Un mundo de oscuridad infinita se hacía presente ante nuestra vista, un lugar rebosante de muerte sin parar. Un lugar que consumía la vida y el espíritu de una persona a través de la sombras eternas del pasado distante.
Una tierra literalmente estaba sin vida, y aún así puede vivir algo aquí.
Este era una tierra, no, una calce de los muertos para nunca vuelvan a la vida de nuevo hasta que su condena sea ejercida. Ya sea un sufrimiento hasta el final de los tiempos, o bien un paraíso lleno de placeres divinos.
Era por así decirlo en términos más modernos ... Una sala de espera. Una brutal y oscura sala de espera.
Y tan mítico como era, este lugar se conocía por un nombre, el cual era ...
La Tierra de las Sombras.
El lugar donde los muertos y vivos venían para sufrir por igual en este sitio lejos de la bendiciones de los dioses. Una tierra ubicada en el Alpeach, la isla de Skye donde se encontraba la Fortaleza de las Sombras o simplemente Dun Sgathaich.
Una fortificación con siete muros en los bordes del territorio sombrío, aunque eran más simbólicos que físicos, para evitar que los muertos salieran al mundo de los vivos, y al mismo tiempo elegían a los mejores guerreros para que pasaran estos muros para tener la oportunidad única de ser entrenados por una de las legendarias mujeres guerreras más poderosas en el mundo.
Una mujer de belleza que alcanzaba el reino de lo divino al igual que sus habilidades, no era muy alta pero era capaz de poner de rodillas a cualquier gigante. Su piel perfectamente conservada como la porcelana más fina, sus ojos rojos destacaban su naturaleza mística y misteriosa. Su cabello rojo oscuro, como el vino o la sangre seca era el foco de la miríada miradas de todos bajo y por encima de los cielos. Sus túnicas oscuras hacían muy bien para ocultar su cuerpo perfeccionado desde en el momento en que nació.
Una diosa entre mortales, eso era lo que ella era. Y esa mujer llevaba por nombre ...
Su nombre era Scathach, "La Sombra de los Dioses" y la "Dama Guerrera de Dun Sgathaich", la hija mayor del Héroe, Árd-Greimne de Lethra y la Gran Diosa Madre Tierra, Morrigan. Lo cual dio nacimiento a la mayor guerrera del mundo entero, y ella ...
Estaba tan aburrida.
La legendaria guerrera se encontraba en su recámara personal meditando los siguientes cursos educativos infernales que darles a sus tres actuales discípulos, mientras que dichos aspirantes a héroes fueron recompensados con un leve descanso por sus grandes avances.
Lo cual lamentablemente hacía que la guerrera Scathach estuviera algo aburrida, ya que además de enseñar como oficio también era una distracción en aquella tierra que a veces el tiempo no parecía afectar en algunos momentos, o simplemente iba demasiado rápido.
Scathach dejó salir un suspiró, antes de ver uno de los tantos libros de textos antiguos que tenia en su biblioteca.
- Quizás deberíamos avanzar con las runas. - Dijo pensativa la mujer. - Después de todo, sería una acción muy indecorosa de mi parte permitir que algún discípulo mío salga de aquí sin conocimientos respetables en las runas. No tendré ningún discípulo que solo sepa agitar su palo. - Hablo Scathach con firme autoridad.
Ella había criado y levantado a muchos héroes famosos y poderosos en todos sus años como guardiana de la Tierra de las Sombras, así que no permitiría que su reputación se manchará por nada en el mundo. Tenia un cierto orgullo guerrero y de maestra que mantener después de todo.
Aunque esta vez había recibido un trío bastante singular de jóvenes. Dos de ellos mandados por uno de sus antiguos estudiantes, el guerrero Domnall, ambos jóvenes de quince años y pertenecientes a Emain Macha o simplemente el Reino de Ulster. Al ver que no tenia nada que enseñarle a ambos chicos, Domnall decidió asignarles la tutoría de la Tierra de las Sombras, bajo el ala de la Dama Guerrera, Scathach.
El tercer joven se había unido a ellos en el camino al Dun Sgathaich, de la misma edad que los otros dos otros jóvenes pero pertenecía al Reino de Connacht, el reino rival de Ulster. Pero a pesar de eso, los tres se llevaban de maravilla, casi hermanos unidos al nacer. Eran compañeros de armas, hermanos en todo menos en sangre. Lo cual facilitaba un poco las cosas para Scathach, ya que no tendría que encargarse de los problemas de las rivalidades tontas de reinos enemigos. Aunque los tres tenían una emoción de competitividad, era completamente sana y nada mortal afortunadamente, lo cual era una ayuda para la mejora de crecimiento para los tres.
Tres pequeños monstruos debía de admitir.
Apenas habían pasado seis meses de que comenzó que entrenar a los tres y ya habían superado sus expectativas completamente con su curva de crecimiento en sus habilidades. Si seguían así, Scathach creía fervientemente que esos tres se volverían sus tres mejores discípulos hasta ahora. Y era difícil definir cuál era el más fuerte, ya que el poder de los tres jóvenes estaban muy equitativos debido a la habilidades únicas que poseían.
Ferdiad, el joven de Connacht, bendecido con una fuerza y durabilidad por encima de los demás, incluso entre sus dos hermanos jurados. Además, había sido bendecido con una protección divina de los cielos, una armadura córnea en su piel, que lo hacía casi completamente invulnerable a cualquier arma. Aunque solo protegía su piel, así que los lugares que no estaban cubiertos de piel o los orificios de su cuerpo eran vulnerables a los ataques.
Luego de investigar un poco aquella increíble defensa, Scathach había concluido que su origen pertenecía a la diosa Airmed, cuyos dominios eran la Curación y el oficio de Herbolaria. Según Ferdiad, cuando el nació estaba muy enfermo, así que su padre salió en busca de unas hierbas medicinales para curarlo, hasta que cerca de un río, una anciana le dio a su padre un hierba medicinal muy especial. Y al hacer una pócima con un experto druida con la hierba, no solo lograron curarlo, sino que le dio una defensa de espinas al joven Ferdiad.
Eso había confirmado las sospechas de Scathach, había sido una intervención de la diosa Airmed para evitar que el joven héroe muriera y darle un apoyo en su futuro. La guerrera sombría debía de admitir que era una gran defensa, solo sus golpes más fuertes con la Gae Bolg eran capaces de hacer mella en su piel, lo cual hablaba mucho de su defensa.
En el fondo, Scathach disfruto mucho maltratando al joven. No todos los días tienes a un saco de boxeo casi irrompible, así que se aseguró de aprovecharlo lo más posible antes de que sus discípulos se tuvieran que marchar con sus tutelas listas.
Su siguiente estudiante la hacía sentir contrariada, después de todo el era su yerno técnicamente hablando. Setanta o también conocido en su reino como Cu Chulainn, al haber servido al Herrero Culann como su sabueso guardian luego de haber asesinado a su guardián anterior, el joven se había vuelto el amante de su hija Uathach.
Bueno, hija adoptiva, Scathach no tenia muchas citas que digamos. No a muchos hombres les parece encantador venir al jardín de muerte de la Dama Guerrera.
Uathach había aparecido un día en la Tierra de las Sombras en una canasta cuando era bebé. Lo cual significaba que era bastante especial, ya que el siete muros no permitirían la entrada a un simple bebé. Luego de un tiempo, Scathach se dio cuenta que Uathach era como ella, hija de una diosa que la había abandonado. La regente del Dun Sgathaich decidió encargarse de ella y criarla como suya.
Con el tiempo, descubrió que Uathach era hija de la diosa Béibhinn, una reina que dominaba el Inframundo o al menos la parte del castigo del otro mundo en los dominios del Dios Manannán mac Lir. Lo cual explicaba porque Scathach se sentía tan unida a su hija adoptiva, después de todo, la madre de Scatahch era la Diosa de la Muerte, mientras que la de Uathach era la Diosa del Inframundo, había cierta conexión ahí.
Y luego de la llegada de sus tres nuevos discípulos, pues las cosas se pusieron interesantes.
Setanta había lastimado por accidente uno de los dedos de Uathach, llamando la atención de su prometido Cochar Croibhe, el último discípulo de Scathach antes de la llegada del trío de jóvenes. El incidente provocó un conflicto entre Setanta y Cochar, que a pesar de las protestas de su hija, no se pudo evitar y terminó con la muerte de Cochar.
Después de todo, ¿Como podría derrotar al hijo de Lugh Lámfada? Uno de los pocos dioses que Scathach estaba dudosa de poder derrotar.
El Dios de la Luz de Irlanda, había enviado a su hijo a la Tierra de las Sombras ... La ironía, no pudo evitar pensar Scathach cuando se enteró del origen divino de su nuevo discípulo.
Lo peor de todo, es que la hija de Morrigan había recibido una visita del Dios del Sol hace varias décadas atrás. Había sido una situación muy tensa porque el Dios Guerrero había traído lista para matar al pináculo de todas las lanzas ... Brionac: Las Cincos Estrellas Rugientes del Cielo de la Masacre.
Su Gae Bolg era un monstruo, Brionac era el diablo dado forma de lanza, simplemente esperando el momento para comenzar la masacre y arrancar los corazones de sus objetivos.
Si no fuese porque Scathach tuviese experiencia luchando contra espíritus malignos y divinos por igual, la Dama Guerrera estaba segura de que se hubiera derrumbado por la cantidad de sed de sangre que emanaba de la lanza de Lugh.
Pero a pesar de mostrarse hostil, el Dios del Sol llegó hablando con jovialidad, informándole a la Regente del Dun Sgathaich que su hijo iba a venir a algún día a las Tierras de las Sombras, y a su vez vendría la persona que por fin daría fin a la su inmortal vida.
Decir que Scathach estaba sorprendida por el aviso era poco, la legendaria guerrera estaba eufórica.
Tanto tiempo viviendo, ya estaba más que cansada de eso. No era una diosa, era una humana que había ganado la naturaleza de un Espíritu Divino, sin la capacidad de tener su descanso eterno como la humana que era. Quizás era una semidiosa, hija de la Diosa de la Muerte, el Destino y la Batalla, pero había nacido humana y ella quería morir ... Como una humana.
De cualquier forma, dejemos de lado los deseos personales de la Reina del Dun Sgathaich, hablemos de Setanta, el hijo del Dios Lugh.
A diferencia de Ferdiad, Cu Chulainn no había obtenido una defensa divina, sino un poder divino. Heredó las habilidades magistrales de Lugh Lámfada, junto a su ferocidad del combate, el gran Riastrad, el frenesí de la fiebre del combate, que convertía al jovial joven en un monstruo no muy diferente al monstruo Curruid, de donde provenía Gae Bolg.
Debido a aquella forma de batalla de espantosa, Setanta tenia el poder fe diezmar ejércitos por si solo. E incluso sin aquella forma monstruosa, tenia la habilidad, técnica, velocidad y fuerza de luchar contra cualquier amenaza. Además, había obtenido un poder especial similar al de Ferdiad, pero en menos medida.
Una Protección contra Proyectiles.
Al parecer Setanta era capaz de contrarrestar cualquier ataque de proyectil mientras que pueda ver el objetivo o percibir la sed de sangre o la intención de lastimar en los ataques provenientes. Aunque tenia un límite de que tipo de proyectiles.
Habían probado con flechas, cuchillos, dagas, piedras y espadas cortas. Setanta las había desviado con éxito excepcional y con bastante facilidad también. Sin embargo, en el momento en que intentaron con proyectiles más grandes como espadas, mandobles, hachas, lanzas y rocas del tamaño de Scathach, pues ... El resultado no había sido muy bueno que digamos.
La Dama Guerrera no pudo evitar formar una leve sonrisa divertida por el chillido femenino que había vociferado Setanta cuando Gae Bolg había pasado muy cerca de la herramienta del hijo de Lugh.
Scathach lo había hecho para darle una lección por haber tomado a su hija como amante. Uathach había estado indignada por la actitud tan infantil de su madre cuando la joven ya era una adulta, mientras que Setanta se había escondido detrás de si compatriota de Ulster por una semana para evitar que cualquier cosa voladora amenazara de nuevo a su pequeño Setanta en sus pantalones.
La Reina de Dun Sgathaich disfrutó mucho esos momentos.
Pero ... Luego estaba su tercer y último discípulo.
Si Setanta le producía ligera irritación a Scathach, entonces su hermano por ocho años le producía una ligera aversión a la legendaria guerrera.
Shirou ... Era igual de singular que sus dos compañeros.
No era un semidiós como el hijo Lugh, sino más parecido a Ferdiad, al haber recibido una especie de bendición, pero no parecía nada tan poderoso como una armadura casi completamente invulnerable.
El chico tenia buena regeneración, bastante buena. Scathach podría dejarlo al borde de la muerte, con heridas que no se curarán en meses quizás años, heridas que deberían ser incurables, heridas que debían incapacitarlo ... Y todas ellas se curaban, a su debido tiempo pero nunca tardaron más de un mes. Aunque esa habilidad de curación no le quitó la capacidad de sentir dolor, pero el joven mostraba ser bastante bueno resistiendo y acostumbrándose al dolor.
Más allá de eso, no era tan fuerte como Setanta o Ferdiad, ni tan veloz como el hijo Lugh, ni tenia tanta durabilidad como el joven de Connacht. El resto que podía ofrecer el chico era simplemente fuerza de voluntad, habilidad, técnica, un fuerte deseo de mejorar y quizás que era algo terco ... Bueno, muy terco.
Shirou era mucho más terco que sus dos compañeros y hermanos de armas, lo cual dejaba mucho que pensar.
Sin embargo, cuando Scathach intentó descubrir la naturaleza exacta de aquel poder de regeneración, no encontró mucho. Solo una sensación familiar, demasiado familiar. Pero la Dama Guerrera no sabía donde ubicarlo exactamente, así que por ahora lo dejo de lado.
Ah, ella recordó otra habilidad bastante singular.
Shirou tenía cierta habilidad para aprender, comprender y mejorar en el uso de un arma con solo un vistazo. Técnicas, posturas, casi todo lo comprendía al instante, Scathach especuló si podría ser obra de la memoria muscular adoptiva, lo cual era una posibilidad que no iba a descartarse tan fácilmente.
Después de todo, el mocoso la había visto solo un par de veces enfrentando algunos espíritus malignos de las almas en pena de la Tierra de las Sombras, y luego en cuestión de días Scathach lo había visto enfrentando a un espíritu maligno por si solo. Aunque no demostró la misma efectividad que Scathach, ya que la Dama Guerrera llevaba años de practica, Shirou demostró ser capaz de enfrentar a uno con facilidad, algo que aún no había comenzado a enseñarles a Setanta, Ferdiad o al mismo Shirou.
Así que el chico tenia un par de armas muy buenas de bajo de la manga, ni tenia un gran poder o defensa absoluta, pero si tenia la capacidad de aprovechar cualquier cosa para su beneficio. ¿Egoísta? Quizás, ¿Efectivo? Si, ¿Irritante? Absolutamente que si. Era molesto ver como décadas de puro entrenamiento hasta llegar a los umbrales de los dominios de Manannán mac Lir, eran reducidos en una milésima de tiempo por un mocoso de quince años.
Era el mocoso que Scathach disfrutaba golpear ciertamente.
- Mm, me pregunto ... ¿Estaría bien lanzarle una maldición a través de la runas? - Se preguntó a sí misma la mujer guerrera con un semblante pensativo.
¿Quizás lanzarle una maldición de muerte? No sonaba mala idea, trataría de usar una tan mortal.
Sin embargo, sus planes de tortura ... Digo, de enseñanzas fueron interrumpidos abruptamente cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe.
Scathach volteó su atención hacia la entrada, sorprendida y a la vez molesta por ser interrumpida en su privacidad. Y ella estaba dispuesta a regañar severamente al causante, hasta que se percato que era su hija Uathach, la cual se veía un poco histérica en ese momento.
A pesar de no compartir lazos sanguíneos, Uathach tenia un gran parecido con su madre adoptiva. Tenia el cabello rojizo al igual que Scatahch, pero unos tonos más claros sujeto en una cola de caballo. Su ojos eran azules pero del color de un lago, su piel era levemente más bronceada que su madre adoptiva, y solo dos pulgadas más alta que ella. Pero aún así demostró facciones faciales que eran similares a las de Scathach, junto a un cuerpo perfecto en todo al igual que ella.
Sin embargo, en ese mismo instante el cabello de Uathach estaba algo desordenado, respiraba de manera entrecortada mientras sudaba profusamente debido a un gran esfuerzo físico, como si hubiera corrido por toda la Tierra de las Sombras durante todo el día.
- Ma ... Madre ... Ella ... Ma ... - Intentaba hablar la joven pero jadeaba sin parar.
Scathach se acercó a ella demostrando una expresión realmente preocupada, demostrando que podía hacer expresiones que no fuesen sonrisas frías, burlas, miradas en blanco o simplemente furia controlada. O quizás simplemente era su instinto maternal saliendo a flote.
La Reina del Dun Sgathaich tomó a su hija por los hombros. - Uathach, querida. Por favor, cálmate y respira. Ven, siéntate. -
La susodicho mostró un rostro en pánico debido a que traía urgencia, sin embargo, no pudo romper el agarre de su madre adoptiva cuando esta última la llevo a sentarse en la única cama de la habitación.
Posteriormente, Scatahch escribió un par de runas por encima de su hija, la cual la ayudaron a recuperar su resistencia perdida como también calmarla un poco. Luego de unos segundos, Uathach mostró gran mejoría pero aún lucía preocupada por algo.
Scatahch juraba que si era un embarazo ella iba a castrar al perro del Ulster ella misma con todas sus armas en la armería de su fortaleza.
Un cierto Sabueso de Culann se estremeció mientras estaba durmiendo en una cama de la fortaleza sombría.
- Ahora que estas más calmada, ¿Me podrías contar que te ocurre? ¿Es algo que tiene que ver con el joven Setanta? - Preguntó Scathach con cuidado, ella ya estaba lista para ser abuela ... Luego de castrar al joven.
Setanta volvió a estremecerse en sus sueños.
Uathach le dio una mirada incrédula a su madre, parecía indignada por sus palabras, aunque si se sonrojó un poco por ello.
- ¿Es en serio? ¡¿Crees que vengo por eso?! ¡¿No lo sientes?! ¡Ella viene! - Exclamó Uathach preocupada, demostrando que era algo serio.
Pero Scathach no parecía comprender, la legendaria mujer alzó una hermosa ceja confundida.
- ¿Ella? ¿La que viene a cada mes? Ya te explique que hacer en esos casos, hija. - Dijo la hija Morrigan.
La hija de la diosa Béibhinn por primera vez en su vida tuvo el impulso de matar a su madre, pero como sabia que era imposible tapo su rostro con sus manos mientras soltaba un grito lleno de frustración pura el cual era amortiguado por sus manos.
Scathach creyó por un segundo que su hija era un poco dramática.
Uathach pensó por un segundo que su madre era demasiado densa.
- Madre. - Habló de nuevo la joven guerrera, su voz siendo tan seria que parecía mortal en este punto. - ¿Me dices en serio que no lo sientes? Ella viene, la tía Aife viene para acá. - Dijo de manera ansiosa.
- ¿Qué? - Fue la respuesta más inteligente que Scathach pudo formular. - Pero no debería ... Es muy temprano, ¿Por qué? - Decía la mujer perpleja. - ¿Estas segura de que es ella? -
Uathach mostró una expresión preocupada. - De hecho, me sorprende que no lo sientas, pero puedes comprobarlo tú misma. -
La hija de Morrigan no dijo nada y se enfoco en su Clarividencia y su Autoridad en los dominios de la Tierra de las Sombras para validar las palabras de su hija adoptiva.
Y realmente no le gusto para nada el resultado.
Ahí estaba su hermana menor, Aife cabalgando con fiereza su amada carroza de guerra, detrás de ella un gran ejército de guerreros berserkers bajo el mandato de la otra hija de Morrigan, corriendo como bestias salvajes detrás de la misma. A peas habían entrado a los dominios de la Tierra de las Sombras, pero conociendo a Aife, Scatahch estaba segura de que no tardarían en llegar a la fortaleza al paso veloz al cual iban.
- ¿Por qué está aquí? Tenemos un convenio. - Dijo la mujer legendaria frunciendo el ceño.
- Esa es una buena pregunta, pero yo solo quiero saber como no la pudiste sentir antes. - Dijo Uathach un poco curiosa.
- Yo ... Estaba pensando en las clases de mañana. - Le respondió Scathach.
La joven levantó una ceja con curiosidad. - ¿Solo eso? -
Scathach asintió, ella no le iba a decir a su hija sobre sus gustos de maltratar a sus discípulos, especialmente a Shirou.
- En cualquier caso ... - Comenzó a decir Uathach con leve sospecha con respecto a la respuesta tan ambigua de su madre adoptiva. - Dudo que la tía Aife venga a simplemente a hablar tomando en cuenta el gran ejército que tiene con ella. -
- Oh, vamos a hablar hija. Solo que no serán necesarias las palabras, hablaremos con nuestras armas. - Dijo la Dama Guerrera con seriedad muy hostil.
- Pero es demasiado pronto, ¡Tenemos un convenio de cero ataques hasta que nuestros discípulos ya tengan un año de entrenamiento! - Exclamo la mujer más joven con ansiedad escrita en su rostro.
Scathach y Aife habían hecho un convenio hace mucho tiempo, el cual concordaron en que Aife podía atacar cuantas veces quisiera las tierras de su hermana mayor, excepto cuando llegaron nuevos aspirantes a héroes a ser entrenados por la Reina del Dun Sgathaich. En el intervalo de un año, Aife no podría atacar en ese periodo de tiempo, y cuando se cumplía aquel tiempo, la segunda hija Morrigan podría venir para luchar y poner a aprueba a los estudiantes de su hermana mayor.
Si les iba bien, vivirían como grandes héroes en el futuro. Por otro lado, su fallaban la prueba de Aife, pues morían por las manos de la susodicha. Tan simple y llano como eso, y Scatahch lo había aceptado hace mucho tiempo. Solo los más fuertes prevalecen.
El problema era que apenas habían pasado seis meses desde que comenzó el entrenamiento, ¡Y aún quedaba medio año para que Aife comenzará sus pruebas mortales!
- Independientemente de sus razones para venir, si viene a matar a sus estudiantes sin haber cumplido su primer año de la tutela de la Tierra de las Sombras ... Pues está muy equivocada. - Dijo Scathach en un tono mortal.
- ¡Vamos, mami! Enséñale lo que tienes. - Apoyo Uathach la moción con toda violencia.
La hija de Morrigan ignoró los actos infantiles de su hija adoptiva y simplemente se enfocó en resolver el problema con su hermana menor.
- En primer lugar, asegúrate de que nadie intervenga cuando me encuentre con ella. Voy a exigir sus razones para invadir mi territorio y si no me gustan la voy a retar en un combate singular, y cuando la derrote la sacaré de aquí a patadas. - Dijo Scathach con un simple pero efectivo plan en mente.
- Suena ... Razonable. - Concordó la hija de Béibhinn con un asentimiento.
- Sin embargo, de verdad necesito que mantengas a todos aquí adentro. - Dijo con seriedad la Dama Guerrera. - ¿Donde están exactamente? -
- Pues ... Ferdiad debe estar entrenando cerca de la fortaleza, lo buscaré en seguida. Setanta ... - Uathach se sonrojó mientras evitaba la mirada de su madre por nerviosismo, Scathach levantó una ceja por la actitud de colegiala enamorada de su hija. - El ... Se encuentra en mi ... Cama ... -
Cuando ella terminó su oración un silencio absoluto se prolongó por un minuto. Un minuto infernal para la mujer más joven mientras era obligada a recibir la mirada de repulsión y furia de su madre adoptiva.
- Definitivamente lo voy a castrar. -
Un Setanta muy alarmado se despertó de manera abrupta en la cama de su amante, jadeando por aire por alguna razón tenia las ansias de correr lo más lejos posible de la Tierra de las Sombras.
Por un momento, el hijo de Lugh pensó que Roma era un lugar muy bonito en aquella época del año.
- ¡Mamá! - Gritó alarmada y avergonzada por las palabras de su madre adoptiva la joven guerrera. Lo último que necesitaba era que la hija de Morrigan le arrancara a Setanta su pequeña lanza.
Una buena lanza, Uathach quería destacar.
Scathach suspiró. - Okay, ¿Y Shirou? -
El sepulcral silencio hizo acto de presencia nuevamente. La Dama Guerrera miró a su hija adoptiva, la cual miraba el suelo muy nerviosa.
- Volveré a repetirlo, querida hija mía. - Dijo la hija de Morrigan con un tono más intenso. - ¿Donde está, Shirou de Ulster? -
- Pues ... - Comenzó muy nerviosa Uathach. - Es una graciosa historia, hehe ... -
- No hay nada de gracioso en el asunto, en lo absoluto. -
- ¡Bien! ¡No tengo la menor de donde está! ¡Simplemente me desperté y el ya no se encontraba en la fortaleza! - Gritó la menor de las dos mujeres en pánico y agobiada por la mirada de su madre.
Scathach suspiró nuevamente. - Entonces, me veo en la obligación de usar mi Clarividencia para localizarlo. -
- ¡Bien! -
- Pero eso no quitará el castigo que te daré por ser tan irresponsable en tus deberes. -
- ¡Nooooo! - Gritó Uathach de horror.
La Regente de la Fortaleza de las Sombras ignoro los gritos de súplica de su hija adoptiva y se espacio de todo lo irrelevante para poder usar su Clarividencia con tranquilidad y así localizar a su discípulo más molesto, iba a castigarlo por deambular ...
No, Scathach ya no lo iba castigar, lo iba a matar.
- ¡Maldición! - Gruñó la Dama Guerrera antes de que sus túnicas fuesen reemplazadas por su ropa de combate.
- ¡¿Madre?! - Exclamó Uathach preocupada y a la vez sorprendida por el arrebato de su madre. Ahora la mujer legendaria parecía estar lista para la guerra.
Las túnicas de la hija de Morrigan se fueron y ahora hacia lugar un solo conjunto de ropa muy ceñido de tonos morados con hombreras doradas que dejaba muy poco a la imaginación y simplemente resaltaba aún más la magistral figura de la Reina de Dun Sgathaich.
La susodicha reina ignoro por completo a su hija y salió por la única ventana de su habitación. Tenía que apresurarse bastante si no quería que su tonto estudiante muriera como un perro por las manos de su hermana menor.
Lanzándose desde la ventana, la cual era de la habitación más alta de la fortaleza, la legendaria asesina de dioses se movió como un rayo hacia la ubicación donde se encontraba Shirou ... Y una muy próxima Aife.
- 'Lo juro, Shirou. Si te mueres, ¡Yo misma destruiré tu espíritu con mi Gae Bolg!' -
Eso fue lo último que pensó Scatahch antes de romper la barrera del sonidos con un boom sónico.
Si el joven Shirou sobrevivía a Aife ... Quizás moriría por las manos de sus maestra.
...
Aife se encontraba eufórica.
¡No! ¡No había palabras para describir la emoción y la sed de sangre que ella sentía en ese momento!
La hermana menor de Scathach, hija también del Héroe Árd-Greimne de Lethra y la Diosa Morrigan. Si alguien la viera junto a su hermana mayor, pensaría que fuesen gemelas casi idénticas. Y de hecho, la diferencia de edad era simplemente porque Scathach había nacido dos segundos primero, porque de otra forma Aife hubiese sido la mayor.
La mujer guerrera era señora feudal de una zona al este de las tierra de su hermana, además de ser la Reina en Letha, en la península de Armórica. Así que no estaba demasiado lejos para hacerle pequeñas visitas a su querida hermana mayor.
Como ahora.
Un gran carro de guerra era jalado por dos poderosos caballos divinos, un regalo otorgado por su padre adoptivo y señor, Manannán mac Lir. Sujetando las riendas, estaba Aife cabalgando con habilidad y majestuosamente su carro.
La hija menor de Morrigan se parecía mucho a su hermana mayor. Tenia el cabello rojo más claro que el de su hermana, como la sangre recién derramada o las fresas, el cual estaba atado en una cola de caballo con una tela azul oscuro con detalles blancos. Sus ojos si eran idénticos a los de Scathach, pero en contraste su piel era unos tonos más pálida que ella. Aife utilizaba ropa ceñida para el combate al igual que su hermana, solo que negra con azul oscuro, con algunas partes ee armadura de color dorado, además llevaba una capa azul. Su belleza no tenia nada que envidiarle a su hermana para nada.
La fiera mujer guerrera carga hacia adelante en su carro de guerra con firmeza, era veloz como un torrente, con la fuerza de un tifón y violento como un huracán, así de glamorosa era Aife. Detrás de ella, la seguían su ejército de guerreros de Armórica, que eran más berserkers sedientos de sangre que Caballeros Heroicos como los aprendices de su hermana. Pero hacían muy bien su trabajo.
Había pasado un tiempo desde que la Reina de Letha había pasado los Siete Muros de la Tierra de las Sombras, y ahora mismo se dirigía al castillo de su hermana mayor con buenos motivos.
Matar que sus discípulos.
Era simple, pero probablemente Scathach no lo aceptarían por el pequeño convenio que tenían. Sin embargo, como podían culpar a Aife. Después de todo, había escuchado de parte de su sobrina que los nuevos estudiantes de su hermana mayor iban a ser probablemente los mejores hasta ahora. Al principio, la hija menor de Morrigan no creyó en sus palabras, sin embargo, empezó a creer en sus palabras cuando Uathach le informo de su nuevo amante, Setanta, el cual había asesinado a su anterior prometido, Cochar Croibhe, en un combate singular, en apenas los primeros días de su llegada.
Además, resultó que el nuevo amante de su sobrina era el hijo de Lugh Lámfada, el Dios del Sol de Irlanda. ¿Como no iba a estar emocionada de enfrentar a un semidiós? Había pasado mucho tiempo desde que había matado a uno de ellos. Además, también quería probar las habilidades de los otros estudiantes de Scathach.
Y si en verdad eran tan buenos como escucho, ¡Entonces merecían una prueba especial! ¡Impresionarla con solo la mitad de un año de tutoría bajo la escuela de combate de la Tierra de las Sombras!
A su hermanas mayor no le gustaría sus tontas razones, pero nunca se llevaron bien, así que no le importaba hacerla enojar, lo importante ahora era ...
Aife sonrió de manera depredadora.
Encontrar el primer objetivo.
- Oh, ya encontré uno. - Dijo con emoción la mujer guerrera.
Una de las ventajas de ser hija de la Diosa Morrigan, además de una gran habilidad para el combate, era la capacidad de ver o percibir la muerte o vida. Scathach había obtenido la capacidad de ver la muerte de algunas personas mediante premoniciones.
En el caso de Aife, era la capacidad de percibir la energía vital de las personas y también percibir cuando alguien moría independientemente de que tan lejos este un individuo, ella recibirá generalmente una señal, como una campanada directamente resonando en su cabeza. Aunque era molesto, Aife se había acostumbrado para que no le afectará durante luchaba en los campos de batalla, donde era generalmente donde más "ruido de muerte" había.
Sin embargo, percibir la energía vital de un individuo era difícil cuando había un montón de berserkers gritando como locos detrás de ti. Sin embargo, cuando alguien o algo moría, recibía un poco de información mediante aquella "campanada de muerte".
Lo que acaba de morir era una bestia monstruosa de bajo nivel, un jabalí demoníaco algo joven. Sin embargo, lo que le intereso era la forma en que murió.
Una flecha había perforado limpiamente su cerebro sin ninguna resistencia. Para hacer algo como eso, el individuo debería ser un habilidoso maestro arquero. Eso sonaba un poco a los discípulos de su hermana Scathach.
- ¡Vamos! - Gritó Aife con emoción, incitando a sus caballos apresurar su paso ya veloz a uno con más intensidad.
Los berserkers detrás de la hija de Morrigan tuvieron que apresurar aún más su paso para no perder a su señora.
La reina de Letha sonrió ampliamente, cada vez más emocionada.
Era momento de probar a los niños de su hermana.
...
Cuando Aife llegó a la zona donde había percibido a la muerte del jabalí demoníaco.
El lugar se situaba en un claro en medio del bosque de muerte de la Tierra de la Sombras. El jabalí joven era del tamaño de un jabalí salvaje adulto normal, por lo tanto era más poderoso que su contraparte mundano. Su color era negro con rojo sangre oscuro, con colmillos dorados.
Eran bestias peligrosas por su capacidad de comer casi cualquier cosa, desde carne hasta el metal de las armaduras, incluso la magia como runas no eran una excepción. Hasta los miembros pertenecientes a la familia de los dragones tenían mucho cuidado con esas Bestias Monstruosas cuando alcanzaban la edad adulta o lograban el estado de una Bestia Fantasmal o Divina. En esos momentos, los jabalíes demoníacos eran del tamaño de una casa y hasta más.
Pero este espécimen era el de uno muy joven, un infante incluso.
Muerto por una flecha que era sacada por un joven que se había quedado mirando a Aife, no a su carro de guerra y a sus guerreros berserkers, sino solamente a Aife.
El joven tenia al parecer unos quince años, la cual era la edad en la que los discípulos de Scatahch comenzaban su formación en la Tierra de las Sombras. El joven tenia el cabello rojo pero más claro que el de Aife, el cual era algo largo y llevaba una trenza que caía por el lado izquierdo de su rostro, ojos marrón claro casi como la miel. Su piel era algo bronceada, también era casi de la altura que la hija de Morrigan.
El pelirrojo usaba una camisa negra ceñida que se ajustaba a su torso, la cual solo tenia la manga derecha y mostraba muy bien sus músculos bien definidos. Usaba pantalones rojos con negro holgados con dos cinturones, usaba sandalias como suela. También llevaba una túnica la cual tenia capucha y también le dotaba de una manga izquierda. La túnica también tenia un cinturón que pasaba de manera diagonal desde su hombro izquierdo hasta el lado derecho de su cintura.
Aife tenia que destacar algo sobre el joven era que estaba muy armado.
Llevaba cinco bastones con la longitud de la Gae Bolg, la lanza de su hermana mayor en el cinturón de su túnica. Una espada en su funda detrás de su espalda baja y una daga en el lado derecho, ambos sujetas por uno de los cinturones de su pantalón. En el segundo cinturón llevaba colgando un carcaj lleno de flechas.
En la mano izquierda del joven llevaba un arco, y en la mano derecha portaba la flecha asesina del jabalí demoníaco que había matado hace unos momentos antes.
Pero si algo se destacaba del joven, era de la mirada impresionada que el pelirrojo le dirigía a la mujer guerrera.
No era una mirada lujuria y deseo como los reyes y enemigos la miraban a ella, ni tampoco las miradas de terror y vulnerable de dichos reyes y enemigos a quienes aplastaba con su poder.
No, el joven frente a ella le dirigía una mirada entre curiosa y sorpresa. Aife solo pudo intuir que notó el gran parecido que ambas hijas de Morrigan tenían.
La Reina de Letha sonrió con irritación por la comparación.
- Tu debes ser uno de los discípulos dr mi hermana. - Dijo Aife como si fuese algo obvio pero solo lo dijo para sacar de su ensoñación al joven.
- ¿Que ... ? ¿Hermana? - Vociferó con incredulidad el pelirrojo.
Aife asintió rotundamente. - Si, Scathach de Dun Sgathaich, es mi hermana mayor. Nacidas de la misma diosa y héroe mortal. - Explayó brevemente su relación con su hermana. - ¿Y tú eres ... ? -
- La hermana de la maestra Scathach, ¿Eh? - Murmuró el joven por lo bajo, pero aún así la mujer guerrera logró escucharlo. El pelirrojo le devolvió la mirada. - Mi nombre es Shirou, pertenezco al reino de Ulster. -
- ¿Shirou? - Repitió Aife probando el nombre extranjero, jamás lo había escuchado en su larga vida.
El joven se rio entre dientes. - Me disculpó por mi extraño nombre, pero es lo único que tengo. -
La Reina de Letha se quedó mirando al pelirrojo, era un poco diferente a lo que esperaba, pero no pudo discernir que estaba muy bien entrenado en comparación a los demás discípulos de su hermana luego de un año de entrenamiento. Ahora ella tenia ganas de encontrarse con los otros dos estudiantes de Scathach.
- Mm, ¿Señorita Aife? - Llamó el joven Shirou cordialmente.
- ¿Eh? ¿Que pasa? -
- ¿Puedo preguntarle algo? -
Aife lo pensó por un segundo antes de encogerse de hombros y asentir de manera afirmativa.
- ¿Puedo saber por qué viene lista para combatir una guerra a los dominios de mi maestra y con un ejército? - Pregunto Shirou de manera muy obvia.
Algunos berserkers detrás de Aife quienes se mantenían al margen para no molestar a su señora empezaron a reír a carcajadas, poniendo un poco incómodo al pelirrojo. Esos mastodontes medían dos metros o más de altura, era un poco impresionante y algo intimidante desde su punto de vista.
Aunque no era nada parecido a su amigo Setanta cuando se enojaba. Ese sí era un monstruo atrapado en una prisión de piel humana.
Aife levantó su mano, y con esa simple acción hizo que todos sus guerreros berserkers se callarán.
La hija menor de Morrigan sonrió de manera ominosa. - Oh, querido, la respuesta a tu pregunta es ... Porque efectivamente he venido a comenzar una guerra con mi hermana. -
Silencio y la tensión que siguió luego de que la mujer guerrera declarará sus motivaciones fue intenso. Nadie hablaba, mientras que Shirou se puso rígido como el Gae Bolg de su maestra. Los ojos castaños del joven se abrieron de sorpresa, antes de entrecerrarse con precaución.
El pelirrojo se mantuvo firme pero era obvio que no podría luchar solo contra la hermana de su maestra con el ejército de esta última. Sin embargo, el joven estaba listo para desenvainar una de sus armas en el momento de que comenzara el conflicto.
Si iba a caer, caería luchando. Se lo había prometido a Setanta, Ferdiad y a Conall.
Aife sonrió levemente por el valor del joven ante ella. - No te pongas así, es completamente natural lo que mi hermana y yo hacemos. De hecho, esto es parte de su entrenamiento. -
- ¿Entrenamiento? ¿Una guerra? Debes estar bromeando. - Le dijo Shirou incrédulo.
- Oh, hablo en serio. - Dijo con burla la mujer guerrera antes de bajarse de su carro de guerra y empezar a acercarse al pelirrojo.
El susodicho se puso más tenso ante la aproximación de su aparente oponente, el joven dio un paso hacia atrás. El se estaba preparando para desenfundar uno de sus bastones.
La hija menor de Morrigan sonrió de manera feroz al ver las acciones del pelirrojo. Habia dos tipos de personas cuando alguien estaba acorralado en el borde de la vida y la muerte. Era ese el momento donde aquel individuo podía mostrar sus verdaderos colores, como un gran potencial liberando al ciento veinte, no, hasta el doscientos por ciento de su ser en el combate.
O en cambio entrarían en pánico y huirán con la cola entre las piernas.
Aife ahora tenia el interés de descubrir cuál de los dos tipos era este tal Shirou.
Así que la Reina de Letha, la mujer más poderosa de Armórica levantó su mano nuevamente. Y todo el claro en el bosque se sintió más oscuro.
Y ahí apareció, un arma que inundaba al mundo con muerte aplastante para comenzar una masacre imparable.
Una lanza hizo acto de presencia en su mano derecha, su longitud era equiparable a la de Gae Bolg. Pero por alguna razón se sintió aún más ominosa y peligrosa por las púas que sobresalían cerca de la punta de la lanza. A lo largo de la lanza, tenia presente varias muescas donde brillaba un color azul claro, el cual parpadeaba de manera rítmica como si fuese un corazón latiendo.
Esta era la gran lanza mortal de Aife, que cuando era invocada solo dejaba muerte a su paso.
Los berserkers cayeron de rodillas, algunos incluso se desmayaron debido a la intensa sed de sangre que la lanza emanaba. Era como si la propia arma fuese la encarnación misma de un monstruo que solo buscaba la masacre para formar los mayores ríos de sangre del mundo junto con las más altas colinas de cadáveres de la tierra.
La lanza mas cercana a Brionac bajo los cielos. Y la única capaz de portar la era ...
Aife.
Y sorprendentemente, Shirou era el único que se mantenía de pie y completamente consciente ante la furiosa sed de sangre de la lanza de Aife.
Eso le gusto bastante a la mujer guerrera.
La hija menor de Morrigan sonrió ampliamente. - Oh, no está mal, no está mal. -
- ¿Que ... Es ... Esa ... Arma? - Dijo Shirou temblando levemente, mientras miraba aquella arma mortal.
- ¡Hahahahaha! - Rio Aife mofándose por el miedo que el pelirrojo no se avergonzaba de demostrar. - Dime, ¿Acaso conoces como fue creada la Gae Bolg de mi querida hermana? -
- ¿Gae Bolg ... ? - Repitió el pelirrojo confundido por el cambio de tema, pero aun así respondió. - Fue creada a partir de uno de los huesos del monstruo Curruid. -
- Exactamente, ¿Y sabes como murió el Curruid? -
- ¿Como murió? - Dijo el joven con el ceño fruncido, tratando de recodar las lecciones de Scathach para responder. Sin embargo, en ninguna de las clases de la hija mayor de Morrigan, la susodicha había mencionado aquel dato. - Lo siento, pero no lo sé. -
La mujer guerrera de Letha resopló. - Típico, mi hermana no hablará de la verdadera naturaleza de Gae Bolg hasta que les haga la prueba de si son dignos de portarla. - Entonces, Aife sonrió de manera burlona. - Pero no te preocupes, yo te iluminare. -
Shirou miró confundido a la mujer ante el, primero quería matarlo y ahora le estaba dando una lección de historia. Por alguna razón, le recordó demasiado a su maestra. Otra cosa en común entre Aife y Scathach.
- El gran monstruo marino, el Curruid, murió por las manos del mayor monstruo de los mares, el Coinchenn. - Dijo Aife, sorprendiendo al pelirrojo que desconocía a aquel dato. - Y esta lanza ... - La mujer guerrera balanceó con habilidad y elegancia su arma. - ¡Esta hecha de una de las costillas del Coinchenn! -
Los ojos del joven se abrieron de sorpresa. - No me digas que ... -
- ¡Si, la mayor lanza del mundo creada a partir del mayor monstruo de los mares para crear un océano eterno de sangre! - Exclamó Aife sonriendo de manera depredadora. - ¡Para demostrar mi supremacía, yo misma caze y maté al Coinchenn y forje mi mayor arma con sus huesos! ¡La lanza hermana de Gae Bolg, no, Gae Bolg fue su prototipo! ¡Este es el pináculo de las lanzas! ¡Gae Aoife! -
Cuando la Reina de Letha declaró el nombre de su lanza al mundo, pareció que el arma absorbía toda la vitalidad del mundo dejando solo muerte y desolación en la tierra. Los pocos berserkers que la hija menor de Morrigan que aún se mantenían conscientes terminaron por desmayarse en este punto.
Pero el único que volvió a resistir el mar de sed de sangre de la lanza fue nuevamente Shirou de Ulster, el cual ya no parecía temeroso, sino ... ¿Confundido?
- Me estas diciendo que ... ¿Llamaste a tu lanza literalmente ... "Lanza de Aife"? - Interrogó el joven algo incrédulo por el nombre tan ... Pretencioso.
Un minuto de silencio absoluto se prolongó luego de que el pelirrojo hiciera aquella pregunta, e instantáneamente la sed de sangre de la lanza se detuvo, mientras que Aife lucía una expresión en blanco debido a la falta de miedo del joven y en cambio solo se dedicó a comentar de manera implícita lo mala que era la mujer más poderosa de Armórica al nombrar cosas.
- Tu ... Ya veo ... - Dijo Aife luego de un minuto silencio, ella cerró los ojos formando una expresión reflexiva antes de volverlos abrir esta vez con un semblante resuelto. - Veo que has escogido el camino de la muerte. -
Entonces el mar, no está vez fue como si un mundo rebosante de muerte cayera sobre la forma del estudiante de Scatahch.
Era una muerte inevitable la invocación de la ira de Aife.
Y aún así ...
Y aún así ...
¡Y aún así!
Shirou de Ulster no se doblegó ante la muerte.
- Cielos ... Puede que este sea mi final ... - Shirou miró a Aife con una sonrisa tensa, una mano en la empuñadura de su espada y la otra en uno de sus bastones. - Y todavía no se que cara le daré a la muerte. -
- Muere. -
Punta de Colmillo que Aplasta Victoriosa ante la Muerte.
Aife simplemente desapareció a una velocidad divina, su lanza, Gae Aoife se movió más veloz que un rayo directo al corazón en el pecho del pelirrojo, listo para desgarrar la sangre y huesos hasta destruir su corazón de un golpe.
La imagen de si corazón siendo perforado sería la última que vería antes de caer en las profundidades del infierno.
Y sin embargo ...
El joven héroe, Shirou de Ulster no titubeó al enfrentar su destino, porque como aspirante a héroe, el sabia que su vida puede estar llena de fama pero como consecuencia sería muy corta.
¿Y qué?
Una sonrisa frívola se hizo presente en el rostro de Shirou de Ulster.
El vivió para esto ...
El joven sacó sus armas y se enfrentó a la muerte.
Para ser un héroe.
...
Y ahora, preguntarás ... ¿Como se llegó a este resultado? Pues para eso hay que contar la historia desde el principio.
Todo comenzó con un deseo egoísta de vivir.
Un deseo de salir del infierno encarnado en la tierra.
¿El problema?
Fue llevado de un infierno a otro.
Y aún así ...
El tenia un juramento que honrar hasta el final.
Volverla a ver una vez más ... Y hacerla sonreír en realidad.
...
