[Participando en la dinámica del día de las madres, organizada por la página de FB Inuyasha Fanfics]
Disclaimer: Los personajes pertenecen a la mangaka Rumiko Takahashi.
Soy Nozomi Kimura, pero desde que me casé, mi nombre pasó a ser: Nozomi Higurashi.
Este es un diario de vida que encontré entre mis pertenencias cuando guardaba todo para mudarnos a la casa del templo, donde viviría con mi esposo y mi suegro. Fue un regalo de mi madre en mi adolescencia y la verdad, nunca me nació escribir algo en él; hasta ahora.
-.-.-.-.-
03 de marzo, año 1981.
Hoy ha sido el día más feliz de mi vida ¡Me he convertido en madre! Y pese a que las diez horas de trabajo de parto me dejaron abatida, pese a lo doloroso y difícil que fue la labor para traer a mi bebé a este mundo; puedo decir que ha sido algo maravilloso y estoy muy feliz. Oír su llanto cuando dio su primer respiro fuera de mi vientre; me apretó el corazón de emoción y de dicha, tanto, que en el mismo instante me uní a su llanto.
Esta mañana el médico nos visitó en la habitación para el chequeo. Dijo que lo estoy haciendo bien y que ambas estamos saludables. En seguida alimenté a mi bebé desde mi seno y mientras contemplaba su bonito perfil. Me puse a pensar en mí situación actual:
Dios… realmente ¡Soy madre! … Aunque, justo ahora que mi esposo constantemente viaja debido a su trabajo y poco será el tiempo que pueda pasar con nuestra hija.
Bueno… Al menos, contamos con ingresos económicos estables, sé que él se preocupará de que nos mantengamos bien, sé que hará que nada nos falte, pero aún así; el pánico se apoderó de mí.
…Sentí miedo del futuro. Me pregunté si realmente iba a poder con todo lo que implica esta labor. Me pregunté si sería una buena madre para mi hija, si acaso podría protegerla como es debido… Y justo cuando me cuestionaba a mí misma, mi pequeña y recién nacida bebé se aferró con fuerza a mi dedo índice con su pequeña manita; como si me dijera con ese gesto tan cálido:
"Tranquila madre, emprenderemos este nuevo viaje juntas".
…Claro, es una bebé que acaba de nacer hace sólo unas horas, por supuesto no va a decir eso. Sin embargo… así es como yo lo sentí, percibí esa conexión con ella; así me lo transmitió. La miré y una lágrima de emoción descendió por mi mejilla. Sentí un sincero agradecimiento, porque ahora ella existía en mi vida y de pronto, extrañamente, vi en su pecho una luz; como una estrella luminosa… Aún me pregunto si realmente la vi o fue mi imaginación. Pero lo cierto es, que en ese mismo instante pensé un nombre perfecto para mí pequeña:
Kagome, que significa: "Perla brillante"
Entonces comprendí…
Sé que mi vida será muy distinta ahora, sé que nada será fácil, pero ¿sabes cariño? Acababas de darme todas las fuerzas que necesitaba con solo abrir tus brillantes ojos y regalarme esa dulce mirada que me remueve el corazón. Soy tan feliz de poder finalmente conocer tu rostro mi preciosa bebé, mi niña, Kagome.
Gracias por escogerme para ser tu madre. Te prometo, que daré lo mejor de mí.
-.-.-.-.-
06 de noviembre, año 1990.
Ya no sé cómo continuar, ya no sé si puedo ponerme de pie.
La ausencia de mi querido esposo está consumiéndome en tristeza y soledad.
Intento mantenerme fuerte, de verdad que sí. Pero a veces el dolor de su tan cruel y repentina muerte, de la cual han pasado sólo seis meses, me desgarra y me toca ir a buscar un momento a solas para liberar ese dolor; entonces me hundo unos minutos en mi llanto, hasta calmar mi pesar.
Salgo del baño y Kagome me pregunta con mirada cautelosa.
—¿Estabas llorando mamá?
A lo que yo respondo:
—Sólo un poquito, pero si me das uno de esos abrazos cálidos, estaré mucho mejor.
No puedo engañar a Kagome; mi hija es muy astuta e intuitiva. Pese a su corta edad es increíble cómo ha crecido, tanto física como espiritualmente. Hasta se ha vuelto un apoyo fundamental en este hogar. Cuida a su pequeño hermano Sōta que ya tiene un año, y me ayuda en los deberes del hogar. Kagome es una hija ejemplar y muy cariñosa. Con solo 9 años ya es mi mano derecha. Mi pequeña Kagome, es mi gran fortaleza, sin ella, después de la muerte de su padre; no hubiese podido continuar como estoy ahora, aunque el dolor sigue quemándome por dentro; junto a ella, Sōta y las locuras del abuelo, se hace todo más llevadero.
-.-.-.-.-
12 de marzo, año 1996.
Me he llevado el susto de mi vida.
Kagome desapareció el día de su cumpleaños número 15 a través de un viejo pozo que tenemos. Eso fue hace nueve días…
¡Dios, mi hija fue tragada por un pozo! ¡Se la llevó un demonio!
¡UN DEMONIO!
Tres días después me volvió el alma al cuerpo cuando apareció desde el mismo pozo con ropas de una sacerdotisa de la época antigua, pero gracias a Dios en perfectas condiciones, sólo estaba algo aturdida o pensativa por su experiencia. Nos contó todo lo que pasó sin miedo a que nosotros dudásemos de lo que nos hablaba; me alegra saber la confianza que mi hija deposita en su familia, y mientras relataba los hechos increíbles que sucedían en aquella época; yo sólo pude recordar aquella luz que vi en su pecho cuando ella nació. Entonces, ahí fue cuando todo cobró sentido para mí, y terminé convenciéndome de que sí había visto esa luz en ella.
Kagome es especial.
Ese mismo día, también apareció un muchacho extraño en nuestra casa, provenía del mismo lugar en donde estuvo mi hija esos tres días.
El chico tiene orejas de perro…
¡Dios! ¡¿Eso existe siquiera?!
Bueno… No puedo negar lo que mis ojos vieron; además yo misma toqué sus orejas y eran absolutamente reales y muy suaves… Es un jovencito guapo, de mirada especial, con un gran temperamento. Me es muy gracioso, porque compite con Kagome en eso, pues ambos poseen un gran carácter y al parecer constantemente discuten o no están de acuerdo. Él se llama InuYasha y usa vestimenta de su época, InuYasha pertenece a la era Sengoku…
¡Cielos! Lo digo así tan normal, pero... es porque necesito apoyar a mi hija en esto. Por muy raro que todo me parezca, intento mantener siempre la calma y abrir mi mente a esta situación y ¿por qué no? Tal vez hace 500 años, sí existía toda esa clase de cosas.
Todo indica que al cruzar ese pozo se traspasa una línea de tiempo, y te lleva a la era Sengoku; 500 años atrás. Ahí es donde Kagome e InuYasha se conocieron. Kagome no me dio todos los detalles, solo dijo que ese chico estaba sellado en un árbol por una antigua sacerdotisa y que ella lo liberó.
InuYasha siguió a mi hija hasta nuestra casa y bueno, luego juntos regresaron al Sengoku por donde mismo. Finalmente llegaron a un acuerdo y Kagome irá a cumplir una misión en ese lugar. Ella dice que es importante reunir unos fragmentos que componen la perla de Shikōn.
La perla de Shikōn… algo de lo que siempre habla el abuelo. Honestamente, nunca pensé que todas esas historias raras de él podrían llegar a ser ciertas; hasta ahora que recién comienzan a tomar sentido.
Lo que nos causa curiosidad, es que sólo Kagome puede atravesar ese pozo, y la verdad, es que eso me preocupa un poco. No puedo tenerla a mi alcance cuando ella se va a ese lugar. Ahí, ni el abuelo ni yo podemos protegerla.
¿Qué puedo pensar de todo esto?... La verdad no sé. Cuando me convertí en madre, nunca pensé que pasaría algo así con mi hija. Pero confío en las capacidades de Kagome. Sé que todo es muy extraño, pero no me queda otra opción que apoyar las decisión que ha tomado y si ella dice que es importante hacer esto, confiaré. Además prometió cumplir con la escuela, tal como se lo pedí, pues eso sí es importante para mí. Y por otro lado, intuyo que el joven InuYasha; no tiene malas intenciones.
-.-.-.-.-
01 de octubre, año 1996.
Debo admitir que el chico en quien puso los ojos mi hija superó todas mis conjeturas. Siempre me pregunté qué clase de muchacho sería de su interés, y nunca imaginé que se trataría de un medio demonio. Porque sí, eso me explicó Kagome que era InuYasha: un hanyō.
Hay algo que me produce ternura, y es el hecho de que ese jovencito ya fue atrapado por mi niña. Es por eso que ya no se me hace tan curioso que siempre la espere y la busque tan ansiosamente. Estoy segura que para él, Kagome significa mucho más que una buscadora de fragmentos de la perla de Shikōn. Tal vez, Kagome no vea eso, pero sé que él tiene sentimientos fuertes por ella, aunque, creo que ni él se ha dado cuenta del todo. Sin embargo, el muchacho es algo orgulloso y creo que le cuesta expresar sus sentimientos o más bien lo evita constantemente, al menos, eso puedo ver cada vez que viene a nuestra casa, y eso últimamente se da mucho más seguido que antes. Ya se nos ha hecho costumbre que cene con nosotros.
Creo que InuYasha se ha vuelto parte de la familia. Es un muchacho dulce y muy amable, intenta ser atento cuando está aquí, aunque no le resulta del todo y mi hija termina regañándolo. ¡Cielos! Nadie puede con el carácter de Kagome, creo que ya le ganó a InuYasha.
InuYasha es muy respetuoso con todos aquí, aunque a veces discute con el abuelo, pero nunca ha pasado los límites, además, mi hijo lo admira y conversa mucho con él. Pero lo más importante es, que sé que InuYasha protege a mi hija y se preocupa de su salud; no sólo la cuida en la época feudal, si no también en esta época; yo se lo agradezco de corazón. Si no fuera por él, no podría estar tranquila de que mi hija viaje tan lejos de su hogar. InuYasha es un buen chico y me agrada. Aunque creo que al único que no se ha ganado del todo es a Buyo, nuestro gato.
-.-.-.-.-
28 de marzo, año 1999.
Mañana es la graduación de Kagome y todos estamos felices por su logro, ¡Será universitaria! No obstante, como madre, puedo darme cuenta de que mi hija no está disfrutando este momento como debiese ser, y eso me duele y me preocupa.
Desde que el pozo dejó de funcionar hace 3 años, dejamos de ver a InuYasha y mi hija no pudo ver más a sus amigos. Para Kagome, ha sido muy difícil sobrellevar esa situación todo este tiempo.
InuYasha nos trajo a nuestra Kagome de regreso tal como lo prometió; la protegió hasta al final. En ese momento todos lloramos de emoción, pues sabíamos que Kagome estaba en una situación muy difícil y peligrosa, pero gracias a ese muchacho mi hija se salvó. No obstante, cuando InuYasha desapareció en el pozo y éste se cerró definitivamente, se llevó junto con ella la sonrisa de Kagome, se llevó su calidez, se llevó la alegría y la esencia de mi hija. Toda esa energía tan bella que irradiaba mi hija se fue con InuYasha y se quedó en ese lugar, atrapada sin poder regresar a ella y mi hija sin poder ir a buscarla.
Me apena, me angustia que sea así.
Nada puede dolerle más a una madre que el ver sufrir a sus hijos y esto me duele. Lo peor es, que Kagome sufre en silencio, sé que lo hace sólo por no lastimarme, sé que ha habido muchas noches de lágrimas sin cesar, hasta que el agotamiento de su pena la vence y se duerme. Al principio fue tan terrible para ella el no poder volver a atravesar el pozo y ver a sus amigos, que no ocultaba su pena, y varias noches la contuve; eso fue durante casi un año. Sin embargo, los dos últimos, han sido más tranquilos, pero sé que no han sido menos dolorosos para ella.
Kagome casi no sonríe, por lo menos no de forma honesta, mi hija sigue sufriendo y me pregunto: ¿Hasta cuándo lo podrá soportar?
Yo también estoy sufriendo por ella, sé cuánto desea regresar y ver a ese muchacho, aunque no me lo diga, lo sé y ¡Cielos! Siento una tremenda impotencia de no poder hacer algo para ayudarla.
Kagome no lo sabe, pero he ido a ese pozo algunas veces cuando la he visto muy mal. Y ruego... Ruego por que se abra y ella pueda volver a tener sus días de aventura, esos días llenos de novedades y experiencias… Días en que su sonrisa irradiaba pura felicidad.
Y amor...
Sólo sé, que mientras tanto, aquí estaré para apoyarla en todo. Para levantarla cada vez que lo necesite, porque para estas cosas, no siempre uno puede ponerse de pie por su propia cuenta; muchas veces necesitamos una mano que nos ayude, y cuando es la mano de una madre, el confort siempre será el mejor y el más sincero que puede existir, porque ese es mi rol de mamá, acompañar a mi hija en todo, en las buenas y en las malas y estoy agradecida de poder tener vida para calmar ese dolor que siente, tal como ella hizo conmigo cuando su padre falleció.
-.-.-.-.-
03 de marzo, año 2000
Lo sabía... Sabía que este día sería muy difícil para mí. Hoy Kagome cumple 19 años, sin embargo, no está con nosotros. No podemos celebrar junto a ella.
Ya casi se cumple un año desde que mi querida hija tomó la decisión más importante de su vida. Kagome escogió pasar su vida con el hombre que ama en la era Sengoku.
El día en que se graduó, tal como lo temí, mi hija irradiaba más nostalgia que felicidad; era como si todo lo que estaba haciendo no tuviera sentido para ella. Mi corazón se apretaba al ver cómo intentaba fingir su alegría frente a nosotros y sus compañeros.
Por la tarde, cuando ya nos encontrábamos en casa, fui a buscarla para que comenzaramos con la celebración de que oficialmente era una universitaria. No la encontraba por ningún lado de la casa.
Inmediatamente me dirigí al pozo, sabía que la encontraría ahí y desde ese momento, todo cambió: cuando llegué la vi absorta mirando hacia dentro del pozo, su cabello se mecía con la brisa que emanaba desde ahí adentro y comprendí lo que estaba sucediendo.
—Kagome, ¿qué sucede? —pregunté sabiendo la respuesta, pero algo dentro de mí se negaba a la realidad.
—Mamá… Es el cielo —respondió casi temblando y mirando dentro del pozo.
Y… Confirmé de inmediato lo siguiente que ocurriría. Mi pecho sintió algo tan fuerte… Sentí dos sensaciones al mismo tiempo: una felicidad enorme porque eso significaba que mi hija se pondría feliz de poder volver a ese extraño lugar… Juro que me alegré por ella, pero simultáneamente, cuando Kagome se giró hacia mí vi su mirada decisiva brillando como no lo hacía hace mucho tiempo. Con cautela y a la vez con toda la seguridad que yo creo nunca en su vida había sentido me dijo:
—Mamá, yo... quiero…
Dios mío... fue como un puñal en mi corazón. Mi hija acababa de decidir su destino y ni Sōta, ni el abuelo, ni yo estábamos en él. Sin embargo, pese al dolor que significaría para mí, para nuestra familia y sé que también para ella el separarnos, pese a esa tremenda angustia: yo no lo dudé ni un instante. Quería que mi hija fuera feliz y sólo así estaría segura y tranquila de que eso se cumpliría. La giré hacia mí de los hombros y le dije con todo mi amor de madre; con el amor más grande que puedo sentir por ella:
—Puedes ir… Si eso quieres...
Ambas sonreímos emocionadas. No necesitamos tantas palabras para decirnos todo lo que sentíamos en ese difícil pero a la vez único momento. Creo que fue el minuto de nuestras vidas donde más sentimos una increíble conexión madre e hija.
Nos dimos el abrazo más apretado y cálido de todos los que nos dimos a lo largo del tiempo juntas, mi hija… mi preciosa Kagome, me dijo adiós. Pues ambas desconocíamos si volveríamos a estar juntas alguna vez. Entonces, se giró hacia el pozo y saltó.
… No la he visto más.
Aquel, fue el último día en que estuve con ella y no he dejado de extrañarla ni un solo día. No me arrepiento de haberle dado esa libertad sin trabas en su decisión. Es decir, ella ya era una adulta; yo no la iba a detener por mucho que lo quisiera. Pues, nada puede desafiar al amor y mi hija estaba enamorada de ese joven y su mundo. Ni siquiera se despidió de su abuelo y de su hermano, por miedo de arriesgarse a que el pozo dejara de funcionar de un momento a otro. Ella simplemente no lo dudó y puso el deseo de su corazón por delante de todo.
… Esta ha sido la contradicción más grande que he tenido en toda mi vida: por un lado soy enormemente feliz por ella, porque sé que está donde quiere estar, sé que es feliz con InuYasha, se que está con sus amigos y que formará su propia familia. Amo tanto eso que sólo doy gracias porque al fin mi hija pudo volver a sonreír.
Sin embargo, por otro lado sufro. Sufro pensando en ese momento en que la vi por última vez, sufro su ausencia ¡Dios! Cuanta falta me ha hecho Kagome. A todos nos ha hecho falta aquí. A veces desearía ir y cavar un agujero profundo en ese pozo para volver a estar con ella. Para verla tan solo una vez más, y a veces he tenido el pensamiento egoísta de qué tal vez si yo hubiese retrasado su partida y el pozo se hubiese cerrado no permitiéndole ir; ella estaría conmigo… pero después, reflexiono y calmo mi pesar, llego a la conclusión de que lo más probable, es que si hubiese sucedido eso por mucho que el tiempo avanzara, ella estaría aquí o en otra parte de esta época siendo tal vez, una mujer infeliz.
Y eso, jamás me lo habría perdonado.
Por eso, vuelvo a suspirar y me hablo a mí misma:
Nozomi:
"Lo hiciste bien, eres una buena madre".
"Le diste a tu hija todo lo que estuvo a tu alcance mientras estuvo a tu lado, ahora su vida le pertenece a ella misma, ahora ella es feliz junto a quienes deseaba estar".
"También vas bien con Sōta, aunque no ha sido fácil, cada vez ayuda más en los quehaceres del hogar y trae buenas calificaciones, es un chico tranquilo y muy comprensivo, lo has aconsejado lo mejor que puedes, aunque a veces debes regañarlo por una que otra cosa, aún así lo estás haciendo bien, Nozomi".
Nada es perfecto, pero intento dar lo mejor de mí. Intento que mi familia se sienta orgullosa de esta madre imperfecta...
Tal vez no le doy los mejores consejos a mi hijo por sus desilusiones amorosas, o sus fracasos en la escuela, pero no me quedo sin darle aunque sea una palabra de aliento.
Y así… Las madres tenemos mucho que contar.
Tenemos mucho camino por recorrer con nuestros hijos, caminos llenos de piedras grandes y pequeñas, que a veces pasamos sin problemas y logramos esquivar, pero a veces nos hacen tropezar. Sin embargo, la única fuerza capaz de levantarnos es el saber y el deber de que nuestros hijos estén bien.
Amo a mis hijos: Kagome y Sōta. Ellos son mi mayor fuerza, los admiro a cada uno de ellos, aunque Kagome ya no esté; su valentía y su determinación merecen toda mi admiración y orgullo como madre. Sōta es un hijo que se esfuerza por mejorar y siempre recuerda los consejos de su buen amigo/hermano InuYasha.
El sólo saber que ambos están bien, es la mayor recompensa a mi esfuerzo.
Porque sí, no es fácil ser madre, no es fácil criar, nadie nace sabiendo. Pero siempre, uno intenta hacerlo bien. Es lo único que sabemos con claridad, el resto… Se aprende en el camino.
¡Feliz cumpleaños hija! Tu madre y tu familia siempre esperarán el día en que puedas regresar y podamos tal vez, conocer a tus hijos.
Tal vez, algún día puedas leer este diario, tal vez mis nietos lo harán y sabrán un poco más de mí, de mis sentimientos; sabrán algunos de los momentos que pasó su abuela Nozomi. Aunque como siempre las madres, no podemos evitar hablar de nuestros hijos y terminé escribiendo más de ustedes que de mí.
Hijos míos... los ama, por siempre...
Mamá.
N/A: Hola! Espero les haya gustado este OS dedicado a la madre de Kagome por el día de las madres. Usé un nombre inventado por mí, sé que la conocen más en el fandom como Nahomi, pero como no es oficial, prefierí usar otro.
Muchas gracias por leer y espero me dejen sus preciados Reviews para saber sus opiniones al respecto.
Desde ya disculpen si hay errores, pero tuve que publicar algo apuradita hoy.
Cariños y abrazos.
