Disclaimer: Los personajes de Sakura Card Captors pertenecen a CLAMP.
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ROMANCE TE PUEDO DAR
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Los tenues rayos del sol se filtraban entre la cortina colándose traviesos por la habitación, uno de ellos iluminaba el apuesto rostro de cierto moreno quien dormía plácidamente abrazando posesivo a una mujer. Las sábanas apenas cubrían sus desnudos cuerpos, dejando entrever el fornido brazo de él rodearla de la cintura y parte de su pierna descansar encima de las de ella. Esa era una de las cosas que disfrutaba en demasía, abrazarla, cubrirla con su cuerpo y sentirla solo suya.
La noche anterior anduvieron entretenidos celebrando el cumpleaños de su novia para posteriormente terminar el festejo en la privacidad de su alcoba, (para ser específicos, en la cama) como muchas veces solían hacerlo. Solo que esta vez el despertar sería muy diferente para ella... y para él también.
Él candente rayo de luz comenzó a molestarle y poco a poco Touya fue despabilándose, visualizando al instante la silueta de su pareja. Sonrió asiéndola más a su torso, aspirando el dulce aroma de la larga y hermosa cabellera negra e instintivamente hundió los dedos entretejiéndolos en cada hebra. Despacio, iba apartando parte de esos cabellos a un lado, besando su delicado hombro, su cuello, su mejilla, su sien...
La chica en cuestión se removió al sentir los juguetones labios sensuales y volteó sonriente capturándolos, deseosa de probarlos nuevamente. Colocó los brazos alrededor del cuello masculino toqueteando su rebelde corta melena y apegándose mucho más a su cuerpo. Touya no tardó en posicionarse encima de ella profundizando sus besos y acariciando el contorno de su cadera, pronto descendió hasta su blanco cuello y luego se dirigió a sus pechos, donde se entretuvo un buen rato.
Tomoyo suspiraba y jadeaba por las ardientes atenciones de su amado, era increíble lo que podía hacer su hombre con esa boca y que decir de esas grandes y expertas manos que acariciaban sin piedad cada centímetro de su piel. No había ni un solo recoveco de su cuerpo en la que su novio no dejara marca. De repente, reparó su cálido aliento deslizarse hacia el sur, torturándola con su lengua, ella se mordió los labios al sentir esas manos amasarle los pechos y una oleada intensa de placer le invadió cuando él se apoderó de su intimidad, provocándole varios gemidos que resonaban una y otra vez en esas cuatro paredes.
Difícilmente lograba articular palabra, quería que se detuviera, la pasión la estaba consumiendo con el corazón a punto de salir de su pecho. Sin embargo, ese pensamiento se esfumó cuando el tocó un punto muy sensible, entonces, osada hundió aún más la cabeza de su novio en su cavidad, arqueando su espalda al sentir venírsele el orgasmo. Ese exquisito gemido fue música para los oídos del muchacho.
Rápidamente, y con una agilidad que Touya poseía, la colocó de horcadas a él, hundiéndose glorioso en su interior a la vez que se incorporaba y la besaba demandante, marcando un ritmo lento y candecioso. Tomoyo se abrazó fuertemente a él y juntos se perdieron en sus cuerpos, entregándose nuevamente al placer de ser uno solo.
Con las respiraciones entrecortadas, culminaron su acto de amor satisfechos, sudorosos y felices de estar con la persona amada.
– Buenos días, preciosa – le saludó minutos después de haber recuperado el aliento.
– Muy buenos días, amor.
Touya apartó un par de mechones sobre su rostro, dándose un tiempo en contemplarla. Sus ojos amatistas titilaban cual luceros, el sonrojo en sus mejillas adornaba su angelical rostro, sus cabellos alborotados y pegados a su blanca piel debido al sudor de sus cuerpos luego de la placentera e intensa entrega ocurrida hace un momento. Se le veía adorable y encantadoramente sexy.
Embelesado, la besó con suavidad y con delicadeza la acomodó en su pecho.
La joven pareja se quedó un rato abrazada en el lecho, recostados piel a piel, disfrutando la paz que les otorgaba la intimidad de su habitación. Tenían que aprovecharla antes de salir de casa y enfrentarse de nueva cuenta a su agitada vida en el trabajo.
– Hay que levantarnos, Touya – musitó ella sin ánimos de hacerlo y trazando círculos imaginarios en el pecho de él.
– Un rato más.
Olvidándose de sus responsabilidades en el trabajo, los ojos de Touya empezaron a cerrarse a causa de los mimos de su novia. No es que fuera un holgazán, ni de chiste; sin embargo, cuando estaba con Tomoyo, se le olvidaba todo y lo único que quería era estar a su lado. Se sentía tan relajado con aquellas inocentes caricias que ella le otorgaba.
– ¿Sabes? el otro día me habló Sakura – mencionó la pelinegra de improviso, acariciando el abdomen duro de su estómago.
– ¿Que quería el monstruo? – pregunto perezoso, apenas y su voz sonaba audible.
– Oh vamos, Touya ¿seguirás llamándola de ese modo?
Una sonrisa traviesa adornó las facciones del muchacho.
– Seguiré molestando a mi hermana y al moscoso hasta que sea un viejo decrépito.
– ¡Eres incorregible! – le reclamó con fingido enfado – pero aun así te amo, aunque nada de viejito decrépito, tú serás todo un viejito cascarrabias y encantador. Si, el viejito más apuesto que pueda existir.
Tomoyo se acomodó encima de él cruzando sus brazos sobre su regio pecho y viéndolo intensamente. Touya no dejaba de verla maravillado por su forma de ver las cosas. Entonces, cruzó un brazo debajo de su cabeza sobre la almohada y su otra mano la acomodó en la curva de la espalda femenina.
– Si una adorable mujer como tú me acompaña hasta el fin de mis días, me sentiré más que complacido.
La joven se estiró regalándole un beso suave en su varonil quijada para enseguida acomodarse a sus anchas sobre ese cuerpo tan masculino, deleitándose en los latidos de su corazón. Touya estaba en trance, desde hace días quería decirle algo muy importante pero no encontraba la ocasión perfecta, tal vez era el hecho de que la noche anterior habían celebrado su cumpleaños, o haber hecho el amor tan fogosamente a muy tempranas horas de la mañana, o lo delicioso que sentía sobre su torso aquellos suaves y turgentes senos, o simplemente el que ella siempre estuviera a su lado en las buenas y en las malas, regalándole exclusivamente a él esa deslumbrante sonrisa. Si, estaba decidido, era ahora o nunca.
– Tomoyo – susurró él
– Dime.
– Espera aquí.
Touya se incorporó alejándola con suavidad del calor de su cuerpo y sin pudor alguno se dirigió al ropero empezando a hurgar entre los cajones. La joven al principio confundida con su actitud, se ruborizó al verlo como dios lo trajo al mundo. Se tocó la mejilla y sin vergüenza recorrió con la mirada esa ancha espalda y su bien formado trasero, seguramente su madre se escandalizaría si Touya se paseara de esa manera por la casa. Pensar que ese monumento de hombre era solo suyo le hinchaba el pecho cual pavo real.
– Cierra los ojos.
– ¿Eh? – la chica salió de su ensimismamiento.
– ¿Que te tiene tan distraída, mujer? Cierra los ojos, ya veraz que te encantará mi sorpresa.
Tomoyo hizo lo pedido tapando su desnudez con la sábana. El joven se acercó a ella sentándose en la orilla de la cama, tomó su delicada mano y besó cada dedo con infinito amor, la joven se enterneció por su acción.
– No los abras todavía.
– Está bien.
Como niña chiquita, obedeció divertida enderezándose y apretando el agarre de la sábana en su pecho ¿Que podría estar tramando su adorado Touya?
La chica contuvo el aliento cuando percibió algo frio y metálico ser deslizado en su dedo anular. Touya lentamente se posicionó detrás de ella sosteniendo sus hombros y deslizando sus manos por todo el largo de sus brazos a la vez que recorría con húmedos besos su cuello y espalda.
– Cásate conmigo, Tomoyo.
Ella abrió los ojos lentamente y distinguió un hermoso anillo que adornaba su mano.
– Se mi esposa, la madre mis hijos, se mía.
A la joven Daidoji se le humedecieron los ojos.
– Soy tuya, Touya – susurró extasiada – Si, si quiero ser tu esposa ¡Oh, Touya!
La pelinegra se abalanzó sobre él, alcanzando sus labios y saboreándolos gustosa. Touya le correspondió de inmediato compartiendo esa misma felicidad al ser aceptado por la mujer de su vida a la que amaba con locura. De inmediato su cuerpo se tensó recordando algo que ella quería decirle hace un rato.
– Por cierto ¿para que te llamó Sakura? – preguntó deshaciendo el beso, ella rio entre su boca.
– Qué manera de romper el encanto, mi amor, pero bueno, para satisfacer tu curiosidad, ella quiere saber cuándo la haremos tía. Está ilusionada con la idea de ver un mini Touya o una mini Tomoyo ¿Te imaginas? Un bebé fruto de nuestro amor, un pedacito mitad tu, mitad yo.
El joven Kinomoto hizo un gesto de sorpresa ante las palabras tan fervientes de su mujer y la petición de su hermana. Esa niña debería aprender a no meterse en los asuntos de los demás, aun así, la adoraba, era su hermanita y no podía enojarse con ella.
– ¿Ves porque la sigo llamando monstruo? – Tomoyo simplemente rodó los ojos negando con la cabeza.
– Qué te parece si empezamos a practicar desde ahorita ¿Me concedería este honor... futura señora Kinomoto?
– Será todo un placer – le contestó risueña.
Juntos rodaron por toda la cama sin despegar sus labios y olvidándose completamente del trabajo. Y es que no todos los días el serio y reservado Touya Kinomoto le proponía matrimonio y la dulce y encantadora Tomoyo Daidoji aceptaba sin chistar. Que más daba faltar un día si a cambio un futuro juntos los esperaban a la vuelta de la esquina y quien sabe, tal vez muy pronto una nueva vida vendría a iluminar las suyas.
Fin.
Mi primer pinino y tal vez el único en el fandom de Sakura Card Captors con esta pareja que me encanta. También soy una ferviente fan de Eriol y Tomoyo pero decidí darle un chance al atractivo Touya Kinomoto.
Este relato es una pequeña adaptación de un one shot que tengo escrito en una serie de one shots que ando escribiendo de otra pareja, se llama "Propuesta de matrimonio" y se me ocurrió adaptarlo a estos dos.
Díganme si les gusto en un comentario.
Muchas gracias por leer.
