¡Hola a todos de nuevo!

Como ya saben y lo reitero en caso de cualquier cosa, estoy en mi último año de universidad y por ende, preparando mi tesis entre otros trabajos de la universidad, así que tiempo no me sobra. Eso no significa que haya abandonado mi escritura, solo que ahora está menos frecuente. Lo que sí, a veces el estrés no solo te causa insomnio, sino que puede traer pequeñas sorpresas creativas; formas de sacarte del corazón ciertas espinitas que la ficción del manga te va clavando. Como en BNHA, donde las cosas parecen ponerse modo Seinen y eso me ha dejado con una sensación depresiva bastante mala. Así que, para quitarme una parte de ese sufrimiento, les traigo aquí un nuevo one-shot Izutani. (IzukuxAratani)

Oh Yeah! Las declaraciones de Horikoshi sobre el Dekuraka (mi pesadilla) me generaron tanta ira como ganas de explotar el potencial de esta parejita a base de un OC de mi autoría. Es una forma personal de quitarme mis angustias del corazón y traspasarlas al papel.

Espero que les guste este nuevo escrito pequeño y me digan que les parece.

Para que no se pierdan, este one-shot se ubica antes del capitulo 306 del manga, que es cuando Deku abandona la UA para empezar a combatir a sus enemigos por su cuenta. Este momento Izutani es cuando está terminando su recuperación en el hospital.

Sin más que decir… ¡Disfruten! (¿O sufran?)


Tensión

La pesadez del ambiente era incluso palpable. Se sentía como una asfixia lenta y venenosa que te quitaba segundos de vida y te dejaba agonizando en la oscuridad.

Así se percibía la habitación del hospital donde Izuku Midoriya finalmente había despertado de su estado inconsciente. Había escuchado el diagnostico peculiar del médico y había tenido una secreta conversación con su madre y su mentor, All Might con respecto a lo que ahora habría de suceder tras la caída moral de los héroes ante la visión pública y como esto les complicaba su trabajo de capturar a cada uno de los integrantes de la Liga de Villanos y el Frente de Liberación Paranormal. No era algo postergable y lo sabían todos con mucha claridad.

Aquellas breves horas anteriores se sentían como si hubiesen pasado hace muchos años atrás y el presente tuviese un color y un aroma tan distintos que se sentían como una pesadilla.

Y eso se debía a una sola cosa.

Había una persona a la que no había confrontado. Sabía que debía hacerlo, pero sentía que su valor flaqueaba de solo mirar su cara demacrada por la tristeza.

Había llegado de forma tan repentina como un fantasma y tan silenciosa como un animalito depredador. Él siquiera la había escuchado entrar a su habitación hasta que la puerta corrediza se cerró. Por un momento creyó que se trataba de alguna enfermera que llegaba a hacerle un chequeo.

Nunca imaginó que al voltear a mirar, se encontraría con la opaca mirada de su novia y soñada esposa en el porvenir.

Aratani Kawa, alías Psycho Girl en el mundo de los héroes.

Estaba de pie frente a él, con una vestimenta casual que consistía en unos pantalones holgados de color rojo cereza, una polera a tirantes de color negro y el cabello recogido en una desordenada coleta. Su hermoso rostro estaba surcado de restos de lagrimas secas y se veía cansada y pálida. El chico notó un detalle nuevo y doloroso en su cuerpo; en el hombro izquierdo resaltaba la grotesca marca de una cicatriz, hecha con algún arma blanca o un ataque a distancia del enemigo evitado a duras penas.

Sintió un miedo espantoso acalambrar su cuerpo. Siquiera mirar de frente a Shigaraki se comparaba con tener que confrontar a la mujer a la que estaba haciendo tanto daño pese a amarla con una intensidad que desbordaba lo absurdo.

Como si su cuerpo respondiera antes que la razón o el sentimiento, hizo el amago de levantarse de la cama para ir hacia ella, pero el dolor de sus heridas no del todo recuperadas lo ancló a la realidad y lo obligó a permanecer sentado en el borde de la cama de hospital frente a la hermosa ninfa de aura ensombrecida de posible depresión.

- Ya despertaste – habló ella tras un eterno silencio como si no estuviera con los pies en la tierra. Estaba ida, vagando en la oscuridad de su propio llanto interno.

- Aratani… – musitó Izuku sintiendo que no conocía otra palabra en ese segundo que no fuese el hermoso nombre cual serendipia que significaba el amor de su vida.

La susodicha se acercó con cautela hacia él, pero se detuvo unos pasos antes, insegura de querer sentirlo de cerca después de la pesadilla que significó verlo tiempo antes en el campo mortífero de batalla.

- Otro poco y no habrías siquiera salido vivo de esta – le reclamó ella en un pésimo tono de broma negra – No quiero ni imaginar que hubiese pasado si yo no llego con los demás a hacer de soporte.

Los labios del chico de hebras verdosas temblaron con sutileza ante las palabras de ella. Sabía que estaba en todo su derecho de echarle en cara sus acciones impulsivas, pero eso no rebajaba lo doloroso del resultado.

- No quería que ustedes salieran heridos – se intentó justificar Izuku bajando la mirada. Aún sentía dolor en el párpado izquierdo por uno de los golpes en conflicto cuerpo a cuerpo.

- Pero a cambio nos diste un susto horrible – prosiguió Aratani – Me dejaste con el alma pendiendo de un hilo. Si llegabas a perder esa batalla… no lo habría tolerado. Siquiera sé cómo pude soportar todo el conflicto sin acabar llorando.

- Aratani, yo no…

- Por eso yo me apartaré, Midoriya – habló ella con una inusual calma engañosa – No voy a rebajarme a ser una piedra en el camino.

Una combinación letal si los sentimientos fueran una causa de muerte. Las intenciones de Aratani y sus frías palabras cual témpano, incluso llamándolo por su apellido y no por su nombre de forma tan dulce como solía hacerlo. Había sido como si una daga le hubiese rasgado la piel del pecho, causándole un desangrado inmediato.

- ¿A qué… te refieres? – Izuku no era tonto. Sospechaba el significado de sus palabras, pero se negaba a aceptarlo hasta que ella lo dijera directamente. Dolía demasiado hasta siendo una especulación.

- Que estoy cansada de todo esto – prosiguió Aratani con el mismo tono de voz – Lo que sucedió… fue demasiado para mí. Me superó por completo y así no puedo ser tu soporte.

- Aratani, no tienes que…

- ¡Sí tengo que, Midoriya! – alzó ella la voz dando un puñetazo contra la mesa – ¡¿Acaso tienes una condenada idea de lo que sentí cuando te vi pelear lleno de ira, con los brazos destrozados y escurriéndote sangre por la boca?! ¡Fue una puta pesadilla de mierda! ¡ESO FUE, CARAJO!

- ¡No había otra forma! – se defendió de pésima forma el aspirante a héroe.

- ¡Siempre hay otra forma! – insistió su novia – Sé que ser héroe es arriesgado y pone en juego nuestra vida, pero eso no significa que debas poner tu cabeza bajo el hacha cada vez que te enfrentas a un enemigo. ¡Siquiera te importó si tus brazos dejaban de funcionar por tu maldita imprudencia!

Izuku se mordió el labio inferior al punto de casi rompérselo, intentando no reaccionar de forma que luego lo arrastrara al arrepentimiento.

- Yo te amo y quiero estar contigo, pero no de esta forma – prosiguió Aratani, perdiendo la fortaleza de su voz – No puedo estar al borde del pánico cada vez que te pones en riesgo por querer pelear tú solo. ¡Acepta que los demás también te ayuden!

- ¡Si no hacía algo, los demás pudieron haber muerto!

- ¡¿Y ACASO NO IMPORTABA SI TÚ PERDÍAS LA VIDA?! – Aratani alzó la voz con tal brusquedad que los vidrios de la ventana temblaron ante el poder de su kosei a punto de estallar – ¡¿No te preguntaste que pasaría con los demás si tú desapareces de nuestras vidas?! ¡¿Pensaste en tu madre, en tus amigos, en All Might o en mí al menos?! ¿Se te cruzó por la mente que nos harías más daño muriendo ahora? ¡Yo no puedo seguir así, Izuku! – los ojos se le desbordaron de lágrimas y poco le importó si su voz comenzaba a oírse incoherente por el llanto en camino – Siento que la próxima vez me voy a caer al abismo y nadie estará allí para sujetarme… ni siquiera tú.

- Aratani… no…

- Y si no puedo tener la fuerza emocional para soportarlo… me terminaré por convertir en una carga para ti y es lo que menos quiero.

- Aratani…

- ¡Así que voy a terminar con esta mierda de una vez! Aunque me duela… me voy a alejar de…

- ¡No lo digas! – la interrumpió Izuku poniéndose de pie. A pesar de su ceño fruncido, sus ojos reflejaban el dolor que había comenzado a envenenar su corazón. Tenía la respiración agitada y apretaba los dientes con fuerza.

- ¡Voy a alejarme de todo esto…!

- ¡CÁLLATE!

Silencio

Angustia

Miedo

Oscuridad…

No lo había esperado. Jamás se imaginó que él le gritaría. Y menos con esa intensidad. Había sido como una explosión cuyo detonante había sido cada palabra hiriente y sangrante que escapaba del alma torturada de Aratani. No dijo una sola palabra y se quedó quieta e impaciente a una próxima reacción del contrario.

- Siempre supe… que al final esto no terminaría bien – se sinceró él mientras miraba al suelo, nublándose su mirada – No importa cuánto lo intente… siempre hago las cosas mal. Digo que quiero proteger a todos… ¡Y no soy capaz de protegerte a ti!

Hubo un silencio tenso entre ambos. Demasiado en realidad. Como si el más mínimo sonido los convirtiese en un incendio de sentimientos rotos.

- Debí haberlo evitado desde el inicio – prosiguió Izuku – Nunca debimos empezar esto.

- Estás mintiendo de nuevo – lo detuvo Aratani empezando a llorar.

- ¡No lo hago!

- Si es así… ¡Mírame a la cara y dilo! ¡Di que nuestra relación fue un error!

Las esmeraldas opacadas por lágrimas de aquel chico miraban hacia cualquier parte, menos hacia el rostro de la ninfa de sus desvelos. Porque no podía hacer eso. No era capaz de decirlo o convencerse de esa crueldad.

- ¡Dilo de una vez, maldita sea!

- ¡No puedo! – se rindió Izuku sin más alternativa – No te puedo decir eso, Aratani. Por más que quisiera hacerlo… para terminar con esto… no puedo.

Ya resultaba imposible predecir quien de los dos sufriría la agonía de sentir su alma romperse en cientos de pedazos. Ambos estaban mal. Ambos se habían quebrado internamente en esa pelea contra el fortalecido enemigo que planeaba derrumbar todo lo que aquellos héroes como All Might habían tardado años en construir y proteger. A uno lo había consumido la ira y a la otra la había envuelto la angustia. Uno había combatido hasta rozar el borde del daño irreversible y la otra había dado pelea absoluta, pero con la mente y el corazón llorando a mares por su otra mitad.

- Soy un maldito egoísta – volvió a hablar Izuku, perdiendo la fuerza de sus piernas y apenas soportando seguir en pie – Lo único que hice fue equivocarme… como hombre… como héroe… como tu pareja… Lo hice todo mal.

- Izuku-kun – inconscientemente ella volvió a llamarlo de aquella forma suave pese a lo gutural de su voz débil.

- Y lo peor… es que aunque me forzara a decirte que si quieres irte podrás hacerlo… yo no voy a querer soltarte – prosiguió él, dejando ir en una catarsis lenta todo lo que había ocultado en su corazón – Prometí que todo iba a estar bien y no cumplí con mi promesa, Aratani.

Los sentimientos de angustia que consumían a Aratani comenzaron a ceder ante el dolor de escuchar a Izuku autoflagelarse por dentro. Como si dañar al amor de su vida equivaliera a un castigo peor que recibir sus lágrimas y fuese necesario romperse con la culpa.

- Te sigo fallando una y otra vez – concluyó Izuku sin negarse a derramar lágrimas – Si después de esto… te quieres ir… haré todo lo posible por no retenerte, pero… por favor perdóname por haberte fallado.

¿En verdad… te quieres ir? ¿O podrás aprender a cargar con el peso de amar a un héroe?

Aquella súplica de piedad le evocó a Aratani el más crudo de los recuerdos. Cuando Izuku logró relatarle entre el llanto y los hipidos, las atrocidades que había sufrido desde pequeño incluyendo la insinuación de sus ex compañeros de que la mejor alternativa… era suicidarse. En todo su relato siempre repetía un mismo término por diferentes causas; pedir perdón.

Por nacer. Por no ser como los demás. Por no ser fuerte. Por no ser un héroe digno de la admiración ajena. Por no luchar por sus sueños. Por ilusionarse.

Por existir.

Y ello le cayó como un dardo envenenado. Un dolor punzante que iba desde el corazón y llenando cada rincón de su interior.

Ella no quería culparlo de algo, solo quería que él dejara de cortejar a la muerte. Que cumpliera sus aspiraciones sin perder la vida en el acto. Que le diera una vida para estar con él y no la abandonara a mitad de su trayecto.

- Perdóname por todo, hermosa - se disculpó Izuku aceptando el silencio contrario como una señal de ruptura definitiva – Por favor, solo…

- ¡ERES UN IDIOTA!

Aquel insulto pronunciado a duras penas por una voz femenina quebrada obligó al chico de esmeraldas a mirar al frente y acabar estático cuando sintió los brazos de Aratani alrededor de su cuello y sus frías lágrimas en el mismo.

- ¡No vuelvas a disculparte, Izuku! – habló ella entre el llanto desatado, causando que su cuerpo de porcelana fina temblara hasta ser cobijado en los lastimados brazos de Izuku – No quiero que me pidas perdón… solo… quiero que prometas que en verdad estarás bien. Que no vas… a pelear solo nunca más. Que me permitirás luchar a tu lado… ¡Que me dejarás salvarte como tú lo intentas conmigo!

- Aratani – aquel nombre tan amado fue lo único que pudo escapar de los labios de Izuku mientras sus manos se aferraban al cabello y la ropa de su adorada mujer.

- Déjame ser tu apoyo… y no una carga – suplicó esta vez la joven de cabellos nocturnos mientras sentía la irregularidad de sus latidos y los de su enamorado – No vuelvas a pelear solo… por favor… confía en mí. Eso es todo lo que quiero.

- Perdóname – insistió en suplicar él, consciente del daño ocasionado por su rabia cegadora en aquella pelea que pudo haber resultado letal – Perdóname por esto, Aratani. Lo siento mucho.

- Izuku-kun – le murmuró ella bajo un velo de lágrimas del alma, posando sus labios de rosa en la sien de él – No me pidas disculpas… solo… promete que no volverás a arriesgarte así… que no vas a dejarme caer.

- No lo haré, hermosa – su abrazo, a pesar de la leve dolencia resiliente en sus extremidades superiores, se intensificó de a poco para permitirle sentir el aroma suave del cuerpo de su novia y ahogándose en su propio llanto – No volveré a soltarte. Nunca más.

- Te amo.

Esa pequeña frase profunda como el más peligroso océano. Dicha cuando lo abrazaba. Cuando colgaba una llamada. Cuando hacían el amor hasta desfallecer de placer. Antes o después de un beso meloso. Cuando sus manos buscaban acariciar sus cicatrices que admiraba como marcas de valentía.

Ahora era pronunciada como una promesa de soporte y cuidado. Un intento de seguir manteniendo en lo más alto su amor de jóvenes hasta perdurar más allá de una ilusión de inicios de la vida.

Incapaz de responder debido al incremento de su llanto, simplemente se desahogó mientras besaba el delicado hombro de Aratani, ahora marcado de por vida con una cicatriz hecha en combate, embriagándose con el aroma dulce de su piel y disfrutando cada segundo en sus brazos.

Porque sus sollozos no eran de alivio o catarsis. Sino… porque él mismo, Izuku Midoriya, ya había tomado una decisión sobre su próximo paso ante el derrumbe de la sociedad de héroes.

Porque siquiera Aratani ni nadie más lo haría cambiar de parecer. Esto era lo mejor para todos y para evitar que a futuro las personas que tanto quería acabasen muertas por la sanguinaria mano enemiga.

Porque… jamás se perdonaría si alguna vez frente a sus ojos aparecía el cuerpo sin vida de Aratani, de sus amigos, su mentor o su propia madre a causa de su propia incapacidad como héroe.

Debía hacer las cosas bien por los demás, pero sobre todo por su mujer.

Iba a protegerla a costa de lo que fuera.

Incluso… si ella lo odiaba al final de todo.

Perdóname, Aratani, pero no podré quedarme contigo.

Nunca más.


Y eso fue todo mis lectores.

No tengo muchas palabras al respecto, porque llevo desahogando este dolor desde hace semanas a través de mi cuenta en Facebook (Cote-Dark-Dangerous-Love) por medio de pequeños escritos sin nombre fijo donde tanto Izuku como Aratani están sufriendo la ausencia del otro. Podría considerar pasarlos a un one-shot nuevo, pero como el tiempo no sobra eso deberá esperar un poco.

Espero que les haya gustado y me digan su opinión al respecto.

¡Bye-Bye!