Y el especial para Sakura =D
Advertencia: Poliamor, OOC.
Disclaimer: Naruto pertenece a Kishimoto.
Los tres hombres de mi vida
Que desde pequeña Sakura estaba enamorada de Sasuke Uchiha no era algo que debiera de sorprender a nadie. No. Tampoco que las confianzas con Naruto Uzumaki, alias el Hokage, fueran sospechosas. Y mucho menos se les ocurriría pensar que el codiciado soltero, alias el sexto Hokage, Kakashi Hatake, podría ser uno de los hombres a los que la mujer de cabellos rosas y experta en medicina querría perder.
Sin embargo, había un día en especial en que estos tres hombres corrían por la aldea, nerviosos y preocupados. Hasta Sasuke Uchiha, el morenazo de cara de muñeco que no reaccionaba a nada, se mantenía en una postura sorprendentemente confusa.
Y es que esos tres hombres, en el veintiocho de marzo temblaban de emoción, de impaciencia y de miedo.
Ese día, era el día en que nació la única mujer capaz de marear su mundo.
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Naruto
Sakura reconocía que envejecer estaba siendo divertido para ella. No era tan mayor como tener arrugas, pero no se sentía realmente diferente y tampoco se preocupaba por la gordura. Todavía quedaba mucho tiempo para eso, así que, cumplir treinta, no era tan grave como parecía.
Se detuvo para mirarse en los ventanales de la oficina del Hokage mientras esperaba a Naruto de una reunión. La había hecho llamar desde su oficina para un asunto importante. Sinceramente, no esperaba que él se acordara de su cumpleaños. Siempre había sido un despistado sin remedio y, cuando lo recordaba, solía ser casi a la hora de terminar el día y dar por zanjada su celebración.
Así que iba a ser divertido verle hablar de trabajo como si nada mientras ella se aguantaba la risa. Porque cuando se diera cuenta de que había hecho algo mal, sería ya tarde. No es que disfrutara en sí de torturarle de esa forma, pero era divertido verle pasar apuro. Y eso ayudaba también a que no se enfadara tanto con él.
Cuando él entró estaba acomodando la fotografía que siempre tenía sobre su mesa. Un viejo recuerdo del equipo 7 en su esplendor juvenil. Su rostro cambió totalmente y cerró la puerta antes de que Shikamaru o cualquier otro le siguiera. Sakura enarcó una ceja, curiosa y se apoyó cruzándose de brazos contra el escritorio.
—¿Seguro que puedes hacer eso? —le preguntó.
—Shikamaru se encargará de todo, sí —respondió deteniéndose a sólo un paso de ella—. ¿Va todo bien en el hospital?
—Sabes que sí. Envío mis informes cada día y deberías de saberlo.
Él se rascó la nuca, avergonzado por su pequeño despiste.
—Sí, lo sé, ttebayo.
—¿Qué tal si vas al grano? —le preguntó.
Él cabeceó afirmativamente.
—¿Por qué no estás descansando el día de hoy?
—¿Debería? —preguntó inocentemente—. ¿No se enfermará nadie hoy?
Naruto maldijo entre dientes.
—Oh, venga, Sakura-chan —protestó—. Dame un respiro.
Sakura sintió deseos de echarse a reír.
—Es que haces esta petición como si fuera tan fácil pedirte a ti que no seas el Hokage.
—A veces es así —reflexionó enarcando una de sus rubias cejas.
Sakura apretó los labios, chupándolos.
—Touché.
Naruto levantó su mano vendada hasta su rostro. Una dulce caricia con su pulgar sobre su labio inferior y sus ojos entrecerrados en una mirada azulada y prometedora. Cuando se inclinó sobre ella, Sakura supo lo que iba a pasar.
Dejó que la tomara de la cintura, que empujara con sus propias caderas contra ella para remarcar su masculinidad.
—¿Desde cuando estás…?
—Desde que te he sentido —respondió, ronco y ondeando sus caderas—. Siempre puedes hacer esta magia.
Sakura levantó sus manos hasta su cuello, acariciándole la piel morena que la capa de Hokage le permitía y subió por sus rubios cabellos. Él siseó su nombre.
—¿Me has llamado sólo para tener sexo?
Él se detuvo, maldiciendo y se apartó de ella. Ambos gruñeron por la distancia y aunque le habría gustado volver a acercarlo contra ella, él rodeó el escritorio y se sentó en la silla. Tampoco es que fuera la primera vez que ella se sentara allí. O que saltara.
Naruto se agachó para sacar un paquete rosado de debajo de la mesa y lo empujó hacia ella.
—Feliz cumpleaños, Sakura-chan.
Emocionada, tomó el regalo.
—No puedo creerme que seas el primero —indicó abriendo el paquete—. Oh, Naruto, es…
—Sí —dijo inclinándose hacia delante—. Dijiste que se te perdió la última que tenías y pensé que te gustaría esa.
Era una diadema. De las caras, de esas que era más para vestidos elegantes que para un día sí y otro también. Iba a ser una lástima ponérsela durante las operaciones, que era cuando más sudaba y más las necesitaba.
Se inclinó por encima de la mesa para besarle.
—Muchas gracias, Naruto —susurró.
Alguien golpeó la puerta. Un aviso que provocó que Naruto maldijera entre dientes.
—Parece que el otro regalo de cumpleaños va a tener que postergarse. Nos vemos esta noche. ¿Vale?
Sakura asintió y tras volver a besarle se separó. Aunque a ambos les costara un mundo.
Kakashi
Cuando le vio entrar en la oficina fue inesperado. Kakashi siempre la esperaba. No importaba la hora que fuera. No tenía prisa —como siempre—, así que la hora no era un problema para él. Alegaba haber aprendido a ir con calma por la vida y que esperarla era más una misión cuya recompensa era puramente gratificante.
Por ello, cuando llamó y se coló en su oficina era una verdadera sorpresa.
—¡Kakashi-Sensei! —exclamó poniéndose en pie tras la mesa—. ¿Ha ocurrido algo? ¿Se siente mal?
Él negó y tras cerrar, caminó hasta su altura. Sakura sintió que el corazón se le detenía, como siempre pasaba. Si eso fuera posible, estaría más que muerta de la cantidad de veces que Kakashi era capaz de lograr eso en ella.
—No podía esperar por más tiempo —le dijo mientras llevaba su mano hasta la máscara. Eso, era todavía más increíble. Porque Sakura sabía qué pasaba siempre que la bajaba delante de ella y las cosas que era capaz de hacerle.
Tembló como un flan cuando la tomó de la mano y, elegantemente, besó uno a uno cada uno de sus dedos. Cuando terminó, ella bien podía considerarse un flan. Él la sostuvo con habilidad y se apoyó contra el escritorio pegándola a ella contra su cuerpo.
—Es tu cumpleaños —le dijo mirando hacia la ventana, como si momentos antes no hubiera estado poniendo su cuerpo a mil por hora—. Parece que fuera ayer cuando ambos éramos más jóvenes.
—Sensei —regañó apoyando las manos sobre su pecho.
Él la miró de nuevo y sonrió.
—Lo sé, odias que siempre me esté quejando de esto.
—Y es cierto —garantizó—. La edad es sólo un número y como doctora, sé perfectamente de lo que eres capaz o no. Y tu actividad sexual es tan factible como la de un jovencito.
—¿Por ser mi doctora o ser…? —bromeó.
Ella se ruborizó.
—¡Kakashi-Sensei! —suspiró acalorada—. No me hagas esas preguntas, por favor.
—Entonces, tú deberías de dejar de llamarme de esa forma. Ya no eres mi alumna. Hace mucho que dejaste de serlo.
—Cierto —corroboró—. ¿Debería de llamarle sexto y volver a vestirme sólo con la capa de Hokage que cuelga de la puerta de tu dormitorio?
Kakashi pareció sopesarlo muy en serio, pero en lugar de responder a su insinuación, metió la mano dentro del bolsillo de su pantalón y sacó una pequeña cajita. Sakura la miró con sorpresa y retrocedió para tomarla cuando se la ofreció.
—Feliz cumpleaños, Sakura —dijo besándole la frente.
Después, desapareció. Odiaba cuando hacía eso, siempre escurriendo el bulto o no dándole tiempo a expresar cómo se sentía en esos casos.
Abrió la cajita. Dentro, dos pequeñas piezas de pendientes en forma de rosa descansaban sobre un cojín azulado. Sonrió, divertida.
—Sabe que le habría regañado por gastar tanto dinero. Qué travieso, Sensei.
Sasuke
El momento que a veces más esperaba era el de Sasuke. Porque el pobre era tan torpe con sus regalos que siempre eran inesperados y cosas que, en realidad, le gustaban más a él que ella. Luego, se sentía decepcionado consigo mismo por no dar con el regalo adecuado. Pese a eso, Sakura amaba que pensara lo suficiente en ella como para comprarle o hacerle algo. Así que, aunque era una sorpresa que fuera el último en darle su regalo, lo esperaba con mucha curiosidad.
Cuando llegó el regalo estaba a punto de irse a casa.
Sasuke, que llevaba su capa de viaje y parecía incómodo, caminaba entre la jauría de enfermeras que continuaban babeando por él hasta llegar a su altura. Cargaba consigo una bolsa de plástica marrón con su nombre escrito en rotulador brillante. Casi una pancarta que podría haber evitado que las mosconas se le tiraran encima, pero que al parecer ignoraban.
—Sakura —nombró al verla aferrar sus pertenencias.
—Sasuke-kun. Qué sorpresa que seas tú quien venga a recogerme. Generalmente, lo hace Kakashi-sensei.
—Hoy no —negó. Le pareció que buscaba algo.
—¿Ocurre algo?
—El cambiador.
Ella dudó.
—¿Te has manchado o algo?
Él retrocedió cuando intentó ver bajo la capa. Ella levantó una ceja. Eso sólo aumentaba su interés.
—¿Estás herido?
—No —aseguró firme. Sabía que no mentía, pero la intriga continuaba ahí.
Igualmente, decidió seguir su interés en el cambiador y lo guio hasta el lugar. Ella entró delante de él, deteniéndose junto a uno de los bancos y la que era su taquilla.
Entonces, él extendió la bolsa con cierta brusquedad. Su mano temblaba, desacostumbrado a hacer tales cosas.
—Feliz cumpleaños —soltó casi a borbotón. Desvió la oscura mirada.
Sakura sintió deseos de reírse. ¡A veces podía ser tan adorable! Por eso, entendía que él quisiera un poco de intimidad para esos casos.
Tomó la bolsa con cautela y la abrió. Dentro, había otro paquete de regalo. Algo suave y fácil de apretar. Cuando logró abrirlo, lo primero que captó fue tela roja y al tirar al completo, un precioso vestido rojo resbaló hasta sus rodillas. Era de esos de cancán brillante que se ajustaba en la cintura y resaltaba los senos de una. Se ataba al cuello para dejar libre sus brazos y abierta su espalda.
Que Sasuke le regalara esa clase de vestido era impresionante.
Con la boca abierta le miró.
—¿De verdad me estás regalando este regalo?
—Sí —confirmó Sasuke levantando una de sus cejas—. ¿No lo quieres?
—¿Bromeas? —preguntó levantándolo—. ¡Lo amo, Sasuke!
Sin pensarlo dos veces, se lanzó a sus brazos. Alejó el vestido de sus cuerpos lo suficiente para que no se aplastara. Él la asió de la cintura y se inclinó lo suficiente para que pudiera besarle. Le pareció notar algo extraño bajo la capa, pero sus besos empezaron a nublarle la mente lo suficiente como para pensar que sería buena idea probarse el vestido, aunque antes, podían jugar.
Pero cuando bajó sus manos por su cintura para levantar la capa, él se retiró. Le dio la espalda.
—Vístete —ordenó—. Con todo.
Luego, se marchó.
Sakura empezaba a enfadarse a causa de la curiosidad. ¿Qué estaba ocultándole? Si era un herida, iba a ganarse un buen sermón. Pero le había asegurado que no era así. Sin embargo, podía notar que Sasuke estaba incómodo con lo que fuera que ocurría bajo su capa predilecta.
¿Y a qué se refería con todo?
Miró el vestido y después, su bolsa.
Sólo tuvo que sumar uno más dos.
Sonrió.
Y se desnudó.
Los tres más una
Cuando salió los vio sin necesidad de que llevaran ninguna pancarta o de que el resto de personas se detuvieran para admirarles. Sonrió, a medida que bajaba los escalones del hospital para reunirse con ellos. El primero en extender su mano fue Naruto. Quien podía asegurar que estaba guapísimo.
Kakashi, tras ellos, sonreía incluso con la máscara puesta. Le habría gustado verle sin ella, aprovechando el momento especial para que se vistiera de esa forma.
Y Sasuke. Ahora comprendía su incomodidad. Él no estaba acostumbrado a llevar esas ropas tan ceñidas. Debía de sentirse como un pato fuera del agua.
Los tres ataviados con trajes. Muy masculinos, muy guapos, para comérselos completamente.
Naruto la hizo volverse para quedar entre medias, con los tres refugiándola con sus alturas y sus anchos cuerpos. Sasuke le tomó la mano con delicadeza pese a lo tenso y avergonzado que se encontraba. Naruto sonreía, divertido con la oportunidad de meterse un rato con él.
—Feliz cumpleaños, Sakura —exclamaron a la par.
Ella se echó a reír, confusa y emocionada.
—Os habéis puesto de acuerdo para esto —protestó poniendo morros.
—Hasta en el restaurante —confirmó Naruto besándole una mejilla y enrojeciéndola.
—¡Naruto! —regañó mirando a su alrededor—. Aquí no.
Él se encogió de hombros y enderezó la espalda. Sasuke le dio un apretón en la mano que se negaba a soltar.
—Tu local favorito —explicó—. Donde hacen eso que te gusta.
—Eso que me gusta —repitió, divertida.
Notó las manos de Kakashi en su cintura, más debajo de lo normal, más provocativas. Enrojeció.
—Nos hemos puesto de acuerdo en todo, Sakura, menos en una cosa.
—¿En qué? —preguntó casi suspirando, emocionada y excitada.
Los tres hombres se miraron entre sí.
Ellos tres más ella.
Los tres más una.
—En quién será el primero en poseerte —susurraron a la par.
El mundo giró por el deseo. Su rostro enrojeció.
—¿Lo podemos pedir para llevar? —propuso.
Nadie dijo nada, porque no había nada más que decir. Avanzaron hasta su hogar y alguno de ellos, no estaba segura, se acordó de llamar para cancelar la reserva y pedir la comida a casa.
Ella, a sus treinta, no podía dejar de gritar.
Fin
2 de abril del 2021
Feliz cumpleaños Sakura
Chia.
