Aclaración: Todos los personajes de Saint Seiya del manga clásico son propiedad del maestro Masami Kurumada, los personajes de Saint Seiya The Lost Canvas son de la autoría de Shiori Teshirogi, los personajes del anime son propiedad de Toei Animation, los personajes de Saint Seiya Santia Sho son propiedad de Chimaki Kouri.


Advertencia: El contenido de esta historia tocará temas que son sensibles (Violaciones, gore, maltrato físico y psicológico, entre otros) para el público que sea menor de 16 años, se recomienda discreción. Gracias.


ORDER VAMPIRE


Capítulo 1

Todos los días son más que grises ante su mirada que estaba posada en el cielo nublado, jamás se imagino ver el mundo con esos colores que solo variaban entre el blanco hasta volverse tan oscuros como el negro, había aterrizado en el aeropuerto de una América que a simple vista parecía ser la más común y normal, nada que ver en las películas, mucho menos lo que en las revistas o por los diarios que la rotulaban como el país más idóneo para ir a vivir, pero no era su caso. ¿Raro no? Era muy irónico para él, sabía cómo se llamaba, sabía de dónde provenía, pero al cerrar sus ojos solo recordaba una sola cosa de esos sueños y era a un joven de apariencia tan misteriosa, su cabello iba del color rubio tan claro y brillante que podría rivalizar con el mismo sol, pero la verdad es que no creía que esos sueños sean tan vividos.

Aquel lugar era nuevo para Camus, viajaba desde muy lejos para ir a vivir con su tío y primo, supuestamente ellos estaban viviendo en una casa de dos pisos. Toda esa información la sabía de las cartas y postales que sus dos únicos parientes le enviaban, o cuando las pocas veces que fueron a visitarlo en el orfanato en el que prácticamente creció casi la mayoría de su infancia, agradecido se sentía al salirse de allí, aunque, al estar arriba de aquel bus que le llevaría hasta la pequeña ciudad que a simple vista desde lejos parecía verse abandonada o eso era lo que los pasajeros comentaban, que el misterio era lo que la rodeaba y de lo irrespirable que era el ambiente, pero en todos lados era así. Por más que quiera describir su punto de vista, decide elevar el volumen de la música que estaba escuchando, era un buen método para calmar sus nervios, como también apaciguar esa ansiedad que le generaba reunirse con las dos personas que más quería en el mundo; además, el pasado uno no podía olvidarse, ya que lo peor de todas sus experiencias en aquel tétrico lugar era que jamás sintió lo que es el afecto y menos demostrarlo, no se lo enseñaron, prácticamente se convirtió en alguien tan reservado como la misma sociedad dictaba que fuese.

Odiaba a cualquier persona ambigua, odiaba ver siempre el cielo gris y notar que las nubes no descargan una tremenda lluvia, odiaba todo; En cambio, lo que sí le agradaba era leer libros antiguos, pero no traía ninguno consigo como para distraerse y que sean de diferentes idiomas, sus pasiones era la buena música del género de baile de salón, en otras palabras prefería que fuera clásica. Muchos dirían que era un adolescente sin amigos, no lo iba a negar, tampoco le hacía problema el socializar y esperaba que algo cambiase en su persona, una esperanza que siempre iba a estar instaurada en lo más profundo de su alma.

En el medio de transporte que abordaba en compañía de otras personas, ya estaba a punto de detenerse en una pequeña estación de ómnibus, nunca pensó que aquella estación pareciese desértica, sus nervios aumentaron con el sentir como su corazón se acelera sin razón alguna, pero debía dejar de escuchar música para así bajarse del transporte, guarda su pequeño mp4 que era viejo, un obsequio que su primo le hizo por medio de la correspondencia y era uno de las pocas cosas que trajo consigo. Toma el pequeño bolso que traía consigo, sabía que su tío le pidió que antes de salir de europa se consiguiera una segunda maleta para guardar el poco calzado que tenía, como si ya supiera su desafortunado caso de pobreza y rogaba estos estuvieran esperándolo, pero al bajarse del colectivo se topó con la mala fortuna de que ni siquiera estaban allí esperándolo tal como lo había previsto.

- "¿No deberían de estar mi tío y mi primo aquí para recibirme?" – Se preguntó mientras tomaba su segunda maleta que era entregada por el copiloto del chofer de colectivo, al sentir esa libertad inhala un poco de aire y eso le relajó un poco. Debía de negar aquella pregunta que se formuló, ya que podía suponer que sus parientes se olvidaron de su horario de llegada, pero debía de admitir que desconocía aquel lugar, fue con su pequeña mochila a cuestas arrastrando la pequeña maleta con ruedas y a paso tranquilo fue directo hasta el área de atención al cliente. Cuando llegó al sitio, se colocó atrás de una pareja de ancianos quienes estaban consultando vaya a saberse qué, pero dicha consulta se dio por acabada haciendo que las dos personas mayores se fueran de ahí, dandole al fin la señal de que seguía su turno – Disculpe señorita ¿Me puede indicar dónde están los teléfonos públicos? – A la persona que se dirigió no estaba haciendo su trabajo y pareciera que no se movía, pudo notar que la señorita era de cabellos largos y lilas, de mirada verde profunda, pero su apariencia pareciera de una joven de su edad y eso le estaba dando temor, era tan extraña la sensación que le despedía pero hizo el esfuerzo de borrar esas sensaciones.

Al no recibir respuesta a su pregunta, Camus se dio la vuelta para ver el lugar que todavía estaba desértico, ni rastros de personas que trabajen en las pocas áreas comerciales, podía ver un pequeño restaurante pero el local estaba más que viejo y descuidado, ni que decir de lo viejo que era el otro puesto de postales que a simple vista diría que estaba clausurado, y lo peor era de que era ignorado por esa muchachita, al volver a fijar su mirada a la ventanilla de información, a través del vidrio notó en el reflejo a un sujeto que estaba tomando uno de los pasillos que desconocía, trato de seguirlo con la mirada pero le alarmó bastante cuando se dio la vuelta y una segunda vez para no encontrarlo más en su zona visual. ¿Qué fue eso? No sabía qué más pensar, esa sensación de terror parecía corromper su mente con dicha sensación, por más que quiera sacarse de sus pensamientos la vivida imagen de aquel desconocido no hacía más que desconcertarle.

- Discúlpeme jovencito por la demora, es que estaba tomando un pequeño descanso – Habló aquella muchacha, Camus se volvió a dar la vuelta para encontrarse a la informante parada y eso lo alertó bastante - ¿Me puede decir que necesita saber? -

- "¡¿Qué diablos sucede aquí?! Primero le hablo a esta desconocida y no obtengo respuesta inmediata, segundo veo en el reflejo del cristal a un sujeto con ropas opacas y me doy la vuelta, pero… Creo que necesito ayuda psiquiátrica" Si es que… Yo… Necesito saber dónde están los teléfonos públicos – El tono de Camus denotaba lo nervioso que se estaba sintiendo y lo malo era que sus pensamientos le estaban jugando una mala pasada, no sabía con exactitud que sucedía en aquella estación de ómnibus, solo se pide para sus adentros de que no hay necesidad de pensar en fantasías porque era solo una mala jugada de su subconsciente.

La muchacha le recomendó tomar el pasillo donde supuestamente había desaparecido aquel sujeto que vio por el reflejo del vidrio, Camus fue educado y agradeció a la informante para así ir a por los teléfonos públicos. Sabía que algo raro comenzaba a suceder, no deseaba pensar que aquella pequeña ciudad estuviera embrujada porque sería ser malagradecido con su tío quien al fin tuvo los medios para reclamarle y de otorgarle la segunda nacionalidad, por esto vuelve a inhalar aire fresco e intentar calmarse a sí mismo, pero con cada paso que daba su respiración no iba de manera normal, no sabía qué hacer en aquel pasillo oscuro que le estaba generando un terror, su piel empezaba a erizarse producto del repentina correntada de aire frío y que involuntariamente se detuvo.

- "¿Por qué de repente paró? ¿Qué me sucede?" – Al no notar que alguien estaba detrás de él, solo sus oídos fueron asaltados por el sonido de personas que emitían una especie de quejidos o de otro tipo de sonido que se asimilaba a eso, aunque la presencia de una persona que le pasaba por unos centímetros más a él, y aquel muchacho era de cabellos rubios rizados, sus ojos se abrieron tan grande ante el asombro, era el mismo de sus extraños sueños y no solo era eso, sino que detestaba admitir que algo extraño sí estaba sucediendo pero su orgullo se lo impedía.

- "Es mejor que no mires hacia el frente, porque tu vida correrá peligro a partir de ahora" – Por inercia aquel sujeto tomó a ese joven de cabellos aguamarina por la cintura, dicho joven lo abrazo demostrando cómo su cuerpo temblaba de lo que sí percibió que era por el terror, de su mano sacó una esfera carmesí para aniquilar a tres seres espectrales quienes emitían un sonido ensordecedor y lo más horroroso eran de las sonrisas que tenían, se voltea para dirigirles una mirada seria haciendo que dichas misteriosas criaturas fueran borradas de su presencia.

Tras haber finalizado con su tarea que inconscientemente parecía querer hacerlo, exterminar seres que hasta ahora solo sabía por boca de sus conocidos que era un deber de las personas con habilidades que solo poseían un alto estatus, se gira para encontrarse con aquel joven que parecía estar apunto de desplomarse, lo cargó en brazos, para sacarlo del lugar y llevárselo fuera de la estación.

No lo comprendía, estaba tan confundido y lleno de diversas preguntas, ¿Cómo debía dirigirse a un misterioso chico que anteriormente solo lo vio a través del reflejo del vidrio de la cabina de información?. Era tan irónico, todo estaba lleno de ironías que sólo creería lo que un mono cantaría, eso sí podría tomarlo que era real y verídico, pero no en aquella situación en la que se metió sin querer.

- ¿Quién eres? – Pregunto Camus, pero sabía que su mente estaba siendo usurpada por otra persona y eso le parecía demasiado irreal, levantó su mirada de una tonalidad azulada para ver a quién se iba llamar su salvador de una situación que poco a poco comenzaba a ser afirmada como una real, pero se separa aunque sea un poco de su rescatador, ¿Lo podría llamar de esa manera? no sabía si esa pregunta era la correcta para ese momento.

- Alguien que no debes de ver a los ojos – Le contestó aquella persona que en su rostro figuraba una sonrisa de felicidad, frunce el ceño sin entender su expresión ya que no se sentía merecedor de ver a un desconocido sonreírle a la primera persona que salva – Por ahora no recordarás lo que vista y quien te toco – Mantuvo la mirada posada en aquella expresión hasta que ese chico bajo apenas su rostro para toparse con aquellos ojos celestes, eran tan puros en su tonalidad que podría rivalizar con el mismo cielo, estaba embelesado por aquellos ojos, no sabía que experimentar en esos instantes además de sentirse tan pequeño ante lo fija que estaba aquella mirada. Mentalmente agradece por salvarle de algo tan irónico, pero corporalmente deseaba más de aquella seguridad que deseaba en lo más profundo de su subconsciente, era reconfortante la sensación que le estaba transmitiendo aquel sujeto – "Ahora descansa" – El joven de cabellos rubios alzó su mano para crear aire y provocar que Camus se desmayara, al hacer esto tomó el cuerpo de aquel muchacho de cabellos aguamarinas para acostarlo en una banca.


Al hacer esta acción, el joven de cabellos rubios miró aquella figura que dormía plácidamente a causa de su hechizo de bloqueo mental casi temporal, no entendía absolutamente nada de lo que acababa de suceder, tan solo se fue sin más de la biblioteca donde fue a buscar algo, ese chico no era nadie y menos al que él deseaba ver. Sin embargo, presintió que no estaba solo en ese momento, deja a ese humano dormir sobre aquella banca en la parada de los colectivos urbanos, pese a que solo había unos cuatro en toda la ciudad.

- ¿Por qué lo volviste ayudar? – Preguntó un joven de cabellos cortos y castaños claros, quien estaba apoyado en contra de un poste de luz.

- No lo volví ayudar y este muchacho no es él Aioria – El mencionado comenzó a negar, cerró sus ojos para evitar la mirada desafiante que le estaba dando su mejor amigo.

- Jaja… ¿En qué mundo estás viviendo Milo? – Volvió a preguntar a su amigo quien estaba de pie y con un semblante enojado, detestaba verle evadir siempre sus preguntas.

- En mi propio mundo… - Milo comenzó a avanzar para después desaparecer de aquel lugar – Y ni se te ocurra volver a mencionarlo – Aioria lo comenzó a seguir mientras se reía bajo, ambos chicos se habían desvanecido.


Los minutos pasaron tan rápido, que en eso un vehículo de cuatro puertas y de color azul marino se estaciono en frente de la banca donde estaba descansando el chico de largos cabellos aguamarina, del vehículo las personas que estaban arriba se bajaron al notar que aquella persona que conocían no se despertaba pese a que el auto hizo ruido, se extrañaron por aquello.

- Papá ¿Qué tiene Camus? – Pregunto aquel muchacho de cabellos verdes y de mirada violeta, a su progenitor quien se acercó para tomar los signos vitales de su sobrino para cerciorarse de que no se haya descompuesto por el largo viaje que tuvo que hacer solo.

- Él está bien, Degel, no es nada grave, puede ser que le fue largo el viaje – aquel muchacho asintió al diagnóstico que dio su padre, era mejor buscar el bienestar más ideal para su amado primo, quien en esos momentos los ojos de Camus se abrían de a poco para depositar toda su atención en las siluetas que poco a poco se aclaraba hasta mostrarle la presencia de sus parientes.

- Hola tío, hola Degel – Saludo con pesadumbre Camus mientras se incorporaba en aquella banca que al sentir la incomodidad pero acaba por sobre saltar cuando su visión era otra, no sabía qué diablos estaba sucediendo - ¡¿Dónde demonios estoy?! ¡¿Cómo llegué hasta acá?! -

- Deja de gritar hijo, evita que las personas del pueblo se sobresalten y nos miren de mala manera – Al escuchar aquellas palabras que le dio su tío, Camus se cruzó de brazos para mirar mal a sus parientes.

- ¿Y como se explica por qué estoy acá afuera? – Degel negaba y emitía una pequeña risa al ver que su primo era muy caprichoso.

- Eso debes de saberlo tu, no nosotros – Respondió Krest para después ayudar a su sobrino a ponerse de pie – Degel subí las maletas de Camus al auto, y tu niño llegas a casa comes algo y te vas con tu primo a conocer el pueblo, aprovecha el viaje en auto para descansar correctamente – Camus asintió a lo que decía su tío, por otro lado Degel tomó la mochila de su adorado primo para así los tres subirse al vehículo.

El viaje fue agradable, Camus disfrutaba estar con su única familia, jamás espero que a sus 16 años fuese a salir del orfanato para irse a vivir con su tío y primo. Trato de recordar algún momento feliz junto a ellos dos, pero no podía recordar nada, sabiendo que algo raro le estaba sucediendo, negó aquello para así disfrutar de ese momento de risas y charlas alegres que pasaba con su tío y primo. Sin más que esos felices recuerdos decide en hacer caso lo que su tío le dijo que hiciera, cerró sus ojos para así descansar un poco dado que la emoción de pasar lo poco que queda del día al lado de su primo.


Al llegar a la casa de sus familiares, Camus miró por la ventanilla la enorme casa que era y jamás esperó que fuera igual a las otras casas que la rodeaban. Un barrio lindo y agradable, había vecinos que estaban con sus familias jugando, limpiando el frente, pero al momento que se debía bajar observó a un joven quien se estaba acercando a él.

- ¡Hola! – Saludo aquel jovencito de su misma edad, aunque Krest miró al muchacho de reojo sabiendo que conocía a ese chico bastante bien porque ya era por conocimiento de muchos que esa ciudad no era tan común.

- Hola, mi nombre es… - Camus no pudo terminar su presentación ya que su primo se acercó a ellos, es más algo parecía estar sucediendo con sus parientes al adoptar una postura que a simple vista diría que estaban a la defensiva.

- Mu ¿No deberías de estar en la escuela rindiendo las últimas materias que debías? – El susodicho se cruzó de brazos para mirar a Degel de una manera casi desafiante.

- Sí, pero recién vuelvo de rendir la materia de ciencias biológicas y saque un ocho – Degel aplaudió a Mu, quien muy orgulloso de su progreso educativo – y ¿él es tu primo Degel? -

- Sí, Camus él es Mu y va al mismo colegio que tu iras – El muchacho de cabellos aguamarinas miró a su primo muy sorprendido al escuchar aquello, ¿Iba a ir a la escuela? Nunca en su vida pisó un colegio, sabiendo que en el orfanato que él estaba ya les enseñaba lo básico, pero él no se podía decir que era muy bueno en su clase, ya que sus parientes hicieron todo lo posible para que aprendiera todo lo que en la vida cotidiana un muchachito de su edad debe de saber.

- Espero que pronto comiencen las clases y de que podamos estar en la misma clase – Krest le hizo una seña a Mu para que se marchara cuando antes, y el muchacho de cabellos lilas asintió aquella seña – Bueno creo que deberé de irme, porque si no mi hermano Shion se va a enojar muchísimo -

Mu se despidió de aquella familia para irse a su casa. Después de que la visita se fuera, Degel guío a su primo hacia la casa, al entrar Camus miró toda la decoración, debía de admitir que su tío tenía un buen gusto con las cosas rusticas y hogareñas.

- Bueno Camus, ¿Qué quieres comer? – El chico de cabellos aguamarinas y de mirada azulada se fijó en su celular la hora, para después percatarse de que ya se acercaba el mediodía, ¿Tan rápido se le pasó el tiempo? Pero debía de admitir que tenía un poco de hambre.

- Lo que haya tío Krest – contestó a la pregunta de su tío, quien asintió a lo que dijo su querido sobrino. Camus miró a su primo quien estaba bajando de las escaleras - ¿Desde cuándo subiste? -

- Desde hace unos minutos primo y fui a preparar tu nuevo cuarto – Camus asintió a lo que decía su primo, en cambio Degel le revolvió el cabello con ternura para después acercarse a él y decirle algo al oído – Después de almorzar vamos de compras, tu y yo, porque me da un poco de lastima de que no tuvieras mucha ropa -

- ¿Desde cuándo te importa la moda? – Le pregunto Camus con un tono divertido, provocando que Degel desviase la mirada.

- Qué te interesa "Qué le interesa a él si me gusta o no… A veces pienso que no lo puedo olvidar" Ve a darte un baño en tu cuarto y después bajas – Dijo Degel dejando a su primo muy desconcertado, en cambio Camus le restó importancia a las palabras de su primo para después ir a su nuevo cuarto.

En la cocina, Krest estaba preparando unos platos franceses sabiendo que su querido sobrino tenía los mismos gustos que su hermano, ya que diría mucho lo angustiado que se sentía al recordar lo trágico que fue el saber que su hermano y cuñada habían fallecido en aquel estrepitoso accidente. Pero era preferible no pensar en esos terribles recuerdos por más que le causen esa tristeza, aunque en eso, Degel se acercó para tomar un tentempié antes del almuerzo.

- ¿Camus? – Pregunto Krest mientras enjuagaba algunas verduras, en eso Degel dejó salir un suspiro como si ya supiera lo que iba a decirle su padre.

- Le dije que subiera a su cuarto, ya que me estaba a punto de hacer su típico interrogamiento – Dijo con un tono de asco el muchacho de mirada violeta, en tanto debía de admitir que su respuesta le causo una risa a su padre - ¿Cuál es la gracia de mi respuesta? -

- La gracia de cómo te ofuscas por las preguntas de tu primo, espero que las compras sean seguras sabiendo la hora en que sales con él – Degel abrió sus ojos de la sorpresa que se llevó, se giró para enfocar su mirada en la hora del reloj.

- Diablos, creo que me olvide de que hoy viene Kardia a buscarme papá – El hombre de cabellos rojizos se giró para mirar de mala manera a su único hijo quien se había sonrojado un poco al mencionar el nombre de su novio.

- ¿Cuándo entenderás de que no debe venir más a esta casa? Degel sabes muy bien lo que hizo con vos y con cierta personita – aseveró Krest ya que había dejado de hacer la labor de preparar el almuerzo.

- ¡¿Por qué no dejas de estar rechazando mi relación con Kardia todo el bendito tiempo?! ¡Él tenía que hacerlo y no lo vuelvas a mencionar más! – Grito Degel sabiendo que su ataque de nervios comenzó, lágrimas amargas se asomaron y no podía dejar de estar pensando en lo que pasó hace más de un año.

En la segunda planta, Camus al terminar su baño no se había esperado escuchar una pequeña discusión entre su tío y primo, aquello jamás llegó a pensar que ocurría, pero al poco tiempo sintió como una puerta se cerraba de manera brutal, y al poco tiempo sintió el llanto de su primo proveniente de la habitación de este. Se seca rápido para así colocarse una nueva muda de ropa limpia, sale de allí para bajar y averiguar que acaba de ocurrir para que su primo empezase a llorar.

- "¿Qué le sucede a Degel? Jamás fue de expresar sus sentimiento" o ¿Puede ser que alguien haya hecho algo con él? – En ese instante por arte de reflejo Camus se dio la vuelta para percatarse de que su tío estaba allí - ¿Qué sucede tío Krest? -

- Camus, si vuelves a escuchar esos gritos o las discusiones que tengo con Degel es conveniente para ti de que salgas a conocer el pueblo o ve a caminar un poco, para que no te traumatices por los gritos que da tu primo – Camus dejó salir un suspiro de tristeza al escuchar aquellas palabras que decía su tío, en cambio, Krest trataba por todos los medios de que su sobrino no sepa del porqué de las discusiones frecuentes que tiene con su hijo Degel – Camus te hice un plato de sopa y si Degel baja calienta un poco de pasta que hay en un tupper dentro del refrigerador, por qué ahora debo de irme al hospital porque me tocó guardia esta noche -

- Entonces ¿esto significa que no almuerzas aquí y menos cenar? – Krest asintió para después irse del cuarto dejando a su hijo y a su sobrino en disposición de la casa.

Al haberse ido al trabajo su tío, Camus bajó a la planta baja para ir a la cocina y almorzar aquella sopa. Tomó asiento en aquellas sillas rústicas, a sorbos le daba a su sopa de crema y admirar todo su entorno, debía de admitir que ese comedor era pequeño y muy acogedor como para una familia pequeña.

- Creo que el haberme ido del orfanato y estar viviendo ahora con mi tío, puede ser que pronto sepa de cómo es estar en familia – Al terminar de tomar su sopa fue a lavar la vajilla que usó y lo primero que quería era saber si su primo quería almorzar algo.

Al llegar al pie de la escalera el timbre comenzó a sonar de una manera exagerada y eso jamás esperó a la hora que era, decide a ir hasta la puerta de entrada para abrirla y lo que notó fue la presencia de un chico de cabellos azules y de mirada turquesa, tenía una gran impresión cuando este le saludo.

- Hola y ¿Quién eres tú? – Le pregunto a aquella persona de una tez un poco pálida, Camus no sabía que decir lo primero que hizo fue hacerse aun lado e indicarle a esa persona que pasara y así lo hizo.

- Hola señor, yo soy Camus, vengo a vivir con mi tío y primo – Aquel hombre abrió sus ojos grandemente al ver que ese jovencito tenía algunos rasgos parecidos a su amado – y ¿Quién es usted? -

- Chiquillo no me hables con formalidades, yo estoy aquí por Degel ¿Está en casa? – Le pregunto aquella persona, Camus se cruzó de brazos ya que no le gustaba que le dijeran chiquillo en un tono de voz molesto.

- Sí él está… Pero ¿Qué es usted de mi primo? – Camus se apoyó en la pared y no cambió su semblante interrogativo, deseaba saber todo acerca del entorno en el que se movería.

- Qué maleducado eres mocoso, primero me tratas de usted, ya que odio a las personas de antaño como tu… Y eres casi parecido a mi hermano, quien siempre está con preguntas filosóficas y se las hace hasta al perro – Decía aquel muchacho quien había optado el mismo semblante que Camus – y dime Camus ¿Por qué preguntas tanto a las personas? -

- Hago preguntas para conocer, sabiendo que esa es una buena manera de saber que temas le gusta hablar a las personas… Y otra cosa usted no me dijo que hace aquí, para qué vino, dejando de lado de que vino por mi primo quien está encerrado en su cuarto llorando como magdalena – Aquella palabra le hizo un clic al hombre de mirada turquesa quien a toda velocidad fue hasta la habitación de su novio - ¡Oye! ¡No seas irrespetuoso! "¡¿Qué se cree este patán?!" – Camus fue subiendo a la primera planta para ir al cuarto de su primo, pero no quería creer que ese irritante sujeto había ingresado como si fuera su casa y de lo rápido que fue, no era humano, sino un animal que sabe usar dos partes de su cuerpo.


Ya en el cuarto de su novio, Kardia toco la puerta y al recibir respuesta se adentra ha ella, odiaba ver a su amado tirado en la cama y con los ojos llorosos, aunque, era consciente de que una vez más fue el causante de una disputa entre padre e hijo.

- Mi amor ¿Qué sucedió ahora? – Kardia a paso tranquilo se acercó a la cama de su novio, quien estaba sosteniendo un pequeño osito de color café y vestido de marinerito – ¿Es tu padre quien te volvió a cuestionar por aquella vez? – Degel asintió para después sollozar mientras abrazaba fuertemente al pequeño osito. Afuera de la habitación, Camus estaba escuchando la conversación que se estaba dando en el cuarto de su primo. – Sé que no debí de hacerlo, pero si el consejo se enteraba Degel… Me matarían de la misma manera que les pasó a mis padres… Sé qué siempre lo quisimos pero debía de protegerte a vos, para no convertirte en uno de los míos – Degel fue hasta su novio, se sentó en la falda de él quien estaba sentado en un sofá que había en su cuarto, y ambos se consuelan mutuamente.

Por otro lado, atrás de la puerta Camus se sentía muy confundido acerca de las emociones que estaba teniendo en ese momento y más sabiendo que sus dudas acerca de su primo iban en aumento, nunca pensó que los misterios dentro de su familia había.


- En el próximo capítulo -


(…)

- ¿Qué haces aquí Kardia? – Le pregunto un cierto rubio quien se acercaba a ellos.

- Vengo a acompañar a mi novio y a su primo de compras Radamanthys – Contesto Kardia en mientras colocaba aquellas personas atrás de él.

- Uh parece que ambos son personas muy deliciosas – Decía Minos quien usó su habilidad de teletransporte para ponerse tras de los dos primos. (…)

- ¡DEJALOS! – Se dejó oír un grito de una persona quien había lanzado algunas flechas negras. (…)

- Muchísimas gracias Aioros – Agradece Kardia quien estaba en su modo bestia, con sus colmillos salidos y con ganas de pelear. Pero debía de admitir que su mejor amigo había llegado en un buen momento.