Romance Barato.
—Debo admitir que cuando me confesaste tu amor y te rechace… la verdad nunca creí que llegaría el día en el que cambiaríamos lugares. Ahora yo soy quien te dice, con toda la sinceridad en el mundo, que estoy irremediablemente enamorado de ti…
Senku hizo una pausa en su nuevo invento científico y volteó a ver a Kohaku, que le devolvió la mirada con el rostro sumamente enrojecido.
—¿Pero qué mierda estás leyendo en mi laboratorio, leona? —Sus cejas se contrajeron con repulsión.
—¡No soy una leona! —Lo miró mal—. Ja, tú fuiste el que dijo que podía practicar mi lectura aquí cuando quisiera. ¿Por qué te quejas ahora?
—¿Por qué lees esa mierda? —Se acercó con rostro agrio para ver el título del "libro" que leía—. Agh, ¿estás leyendo un shojo? ¿De dónde sacaste eso?
—Minami me lo dio. —Apartó la mirada—. Dijo que me gustaría…
—¿Y te gusta? —Su asco se podía percibir en cada sílaba.
—Sí, bastante. —Alzó la barbilla, un poco a la defensiva—. La chica principal me recuerda un poco a Ruri-nee… aunque es más torpe, pero me agrada. Y el chico me parece muy dulce. —Sonrió, apartando la mirada.
—Agh, no puede ser. —Senku se alejó de ella como si tuviera una enfermedad contagiosa y mortal.
—Ja, sí te vas a poner así me iré del laboratorio y le pediré ayuda a otro para mi lectura. —Empezó a cerrar el tomo del manga.
—No es para tanto, quédate si quieres. —Bufó, volviendo a su invento—. Solo seguiré concentrado en lo mío y si no entiendes algo alza la voz.
Kohaku lo miró desconfiada, pero acabó encogiendo los hombros y volviendo a su lectura.
—Lo siento, pero no puedo creer tus palabras… Después de escuchar tu interés en las tierras de mi padre, nunca podré estar segura de si realmente me buscas a mí o los beneficios que acarrea estar conmigo. Aunque mi corazón solo llora por ti, he decidido confite… conforme… confirnarme a la soledad. —Kohaku frunció el ceño, mirando a Senku—. ¿Qué es confinarme?
—Obligarse a permanecer en un sitio —contestó sin siquiera levantar la mirada de su trabajo, aunque manteniendo su mueca de asco.
—Mi duquesa, el amor que siento por usted me supera. Si me acepta, prometo que todas las mañanas la despertaré con un beso, todas los días la acompañaré en su lectura, todas las tardes nos sentaremos a ver el ocaso a través de mi balcón, y todas las noches volveré a decirle que la amo. Desde este día, hasta el resto de mi vida… —Kohaku hizo una pausa para suspirar profundamente, con la cara roja, antes de continuar—. Si usted me acepta, mi duquesa.
Senku rodó los ojos, ignorando completamente a Kohaku.
¿Desde cuándo le interesaba el romance, de todos modos?
Bien que ya se habían librado de la amenaza del hombre del why y las cosas ya no eran tan agitadas como antes, pero justamente porque eran mayores era que se preguntaba qué tanto le veía a esas cosas para adolescentes desesperadas.
—Mi duquesa, por favor no huya. Si no cree en mis palabras, crea en mis acciones, crea en el latido desenfrenado de mi corazón bajo la palma de su delicada mano. Crea en mí.
Senku seguía ignorando la estúpida elección de lectura que había hecho Kohaku esta vez. No estaba escuchando nada de lo que decía ese cachorrito enfermo de amor a la tal duquesa ni tampoco prestaba atención al rostro sonrojado y maravillado de la chica al leer el manga.
¡¿Pero por qué diablos ella parecía tan entretenida y hasta encantada con ese montón de cursilería?! ¡¿Ahora le gustaban los tipos cursis que le gritaran en la cara una declaración asquerosamente embarrada de afecto y adulación barata?
No es que él estuviera prestando atención. Por supuesto que no.
—Quisiera creerte, mi honorable príncipe, pero luego de tantas lágrimas estos ojos no soportarían otra decepción. Este corazón siempre latirá por ti, pero esta boca jamás aceptará tu confesión.
Cuando Senku vio genuina tristeza en el rostro de Kohaku, casi se va de espaldas.
—¿En serio estás cayendo por esa mierda?
—¡¿No que ibas a estar concentrado en tu ciencia?!
—Solo capté eso último, pero ¿en serio? ¿Ahora te gusta el romance barato?
—¡¿Y qué si sí me gusta?!
—¡Nada, me parece diez billones por ciento bien por ti!
—¡Entonces sigue con tu ciencia y déjame leer!
—¡Ni siquiera te estaba escuchando de todos modos!
Ambos siguieron en lo suyo, con malas caras y muecas de fastidio.
—Cada una de sus lágrimas fue un puñal en mi corazón. Mi duquesa, yo jamás cometería la osadía de… ¡Senku! ¡¿Qué es o-oso-sodio?!
—Osadía, leona. Y significa que tu príncipe es un idiota… —susurró por lo bajo.
—¡¿Qué?!
—¡Dije que significa atrevimiento, audacia y todo eso!
—¡Muy bien! —Volvió felizmente a su lectura—. Mi duquesa, yo jamás cometería la osadía de volver a hacer esos hermosos ojos inundarse de lágrimas. Lo juró aquí y ahora, bajo el cielo y ante usted, que de volver a provocarle lágrimas de desamor yo mismo enterraré un cuchillo en mi corazón agonizante…
—¡¿Y se supone que eso te parece romántico?!
—¡Te dije que no te metas, Senku! —Lo miró mal y él chasqueó la lengua antes de tomar un destornillador y seguir trabajando—. Pues mi vida no sería una vida plena si no es a su lado. Mi vida no sería más que constante agonía, y constante sed por aunque sea una mirada suya. Mi duquesa… por favor deme esa oportunidad.
Kohaku se llevó una mano al pecho al ver tan hermosamente dibujadas las miradas que intercambiaron el príncipe y la duquesa, pero entonces sintió la mirada de fastidio de Senku al verla y frunció el ceño.
—¿En serio? —dijo él con sequedad.
—¡Cállate! ¡Estás siendo insoportable hoy! ¡¿Por qué no puedes ser más como…?!...
—¿Cómo tu príncipe shojo? —la interrumpió con suma sequedad y sarcasmo en cada sílaba.
Ahora bien, Kohaku iba a preguntarle por qué no podía ser más como Ruri y tratar de comprender la historia antes de criticarla, pero esa pregunta la hizo molestarse aún más con esa escoria.
—¡JA! ¡Tú nunca podrías ser cómo él de todos modos! —Apartó la mirada, con la barbilla muy en alto—. ¡Él sí cumple su palabra!
—¿Y cuándo yo no he cumplido mi palabra? —Un pequeño tic de molestia se apoderó de su ceja izquierda.
—¡Justo ahora! ¡No me estás dejando leer tranquila y todo porque…!... —Se interrumpió, dándose cuenta de que el comportamiento de Senku no tenía sentido.
¿Por qué se estaba portando así? Le recordaba al príncipe, cuando la duquesa recibió la carta de un viejo amigo el príncipe estuvo tan…
—Senku. —Se cruzó de brazos, mirándolo muy seria—. ¿Estás celoso de un manga shojo?
Todo se quedó en silencio.
Él la miró con clara repulsión, pero fue incapaz de decir nada sino hasta varios minutos después.
—No… ¿Qué clase de tonterías sin lógica dices, leona? —Rascó su oído con el meñique.
Kohaku entrecerró los ojos.
Si algo le había enseñado leer manga shojo, es que ante una pregunta como la que acababa de hacer, el interrogado siempre contestaba algo muy parecido a lo que Senku acababa de contestar. Aunque ahora él le estaba recordando más a la duquesa que al príncipe, pero eso podría significar que…
—¡¿Yo te gusto?! —Se quedó con la boca abierta.
—¡¿De dónde mierda sacaste eso?! —Pareció horrorizado.
—Vaya… Nunca creí que realmente ibas a corresponder a mis sentimientos alguna vez… —Se llevó una mano a la barbilla, impresionada por el descubrimiento que acababa de hacer.
—Esto es ridículo. —Senku estrelló la palma de su mano en su frente—. Me voy.
—Oh. —Kohaku ladeó la cabeza al ver que de verdad se estaba marchando—. Entonces supongo que no te gustó… —Era un poco decepcionante, pero ya debería haberlo esperado.
Senku no detuvo su andar, pero volteó a verla por encima del hombro.
—Nunca dije que no. —Dicho aquello, volvió la vista al frente.
Kohaku se quedó con la mandíbula por el piso, pero rápidamente parpadeó y corrió tras de él, dejando la revista en una mesilla.
Senku podía creer que el manga shojo era una pérdida de tiempo, pero Kohaku supo darle un muy buen uso casi científico de observación y comprobación de la hipótesis. ¡La ciencia realmente podía encontrarse en los lugares más inesperados!
Fin.