Resumen: Arlene Nott tiende a sentirse sapo de otro pozo. Rodar los ojos fue siempre un mal hábito de June Jeong. Mantener el punto neutro es el lema de Michelle Garrod y dramatizar todo personifica a Eileen Chester. [(Año 1971– Hogwarts Team Oc)]
Disclaimer: No es de mi pertenencia el UNV ni los personajes propios de él, todo ello pertenece a la escritora J. K. Rowling. Los Oc's si son invenciones mías.
Rated: T
Género: Amistad
Protagonists – Principales: Team Oc Arlene Nott, June Jeong, Michelle Garrod, Eileen Chester – Secundarios: Team Hogwarts; Lily Evans, Pandora Lovegood (Crazzines), Dorcas Medowes, Regulus Black, hermanos Bones. Merodeadores; James Potter, Remus Lupin, Sirius Black, Peter Pettewred.
Advertencias: Sera un Long Fic, cada arco tendrá un genero predominante (aunque el de amistad será constante) e irá variando según la evolución y el crecimiento de las protagonistas. No desarrollaré en profundidad a los familiares de los Oc principales, sólo lo suficiente para dar el trasfondo a los personajes principales (-.-U no me daría la cabeza para hacerlo. Los Merodeadores, Lily Evans y demás empiezan a aparecer desde el primer capítulo (no el prólogo). Adquirirán relevancia a medida que la historia avance, pero no son los protagonistas. La historia, salvo algunos apartados que vendrán después de los Arcos de Hogwarts, será contada siempre desde el punto de vista (en tercera persona) por las protagonistas.
–Hablan–
–Piensan–
…–Recuerdan–…
Eternas Serendipias
Prólogo
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_.. Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas… _
(Henry Miller)
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Se dice que cuando una mariposa aletea sus alas en una parte del mundo, eventualmente se ocasiona un huracán en otra parte. El peso que ignoramos en nuestros actos, causará un cambio radical del que nada sabremos hasta que nos alcance. Es en esta nimiedad del presente que el cambio drástico y fenomenal nos avasallara a futuro. Crearemos mundos y destruiremos otros. Derrotaremos a la más grande fuerza y engrandecemos al pequeño. Ganaremos un amor sin destino y haremos de un mártir, un villano. Aquí es donde empezamos, en lo nimio que nos llevó al mismísimo ojo de un huracán…
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Londres, Estación 9 ¾, – Miércoles, 2 de septiembre de 1971.
A pasos torpes e inseguros, apretando la manija de su equipaje con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron trasparentes, la menuda rubia de cabellos ensortijados y dientes rectos que mastican ávidamente su labio inferior, se encaminó dubitativa hacia la cuarta puerta entreabierta de los camarines del segundo vagón. Las voces aniñadas, una más fuerte que las otras dos, calaron en sus oídos como un murmullo amortiguado y reverberante que aminoraba el zumbido de la locomotora del tren. Aun cuando solo podía verles las siluetas a través del cristal nebuloso de la puerta, la rubia tuvo la impresión instantánea de que aquel trio de extrañas han de ser amigas. Sus diálogos se oían fluidos y gestaban un ambiente que solo podía ganarse tras años de conocerse.
Quizás ella no debería fastidiarlas al entrometerse, ¿verdad?
Vacilante, más insegura de lo que estuvo antes de llegar hasta allí, extendió su mano diestra y deslizó la portilla corrediza. Los iris grisáceos y pupilas penetrantes de la niña escanearon al trío de chicas asentadas en las acolchonadas butacas, quienes se quedaron calladas e inmediatamente le devolvieron la mirada. Una de ellas, la que se halla sola en el lado diestro, la había invitado a unírseles hace poco más de un tercio de hora, cuando se encontraron en el pasillo del primer vagón y el tren acababa de empezar a avanzar por la vía. Aquella castaña de rodete desordenado y estatura prominente para el de una niña de once años, le había sugerido que si no encontraba lugar podía ir al compartimento en el que estaría con otras dos niñas.
…–Segundo vagón, cuarto camerino. Búscanos si necesitas un lugar ¡Dejaré sin pestillo la puerta por si vienes!–…
Arlene Nott ignoró por principio la invitación, pasando aquella media hora buscando un asiento y recibiendo diversas miradas de desconcierto y desaprobación por parte de otros alumnos ante el baúl que todavía arrastraba consigo. Tan solo ella parecía haber abordado el tren con el equipaje. Había llegado con el tiempo justo para abordar y estaba tan ansiosa por subir al exprés que no lo pensó demasiado, atravesó la horda de familiares que se despedían en la plataforma, trepando a la primera escalerilla, de uno de los vagones, con todas sus pertenencias a cuesta.
Llegar con el tiempo excesivamente justo o desproporcionadamente tarde, ha sido desde siempre una de sus características. Una costumbre que aprendió de su madrina y tutora.
Ahora, frente al trío de cabezas opacas en el compartimento, todas ellas con el uniforme y túnica escolar sin color que se adhiriese a sus corbatas o insignia distintiva en el pecho, previó que ellas también anclasen su atención en el equipaje.
Seguramente también les molestaría, como al resto, que ocupase tanto espacio al traer su maleta.
–Hola… emh yo ¿puedo quedarme a-?
–¡Claro que puedes, pasa, pasa! ¡Siéntate aquí! – señaló la castaña de rodete desordenado y gafas rectangulares. La niña hizo espacio más que suficiente para que se sentase con ella en la butaca diestra. Acomodándose los lentes, en un gesto nervioso que repetiría incansables veces a lo largo de los años, la chica pasó a darle un guiño juguetón en la dirección de las morenas del asiento enfrentado. –Es con ella con quien me topé mientras buscaba a Leena en su reunión de prefectos. Le dije que viniera con nosotras, si no encontraba un buen lugar en el cual quedarse y...– la sonrisa de la chica se extendió, mostrando puros dientes blancos. –¡¿Ven que fue una buena idea el que llegara temprano y me instalara en uno de estos compartimentos?! De no hacerlo, hubiéramos estado horas buscando donde sentarnos. Horas– enfatizó –Preciosas y hermosas horas caminando por infinidades de pasillos.
–Sí, sí, Elly, fue una idea brillante, muy poco inteligente y totalmente exagerada. Solo agradezco que no se te ocurrió acampar aquí anoche para hacerle la guardia al tren o peor, al maquinista– la pelinegra de estatura más pequeña y corte carré, quien apoya su respaldo en el lado izquierdo del cerrado ventanal, con un libro entreabierto en el regazo, rodó sus alargados ojos, rasgo que heredó de su padre asiático. Estaba siendo irónica al responderle a la castaña y, de hecho, aquella respuesta se escuchaba como si fuese parte de una discusión que, hasta antes que la rubia entrase, habían estado manteniendo. –Como sea, soy June Jeong. Supongo que también es tu primer año ¿no?– Arlene asintió, asociando el apellido Jeong con el de una de las medimagas más destacadas del hospital de San Mungo. – Umh, ¿por qué llevas contigo el equipaje? ¿No escuchaste al celador sobre que llevemos las maletas al vagón N°17? Van a regañarte cuando lleguemos a Hogwarts.
Cerrando tras de ella la puerta corrediza, con el baúl a medio camino hacia la butaca diestra, la rubia contempló nerviosa hacia la chica de igual estatura a la suya y se quedó tiesa. June no la estaba juzgando ni le estaba sermoneando, ella sólo tenía curiosidad: no todos los días ves que alguien rompa las normas académicas incluso antes de llegar al colegio.
–Yo no… no lo escuché, llegué tarde. Casi pierdo el tren– se excusó, encogiéndose de hombros y denotando estar incómoda. Ya se temía que le dijesen que su baúl es muy grande para estar en el piso de un compartimento en el que hay más de dos personas. En otros varios camarines, le señalaron que ella no debería haber abordado el tren con su baúl. –Si les molesta puedo irme. Buscaré otro lugar, no quiero molestarlas ni…
Levantándose en una coreografía refleja, la azabache de tez trigueña y la chica de lentes, empezaron a ayudarle a acomodar el equipaje, el cual pretendieron encajar por sobre el asiento derecho para que pudieran desplazarse, si así lo querían, por el reducido espacio. La rubia se hizo a la idea de que iría apretada junto a la castaña, pero al menos tendrían un lugar en cual quedarse. Al fin podría sentarse y dejar de vagar por los corredores.
–Dónde entran tres entran cuatro. Y donde entran cuatro, entra también un baúl enorme y que pesa como el infierno– parafraseó Elly, agachándose para poder recoger desde abajo el peso del equipaje.
–Entonces, ¿eres nacida de muggles?– inquirió la segunda morena, quien tenía un rico acento sureño y una piel bronceada que combina con el color terroso de sus iris. Ella era casi tan alta como la chica con gafas, aunque la coleta ajustada tras su nuca la hacía verse mucho más prolija que la castaña marmolada de rodete despeinado. – No te preocupes, yo también soy nacida de padres muggles y, de no ser por la ayuda de June y Elly, seguramente hubiese terminado abordando el tren con mi equipaje y lechuza. Son cosas que pueden pasar, supongo. Ningún adulto se detiene a explicar las cosas bien aquí– aplomó, empujando fieramente las riendas traseras del pesado cofre para poder levantarlo.
Les tomó un par de intentos, unos cuantos empujones y rezongos hasta que entre las tres pudiesen finalmente depositar de un sentón el baúl en la esquina derecha de la butaca. June sonriendo de lado, guardó, discretamente en la manga de su túnica, la varita de roble blanco con la que estuvo a punto de ayudarlas, a través de un hechizo básico de levitación.
–Soy Nott. Arlene Nott– esclareció la menuda chica, negando con aquello la suposición de la trigueña al creerla nacida de muggles.
–Eeh…–dudó la chica, sin entender el énfasis que puso Arlene en su apellido. Restándole importancia, se señaló. –Mi nombre es Michelle, Garrod Michelle. Y esta de aquí– apuntó a la castaña, quien tenía ahora las dos mejillas exageradamente rojas por el esfuerzo. – es Eileen Chester. Aunque preferirá que la llames Elly. Se pone algo tonta cuando la llaman Eileen.
–¡Hey! Me pongo así, porque cuando dicen mi nombre completo, me dan a entender que están enojados conmigo o algo peor– resopló la niña de lentes. –Así que es Elly o Chester. Nada de Eileen, ¿entendido?
Asintiendo, la niña de hebras doradas y enruladas se quedó observando, por unos prolongados segundos, a la trigueña.
Esta era su primera vez que conocía una maga nacida de muggles. Había escuchado o visto de lejos a algunos de ellos, pero nunca estuvo tan cerca de uno. Sorprendida, no vió en Michelle nada que fuese particularmente diferente a ella o a las otras dos chicas en el compartimento. No había rasgos groseros en las facciones de Garrod, ni el desagradable hedor a muggle que sus abuelos, los distinguidos Jefe de Casa Nott, le alertaron que encontraría.
Los familiares nobles y mayores de Arlene se encargaron de adoctrinarla para que tuviese cierta desconfianza de todas aquellas personas que no son "verdaderos magos", que no son sanguíneamente brujos. Durante las semanas posteriores de recibir su carta de Hogwarts, los discursos sobre estirpe y linaje se habían intensificado. La rubia no había entendido mucho sobre aquel tema y tampoco le importaba. Para su suerte, su tutela legal recaía en su madrina, una mujer sensata con un hijo pequeño a quien sobreprotege demasiado. Ella ha sido desde mucho antes que desapareciera su hermano, el padre de Arlene, diferente al resto de sus familiares. Su madrina no cree en lo mismo que su familia y no tiene pelos en la lengua para despotricar contra quienes son obtusos de mente.
Sin percatarse, mientras tomaba asiento y alisaba su falda frente a la trigueña, Jeong le dirigió una significativa mirada a Chester, llamándole la atención con un aclaramiento de garganta y apuntándole con la barbilla empinada hacia Nott. La asiática reconocía el apellido de la rubia y no quería que le perdieran de vista. Los engranajes asociativos del pensamiento de June se encontraban en conflicto ante la idea de tener cerca de Michelle a una de los tantos "purista de sangre maga".
Acomodándose nuevamente las gafas, Eileen tomó asiento junto a la rubia y dió a entender que captó el mensaje. Se mantendría atenta. No obstante, a diferencia de la asiática, Elly tenía otras formas de juzgar o conocer a las personas. Formas que iban más allá de lo que un apellido implica y que, para su mente infantil, son incluso más válidas que cualquier advertencia subyacente.
–¿Quieren jugar a Snatch Flying?– inquirió Chester, extrayendo del interior de su chaleco grisáceo un bagaje de cartas gruesas y extrañas –Es como una adaptación de los Snatch Explosivos, sólo que no tan ruidosos. ¡'Chelle es muy buena en eso, así que haremos equipo de tres contra uno, ¿te sumas, Ju?!
La rodadura de ojos volvió a aparecer en las facciones de la asiática. –Aún me queda un par de hojas para terminar el penúltimo capítulo de Reglamentario de Hechizo. En la siguiente partida me sumo.
Pasaron la mayor parte del viaje asentadas en el piso del compartimento, empeñadas a enseñarle cómo jugar a Nott. Le explicaron que las cartas voladoras con imágenes móviles de diversas aves, que tienen impresiones que les caracterizan bajo la fotografía, podían ir más rápido o más lentos que otras y algunas de ellas, como las cetreras, pueden atrapar a las cartas del adversario. Curiosamente, Elly sabía de memoria todos y cada uno de los nombres y características de los animales voladores. Se la veía fascinada cuando explicaba sobre ellos y, si Arlene hubiese sido más atenta, se hubiese percatado de como el simple hecho de escuchar a la castaña la había llevado a ganársele su confianza.
La rubia aprendió rápido las reglas, conocía juegos similares con los que entretiene a su primo pequeño, además que algunos trucos básicos que Chester sugería eran interesantes y posiblemente útiles, pero la castaña no los empleaba. No obstante, luego de cinco partidos, Michelle demostró ser la que siempre terminaba ganando. La trigueña era arriesgada en sus jugadas, rápida para actuar y adaptarse, no parecía tener problemas en que le capturen sus cartas, siendo impulsiva al arriesgar de entrada sus mejores opciones en la partida y desbaratarlas en los últimos movimientos.
–Se llama estrategia– explicó la morena, recogiendo triunfante su lote de cartas ganadoras.
–Estrategia mi trasero. Sabes que las pobres palomas no tienen oportunidad contra un halcón peregrino… –lloriqueó teatralmente Chester entregándole a Garrod las mejores cartas que le quedaban en el mazo.
June se les unió tras el pasar de un par de horas, justo cuando el carrito de dulces había llegado hasta el compartimento de ellas. Tanto la asiática como Chester extrajeron de los bolsillos de sus túnicas unos portamonedas de telas estampada con un cerrado extraño, dichas bolsitas estaban repletas de sickles y knuts, y gastaron gran parte de su dinero comprando una considerable montaña de dulces que compartieron para con las otras dos y guardaron el resto para tener en Hogwarts.
Michelle llamó al extraño cierre de los monederos 'abrojos' y Arlene hizo una nota mental de preguntarle de ahora en más cualquier cuestión muggle a la trigueña.
Además del Snatch Flying, Elly resultó ser lo suficientemente conversadora para llenar cualquier vacío que se gestase. Allí la rubia entendió que no era solo que la chica de lentes hablase más fuerte que el resto o que tuviese la voz más grave de las cuatro, si no que la castaña parecía amar el sonido de su propia voz.
–Solo asiente y cuando puedas hablar, hazlo. Es lo único que la calla– murmuró June abriendo el envoltorio de un chicle superhinchable.
Escuchando, la rubia entendió que las tres niñas habían compartido gran parte de su infancia juntas. Jeong fue la última en integrarse pues, a diferencia de las dos chicas de prominente estatura quienes han vivido desde infantes en un barrio muggle, la asiática tuvo que mudarse por cuestiones personales y fue en su nuevo hogar donde las conoció a ambas. Entre anécdotas, tejieron el relato de cómo y dónde se conocieron: Chester recordaría la fecha y el clima exacto que acontecía en aquel momento, el cual fue a finales de septiembre del tercer año de cursada en algo que llamó Escuela Primaria, June aportaría con cierta reticencia el nombre de quien las juntó, un maestro de historia muggle, y Garrod finalizaría la historia añadiendo que las tres tuvieron que hacer en conjunto un trabajo académico que concluyó con ellas desaprobando una materia y pasando las tardes por las plazas de The Hill.
Aparentemente, Michelle era la mejor amiga de ambas, o al menos era la única capaz de lidiar con los caracteres particulares de las otras dos niñas.
–Conocí a Elly en el prescolar. Estaba sentada algo sola en el recreo, así que me acerqué y le compartí la mitad de mi sándwich. Ella fue la primera en ayudarme con todas las cosas "raras", mágicas, que podía hacer – comentó la trigueña alzando los hombros como un gesto casual. –Y con June… bueno, al principio pensé que me odiaba ¿sabes? Fue por cómo nos miraba en clase. Luego entendí que a June le llamó la atención mi magia, dijo que era fuerte o algo así. No sé cómo lo hace, pero ella puede sentir esas cosas, es bastante perceptiva– punteó señalando a la asiática.
Además de conocerse desde hace años, habían otras diferencias que mantenían con Arlene como el hecho de que las tres tienen hermanos. Michelle es la mayor de cuatro hermanas, todas muggles al igual que sus padres y parecían ser personas bastante agradables y receptivas a su condición de bruja. June es la menor de sus hermanos y Chester tiene una hermana en Hogwarts, prefecta de Ravenclaw. De todas ellas, Nott podía empatizar en parte con la familia de Jeong, ya que ambas comparten el hecho de tener familiares que asisten a los otros colegios más selectos de magia en Europa, como ser el instituto femenino de Beauxbatons y el masculino de Durmstrang. Incluso, en la actualidad, los dos hermanos mayores de June asisten a este último colegio.
La tensión en las cejas oscuras de June se hizo visible cuando por su propia voz comentó aquello.
–Son mellizos, ahora deberían estar camino al muelle de Bergen en Noruega, para embarcarse y comenzar su cuarto año… Nos mandamos correspondencia para ciertas fechas 'importantes', ya saben, cumpleaños, navidad y esas cosas– masculló, arrojando un par de cartas con la imagen de una lechuza moteada que emergió de la tarjeta para capturar los gorriones de la trigueña. –Supongo que estamos algo distanciados, pero estamos mejor así a cómo estábamos antes. Ellos prefieren las ideologías de mi padre en vez de las que sostiene mi madre. Cada uno elige y ellos son mayores que yo y creen que… bueno, ellos creen que ya eligieron.
Qué eligieron o porqué June se mudó con su madre a la capital de Inglaterra, serían hechos que Arlene desconocería por varios años. Eileen fue lo suficientemente rápida para cambiar el tema y aligerar la atmosfera centrando la atención de las cuatro sobre una imagen de Nicolás Flamel, quien tan pronto como apareció tras la cajetilla de la rana de chocolate, observándolas con una cara amargada y desdeñosa, desapareció.
La broma de Chester sobre que ella tendría una expresión similar si pasara semanas hechizada con un rabo de rana pegada a la nariz –¡…por más que esta sea una rana de chocolate!– fue lo suficientemente precisa como para hacerles reír y, sutilmente, cambiar el tema de conversación. Hablaron sobre lo que esperaban de su primer año en Hogwarts, las asignaturas, los libros que han comprado en el Callejón Diagon, las varitas de Ollivander's, ellas sabían que este sería su primer paso real para formar, si así lo deseaban, parte del mundo mágico.
Este fue otro hecho en el que Nott difirió, ya que toda su vida estuvo centrada y estaría involucrada en la sociedad mágica. No conocía otro mundo y nada de lo que ellas encontrasen fascinante o nuevo sería desconocido para la rubia.
Al principio optó por mantenerse callada, incluso durante los primeros veinte minutos sus labios se mantuvieron sellados y se entretuvo mirando las fotografías de las cartas. Dejó que la conversación fluyera entre las tres niñas, tal como habían estado haciendo horas atrás antes de que las interrumpa en el compartimento. Sin embargo, no previó que la perspicacia conocedora de June sobre la escuela o la ligereza en las palabras de Garrod para llevar la plática y el tacto empático de Elly para incluirla a hablar, la llevarían a relajarse lo suficiente como para hacer su propia aportación sincera. Arlene añadió a la lista de materias que verían en su primer año el vuelo en escobas.
–¿Quidditich? ¿Qué deporte es?– inquirió Michelle arqueando una ceja y posando su atención en la bajita rubia.
–Verás, – Nott se humedeció delicadamente los labios. Ella y su madrina solían hablar bastante de este tema, de hecho, es lo único de lo que realmente habla por gusto. – es el deporte más popular para mí sociedad… digo, para nuestra sociedad. Se juega volando sobre escobas y se utilizan tres bolas distintas: la Quaffle, la Bludger y la de más valor la Snitch Dorada –enumeró alzando tres dedos– Para el partido, es la Quaffle la que marcar los…
Ninguna de las otras dos chicas con linaje mágico pareció emocionarse por aquella asignatura, pero, tras que Garrod ganase la onceaba ronda de Snatch Flying, la nacida de muggles expresó estar más que interesada en el dichoso deporte aéreo. La trigueña siempre fue la primera de su clase en disfrutar las prácticas de Educación Física o sumarse a jugar al fútbol en los recreos. Ciertamente, no sorprendía, a las amigas de Michelle, que esta se mostrase tan excitada por la narrativa de Nott.
June, ignorando aquella charla que terminó girando en torno a los equipos internacionales de quidditich, pasó a regañar a Elly por ser demasiado terca y no arriesgar sus tontas cartas de aves indefensas.
–La próxima vez haré equipo con 'Chelle y te desbarajaremos completamente. Tks, ¡son solo cartas, ningún pajarraco está herido!– puntuó la asiática volteando los ojos por sexta vez desde que arrancó el tren ante el puchero dramático de Chester.
Sin habérselo propuesto, las chicas del segundo vagón en el cuarto compartimento, omitieron conversar sobre la Selección de Casas que las aguardaba tanto a ellas como a sus demás compañeros de año en el colegio. Aquello no fue una casualidad, más bien era un pacto inconsciente que acallaron por diferentes motivos.
Michelle Garrod se lo guardó. Todo, absolutamente todo en esta travesía había requerido envalentonarse, entumecer sus miedos y animarse a dar un paso hacia adelante. Pensar en la selección no le haría la situación más llevadera, solo la entorpecería. Debía relajarse y a ahombrarse.
Eileen Chester sabe que no entrará en la misma Casa de su hermana. ¿Qué bien haría decirlo? Ninguno ¿Amargarse serviría de algo? No. Entonces ¿por qué no silenciar sus dudas y mantener su mejor actitud de rayito de sol?
June Jeong fue la primera en considerar, hace meses, que ninguna de ellas tres compartirá a partir de mañana una corbata o insignia con el mismo color. La magia las unió y era probable que aquel lazo fuese a mantenerse aun cuando las separasen. Eran amigas, sus primeras amigas y quería creer que no las perdería ante el ineludible hecho de reconocer que son diferentes. Ninguna de ellas ha compartido nunca una misma gama de intereses, ni se relacionan con los demás de forma parecida. June podía percibir eso con tan solo ver a Garrod y a Elly, pero callaba aquella verdad que le era agridulce.
Por otra parte, la niña que acaban de conocer, Arlene Nott, ha llevado desde hace muchos años una carga más pesada que su propio equipaje. Acarrea consigo la ideología de los Sangre Pura que puede no entender, pero está allí… Tan real como su maleta que arrastró por el tren hasta la butaca diestra del compartimento. Aquella doctrina es la causa real de que se sienta desarraigada en todas sus interacciones, ella nunca se ha sentido lo suficientemente buena como para permanecer junco alguien.
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Continuara...
Nota de Autora:
Bienvenidos!
Aqui vengo con una nueva historia que espero que sea de tu agrado. Iré subiendo semanalmente los nuevos capítulos, ya tengo escrito la continuación y estoy trabajando en los detalles.
En el primer Arco quedaran explicados algunas cuestiones como las varitas de cada una (la de June es de madera de roble y núcleo de Corazón de Dragon), las familias y procedencias, las Casas a las que son asignadas y ciertos rasgos únicos de cada unas de las protagonistas. Ninguna de ellas será una Mary Sue, tendrán sus defectos y virtudes, destacaran en algunas cosas y otras muchas no... De momento tienen once años, maduraran acorde al paso de los años e irán modificándose o acentuándose rasgos de sus personalidades.
Muchas gracias por leer! Deja tu comentario para que sepa que opinas ;)
Sayo~
