...Problemas de comunicación...


_Efecto de Colores_

Escrito: One-shot.
Autora: El Bichito de Leeren.
Pareja:
ZekMin (Zeke x Armin)
Narrador: Primera persona.
Género: Yaoi, BL, LGBT+
Subgénero: Romance.
Contenido: Omegaverse, Destino, Dislexia.
Anime: Shingeki no Kyojin (AOT)
Número de palabras:
3,782

§

"El alma tiene una jerarquía ordenada.

La tiranía es un desorden del alma por la epitimia desbordada.

La única manera de ordenar el alma, es a través de la sabiduría y que esta se imponga ante la epitimia"

§

Cuando tenía cinco años, surgió el primer cambio de tonalidad de mis ojos.

Era un verde olivo algo extraño si lo comparaba con mis ojos azules.

Mamá me hizo un pastel con fresas para felicitarme sobre lo que sería un nuevo aniversario. Era un evento importante que el color de los ojos de tu alma gemela se manifestara por primera vez a los cinco años. Recuerdo que la fiesta fue bonita; hubo globos, cerbatanas y un libro de cuentos infantiles que papá me dio mientras me decía: "Felicidades campeón".

Con cinco años no entendía bien a qué se referían. Yo solo quería otros dos pedazos de pastel, abrir mis regalos, explotar otras cuatro o cinco cerbatanas para perderme en sus bonitos colores y en la diamantina que explotaba como los fuegos artificiales.

Si lo pienso bien, no entiendo porqué papá y mamá hicieron tanto alboroto por un cambio de color de ojos. Era Omega desde nacimiento, era obvio que también tendría a un Alfa como destinado aunque no lo quisiera.

Lo importante era que el pastel con fresas sabía delicioso, y que papá me dio un libro de cuentos.

Los ojos verde oliva solo los olvidé y seguí con mi niñez en curso, jugando en los columpios y descubriendo que en el mundo había algo llamado letras y libros, y que aunque ya presentara dificultades para leer y confundía letras o números, no me impedía emocionarme por lo que fuera que ocultaran los libros entre sus páginas.

Constantemente me preguntaba si había algo malo conmigo o con mi profesor de español básico, haciéndome escribir quince veces mi nombre en hojas cuadriculadas, porque una letra había sido remplazada con otra.

Era algo como: es "Armin Arlet", y no es "Arnim Arlet", o "Armin Arlot".

Sabía cómo funcionaba mi nombre, y como me llamaba desde pequeño, pero escribirlo era otro nivel que mi profesor de español ocupaba para hacerme escribir planas enteras y hacerme saltar recreos hasta terminar con mi "deber".

No era para nada lindo.

Hoy lo pienso nuevamente mientras miro las hojas de raya bajo mis manos y escucho al profesor de aritmética dictar algo desde su mesa; se nota ansioso por terminar la clase e irse a hacer cualquier cosa que no requiera tanto esfuerzo. Es final de segundo semestre de preparatoria, todos están ansiosos por ir se a sus casas y disfrutar de las vacaciones.

Cuando termina la clase y todos salen, yo me quedo a revisar el apunte de clase. He confundido letras, me he comido palabras y otras no se entienden mucho por lo rápido que he escrito ante la ansiedad de tener todo.

—¿Quieres que te pase mi apunte? —Mikasa toca mi hombro, ofrece su libreta llena de anotaciones, colores y hasta dibujos.

—Gracias —digo tomando su libreta y metiéndola a mi mochila. En casa arreglaré todo. Vuelvo la cabeza para mirarla e invitarle algo de comer por su apoyo durante todo el semestre, ella ya está en la puerta del salón, casi no puedo verla.

—Cambiaron de color —dice sorprendida. Yo me tallo los ojos con la manga del suéter. Ni con eso consigo verla bien.

—Creo que él ocupa lentes, cada que cambiamos no puedo ver mucho.

Ella hace una mueca desganada.

—Que mala suerte —dice.

—Quizá…

Los aromas me invaden la nariz una vez fuera del salón. Los Alfas han impregnado aquí y allá su aroma hasta hacerlo molesto, me tengo que poner un tapabocas para no terminar mareado y vomitando. A Mikasa no parece importarle mucho que todo apeste demasiado.

—Vamos afuera.

Sus ojos cambian de color, ella no parece notarlo, se vuelven de un marrón claro muy bonito, pero que desentona por su porte serio y lejano. Cada que sus ojos cambian recuerdo como estuvo desilusionada de que sus ojos no se volvieran verde esmeralda como los de Eren, sino un "feo marrón" —como lo llama ella—, a Eren no le importó para nada.

— ¿Tienes alguna pista de él o de ella? —pregunto de camino al patio exterior.

—Creo que es mayor que yo. Es hombre.

—Ya es algo.

— ¿Tú sabes algo?

—Aparte de su mala vista, nada. No sé si quiera si es hombre o mujer.

A lo lejos vemos a Eren con una malteada de chocolate en sus manos, habla mucho cuando nos acercamos, él ha logrado tener más pistas de su alma gemela: sabe que es un alfa, un año mayor que él, que no le gustan las cosas dulces y que es extremadamente higiénico, incluso cree saber cómo se escucha su voz, ya han hablado dos veces en sus sueños. Ojalá tuviera la misma suerte.

Las vacaciones llegan y con ello mis talleres para no atrasarme en clase. Mientras algunos disfrutan su estancia fuera, yo me quedo leyendo y esforzándome en adelantar temas del siguiente semestre y no tener problemas y calificaciones bajas.

Mi vista se vuelve borrosa, más que las veces anteriores.

Esto es una completa joda.

—Mamá —digo entrando a la cocina, ella me mira sorprendida de mi cambio de tonalidad—. Creo que voy a necesitar lentes.

§

El tiempo pasa volando al igual que las hojas de los arboles con la llegada del otoño. La preparatoria se pone de colores amarillos, marrones por las hojas secas, y uno que otro tono negro por la acumulación de suciedad en las esquinas.

Recibo mi certificado con honores, uno que otro reconocimiento por desempeño académico, presentaciones y ayuda a los profesores. Casi cumplo con el papel de estudiante estrella, de no ser porque soy de los pocos que no ha encontrado a su alma gemela.

—No te sientas mal —dice Eren tocándome la espalda, él tampoco ha encontrado a la suya—. Ya llegará.

Le sonrío porque no tengo nada más que decirle. A lo lejos vemos a Mikasa tomada de la mano de su destino que resultó ser un Alfa llamado Jean y ya aceptado en la universidad de pedagogía, ha asistido con un ramo de flores, muy arreglado y solo para verla a ella. Veo como mi amiga sonríe, lo abraza y parece que su porte frío nunca ha existido. Esta realmente feliz.

Eren casi llora de la felicidad al verla.

—Así está mejor. Él realmente la quiere.

Claro, son destinados. Vamos por malteadas de chocolate y dulces para festejar él y yo.

La vista se me vuelve borrosa de repente. Mierda, otra vez no. Saco las gafas de mi bolsillo, sin embargo, no alcanzo a ver ciertas cosas.

"Su graduación volvió a aumentar".

§

Soy aceptado en la universidad de Biología. En la pantalla se puede leer un bonito: ACEPTADO, seguido de instrucciones para el trámite de registro. Lloro por la felicidad y corro por toda la casa gritando que oficialmente, ya soy universitario.

Eren me marca de inmediato, él también está llorando por haber sido aceptado en la facultad de Literatura. Ambos lloramos por llamada y quedamos en festejarlo con maratones, golosinas y un viaje bien ganado.

Mikasa le sigue, diciendo que obtuvo pase a una universidad en las afueras, cerca de la de Jean; aunque está feliz, no quiere separarse tanto de nosotros.

Tres Omegas en la universidad. Perfecto.

La vista me cambia de nuevo, no me importa por el momento no ver nada, pero me pregunto si él o ella también fue aceptado en la universidad o si ya tiene una carrera hace dos años, quizá ni siquiera lo intentó y ahora tiene un trabajo independiente, o puede que su situación ni siquiera sea lo que me imagino.

No sé nada sobre ti, pienso, más que tienes una mala vista y unos ojos verdes, sea lo que sea, espero que estés bien… ojalá te encuentre pronto.

De repente algo de melancolía se me mete al pecho. Quizá ni siquiera le llegue a encontrar hasta mis treinta, lo cual, ciertamente, es triste.

§

Mis emociones y mi ciclo de celo cambian radicalmente. En un momento puedo estar triste y al siguiente no dejo de reír por una palabra en sueco, yo ni siquiera sé sueco y no me gusta. Mis cambios de humor es algo con lo que puedo tratar, apenas, pero puedo. Los celos son otra cosa que ni los supresores me ayudan.

Al final tengo que pedir permiso para faltar en la facultad, todo bajo la condición de llevar un justificante y hablarlo con la administración, un trámite de todo un día.

Mamá dice que es normal, a mi edad ya la mayoría ya ha encontrado a su Alfa, por lo que, que mi ciclo de celo se altere, va a la par de no haberlo encontrado. Las emociones son "daños" colaterales.

Ella dice que mi Alfa debe de estar pasando por lo mismo, solo que a su modo. No me puedo imaginar como lo está llevando él o ella. Ni siquiera conozco su voz o su rostro, no sé nada, es como si la comunicación nunca se fuera a dar.

Me pasó casi dos semanas ahogado en pastillas, y sin poder ver bien porque mis ojos permanecen en el verde oliva por mucho tiempo seguido. Se vuelve frustrante y quiero llorar en algún punto.

¿Por qué no estás conmigo si te necesito?

¿No se supone que debemos estar en los peores momentos para el otro?, ¿por qué no me has dado una pista si quiera de quien eres o como eres?

Lloro mucho por las noches, el sentimiento de soledad me aborda mucho, mamá y papá están lo suficientemente preocupados para pensar en internarme.

Llegando la tercera semana, soy capaz de levantarme y salir a tomar el sol sin ponerme a llorar o gritar de camino. Seguro mamá sintió el alma volverle al cuerpo cuando me vio salir del cuarto. Con forme pasan los días, el medicamento va mermando y las emociones se disipan. Todo se archiva como un mal recuerdo.

Mis ojos vuelven después de unos días. No sabía cuándo podría extrañar ver bien y sin lentes.

Terminando el mes, regreso a la facultad. Me encuentro con la sorpresa de que Eren a encontrado a su destinado, me cuenta todo con sumo detalle.

Por primera vez, tengo envidia de mi amigo y, a la vez, odio al destino.

§

—Armin, esa letra es una b, no una p —dice Eren.

—Lo siento, ya lo corrijo.

—Sería buena idea que me dieras tu trabajo. Solo para verificarlo.

Eren mira su celular, una mueca de asco mezclada con enojo le surge.

— ¿Problemas? —digo borrando otra palabra mal escrita, si esto sigue así, tendré que repetir todo.

—Mi hermano mayor vino de Suecia. Tendré que volver a casa más tarde, no quiero verlo.

El móvil le vuelve a sonar en el bolsillo, esta vez con un tono particular, lo saca rápido, lee la pantalla y la sonrisa vuelve a sus labios. Una espinita de envidia se me mete en el pecho.

— ¿Levi? —pregunto volviendo de nuevo la vista al cuaderno lleno de letras, todavía alcanzo a ver como su rostro se torna rojo de la vergüenza.

Sus dedos apuntan a otro error dentro cuaderno. Voy a repetir todo al final.

Eren llegó hace unos meses casi llorando a mi lado, diciendo y gritando lo bonito que había sido encontrar a su alma gemela: un Alfa del área de sociales, un año mayor que nosotros y con un porte tenebroso que el mismo Eren llama "tierno". Me sigue sorprendiendo el destino de mi amigo. Simplemente no entiendo como dos polos tan opuestos se atraen.

Eren había dicho que sintió como si comiera millones de chocolates, o que creciera un jardín lleno de plantas mutantes en su estómago y su cabeza, aunque, pensándolo bien… no suena tan genial como él lo dijo, incluso me da miedo imaginarme miles de plantas salir de por mis ojos y mi carne, es tétrico. Pero Eren había encontrado a su alma gemela y ahora tenía heterocromía cada que Levi estaba cerca, uno de sus ojos se mantenía verde esmeralda, mientras el otro era cambiado a un azul oscuro muy cercano a negro.

De repente lo volteo a ver, ahora parece una mancha borrosa.

—Volvieron a cambiar —dice él.

Claro, ya me di cuenta.

—Volvió a empeorar su vista —digo, mientras rebusco en mi mochila—. Creo que olvidé traer los lentes. —Eren me ayuda a buscar. Luego de sacar cada cosa y volver todo a su lugar, en efecto, he olvidado traerlos—. No puede ser posible… no puedo ver nada.

Cierro las libretas. Hoy será caso perdido.

Eren aún me mira desde el otro lado de la mesa, parece preocupado por dejarme solo, sabe lo importante que se vuelve un objeto en estos momentos.

—Ve con él —digo—, Levi ya debe estar esperándote.

— ¿Seguro que no quieres que me quede?

—Seguro. —No es como si quedándose fuera a ayudarme completamente—. En un rato volverán a cambiar.

—Llámame si necesitas algo —dice y luego toma sus cosas saliendo de la biblioteca estudiantil.

Dejo estrellar mi frente sobre la mesa de madera, el golpe duele pero no tanto como para levantarme. El aire va saliendo quedito de mis pulmones, normalizando mi ritmo cardiaco y sintiendo el frío que congoja la biblioteca; el ligero pasar de las hojas me arrulla.

No poder ver bien no es el fin del mundo, aún así, no quiero arriesgarme a morir atropellado por algún loco arriba de un carro o chocar con paredes.

Su vista realmente ha empeorado, me pregunto si tendrá que someterse a alguna operación ocular en el futuro de seguir así.

Respiro quedito el frío que me rodea, en algún momento caigo dormido, transportándome a otro mundo de ensueño, con ríos, lagos y hasta peces voladores que respiran fuera del agua. De nuevo no le encuentro.

Entre el sueño pienso si llegará el día en que conoceré a la persona que se ha apropiado de mis ojos, quizá sea chico o chica… en realidad el género no es algo que me interese, existen peores situaciones que el que mi destino resulte ser un chico. Por ejemplo: que no me quiera o que quiera romper todo lazo conmigo luego de encontrarme. Hay reportes donde se comprueba que las almas gemelas en realidad no son felices juntas. Quizás por eso no he tenido ninguna pista sobre él.

¿Si en realidad no quiere tener una relación conmigo? Quizá le entienda y deje que todo pase, solo le pediría que se operara los ojos, porque seamos honestos, vivir sin poder ver una mierda, en realidad es fastidioso.

Luego quizá él o ella me pida que vaya a un doctor o medico para curar mi dislexia, hoy día nadie sabe nada sobre ella. ¿Cómo lo llevará?, ¿le afectará? Mi problema tiene que ver más con mi cerebro que con mis ojos, pero me causa curiosidad saber si también a lidiado con problemas de confundir números, letras, quizá se ha retrasado uno o dos cursos en su vida académica por mi culpa. Tendré que disculparme si es así.

Mi miedo radica en que puede que las cosas no funcionen entre ambos. No quiero que me rompa el corazón la persona que debo querer toda mi vida. No tan rápido.

La prefecta de la biblioteca me despierta, me dice que ha llegado la hora de cerrar por cuestión de seguridad. Sigo sin poder verla aunque está a un metro de distancia.

—Ya, claro. Gracias —digo y tomo mis cosas para salir de este lugar.

La noche esta a nada de llegar, dentro de quince minutos todo se encontrará en completa oscuridad. Me apresuro, no quiero quedarme varado en plena oscuridad y, sin poder ver, todo se volverá realmente complicado.

Estoy a dos edificios de la salida cuando siento la piel de los brazos ponerse fría, no hace aire y la temperatura hace segundos no era mala, entonces ¿por qué…?

El frío me va de los brazos hasta llegar a inundar todo mi cuerpo, tiemblo y las rodillas me flaquean. Odio el frío. El clima no debería de cambiar ni afectarme tanto.

A lo lejos veo la silueta borrosa la salida de la Universidad, la oscuridad está cubriendo todo, tengo que darme prisa.

Todavía queda un edificio de por medio, cuando veo otra silueta moviéndose en la puerta, camina raro y luego parece agazaparse en el suelo, merodear la salida de un extremo a otro. Parece confundido cuando me nota.

—¿Hola? —digo, de por sí es bastante extraño encontrar alguien a esta hora.

No contesta, se queda fijo y parece mirarme, mientras yo solo veo una silueta borrosa y muy lejana por la oscuridad.

Se comienza a acercar de golpe, parece comenzar a correr. Otra corriente de frío se carcome mi sistema corporal, seguido de nauseas y un miedo de lo que sea que se está acercando.

Mis piernas se mueven por inercia corriendo a los edificios dentro de la facultad. Trastabillo varias veces con piedritas y huecos aquí y allá que no alcanzo a ver.

Volteó muchas veces a mi espalda presa del pánico, el miedo y un aroma que surge de quien sabe dónde y me hace sentir más frío recorrer todo mi cuerpo. No veo nada a mi espalda, igual no me importan, no pienso detenerme a averiguar que era aquello que me hizo ahogarme en miedo.

Sigo corriendo, tratando de ubicarme con un mal mapa mental de la facultad de Filosofía, nunca he estado aquí así que choco muchas veces con muros y maseras. Cuando voy escaleras abajo mis pies trastabillan y ruedo cuesta abajo por las escaleras. Todo el cuerpo me duele.

— ¡Hey! —escucho a mis espaldas. Mierda.

De muevo, corriendo, el miedo me inunda, no sé si llorar o salir corriendo de nuevo a pesar de que todo el cuerpo me duele bastante; hago ambas. En un segundo estoy corriendo de nuevo dirección a no sé dónde. Solo quiero escapar de este sentimiento.

Corro, lloro, quizá también esté sangrando por las caída, sudo un poco; he perdido la mochila en algún momento, hiperventilo buscando oxigeno desesperadamente.

Ya basta. Por favor. Basta. Basta. No quiero sentir esto, sea lo que sea, no quiero. No lo quiero.

Cuando estoy fuera del edificio de alguna de las facultades, vuelvo a tropezar de lleno con algún objeto. Ahora sí que me he fregado un tobillo.

Escucho a alguien acercarse, el miedo parece alejarse.

—Armin ¿Estás bien? —Es la voz de Eren—. ¡Estas sangrando!, ¿qué pasó?

—Alguien me persigue.

— ¿Aún no puedes ver?

—Hay que llevarlo a la enfermería. —Esa es la voz de Levi.

—Solo… —suplico—. Sáquenme de aquí. Rápido.

Levi toma mi peso recargándome en su hombro, a penas damos unos pasos cuando de nuevo todo mi cuerpo vibra en alerta.

Quiero llorar, gritar, todo el cuerpo me duele y el frío me está comiendo a pedazos junto con el pánico.

Otra voz se escucha.

El grito me nace desde la garganta y en un intento de escape por mi cuenta, termino cayendo de golpe al suelo y arrastrándome a donde sea que me lleven mis manos.

—Zeke, aléjate. Lo estás asustando —dice Eren.

— ¿Quién es?

Una voz. Un aroma. Me quema la garganta respirar. No dejo de llorar.

Levi se me acerca tratando de calmarme, mientras Eren parece discutir con alguien más alto que él.

— ¿Qué haces aquí?, te dije que volvería casa más tarde. ¡Mira lo que provocaste!

— ¿Quién es él? —pregunta de nuevo, alcanzo a mirarlo un poco, solo veo la silueta. Todo mi sistema me grita.

"Alerta".

—Es mi amigo —dice Eren, suena molesto, empuja al más alto evitando que se me acerque y yo reaccione aún más presa del pánico.

—Déjame acercarme.

Muevo la cabeza en negativa. Levi sostiene mis muñecas para que evite lastimarme a mí mismo, es el único que parece calmado, de repente su mirada cambia a una llena de sorpresa, como si encontrara la respuesta al origen de la vida. Me suelta de las muñecas.

—Deja que se acerque, Eren —dice Levi.

— ¿Qué?

—Déjalo. Creo que sé que es lo que pasa.

Aprovecho la oportunidad para arrastrarme de espalda, llenándome de polvo y tierra. La otra persona se acerca, pasando por Eren y luego por Levi, hasta quedar frente mío. El aroma me asfixia, todo me da vueltas. Las lagrimas y los gemidos ya no son suficientes para expresar mi desesperación y el miedo que me repta por mi cuerpo.

—Déjame ver tus ojos, por favor. —Por instinto, cierro mis parpados lo más fuerte que puedo.

Doy un brinquito en el piso y quiero volver a gritar cuando siento que me toma de las muñecas con una mano y, con la otra, me obliga a alzar el rostro tomándome desde la barbilla; en su lugar de entrar en una crisis de pánico, parece que toda la atmosfera de miedo y terror se va disipando, dispersándose de poco a poco. El aroma no me quema la garganta, respirar se vuelve menos complicado y el frío que antes me estaba volviendo loco, ahora se ha vuelto en un líquido cálido que fluye con cada bombeo de mi caja torácica.

—Por favor. —Parece una súplica.

Abro mis ojos lentamente. Su rostro estaba a centímetros del mío, es lo único que puedo ver con claridad.

Ahí estaban, él tenía mis ojos, mientras los suyos me pertenecían.

—Eres tú… —declara—. Eres tú.

Me abraza, como si fuera un pequeño hámster al qué proteger del mundo, el aroma a algo parecido a café me inunda las fosas nasales. Todo es muy cálido de repente y el dolor desaparece.

— ¿Tú…? —pregunto aún abstraído por el shock.

—Mi nombre es Zeke —dice, susurrando al lado de mi oído, provocándome escalofríos—. ¿Cuál es tu nombre?

—Armin…

—Armin —dice vibrando mi nombre en sus labios y mirándome de frente, coloca unas gafas sobre mis ojos, todo parece con más luz y colores ahora.

Rubio, alto, con algunos indicios de barba y sonriéndome, parece querer llorar, aún me sostiene en un extraño abrazo.

— Tú… ¿eres…?

—Tu destino.

Y pienso que ojalá hubiéramos experimentado de diferente manera a nuestro destino. Una donde yo no hubiera terminado sangrando, con un tobillo lesionado y presa del pánico.

Quizá no con todos es color de rosa y un encuentro perfecto.

Con él no, al menos.

§


Notita coqueta de la autora:

Bien... mi alma necesitaba esto. Una parte quería escribir del destino y la inseguridad de vivirlo, otra quería ZekMin de a fuerzas. Este es el resultado.

Llevo queriendo leer algo de ellos hace como un año, pero no he encontrado nada, ni un fanart, ni un fic... NADAAAAA. Así que me dije: Si nadie lo hace, yo lo haré, apártense de mi camino.

¿Es una ship rara?, ¿la habían escuchado? Me gustaría saber 3

Me gustó escribir de ellos, aunque en realidad tiene poca interacción, porque es la primera vez que le manejo, me gustó un montón la idea de Armin y Zeke. Lo siento, pero no lo siento en realidad. Fue algo cortito, por lo mismo de que apenas me aventuré a escribirlos.

Así que... bueno, ahora mi alma está satisfecha uwu

Si les provoqué alguna emoción... entonces mi objetivo fue cumplido.

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER "EFECTO DE COLORES"!

Nos estamos leyendo.

Que la fuerza lxs acompañe.

-El Bichito de Leeren-