Disclaimer: El One Piece le pertenece por completo a Eichiiro Oda, lo siento Luffy, no podrás ser el Rey de los piratas XD.
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Advertencias: Este fanfic tiene un OC (Original Character), que si bien tiene importancia en la historia, no le quita el protagonismo a los personajes principales.
Notas de la autora: Este fic empezó con una idea loca, y es que tengo 4 gatitos, pero dos de ellos tienen una relación amor/odio interesante, es decir, pueden pasar peleando todo el día, revolcados en el suelo y pegándose, pero cuando se relajan, tienden a dormir juntos, a acicalarse mutuamente y no pueden estar separados. En fin, que pensé en Sanji y Zoro (Porque para rematar el un gatito es anaranjado y el otro es atigrado aunque tiene un subtono verde, entonces encaja por donde lo mires. He estado trabajando en este fic durante meses, según yo iba a ser un one shot, pero conforme lo iba escribiendo, la historia se fue alargando.
Nota 2: El fic ya está terminado, consta de 4 capítulos, y voy a subir uno semanalmente, muy seguramente los días martes.
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Amor felino
Capítulo 1: El agujero
Odiaba al marimo, lo odiaba demasiado, tanto que podría matarlo sin sentir ninguna clase de remordimiento, lo tenía caminado frente a sí y las ganas de molerlo a patadas se hacían cada vez más fuertes, pero se detenía al pensar que al llegar al Sunny tendría que explicarle a Luffy por qué lo había matado, además de cargar con el pesado cuerpo del cabeza de alga, eso sí lograban llegar algún día al barco.
Lo cierto es que se encontraba irritado porque parte de la culpa de estar metidos en esa situación también recaía sobre él. Sacudió la cabeza, no, la culpa enteramente era del marimo, si no fuera tan tarado y arrogante podría llevar una mejor convivencia con él, pero no, tenía que provocarlo a cada minuto y sacarlo de sus casillas, es más, ni siquiera entendía por qué lo estaba siguiendo si sabía perfectamente que no tenía el más mínimo atisbo de orientación.
Pero la verdad era que decidió seguirlo después de haber estado vagando por ese bosque durante ya bastantes horas sin haber llegado a ninguna parte.
Era algo bastante extraño, según lo que había podido divisar apenas llegar a la isla, el bosque no era espectacularmente grande, había hecho uso de su Sky Walk para subir a la copa de un árbol y poder divisar hasta dónde se extendía el terreno, estando allá arriba se encontró con que la isla no era grande, no veía civilización alguna y en cambio le sorprendió ver todo tipo de biomas en un lugar tan reducido. En medio del bosque pudo apreciar un manantial de agua clara, lo primero que se le vino a la mente fue que podría encontrar allí una muy buena fuente de alimentos, tanto animales como vegetales y la excitación le subió por todo el cuerpo, estaba decidido, iría a ese lugar para reabastecer al barco, el camino además le serviría para relajarse, despejar la mente y poner sus pensamientos en orden, últimamente había estado expuesto a dosis bastante altas de estrés, así que se alegró al poder estar a solas un tiempo. Hubiera agradecido que "sus" chicas lo acompañasen, pero se daba cuenta de que era hora de aceptar que no llegaría a ningún lado con ninguna de ellas.
Con ese pensamiento se adentró en el bosque en la dirección que había visto al manantial, calculó que llegaría al lugar en aproximadamente hora y media, eso si no se encontraba con algún obstáculo difícil de sortear y si iba a paso relativamente rápido, también tenía que tomar en cuenta un pequeño margen de error por si llegaba a perderse, y en seguida explotó en carcajadas "Ni que fuera el estúpido marimo" pensó, además, si por una muy mala jugada del destino llegara a perderse, siempre podía subirse a un árbol y echar un vistazo para encontrar nuevamente el camino correcto, después de todo, volvió a repetirse, la isla era tan pequeña y particular que perderse sería imposible.
Y allí estaba, reclamándole al cielo por tan mal karma, no solamente se había encontrado con Zoro después de media hora de caminata, si no que por haber estado peleando se habían perdido. Sanji, con todo el mal humor del mundo, tuvo que treparse a un árbol y tratar de encontrar nuevamente el manantial, pero al llegar a la cima, se topó con que repentinamente el bosque había crecido demasiado, ya no había rastros de los diferentes ecosistemas que había visto hace una hora atrás, ni siquiera podía alcanzar a divisar el mar, por lo tanto, decidió que lo mejor sería caminar hacia una dirección, y después de algún tiempo volver a trepar un árbol y poder ubicarse mejor. Trató con todas sus fuerzas no pelear con el cabeza de alga, pero su mera existencia le cabreaba, era verlo y sentir que le hervía la sangre; por alguna extraña razón le irritaba más que antes, pero no sabía decir con certeza que era lo que hacía que la repulsión que sentía hacia él, se acrecentara en los últimos meses.
Habían decidido que buscarían el camino de regreso juntos, no serviría de nada si uno lograba salir y el otro siguiera perdido en el bosque, sin embargo, y a pesar de que Zoro estuviera comportándose, Sanji simplemente no podía seguir cerca de él, sentía que en cualquier momento lo molería a patadas y decidió que lo mejor para su salud mental sería tomar un camino separado. Con un pequeño gruñido que simulaba ser un "me largo" dobló hacia la izquierda, desapareciendo así del rango de visión de su nakama, el cual tampoco hizo nada para seguir sus pasos.
Caminó durante horas, y por la posición del sol, supo que ya era pasado el medio día, el hecho empezó a preocuparlo, y es que si no lograba salir de ese lugar antes de que la noche cayese, tendría que ingeniar un refugio para poder pasar la noche, de pronto, un pequeño atisbo de remordimiento lo asaltó y pensó en que Zoro también podría encontrarse en la misma situación, además, lo conocía lo suficiente para saber que el cabeza de alga ni siquiera tuviera reservas de agua, y aparte estaría con el estómago rugiéndole al más puro estilo de Luffy. Se quedó con la botella de agua en la mano al darse cuenta de que no había visto a ningún animal en el bosque, y eso era bastante extraño, le resultó imposible el hecho de encontrar una isla que no tuviera más indicios de vida que las plantas, es más, no había visto siquiera a ningún insecto, por más ínfimo que fuera. Se aterró, cerró la botella sin haber probado sorbo de ella y empezó a caminar con mayor rapidez, poco a poco la caminata se convirtió en trote y terminó por ser una carrera con la esperanza de encontrar lo que fuese.
Tan concentrado estaba en esquivar algunas ramas bajas, que cuando se dio cuenta del gran agujero que se abría en el piso, ya era demasiado tarde. Cayó en él de manera estrepitosa, y fue tan sorpresivo el hecho, que no tuvo tiempo de reaccionar y acomodarse para caer de manera que no se hiciese daño, se estrelló con el fondo del agujero y escuchó claramente un "crack" seguido de un dolor insoportable que lo hizo gritar, inclusive, una pequeña lágrima de dolor le bajó por un costado de su rostro y supo enseguida que estaba jodido, se acomodó en el suelo para poder ver que tan malo era su estado, y al ver su pierna derecha no pudo hacer más que horrorizarse. Había muchísima sangre, y no, no provenía de las raspaduras que se hizo en el camino de bajada, sino que fluía copiosamente de una gran abertura por la cual se asomaba lo que parecía ser un trozo de hueso.
Se había roto la pierna.
Sanji trató de incorporarse, pero simplemente no podía mantenerse en pie porque su pierna se doblaba automáticamente, además, sentía que su pie izquierdo también había sufrido algún tipo de daño que, aunque fuera menor que el recibido por su otra pierna, definitivamente le dificultaba por mucho la movilidad. Después de varios intentos por tratar de salir del agujero y solamente lograr causarse más daño, decidió que lo mejor sería esperar algún tipo de milagro, se miró la pierna, que minutos atrás había tomado la precaución de vendar con un trozo de su camisa rasgada, se mantuvo en silencio durante algunos momentos, y después de ver que no ocurría nada, lanzó un grito de desesperación hacia el aire como una manera de desahogo.
No pasó mucho tiempo hasta que vio una silueta asomarse a contraluz desde la cima y no fue muy difícil reconocer a quién le pertenecía.
Tuvo ganas de esconderse, es más, de morirse allí mismo antes de dejar que Zoro lo viera en tan lamentable situación. Estaba seguro de que se le burlaría durante el resto de su vida por haber quedado en un estado tan deplorable por un simple huequito en el piso, pensando en esto, su orgullo quiso sobreponerse al dolor, trató de levantarse sin darle la más mínima señal de debilidad, pero cayó nuevamente al suelo, ahogó un gemido y las ganas de llorar lo atacaron nuevamente, estaba seguro de que no volvería a utilizar sus piernas como antes, quizás debería dejar de pelear durante años, o quizás nunca más lo lograría. Un halo de desesperación recorrió todo su cuerpo y otra vez deseó estar muerto. Cerró los ojos con resignación.
Sintió la presencia del espadachín junto a la suya en cuestión de segundos y solamente pudo escuchar un gruñido ronco y seco, abrió los ojos para verlo y notó en el rostro de Zoro, una ligera mueca de preocupación.
—Eso se ve mal. —Le dijo mientras movía su cabeza en señal de negación, acto seguido se acercó para ofrecerle su hombro como punto de apoyo.
Era raro…
Sanji se quedó examinando al espadachín y fue en ese momento en que cayó en cuenta de que todo el tiempo que habían estado juntos perdidos en ese bosque, Zoro se había portado como una persona decente, no lo había llamado con ninguno de los ridículos apodos que le había puesto, no le había dado razones para enojarlo, es más, hasta parecía que tomaba en cuenta las cosas que molestaban al rubio y las hubiera minimizado hasta hacerlas desaparecer, y ahora, allí estaba, ofreciéndole su hombro. De pronto lo vio como alguien muy considerado, incluso caballeroso a su muy particular manera de ser; aceptó el gesto, y cuando ejerció un poco de fuerza sobre su pierna "buena", solamente logró tambalearse y ahogar un gemido apretando con fuerza sus dientes.
Roronoa suspiró.
— Que remedio. — dijo para sí mismo, y antes de que Sanji hiciera alguna de sus pataletas lo cargó en brazos, con un rápido movimiento lo puso sobre su hombro, como si de un costal se tratase.
—¡Suéltame marimo! — Alcanzó a reclamar el cocinero, pero ya era tarde, se sintió como una damisela en peligro siendo rescatada por el príncipe azul prometido, y por más que hubiese querido saltar nuevamente al suelo, no lo hizo, sabía que Zoro era su única esperanza, más le convenía no molestarlo, así no lo dejaría en medio del bosque, o peor aún, dejarlo en ese hueco. Suspiró pesadamente y con resignación.
Zoro empezó a escalar por las paredes rocosas del agujero para poder llegar a la cima, no fue tanto esfuerzo, después de todo, no era tan profundo, y Sanji nuevamente se sintió idiota por haberse lastimado de esa manera solamente por haber caído mal.
Lo dejó en el suelo, y Sanji se limitó a mirar hacia otro lado mientras Zoro se sobaba la nuca y dirigía su mirada al lado contrario, se mantuvieron así durante algunos segundos y el silencio reinó en el ambiente.
—Gra…
—¿Cóm…
Dijeron al unísono para callar nuevamente. Zoro al fin lo miró, y tras un rápido vistazo a la pierna de su compañero, se dio cuenta de que la situación era grave, si bien había visto a Sanji en muy mal estado tras una fuerte pelea con el enemigo, nunca había visto a una de sus piernas así de destrozada. Por experiencia propia, Zoro sabía que a Sanji le quedaban apenas algunas horas de cordura, seguramente la fiebre atacaría pronto, quizás tuviera un par de alucinaciones antes de quedar inconsciente, y no, no decía eso porque lo considerara un debilucho, al contrario, una persona normal hubiera quedado en shock, o de plano se hubiese desmayado por el dolor, pero no, Sanji tenía la suficiente fortaleza para no demostrar el intenso dolor que recorría su cuerpo, su orgullo seguía allí a pesar de estar desangrándose, el trozo de camisa que envolvía la pierna ya no era suficiente para parar el sangrado y unas gotas empezaban a escurrir hacia el suelo.
Zoro hizo el intento de rasgar su propia vestimenta, pero Sanji lo detuvo en seco al rasgar él mismo la otra parte de su camisa, hizo el ademán de envolverse la pierna, pero Zoro se agachó para ayudarlo, para comprobar de paso el estado real del miembro ensangrentado y además, sabía que un mal trato a la herida podría terminar en la amputación de su pierna, o peor aún, la muerte. Terminó la labor, realmente sorprendido de que el cocinero pervertido no hubiese hecho objeción de ningún tipo, y por un momento, un ínfimo segundo, sus miradas se cruzaron; la de Zoro denotaba preocupación, una demasiada sincera y sentida, en cambio Sanji, por alguna extraña razón, estaba levemente sonrojado, tragó saliva inconscientemente y optaron a mirar hacia otro lado.
—Nos vamos. —Le dijo Zoro e hizo el intento de cargarlo nuevamente al hombro, pero Sanji se negó y le hizo notar que cooperaría, después de todo, el cabeza de alga era su única esperanza.
Zoro se puso en cuclillas dándole la espalda, y Sanji, como mejor pudo, se acomodó agarrando firmemente los hombros del espadachín, y así, empezaron un camino hacia la nada, esperaban estar dando vueltas durante horas antes de encontrar el mar, y Zoro pensó incluso en hacer un refugio, pues sabía que no lograría encontrar nada, y mucho menos en la oscuridad, pero quería llegar por lo menos a una fuente de agua dulce para poder tratar de mejor manera la fractura de Sanji.
No hablaban, no tenía sentido hacerlo. Zoro se daba cuenta de que Sanji seguía consciente por que de vez en cuando se estiraba levemente, se aclaraba la garganta o tosía para llenar con un poco de ruido el ambiente, y el espadachín se alegraba por sentir su presencia, al menos sabía que aún se encontraba "salvable" a pesar de sentir su costado empapado de sangre, y es que el vendaje ya no era suficiente. ¿Cuánta sangre podría perder el degenerado? Y rápidamente recordó los constantes derrames nasales que tenía cuando veía a una chica linda, y solamente pudo preocuparse más al recordar que Sanji tenía un tipo de sangre muy difícil de conseguir, debían llegar al Sunny lo más pronto posible para que Chopper lo tratase.
Siguió caminando tratando de encontrar la dirección correcta, y mientras lo hacía, trataba de descifrar que era eso que tanto lo incomodaba, y no, no era solamente por el momento que estaba viviendo, así, con Sanji a cuestas, si no que se había empezado a sentir extraño desde que había puesto un pie en el bosque que ahora recorrían, era como si una verdad oculta se le estuviera develando, pero no lograba captar muy bien el mensaje; quizás, solamente quizás, por esa razón no tenía ganas de pelear… o quizás no… Soltó un suspiro pesado y largo, lo suficiente para alertar al que iba detrás.
—¿Estás cansado? — preguntó el rubio sin ningún atisbo de burla en su tono.
—No — respondió de forma vacía, como si no cupiera ninguna clase de sentimiento dentro de sí.
Cada vez se comportaban más extraños, como si no fueran las mismas personas, como si un ente hubiera llegado a ocupar sus cuerpos y los estuviera manejando a su antojo, Zoro solamente pensó en seguir caminando, como si algo dentro del bosque lo estuviese llamando, y Sanji, tuvo la imperiosa necesidad de recostar su rostro contra la espalda del espadachín, la miró y se le antojó demasiado cómoda, como si ese sitio estuviera reservado solamente para él; empezó a acercarse para sentir la firmeza de esa espalda contra su mejilla, estaba tan cerca y sentía que el corazón le explotaría tarde o temprano, de pronto, Zoro paró en seco haciendo que Sanji abandonara la idea de pegarse a él y despertó del trance.
Miró hacia al frente para ver qué había sucedido, y de pronto quedó anonadado al igual que Zoro. Habían llegado al manantial que había visto hace algunas horas, el mismo al que quería llegar y por el que había terminado perdido. Era una vista tan hermosa que le robó el aliento durante algunos segundos, se olvidó del dolor y de pronto quiso sumergirse en el agua cristalina, tragó saliva y dejó que el aire entrara en sus pulmones, y respiró tan profundo que hizo reaccionar a un Zoro que se encontraba embelesado ante la presencia de dicho paisaje.
Se hubiesen podido quedar mirando el paisaje por siempre, pero Zoro enseguida tomó consciencia de que su camarada necesitaba ayuda, miró a su alrededor para encontrar un buen lugar para sentar al rubio y poder tratarlo de la mejor manera, y su mirada se encontró con una cabaña demasiado pequeña que lograba camuflarse con el paisaje. No lo pensó dos veces y se dirigió hasta ella, después de todo, no habían visto señales de vida en la isla, así que la cabaña seguramente estuviese abandonada. Extendió el brazo para comprobar si la puerta estaba abierta, y con alivio descubrió que lo estaba, entró y enseguida puso al cocinero en el piso de madera y con el mismo apuro salió de la cabaña para agarrar agua del manantial y poder dársela a Sanji.
En cambio, el rubio se quedó allí, tratando de aguantar un poco más, porque si bien la imagen del manantial lo logró distraer por un momento, ahora estaba sintiendo el dolor de manera más profunda. Sintió como sus párpados se cerraban poco a poco y la cabeza empezó a darle vueltas, sintió unas ganas profundas de arrojarse a la muerte en ese mismo instante, ir al plano astral para dejar de sentir dolor, y al mismo tiempo había algo que lo anclaba a la vida, pudo divisar un gran fondo azul lleno de peces, y nadando hacia él llegaba Zoro. Abrió los ojos por última vez y en la puerta de la cabaña pudo ver una silueta femenina que se acercaba lentamente y sin poder resistir más, cayó inconsciente.
CONTINUARÁ
Pasaba por aquí para recordarles que tengo página de Facebook, estoy como "Chisheccid Fanfics", por allá les voy contando cositas varias, la inspiración que tiene cada fic, memes varios y muchas cosas más, además, por allá también podrás enterarte de todos los proyectos en los que ando metida. Les cuento, tengo pensado hacer un pequeño sorteo cuando lleguemos a los 100 seguidores, y ya estamos muy cerca de lograrlo.
