Todavía no
Por Fox McCloude
(A la memoria de Diana Pérez, descanse en paz nuestra querida Jessie)
Disclaimer: Pokémon y todos sus personajes son propiedad de Satoshi Tajiri, Nintendo y GAMEFREAK. Todos los derechos reservados.
En un hospital de la región Kanto…
¿Cómo habían terminado las cosas de este modo? No, ambos sabían perfectamente cómo habían terminado. Estaban de nuevo haciendo de las suyas, como fieles miembros del Equipo Rocket que eran, y esta vez terminaron pagando un poco más de lo que querían.
Se podrían haber aliviado la conciencia diciendo "La culpa fue de ella, fue su idea después de todo", pero James y Meowth sabían que la responsabilidad también era en parte de ellos. Después de todo, ambos sabían que era una pésima idea y aun así no hicieron nada para detener a Jessie. Y por su inacción, ahora ella estaba en la sala de emergencias, y no habían tenido noticias suyas desde que ingresó, casi cinco horas atrás.
- Diosito, Buda, Arceus, o cualquier santo que me oiga, les juro que si escuchan mis plegarias, me mantendré en el caminito recto y estrecho. Pero por lo que más quieran, no se lleven a mi Jessie, se los ruego. – murmuraba James, frotándose las manos tan fuerte que la fricción casi le sacaba humo.
- ¿Quieres callarte, sonso? – replicó Meowth, irritado. – No puedo oírme mientras me paseo.
- No lo puedo evitar, chimuelo. – dijo el hombre, irritándose. – Si la Jess se nos va… ¡no, no, no quiero ni pensarlo! ¡No podemos vivir con ella, pero sin ella sería el infierno, me volvería loco!
- Cálmate, si piensas en ello atraerás a la mala vibra. Piensa positivo…
Era fácil decirlo de dientes para afuera, pero ambos sabían lo crítica que era la situación. Las posibilidades de Jessie de salir de esto eran… dudosas, por no decir menos, y si ahora tenía una ínfima posibilidad de sobrevivir, era solo porque los que iban a ser sus víctimas se apiadaron de ellos y los ayudaron a traerla a este hospital.
Qué ironía; los torpes volvían a salvarles el pellejo, pero esta vez estaban dispuestos a dejar de ser un grupo de bastardos ingratos. Su historial de villanías les había traído más tribulaciones que recompensas, después de todo.
Si Jessie salía viva de esto, se juraron que renunciarían al Equipo Rocket y vivirían honradamente a partir de ahora. Después de todo, siempre les iba bien cuando hacían negocio legítimo, ¿por qué nunca lo adoptaron permanentemente? Qué bola de idiotas fueron todo este tiempo.
…
Entretanto, adentro del quirófano, mientras los médicos luchaban por salvar su vida, Jessie no tenía conciencia de ello. Mientras su cuerpo físico permanecía en coma, la conexión de este con su alma se tensaba como un cable a punto de romperse en cualquier momento, mantenida únicamente por una hebra delgada que, contra todo pronóstico, parecía resistirse a la fuerza que tiraba de ella.
Una vez que despertó (si se podía decir de ese modo) miró a su alrededor. Flotaba en un espacio totalmente vacío, lleno de oscuridad y nada más. Nada de ver los recuerdos de toda su vida pasar frente a sus ojos, nada de flotar fuera de su cuerpo como un fantasma y ver lo que estaba sucediendo, nada de que viniera algún guardián hacia el otro mundo para que pudiese guiarla.
No sentía ni frío ni calor, aunque al mirarse y tocarse, notó que aún en ese estado llevaba su uniforme del Equipo Rocket por alguna razón. Bueno, menos mal; aunque no estuviese en su cuerpo físico, habría sido muy vergonzoso estar expuesta, incluso si no había nadie que pudiese verla. Aunque eso no explicaba por qué todavía podía verse, oírse y tocarse a sí misma. Se suponía que los fantasmas, espíritus, almas o lo que fuera, eran incorpóreos.
- ¿Esto es lo que se siente? – se preguntó. – Diablos, ¿es que ni siquiera hay una luz hacia la cual deba ir? ¡Qué aburrido! ¡¿Es que no hay un guía que me diga lo que se supone que debo hacer?!
De acuerdo, no era como si quisiera que apareciera una calaca con una guadaña a recogerla (eso habría sido muy escalofriante para ella), pero aun así no se le antojaba la idea de quedarse allí, en medio de ese vacío. Le daba igual; si tenía que pagar penitencias en el purgatorio o en el otro sitio lo haría; sabía perfectamente que no era una dulce Mareep inocente.
- … Jessie…
Una voz empezó a resonar, una voz que le sonó muy familiar. De hecho, se parecía bastante a la suya, excepto tal vez porque sonaba más madura y grave.
- … Jessie…
La agente (o más bien, ex-agente) del Equipo Rocket comenzó a mirar por todos lados, tratando de ubicar el origen. Parecía no venir de ningún lado, y de todos lados al mismo tiempo, si eso tenía algún sentido.
- … Jessie…
- ¡Deja el misterio! ¡Si estás allí, da la cara!
- Jovencita, qué irrespetuosa. ¿Es esa forma de hablarle a tu madre?
Al escuchar esa última palabra se paralizó. No… no podía ser que… ¿de verdad podría ser ella? ¿Era la voz de su madre la que estaba hablándole? ¿La mujer a la que tanto admiró y que siempre deseó imitar?
- Ma… ¿mamá? ¿Eres tú de verdad? ¡D-discúlpame, no fue mi intención faltarte al respeto!
- Ahórratelo, jovencita. Tú y yo tenemos mucho de qué hablar.
Mientras Jessie se preguntaba cómo era posible eso, finalmente un resplandor iluminó la oscuridad. Este poco a poco fue tomando forma a medida que se acercaba a ella. Lo que empezó como una forma luminosa irregular, fue adoptando una figura de mujer adulta, y los detalles se vieron cada vez más claros. Aún la recordaba de las últimas veces que pudo verla antes de su desaparición, y de las fotos que conservaba. Llevaba el uniforme del Equipo Rocket negro, con los guantes y botas blancos con la raya rosa en el extremo, y su cabello estaba en el mismo peinado extravagante que ella siempre quiso imitar, aunque nunca le salió del todo, y por eso se hizo uno propio.
Allí estaba ella, la gran agente Clase-A del Equipo Rocket, Miyamoto, "Miya" para sus allegados más cercanos. Pero para Jessie, obviamente siempre fue "mamá".
- Wow, mamá… te ves bien, para todo el tiempo que ha pasado. – dijo Jessie.
- Bueno, es una de las ventajas de haber muerto joven. – respondió la mujer mayor, con algo de altivez mientras se frotaba el pelo.
- Entonces… ¿significa que estás muerta?
El rostro de Miya mutó en una expresión de melancolía. Suspiró y le sonrió tristemente a su hija, antes de asentir. Ya lo sabía; después de todo, habían pasado años sin tener noticias suyas desde que salió en busca de Mew, y nunca más volvió.
- Eso quiere decir que… ¿yo también estoy muerta?
- Bueno, técnicamente todavía no. Estás un poco más para allá que para acá, sinceramente. Creo que podrías decir que estamos en el limbo, o algo por el estilo.
- Hmm… entonces ¿vienes para guiarme al más allá?
- Bueno, normalmente diría que sí. La verdad, te he extrañado mucho y he querido volver a verte. Hay tanto de lo que quisiera hablar contigo.
- También yo. Supieras todo lo que he pasado en estos años, todo este tiempo que he tratado de ser como tú, de dejar en alto nuestro legado.
- Sí, nuestro legado… acerca de eso, he tenido mucho tiempo para reflexionarlo. – dijo Miya, aun manteniendo esa expresión de melancolía. Casi no parecía que fuese la mujer que Jessie recordaba.
Esa mujer cuyo lema en la vida era: "Paso 1, obtener beneficios; paso 2, economizar; no hay pasos 3 ni 4; y paso 5: ¡Pokémon!", y que ella (Jessie) había adoptado como propio.
- Bien, no tenemos mucho tiempo, así que vamos al grano. – prosiguió Miya. – Pedí ser yo quien te recibiera aquí porque todavía no es tu hora, y hay cosas que debo decirte. Cosas muy importantes.
- ¿Qué cosas?
- Sé que has hecho lo posible por seguir mi legado en el Equipo Rocket, y eso me enorgullece. Pero puedo darme cuenta que eso no es lo tuyo.
- ¡No digas eso! ¡Te aseguro que puedo, le voy a enseñar a todos de lo que soy capaz!
Miya puso un dedo en la boca de su hija para frenar su perorata. Extraño, no tenía sentido del tacto, y aun así pudo sentir el dedo de su madre sobre sus labios.
- Jessie, escucha a tu madre, por favor. – le dijo. – Pasé años persiguiendo a Mew, y enviando reportes al señor Giovanni. ¿Sabes por qué lo hice?
Jessie casi fue a contestar, pero se detuvo abruptamente. En realidad, no lo sabía, pero siendo como era, lo que no supiera se lo inventaba.
- En primer lugar, lo hice porque casi muero en esa avalancha. Pero ese pequeño rosadito se apiadó de mí y me salvó la vida. Aun después de que intenté atraparlo, así que… no podía dejar que lo atraparan. Me sentiría como una perra ingrata.
Jessie tragó en seco al oír eso. Hablando de ser una "perra ingrata", usualmente ella era la que más pecaba de eso; James y Meowth por lo general eran capaces de hacer tregua hasta con los bobos y pagarles con algo de gratitud cuando hacían algo bueno, pero ella… bueno, no era que no lo hiciera, pero sin duda no siempre había mostrado tanta gratitud como debería, fuese con ellos o con otras personas.
Hizo una nota de corregir eso si salía con vida.
- Y en segundo lugar, lo hice por ti, y por tus amigos. Sabía que no les estaba yendo del todo bien, así que moví algunos hilos en los altos mandos por ustedes, para evitar que decidieran… despedirlos.
De nuevo, Jessie volvió a tragar en seco, esta vez agregando una punzada en el pecho. Durante años se habían convencido a sí mismos de que el gran jefe les tenía una gran estima, aunque en realidad sabían bien que los veía como poco más que unas molestias, al grado de olvidarse de ellos. Desde luego, el hecho de que Giovanni se hubiera olvidado de ellos les jugó a favor cuando pudieron traerle resultados, pero eso no quitaba que en cualquier momento podría haberse deshecho de ellos si hubiera querido.
- Estar en una organización criminal con miras de dominar el mundo traía más problemas que beneficios. – dijo Miya. – No puedo creer que me llevó más de una década darme cuenta de ello.
- Sí, pero… ¿qué más podríamos hacer?
- ¿Yo? Quizás no mucho. Pero tú, hija, tú tienes muchos talentos que podrías haber puesto a buen uso. Más de lo que yo jamás habría podido hacer. Créeme, tú y tus amigos tendrán mucho más futuro fuera del Equipo Rocket. Por eso debes volver con ellos.
- ¿Qué dices? ¿No venías para guiarme al más allá?
- Nunca dije que lo haría. – dijo Miya. – Tú todavía tienes motivos para vivir tu vida. Solo mira.
Señaló detrás de ella, y de la nada apareció lo que parecía ser una especie de "ventana cósmica", como una pantalla de televisión flotando en el vacío, donde podía ver a James y Meowth en lo que ella supuso que debía ser la sala de espera del hospital donde la atendían. Ambos estaban notablemente ansiosos, y honestamente, no le gustaba verlos así.
Menos sabiendo que ella era la causante.
- Tus amigos te necesitan. Sabes bien que no podrían arreglárselas sin ti para mantenerlos en línea, ¿verdad?
- Claro que no. – dijo Jessie. – Honestamente, no los puedo dejar ni cinco minutos ya que se pierden totalmente sin mí.
- Entonces, ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no?
Jessie miró a sus amigos, después a su madre. Aunque la respuesta pareciera obvia, después de verla honestamente resultaba mucho más difícil. Pero eso era lo que quería, lo que ambas querían.
- ¿Qué pasará contigo, mamá?
- Oh, por mí no te preocupes. Estaré bien del otro lado. Tú todavía tienes mucho por delante.
Jessie no sabía exactamente cómo debía moverse: no había piso para caminar, y estaba flotando sin saber cómo moverse. ¿Debía pensar en volar como lo harían Peter Pan y los niños perdidos?
- Eh… ¿cómo se supone que vuelva? – preguntó Jessie.
- Descuida, hija. – Miya se agachó para agarrarla de los tobillos. – ¡Yo te ayudo a volver!
- ¡Oye, qué…! ¡Espera, ¿qué estás haciendo?!
Miya no la dejó hablar más; simplemente le dio un tirón y empezó a darle vueltas y vueltas hasta alcanzar una vertiginosa velocidad. Por más que le gritó que parara, que la haría marearse y cualquier otra excusa que le vino a la mente, la madre no se detuvo hasta haber ganado suficiente velocidad.
- Vuelta y vuelta, ¡y allá vas!
- ¡AAAAAAAAAAAAAHHHHH!
Jessie salió disparada como un misil, y vio cómo se iba agrandando la pantalla cósmica. Al atravesarla fue como si partiera una especie de vidrio, y aterrizó en el suelo del hospital. Ni James ni Meowth se inmutaron, lo que quería decir que no podían verla, escucharla ni tocarla.
- "Te quiero mamá… pero esta me la vas a pagar, algún día."
De alguna manera, y recordando que seguía intangible, flotó a través de las paredes hasta encontrar donde estaba el quirófano donde la atendían (pudo reconocerse gracias a su pelo magenta que colgaba fuera de la mesa de operaciones). Dio gracias que hubiera tantos cirujanos cubriéndola, ya que no tenía ganas de ver en qué estado estaba su cuerpo.
- "Bueno, aquí voy."
Y con eso, flotó sobre sí misma en posición acostada, antes de "dejarse caer" de vuelta en su cuerpo físico. Con suerte, cuando despertara de nuevo, todo habría terminado.
…
Ya era casi medianoche, y James y Meowth estaban luchando por mantenerse despiertos hasta tener noticias de su compañera, pero el sueño ya les estaba ganando. A raíz de eso, tomaban turnos para mantenerse despiertos, con James dándose él mismo una bofetada cuando empezaba a cabecear, y Meowth mordiéndose la cola.
En cuanto sonó el *PING* que indicaba que la sala de emergencias cesaba su actividad, casi automáticamente los dos se los dos saltaron fuera del banquillo de espera, justo cuando el médico a cargo atravesaba la puerta para darles las noticias.
- ¿Qué hay de nuevo, doc? – dijo James. – Por favor díganos que trae buenas noticias.
- Si la Jessie se nos va, se lo juro, vamos a…
- Cálmense, por favor. – dijo el doctor. – Su amiga se encuentra en condición estable. Si todo marcha bien, para la mañana ya debería haber despertado.
- ¿Mañana? ¡Eso es mucho tiempo, queremos verla ahora!
- ¡Sí, Doc, no sea malo, déjenos verla!
- No, lo lamento. – declaró mientras los empujaba. – Si realmente les preocupa su amiga, pueden verla durante las horas de visita mañana, cuando la traslademos a una habitación. Hasta entonces, mejor vayan a dormir un poco. Se nota que les hace falta.
El gato y el pelimorado se miraron uno al otro, y luego al doctor. Una parte de ellos quería mandar todo al diablo y pasarle por encima para ver a su compañera, pero estaban tan aliviados de saber que seguía con vida que, al menos por esa vez, pudieron reprimir el impulso. Los dos asintieron y se marcharon, pero prometieron volver apenas marcaran las horas de visita.
La verdad era que sí, necesitaban dormir un poco, pero ahora que sabían que Jessie se encontraría bien, tal vez la emoción y el alivio no los dejaría conciliar el sueño.
Al día siguiente…
Unos ronquidos y un ligero ronroneo fueron los ruidos que despertaron a Jessie de su inconsciencia. No sabía cuánto tiempo habría pasado, y aquella "experiencia fuera de su cuerpo" ahora parecía solo un extraño sueño.
El hecho de sentir dolor le hizo darse cuenta que todavía estaba en una pieza, nada de miembros faltantes ni nada que se sintiera extraño, afortunadamente. Quiso mover un brazo, pero éste estaba aprisionado bajo un peso, así que usó la otra mano para palparse la cara.
- Ugh… – Mirando a su alrededor, alcanzó a distinguir un pequeño espejo de mano sobre la mesita de noche y alargó la mano para cogerlo. – Hola, guapa… bueno, no estoy tan horrible como podría haber quedado. Menos mal.
Fuera de un vendaje alrededor de la frente, una gasa sobre la mejilla derecha (que se sentía algo hinchada), y una curita sobre su nariz, su hermoso rostro permanecía intacto. Nada de desfiguraciones, cicatrices, ni nada que requiriera de pagar por una cirugía reconstructora.
Dejando eso de lado, miró su otro brazo, y al fin vio lo que lo tenía aprisionado. James y Meowth se habían quedado durmiendo desparramados al borde de su cama agarrándole la mano. La pelirroja se sintió conmovida, realmente esos idiotas se habían quedado en vela para verla despertar.
- Oigan, par de idiotas… despiértense… – les dijo, mientras les daba unos toquecitos a cada uno en la cabeza.
- Mm, no ya comí demasiadas.
- Jefe, más abajito…
- ¡Despiértense, les digo! – les gritó, derramándoles encima el vaso de agua con hielo que tenía al alcance.
- ¡Ayayay, socorro, se hunde el barco! – exclamó James sobresaltándose.
- ¿Qué, quién, cuándo, dónde…? – Meowth empezó a girar frenéticamente hacia todos lados, sacando las garras, hasta que finalmente ambos se tranquilizaron para mirarla a ella. – ¡Jessie!
- ¡Jess, al fin despertaste! – exclamó James, saltándole encima para abrazarla. – ¡Gracias al fabricante!
- ¡Ayayay, suéltame, idiota! ¡Mis huesos todavía están sanando, contrólate o me matarás!
- Ay, perdón, pero es que…
- Está bien, está bien. – le dijo la pelirroja. – ¿Se quedaron en vela esperando a que despertara?
- ¿Tú qué crees? – dijo Meowth. – Y por mucho que quiera decir que te lo dije, no lo haré, solo me alegra que no te nos hayas ido.
- ¡Sí, no sabemos qué habríamos hecho sin ti, Jessie! ¡Somos un trío de tres, un trío de dos no sería lo mismo!
- Lo sé, lo sé, idiotas. – les dijo. – Por cierto… ¿quién pagará mi cuenta del hospital?
- Ah, acerca de eso, bueno… – dijo James, jugando con sus pulgares – ya sabes que nuestro seguro del Equipo Rocket no cubrirá esto.
- Ajá. ¿Y entonces?
- Entonces, pasa que… el doc nos dijo que ya todo está pago. – dijo Meowth. – Creo que solo podemos asumir que fueron los torpes quienes decidieron pagarlo.
Jessie no lo podía creer. ¿El mocoso y sus amigos todavía hicieron eso por salvarla? ¿A pesar de todos los años de perseguirlo, intentar robarse a su Pikachu, y todas sus demás fechorías?
Aunque de nuevo, varias veces también le ayudaron a salvar al mundo, de males mucho mayores que ellos. Eso también debía contar para algo.
En ese momento, recordó las palabras de su madre, sobre ser "una perra ingrata". Más de una vez habían salvado sus vidas, o las de sus Pokémon, y ella en realidad nunca mostró la gratitud que debía. Y esta experiencia, tan cercana a la muerte le ayudó a poner las cosas en mayor perspectiva.
Quizás, ya era el momento de pasar página en su vida, y hacerle caso a lo que dijo su madre.
- Oigan, les quiero preguntar algo. No están cansados, ya saben, ¿de que hagamos siempre lo mismo? ¿De estar en esta vida de criminales? Digo, hemos estado ya en el Equipo Rocket lo suficiente… yo diría que nos ganamos nuestro retiro, ¿no?
James y Meowth se quedaron lívidos al escuchar su propuesta. Estaba acostumbrada a que se acobardaran o intentaran contradecirla, no a que se quedaran tiesos de ese modo. Y eso le preocupaba.
- ¿Qué pasa? ¿Dije algo malo?
- No, qué va. De hecho, el chimuelo y yo estábamos pensando en lo mismo mientras te tenían en el quirófano. – explicó James.
- Es cierto, ya estamos para jubilarnos temprano, creo yo. – agregó el gato. – Además, el sonso prometió en su rezo que dejaríamos esa vida si salías de ese quirófano vivita y coleando.
Bueno, estaba vivita, sí, pero no para estar coleando todavía. Apenas podía sentir sus pies, que se asomaban por debajo de la sábana de su cama.
- Pues está decidido. En cuanto salga de aquí, presentamos nuestras cartas de renuncia. – dijo Jessie terminante.
- Haremos lo que tú quieras, ¿pero no te preocupa, ya sabes, que el jefecito tome represalias? – preguntó James.
- ¡Ja, ya veremos si se atreve! ¡Aún puedo usar las palancas que dejó mi mamá! ¡Se necesita mucho más que eso para acabar con Jessica Musa Miyamoto! – exclamó mientras alzaba un puño. – ¡Ayayayay!
- Whoa, cuidado, Jess, todavía sigues de reposo. – dijo James, tratando de calmarla.
- ¡Ayayay, pues qué importa, esto no es nada! ¡Vengan acá, par de idiotas!
Haciendo caso omiso del dolor y haciendo un esfuerzo por mover los brazos (uno de los cuales seguía vendado), los atrapó en un abrazo grupal. Los dos idiotas comenzaron a llorar de alegría, y ella misma también se permitió soltar algunas lagrimillas, tanto del alivio por continuar viva, como de saber que ellos estaban preocupados por ella.
No, no podía dejarlos todavía, estarían perdidos sin ella. Aún tenían mucho por qué vivir los tres juntos. Eran prácticamente familia después de todo, y ella era la jefa de esa familia.
FIN.
Notas del autor:
Uff, hasta que por fin logré terminar esto. Tuve algunas trabas menores aquí y allá, y tal vez no me haya salido tan bien como habría querido, pero bueno, creo que será suficiente. Este es mi segundo tributo escrito para un actor de doblaje fallecido, luego del que hice el año pasado por Luis Alfonso Mendoza (y mi tercer tributo en general, ya que en 2016 hice un dibujo como homenaje para Jesús Barrero). Dios, este año no ha sido amable para el fandom latino: primero Ricardo Silva, después Toni Rodríguez, y a los pocos días se nos va Diana Pérez. ¿Por qué se nos van tan pronto? No es justo.
También, se me hace muy extraño, pero en el sitio no he visto entre las publicaciones recientes en español ni un solo tributo para Dianita, y eso me pone bastante triste. Quiero decir, ella estuvo en el anime desde el inicio, haciendo la voz de uno de sus personajes más antiguos y queridos. Es cierto, Jessie a menudo podía ser mandona, irascible, presumida y a veces insoportable, pero entre todo eso no se puede negar que nos dio a todos nosotros muchos buenos momentos y risas con sus payasadas. Pienso que esta pérdida es para nosotros como seguramente fue para el fandom japonés la de Unshou Ishizuka (voz del narrador y del Profesor Oak), ya que se trata de alguien que ha estado desde el inicio, y es doloroso pensar que se haya apagado su voz para siempre, y que irremediablemente deberá ser reemplazada.
Quise mezclar un poquito de drama y humor, entre lo preocupados que están James y Meowth por Jessie, y el que esta tenga una experiencia cercana a la muerte, mientras que esta última tiene ese encuentro con su mamá del otro lado, pensando que tal vez debería corregir el camino. Como dato adicional, ya lo tenía terminado hace un par de días, pero luego pensé que ya que había metido a la mamá de Jessie, bien podía servirme a doble propósito en subirlo el Día de las Madres. ¿Ustedes qué opinan?
Ya, creo que no me extenderé más. Espero que les haya gustado este pequeño tributo. Descanse en paz Diana Pérez, nuestra querida Jessie, que yo también la recordaré como Meiko Rokudo de Mikami la Cazafantasmas, la tía Hilda de Sabrina la bruja adolescente, Alex de las Espías sin límite (temporadas 3-4), Trakeena de los Power Rangers la Galaxia perdida, entre muchos otros, que aunque se haya ido, su legado será inmortal. Hasta la próxima.
