*DISCLAIMER: Los personajes y serie no me pertenecen, son propiedad de la mangaka Rumiko Takahashi. Únicamente el fanfic y su trama son de mi entera pertenencia. No se aceptan copias, adaptaciones y/o plagios. Muchas gracias.
*SUMMARY: Tendrían montones de citas donde la ropa no estaba invitada, y sus jadeos ahogados serían los anfitriones. Le prestaría sus ojos para que viera lo hermosa que era, sus manos para acariciarla y su cuerpo para hacerla tocar el cielo. Le prestaría su corazón para que sintiera lo que era estar enamorado... Aún si salía dañado en el proceso.
''Daños''
La puerta de su departamento se abrió abruptamente tomándolo por sorpresa, sus pupilas se dilataron al ver entrar por esta a cierta pelinegra, la cual se adentró con rapidez y cerró la puerta tras de sí, arrojó sin importancia su bolso al piso y se acercó rápidamente a él, su cabello se movía al compás de sus pasos, al igual que aquel pequeño vestido suelto que traía, al llegar a su lado se abalanzó contra sus labios, tal y como la mujer salvaje que era.
Tardó unos pocos segundos en salir de su aturdimiento, para luego estrechar a la azabache contra su cuerpo desde su pequeña cintura. Usualmente Kagome solía hacer eso, entrar desprevenida a su departamento sin siquiera avisar antes, no era como si le molestara, después de todo, jamás invitaba a nadie a su hogar y nadie iba a visitarlo últimamente, por lo tanto no era problema que ella irrumpiera sin previo aviso en su morada deseosa de ser complacida por su cuerpo.
Su boca era suave, y se movía con gran maestría sobre la suya, sintió su cálida lengua acariciarle con lujuria el labio inferior, sonrió levemente entendiendo el mensaje mientras dejaba que su lengua se introdujera en su cavidad bucal, llevó una de sus manos hasta su nuca sosteniéndola firmemente. Dejó que sus lenguas se entrelazaran y compitieran entre sí en un lujurioso juego que ninguno deseaba perder.
Desde hacía aproximadamente seis meses que tenía aquella pequeña "aventura" con Kagome, que no se sumía más que en solo sexo, y no era como si le molestase, después de todo, una parte suya se sentía orgulloso de ser el único hombre en hacerle tocar las estrellas; aunque muy dentro de él se decía que algo andaba mal, pero no sabía qué exactamente, o más bien, no quería reconocerlo.
Las manos femeninas se aferraron a su camisa gris para luego viajar hasta su nuca, entendió aquella indirecta, y con facilidad la levantó tomándola nuevamente de la cintura, dejando que ella enrollase sus tonificadas piernas en su cadera, una vez estable hundió su rostro en el delicado cuello femenino, besando y lamiendo a su antojo cada parte de su piel, disfrutando de la exquisita fragancia que su cuerpo desprendía naturalmente, aquel olor de Kagome que tanto le encantaba.
Con algo de torpeza y cuidado caminó a su habitación intentando no perder el equilibrio, si bien no era gran trabajo cargarla, no podía ver el camino, pero para su suerte, lo conocía como la palma de su mano. La dejó recostada sobre su mullida cama, y se colocó sobre su cuerpo, dejándola completamente a su merced. Ella mordió su labio inferior, ambos sabían lo que deseaban y necesitaban, podían leerlo en sus ojos y en el calor de sus cuerpos casi ardientes.
Entre manoseos y lujuriosos besos, la ropa comenzó a estorbar, ninguno de los dos tardó en deshacerse de sus prendas de vestir, dejándolas regadas por toda la habitación sin importancia alguna, luego se encargarían de ellas.
El deseo y la pasión embriagaban sus cinco sentidos, dejando su mente sumida en una nube de frenesí, lo único que deseaba era ser tomada de la forma tan especial y placentera con la que solo Kōga podía y sabía hacerlo.
Las grandes manos masculinas recorrieron cada porción de su piel quemando su cuerpo con caricias. Era la hora, y el deseo fogoso que incrementaba en su interior rogaba por ser apaciguado con aquel cuerpo masculino.
Cuando se hundió en ella un torbellino de emociones y sensaciones inundó su mente y cuerpo, sintiéndose completamente a gusto con aquella intrusión, y arqueando su espalda ante tal placer. Poco a poco su ser se desesperaba por más, era malditamente delicioso y excitante sentir aquel falo caliente dentro de su centro, a tal grado que era capaz de sentir como sus fluidos descendían por la curvatura de su trasero.
Necesitaba que alguien aplacara ese fuego que saturaba su cuerpo, y ese alguien era aquel hombre que se había convertido en su nueva adicción, porque follar con Kōga fue una de sus mejores decisiones, y estaba segura de que no se arrepentiría. El tipo estaba bueno, de aquello nadie podía decir lo contrario, pero la forma en como la poseía era de otro mundo; tan pasional y única.
La habitación se sumió en gemidos, jadeos, frases sucias y el conocido sonido acuoso de sus cuerpos al unirse en un solo ser.
Era tan gratificante para ella el sentirse deseada de aquel modo, podía leerlo en el rostro sonrojado de su compañero de cama, el cual también se contraía en muecas de placer con cada embestida. Mordió su labio inferior al contemplarlo, no quería que aquello acabara nunca, de eso estaba segura.
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Completamente rendida cayó sobre el duro pero suave pecho del moreno, descansando su cabeza contra sus pectorales.
—Montas tan jodidamente bien —dijo el ojiazul mientras acariciaba su cabello con parsimonia.
Una risita se escapó de los labios de la fémina, para después suspirar plenamente satisfecha. Kōga era especial, de eso no había duda alguna, tenía la capacidad de tomarla con gran ternura o con gran salvajismo, y aquello le encantaba. Tenía el poder de hacerla venir las veces que el deseara, conocía cada pequeña parte de su cuerpo, siendo consciente de los lugares donde tocar para hacerle perder la cordura en cuestión de instantes.
Encontraba la paz en aquel moreno y tonificado cuerpo, el ahora tranquilo palpitar del corazón calmaba el caos de su conciencia. Su día se había convertido en un asco, primero tuvo problemas con su estúpido jefe, hombres que no paraban de silbarle en la calle junto con muchas obscenidades repulsivas, y como la cereza del postre, su auto se había dañado. La frustración y furia lentamente comenzó a vestirse de deseo, y lo único que podía calmar aquella sensación era el cuerpo de Kōga, puesto que ella misma no podía, o más bien, no bastaba.
—He estado viendo unos nuevos condones con textura —comenzó a hablar—, y me gustaría que comencem...
—Te amo, Kagome —interrumpió.
Lo había dicho sin pensarlo, las palabras salieron directamente de su corazón y simplemente fluyeron como si de agua se tratase.
El moreno la miró a los ojos buscando alguna pequeña señal que le indicara que ella también sentía lo mismo, que lo amaba con el mismo fervor que él, pero al contrario de sus deseos, se topó con una mirada de desaprobación y pena.
Las había dicho aquellas tres pequeñas pero muy significativas palabras, aquellas que por tanto tiempo habían sido dirigidas en forma de mentira a su persona, sin dudas, las palabras que más le dolieron en el pasado, y que ahora simplemente le aterraban.
—Te dejé muy en claro lo que estaba buscando, no lo hagas más difícil, Kōga —dijo cambiando de actitud mientras salía de encima de su cuerpo con rapidez, para luego ponerse de pie y comenzar a colocarse la ropa.
—Lo sé, maldición, lo sé... Pero no pude evitarlo, Kagome, te amo —la observó terminando de colocarse la ropa interior.
—Por favor, por favor no digas eso —dijo casi en súplica mientras lo veía a los ojos—. De la forma en que me quieres, no me puedes querer.
El ojizarco frunció el ceño, la entendía, de verdad comprendía sus inseguridades, pero ya era hora de seguir adelante y dejar atrás aquel doloroso pasado.
—Sabes que yo no te haría daño —se acercó a su pequeño cuerpo.
—Eres un gran chico, eso no lo dudo —dijo Kagome a la vez que acunaba su rostro entre sus pequeñas manos—, pero no soy lo que necesitas, y tampoco estoy buscando sentimientos.
—Deja de temerle al amor, Kagome, ya pasó un año, sé que sientes más cosas por mí, no creas que paso desapercibido tus miradas.
Se alejó de él para colocarse su vestido y contuvo la respiración por unos momentos al sentirse expuesta, tenía razón, no le era completamente indiferente a sus sentimientos, pero ya no podía, su corazón ya no tenía fuerzas.
—Solo estoy buscando placer, y tú lo sabes, nuestros cuerpos tienen una gran química, ¿por qué no quieres entender que lo nuestro es solo físico? —Comenzaba a enojarse; con fastidio y una vez ya vestida, salió de la habitación.
—¡Kagome! —Llamó mientras la seguía hasta la sala en un rápido trote.
La vio recoger su bolso del suelo y colocárselo en el hombro. Antes de que ella pudiera tomar el picaporte sostuvo su mano con cuidado.
Ella cerró sus ojos antes su tacto, recordando la última vez que había entregado su corazón, había confiado ciegamente en aquel muchacho, y él no hizo más que destrozarla, había salido tan herida que incluso le costó volver a confiar hasta en sus amigos. Apretó la mandíbula al revivir en su mente la imagen del peliplata acostándose con una de sus colegas de trabajo, después de tantas promesas, e incluso pensar en casarse, él le mintió en cada palabra, en cada caricia, en cada ''te amo''...
Suspiró con pesadez y en un abrupto movimiento se deshizo del suave agarre masculino, abrió la puerta de entrada y le dedicó unas últimas palabras sin siquiera mirarlo, no podía.
—Cuando quieras follar llámame, para eso tienes mi número —cerró la puerta tras de sí dejando al masculino solo en medio de la sala.
Kōga sabía que no quería decirlo de esa forma, sabía que la manera de actuar de Kagome era nada más y nada menos que por miedo de ser herida otra vez. Ella había creado aquella caparazón con la intención de no dejar que nadie más le hiciera daño, y mucho menos que alguien la amara, pero él estaba dispuesto a romper aquella coraza para darle a entender que nunca sería capaz de dañarla, que él estaría ahí para volver a juntar sus pedazos y rearmarla, no se rendiría tan fácilmente.
—Haré que me ames como yo te amo a ti, Kagome —se prometió en soledad, siendo plenamente consciente de que ella no lo oiría.
FIN
¿Qué onda, gente? Este One-Shot es partícipe del #QuintoDesafíoRelámpago de la página de Facebook "Es de Fanfics". Este reto consistía en un song-fic inspirado en canciones de Maluma asignadas a los signos zodiacales, el mío Tauro: "Cielo al diablo" con la frase: "De la forma en que me quieres, no me puedes querer".
