Lo aprendí de ti.
Resumen.
No llores porque terminó, sonríe porque llegó a ocurrir. Frase de Dr. Seuss.
Capítulo único.
Sora entró al restaurante con un aire señorial que pocas damas lograrían imitar, llevaba puesto un hermoso vestido negro que se ajustaba a las delicadas curvas de su cuerpo femenino. Su cabello rojo recogido en un peinado alto acentuaba el largo de su cuello. La sensualidad encontraría sin duda alguna en ella un sinónimo completamente satisfactorio, más aún cuando agregara además las zapatillas de punta de aguja que le conferían un movimiento a sus caderas a la hora de andar que haría suspirar a cualquiera.
Ella con sus treinta y dos años era una belleza digna de admiración que atraía miradas a donde quiera que fuera.
Con la delicadeza de una mariposa se dejó caer en la silla de la mesa que Yamato reservó para ellos, y a pesar de que sus dedos se movían nerviosamente se negó a dejar mostrar además de eso, toda la incertidumbre y el miedo que estaba experimentando.
Hacia un poco más de diez años que Yamato y ella habían tenido una pelea, un desacuerdo que nunca aclararon y que como veneno lentamente fue apagando la llama de su amor. Luego, apenas año y medio atrás decidieron separarse.
Un divorcio que lastimó a Matt mucho más que a ella. Y que Dios la perdonara, pero es que lo que al principio amo de Yamato pareció esfumarse con el matrimonio. Ni siquiera sus dos hijos lograron hacer que la relación se estabilizara, por el contrario, pues ella se refugiaba en sus deberes de madre para no cumplir con los de esposa.
Así que cuando solicitó la separación fue porque llevaba años considerándolo, y pensó que Yamato estaría de acuerdo, fue una gran sorpresa saber que no era así. Escucharlo decir que aun la amaba le destrozo, porque aparte de su esposo siempre pensó que eran amigos.
Pero no había marcha atrás, estaba viendo a alguien más y quería su libertad. Ya no eran buenos como pareja, ella no quería, ni podía vivir una mentira.
Por eso, apelando a lo poco de cariño que aun los unía le pidió que se fuera.
Matt se fue no sin antes intentar hacerle ver que podían arreglarlo, y la súplica fue tan desesperada y desgarradora que Sora solo pudo pensar una forma de cortar todo esto de raíz.
Ya no te amo gritó mirándolo a los ojos.
Al escuchar aquello Matt se puso de pie y salió por la puerta sin protestar.
El camarero que insistentemente le preguntaba si deseaba algo de beber la regresó al presente, ahí donde tras ese tiempo lejos Sora deseaba reconsiderar lo sucedido. Sus dos hijos extrañaban a su padre y ella creía que si volvían a empezar quizás no era demasiado tarde para volver a ser una familia.
Al final no ordeno nada alegando que esperaba a otra persona.
El camarero se retiró dejándole de todos modos la carta de bebidas.
El restaurante tenía un aire discreto, íntimo y bohemio, justo como la personalidad de Matt. Las mesas redondas estaban distribuidas a una distancia considerable permitiéndoles cierto nivel de privacidad. La música era lo mejor, pues en una de las esquinas una joven cantaba una canción agradable y tranquila. Cuando terminó los comensales le aplaudieron, ella hizo una reverencia y luego se perdió entre las mesas.
Al parecer era noche de micrófono abierto. Una idea interesante que produjo una sonrisa en Sora al pensar que Matt seguramente era asiduo a este local precisamente por eso. Casi podía imaginárselo en el escenario con su guitarra mientras canta con esa pasión que solo suele mostrar por las cosas que realmente ama.
Sora apretó con fuerza la servilleta de tela entre sus manos. La voz de Yamato era hermosa y sensual, ese don fue una de las cosas que más la sedujo, aun más cuando él declaraba que sus canciones expresaban su amor por ella.
Una leve conmoción llamó su atención, puede ver la emoción en los rostros de las mujeres en derredor, están expectantes y apunto de gritar como colegialas en concierto cuando el hombre de chaqueta de cuero sube al escenario y acomoda la guitarra.
Sora contiene el aliento al reconocerlo.
Es Matt, Yamato Ishida.
El camarero se vuelve a acercar, esta vez lleva una copa de vino tinto, junto a una nota que de tan solo ver la letra supo de inmediato provenía de Yamato. Con emoción sus ojos leyeron la primera línea.
La canción es para ti.
Y aquella declaración le acelera el corazón.
Yamato raspa con delicadeza la guitarra, mira al público y antes de comenzar a cantar centra la mirada en ella y dice frete a todos.
―Esta es la respuesta que viniste a buscar.
Sora sonríe mientras los labios de Matt seducen el micrófono con aquella voz tan grandiosa. Sus ojos azules son hermosos y hay una luz en ellos que Sora no recordaba era tan haber visto. Mirándolo desde su mesa no podía sino aceptar que era un hombre atractivo y maravilloso.
Te conocí un día de abril, un día común,
el día que menos lo esperaba
Yo no pensaba en el amor,
ni lo creía y mucho menos lo buscaba
Y de pronto, apareciste tú
Destrozando paredes e ideas, te volviste mi luz
Y yo no sabía que con un beso se podría parar el tiempo y lo aprendí de ti
Ni que con solo una mirada dominaras cada espacio que hay dentro de mí
Tampoco sabía que podía amarte tanto hasta entregarme y ser presa de tus labios
Descubrí que sí,
porque lo aprendí de ti
Las personas estallan en aplausos porque Matt era una hermosa estrella a la que todos debían admirar. Era tan extraño pensar que ese hombre fue suyo y ahora ya no. Pero si aquello que estaba escuchando era verdad entonces aun la amaba.
De pronto algo pasó y la pasión faltaba,
nuestras noches se alargaban
Jamás pensé sentirme sola y fría y tonta,
aún estando acompañada
Después, todo se volvió monotonía
Luego, tantas mentiras que ya ni tú te las creías
Sora contuvo la respiración, la canción había empezado tan romántica y dulce y ahora…
Yo no sabía que sin tus besos pasaría tan lento el tiempo y lo aprendí de ti
Y que aguantarme no llamarte tomaría toda la fuerza que hay dentro de mí
Tampoco sabía que podría extrañarte tanto ni desbaratarme y que se secaran mis labios
Descubrí que sí, porque lo aprendí de ti
Y ahora que por fin te he logrado olvidar
Hoy me vienes a buscar
Pero es muy tarde ya
Me he enamorado de alguien más
Sora se puso de pie con los ojos inundados de lágrimas porque nunca se imaginó que ese tormento fue lo que Yamato sufrió en silencio, sus manos temblaban y estaba a punto de un colapso y sin embargo, seguía escuchando con atención.
Yo no sabía que con sus besos iba a reemplazar los tuyos,
lo aprendí de ti
Ni que existieran otras manos que al tocarme superaran lo que antes sentí
Tampoco sabía que podía amarlo tanto después de tu engaño que me hizo tanto daño
Lo descubrí que sí
y todo lo aprendí de ti
La canción terminó y con ella los vitorees de todos los que escuchaban, Matt ya no volvió a mirarla, simplemente caminó entre la gente hasta los brazos de aquel ser que le devolvió la felicidad y la tranquilidad que tanto necesitaba.
Sora jadeó y lloró más fuerte llevando las manos a su boca para acallar su dolor cuando Taichi Yagami cerro sus brazos alrededor del cuello de Matt, mientras este lo apretaba contra su cuerpo con tanta necesidad y devoción que ella pensó no haber visto la definición de amor hasta ese momento.
La sonrisa de Taichi resplandecía aún más que el sol mientras Matt parecía envuelto en una estela de perfección que ningún otro ser humano jamás antes conoció.
Con dignidad Sora se puso de pie para salir de allí lo más discretamente posible, debía volver a casa ahora que ya tenía la respuesta de Matt a su propuesta de volver con ella.
―Adiós Matt ―murmuró mientras sus tacones se alejaban y perdían en la noche.
