¿Alguna vez te has sentido fuera de lugar? A veces puedes sentir que el mundo gira a tu alrededor sin ti o que vas en dirección opuesta del resto, pero nunca como estos chicos.

Ser una criatura mitológica o un ser de leyenda suena más lógico que pensar que enloqueciste y el mundo te sigue la corriente.

Hace milenios aparecieron tres reinos ocultos entre el cielo y la tierra, así como llegaron desaparecieron, sin dejar rastro, ¿Qué relación puede tener una leyenda con los problemas de unos adolescentes?

Pasean y lean La Princesa de Nieve y El Dragón de Hielo ver. 2

AVISO: Esta historia es un fanfic AU sin fines de lucro, los personajes son propiedad de Tite Kubo.


Capítulo 1

Una vez más

La luz de las estrellas en la noche lleva los sentimientos de deseos antiguos que superan las eras llegando a su destino sin desvanecerse.

-*~Asterisk~. De: ORANGE RANGE.

Era un día cualquiera con un clima muy agradable para muchos y para otros, era un día muy importante y especial, las nubes en el cielo eran llevadas lentamente por el viento, y se podía sentir una atmósfera de tranquilidad por el lugar. Un día hermoso.

-Sin duda escogieron un maravilloso día para su boda- dijo con alegría un hombre mayor mientras hablaba con la feliz novia recién casada.

Tenía el cabello blanco y largo por debajo de los hombros, tez clara con un gesto afable que inspiraba confianza, era bastante alto y sus ojos de color café.

-Es cierto, a pesar del mal tiempo que habíamos tenido, Byakuya decidió no cambiar la fecha- continuo con la afirmación del hombre, una joven de estatura media con cabello negro, piel clara y hermosos ojos violeta.

-Mamá, Papá ¿saben en dónde está Rukia? - preguntó la joven luego de voltear por sexta vez para tratar de encontrar con la mirada a la recién nombrada.

-Desde hace un rato que no la veo, pero no te preocupes Hisana, Byakuya debe estar con ella- respondió una mujer mayor.

Tenía un gesto sereno que transmitía calma y seguridad, su piel era blanca, sus ojos de color azul oscuro y cabello negro, largo y liso.

-Bueno, si Byakuya está con ella me siento más tranquila- declaro con voz y gesto aliviados la joven -Pero espero no planeen quedarse donde quiera que esté durante toda la fiesta, tendré que buscarlos si no aparecen en un rato- declaro decidida.

-Yo no me preocuparía tanto por ellos hija, esos dos se llevan muy bien, parecen verdaderos hermanos ¿no lo crees Yachiru? - preguntó el hombre a su esposa con una sonrisa.

-Es cierto, son muy unidos, tanto que a veces parece que conversaran solo con verse- respondió la aludida con una sonrisa al recordar tantas veces que los veía sentados juntos en silencio y llegar a creer que charlaban entre sí, sin decir una sola palabra -Me alegra que se lleven tan bien, son tan parecidos después de todo, Aunque es cierto que deberían ser un poco más abiertos-

La recién casada sonreía junto a su padre de acuerdo con las palabras de su madre, ya que era cierto lo que decía, Rukia y su ahora esposo eran muy similares en muchos aspectos y a pesar de que podrían no llevarse bien por lo mismo, el caso era todo lo contrario. Para ella era maravilloso pues no debía preocuparse por nada, Byakuya era un buen hombre, les agradaba a sus padres y era como un hermano mayor para Rukia, era perfecto a los ojos de Hisana.

Mientras Hisana y sus padres continuaban conversando de forma amena, en el otro extremo del jardín del lugar donde se hallaban, estaba una joven de vestido azul pálido sentada en una banca de piedra apreciando el hermoso paisaje frente a ella.

Tenía cabello negro, piel blanca y ojos violetas igual que su hermana mayor, se encontraba tan perdida en sus pensamientos que no noto cuando alguien más tomo asiento a su lado hasta que le hablo.

- ¿Puedo acompañarte? - Le preguntó tranquilo, y no se sorprendió cuando la vio sobresaltarse al escucharlo.

Ella volteo a verlo con la sorpresa aún en su rostro, mientras trataba de formular una respuesta a la pregunta que no había escuchado del todo.

Él lo supo de inmediato, desde antes que trata de darle una respuesta, que no lo había escuchado en absoluto y que en realidad estaba tratando de recordar lo que le había dicho hace apenas unos segundos atrás. Le sonrió con su peculiar manera de hacerlo, casi imperceptible para cualquiera excepto unos pocos, entre ellos la joven sentada a su lado quien de inmediato lo noto e hizo un gesto de reproche hacia él.

- ¿Qué es tan divertido? - Preguntó la chica sin cambiar su expresión.

-No es nada- dijo él restándole importancia volviendo su rostro a su característico semblante sereno, aun si pareciese que no había cambiado nada, mientras tomaba asiento a su lado.

-Te pregunte si podía acompañarte, aunque no creo digas que no-

Ella sabía que él tenía razón, pero odiaba que él le recordase de esa forma que no podía negarse a muchas de sus peticiones, si algo la caracterizaba era su fuerte personalidad junto a su orgullo, el cual se veía herido cada vez que Byakuya la ponía en una situación así. Por ello optó por simplemente seguir apreciando la hermosa vista que tenía.

- ¿No deberías estar con Hisana? Debe estar buscándote, no es bueno que el novio desaparezca luego de la boda- dijo sin mirarlo con un tono de voz tranquilo.

-Hisana entenderá porque me fui, además no desaparecí, solo vine a buscar a mi cuñada- Dijo con un pequeño tinte de burla mientras la veía.

Ella al escucharlo volteo a verlo encontrándose con una mirada divertida de verla intrigada y sorprendida.

-No necesitó un niñero Byakuya- dijo con un tono de molestia.

-Yo sé que no- respondió tranquilo.

-Y entonces ¿por qué estás aquí? - preguntó ahora con un deje de fastidio en su voz.

-Estaba preocupado-

- ¿Por qué? - preguntó casi exigiendo la respuesta.

-Por ti- confesó -desapareciste de inmediato luego de la ceremonia y Hisana también estaba preocupada- comento aún sin cambiar su tono -Vine a buscarte para asegurarme que estabas bien-

- ¿Te sucede algo? - le pregunto a la chica.

-No- respondió simplemente sin convencer a su interlocutor.

-No me lo parece, sabes que puedes hablarme, dime que te pasa- volvió a pedir una respuesta.

Desvío su mirada violácea de la azul que tenía enfrente y medito por unos segundos su respuesta ya que no podía encontrar las palabras, respiro hondo y dijo lo que sentía antes de arrepentirse por la vergüenza.

-Solo quería estar un rato a solas, para hacerme a la idea de que ahora no tendré a ninguno de ustedes cerca- dijo algo distante mientras sus mejillas tomaban tono rosa -No quería que se preocuparan, pensé que sería mejor alejarme de todo por un rato-

-Ya veo- respondió solamente a la declaración de ella.

Ambos guardaron silencio unos minutos sin saber que decir o como decirlo, estaban en una de esas pocas situaciones donde ninguno era capaz de continuar con la conversación.

Se mantuvieron en silencio por un rato sin dirigirse la mirada en un momento algo incómodo, pero, aun así, ninguno sabía cómo romper el silencio y la tensa atmósfera que los había rodeado, hasta que escucharon unos pasos que los hizo voltear en la dirección de la que provenían.

-Con que aquí era donde se habían estado escondiendo todo este tiempo- dijo con un ligero dejé de molestia en su voz la persona que acababa de unírseles - ¿Saben que estaba preocupada por ustedes? Llevo un buen rato buscándolos- pregunto con el mismo tono mientras cruzaba los brazos sobre su pecho y los veía con una mirada acusadora.

Ambos. Rukia y Byakuya se dirigieron una rápida mirada entre si, antes de volver su atención a la joven que acaba de unirse a ellos en ese lugar apartado del resto de las personas.

-Ho-ola hermana- dijo Rukia tartamudeando un poco y con un temblor en su voz a la vez que alzaba su mano tímidamente en señal de saludo.

Byakuya se aclaró la garganta antes de responder -Discúlpame Hisana, no creí tardar tanto y solo quería asegurarme que Rukia estaba bien- Se disculpó.

Hisana lo vio con sorpresa y luego a su hermana, quien se encogió de hombros y traba de evitar verla a los ojos.

-Te sucede algo, ¿No es así? - preguntó con la esperanza de que le dijese el motivo de su comportamiento.

Mientras caminaba para quedar al lado de Rukia quedando así la menor en medio de los recién casados.

-Yo... yo so-solo- tartamudeaba de nuevo evidenciando su nerviosismo, tenía vergüenza de admitir que no quería que su hermana y Byakuya se fueran, pero debía mencionar que en parte también era porque Hisana podía ser aterradora para los ojos de Rukia cuando estaba enojada.

Antes de que la menor pudiera tomar el valor suficiente para responder a su hermana, Byakuya se le adelanto -Rukia solo está triste, creyó que sería mejor para nosotros que no nos diéramos cuenta, estaba tratando de convencerla de venir a disfrutar la fiesta-

Rukia lo vio incrédula y roja de vergüenza, no creía que Byakuya, pudiera delatarla de esa forma con Hisana.

Estaba avergonzada pero aun así levanto la mirada y se topó con la de su hermana quedando así ambas miradas de singular color de frente. La oji-violeta mayor fue la primera en hablar.

-Creí que éramos amigas, no solo hermanas ¿por qué no me lo dijiste, no confías en mí? - preguntó con una mirada afligida mientras sujetaba una de las manos de la menor.

-Hisana...- Un nudo se instaló en su garganta impidiéndole hablar al ver a su hermana con esa expresión.

Aun así, sujeto con su mano libre las de su hermana que sostenían la suya, tomo aire y exhaló despacio para responder a Hisana.

-Yo no quería que te sintieras así, creí que si estaba sola podría tranquilizarme. Debí saber que tú y Byakuya lo notarían, sé que debí decirles, pero este es SU día- hizo énfasis en lo ultimó pues quería recordarle que esa fecha de ahora en adelante sería muy importante para ellos y no quería arruinarlo.

En ese momento Byakuya se puso de pie llamando la atención de las hermanas mientras se paraba frente a ellas.

-Sabes Rukia, yo estoy molesto por el hecho de que decidieras sufrir en silencio- dijo en tono serio mientras colocaba su mano derecha en su bolsillo y al ver eso Hisana sonrió de lado.

La acción de Hisana pasó desapercibida por Rukia quien veía a Byakuya con intriga a la vez que con vergüenza por lo que le decía.

-Por esa razón te daré esto ahora, para que nunca sientas que estas sola- dijo mientras sacaba una pequeña caja de su bolsillo y la abría para revelarle a la oji-violeta menor su contenido.

En la caja había un relicario de oro blanco con diseño de copo de nieve, Byakuya lo abrió revelando que en su interior había una foto de los tres juntos sentados en un parque. Byakuya rodeaba a Hisana con un brazo mientras tomaba la foto con el otro y Hisana abrazaba a Rukia quien en sus manos llevaba un conejo blanco.

En esa foto podía verse la alegría en los ojos de Hisana y su sonrisa confortable, la característica sonrisa discreta de Byakuya y una sonrisa sincera adornando el rostro de Rukia que estaba en medio de ambos siendo abrazada fraternalmente por ellos.

Cuando la oji-violeta menor vio el precioso regalo se quedó sin palabras de la impresión pues nunca imagino que Hisana y Byakuya hubieran de cierta forma previsto su estado de ánimo y encontraran la forma de hacerla feliz.

-Hisana- dijo Byakuya simplemente mientras la nombrada asintió y se levantó para tomar el relicario y colocárselo a su hermana quien no había salido aun de su estupor.

Cuando al fin reacción solo pudo abrazar a su hermana que estaba a su lado, agradecerle y repetir la acción con Byakuya para luego apreciar el bello regalo.

-No sé qué más decirles aparte de gracias a ambos- expreso su felicidad.

-Y no debes hacerlo, es algo que hicimos porque te queremos Rukia- dijo sonriendo Hisana -Pero si de verdad quieres agradecernos entonces debes venir y disfrutar con nosotros, ¿no te parece Byakuya? - Pregunto a su esposo mientras lo abrazaba provocando en él un leve y apenas perceptible sonrojo.

Él avergonzado Kuchiki asintió desviando la mirada causando una risa al unísono en las hermanas. Luego de eso los tres volvieron a la fiesta con mucho ánimo.

Mientras ellos celebraban, en un lugar desconocido dentro de un rascacielos muy elegante se hallaba un hombre alto de cabellos castaños entrenando lo que parecía ser un arte marcial contra otras cinco personas, tenía una postura defensiva, mientras otro hombre mayor lo observaba.

El castaño se había mantenido hasta ese momento con una mirada seria, pero cambió su gesto relajado por uno de molestia y enojo. De inmediato tomo una postura ofensiva y se lanzó a sus oponentes logrando neutralizar a los cinco con un movimiento a cada uno, este acto impulsivo hizo que su instructor frunciera el ceño mientras lo veía pues no se suponía que hiciera eso.

-Señor Aizen- llamo su atención con voz firme pero tranquila -Debía dejar que lo atacaran hasta ponerlo en desventaja y luego proceder a reducir a sus oponentes. No lanzarse hacia ellos de una vez- hablo con cierta molestia porque él recién nombrado Aizen hubiera ignorado las instrucciones.

-Terminamos por hoy Robert- dijo sin voltear a verlo mientras se dirigía a tomar una toalla -Es todo por hoy, mañana continuáremos, ahora vete- dijo aun sin voltear a verlo, pero con un tono de voz ahora fastidiado.

El hombre mayor que respondía al nombre de Robert, de inmediato les dio una señal a sus cinco ayudantes y todos salieron del lugar, en cuanto salieron Aizen fue a una esquina de la habitación que estaba acondicionada para servir de gimnasio y tomo el teléfono que estaba ahí, solicito que tres personas subieran hasta ese piso con él.

Al cabo de un rato entraron a la habitación dos hombres de cabello negro y uno con el cabello plateado, los tres estaban vestidos de traje. Uno de los hombres de cabello negro con ojos marrones, bufo al instante de ver a Aizen pues no estaba contento por haber sido llamado tan repentinamente.

-Caballeros que bueno que llegaron- comento Aizen con tono frío.

Al instante los tres hombres voltearon a verlo.

-Los llame hoy, porque necesito saber si ya está todo listo para comenzar mi plan- dijo de forma directa mientras comenzaba a golpear un saco de boxeo con mucha fuerza.

El hombre de cabello plateado y ojos azules fue el primero en responder - ¿A qué se debe esa repentina urgencia por comenzar a actuar? -

-Limítense a contestar la pregunta- dijo dando un par de golpes más fuertes aún, haciendo rechinar la cadena que sostenía el saco.

Los tres hombres intercambiaron miradas entre sí, tenían una mezcla de desconcierto y sorpresa en sus expresiones, pero rápidamente recuperaron la compostura para responder la pregunta de su jefe.

Esta vez el primero en hablar fue el hombre de cabello negro y ojos marrones que era apenas más corpulento que el otro hombre de cabello negro, este era Ginjō.

-He conseguido localizar las extrañas ruinas que usted quería y también he realizado todo lo necesario para adquirir ese lugar- respondió con voz perezosa pues el solo recordar el trabajo que le costó lograr aquello le hacía sentirse estresado.

Tsukishima que era él otro hombre de cabellos oscuros, veía con un poco de diversión en su mirada a Ginjō pues sabía que la situación lo molestaba y podría explotar en furia en cualquier momento.

-Recientemente obtuvimos ese objeto que faltaba, está siendo trasladado a un lugar seguro en esto momentos- dijo con neutralidad, pero con una media sonrisa en el rostro.

-Supongo que es mi turno- dijo el hombre de cabellos plateado y ojos azules -Está todo listo para... Encargarnos, de esa pequeña molestia y obtener la información que sea señor- dijo con diversión.

Aizen detuvo sus golpes y relajo sus músculos mientras volteaba a ver a sus subordinados.

-Excelente. No esperaba menos de ustedes- exclamo mientras se acercaba a ellos y levantaba su mano izquierda como si sostuviera algo.

Tsukishima y Gin retrocedieron un paso mientras Ginjō se quedó en el lugar extrañado por el gesto, apenas noto que sus compañeros se habían apartado.

-Dime Ginjō ¿te gustaría tener poder? El poder de destruir a todas las personas y cosas que odias-

Ginjō se quedó helado, no sabía que estaba pasando y de repente se sentía abrumado, la cabeza le daba vueltas además que casi pierde el control de sus acciones al ver como en la mano de Aizen comenzaban a brillar y saltar chispas como si sostuviese electricidad en ella.

- ¿¡Qu-que es eso!? - pregunto gritando mientras colocaba sus manos enfrente suyo tratando de protegerse de lo que pudiera pasar.

Aizen solo sonrió, hizo una señal con su otra mano para que Gin y Tsukishima sujetasen a Ginjō.

- ¿Que creen que hacen? Suéltenme ¡ahora! - Ginjō se revolvía mientras trataba de zafarse, pero era inútil.

El peli-negro solo podía ver como Aizen se acercaba a él con lo que fuese que tuviese en la mano y se lo colocaba en el pecho. Sintió de inmediato una punzada, pero nada más, creyó por un momento que estaba alucinando, que quizás estaba imaginando todo aquello, pero sus dudas desaparecieron cuando comenzó a sentir nauseas, le faltaban las fuerzas, su vista se nublaba, noto un fuerte hormigueo y una corriente por todo su cuerpo lo cual casi lo hace soltar un grito de no ser porque antes un terrible dolor de cabeza lo noqueo.

Despertó en un lugar abandonado que reconoció como "las tierras en las montañas" no recordaba que hacia allí ni mucho menos como había llegado, tampoco sabía porque parecía estar cerca de una especie de castillo inmenso...

-Bien, en unas horas lo tendremos de regreso- dijo Aizen mientras veía como Tsukishima y Gin llevaban a Ginjō a otro lugar en lo que despertaba.

-Las piezas se están acomodando, ¿serán capaces de detenerme o caerán ante mí? - hablaba para sí mismo mientras sonreía con superioridad viendo a través de una ventana.

Al mismo tiempo viéndolo desde otro edificio se hallaba una figura delgada de baja estatura, meditando y analizando lo que acababa de ver. Estaba desconcertada por lo recién ocurrido.

Bajo los binoculares que había estado utilizando para observar a Aizen, llevaba un traje negro que cabía perfectamente en la descripción de ropa ninja, cubría todo su cuerpo, así como gran parte de su rostro, dejando solo su largo cabello negro y ojos grises al descubierto.

Saco de una pequeña mochila negra que llevaba en su espalda un comunicador, envió un mensaje y guardo los binoculares y el aparato nuevamente en la mochila mientras se ponía de pie. Estaba en el techo del edificio que se hallaba frente al de Aizen, hecho un último vistazo a la ventana que había vigilado por horas, y luego, desapareció del lugar en un parpadeo.

Quería llegar rápido a su destino, pero sabía que no podía ir directamente, debía ser cuidadosa, sino lo hacía se pondría en riesgo y no solo a ella. Por eso se aseguraba de tomar una ruta que le permitiera perderse entre la multitud.

Luego de casi dos horas corriendo, dando vueltas y saltando de un edificio a otro, consiguió llegar a un callejón donde aprovecho la casi inexistente iluminación para cambiar su ropa, de un traje ninja negro a unos jeans, una camisa verde oscuro y unos zapatos algo gastados de color negro. Luego de eso siguió su camino por una hora más, vagando aparentemente sin rumbo fijo hasta que llego a una estación de servicio se dirigió a la parte trasera del lugar cerca del basurero, fue más atrás y de unos arbustos saco un maletín de cuero marrón, luego siguió caminando hasta una estación de autobuses.

Estando ahí procedió a cambiarse nuevamente con ropa que había en el maletín, era un vestido formal negro con detalles en dorado, accesorios y zapatos a juegos, tomo el autobús que la llevaría casi hasta su último destino mientras rogaba internamente por haberlo hecho todo bien, por no haber dejado pistas y escabullirse una vez más para regresar a salvo. El viaje duro un par de horas, cuando bajo del vehículo tomo rumbo a un complejo de oficinas, al ingresar fue recibida con una sonrisa y un -Buenos días- por el recepcionista quien también le dio un juego de llaves.

-Buenos días- respondió ella también mientras tomaba las llaves y se dirigía a tomar el ascensor.

Al llegar a su piso de destino fue saludada alegre y cordialmente por varias personas que ya se encontraban ahí. Fue directo al que parecía ser su escritorio mientras devolvía los saludos con una amabilidad, una vez en su lugar busco en los cajones del escritorio hasta encontrar un teléfono.

Observo el aparato unos instantes antes de hacer una llamada.

-"hola"-recibió un saludo del otro lado de la línea, que sonaba casi suplicante por una respuesta.

Ella sonrió por eso.

-Acabo de volver, todo parece haber salido bien- respondió ella con un tono tranquilo y serio.

-"No esperaba menos de ti"- la voz pareció relajarse al escucharla responder y su voz sonó como un suspiro de alivio -"Sabes..."- guardo silencio un momento meditando sus palabras -"No tienes por qué ser tú quien haga este trabajo... Todo el tiempo"- termino con un tono algo indeciso, pues estaba seguro de conocer la respuesta que ella le daría.

-Sé que no, pero quiero hacerlo- le respondió y escucho un suspiro cansino proveniente de su interlocutor -Tú mejor que nadie entiendes el por qué, además confió en ti- dijo la última frase con un tono más dulce -Si tú no puedes dejar tu trabajo, yo tampoco dejare el mío y mientras tu hagas bien el tuyo, confió en que estaremos bien- termino de forma tranquila.

-"Nunca podre convencerte ¿he?"- dijo un poco risueño -"Supongo que tienes razón, ninguno cederá"- continuo con alegría.

-"¿Volverás hoy?"- pregunto ansioso.

-Sí, no puedo esperar para verlos- respondió con algo de vergüenza, no le gustaba ser tan abierta, pero en ocasiones como esa no podía evitarlo.

Su interlocutor rio un poco -"Estará muy feliz de verte, te fuiste 2 semanas"-

-Debo volver al trabajo, te llamare de nuevo al salir-

-"Muy bien, ten cuidado"-

Finalizo la llamada, y volvió su mirada al computador frente a ella dispuesta a trabajar en su fachada, mientras no dejaba de repasar todo lo que había hecho en las últimas horas, algo la mantenía intranquila desde hace tiempo, aun así, decidió restarle importancia después de todo si algo pasara seria alertada ¿o no?

En otra parte. Un hombre luego de escuchar como colgaba la llamada del otro lado suspiro aliviado, siempre que sabía que ella tenía una misión no podía evitar que sus nervios estuvieran al límite. Se distraía mucho, le costaba conciliar el sueño sin mencionar que apenas y podía comer por la ansiedad que le producía la espera por noticias de ella.

- ¡Ya llegué! -

Escucho un grito anunciando la llegada del miembro más joven de su familia. Decido salir del pequeño cuarto que usaba como oficina para verlo.

Era un joven de cabello rubio tan claro como el suyo, sus ojos eran de color verde, algo inusual ya que ni él ni su esposa tenían los ojos de ese color, ambos tenían los ojos grises.

Pero en su familia eso pasaba algunas veces cada par de generaciones. Era algo que le provocaba una sonrisa siempre que lo pensaba, pues su hijo era muy parecido a su madre en muchas cosas, pero al menos podía estar seguro de que en cuestión de genética se parecía mucho a él.

Salió del estudio con dirección a la sala para encontrarse con su hijo.

- ¿Cómo estuvo tu día, tuviste problemas con "eso" de nuevo? - le pregunto directamente, ya que ese era otro tema que lo mantenía preocupado.

-Estuvo bien supongo y, no... - respondió el joven mientras hacia una pausa y frotaba la parte posterior de su cabeza algo incómodo -No sé qué fue lo que ocurrió hace unos días, pero no ha vuelto a pasar- termino para luego dejar sus cosas en su lugar correspondiente y dirigirse al patio de la casa.

Su padre suspiro con algo de alivio mientras lo veía salir, los últimos mese habían sido muy agobiantes para él y su familia, por un lado, su trabajo que consumía casi todo su tiempo, por otro el peligroso trabajo de su esposa y, por último, múltiples problemas que su hijo estaba teniendo con respecto a su "herencia".

El hombre rubio estaba perdido divagando en sus pensamientos hasta que escucho unos ladridos venia hacia él.

-Ryu al...- no alcanzo a terminar la frase pues un enorme husky de pelaje blanco lo embistió con sus patas delanteras dejándolo en el suelo a merced de su lengua con la que lo babeo casi por completo.

-Ryu es suficiente, alto- ordeno el más joven de la familia.

El perro de nombre Ryu ignoro sin la menor importancia la orden de su dueño más joven.

Por su parte Kisuke reía a carcajadas mientras trataba de alejarlo de si lo suficiente para poder ordenarle parar hasta que lo logro.

-No sé qué hacer con Ryu, simplemente no me hace ningún caso- se quejó con notable frustración el menor.

-Solo debes tratar de hacerlo ver que tú eres el que manda-

-Es que no lo entiendo, Ryu obedece cada una de tus órdenes y las de mamá, pero yo tengo suerte si hace caso a más de dos de las mías- continúo protestando viendo al can con molestia, mientras el animal se rascaba indiferente.

Kisuke intento disimular una risa mientras acariciaba a Ryu y luego veía a su disgustado hijo.

-Creo que Ryu solo te toma el pelo, después de todo es tu mejor amigo ¿no?, tal vez él te ve como su igual y no su líder, deberías intentar ser menos explosivo y más firme con el-

Luego de la declaración de Kisuke, Tōshirō no respondió, coloco una mano en su frente mientras cerraba los ojos y trataba de no molestarse, todo bajo la mirada de su padre quien tomaba asiento en uno de los sillones de la sala.

Viendo como su hijo batallaba por no replicar a sus palabras sonrió y, decidió aligerar la tensión contándole la buena noticia.

-Cambia esa cara, tengo una noticia que seguro te mejorara el humor- Hablo con total seguridad.

-Lo dudo-

-Soi volverá hoy mismo-

A Tōshirō le llevo unos segundos procesar lo que acaba de escuchar, en cuanto comprendió no pudo evitar sonreír, le hacía sentir un gran alivió el saber que su madre volvería a casa luego de semanas. Nunca le habían gustados los viajes a de negocios que ella hacía, pero luego de una ocasión en la que volvió con un brazo rato hace unos años, su preocupación aumento cada vez que se ausentaba por más de una semana.

- ¡Eso es fantástico! - exclamó con euforia -Al fin podré comer algo que no sea comida chatarra o este congelado-.

Eso último lo había dicho con doble intención, pues quería aprovechar ese momento para reclamarle a su padre por su falta de habilidades culinarias y que los obligaba a centrar su dieta en comidas instantáneas, congeladas o chatarra. Cuando Soi no estaba en casa.

-Eres muy duro con tu padre ¿lo sabias? Hago lo que puedo, pero simplemente la cocina no es lo mío-

-Aun así, al menos deberías esforzarte por hacer un desayuno decente alguna vez-

Le recrimino recordando un incidente con la wafflera hace apenas unos días.

-Bueno, iré a mi habitación tengo algunas tareas que hacer- dijo mientras se dirigía a unos cajones y sacaba un foco de uno de ellos.

- ¿Otro? Apenas ayer lo cambiaste, ¿cómo los arruinas tan rápido? - le pregunto Kisuke extrañado.

-No lo sé, solo explotan y no lo hago a propósito, creo que algo malo con el interruptor de mi habitación-

-De acuerdo lo revisare luego, debo encargarme de otras cosas primero-.

Luego de eso Kiseke volvió a su pequeña oficina y Tōshirō se fue seguido de Ryu escaleras arriba a su habitación.

Ya estando solo acompañado únicamente de Ryu, se permitió suspirar con cansancio, cambio el foco roto por el nuevo y comprobó que funcionara bien para sentarse en la silla junto a su pequeño escritorio. Tomo su mochila y saco de esta un lápiz completamente congelado, lo observo con fastidio unos segundos antes de lanzarlo al basurero mientras se pasaba una mano por el rostro frustrado, observo sus manos unos minutos y exhaló aún fastidiado y se dispuso a realizar sus tareas.

Continuará...