Disclaimer: Boku no Hero Academia y sus personajes son propiedad de Kohei Horikoshi.
N/a: Hola y sean bienvenidos y bienvenidas, de ante mano me disculpó si notan faltas de semántica o de ortografía; puesto que no poseo computador/ordenador y escribo desde mi teléfono. En ocasiones el auto corrector se sale con la suya sin importar cuanto me esfuerce en la edición
…
Hope
…
Acababa de llegar a su casa después de tres días consecutivos de dormir en la oficina, tratar de no asesinar a sus compañeros de trabajo, comer de manera deplorable y tener que pensárselo diez veces para usar las duchas que había en el cuartel de policía ya que siempre había una fila interminable, había acaparamiento de productos de higiene personal y el único conserje que laboraba de mala gana en el sitio no limpiaba sino al final de día y por ende las molestas filas. Había estado tan feliz de regresar a su departamento que se le había olvidado por completo que se había ido de su hogar dejando el refrigerador completamente vacío. Cerró la puerta del enorme electrodoméstico desprovisto de cualquier comestible y suspiro hastiado y resignado. Estaba pensando seriamente en contratar un ama de llaves que se encargará de todo en su ausencia.
Tomó sus llaves su tarjeta de crédito y salió de su casa. Por suerte había un excelente supermercado bastante cerca de donde vivía. El moreno saludo a varios vecinos en el camino y trató de no malgastar energía mental en maldecir su falta de previsión. Aizawa era un hombre práctico, minimalista y sobre todo despreocupado en todos los aspectos de su vida personal. Nunca perdía el sueño por lo que la mayoría si lo haría. Aunque en el aspecto profesional era todo lo contrario, era adicto a su trabajo y también era perfeccionista. Pero en ese justo momento de verdad se habría agradecido a si mismo ser prioritario con la bendita compra de sus víveres. Además ahora también tendría que esperar para tomar una ducha en forma porque su baño también estaba vacío. No recordaba la última vez que tuvo que hacer una compra total de todo lo que tendría que existir en un hogar decente, de eso ya mucho tiempo. Pero bueno al mal paso darle prisa.
Apenas se vio con el carro de las compras entre las manos, prácticamente no duró nada eligiendo productos de los anaqueles. Tenía excelente memoria y conocía muy bien el lugar, casi sin ver a sus alrededores tomaba algo del pasillo correcto y lo metía en el carro sin mucho tacto. Se tomó la libertad de comprar varios paquetes de cerveza y varias golosinas después de haber terminado de actuar el papel de adulto responsable. Había hecho unas compras que dejarían orgullosa a su madre pero terminó dándose gustos que harían llorar de orgullo a cualquier soltero entrado en sus veintes aunque el tuviera treintena y uno. Cuando llegó a la caja se recargo del mango del carro y se dedicó a esperar que la gente avanzara. Un minuto después alaridos llenos de preocupación lo sacaron de sus pensamientos, eso y que la fila ya no avanzaba. El problema radicaba en la persona que estaba dos puestos adelante del suyo. Al parecer este llevaba una compra bastante contundente y se notaba desesperado porque su tarjeta no tenía fondos suficientes. No supo muy bien que lo llevó a dejar su carro y adelantarse hasta la caja pero terminó haciéndolo. No faltaron las miradas curiosas ni los murmullos por supuesto.
—Jejeje…pues creo que tendré que dejar más de la mitad de mis cosas… — el sujeto rubio que frenaba el avance de la cola para pagar enfrentaba una situación penosa y problemática para él en varios niveles, eso y que la chica que lo atendía ya había pasado toda la compra por el lector de código de barras y su rostro estaba por mutar de uno cordial y servicial a uno muy molesto e irritable —De verdad lo lamento mucho… ¿Mm? — de la nada una mano le estaba extendiendo una tarjeta de crédito justo frente a su nariz, abrió mucho los ojos producto de la incertidumbre y siguió el camino de la mano frente suyo hasta dar con el dueño. Cuando sus ojos chocaron entre sí, descubrió que este lo veía sin expresión alguna y con una mirada bastante aburrida. Al rubio no pudo consternarle más ese escenario. Ni siquiera le salían las palabras adecuadas.
—Ten.. — fue todo lo que el hombre de cabello negro a su lado le dijo. El rubio trago duro bastante exasperado.
—Gracias.. — tomó la tarjeta de mala gana y se la extendió a la chica quien vio muy extrañada la situación— Mi… vecino me ayudará a completar lo que falta. No se preocupe…— intento sonreírle y pareció funcionar, esta cobro de la tarjeta de Aizawa, quien permaneció ahí parado detrás del dueño de la compra que se vio obstaculizada a la espera de la devolución de su tarjeta y solamente hablo para facilitar los datos necesarios para finiquitar la transacción. Cuando todo estuvo listo el de ojos verdes le devolvió su dinero plastificado. Tomó lo ofrecido y volvió a su puesto en la fila. Para cuando Aizawa tuvo todo lo que le pertenecía en su poder y salió del supermercado no le asombró en lo absoluto encontrar al rubio esperándolo fuera de este con sus propias compras a cuestas. Ahí estaba, parado de mala gana y con ese semblante tan particular, vestía de forma muy elegante y a la vez rebelde. Era del tipo de hombre que atraía miradas de mujeres por donde pasará. Bajo el marco de sus lentes de sol y lo vio directamente con aquellos ojos verdes y demasiado penetrantes. Demasiado vivos, demasiado para el gusto de Aizawa — Pienso pagarte. Pero no estoy en mi mejor momento como pudiste notar… — fue lo primero que le dijo al tenerlo de frente y Aizawa resoplo casi burlón. Solo quería llegar a su casa amenazar con dormirse en la bañera de lo cansado que estaba y lanzarse una pizza congelada que lo estaría esperando en el horno y olvidarse del puto mundo hasta que tuviera que volver al trabajo. No estaba para enfrentar los delirios de dramaturgo italiano de Yamada.
—Nunca te he cobrado. Y no voy a empezar ahora… — le dijo, le regaló media sonrisa aletargada, soltó un gran bostezo al puro estilo de un gato perezoso y siguió con su camino. El rubio empezó a seguirlo apenas noto como este no tenía intenciones de parar.
—¡No esperes que acepte esta condescendencia tuya toda la vida! — le había ladrado aquello casi con odio. Parecía una broma muy mala del universo, pero siempre que tenía ese tipo de problemas su vecino desde hace diez años aparecía como por arte de magia o producto de alguna invocación demoníaca espontánea y pagaba lo que fuera por él y de hecho nunca le cobraba. Incluso si el se negaba mil veces a que le prestará de su dinero el moreno simplemente no aceptaba un no como respuesta. La única razón por la cual no le montó la escena de siempre era porque el tiempo apremiaba y había mucha gente observando. Aizawa tuvo que reprimir su risa, deliberadamente el rubio lo estaba persiguiendo. Vivía en el edificio al lado del suyo, era un área urbana cuyos edificios departamentales terminaban muy cerca los unos de los otros, la distancia entre las ventanas de sus respectivos domicilios era de un metro y cincuenta centímetros. Más de una vez habían visto al otro a través de su ventana. Y casi siempre se veían en la calle, en la entrada de ambos inmuebles o simplemente en sitios comunes de ocio. No obstante, no gozaban de la mejor relación. Su interacción era demasiado extraña como para definirla. En ese momento el de ojos verdes no lo seguía por placer sino porque la desgracia quiso que fueran vecinos y tuvieran que tomar la misma ruta de regreso.
—Ya cálmate. Te escucho resoplar como toro embravecido desde aquí.. — tuvo que hacer el comentario ya que era obvio para él que Yamada quería que supiera que lo odiaba por alguna razón que era completamente natural en su mente y él desconocía.
—¿Ser oficial de policía te hace tener algún complejo de mesías o que? — estaba empeñado en molestar y no se detendría.
—No…Y de hecho soy Sargento…— fue todo lo que contesto. No planeaba decirle que le fascinaba de manera morbosa y hasta un punto preocupante fastidiarlo. Sabia que Yamada tenía un ego enorme y era demasiado autosuficiente. También habían tenido ciertos episodios en el pasado muy variopintos llenos de situaciones estresantes y otras que francamente le dieron risa. Su relación era todo menos normal pero si era bastante agresiva en varias formas. El rubio siempre diría que lo fastidiaba por placer y era cierto le gustaba hacer eso de la misma forma que este gozaba de joderlo todo el tiempo con sus propios recursos de delincuente. Porque no tendría pruebas materiales pero si las tenía visuales y definitivamente Yamada era demasiado parecido a un pandillero con su actitud, sus juntas tan particulares y su modo de vida. Que hasta el momento no sabía si era músico, artista frustrado o distribuidor de marihuana. Bueno lo último era solo era una conjetura suya. Aunque su intuición profesional cosquilleaba cada vez que lo veía y por algo debía ser.
El resto del camino fue silencioso, tenso y lleno de una atmósfera extraña. El rubio se mantuvo a varios metros de distancia todo el tiempo pero justo antes de separar sus caminos al llegar al pie de ambos edificios este se detuvo y aún dándole la espalda volteo a verlo sobre el hombro.
—Gracias.. — eso de alguna manera había conmovido bastante a Aizawa. Después de todo Yamada siempre terminaba dándole las gracias de una u otra manera.
—Deberías dejar de ser tan orgulloso.
—¿Sabes? Si te hubieses limitado a decir un simple: de nada todo podría haber acabado bien para variar ..— y de nuevo los ánimos se encendieron. Lo que parecía desquiciar más al rubio era la actitud de se me resbala todo lo que digas o hagas de Aizawa. Nada parecía alterar a ese hombre.
Sin más terminaron alejándose el uno del otro sin la menor intención de volver a encontrarse en el futuro cercano. Cuando Aizawa llegó a la cocina de su hogar y depósito las bolsas en el suelo fue directamente a su sala de estar a encargarse de un pequeño/gran detalle que siempre tenia que cubrir. Debía cerrar las cortinas. Esa ventana era la que daba hacia el departamento del rubio y lamentablemente el cristal contiguo daba una buena vista interior del dormitorio de su vecino y este no se tomaba la molestia jamás cerrar su persiana. En varias ocasiones el solamente había ido por un bocadillo nocturno y había terminado teniendo una vista demasiado detallada de su ruidoso vecino luciendo solamente su ropa interior. O saliendo de su baño con una toalla mal amarrada a la cintura. O teniendo una discusión telefónica demasiado acalorada mientras utilizaba un lenguaje muy florido. Había decidido correr las cortinas desde hace mucho tiempo y realmente no recordaba la última vez que lo había visto por accidente. Algo que definitivamente no quería ver era a molesto vecino en medio de una actividad privada y eso podía ir desde tener la compañía de alguna mujerzuela a verlo inyectarse o inhalar alguna sustancia alucinógena. Una vez más lo último era una conjetura pero no le sorprendería si llegaba a ocurrir. Y lo peor era que se vería en el molesto papel de tener que arrestarlo por posesión y consumo. Ahora que lo meditaba mejor, en su cabeza parecía que siempre quería encontrar alguna excusa para esposarlo. Sin más negó varias veces y cuando fue a cerrar la ventana que dejó abierta al salir para después bloquear la vista con sus cortinas se encontró de frente con un par de ojos verdes y amenazantes al otro lado.
—¡Piensa rápido!
—¡Eh! — un objeto le había impactado en el pecho. No le dolió ni nada por el estilo pero que Yamada le arrojará algo de forma deliberada y solamente le haya avisado con ese grito que lo sobresalto hasta desbalancearlo un poco no se lo espero en ningún momento — ¡¿Se puede saber cuál es tú problema?!...— le hablo alto para lo oyera mientras se agachaba a recoger lo que le habían lanzado. Casi se ríe cuando descubrió que demonios era — ¿Oreos?
—Si, un paquete de oreos. Disfrútalo y cállate. — por primera vez en la historia de conocerlo o de creer conocerlo ella rubio fue quien cerro la persiana. Ahora Aizawa no podía evitar sonrojarse un poco al pensar que el rubio estuvo esperando que se asomara en algún instante solo para poder lanzarle un paquete de oreos. Vio que tenían doble porción de crema y eran estilo americano. No sabía que le sorprendió más el buen gesto o que el de ojos verdes supiera que esas eran sus favoritas. Bueno era difícil encontrar a alguien que no le gustara esa marca de galletas, probablemente era una coincidencia.
Abrió el paquete y procedió a meterse una galleta a la boca mientras giraba sobre sus talones y se disponía a poner a hornear esa pizza y darse un largo baño. Tendría que volver a trabajar temprano. Podía pasar incluso una semana recluido en su trabajo ayudando con investigaciones varias y cumpliendo doble y a veces triple turno. Pero nunca se quedaba más de un día completo en su propia casa. Después de todo no tenía perro que le ladrara y podía hacer con su tiempo lo que se le diera la gana y procuraba hacerlo.
Aquella noche cuando ya se encontraba sobre su colchón pudo escuchar la estruendosa música metálica de su vecino preferido entre millones de comillas, mancillando la tranquilidad del ambiente. Para mala suerte del rubio. Aizawa escuchaba ese tipo de música también y de hecho agradecía el ambiente infinitamente. De hecho podía apostar cualquier cosa a que Yamada pensaba que el odiaba el repertorio musical que constantemente ponía a todo volumen cuando en realidad tenían bastante en común en ese aspecto. Ese era un dato que jamás le iba a dar. Le sonrió de forma floja al techo y no pudo evitar pensar en ese hombre de cabello rubio y ojos hipnóticos que le era un grato misterio. Aunque este no lo tuviera en buena estima al moreno le encantaría llevarse mejor con él.
…
Al día siguiente en medio del sonido de dedos sobre teclas y el olor a café saliendo en grandes lotes de las cafeteras del cuartel de policía. Había murmullos y gente conversando discretamente entre sí. La población de policías jóvenes en ese cuartel en particular era alta. Todos eran efectivos con edades comprendidas entre veintitrés y treinta ocho años de edad. El más viejo era el jefe de todos ahí. El Sargento Mayor Todoroki Enji y aún así el intimidante hombre estaba en sus cuarentas. Gustaba de reclutar hombres jóvenes que tuvieran energía de sobra que quemar y poderlos explotar a gusto y voluntad. Exigía diligencia, responsabilidad y entrega total. Se enorgullecía de toda su plantilla de trabajo pero en especial de su nueva estrella en ascenso. Takami Keigo quien se había ganado su respeto rápidamente y también estaba su mejor elemento. Su mejor hombre y mano derecha a quien recomendaría como jefe en cualquier división. El Sargento Primero Aizawa Shōta. Este último era motivo de alarde para él. Siempre. Todo el tiempo. A cada momento. En todo instante menos aquel día.
—¡AAAAAAAIZAWAAAAAAA! — el poderoso grito del Mayor apodado por todos sus hombres como Endeavour. Hizo temblar todo el cuartel y al mencionado lo hizo cubrirse los oídos — ¡¿HASTA CUANDO VOY A TENER QUE SOPORTAR ESTO?! — para mala suerte suya. El jefe era un paranoico de primera e insistía en que cada paquete que llegaba a la estación fuera entregado directamente a su oficina. El 99% del tiempo era muy práctico puesto que siempre venían dirigidos paquetes y cartas con asuntos oficiales, administrativos y demás y una que otra vez eran para el propio Mayor. No obstante cada catorce de febrero ocurría lo mismo. Todos sus elementos recibían cartas y chocolates de admiradoras. Admiradoras que no podía odiar libremente por descomponer el cerebro de sus policías ese día del año y hacerlos virtualmente inútiles por veinticuatro horas, porque contribuían bastante con sus donaciones, de hecho al final no era la gran cosa, simples tonterías que no ocupaban espacio y cabían todas en una sola caja que no le costaba dejar en la sala común y que cada uno tomara lo suyo. Pero en el caso de Aizawa era totalmente distinto. — ¡OCTAVO AÑO CONSECUTIVO DE ESTÁ MIERDA! ¡¿Cuándo le vas a poner un alto?! — todos los hombres en la oficina estaban atacados de la risa y con justa razón. Había un arreglo de rosas rojas gigantesco en una cesta con chocolates de varios tipos y una carta sellada en medio de todo luciendo impresionante en el escritorio del Mayor. El regalo en cuestión era grande, impactante, se veía muy caro, y venía con un gatito de peluche extremadamente tierno de color negro. Todo era para Aizawa y estaba volviendo un chiste humillante a los aposentos privados de Todoroki quien parecía echar fuego por todos lados.
—¿Cree que no lo he intentado señor? — a paso relajado y tratando de no faltarle al respeto a su jefe el moreno entraba con permiso de este en la oficina en busca de retirar el regalo destinado a su persona.
—¡Tendrías que hacer un mejor uso de nuestros recursos y buscar huellas dactilares o algo! ¡NO SE INTERROGA A LOS REPARTIDORES! ¡CADA AÑO HAY UNA PORQUERÍA OPULENTA COMO ESTA OBSTACULIZANDO EL TRABAJO! ¡Por si fuera poco que todos ustedes zánganos buenos para NADA se pongan peor que unos mocosos calenturientos de secundaria con sus estúpidos chocolates vienés tú igual que una manzana de la discordia a desencadenar chismes y relajos durante el trabajo con tus obsequios!
—¡NI SIQUIERA SE QUIEN ME LOS MANDA NO ES COMO SI QUISIERA RECIBIR ESTO CADA AÑO TODOROKI! — le grito a su mismo volumen y para sorpresa colectiva Todoroki no le había arrancado la cabeza. Aizawa era el único que podía tratarlo peor que a un estropajo y salir con vida.
—Esta bien, no tienes porque alterarte… — el pelirrojo pareció tranquilizarse como por arte de magia. El hablaba a los gritos todo el tiempo normalmente pero que Aizawa si quiera abriera la boca para articular ya era extraño. Era muy malo para todos cuando se enojaba y alzaba la voz. — Solo procura que los demás no se distraigan mucho. Disfruta de tu regalo, eres joven y deberías buscar a esa admiradora tuya. Gasta mucho en ti después de todo puede que valga la pena..— dándole una palmada en el hombro intentando sonar lo más paternal posible el enorme sujeto se retiró. Desde que estaba intentando conectar con sus hijos se había vuelto medio bipolar con todo el mundo. Aizawa no había hecho más que verlo con el rostro descompuesto y como fuera un chiste malo andante. Sin más se llevó su arreglo floral y lo depósito en su propio escritorio. Los comentarios no tardaron nada en llover de todas direcciones.
—¡Que envidia!
—¡No puedo creer la suerte que tienes!
—¡¿Por qué tú solamente recibes este tipo de cosas?! ¡Nadie recibe nada superior se una tableta de chocolate o un peluche!
—¡Solamente échenle un vistazo a esta carta! ¡Esta sellada a la antigua con cera y el papel se ve costoso! ¡Jajajaja a nosotros solamente nos dan postales y cartas en hojas arrancadas de cuadernos!
—¿Ya viste de que marca son estos chocolates? Mierda son importados ni se de que país pueden ser…
—¡Tu querida acosadora te conoce muy bien! ¡Solo miren este gatito de peluche! Debe saber que alimentas a todas las colonias de gatos de la ciudad..
— ¡LARGUENSE DE MI OFICINA! — con ese titánico grito saco a todos sus colegas de su lugar de trabajo. Estuvo soportando sus habladurías solo porque si no lo hacia después del trabajo el acoso sería muchísimo peor. Solamente había un problema y estaba de pie comiendo de la caja de bombones que le habían enviado sus propias fans y viéndolo muy curioso.
—¿Qué? No me voy a ir, compartimos oficina recuérdalo — esa fue toda la excusa de Keigo para estar ahí y aunque era valida estaban en plena hora del almuerzo y este nunca comía dentro de las instalaciones— ¿Ocho años seguidos entonces? Wow. Vaya una acosadora…— era el más joven del cuartel y solo llevaban dos años siendo compañeros, así que era la segunda vez que presenciaba la entrega de los regalos de San Valentín de Aizawa— Se voló la barda este año por lo que veo…debo admitir que si no fuera completamente aterrador te estaría presionando para que la buscaras y te casaras con ella de buena vez.. — Keigo únicamente vio a su superior y mentor resoplar cansado y con el rostro irritado y después se dedicó a escudriñar con la vista el enorme arreglo de flores. Al verlo incluso le transmitía una sensación sobrecogedora y calidad. Debía ser la intención de la persona que lo mandó —¿Hace algo más aparte de enviarte tantas cosas cada catorce de febrero? Porque podríamos localizarla y ponerle un alto ¿Sabes..?
—No hace nada más.. — le aclaro muy calmado el mayor de ambos mientras tomaba asiento — Usualmente solo aparece en la forma de un enorme regalo. No se manifiesta de ninguna otra manera el resto del año… — la única razón por la cual era abierto al respecto con Keigo era porque este era sumamente maduro y confiable además de discreto cuando se le pedía guardar el secreto con antelación, si no se iba directamente a hablar como un indiscreto de primera — La carta es lo mínimo de explicativa. Suele escribir manifestando cosas de forma casual, pequeñeces y también me da buenos deseos. Solo espera que me guste el regalo y nada más.
—Entonces…¡Es una chica de pocas palabras! — se veía muy contento por algún motivo — ¡Es fantástico son el uno para el otro! — Keigo acalló su algarabía cuando noto como Aizawa estaba aguantando la risa. — ¿Qué te puede causar tanta gracia? ¡Hablo en serio la mujer para ti esta allá afuera y te manda enormes señales! Todo el mundo te tiene envidia aquí ¿Lo sabes no? Y con razón hay muchos hombres casados en este cuartel y sus mujeres no pasan de dibujarles corazones en sus almuerzos en este día. Y tú tienes a una completa desconocida que lo único que debe hacer es idealizarte gastando bastante capital en ti. Si te conociera seguramente hoy habría un Ferrari afuera esperando por ti.. ¿Has pensado que puede ser una sugar mommy? Quizá le recuerdas a su difunto esposo cuando era joven o algo así..
—No estoy muy seguro de que sea una mujer.. — Takami pareció quedarse estático y se había puesto bastante morado.
—¡¿Qué dices?! ¡¿Es un él?! — antes de ponerse a reír como un completo enfermo y llamar al resto para burlarse de Aizawa en conjunto este lo hizo guardar silencio con lo siguiente que le dijo.
—Tampoco podría decir que es un admirador te dije que las cartas son muy poco explicativas. Nunca se ha descrito como un él o una ella. Nunca me ha dado una pista de su identidad, escribe de forma neutra como si no quisiera que supiera nada de su existencia. Salvó el hecho de que tiene sentimientos hacia mi… — tomó la carta y la abrió con sumo cuidado. Keigo pudo notar como la desvelaba con sumo cariño y paciencia. También noto como Aizawa se veía más pacifico que de costumbre. — Amado mío. Espero que el peluche sea de tú agrado y no sea un detalle demasiado infantil. Ojalá disfrutes de los dulces. Exagere con las flores pero no podía despegar mis ojos de este arreglo. Llámame cursi pero me hace feliz pensar en cada pétalo de cada una de estas flores como en cada beso que jamás podre darte y que de alguna forma ahora si podrían llegar a ti. Te deseo otro año espléndido. — terminó la lectura y luego espero él comentario de Takami al respecto.
—Suena muy… triste — Aizawa volteo a verlo y se encontró con un Keigo de mirada conmovida — Es poco pero me transmitió algo bastante… fuerte… ¿Siempre escribe así? — el moreno solo asintió.
—Y está es de las cartas más animadas que me ha mandado.
— Entonces tienes razón, no sabría decir si es hombre o mujer…pero si puedo decir que te usa como desahogo de algún tipo. — el perfil detectivesco de Keigo empezaba a salir a flote. Le apodaban Hawks por lo astuto que era y porque nunca se le escapaba ningún detalle — ¿De verdad no has descubierto ningún otro indicio?
—La carta siempre llega sin huellas dactilares, o cualquier tipo de material genético ni perfumes, siempre envía todo desde una ciudad diferente cada año y aunque esta escrita a mano creo que usa alguna especie de molde para trazar cada letra, las deja sin sello personal haciendo eso...hace el resto de compras por Internet y averiguar ese tipo de datos personales en las tiendas donde encarga todo sin una buena causa o una orden judicial no es posible. Y ciertamente no conseguiré una solamente que tengo un admirador secreto y quiero saber su identidad..
—¡Pff! Jejeje…algo me dice que estas ligeramente inclinado a pensar que es un hombre..— el rostro de Keigo era de burla aunque no era malicioso. — ¿Qué haces con estos regalos de todas formas?
—Comerme lo que sea para esa finalidad. Poner en un estante de mi casa lo que se pueda conservar y desechar las flores cuando se hayan marchitado…— al juzgar por el rostro sorprendido e impactado del menor supuso que no esperaba esa respuesta — ¿No era obvio? — solo pudo negar algo divertido. Que mocoso tan predecible.
—Oh, bueno yo no esperaba eso… — estaba por intentar dar alguna excusa para salir airoso de esa situación pero Aizawa se le adelanto de nuevo.
—Sean de quien sean estos gestos. Alguien gasta mucho en mi y quiero pensar en que es con excelentes intenciones. Lo menos que puedo hacer es aceptarlos… — cerro los ojos un instante y reflexiono un poco antes de seguir la charla— ..cuando estaba en la Academia y no existía nada ni nadie más importante en mi vida que mi carrera y conseguir llegar hasta donde he llegado, puede que hubiera regalado todo esto al primero que tuviera antojo de comer dulces o hacer pasar las flores como un gesto suyo para su novia y que luego me debieran un favor…y me habría importado poco o nada los sentimientos de quien me enviará esto. Pero supongo que ahora veo distinto las cosas.
—Esa declaración fue tan fría que me ha hecho odiarte un poco.. — Keigo lo vio tan mal que le dio hasta ganas de carcajearse — En fin, me alegra saber que te has sensibilizado un poco. Tengo trabajo que hacer si te das cuenta de que es demasiado chocolate para ti llámame… — el menor le hizo un gesto de despedida con dos dedos y justo cuando abrió la puerta pego un brinco del susto. Tenía al Mayor justo frente a él y lo veía como si quisiera descuartizarlo.
—¡TAKAMI! ¡HAY UN GRUPO DE MUJERES AFUERA ESPERANDO POR TI Y TIENES TREINTA SEGUNDOS PARA HACER QUE SE LARGUEN! ¡NO NECESITO OTRO AIZAWA EN ESTA OFICINA!
Luego de que Endeavour se llevará a rastras a su oficial más joven y provocara más alboroto del que ya había en esa estación. Aizawa pensaba que de haberlo escuchado alguna vez sobre que dejará de pedir a los recién salidos de las Academias tal y como lo término reclutando a él en su momento no tendría esos problemas. Pero Todoroki era demasiado testarudo. Se levantó de la silla y fue directamente hacia el arreglo floral. Tomó el peluche entre sus manos y no pudo evitar sonreír. Acarició una de las rosas con su dedos y la tersa superficie le transmitió muchas sensaciones. Francamente se sentía bastante culpable al haber leído la carta frente a Keigo. Sentía que había vulnerado la confianza que le tenía la persona responsable de los regalos. Pero algo le decía que esta persona no era celosa o conflictiva y que de seguro no le importaría que compartiera un poco de información con Takami. Por mas extraño que fuera esos gestos eran increíblemente importantes para él. Apreciaba cada obsequio como si se lo enviará una auténtica pareja. Había algo en cada detalle que le hacía intuir que el remitente no era una ella y comenzó a notarlo a apenas el quinto año de recibir esas declaraciones de amor. Por supuesto que creyó que tenía una acosadora y poco después descarto eso tajantemente. Había algo en cada obsequio que lo intrigaba y como un plus siempre adoraba todo lo que recibía. Pero lo más raro ahí era el hecho de que esta misteriosa persona no tenía manera de saber si le gustaba lo que le daba o no. Tampoco le daba a entender que quería verlo en persona y tampoco tenía la intención de que le correspondiera. Al parecer le hacía feliz mandarle todo eso solamente sin tener más aspiraciones. Se pregunto mucho tiempo si eran bromas de algún conocido y eso tampoco logró cobrar sentido. Pensó que alguien quería poner celosa a su pareja usándolo a él y el tiempo mismo lo descarto y también el hecho de que nadie nunca vino a buscarle pleito por un tema ajeno a él. Obviamente no era ninguna especie de soborno ya que no le pedían nada a cambio. Como policía tenía muchos contactos y conocidos y no sabía quien podría ser.
Muchas veces le asustaba sentirse tan emocionado por aquellos regalos. Después de todo no sabía quien estaba detrás de todo. Podía ser perfectamente un psicópata que estaba esperando que mordiera el anzuelo y un día se aparecería para asesinarlo porque si no era suyo no sería de nadie más o algún cliché por el estilo, tal vez la persona tenía algún desequilibró mental y ni siquiera era plenamente consciente de lo que hacía. La teoría de la anciana que le mandaba obsequios por parecer un viejo y difunto amor también tenía mucha validez, o incluso podría ser lo mismo pero con un hombre de avanzada edad que añoraba habérsele declarado a un prohibido amor de su juventud o algo así. El punto es que lo que envolvía cada catorce de febrero para él era un complejo y completo enigma. Todo podía ser válido. Pero todas esas ideas perdían toda fuerza y razón al poner atención a lo realmente importante ahí. El perfil psicológico del remitente.
Había logrado sacar muchas cosas en limpio y aunque sabía que los manipuladores existían y podían cambiar de cara fácilmente así como de personalidad dejaba eso a lo último siempre. La persona en cuestión era: Culta, elegante, apasionada, visceral, extrovertida, detallista, sufría en silencio seguramente, y tenía una idea de amor bastante desarrollada. Debía ser un amante muy entregado. Aizawa empezó a sonrojarse pensando en lo último. Recordaba otros regalos que lo habían seducido con mucho éxito francamente. Colonias, libros, su navaja suiza favorita, peluches de gatos que parecían de colecciones muy antiguas, CDs de música. Y lo que más miedo le daba era que siempre terminaba amando todo, si la persona no adivinaba y tenía golpes de suerte igualmente el terminaba descubriendo que le fascinaba. Era como si una silueta sin rostro se acercara a él y le transmitiera todo su amor, le hablara al oído y lo hiciera cerrar los ojos dándole permiso para tocarlo. Al abrirlos ya no estaba y siempre le dejaba esa sensación de querer encontrarle alguna vez. Quizá ya había enloquecido pero de cierta forma quería mucho a ese completo desconocido. Tal vez si lo veía en persona podría poner un poco de alivio a su torturado corazón pero no sabía si podría corresponderle de verdad. Tal vez era mucho mejor dejar morir el asunto en el anonimato.
Más tarde en la noche acompaño a Keigo a patrullar, justo cuando estaban llegando al centro de la ciudad les advirtieron por radio de una denuncia ciudadana por una carrera de autos clandestina. Al parecer había un gran alboroto producto de la misma y había bólidos violentando el límite de velocidad y la seguridad vial por toda la ciudad. Avisaban a todas las unidades de frenar todo ese vandalismo. Aizawa se adelantó en su motocicleta y Takami le siguió de cerca. Terminaron persiguiendo a varios autos hasta los suburbios y ahí encontraron a una enorme multitud reunida, una línea de meta improvisada y música demasiado escandalosa. En lo que más patrullas iban llegando y anunciándose con las sirenas todo el panorama se cubrió de luces rojas y azules. El pánico comenzó a cundir la gente empezó a replegarse, quienes estuvieran apostando recogieron lo que pudieron y trataron de largarse lo más rápido posible pero todo término en una gigantesca redada y arrestos múltiples. Varios de los autos con más modificaciones le dieron bastante pelea a la policía y tuvieron a las patrullas persiguiéndolos cuanto quisieron. En cuanto a Aizawa estaba sirviendo de apoyo después de meter en el auto de Keigo a varios malvivientes esposados y de repente una motocicleta negra salida de la nada se dio a la fuga y por poco lo atropella a propósito. Eso había sido una provocación bastante descarada, Hawks le grito que se detuviera pero ya era tarde. Se había montado en su propio ciclomotor y había salido disparado a perseguir al sujeto.
Mas temprano que tarde estuvo sumergido en una carrera en medio de la noche en una carretera a las afueras de la ciudad rodeándola por completo y pisándole los talones al sujeto de la moto negra. Aceleró bastante y logró darle alcance. Y cuando estuvo codo a codo con el otro pilotó voltearon a verse un par de segundos. No eran visibles los ojos gracias a los cascos pero Aizawa sintió un extraño magnetismo hacia el otro pilotó. Por un instante se le olvido que era policía y su propósito ahí, el semblante del otro sujeto le transmitió calma y una extraña confianza repentinamente y fue cuando noto que al tipo le sobresalía una cola de caballo del casco, su cabello era largo y rubio. Pero era hombre a todas luces. Tardo dos segundos en creer reconocerlo. El provocador aceleró más con la intención de perderlo, cuando llegó a la ciudad de nuevo se metió por callejones y aceras llenas de peatones por igual, estuvo haciendo maniobras bastante peligrosas en todo el camino. Parecía estarse divirtiendo mucho con ese juego del gato y el ratón y Aizawa estaba perdiendo la paciencia. Cuando logró darle alcance de nuevo enrojeció de furia al darse cuenta de que deliberadamente estaban llegando a la cuadra donde vivía. La calle estaba desolada, no había ni un alma y el silencio fue roto por el sonido de ambas motocicletas. Repentinamente el otro pilotó derrapó y frenó de golpe. Se había estacionado de forma vertiginosa. Aizawa solamente llegó a su lado a una velocidad muy moderada. Tal parecía que se había resignado por completo a esa situación que desde hace un buen rato carecía de sentido para él. El tipo que estuvo persiguiendo se sacó el caso y comenzó a proferir alaridos de victoria a diestra y siniestra siendo demasiado escandaloso.
—¡Yuuujuuuu! ¡GANE! ¡I WIN!— se veía tan jodidamente relajado con su actitud infantil tan campante que Aizawa pensó seriamente en aturdirlo con su pistola tranquilizadora. Y eso solamente para evitar meterle un balazo con la de fuego de lo encabronado que estaba. — ¡Perdisteee! — le sacó la lengua y eso le provocó un tick en el músculo de la ceja derecha al policía m
—En primer lugar no era una maldita carrera. En segundo lugar pero no menos importante tienes derecho a permanecer callado… — le dijo mientras se bajaba de la moto, ya se había quitado el casco y lo veía muy mal. Cuando sus ojos se toparon con los del rubio no pudo evitar sentir que le rostro le quemaba. Yamada tenía una sonrisa muy hermosa. Curioso nunca le había puesto tanta atención como en ese momento. Debía ser porque desde que se conocieron no lo había visto sonreírle a él directamente.
—Oh vamos. Solo fue una broma.. — le dijo al tiempo que se bajaba de la moto y le veía casi con alegría. Lo había provocado porque sabía que no importaba lo que hiciera Aizawa no iba a ir en serio con él. Y de hecho ahí estaba, riendo disimuladamente y ya sin el mal humor anterior viendo al negro pavimento buscando no ser parte de esa conversación aunque sabia que no tenía escapatoria— ¿Fue divertido o no? — el rubio tuvo que esperar cinco segundos completos para escuchar la respuesta.
—Tal vez un poco..
—¡Bien! Perdiste así que tu invitas los tragos ..— le aviso el de ojos verdes muy jovial y contento y antes de subirse a su moto de nuevo le tomaron del brazo con bastante fuerza.
—Si no quieres pasar esta noche en la prisión del cuartel me dirás que actividades se estaban llevando acabo en los suburbios..— sonaba francamente aterrador y autoritario, no obstante había un deje muy pequeño y casi imperceptible de complicidad en su tono de voz, o eso le pareció. Yamada desecho lo último al girarse a verlo y encontrar dos imponentes ojos negros que lo atravesaban de forma tan feroz que creyó verlos volverse rojos por un breve instante.
—Perfecto. Puedo con una noche en una jaula.
—No es un motel, tienes que declarar o desembolsar una tarifa ¿Acaso tienes quien pague tu fianza? Porque no pudiste ni con tus compras.. me vería muy mal pagándola delante de mis colegas. Así que ahórrame la vergüenza — se había escuchado algo maligno y burlón y Yamada no podía creerlo.
—¿Me estas chantajeando?
—Estoy diciéndote que puedes darme un par de detalles y salir impune..— aunque el rubio lo veía como si quisiera matarlo Aizawa me regalaba una sonrisa ladeada y floja. Eso había puesto bastante nervioso al otro quien terminó masticando un tragando un gordo insulto y recapacitando en sus próximas palabras.
—No hablare.. — le ofreció las muñecas para que lo esposara libremente. El moreno vio sus manos y luego lo vio a él. — ¿Qué pasa? Hazlo.
—¿Había drogas de por medio?
—No diré nada.
—¿Intercambio ilegal de propiedades?
—Oh por favor.
—Muy bien con eso es suficiente.. — el moreno se dio la vuelta y empezó a mover su moto con el a un lado caminando. La llevaría a su lugar de estacionamiento.
—¡Eh! ¡Oye! ¿Qué fue eso? ¡VEN AQUÍ Y ARRESTAME!
—No.. — Aizawa realmente no necesitaba que le dijera nada. Ya tenían suficiente gente arrestada y sabía que Yamada no estaría metido en nada verdaderamente ilegal. Oh eso era lo que siempre quería creer, no había nada más engorroso que tener que arrestar o vigilar por sospecha de lo que sea a alguien que conociera, únicamente se quería evitar un mal trago. Probablemente solo era gente perdiendo el tiempo en estupideces así que no tenía porque darle más cuerda al asunto.
—¡Eres un completo imbécil!
—Que tengas buenas noches Yamada.
—¡O-Oye espera! — ante esa petición el moreno volteo a verlo. Podía ver confusión y vergüenza en la postura del rubio — L-Lamento el insulto. A veces te crees demasiado y…
—Tengo cerveza en lata en casa. Sube a la tuya y te pasare una.
—Que sean varias.
—Como desees.
Minutos después cada uno estaba sentado en el marco de su respectiva ventana Aizawa le había pasado un six-pack. No hablaban entre sí al principio hasta que fue inevitable para el rubio preguntar algo que para él era demasiado obvio.
—¿No deberías estar con alguien está noche?
—No es tú asunto..— le respondió con sorna y Yamada lo quiso estrangular— Podría preguntarte lo mismo..
—Estaba muy cómodo en esa carrera iba a conseguir a alguien muy fácilmente una vez terminarán las apuestas...habían muchas chicas de donde escoger …— el rostro del rubio fue de terror. Se le olvido que estaba hablando con un Sargento de Policía.
—Que horribles gustos.
—¿Y tú muy fino no?
—Reconocí a varias de esas mujeres y a todas las he arrestado alguna vez por ofrecer servicios de prostitución en zonas administrativas. Si quieres morirte de la peor sífilis de tú vida adelante.
—Esta bien, esta bien, admito que lo dije por decir algo nada más..— el rubio se sonrojo de pura vergüenza solo no quería quedar como alguien que no tenía ninguna cita o plan para esa noche los cual era la única verdad. — Solo estaba ahí para pasar el rato y ver si alguien chocaba su auto. Eso siempre es divertido.
—Pues yo estaba trabajando. He ahí mi respuesta — al de ojos verdes le sorprendía mucho esa seguridad con la que hablaba. Le transmitió mucha calidez con eso y le hizo darse cuenta de que al moreno no le importaba el que dirán.
Después de aquella declaración permanecieron bebiendo en completo silencio. El ambiente no se tornaba incómodo por más tiempo que pasará. Cada uno atendió su respectivo teléfono de vez en cuando. Aizawa hablaba de forma moderada y procuraba no revelar demasiados datos pero soltaba una que otra frase escandalosa o intimidante por no decir mórbida, logrando que su acompañante pensara que el trabajo del moreno era todo menos algo agradable. En cambio Yamada era ruidoso y detallista, hablaba de forma muy libre y chistosa. Era casi como si ambos se creyeran completamente solos aún estando en compañía. Ambos daban la impresión de ser dos sujetos que vivían ocupados e interactuaban con demasiadas personas hasta llegar al extremo de no tener tiempo para si mismos. Tal parecía que habían decidido mandar al mundo entero al carajo un rato y no tener que darle explicaciones nadie. Lo bueno era que había una hermosa vista de la ciudad y sus infinitos colores nocturnos y antes de ella había una buena porción de bosque. Era un bonito espectáculo y desde la altura en la que estaban daba la alusión de estar sentado un rato en el cielo a observar el firmamento estrellado.
—Bien, se acabó el alcohol. Yo me largo.. — de forma algo ruda el rubio rompió el agradable silencio y el mutuo entendimiento. Se desperezo y tronó un poco el cuello. Aizawa solo le había hecho una seña con la cabeza ya que estaba respondiendo un mensaje de texto en ese momento. Apenas sintió al rubio alejarse se metió en su propia casa también y cerró la ventana y las cortinas por igual. No supo jamás que un par de ojos verdes llenos de melancolía se habían quedado viendo como bloqueaba la vista a su hogar de forma totalmente indiferente. El rubio se había volteado apenas escucho todo el movimiento y se quedó algo cabizbajo y con la expresión más triste de todas en su rostro. Por un breve instante pensó que el moreno le dedicaría una última palabra de despedida. Sin más decidido a irse a dormir pensó que debía olvidar ese encuentro con su vecino.
…
Temprano a la mañana siguiente mientras el moreno hacia su desayuno se le ocurrió la maravillosa idea se atenderle una llamada telefónica a Takami quien estaba hablando tontería y media sobre su noche de San Valentín con su novia de turno y entre mezclaba aquello con toda la información obtenida de las personas que habían sido arrestadas la noche anterior. Era un caso muy interesante de apuestas clandestinas y al parecer manejaban de todo tipo de excentricidades en ese aspecto. Le interesaba lo que tenía que ver con el trabajo pero a cada momento tenía que ordenarle al menor ir al grano. Tuvo que llegar al punto de decirle que esa tipa lo estaba utilizando para que cortara la charla banal y estúpidamente hormonal. Era un chisme que todo el mundo conocía en el cuartel y nadie le había dicho nada a Hawks para que aprendiera la lección él solo. Obviamente se enfado y justo cuando le estaba reclamando explicaciones Aizawa noto como su casa se estaba llenando de humo. Corto a Keigo bruscamente y decidió que en lo que lo viera lo iba vetar de la oficina y que de ahora en adelante usará el pasillo para atender su trabajo.
—¡Mierda! — todo lo que había estado cocinando se quemó irremediablemente. Abrió todas las ventanas que pudo y luego salió corriendo a la sala para abrir la última que le faltaba. Apenas lo hizo aprovechó de respirar aire limpio de una manera poco agraciada y desesperada. Casi se le sale el corazón del pecho de forma violenta al ver lo que tenía justo en sus narices. Yamada estaba apoyado del marco de su propia ventana, estaba con el cabello suelto y sin camisa fumando tranquilamente un cigarrillo y el sol apenas estaba saliendo bañando la piel de este de un tono naranjo casi angelical. Aizawa sintió todo su rostro calentarse tan rápido que le fue totalmente sorpresivo e incómodo. Para rematar esa situación. Yamada estaba riéndose en su cara. De repente y sin ningún aviso cuando solo había encendido un cigarro mañanero y buscaba no llenar todo su cuarto de humo escucho maldiciones y objetos cayéndose desde el interior de la casa de su vecino para que todo terminara en este sacando la cabeza por la ventana y jalando oxígeno de manera comiquísima y nada propia de él.
—¡Pff! ¡JAJAJAJAJA! — casi deja caer el cigarrillo y ahora estaba privado de la risa. Para el moreno supuso un gigantesco trauma por fin haber escuchado reír al rubio en primera fila. Era una risa preciosa, sin ninguna malicia bastante sincera y muy jovial. Parecía otra persona. Una muy alegre, lamentablemente Aizawa sabia que era el único ser humano con el cual su vecino siempre estaba serio y aparentemente de mal humor. Casi como si lo odiara con ganas. — ¡Has hecho mi día entero! ¿Qué demonios pasa, tienes un incendio ahí dentro?
—Queme el desayuno.. — fue todo lo que compartió. Estaba apenado de ser visto en esa situación tan vergonzosa y donde había perdido todo el porte.
—¿No eres muy diestro cocinando verdad? — ahora lo veía burlón.
—Prefiero evitarlo.. — y también esa conversación de ser posible.
—Creía que ustedes debían tener una buena alimentación y cosas por el estilo… ¿No deberías aprender a cocinar?— Aizawa se vio perplejo. Aunque sabia que el rubio decía aquello para molestar creyó detectar preocupación por su salud en su tono de voz. Yamada parecía querer decir otra cosa con el fin de recalcar su aparente irresponsabilidad para consigo mismo cuando sin previó aviso se quedó helado viendo directamente a su sala de estar. Fue solo un segundo pero fue bastante evidente que algo lo había impresionado mucho. Aizawa volteo detrás suyo y fue sencillo saber que había capturado la atención de su vecino. Ahora le era un poco complicado explicar porque tenía un arreglo floral inmenso que parecía un regalo de decimo aniversario en su sala, sería comprensible que aquello lo tuviera una mujer en su casa pero en su caso se veía fuera de lugar.
—Vaya, pensé que no tenias a nadie por lo que me dijiste ayer. Resulta que tienes un regalo atrasado ahí atrás. Ella se va a enojar de recibirlo un quince ¿No te parece? — el comentario de Yamada sonó como lo que cualquiera pensaría al verse en ese escenario.
—Son mías. Me las enviaron ayer. — dijo casi con cierto orgullo, vio como el rubio ponía una expresión parecida al asco mismo y lo vio muy feo.
—¡Pero cuanta presunción! ¡Y yo que pensé que no podías ser más creído! — Aizawa casi se ríe con eso.
—Creo que esta bien presumir algo si te lo dio alguien especial. — aunque no se lo estaba presumiendo. No era su culpa que pudiera ver una tercera parte de su casa desde su ventana. Pero aún así sentía que tenía que defender los sentimientos de quien le haya dado ese enorme ramo.
—Como digas… — el de ojos verdes lo vio aburrido y apagó el cigarrillo. Lo dejó caer desde la ventana y luego le dio la espalda. Aizawa no pudo evitar quedarse viendo la espalda desnuda del rubio, tenía una forma de moverse única y debía admitir. Bastante atractiva. Tenía la musculatura bien marcada y el interior de su habitación le daba un aura de misterio y encanto al mismo tiempo. Fue tarde cuando se descubrió a si mismo paseando la vista por cada pedazo de piel expuesta. Se veía muy provocativa y tersa. Por un breve instante sintió dolor en su pecho y en las puntas de sus dedos al verlo alejarse cada vez más y desaparecer por la puerta de su cuarto pasando a otra estancia de su casa, fue como si una parte suya se fuera con Yamada y no era la primera vez que lo sentía. Trato de no pensar más en esas emociones tan impropias e ir a preparar otra cosa para comer.
…
Días más tarde mientras se encontraba utilizando el gimnasio de la estación a altas horas de la noche junto a varios compañeros el silencio general fue roto gracias a un grupo grande de personas que eran traídas esposadas. Quienes estaban usando las máquinas y las pesas detuvieron sus rutinas para enterarse del chisme de turno. El tenía a Keigo contra el suelo haciéndole un llave, habían estando practicando lucha cuerpo a cuerpo y cuando todos se cansaron de recibir palizas por parte de Keigo y Aizawa los dejaron a ellos dos solos en una pelea de desgaste. El mayor tuvo dificultades pero terminó haciendo comer polvo al más joven cuando se puso serio. Fueron interrumpidos por el compañero que salió descaradamente del gimnasio a enterarse de que pasaba afuera.
—¡Jajaja! ¡No me lo van a creer! — el policía con mayor apetito en el cuartel venía atacado de la risa.
—¿Qué ocurrió Toyomitsu? — el miembro más alto y elegante del cuerpo de policías detuvo su descanso para peinar su cabello y ver al recién llegado. Era raro ver a Hamakada sin sus eternos jeans y chaquetas de jeans.
—¡Si Fatgum cuenta! — bramo Keigo desde el suelo en una posición súper incómoda — ¡Aizawa suéltame de una maldita vez! ¡Ya pedí perdón mil veces por lo de tú sartén! — luego de reírse del castigo corporal que le estaban aplicando a Takami el más curioso del grupo escupió la sopa.
—Pelea de bar. Trajeron a una multitud enorme y un tipo rubio ahí afuera acaba de hacerle una llave a Nishiyi y luego le metió un golpe a mano limpia en la quijada. Debe practicar Judo o algo así ¡Jajajajajajaja! Saben lo bruto que es cuando lleva a la gente esposada. Lo dejaron esposado dentro de la celda por eso. — Nishiyi o mejor conocido como Kamui por sus compañeros nunca tenía mucho tacto tratando con la gente.
Mientras todos reían a carcajadas sueltas de la mala suerte de uno de los suyos. Aizawa quien ya era conocido por su seriedad no pudo evitar separarse del grupo y alegar que iría a las duchas y luego a su departamento. Nadie vio raro eso y aprovechó para despejar sus dudas. Luego de bañarse, cambiarse y tomar sus cosas salió por la puerta principal de la estación y solo necesito un pequeño vistazo dado a la jaula en medio de un pasillo principal para ver a su vecino sentado en el piso de esta. Esposado aún y con un golpe bastante grave en su mejilla tenía toda la pinta de hombre brusco y buscapleitos. Había tantas personas que las llamadas que tenían derecho a hacer cada uno debían estar tardando. Para buena o mala suerte de ambos, el rubio alzó un grado la vista y lo vio casi por accidente. Aizawa sintió un horrible escalofrío recorrerlo. La mirada que tenía el de ojos verdes estaba llena de dolor y todo tipo de impotencia. Casi no lo reconoció pero cuando lo hizo fue como si se hubiera colocado una careta a la velocidad de la luz. Sus ojos cobraron fuerza y se endurecieron tanto que parecía otro hombre. Aizawa le hizo una seña muy disimulada con la cabeza y se fue sin más.
Espero fuera a varias cuadras de la estación un rato en su moto, fue por un café y algo de comer y mientras esperaba que su teléfono sonara no hacia más que divagar y preguntarse si de casualidad el rubio recordaba su número telefónico. Cuando este comenzó a sonar e identifico el número de su lugar de trabajo atendió.
—Habla Aizawa.
— Eh… — el tono de voz del otro lado sonaba totalmente dudoso y apagado denotaba genuina inseguridad — Hola…soy Yamada — hubo otra pausa donde escucho respirar profundamente a su vecino y el corazón volvió a estrujársele— No… no estaba seguro si debería llamarte. No iba a llamar a nadie pero...te ví hace un rato y… me pareció que..
—¿Cuánto te han dicho que es la fianza?
— Escucha. Esto no es necesario..— casi podía jurar que el tono del rubio era de súplica.
—No van a traer a nadie a que te revise esa herida en la cara ¿Tienes dinero en tú cuenta? Por lo que me dijiste no tenias a nadie más a quien acudir.
— No y… No.
—¿Tienes tú tarjeta y efectos personales contigo?
—S-Si.
—Bien, dame tú número de cuenta y te haré un depósito. Dile a algún oficial que puedes pagar tú propia fianza, es sencillo.
— Ninguno ha querido ni verme desde que golpee a uno cuando iba llegando. — Aizawa creyó leer entre líneas y le preguntó algo sin dudarlo.
—¿Ya habías pedido hablar con alguien y te han ignorado, no? — silencio del otro lado— ¿Te duele mucho? ¿Tienes alguna otra herida? — más silencio — Dame tú número de cuenta yo me encargó de lo demás. — luego de un silencio relativamente largo el rubio volvió a hablar casi susurrando.
—… JA56 788-768-549….— empezó a dictar lentamente y Aizawa empezó a tomar nota de todo en una libreta que siempre llevaba consigo. Cuando el rubio terminó añadió algo sorpresivo a la conversación, había algo de miedo y preocupación en su voz — La fianza… se me ha olvidado el monto..
—No te preocupes por eso. Espera ahí. Cuelga. — el rubio hizo lo pedido y después de escuchar el pitido del otro lado hizo otra llamada. Le atendieron bastante rápido. — Takami.
— ¡Aizawa! ¿Qué pasa te has dejado algo?
—¿Estas solo?
— ¡Si! Disfrutando de la Oficina sin ti. Puedo poner los pies en mi escritorio libremente. ¿Qué se te ofrece?
—Necesito un favor. Dime de cuanto es la fianza de Yamada Hizashi, el sujeto rubio con un hematoma en la mejilla. Atiéndelo personalmente y has que pague lo que debe. Te lo encargó.
— ¡Jajaja! ¿El que golpeo a Nishiyi? ¿Es algún conocido tuyo? — escucho como el mayor resoplaba harto del otro lado y luego soltó una carcajada enorme— Ya, ya tranquilo. Yo me encargó. — después de eso Keigo le dijo cuanto se debía pagar.
—Bien, ve por él dentro de diez minutos .. — inmediatamente después de colgar hizo la transferencia y pulso la opción para que se hiciera efectiva de forma inmediata. Después de que vio el dinero ser descontado de su cuenta arrancó la motocicleta de su lugar y en poco tiempo llegó frente a la estación. Permaneció ahí esperando hasta que las puertas se abrieron dejando pasar a un golpeado rubio quien veía al suelo y parecía estar muy cansado física y emocionalmente. No pasó mucho para que notará la motocicleta estacionada a pocos metros suyos. Aizawa le hizo un par de señas para que se acercara, cosa que este hizo casi forzosamente.
—¿Andabas en tú moto?
—Eh, no. Esta en casa aparcada estaba con unos amigos en el auto de uno de ellos. No tenía para la gasolina.. — de repente el rubio hizo un gesto como de querer morderse la lengua. Al parecer estaba tan cansado que se le había salido la sinceridad sola y tal parecía que no quería que el moreno escuchará aquello.
—Bien, sube entonces … — el moreno se sacó el casco y se lo ofreció. Yamada hacia lo posible por no sostenerle la mirada pero en ese momento le fue imposible no asombrarse — Solo tengo uno. No hay problema, no creo que algún colega me detenga o me diga nada aún así. Debo priorizar después de todo.. — el de ojos verdes tuvo que aceptar el gesto y terminó tomando asiento detrás de Aizawa. A ambos le recorrió un feroz escalofrío por toda la columna al sentir al otro tan cerca. Una vez Aizawa hubo arrancado el vehículo el rubio se extraño de la dirección que este había tomando. Pensó que lo llevaría directamente a su casa y no pasó nada de tiempo cuando se vio en otro lugar y sinceramente estaba más que aturdido aunque en el fondo no le sorprendía. Treinta minutos después de haber salido del cuartel de policía ahora se encontraba en una sala de espera en urgencias. El moreno lo forzó a entrar al Hospital y no se iban a ir hasta que revisarán su golpe en la mejilla según este. Sobraba decir que cuando llamaron por Yamada y le revisaron descubrieron que tenía más de una cosa que atender. Aizawa lo veía entre perplejo y enojado cuando estuvo de vuelta y la enfermera lo puso al tanto de todo.
Le habían hecho placas. Tenía dos costillas rotas, una ligera conmoción cerebral, le tuvieron que tomar cuatro puntos en la mejilla y diez en el muslo de la pierna derecha. Estaba deshidratado y según la enfermera tenía baja el azúcar pero nada muy grave. Necesitaría desinflamatorios volver en quince días para retirar los puntos, tener una rutina específica de higiene para sus heridas suturadas y cambiar los apósitos todos los días. Tendría que tomar antibióticos y otro tipo de medicina para el dolor. Las costillas sanarían por si solas en seis semanas pero sería una recuperación dolorosa e incómoda. Requería de una forma especial para dormir, no hacer esfuerzos de ningún tipo y tener el máximo cuidado.
—¿Fue una gran pelea, no? — fue todo lo que Aizawa comentó al respecto.
—Los otros terminaron mucho peor.. — escupió el rubio entre, aburrido, orgulloso y culpable — Pensé que ibas a sermonearme o algo.. — por cómo lo estaba viendo Aizawa dedujo que el rubio tenía la imperiosa necesidad de sacar ese pensamiento de su sistema.
—Suelo terminar como tú ahora mismo muy seguido. Tiendo a perder un poco el control cuando tengo a hijos de puta en frente ya sabes… mi trabajo es.. — intento buscar un buen adjetivo para describirlo — Complicado.
—Entiendo.. — el rubio soltó un par de risas y luego se arrepintió bastante. Le había dolido demasiado.
—Yamada… — se dirigió a él y este volteo a verlo tratando de reunir toda la ferocidad que le fuera posible. — No voy a indagar en tú vida si eso te molesta pero sería agradable que fueras sincero en un par de cosas conmigo si no te importa..
—¿Qué necesitas saber? — pregunto infinitamente cansado. Estaba que caía dormido ahí mismo.
—¿Tienes quien te atienda estos días?
—No.
—En ese caso, podrías quedarte conmigo hasta que..
—Soy un adulto perfectamente capaz de encargarse de si mismo. Gracias.
—… ¿Qué tal solo por esta noche? Al menos como un gesto hacia mi. Me dejarías más tranquilo con mi conciencia de esa manera. — paso un buen rato para que el rubio le diera una respuesta y esa fue afirmativa a regañadientes.
Luego de tener que soportar dos gestos completamente generosos y desinteresados hacia su persona. Yamada sintió que ya no podía soportarlo más. Aizawa insistió en detenerse en una farmacia de camino a su departamento y compró todo lo que iba a necesitar en su condición. Al llegar al hogar del moreno este le ofreció un juego de ropa limpia y el baño. Para cuando salió de este habiendo tardado bastante por el dolor de las heridas y agradecido infinitamente por el agua caliente y el ambiente cálido y comprensivo, se encontró con que el policía le había hecho algo de cenar y le esperaba para ayudarlo con sus heridas. No se detuvo en ningún momento. Desde que cruzaron miradas en la estación, había estado totalmente al pendiente suyo. Lo atendió con gentileza y cariño, le dijo que medicamentos le tocaban y se veía bastante contento de retirar su plato vacío después de cenar. Le complacía que no estuvieran peleando. Tanta medicina lo había dejado muy atontado junto al cansancio y el dolor físico y emocional el rubio ya no tenía defensas que mantener a ese punto. El moreno le indicó cual era su habitación ya que sólo había dos. La suya propia y la de huéspedes que este estuvo limpiando un poco mientras el su invitado cenaba. Una vez en la puerta de la entrada de esta por fin después de mucho tiempo Yamada lo vio y pareció querer decirle algo.
—¿Esta todo bien? — al ver que no le decía nada Aizawa empezó a preocuparse un poco.
—Ni siquiera se que decirte.. — le confesó abiertamente — Un simple gracias no será suficiente…
—No tienes que pensar en eso al menos no ahora.. — había querido ser comprensivo y motivarlo a que se animará pero el rubio empezo a llorar sin emitir ningún sonido. Solamente dejaba caer lágrimas de forma silenciosa y dolorosa. Eso espanto bastante a su anfitrión quien tuvo el impulso de abrazarlo lo más delicadamente que pudo, ver cómo este se dejaba hacer fue la sensación más increíble de todas. Le ofreció el consuelo que un conocido o un amigo podía brindar a otro hombre cuando estaba tan mal y descubrió que el rubio emitía una energía impresionante. Era como si fuera la primera vez que interactuaban y la primera impresión que se llevó lo dejó con el pulso acelerado. Yamada no profundizo el abrazo sino que lo soltó apenas pudo. Fue como si se reprimiera de algo en gran manera sin ningún motivo.
—Creo que… Necesito descansar.. — le sonrió de lado a modo de despedida y entró en su habitación. Tuvo que soportar otro gestó dulce de Aizawa antes de irse a dormir y ese fue que este acomodara almohadas a su alrededor y viera que estuviera bien arropado y cómodo. Dejó la puerta entreabierta y se perdió por el pasillo. Aizawa pensaba que debía haber sido de las peores noches de su vecino y se notaba que estaba profundamente afectado. En cambio Yamada suspiraba una y otra vez con el rostro y el pecho ardiéndole con furia. Derramó más lágrimas mientras se repetía mil veces en su fuero interno que había sido la noche más maravillosa de su vida y que era imposible que el se creyera su propia suerte. Fue casi como si un ángel cayera del cielo solamente para estar con él. Dio gracias al cielo hasta caer profundamente dormido.
…
A la mañana siguiente Aizawa tuvo que entrar al cuarto del rubio por un asunto de fuerza mayor. El sonido del teléfono celular de Yamada que le fue devuelto después de pagar la fianza junto con el resto de sus cosas no paraba de sonar. No estaba en un volumen escandaloso pero si era lo suficientemente insistente y molesto para llamar su atención y sobre todo porque el había estado en el baño y después en la cocina y el aparato no había dejado de timbrar. Le sorprendió que Yamada no atendiera y cuando entró al cuarto lo descubrió durmiendo profundamente. Solo en ese momento recordó que la enfermera le había dicho que la mezcla de los calmantes lo iban a prácticamente noquear los primeros días. El rubio estaba drogado e inconsciente y así pretendía él estar solo en su propio departamento.
El moreno se vio en la obligación de atender y poner al tanto de todo a la persona que insistía en que le atendieran. Cuando lo hizo la voz furibunda de una mujer entrada en años casi lo deja sordo.
— ¡¿Se puede saber porque no atendías el maldito teléfono?! ¡Vago de mierda será mejor que vengas inmediatamente y a menos que tengas siete meses de renta a la mano voy a dejar todas tus porquerías en la calle!
—Señora, no se quien sea usted pero debe calmarse..— Aizawa tuvo que masajear un poco su oído. Ahora estaba molesto y tenía que entender que pasaba a la voz de ya.
— ¡¿Quién se supone que eres?!
—Soy amigo de Yamada. Se encuentra en mi casa ahora mismo pero esta indispuesto, tuvo un accidente anoche y le estoy cuidando ¿Quién es usted y que se le ofrece?
— ¡JA! ¡Buena esa! ¡Páseme ahora mismo a ese cretino y dígale que deje sus cuentos para alguien a quien le importe! ¡Ese inútil no tiene donde caerse muerto y ninguna de las mierdas con las que se junta movería un dedo por él! ¡Dígale que es su casera y que sus cosas están esperando afuera del edificio por él! ¡Esta fuera desde hoy!
—¿Disculpe…? — Aizawa estaba en un total completo y absoluto shock de información. — ¿Esta usted ahora mismo fuera del edificio?
— ¡¿Qué le importa?!
—Mire hacia arriba si es tan amable.. — le dijo asomándose por la ventana de su cocina y la tipa lo vio casi por accidente y para horror de Aizawa era cierto que las cosas de Yamada estaban afuera, puestas en cajas y maletas a los golpes si no deducía mal. — Espéreme ahí enseguida voy.
Haciendo corto el asunto, la mujer que pasó de estar histérica a mantener un diálogo cordial y educado con él le manifestó que Hizashi tenía siete meses sin pagarle. Y que aunque la renta no fuera cara dado que el edificio al lado de donde Aizawa vivía era bastante viejo y tenía más contras que pros. La mujer en cuestión ya no lo toleraba ahí. Pero al parecer saber que estaba con el policía que todos en ese vecindario conocían de una forma u otra la había dejado más tranquila. Le explicó que por el cariño que aún le tenía al rubio solamente se quedaría con la fianza que le dio al alquilar el departamento hace ya diez años a modo de pago ya que esta era solo un poco más alta de lo que esté le debía y así quedaría esa deuda saldada. Pero que tendría que irse y ella no lo tomaría más acciones en su contra. Aizawa bien pudo haber apelado a algo con ella pero decidió que lo mejor sería subir las cosas de Yamada una a una hasta su casa. Simplemente había tomado la decisión por el rubio y me daría asilo hasta que la situación se calmara y él estuviera curado por lo menos.
