Inefable
Por: SadChirimoya


Resumen: Él se enamoró escuchando su voz. Todos los días a la misma hora tomaba el mismo desvío sólo para poder ver a aquella muchacha de ojos verdes cantando y tocando guitarra afuera del escaparate de la misma tienda. No importaba la temporada o el clima, ella siempre estaba ahí, esperándole con una canción y una sonrisa.

[Romance, AU]

Primera canción


La vio por primera vez el día que llegó a un apartado pueblo de Japón…

Había dejado sus maletas en el departamento luego de haber llegado del aeropuerto con un humor peor al que él mismo hubiese esperado. El viaje había sido improvisado, tedioso y terriblemente incómodo gracias a la pasajera a su lado incapaz de guardar silencio que pasó todo el viaje intentando obtener su número de teléfono o alguna red social suya; Li intentó ignorarla tanto como le fue posible, pero su insistencia era tal que terminó por hacerla callar muy maleducadamente.

No estaba orgulloso de ello, había sido correctamente educado en modales y había crecido con cinco mujeres que le enseñaron, a la fuerza, a respetar a las damas, pero Xiao Lang y su paciencia tenían un límite que era muy fácil de traspasar.

Además, nunca había estado para soportar tonterías de niñas hormonales como la del avión, aunque poco tenía de niña; si calculaba correctamente, estaría rondando su edad.

Le había dado una rápida mirada al departamento, sencillo, sin exceso de muebles y decoraciones estúpidas; tenía lo justo y necesario: una habitación lo suficientemente amplia para instalar un área de descanso que más adelante se aseguraría de conseguir; una cama grande en el centro del cuarto, justo como le gustaba; un gran armario que consideraba una pérdida de espacio, pues, no era adepto a los excesos de ropa; una gran ventana que permitía una iluminación bastante decente; el único baño del lugar conectado a la habitación, amplio, limpio, luminoso.

La puerta de acceso daba de inmediato al área que funcionaba como sala de estar, decorada con una simple mesa de centro y un sofá nada exagerado que servía también como cama improvisada; más allá una mesa de comedor pequeña, para cuatro personas; por el otro lado, la cocina que también compartía el mismo espacio y estaba delimitada por una barra de desayuno de estilo americano.

Era un sitio para una persona, pero le sorprendía lo espacioso que era. Probablemente de no estar malhumorado le hubiese agradado de sobra, sin embargo, estando ya en aquel humor, no se molestó en reparar en todas las cosas que bien sobraban, faltaban, o estaban mal ubicadas. Aunque sí reconoció tranquilamente el gusto que le producían los electrodomésticos claramente nuevos y de última tecnología; no es que fuese un pretencioso adinerado que sólo podía utilizar electrónicos nuevos y modernos, pero no podía negarse que le daba una paz tremenda saber que nadie antes había ocupado los lugares donde guardaría y prepararía su comida, además, esas cosas parecían funcionar prácticamente solas, lo que definitivamente le facilitaría la vida.

Al menos su madre había pensado en sus excentricidades antes de mandarlo al fin del mundo a estudiar.

Rodó los ojos al recordar a su molesta madre y su estúpida e irrazonable razón para mandarlo lejos de China.

No, no quería pensar en eso, o en nada, quería irse a dormir y olvidar por un momento que estaba en Japón.

Sacó el móvil del bolsillo de su pantalón, eran las siete de la tarde. Demasiado temprano para dormirse, a no ser que quisiese iniciar su día a media madrugada.

Dejó caer su cuerpo en el sencillo sofá que adornaba la sala de estar, inclinó su cabeza hacia atrás y soltó un pesado suspiro.

"Vaya día de mierda." Murmuró al aire, pensando en lo cansando, molesto y hambriento que se encontraba.

Ante su último pensamiento se levantó como un resorte del sofá y encaminó sus pasos hacia la cocina, específicamente hacia los muebles que debían contener comida. Puerta por puerta, uno a uno revisó todo sólo para encontrar absolutamente nada; la historia se repitió con la nevera.

¿Cómo era posible que su madre hubiese pasado por alto la urgente necesidad de rellenar esos estúpidos muebles? ¿Acaso quería matarlo de hambre?

Otro pesado suspiró se le escapó al tiempo que golpeaba su frente contra uno de los muebles. Obligadamente tendría que salir en busca de comida.

No conocía el pueblo, no conocía las calles, pero suerte para él que la tecnología había evolucionado a tal punto que le indicaba hasta dónde podía hacer las compras básicas.

Después de haber tecleado rápidamente en el móvil obtuvo no sólo la dirección a la cual debía dirigirse para encontrar una tienda de conveniencia, sino también le indicó el camino, calle por calle para llegar hasta allá, y afortunado él también, el condenado lugar estaba lo suficientemente cerca como para ir a pie.

Sin invertir más tiempo en maldecir la vida completa, tomó las llaves y emprendió camino fuera del edificio, el dirección a la dichosa tienda.

A un par de calles, bastante cerca de su apartamento y de la estación del metro, se encontró con un cúmulo de personas en la acera contraria. En primera instancia pensó que quizás había alguna oferta llamando la atención de la gente que transitaba, pues después de una rápida mirada se percató de que había un par de tiendas de ese lado, sin embargo, después de prestar más atención cayó en cuenta de que realmente estaban escuchando a algún artista callejero cantar.

No se distrajo más de lo necesario y continuó su camino. No era su plan quedarse como idiota parado escuchando a algún músico frustrado, mucho menos después de pasar horas en un avión viajando desde China a Japón escuchando a una idiota coquetearle todo el trayecto.

Lo único que quería era conseguir comida para volver a su nuevo y nada acogedor hogar lo antes posible.

Rápidamente recorrió las calles que restaban hasta encontrar la tienda.

Sin demasiada demora hizo un par de compras rápidas, apenas lo esencial para mantenerse con vida el día siguiente; sabía que después iba a tener que hacer una compra lo suficientemente grande para evitarse salidas innecesarias, pero su nivel de hastío era tal que en ese momento decidió simplemente pasar de ello.

Cuando retornaba por exactamente el mismo camino para evitar perderse, vio nuevamente gente agrupada en el mismo sitio, fuera del mismo escaparate, pero esta vez eran muchas menos personas, por lo que alcanzó a divisar brevemente a la artista callejera que daba aquel show.

Se sorprendió cuando vio que la artista en cuestión no era más que una pequeña joven. Calculaba, por su apariencia y su estatura, que debía estar en secundaria, quizás terminándola.

Por medio segundo se preguntó qué estaba haciendo una cría con el uniforme escolar tocando guitarra y cantando a esa hora del día que, si bien no era aún de noche, le parecía bastante tarde para que una niña tan pequeña estuviese a esas horas fuera.

Luego, cuando les dio una segunda mirada a sus pensamientos, negó con la cabeza ante lo entrometido que estaba siendo.

¿Qué le importaba a él lo que una cría desconocida estuviese haciendo?

Sin mirar atrás ni prestar atención a la interpretación de la muchacha, continuó su camino hacia el departamento vacío que esperaba por su llegada.

Había comprado un par de cosas básicas: café, un par de frutas, cereal, sus indispensables dulces y comida envasada lista para llegar y cenarla. No tenía paciencia para haber cocinado algo por su cuenta, así que pese a la aversión que sentía por aquel tipo de comida, esta vez se dejó vencer sin demasiada resistencia.

Sólo quería alimentarse y luego, descansar hasta caer dormido, ese era su plan.

Lástima que el sentido de la responsabilidad de Li Xiao Lang era muchísimo más fuerte que su mal humor y su cansancio juntos, pues después de haber saciado su apetito sintió la fuerte necesidad de desempacar y dejar todo pulcramente ordenado y en su lugar.

Bien podría haberse resistido o simplemente ignorado a aquella voz de su conciencia que le invitaba a ordenar, pero se conocía, se conocía tan bien que se sabía incapaz de descansar adecuadamente sabiendo que tenía toda su ropa, sus libros, su laptop, sus cargadores, y todos los artículos que había traído consigo, dentro de las maletas. Aquellas no eran cosas para dejarlas torpemente almacenadas ahí, además, le irritaba ver aquellas grandes valijas repartidas en el espacio de su sala.

Para cuando terminó con aquella tarea ya daban las diez de la noche. Seguía cansado, seguía malhumorado, pero al menos el momento de tomar una ducha y dejarse caer en la cama habían llegado por fin.

Fue el sonido de su teléfono móvil descansando sobre su cama lo que llamó su atención y lo obligó a salir del cuarto de baño.

Dirigió sus pasos hacia la habitación envuelto en una toalla amarrada a la altura de sus caderas, dejando al descubierto su trabajado torso gracias a los deportes escolares y a las artes marciales; por sus castaños cabellos escurrían pequeñas gotas de agua que traviesas recorrían su piel, desde su cuello hacia sus pectorales o su espalda; con sus labios sostenía el cepillo de dientes que estaba utilizando al momento de que sonase el móvil.

Algo parecido a un gruñido escapó de su garganta cuando identificó el nombre de su madre en la pantalla. Contestó de mala gana mientras retornaba al baño para continuar y terminar su higiene bucal, deseando vehementemente que la conversación no durara más de lo estrictamente necesario.

Afortunado él, que su madre sólo quería saber si había llegado con vida, y más afortunado aún, que tanto progenitora como descendiente fuesen de escasas palabras y diálogos más bien concretos, directos y monosilábicos.

La llamada no duró más que un escaso minuto. Su madre era una mujer ocupada y él pocas ganas tenía de sostenerle una conversación.

Sintió verdadera paz por primera vez en el día cuando por fin pudo verse en pijama y acostado cómodamente en una cama por demás amplia, perfecta para su gusto.

A causa del cansancio, no tardó en caer dormido, dejando así atrás todos los eventos tanto de la semana, como de ese día.

La artista callejera/estudiante de secundaria, no volvió a hacer acto de presencia en sus pensamientos.


N/A

Heeeey ¿Qué tal? ¿Cómo les va?

No tengo idea de qué tan activo siga este fandom, pero espero sinceramente que a todas las personas que llegaron hasta aquí les haya gustado o al menos causado curiosidad este proyecto.

Tengo las intenciones de continuar con este mismo estilo narrativo, enfocado en Syaoran y en lo que le sucede con Sakura ¿Qué les parece?

Me encantaría saber sus opiniones respecto a este primer capítulo, así que espero leerles en algún rvw; recuerden que toma apenas unos minutos y nos motiva montones a continuar escribiendo.

Saludos!