frente a sus amigos, como si el tema que se discutiera le desagradara, algo increíble considerando que Afrodita era lo que se podía catalogar como un chismoso.
— No he hablado mucho con él, pero es probable que no quisiera venir porque consideró está reunión como una perdida de tiempo.
— ¡Oye! — dijo Shura, que había salido de la cocina y se acercaba al grupo — Aioros se ha esforzado mucho por está reunión y lo mínimo que deberías de hacer es cerrar la boca y portarte amable — Shura se acomodó la corbata verde — no olvides que me lo debes.
— ¿Te lo debo? — Afrodita lanzó una risa irónica, interrumpiendo momentáneamente la charla entre las cuñadas, Shaka, Milo y Aioros — ¿Te lo debo así como tú se lo debes a Shaka?
El comentario del chico tensó a Shura y Kanon; el español pensaba que el tema se había superado, además de qye se suponía Camus había inventado una historia sobre eso, y Kanon no esperaba que Afrodita comenzara a chantajear con eso, él esperaba el momento adecuado para soltar la bomba y ese en definitiva no lo era.
— ¿Qué le debes a Shaka? — preguntó inocentemente Mu.
— Nada — respondieron los únicos tres que sabían.
El pequeño círculo comenzó a ser inundado por un pesado silencio, incluso Mu notó que algo no andaba bien. La tensión se rompió cuando el teléfono de Aldebarán comenzó a sonar; él se alejó rápidamente dando via libre para que cualquiera se retirará, Kanon pasó un brazo por el hombro de Afrodita y lo llevó con Camus, esperando que la indiferencia del francés lo enfriara, dejando a Mi y Shura solos.
— ¿Conoces a una chicas pelinegra, cabello largo, altura media, dos lunares lindos debajo del ojo izquierdo, labios pintados de negro al igual que su uñas? — preguntó el aspirante a médico al cocinero, recordando la tarde que había pasado con Dysnomia y el consejo de su hermano sobre ir tras ella.
Shura entrecerró los ojos, debido a que solía llevarle comida al rubio o pedirle que lo acompañara a comprar sus instrumentos había llegado a ver a una chica con esas características cerca de ellos, a veces tratando de esconderse detrás de la gente o los arbustos.
— Creo que sí, pero pregúntale a Shaka, creo que tiene algo con ella, a veces él huye de ella, aunque ahora que lo pienso ya no la he visto.
Mientras el español divagaba, Muy suspiró internamente, no quería cuestionar a su amigo sobre la chica, considerando la declaración de ella sobre lo especial que era él para ella, aunque se sintió un poco intrigado con el comentario de Shura sobre Shaka huyendo de Dysnomia.
Aioros entrecerró los ojos, la pregunta de Marín sobre Aioria le había recordado que estaba
molesto con su hermano por desaparecer, es cierto que Hilda aún no había llegado, pero eso no importaba. En medio de sus cavilaciones recordó que aún necesitaba esas sillas, estaba por levantarse del sofá e ir por ellas cuando la voz de Artemisa lo distrajo.
— Aioros, ¿por qué no nos hablas de tu novia? Creo que ni siquiera he escuchado su nombre.
— Empezará con sus cursilerías, me iré a fumar — le susurró Milo a Shaka, quien estaba sentado a su lado.
— Espera, Milo, aún no me has dicho cómo arreglar tu magnífico plan — dijo el rubio haciendo una pequeña seña hacia Marín.
— Cierto... — Milo se llevó la mano a la barbilla, el plan había salido mal y en medio de una confusión, en parte ayudada por su cuñada, Marín había creído que Shaka la estaba invitando a salir, y ella había aceptado — pues dile que tienes novia.
— Dysnomia no es mi novia, ya te lo dije.
— Yo nunca mencioné a esa linda pelinegra.
El griego se levantó con velocidad, ignorando el parloteo de Aioros y la mirada amenazante de Shaka, pasó frente a Camus, pero este ya había sacado su celular y audífonos así que Milo no quiso interrumpirlo, sólo le dio una leve patada a Saga para indicarle que podía unirse a él y mientras caminaban hacia la puerta Kanon se unió a ellos, cansado de la mirada molesta de Afrodita.
Dentro de la casa, Shaka miraba a Aioros sorprendido.
— ¿Dijiste que tu novia se llama Hilda?
— Sí — Aioros sonrió con cierto aire de enamorado que hizo sonreír a las dos chicas — la conocí en el restaurante de Izō, estaba esperando a que Shura terminara su turno cuando ella dijo que debía de pedir algo de comer o irme al diablo porque el lugar no era sala de espera.
— Hilda... cocinera y de carácter fuerte — Shaka recordó una historia que le había contado Milo, sobre una novia que Camus había tenido en Francia y aunque el griego lo había hecho para explicar lo poco celoso que se había puesto, Shaka recordaba toda la charla.
Era imposible, no podía ser la misma chica, ¿pero cuántos sabían sobre ella? En primer lugar Camus siempre fue una persona muy reservada, el conocimiento de su ex sólo era exclusivo de Milo, Aldebarán, los gemelos y ahora él; y en cuanto a la novia de Aioros ese era todo un secreto, ni siquiera Aioria pudo decir algo sobre ella más que solía pasa horas al teléfono con su hermano.
Sin embargo, si algo había aprendido gracias a las historias de Shijima era que cualquier cosa podría suceder, así que disculpándose, se levantó para hablar con Aldebarán, debía de advertirle para que estuviera preparado, pero apenas había cruzado la habitación cuando Milo entró corriendo y se llevó a Camus con él; el rubio suspiró, sus suposiciones eran ciertas, al menos finalmente conocería a la famosa Hilda.
En la planta superior, Camus miraba sorprendido a su amigo.
— ¿Sucedió algo? — preguntó con cautela.
— Escucha, no hay forma de decirlo con suavidad así que lo diré tal cual — Milo agarró al francés de los hombros — la novia de Aioros es Hilda.
Camus miró serio a Milo hasta que comprendió las palabras de su amigo, sus ojos se abrieron y tardó varios segundos en formar algo coherente.
— ¿Hilda? ¿Hilda, Hilda? ¿Hilda de Polaris? ¿Esa Hilda?
— Sí, Camus, Hilda de Polaris, la chica de Noruega, que tenía a su hermana Freya, estudiaba cocina, con la que perdiste la virginidad.
— Shhh — Camus le tapó la boca a Milo — no digas eso en voz alta — susurró.
— Lo siento — dijo Milo cuando su amigo lo soltó, bajó el volumen de la voz.
— ¿Estás seguro de que es ella?
— La vi con mis propios ojos, Saga y Kanon también la vieron, tal vez justo ahora están hablando con ella y ya sabe que estás aquí.
— Esto es malo — Camus se llevó ambas manos a la cabeza — y en parte es tu culpa.
— ¡¿Qué?! — susurró Milo un poco más alto — ¿yo que hice?
— Tú, Death Mask, Aioria y Kanon con su tonta regla de no salir con las ex de los demás, te dije que esas cosas dependen de cada quien cuando notamos que Death Mask le hacía ojitos a Shaina.
— Disculpa si no quería parecer un cornudo.
— ¡Tu y ella llevaban dos meses separados! Y ya estabas hablando con ese chico para ese entonces, ¿Cómo se llamaba?
— Eso no importa ahora — interrumpió Milo — debemos pensar como sacarte de aquí.
Camus suspiró, Milo aún tenía su mano derecha en su hombro, pero no parecía darse cuenta, ideando algún loco plan que el francés estaba seguro involucraba la ventana. Había algo reconfortante en el contacto y la respuesta se le hizo tan clara que sólo suspiró mientras agarraba la mano de Milo para apartarla, aunque no lo soltó.
— Tú irás con Aioros y lo distraerás un poco más, yo hablaré con Hilda.
— ¿Estás seguro? ¿Le pedirás que no hable de lo suyo?
— Estoy seguro — Camus apretó un poco más mano de Milo para mostrar su seguridad — y no le pediré eso, si es igual que como cuando salíamos sugerirle tal cosa provocará que me pateé las pelotas.
— Qué gráfico — Milo caminó en dirección a las escaleras — suerte con ella.
Camus se enfrentó a la muerte, la muerte plateada que ya lo esperaba en el pasillo frente a la puerta del sótano. Hilda tenía una expresión neutral pero Camus la recordaba, esa expresión era la que hacía cuando no sabía cómo sentirse.
— No sabía que conocías a Aioros — dijo la chica después de un tenso saludo.
— Sí, es uno de mis amigos más cercanos, y yo no sabía que estabas saliendo con él.
— Bueno, no es como si fuera a llamarte para decirte que después de ti ya estoy saliendo con alguien — dijo Hilda en voz baja.
— ¿Aioros es el primero con el que sales después de lo nuestro? — preguntó sorprendió.
Hilda se sonrojó y agachó la cabeza; Camus se acercó un poco más hasta agarrarla del hombro y acariciarla suavemente.
— Eso no importa ahora — dijo Hilda levantando la cabeza, el sonrojo se había ido y ella sonreía con naturalidad — lo importante es saber si después de lo nuestro finalmente pudiste salir del clóset, vi que Milo bajó las escaleras antes de ti.
— ¿Salir del clóset? — Camus se sonrojó, alejándose de ella como si de repente le hubiera quemado — ¡¿De qué estás hablando?!
— De Milo — dijo la chica como si fuera obvio, ahora Hilda lo sostuvo del hombro y le sonrió — siempre tuve celos de él y su relación, y me dijiste que incluso se habían besado.
— ¡Eso fue porque creí que era un chica! — Camus se sonrojó aún más — y me prometiste que no se lo dirías a nadie.
— No sé lo he dicho a nadie — ella rió, al menos ahora parecía que Camus era más expresivo que en el pasado — tranquilo — dijo ella abrazándolo.
— Es tan extraño que estemos así de juntos después de tanto tiempo — susurró Camus, Hilda era una cabeza más baja que él, así que tenía que agacharse un poco más para abrazarla bien, Camus se preguntó cómo sería para Aioros considerando que era más alto — no lastimes a Aioros.
— Por un minuto creí que dirías algo más lindo como que esperabas que fuera feliz.
— Estas saliendo con Aioros, por supuesto que eres feliz.
Hilda se separó y miró a su ex novio.
— Lo soy, y te aseguro que no lastimaré a...
Hilda se interrumpió al escuchar que la puerta frente a ellos era rasguñada; ella y Camus intercambiaron una mirada, ninguno creía en lo paranormal pero eso no significaba que no se hubieran asustado. El francés se separó un poco de la chica y abrió la puerta.
Frente a ambos cayó un castaño al suelo, y un gato salió caminando hacia donde todos estaban reunidos; Camus alzó un ceja, había escuchado que Aioria había tenido una pelea con su hermano y por eso no estaba presente.
— Entonces aquí estabas — dijo — parece que tenías tu propia reunión.
— ¡Camus! ¡Mi salvador! — Aioria se sentó y rascó uno de sus rasguños, mientras veía que una de las manos de su amigo estaba en la espalda de la chica — ¿De qué me perdí?
Camus se separó de Hilda, justo en el momento en el que Aioros apareció, cargando al gato.
— ¿Quien dejó la puerta abierta? Un gato se metió — el castaño se interrumpió al ver a su novia, hermano y amigo en medio del pasillo — ¡Hilda! ¿Cuándo llegaste? — preguntó dejando al gato en el suelo, antes de acercarse a la chica y besarle la mejilla.
— Hace rato, sólo estaba saludado a un viejo amigo — dijo la chica, tocando suavemente el brazo de francés.
— No sabía que se conocían, vaya, que pequeño es el mundo.
— Muy pequeño — dijeron a la vez los extranjeros.
— Aioria, — Aioros entrecerró los ojos al ver el mal trecho estado de su hermano — ¿dónde estabas? ¿Y dónde están las sillas?
Aioria suspiró, agarró la mano de Hilda y susurró "mucho gusto" antes de caminar a la sala, ignorando las dos preguntas de su hermano, sabía que no había, pero necesitaba una cerveza.
