Disclaimer: Esta historia está basada en el universo de Harry potter y The Heathers, muchos de los personajes que aquí aparecen son creación de J.K.Rowling, y algunas situaciones pueden guardar similitud o referencias ya sea a la película dirigida por Michael Lehman, el musical de l misma; o en cualquier caso, el remake de 2017. Todos los demás elementos y ambientaciones que no reconozcan con origen en lo anterior son de mi completa creación.
Queda prohibida su copia o reproducción sin previo permiso.
Advertencia:
Esta obra está dirigida a público tan genial como Heather Chandler.
Puede contener escenas de sexo, violencia, lenguaje adulto, homofobia, racismo, humor negro y ofensivo, entre otros.
Si no sabes que es The Heathers no importa, pero déjame decirte que has vivido sin sentido toda tu vida. ;)
"Y luego están los Heathers, flotan por encima de todo"
~Beautiful~
Un paso, dos pasos, tres pasos...
Oh, los estaban contando, una sonrisa teñida de rojo se deslizó en su rostro, mientras lanzaba una mirada al gran comedor, sin poner especial atención en ningún lugar, pues nada lo merecía. Cabellos rojos caían sobre su cadera de medida perfecta, captando con cada paso la mirada de hombres y hasta mujeres. Una rubia serpiente y un hermoso tejón le hacían compañía, uno a cada lado para evitar tropiezos.
Se detuvo justo a la mitad de la mesa que guardaba a la casa de los leones. El Slytherin,Charles Wesley (o Louis para quienes lo conocieron en otros tiempos) tomó asiento a su derecha; al igual que la Hufflepuf,Caprice zabini, se sentó a la izquierda.
- ¿Falta algo por terminar? - cuestionó la pelirroja apoyando sus manos sobre la mesa, manteniendo cada centímetro de su compostura.
- Entregar la invitaciones al club de defensa.
-Oh sí, sin embargo... creí que eso ya estaba listo- entonando sus ojos con impaciencia hacía Zabini. La Morena se relamio los labios con aprensión.
- Hey, ¿son ideas mías o James tiene más acné este año?- la voz de Louis estuvo apunto de provocarle un ictus.
- Lo menos importante ahora... son los granos de James. No, espera, eso es lo segundo menos importante.
Caprice a su lado abrió su boca y la cerró a medio camino, hasta que reunió la valentía para preguntar.
-¿Que es lo primero?
Ella inhala, ella exhala, ella pierde la paciencia muy silenciosamente.
- Su existencia, por supuesto - ella responde con una sonrisa demasiado amplia a su compañera de amarillo - Rebecca ¿están listas las invitaciones?
De un tiro la castaña que había estado inmersa en el pergamino levanto su rostro, haciendo su cabello hacia atrás.
- Todas y cada una- mientras le extendía los sobres sellados.
- pero mira, Flint. Has resultado todo una prodigio, este sello está perfecto.- le dio un cumplido Weasley mientras examinaba el papel. La Ravenclaw asintió no muy cómoda.
-bien, !tu, niño! Lleva estas a las mesas de Slytherin, con cuidado, no vaya a ser que te quiten las cartas.- el niño obedeció sin chistar ni un poco.
Rose weasley mandaba en Hogwarts, no era un secreto que los pasillos le cedían el paso como si de una leona hambrienta se tratase, había un generalizado sentimiento por parte de los estudiantes que se alternaba entre una ira bien disfrazda, el miedo y el respeto.
Fue justamente eso lo que deslumbró a Rebecca Flint.
Ella apenas había tenido la oportunidad de conocer hogwarts es mismo año, y la impresión que tuvo... bueno es complicado de describir.
Por un lado el castillo era un lugar magnífico, se podía sentir más magia de ma que había podido sentir en su vida; ni siquiera la barreras de la mansión Rosier, la cual había visitado un par de veces durante su tiempo en durmstrang, habían logrado transmitirle esa intensidad. Por otro lado estaba la singular estructura social que componía el colegio de magia y hechicería, una especie de pirámide invisible los organizaba a todos de una forma un tanto automática. Rebecca presentía que tan automático no era el asunto, todos ocupaban sus papeles buscando la forma de sobrevivir en la retorcida cadena alimenticia que habían creado los hijos de héroes de guerra.
En la cima de esa pirámide estaba Rose. Rebecca siempre fue de las más listas de su generación. Ella se adaptaba. Entonces supo que si quería sobrevivir tranquilamente, debía hacerse un puesto en la mesa de Weasley.
No fue tan difícil.
El selecto grupo de la Gryffindor constaba de dos integrantes aparte de ella, por un lado estaba caprice zabini, a la cual no le importó quedar en Hufflepuff porque era la segunda al mando en Hogwarts y con eso bastaba; y por el otro lado, Louis Wesley, o como se hacía llamar, Charles. Malas lenguas decían que era Rose la que les cambiaba el nombre para que todos hicieran referencia al suyo propio, y que nadie conocía el verdadero nombre de Zabini.
Así que al final, luego de observar por un largo tiempo, concluyó que su plan consistía en dos pasos:
1) Ser amiga de Rose
2) Evitar que esta le cambiara su nombre a uno de alguna extraña flor
Eso no estaría nada mal, la verdad Rose no parecía tan mala, y ella quería hacer amigos, así que optaría siempre por la mejor opción. Además de que le podía ir como anillo al dedo, se había puesto a hacer cuentas, y el trío tenía una manía por los colores y su apariencia. Eso ultimo para Rebecca resultaba irónicamente perfecto, y al poco tiempo, puso su estrategia en marcha.
¿Lo había logrado? sí. Después de todo, en ese preciso instante se encontraba peinando la negra melena de Caprice frente al espejo de la mismísima Rose, la cual se encontraba en un rincón de la habitación tecleando un aparato muggle con una mano y enrollando un mechón de su rojo y largo cabello en uno de los dedos de la otra que llevaba libre. Su uniforme de Gryffindor era impecable y daba la apariencia de tener ese no sé que, que lo volvía tan distinto al de las otras estudiantes, la corbata iba un cuarto mal puesta (estaba casi segura que fue a propósito) lo que le daba un aire rebelde; sus largas y con torneadas piernas blancas, que se asomaban por debajo de la falda escolar, hacían un sexy conjunto a sus labios siempre rojo.
¿Sentía algo de envidia? No, Rebecca era una buena persona ¿cierto? Aunque sí que habia muchas cosas que envidiar, más por su actitud segura que por sus bendecidos atributos. ¿La llegaba a odiar? No le tenía mucho aprecio, Rose era una perra, sin embargo ella había elegido como amiga a esa perra, y Rebecca era una buena persona.
- ¿el mocoso repartió todas las invitaciones?- cuestionó Charles deste el espejo del baño, mientras se acomodaba el saco negro.
- Más le vale.
-listo- le susurró a la chica cuando hubo terminado con su cabello, esta sonrió agradecida, pero no dijo nada.
- Bien, la diversión será grande esta noche - vaticinó Charles mientras rodeaba a la Hufflepuff con un brazo y estudiaba su peinado.
Salieron de la sala común mientras Louis volvía a comentar sobre el Acné de potter y Rose, esta vez, sí lo mandaba a callar.
