Basada en la película: "El maestro del Yin Yang: El Sueño de la eternidad". Descubrí esta película en una pagina dedicada al BL así que desde el principio ya esperaba interacción entre los protagonistas, y sin importarme lo que diga, para mi tienen algo.
Lo clasifique dentro de Onmyoji porque no había una categoría exclusiva para esta película y como se que esta basada en las novelas de Onmyoji, pues ahi lo deje.
Advertencia: Ligera mención de una relación romántica entre Boya y Qingming, si no es de su agrado mejor ni continúen la lectura.
Después de ver la película no podía dejar de pensar en ellos y esto fue lo que resulto.
Escribo para desestresarme, por diversión y sin ánimo de lucro.
Boya y el Maestro del Yin Yang
Es una hermosa noche de primavera, una suave y fresca brisa mese las copas de los árboles provocando que algunos pétalos de cerezo bailen junto con ella hasta que llegan a su inevitable fin. La luna llena ilumina el cielo nocturno despejado, en el que pequeños destellos de estrellas tintinean inquietas, o quizá, solo era el reflejo de su propia inquietud. Las farolas iluminaban con complicidad la pequeña isla en medio del estanque noreste del templo, ese que ha sido durante años el lugar de reunión de sus encuentros nocturnos.
Suspiró, quizá esta noche él no vendría. A él le había pasado una o dos veces antes, cuando todo apenas comenzaba; la caza de un demonio particularmente escurridizo le hizo olvidar el paso del tiempo y al final, por más que se apresuró en llegar, todo lo que encontró fue una copa de licor servida junto a una grulla de papel que se movía haciendo de guardia a la copa. En la siguiente ocasión que no pudo llegar -esta vez por una muy larga y aburrida junta con sus viejos maestros- se ocupó de mandar un aviso; a la mañana siguiente una mariposa de papel se posaba en la ventana de su habitación.
¿Cómo había comenzado todo?
No mucho después de su batalla contra la Bellaca, el Maestro del Yin Yang había regresado a la capital por aburridos asuntos oficiales y después de horas de tedio le apetecía tomar un trago con un amigo, o eso fue lo que le dijo cuándo lo encontró en las puertas de su secta después de hacerlo seguir a un demonio que al parecer estaba bajo su servicio.
Un tanto enojado por la persecución infructífera que le hizo hacer y al no poder derrotar al demonio en cuestión, Boya le respondió que no recordaba hacerse amigo de alguien que se aliaba con demonios, estuvo a punto de girarse y regresar a su auto impuesta guardia nocturna, pero capto la fugaz mueca de dolor y decepción en el rostro del otro, antes de que fueran remplazadas por una sonrisa triste de aceptación para girar y retirarse.
Se sintió culpable; no sabía si su relación con Qingming podría calificarse de amigos, pero al final de todo descubrió que no era tan desagradable como creyó, dejando de lado el uso de demonios, sabía que podía confiar en él, lo hizo antes.
Con un suspiro le detuvo, no sabía si disculparse sería lo correcto, pues aunque la forma en que lo expreso pudo ser muy ruda, era la verdad, no sabía que el otro lo consideraba un amigo. Desvió la mirada y hablo.
—Terminamos en buenos términos, pero no sabía que me consideraba su amigo —lo demás lo dejo en el aire.
Luego con un gesto le pidió a Qingming que lo siguiera. No era una disculpa, lo sabía, pero tampoco tenía por qué darla, solo había dicho la verdad. Entonces, no entendía por qué ese molesto sentimiento de culpa no dejaba su pecho.
Llegaron a un estanque en la zona noreste del templo que casi ya nadie usaba ni en los días más concurridos. Y así es como iniciaron su pequeña rutina, donde platicaban de sus días o hacían confesiones de sus vidas mientras tomaban licor y observaban la noche.
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En la actualidad y gracias a la tranquilidad del lugar, logro escuchar el casi imperceptible siseo del hechizo de transportación -que ya conocía muy bien- formándose tras él. Un bufido escapo de sus labios al tiempo de la conocida figura salía del portal.
—Maestro Boya —saluda el recién llegado con una leve inclinación.
—Llega tarde Maestro Qingming —contesta secamente, sin voltear a verlo.
—Lo sé, lo lamento mucho. El entrenamiento me tomo más tiempo del pensado —
Eso llama su atención y gira para observarlo.
— ¿Algún alumno prometedor? —pregunta fingiendo desinterés.
Qingming esboza una pequeña sonrisa resignada y el más leve suspiro escapa de él.
— Son demasiado jóvenes e imprudentes, aún tienen mucho que aprender —
— ¿No será que su maestro es demasiado indulgente con ellos? —le provoca.
— Quizá —responde y lleva sus manos a su espalda—, pero no recuerdo que mi maestro haya tenido que hacer algo diferente con ninguno de nosotros —
— Los jóvenes de hoy en día son cada vez peor —bufa malhumorado, recordando a algunos de los nuevos reclutas a los que le toco enseñar.
— Habla como un viejo malhumorado, Maestro Boya, la juventud aun esta en usted — Qingming levanta las cejas divertido, escondiendo una sonrisa con su abanico.
— La juventud es lo que pierdo cada vez que tengo que esperarlo —
—Entonces, yo sería mucho más viejo de lo que aparento —responde sin dejarse intimidar.
Boya le dirige una mirada amenazante que para cualquiera prometía dolor y sufrimiento, pero para Qingming que ya estaba acostumbrado a ser el receptor mayoritario de esa mirada en particular, solo podía hacerle sonreír con diversión. Boya siempre era tan apasionado en todo lo que hacía, incluso amenazar a personas con la mirada, aun cuando era solo una amenaza hueca.
— ¿Me acompaña? —ofrece como ofrenda de paz, mientras señala la mesa.
Boya espera un momento más antes de romper el contacto visual y sentarse de mala gana en el que se había convertido en su sitio. Qingming esconde su sonrisa y espera paciente a que tomo asiento para proceder a hacerlo él también.
Cuando los dos están en sus sitios, un nuevo círculo de transportación aparece y una chica sale de él cargando las botellas de licor y un par de tazas, dentro de una charola, los deja en su mesa, junto a un pequeño florero con crisantemos blancos, y con una leve inclinación regresa por donde llegó. Boya no pierde un solo movimiento de la chica demonio, atento, a estas alturas se ha acostumbrado lo suficiente a los demonios que sirven a Qingming como para no atacarlos, pero eso no evita que su instinto este siempre alerta ante ellos.
Qingming entiende que es parte de su naturaleza, años de entrenamiento y adoctrinamiento -además del odio personal de Boya- no pueden ser cambiados de la noche a la mañana, por ahora se contenta en ver que ya no los amenaza con su espada tan solo al sentir su presencia.
La noche es fresca y ellos se enfrascan en su pequeño ritual de convivencia, saborean el licor junto a las anécdotas del otro, comentarios aireados, respuestas sarcásticas, divertidas sugerencias y risas discretas. Mientras el alcohol aumenta en sus sistemas, pueden sentir como las preocupaciones quedan a un lado, en ese momento, en ese lugar, son solo ellos dos.
A mitad la actual historia de Qingming sobre como sus alumnos fueron confundidos con demonios, su vista se posa en la mesa y se da cuenta de la camelia roja entre los crisantemos blancos dentro del pequeño florero y no puede evitar sonreír. A Qingming le gusta hablar de forma críptica, con rodeos y otras veces solo insinuar para que llegaras a tus propias conclusiones, y si no eran de tu agrado bien podía desentenderse de ello alegando un mal entendido, porque él nunca dijo tal o cual cosa.
Si lo piensa bien, todo comenzó con esa pequeña grulla de papel, ese insignificante trozo de papel con él que le deseaba buenaventura, felicidad y prosperidad, con la esperanza y el deseo de poder encontrarse en la próxima ocasión; después la mariposa, con la que le entregaba sus mejores deseos y apoyo en su labor.
Luego aparecieron las flores, con mensajes ocultos de los que no se interesó al principio; la primera vez que las vio le preguntó el motivo, una de sus típicas sonrisas fue la respuesta junto con la declaración de que le parecían un bonito detalle. Claro que no le creyó.
Boya no era un experto en el lenguaje de las flores, pero tenía un amplio conocimiento sobre plantas medicinales, y algunas de estas flores entraban en esta categoría. En cada nuevo encuentro, un jarrón de bellas flores con mensajes de bienestar, felicidad, buena suerte, gratitud o esperanza era depositado en el centro de la mesa -No es que el haya investigado más a partir de ahí, que haya encontrado el pergamino casualmente en la biblioteca cuando hacia una ronda de vigilancia y que la casualidad le haya llevado a leerlo, no quería decir que le interesaba ese extraño detalle que Qingming se empeñaba en tener-.
Hasta una noche, después de que su reunión había sido dada por terminada y Qingming desaparecía detrás de su círculo de transportación, fue cuando notó, en el ya común florero, una flor que no había estado ahí hasta ese momento. Una bella rama de flores de lavanda, que hizo a su corazón dar un vuelco, no supo si por la sorpresa o por el significado. Después se obligó a calmarse, seguro era un error, o una broma, al moreno le encaraba hacerle bromas para avergonzarlo, seguro que ahora se estaba riendo de él. Molesto, Boya pensó que, si Qingming quería tomarle el pelo con algo así, entonces él lo ignoraría, no le daría el gusto de verlo avergonzado por algo como eso.
La siguiente reunión transcurrió como todas las demás, no dijo nada sobre las flores pasadas ni de las que aparecieron esa vez, ni de las que adornaron su mesa la reunión siguiente, ni en la siguiente. Boya comenzaba a cansarse de esa broma tonta, cada vez una nueva flor con significado romántico aparecía entre las de buenos deseos y podía sentir un latido extra -sucesos separados que no tenían nada que ver uno con el otro, seguía repitiéndose cada vez-.
¿Por qué Qingming se esforzaba tanto con una tontería así?
No lo entendía.
La siguiente vez, Qingming le anuncio que posiblemente no aparecería en su próxima reunión, ya que tenía una nueva misión sobre algunos demonios que estaban aterrorizando al sur del templo y partiría la siguiente semana para hacerse cargo y no sabía cuánto tiempo le tomaría.
No se vieron el siguiente mes, ni el siguiente, al tercer mes, Boya tuvo un mal presentimiento. Indagó sobre noticias de lo que sucedía en el territorio de Qingming, pero todo era muy vago. Al cuarto mes comenzó a preocuparse, y eso le irritaba. Paralelamente sus compañeros comenzaron a evadirlo, cualquier error por mínimo que fuera terminaba en castigos, miradas asesinas y latigazos verbales de su parte.
No mucho después de que se cumpliera el cuarto mes, un demonio irrumpió en su habitación mientras dormía, no sabía cómo es que había llegado tan lejos, pero se encargaría de hacerlo arrepentirse. Se enfrentó a él entre la oscuridad de su habitación, el demonio intento huir, seguramente arrepentido por su estupidez, pero lo derribo cerca de la ventana y justo cuando estaba por darle el golpe de gracia, la luz de la luna ilumino su rostro y la reconoció, era el demonio mariposa de Qingming. Su espada se detuvo a nada de su rostro, había un ligero temblor en su mano con nudillos blancos por la fuerza con que sujetaba la espada y se contenía para no acabar con ella.
¿Por qué estaba ella aquí? La pregunta solo hizo que escenarios nada agradables comenzarán a llenar su mente y se apresuró a preguntar.
—Qingming, ¿dónde está? —sin apartar su espada y aun en guardia, presiono con más fuerza su agarre en el demonio exigiendo una respuesta.
Con pánico en su mirada, la demonio habló con desesperación, o al menos eso parecía, porque de su boca no salía ningún sonido, Boya estaba por reclamarle cuando esta se convirtió en una pequeña mariposa blanca con la punta de sus alas rojas y salió volando por la ventana. No sabía si intentaba huir o guiarlo, en cualquiera de las opciones debía seguirla.
La mariposa aleteaba tan rápido como podía y aun así su avance era lento, tras unos minutos se dio cuenta de la dirección en que iban: su lugar típico de reunión, y la adelanto.
Cuando llego, encontró a Qingming en el suelo desmayado, puede sentir una sensación de vacío se asienta en su estómago, y se precipita hacia él. Comprueba su pulso y de inmediato siente la fiebre alta y nota la palidez de su rostro, busca alguna herida, pero no encuentra nada que explique su estado.
—Maldición, Qingming, ¿Qué hiciste? —habla con la mandíbula tensa, revisando el cuerpo.
En ese momento la pequeña mariposa blanca llega, revoloteando sobre la pierna derecha de Qingming. El primer instinto de Boya lo impulso a tomar su espada y atacar, la espada pasa rozando las frágiles alas del demonio quien se tambalea en el aire y casi cae al suelo, el siguiente golpe fue contenido apenas, las remembranzas de la pérdida de su familia en su mente, su cuerpo tiembla tratando de contener la ira y la necesitad de aniquilar, de obtener venganza, la desesperación por proteger a Qingming. Pero Qingming está muriendo y el demonio mariposa no es la causante de eso. La observa con tantas ganas de destruirla; revoloteando sobre la pierna de su amo, obstinada, sin comprender el peligro mortal en el que se está poniendo al estar tan cerca de él, arriesgándose a morir por el bien de su amo.
Como un rayo de luz en la oscuridad, el entendimiento despeja su irracional ataque de ira. En un movimiento rápido y calculado con su espada, Boya desgarra la tela y destapa la pierna derecha de Qingming, esa que el demonio mariposa no ha dejado de sobrevolar, encontrando una red de venas verdes nada normal subiendo desde su tobillo hasta perderse en su ropa.
¿Qué es eso? ¿Una maldición? No.
Veneno. ¿Cuál? ¿De qué tipo?
Observa a la mariposa ahora volando en círculos sobre la cabeza de su maestro, el rostro de Qingming cada vez más pálido, el sudor frío, las ligeras contracciones, el pulso bajo; la lista de venenos es larga y no tenía tiempo de comprobarlos uno por uno.
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Cuando Qingming vuelve a abrir los ojos, ya era de día. No reconoce el lugar, pero es cálido y cómodo, cuando intenta moverse todo su cuerpo duele y un gruñido escapa de sus labios.
—No lo intente. El veneno aún está en su sistema, cualquier movimiento, por mínimo que sea le provocara mucho dolor.
Qingming cree reconocer la voz, y no entiende cómo es que Boya está ahí, su mente esta neblinosa y conforme se despeja algunos recuerdos regresan a él, se siente aliviado y avergonzado a partes iguales; después de todo el tiempo que le costó cazar a los demonios y derrotarlos, ser envenenado en su camino de regreso y ni siquiera notarlo hasta que fue tarde, era una vergüenza. Respira hondo y ese simple hecho envía una ola de dolor por su cuerpo.
— Se lo advertí —le oye decir.
— ¿No puedo ni respirar? —pregunta con una mueca que intenta disimular, incluso hablar le provoca dolor.
— No —
— Sería una lástima que todo su esfuerzo por mantenerme vivo se perdiera —ni el dolor que siente le detiene de contra decirlo.
— El veneno ataco su sistema nervioso, sus nervios se hipersensibilizaron, cualquier pequeño estimulo detonaba en una horrible ola de dolor, eso, junto a la fiebre, debió sentirse como si fuera quemado vivo mientras era aplastado —
— No lo hubiera descrito mejor —afirma lentamente entre dientes, mientras intenta controlar sus movimientos al mínimo, incluido el de respirar.
El silencio que se forma después es tranquilo, con un suave viento soplando fuera y el lejano murmullo de las ramas de los árboles meciéndose. Qingming no puede moverse, su pecho y cabeza duelen cada que respira o intenta enfocar su mirada a otro sitio. Se conforma con ver el perfil de Boya trabajando con algunas hierbas, y la tranquilidad del momento comienza a relajarlo, lo que alivia una parte de sus dolores.
— ¿Por qué vino hasta aquí? —es la suave voz de Boya que le hace darse cuenta que ha cerrado los ojos.
Le toma un momento a Qingming para centrar sus pensamientos de nuevo y contestar.
— Quería verlo una última vez —responde y como reflejo sonríe, siente el dolor en su cara, aun así intenta mantener la sonrisa todo el tiempo que Boya lo observa.
Al final el moreno bufa y regresa su atención a lo que está haciendo.
— Es ridículo —murmura— habla como si estuviera muriendo.
— Se sentía como si lo estuviera y quería que escucharas mis últimas palabras —espera a que Boya lo observe de nuevo— sé que te has dado cuenta de...
— No tengo la intensión de hablar de eso ahora —le corta y continua trabajando.
Qingming lo observa por un largo rato, tratando de averiguar si está siendo rechazado o es el habitual humor que caracteriza al moreno. Observa su ceño fruncido, la pulcritud de su rostro, las suaves sombras negras bajo sus ojos, la lentitud de sus movimientos, el ligero titubeo antes de comenzar uno nuevo.
— Tienes dolor —afirma y se da cuenta— probó el veneno.
Boya no lo niega, y sin dejar de trabajar contesta.
— Era la forma más rápida para descubrir cómo actuar. Tu sirviente —su entonación cambia en esa última palabra— no era de mucha ayuda.
La mariposa, posada en la ventana más alejada, lo toma como un señal y vuela hasta su maestro posándose en su frente. Boya detiene sus movimientos sin perderla de vista.
— Gracias —le susurra Qingming a la frágil figura y ella se desvanece. Luego se dirige a Boya— Le agradezco que no la haya matado.
— La próxima vez no mandes a un demonio, es un templo, cualquiera podría haberla atacado.
— ¿Espera que haya una próxima vez?
— Solo estoy previniéndolo, no voy a escuchar ninguno de sus reclamos si llegara a pasar.
Qingming ríe, su cuerpo le reclama al segundo siguiente y suelta un alarido ahogado, ahora es el turno de Boya de reír, una risa que parece más un bufido irónico. El silencio vuelve y es ligero, le alegra saber que aún puede seguir compartiendo momentos como este con Boya, aun cuando parece que fue rechazado hay algo en el ambiente que le da paz y sus ojos se cierran de nuevo, quizá sea el aroma de las hiervas o la simple presencia de Boya. El pensamiento le hace sonreír.
— Gracias por salvar mi vida —susurra casi dormido.
— No puedo decir que fue un placer —Boya contesta y observa a Qingming sonreír más dormido que despierto por el comentario— pero me alegra que este bien ahora —
Y aun en la casi inconsciencia del sueño, Qingming juraría que había cariño en su voz.
La siguiente vez que Qingming despierta, el dolor es solo un ligero entumecimiento general del cuerpo, logra sentarse sin mayores complicaciones y se da el tiempo para observar a su alrededor.
La habitación es cálida, bien iluminada y sencilla, pensaría que está en un cuarto para huéspedes cualquiera si no pudiera ver un par de estantes con espadas y arcos en las encimeras de la esquina y los ligeros toques de Boya por toda la habitación. Es curioso que pueda reconocerlos.
Qingming cree que ahora alucina, cuando ve en la cómoda al lado de la cama y sobre su ropa limpia, ordenada y doblada, una bella y pulcramente colocada rama de Lilas violetas. Después de comprobar que no está soñando, la sonrisa que nace en su rostro no abandona su cara en todo el día, ni cuando algunos discípulos entran a dejarle comida, comprobar su estado y le aconsejan que se mantenga en cama. Aun cuando no ve a Boya hasta la noche.
Cuando Boya aparece, Qingming está dormido. Se sienta a su lado y lo observa, su rostro ya no está pálido y la fiebre disminuyo desde la mañana, observa que las Lilas que dejo para él como su respuesta, descansan junto a la almohada. Es plenamente consciente de la declaración que hizo al darle esa flor y -si todas esas flores en sus reuniones anteriores significaban algo más- espera que Qingming lo acepte, no está a gusto ni feliz con estos sentimientos, pero están ahí y son lo suficientemente fuertes como para poder seguir negando que los tiene -sobre todo después de este incidente-.
Quizá solo sea que ha pasado mucho tiempo junto a Qingming; conociéndose, sincerándose, discutiendo, riendo -aun cuando sus reuniones son solo una noche al mes-. Desde la muerte de su familia, nunca había tenido tal cercanía con otra persona como para considerarla un amigo.
Amistad, ¿No era solo eso?
Eso creyó, hasta que la idea de la muerte de Qingming inundo su mente. Su vida, su día a día, a primera vista no se vería afectado por su ausencia, pero si la desesperación que sintió al pensar en perderlo es proporcional a cuanto resentiría su perdida, no sabe si puede seguir llamándolo solo amistad, así que tomo su decisión.
Qingming le ha estado entregando parte de sus sentimientos en cada una de esas flores y él los ha ignorado deliberadamente por miedo a aceptar la verdad y mostrarse vulnerable. Es su turno de arriesgarse.
—Bienvenido, Maestro Boya —
Se tensa al ser sorprendido por la suave voz de Qingming, pero la sonrisa que le regala el Maestro del Yin Yang hace que su corazón se acelere. No sabe en qué momento dejaron de disgustarle sus sonrisas y comenzó a esperarlas, cada una con una nueva oleada de emociones a las que no quería poner nombre. Por eso, cada que Qingming sonreía él le correspondía bufando, de alguna forma sarcástica o poniendo los ojos en blanco, para disimular, para no perder la costumbre, para no sentirse expuesto. Ahora, consiente de todo lo anterior, solo le mantiene la mirada.
— Veo que ya está mejor —su voz suena tranquila, a diferencia de lo acelerado que va su corazón.
— Todo gracias a usted —dice mientras se incorpora sin despegar la mirada.
Boya se reacomoda en su sitio, enderezando su espalda aun cuando su postura erguida es perfecta, desvía la mirada a las Lilas al lado de la almohada y Qingming lo imita, toma la flor entre sus manos y la observa con adoración, rueda el tallo con sus dedos haciendo girar delicadamente las flores. Boya sigue todo el movimiento con atención.
— Por pequeña o simple que sea, una flor puede llegar a tener un gran significado para la persona que la da o la recibe —su mirada se fija en Boya de nuevo—Maestro Boya, ¿Sabe usted sobre el lenguaje de las flores?
Boya respira hondo para calmar sus nervios, él ha decido hacer esto, no va a seguir mintiéndose.
— Lo sé —contesta, sosteniendo la mirada del otro.
Claro, que no le va a decir que leyó todos los pergaminos que pudo conseguir sobre ello después de que comenzará a dejar flores para él en sus reuniones.
— Entonces se ha dado cuenta del significado de los jarrones de flores que insistí en tener en nuestras reuniones —Boya asiente— Siento si mi egoísta actuar le causo alguna molestia, solo... quería expresar estos sentimientos que no me atrevía a decir en voz alta por miedo a alejarlo. Usted se convirtió en alguien muy preciado para mí —deja que las palabras se asienten durante el silencio que sigue a esa confesión, espera algún movimiento de parte de Boya, un rechazo, una mueca, una nueva petición de silencio, pero él solo se limita a observarlo, así que decide continuar, la pregunta quemando su garganta por salir— ¿Puedo considerar esto como una respuesta?
Aun sin contestar, Boya toma entre sus manos la mano con la que QingMing sostiene las flores.
—Lo es —dice, solemne y sincero.
Es lo que Qingming ha estado esperando toda la mañana y aun así la declaración lo toma por sorpresa, la franqueza de Boya es una de sus cualidades más encantadoras, piensa, mientras se da cuenta de que esta sonriendo, su cara parece iluminarse sola y Boya le corresponde, menos efusivo, pero con el mismo sentimiento de felicidad floreciendo en su pecho.
No parece que hace menos de 24 hrs Qingming estaba al borde de la muerte y Boya al borde de la desesperación.
—Contra todo pronóstico, ser envenenado no resulto tan malo —comenta.
Boya se ríe, en serio, no puede creerlo, aprieta con más fuerza la mano que aun sostiene entre las suyas.
—Solo esta vez, dese por muerto si hay una próxima —dice y en su mirada hay un brillo de advertencia. Si el veneno no lo mata, lo hará él.
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Fuera de sus recuerdos, hace ya un rato que Qingming término su historia y se ha dedicado a observar a Boya quien, distante, gira entre sus dedos la camelia roja que ha elegido para él esta noche, sabe que es su flor favorita, así como lo fue de su madre.
—Ya no necesita hacer esto, Qingming, solo ponga en palabras sus pensamientos —
—Si las palabras pudieran hacer esa justicia, las hubiera pronunciado desde el primer momento —
Boya intenta ocultar la sonrisa que nace en su rostro poniendo sus ojos en blanco, pero con todo el bullir de emociones en su interior le es muy difícil. Qingming siempre dice las palabras más condenadamente cursis que jamás ha escuchado. El nunca creyó que ser receptor de confesiones empalagosas fuera agradable, pero escuchar a la persona a la que has entregado tus sentimientos, aceptar y declarar los suyos siempre es agradable, como mínimo.
— ¿En serio? —la sonrisa adquiere un tono altanero— Porqué recuerdo escucharlo decir que tenía miedo de decir nada y por eso utilizo flores, como un cobarde —intenta provocarlo.
Que sea agradable no quiere decir que tenga que contestar igual y no pueda meterse con él.
Qingming baja la mirada mientras sonríe, divertido y quizá solo con un poco de calor de más en su rostro, aunque si le preguntan es culpa del alcohol y no que le avergüence su actuar hace tanto tiempo.
Con la cabeza baja lleva su mirada hacia Boya que esta despreocupado con media sonrisa altanera y en sus ojos puede distinguir la diversión que le provoca su juego.
—Y aun así, sé que le encanta que le regalen flores —dice, como si fuera un dato curioso del clima. Entrando a su intercambio amistoso de verdades bochornosas.
—No las necesito —tajante, Boya no pierde tiempo para arremeter con actitud desafiante.
— ¿Y es por eso las mantiene en su habitación? —
Qingming toma un trago de licor ocultando una sonrisa, creyéndose el vencedor en su pequeña competencia, mientras que Boya se levanta y rodea la mesa hasta pasar a su lado.
—Se equivoca en una cosa Maestro Qingming —le dice bajo, como si le confiara un secreto— No me gusta que me regalen flores, solo me gustan las que usted me da —.
Qingming es tomado con la guardia baja y siente el alcohol pasar por la vía incorrecta provocando una sensación de ahogo y ardor. A veces Boya hacia eso, confesaba algo realmente romántico como si fuera un hecho obvio que ya debería de haber notado, y lo toma desprevenido, desarmándolo por completo.
Triunfante, Boya le regala una sonrisa de suficiencia y sigue su camino alejándose de la mesa. Qingming lo sigue con la mirada aclarándose la garganta, sin atreverse a hablar, Boya se detiene y se gira hacia él mientras le extiende una mano.
— ¿Viene? —
Perder tampoco era tan malo, concede Qingming y oculta su sonrisa detrás de su abanico. No duda un segundo más para levantase y tomar su mano, al mismo tiempo que con un movimiento fluido gira el abanico en su mano y un circulo de transportación aparece frente a ellos, el cual atraviesan sin vacilar llevándolos a su próximo destino en la velada de esa noche.
FIN
Todo lo que sé del lenguaje de las flores fue lo que encontré en mi investigación en internet la cual fue algo confusa. En fin, lamento si mi utilización de las flores es incorrecta, siéntanse libres de corregirme.
Este es el significado de las flores que utilicé y en específico el por qué las use:
Una de las razones para utilizar la Lavanda como la primera flor que QM usa para declarar sus sentimientos fue porque dentro de los significados que encontré de ella uno decía "un mensaje con lavandas puede decirle a alguien que es amado aun cuando quién regala las flores no merezca su reciprocidad. Y que será amado sin condiciones y sin importar lo que pase".
Las Lilas ya que en los tres colores que manejan tienen significados de amor, el que elegí, violeta, dice "se entienden como una declaración de amor y una profunda entrega hacia la persona a la cual se le regalan".
El crisantemo blanco: "Longevidad y buena salud", entre otros más románticos; la camelia roja: "amor incondicional, la pasión y el deseo". Estas dos flores fueron utilizadas porque me encantan y sus significados se adecuaban bien, con el plus de ser muy populares en china.
Cualquier duda, aclaración o sugerencia es bienvenida.
Muchas gracias por leer.
